Rubén & Alba. Nuestro primer beso (Versión 2)
Después de pasar la tarde aguantando los constantes coqueteos de Nuria, Rubén se reúne con su hermana. Por desgracia, un ladrón hiere a Alba y su hermano la cura...
- Rubén & Alba. Nuestro primer beso (Versión 2) -
- VMarioT: Esta es la versión 2 del relato "Nuestro primer beso". Las dos versiones son iguales salvo por unas variaciones que he hecho. Quiero que me digáis qué versión preferís y la siguiente entrega será a partir de la elegida, quedando la perdedora condenada al olvido. Es muy importante que elijáis.
Uno de los objetivos veraniegos de mi padre este año es arreglar el patio para colocar césped artificial y construir un corral. Pero como no tiene tiempo, me ha encasquetado a mí la faena.
Bajo a desayunar y Alba me recibe con un cálido abrazo y un tierno beso en la frente. Rodea mi cuello con sus brazos y mi cintura con sus piernas. Se ha levantado juguetona.
-Buenos días, Rubén -me dice con voz melosa al oído, rozando sus finos labios en mi oreja-. Te he preparado el desayuno. ¿Cómo has dormido?
-Bien, bien, gracias. ¿Hace mucho que estás despierta? -La siento sobre la mesa.
-Sí, un ratito. Me he sentido muy sola sin ti… -me pone una mano en la mejilla mientras lleva la mía a sus muslos internos.- Sin tus besitos…
-Pues no te preocupes que ya estoy aquí, princesa -le voy acariciando los muslos suavemente, disfrutando del tacto-. ¿Has desayunado?
-No, te esperaba esperando.
-Eres un cielo. -La cojo por la barbilla para que levante la cabeza, besándola en la comisura de los labios y en la punta de la nariz a continuación. Ella sonríe y cierra los ojos, con una expresión de bienestar en la cara. La beso en la barbilla y voy bajando por su cuello.
-Mmm… Hhhmmm… -suspira, dejándose hacer.
La creciente dureza de sus pechos y el ligero aumento de su temperatura corporal me hacen ver que está excitada. Continúo besándola y me dirijo a su oreja, donde me entretengo con su lóbulo.
-¿Estás cómoda, hermanita?
-Mmmmmm… Sí… Pfff… No pares, por favor… Uuummm…
Ya se restriega en mí sin ningún tipo de reparo, buscando mi calor. Siento sus jóvenes pechos endurecidos, sus manitas finas tocando mi espalda y mi cuello. Se está tan bien…
-Te quiero, Rubén… -jadea levemente.- Te quiero mucho… Mmmmmm…
-Y yo a ti, mi reina… Ummm… Y yo a ti… -Saco la lengua y le doy unos cuantos lametones por el cuello y las mejillas, haciéndola reír.
-Mmm… Sigue… Jijiji me haces cosquillas. -Se separa en un poco de mí y pone sus manos en mi pecho, mirándome a los ojos.- Mmm… Mi hermano mayor… Trátame bien… Que soy pequeñita…
-Eso siempre, corazón… -la sigo besando en la frente, el cuello y las mejillas.- Dime… ¿Te he tratado mal alguna vez?
-No… Mmmmmm… Y eso me gusta… Que eres suave… Dulce… Mi hombre… Que me protege…
Voy a besarla de nuevo en la frente cuando me atrapa los labios con los dientes. La sensación es electrizante. Acerca sus labios a los míos y siento mi respiración y su aliento en mi boca, llamándome a besar esa boquita que hace tanto que anhelo.
Se pasa la lengua por los labios, prácticamente rozando los míos, y me mira con auténtico deseo, con una ganas tremendas de abalanzarse sobre mí y comerme toda la boca. Está abierta de piernas, mostrándome sus encantos, únicamente tapados por el pequeño bikini negro que viste.
Sin pensar en otra cosa que en besarla de una vez por todas, me dispongo a unir por fin mis labios a los suyos cuando llaman al timbre. Alba suspira y me sonríe, guiñandome el ojo.
-¿Vas tú o voy yo? -me pregunta.
-Deja, ya abro yo que tú vas medio despelotada.
No es más que un paquete para mi padre que me hacen firmar. Desayunamos mirando la TV y rato después me preparo para salir al patio a seguir con la faena.
-Rubén, espera, que te pongo crema -me para cuando voy a abrir la puerta.
-No, no, déjate de cremas -protesto-. Ya sabes que esos potingues me dan asco.
-Ya, pero si no te quemarás -insiste-. Va, quítate la camiseta que ya te la pongo yo, venga.
Me siento a regañadientes y me desnudo de cintura para arriba. Ella se sienta detrás de mí y me esparce la crema, empezando por los hombros y la nuca.
-¡Oye, que está helada! -me viene un repelús que me hace temblar todo el cuerpo.
