Rubén & Alba. Mi hermana está celosa
Tras quedar como amigos, Alba y Nuria buscan exactamente lo mismo: hacer sucumbir a Rubén a sus encantos.
- Rubén & Alba. Mi hermana está celosa -
Vuelvo a casa un rato después de hablar con Nuria y me encuentro a mis padres y a Alba con la televisión puesta, viendo el partido en el sofá. Mi hermana, que está estirada con el móvil y que lleva una cara de aburrimiento que no puede con ella, sonríe nada más verme.
-¿Dónde has ido? -me pregunta en la cocina, sentada sobre la mesa mientras frio un huevo.
-He ido a tomar algo con un amigo -miento a medias-. ¿Por?
-Curiosidad. -Me sonríe dulcemente y me mira con unos ojitos que dicen “Cómeme”.- Oye… Te… ¿Te apetece que hagamos algo esta noche... -me pregunta, pegándose a mí y acariciando mi pecho con sus dedos- tú y yo?
-¿Algo como qué, hermanita? -Debo decir que va en ropa interior, luciendo sus atributos con frescura.
-No sé, podríamos… podríamos mirar alguna película… -Rodeo su cintura con mis brazos, atrayéndola más a mí.- Si a ti te apetece, claro…
-¿Alguna sugerencia? -Rodea mi cuello con sus brazos.
-La Cumbra Escarlata -propone, sonriéndome picarona.
Me río por dentro, captando la indirecta. Agacho un poco la cabeza y ella entreabre la boca, cerrando los ojos previamente. La beso en la comisura del labio y noto como todo su cuerpo se tensa. Me acaricia la nuca con sus finos dedos y me pone al límite. Nunca hemos estado tan cerca de besarnos: siento su aliento y su respiración entrecortada como si fuera la mía propia, y veo sus bonitos labios tan de cerca que puedo apreciar hasta el más mínimo detalle.
-Alba…
-Sí… Lo sé… -Traga saliva.
Nuestras narices se tocan y su boca se abre un poco más. Como no nos separemos pronto, perderé el control y le comeré con ansia esos labios juguetones que hace meses me vuelven loco. Abro la boca yo también y la atraigo hacia mí con más fuerza. La necesito. Necesito su calor.
Voy a abalanzarme sobre su boquita, virgen e inocente, cuando el ruido del huevo y el aceite nos devuelven a la realidad. Nos miramos a los ojos, miramos a la sartén, volvemos a mirarnos a los ojos y nos reímos a carcajadas.
Puto huevo de mierda.
Mientras yo libro una ardua batalla con el aceite para que no me salpique, Alba saca de la nevera una botella de agua y se pone a beber.
-Rubén, ¿me puedes echar por el cuello?
-Claro. Date la vuelta.
Me acerco y la refresco. Noto como se estremece al sentir mis manos tocar y masajear su cuerpo de princesa.
-Mmm… -suspira.- ¿Puedes echarme también por la espalda, por favor? Uufff… Lo haces muy bien…
-Gracias. -La muerdo en el lóbulo de la oreja, cariñosamente. El agua va bajando y la voy esparciendo. Mientras tanto, la beso en la nuca con dulzura.
-Hhhmm…
-Tienes un cuello muy bonito, Alba… Muy suave…
-Gra-Gracias… Pfff… -Cuando termino, se deja caer, súper relajada, y tengo que abrazarla con fuerza por detrás para que su cabeza no acabe estampada en el sueño. Mi hermana debe encontrarse en un agradable estado de relajación.
La dejo en una silla y pongo el huevo en la sartén bajo su dulce y somnolienta mirada.
Debido a la cercanía de la fecha para ir a recoger las notas finales, paso unos días nervioso… cosa que Alba nota. Más de una noche se despierta a altas horas de la madrugada y me encuentra con el móvil o viendo una película en el portátil, incapaz de dormir.
Una de esas noches me encuentra viendo la primera de “Los chicos del maíz” a su lado.
-Rubén, estáte tranquilo -intenta calmarme, abrazándose a mí y poniéndome una mano en la mejilla para que gire la cabeza y la mire a los ojos-. Estoy segura de que habrás aprobado. ¿Cómo te fueron los exámenes?
-Bien, si los terminé casi todos, pero… no estoy seguro de que las respuestas estén bien.
-Relájate, que no pasará nada. Anda, ven aquí. -Me abrazo a ella y me acoge en sus brazos, acurrucando la cabeza en sus pechos.- Rubén, pero… ¡si estás ardiendo!
-Sí… Creo que tengo un poco de fiebre.
-Ay, pobre… Ponte cómodo. Esta noche yo seré tu almohada.
-Gracias… Estoy bien, en un rato me separaré… -mientras hablo, me doy cuenta de que no soy siquiera consciente de lo que digo. La fiebre está haciendo mella en mí. No estoy seguro de que mis palabras tengan sentido.- Eres muy guapa…
-Shhh… No hables y descansa… -me susurra, con una voz fina para que la cabeza no me dé vueltas al escucharla.- Hoy cuidaré yo de ti… -Acaricia mi pelo con los dedos y me da besos en la frente y en la cabeza.
A partir de este momento, entre la fiebre y lo cómodo que estoy, voy perdiendo el sentido de la realidad lentamente. Alba me va hablando suave para tranquilizarme y que tenga constancia de que estoy a salvo a su lado, porque sabe lo mal que me pongo cuando me pasa esto. Tengo náuseas, tiemblo y noto que todo a mi alrededor se tambalea como si hubiera un terremoto, pero ella sigue abrazándome, valiente, sin importarle que pueda echarle la pota encima. La adoro por cosas como esta.