-Va, no seas quejica jijiji. Ya sabes cómo funciona esto: al principio está fría y no es nada agradable; pero después… -me va abrazando por la espalda, llevando el potingue hasta mi barriga, mientras me habla al oído- al cabo de un ratito… ya ni se nota…
Giro la cabeza para mirarla y me planta un besazo en la mejilla. Me masajea los hombros cuidadosamente y me echo hacia atrás, dejándola hacer. Me besa por el cuello con dulzura e incluso me da algún que otro lengüetazo. Sus manos me siguen relajando, una en mi vientre y la otra en mi pecho, haciéndome cosquillitas. Siento sus pechos endurecidos en mi espalda… Estoy como en una nube.
-Mmm… -suspiro, cerrando los ojos.
-Tú disfruta, Rubén… -Me besa el lóbulo de la oreja.- Déjame hacer… Hhhmmm…
Noto como poco a poco va bajando su mano, acercándose a mi entrepierna. Sonrío y se la cojo antes de que haga nada.
-Creo que debería empezar ya a trabajar… -Me levanto y, ahora sí, abro la puerta para salir afuera.
Mientras barro y saco la tierra, Alba se estira en el sofá que tenemos en la terraza, con unas gafas de sol puestas y un libro en la mano. Pese a estar protegida por el toldo, su pelo brilla y se convierte en una hermosa cascada de oro, y su biquini no deja nada a la imaginación.
Debe de haberse dado cuenta de que la estoy mirando, porque se empieza a tocar las piernas con una sonrisilla picarona y a ir subiendo por sus muslos. Me estoy poniendo malo de tanto mirarla.
-¿Te traigo agua o algo? -me pregunta.
-Sí, por favor. Este calor no hay quién lo aguante.
Para mi sorpresa, vuelve de la cocina con los pechos al aire. Se me acerca, sonriente, y me da una botella.
-Toma. -Entonces se fija en algo en lo que yo no había ni reparado: me he cortado con algo y tengo sangre en el dedo índice.- ¿Qué te ha pasado en el dedo?
-Ni idea, lo acabo de ver.
-Anda, trae, que te curo.
Y antes de que pueda decir nada, se lleva mi dedo a la boca -que está limpio salvo por la sangre- y me lo chupa. Se pega a mí y me lo deja limpio.
-Pareces una vampirilla jaja.
Como única repuesta me mira a la ojos, me sonríe y se ríe nasalmente.
Por la tarde salgo con Nuria y unos amigos a dar una vuelta por el centro de la ciudad. Voy a recogerles a ellos primero por temas de cercanía y después vamos a por ella, que vive algo más lejos.
-Oye, Rubén, dinos la verdad: ¿tienes algo con Nuria?
-¿Qué? No. Somos amigos y ya está.
-Pues ella parece que quiere ir un paso más allá… -esto lo dice porque en nuestro grupo de WhatsApp siempre me habla de una forma muy dulce y cariñosa, mientras que con el resto de miembros se limita a ser amigable y simpática.
-Lo sé, pero yo no -soy tajante.
-Pues deberías dejárselo claro, más que nada para que no haga falsas ilusiones.
-Que lo que voy a deciros ahora no salga de aquí, ¿vale? -me dispongo a confesarles después de unos segundos en silencio.
-Palabra -repiten al unísono.
-Hace algo más de una semana hablé con Nuria y se me declaró. Le dije que podíamos ser amigos, pero que no quería nada con ella. Aún así, me avisó de que iba a esforzarse para ligar conmigo y seducirme. Por eso se comporta así conmigo.
-Pues con el bomboncito que es no entiendo por qué no quieres nada con ella… Vamos, a mí no me importaría en absoluto jaja.
-Tengo mis razones.
Nuria se pone en el asiento del copiloto y nos besamos en las mejillas. Viste una camiseta de tirantes blanca y un pantaloncito corto. Muy mona. El pelo le brilla por el sol, sumándole atractivo a su belleza.
Hace un calor insoportable, así que antes de nada vamos a tomar algo a la terraza de un bar, donde el camarero se queda embobado mirando las tetas de nuestra amiga, teniendo yo que llamarle la atencion. Se sonroja y ya no lo volvemos a ver en todo el rato.
-¿No te molesta que te miren más a los pechos que a la cara al hablar contigo? -le pregunto después de pagar, mientras esperamos a que nuestros amigos salgan del baño.
-A veces sí y a veces no jiji -me contesta, sonriéndome picarona-. Me considero guapa, y no me importa que la gente mire y disfrute de mi cuerpo, siempre y cuando no me toque a menos que yo quiera. La naturaleza nos ha dotado de un cuerpo, y tenemos derecho a exhibirlo sin miedo.
-¿Esta vez, por ejemplo?
-Un poquito, pero más que nada porque no me escuchaba al hablarle. Si me hubiera prestado atención, no me habría importado… Aunque ya te digo, tampoco me puedo enfadar mucho porque yo hago lo mismo con los chicos guapos que veo… -me lanza una clara indirecta, acercándose a mí.
-Nuri, para. -La cojo con suavidad por los hombros.
-¿Qué pasa? ¿No te puedo piropear y decirte lo guapo que me pareces?
-Sí, claro que puedes, pero ambos sabemos por qué lo dices…
-¿Ah, sí? ¿Y por qué lo digo? -Me pone la mano en la mejilla.
-Nuri, déjalo, por favor. Me estás haciendo sentir incómodo. Recuerda lo que hablamos -lo que realmente me está haciendo sentir es un calentón de mil demonios. Mi soldadito se está despertando y quiere guerra.
-Perdona -se disculpa honestamente-. Ya sabes que me pierdes y que a veces me cuesta controlarme. Lo siento.
-No te preocupes. -La abrazo y beso cálidamente en la frente. Siento que tiene los senos duros y calentitos.
Vamos a un par de tiendas de videojuegos y libros, donde me sorprende ver a Nuria con cierto interés por las novelas juveniles paranormales. Sé que le gusta todo el universo de Crepúsculo -cuando salieron las películas se pasaba el día que si Jacob por aquí, que si Jacob por allá…-, pero no imaginaba en absoluto que también le gusta leer.
-Sigo todas esas series de Netflix: The Vampire Diaries, Los 100, Shadow Hunters… -me explica.- ¿Te suenan?
-Por mi hermana. Se mira cada noche un par de capítulos -omito que dormimos juntos y los mira a mi lado-. Te recomiendo la saga Medianoche, de Claudia Gray.
-Le echaré un ojo.
Media hora después recibo una llamada de Alba pidiéndome que me encuentre con ella, pues acaba de darse cuenta de que se ha dejado las llaves en casa y ahora no tiene cómo entrar. Suspiro y me despido de Nuria y del resto, encaminándome a continuación al punto donde hemos quedado.
-Tienes menos cabeza que el jinete de Sleepy Hollow -la saludo.
-Jijiji perdón.
Cruzamos por la derecha de una parada de autobús y nos sorprende el gentío que hay. Nos metemos entre la multitud para avanzar y entonces oímos un grito:
-¡Eh! ¡Detenedlo! ¡Me ha robado el bolso!
Justo delante de nosotros vemos a un individuo abriéndose paso a empujones. Hay quien trata de detenerlo, pero es inútil. Pasa por nuestro lado, rápido com una bala, y empuja a Alba con tal fuerza que se empotra contra mí, golpeándose la cabeza en mi hombro.
-Alba ¿estás bien? -me preocupo, levantándole la cabeza con las manos.
-Ufff… Auu… -se queja.
El ladrón se escabulle por una callejuela y lo perdemos de vista. Un par de personas llevan a la víctima a comisaría para poner la pertinente denuncia y la dependienta de la floristería que hay delante, muy amablemente, envuelve un trozo de hielo en un pañuelo y se lo entrega a mi hermana, cuyo labio está hinchado y sangrando por el golpe.
-Muchas gracias.
-No hay de que.
Decidimos sentarnos en una plaza que hay cerca, porque dice que del impacto la cabeza le da vueltas y se está mareando.
-Túmbate, pon la cabeza en mi regazo.
Me hace caso y le levanto las piernas -dicen que va bien para la circulación cuando uno está así-, notando la suavidad de estas y disfrutando de tocarlas. Se las acaricio y se acomoda.
-Si cierro los ojos todo gira a mi alrededor…
-Pues mantenlos abiertos. Mírame.
Tras unos minutos así, me comunica que ya se encuentra mucho mejor, de modo que la ayudo a levantarse y le miro el labio. Sigue hinchado.
-¿Todavía te duele?
-Sí, un poquito.
-Dame el hielo, deja que te cure yo. Al fin y al cabo, te has estampado en mi hombro.
-Pero no ha sido culpa tuya.
-Lo sé.
Soplo suavemente en la parte dolorida y Alba sonríe.
-Lo haces muy bien.
-Gracias.
Tan cerca como estamos el uno del otro, siento su aliento en mi boca. Entonces lo veo claro: mi hermana herida, yo curándola, cuidándola… Necesita un beso de su príncipe azul para terminar el tratamiento satisfactoriamente. Quizás no estoy pensando de forma cuerda por un golpe de calor, pero una voz se pronuncia en mi cabeza: “Ha llegado el momento.”
Nuestras narices ya se están tocando cuando nos miramos a los ojos mutuamente, asintiendo ella primera y luego yo. Nos entendemos sin necesidad de mediar palabras.
Pongo los dedos en su barbilla, cerramos los ojos y poso mis labios sobre los suyos. Nuestro primer beso me sabe a gloria divina. De su boquita emana un néctar embriagador, un aroma que me resulta electrizante.
-Mmm… Rubén… -se pasa la lengua por los labios cuando nos separamos, mirándome con una sonrisa y un brillo en los ojos que jamás le había visto.- Ya tenía ganas de que dieras el paso.
-Eres mi princesa y te he curado.
-Y tú mi príncipe -me dice justo antes de volver a besarme, esta vez con más ternura.
De pronto me siento extrañamente ligero -quizás por haber disipado la “tensión” entre nosotros con ese beso-, así que decido abordar el tema lo antes posible.
-Creo que podemos hablar sin tapujos: te lo debía por todas esas veces que te he dejado a medias.
-Vayamos a un sitio más tranquilo para charlar, ¿vale?
-Por supuesto.
La cojo de la mano y nos sentamos en unas escaleras del Barri Vell.
-Muy bien, hablemos claro, hermanita: tú a mí me gustas mucho desde hace tiempo, y si no te lo he dicho hasta ahora ha sido porque me negaba a ver la realidad… ¿Tú qué dices?
-¿Acaso no te he demostrado ya muchas veces lo que siento por ti, hermanito? -me pregunta retóricamente y acariciando mi pecho, juguetona.- Me gustas mucho, Rubén. Si te estoy provocando día tras día es porque quiero que sepas que estoy dispuesta a tener una relación amorosa contigo, pero nunca voy a más porque quiero que también lo puedas decidir tú…
-Muy bien, parece que los dos estamos de acuerdo en lo importante: nos queremos, nos deseamos.
-Ajá -asiente, sonriente.
-Pues el siguiente ya lo sabemos -prosigo-. Alba, hermanita, ¿te gustaría tener una relación amorosa y privada con…? -Sus labios vuelven a atrapar los míos y sellan nuestra unión. Nos abrazamos y nos quedamos allí un ratito, dándonos cariño.
Nos llaman nuestros padres para saber dónde estamos, porque nos vamos los cuatro a cenar por ahí y nos quieren pasar a recoger. Mientras Alba habla con ellos por teléfono, yo me la como a besos. Todo el tiempo que no habla tiene su boca pegada a la mía, morreándonos. Acabamos con las comisuras de los labios rojas.
Quedamos con ellos en Plaça Catalunya, donde tenemos que ser más discretos al estar más expuestos a la gente. Si bien no nos besamos, le meto la mano por dentro del pantalón con suma discreción y la hago suspirar de placer al acariciarle los muslos.
-Mmm… Aaahh… Rubénnn… -cierra los ojos y se muerde el labio para no gemir mucho.
-Shhh… Tranquila, mi niña.... -le susurro al oído, besándole el lóbulo con dulzura.- Tú disfruta… Si pasa alguien, paro y ya está… No te preocupes por nada, princesa…
-Hhhmmm… Sigue, sigue… Pffffff… Oohh… Qué bien me tocas…
-¿Te gusta, princesita mía? ¿Te gusta cómo te toco?
-Mmmfff… Siii… No pares… Pfff… Oh, dios míos… Qué biennn…
-Vamos a pasar un veranito estupendo, mi niña… Ahora sí…
-Ooohh… Y que lo digas… Mmmmmm…
Apoya la cabeza en mi hombro izquierdo y la abrazo por la cintura, quedando bien juntitos. Sus manos descansan en mi regazo y la mía derecha, entre sus piernas.
-Mmm… Rubén… No sabes cuánto me gustas… Pfff… Qué gustito… Hhhmmm… No me dejes nunca…
-Nunca, mi pequeña… Nunca… Te lo prometo… Me pierdes…
Levanta la cabeza y va a besarme cuando ve el coche de nuestros padres a lo lejos.
-Ahí están.
-Desde aquí no pueden vernos. Anda, bésame un poquito más, que cuando lleguen ellos ya no podremos…
-Mmm... -Se sienta en mis piernas, quedando de caras a mí, y me besa cariñosamente mientras rodea mi cuello con sus brazos.
-Ammm… -suspiro.- Me encantan tus labios… Son una delicia… Mmm… No me canso de besártelos…
-Pues tranquilo porque son tuyos, cariño jijiji. Puedes besármelos tanto como quieras… Hhhmmm…
Nos damos unos últimos achuchones antes de separarnos y esperar a que llegue el Renault negro de nuestro padre. Nos sonreímos y miramos con complicidad y nos subimos al coche.
-¿Qué tal la tarde? -nos pregunta mamá.
-Bien, hemos dado un par de vueltas y ya. No nos hemos aburrido mucho, ¿verdad, Rubén?
-Por supuesto. Ha estado bien.