También aprovecha el momento para hacer de las suyas, todo sea dicho. Mientras me habla, me acaricia las piernas con una mano y la va llevando a la entrepierna.
-Alba, ¿qué…?
-Shhh… Tú calla y déjame hacer… Te sentirás mejor, confía en mí… Sé lo que hago…
Pone la mano sobre mis testículos y, sin hacer presión, los empieza a tocar.
-Hhhmmm… Alba…
-¿Te gusta? Esto es nuevo para mí…
-Pfff…
-Quiero que te sientas bien, hermanito -prosigue-. Nada más… Ninguno de los dos somos tontos y sabemos cuáles son nuestros sentimientos. Llevo tiempo pensándolo y creo saber por qué no quieres ir un paso más allá en nuestra relación: te preocupa que nos pillen juntos.
-Shhh… -estaba vez soy yo quien la hace callar.
-Jijiji está bien, está bien, ya me callo…
Y pasado un rato, entre temblores, náuseas y tiritones, consigo dormirme. Abrazado a mi queridísima hermana, me relajo y caigo en los brazos de Morfeo.
He de decir que, debido a mi estado febril, no sé si las palabras de Alba han sido reales o fruto de los delirios de mi imaginación.
Llego a casa por la tarde y oigo ruidos en el piso de arriba, como voces. Extrañado porque creía iba a estar solo, subo y veo que vienen del cuarto de mi hermana. Abro la puerta y me quedo con la boca abierta, incapaz de reaccionar: ¡Alba está follando con un chico en su cama! Intento decirle algo, pero no me salen las palabras. Ni siquiera puedo moverme.
Está abierta de piernas, desnuda, disfrutando de la polla que tiene entre las piernas y que la está follando con fuerzas.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Aaahhh…!
-¿Te gusta, zorra? ¡Pfff…! ¡Uuufff…! ¿Te gusta cómo te follo?
-¡SÍ! ¡SÍ! ¡ME GUSTA! ¡ME GUSTA COMO ME FOLLAS! ¡OH, DIOS, DIOS, DIOS! ¡SIII!
-¡Pero mira que eres puta! ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ¡OOOHHH…! ¡Mmmmmm…!
¡Pppffffff…! ¡Dame duro, cabrón! ¡Mmmmmm…! ¡Dame durooohh…!
-¡Te voy a reventar el coño, guarra!
-¡Pfff…! ¡Siii…!
Mi hermana está abajo, gozando abierta de piernas. El chaval es moreno, bastante parecido a mí. La tiene cogida por las muñecas y se las apoya en la almohada.
Yo estoy de espaldas a Alba, pero su macho sí puede verme. Sin embargo, está demasiado ocupado tirándosela como para fijarse en la puerta y en mí. Me invade una especie de sensación de celos. Tengo la impresión de que estoy en el sitio equivocado en esta escena…
-¡Ahhh…! ¡Aaahhh…! ¡Aaaaaahhh…!
-¡Mmmmmm…! ¡Ooohhh…!
En ese momento consigo moverme. Sin embargo, alguien me para poniéndome una mano en el hombro.
-Déjala.
Me giro y es Nuria, quien viste tremendamente sexy, por cierto.
-Nuria, ¿pero qué…?
-La he enseñado bien -me interrumpe-. Es tan puta como yo -reconoce, orgullosa, pasándose la lengua por los labios.
-¿Pero por qué…?
-Hola, hermanito -me habla por primera vez. No está en absoluto avergonzada, sino todo lo contrario: me sonríe, coqueta y juguetona-. ¿Te gusta cómo me folla mi novio? -Viendo que no contesto, prosigue.- Me he tenido que buscar un novio que me deje bien servida. Mmm…
-Ya ves, Rubén -vuelve a pronunciarse mi amiga-. Tu hermana ya ha encontrado a alguien para sustituirte. ¿Y tú? ¿Quieres morir solo o prefieres estar conmigo?
Y mientras Nuria me va desnudando, veo que la expresión de vicio de Alba se va incrementando.
Despierto de repente, sudoroso. Cojo aire y respiro hondo. Todo ha sido una pesadilla debido a que aún tengo fiebre y estoy mareado. Estos exámenes son muy importantes para mí y por eso estoy nervioso -nunca antes me había visto así por unas notas-.
Sigo abrazado a ella. Ha pasado la noche entera a mi lado, cuidándome. Su brazo derecho me sirve de almohada mientras me acaricia el pecho con la otra mano. Tiene su carita angelical pegada a mi mejilla y me va besando con dulzura.
-¿Cómo estás, Rubén? -me pregunta al ver que abro los ojos débilmente.
-Bien… Ahora… Ahora mejor -trato de olvidarme del sueño. Ha sido horrible.
-Mejor -me dedica una media sonrisa-. Ah, y… has hablado bastante en sueños.
-¿Ah… sí? ¿Y qué decía? -le pregunto asustado, temiendo que haya dicho algo sobre Nuria.
-La verdad es que no se entendía mucho jijiji. Eran más que nada susurros y algún que otro gruñido.
-Entiendo. -Me incorporo un poco y la abrazo fuerte. Aún estoy temblando. Esa pesadilla… Era tan real… Alba con otro chico, alejada de mí para siempre… En momentos como este me vuelvo a dar cuenta de lo mucho que la necesito. Es mi vida y no sabría vivir sin ella.
Por fin llega el gran día, y mis nervios se incrementan con este. Estoy en clase esperando a la tutora, sentado en mi mesa mientras charlo con unos compañeros, cuando algo detrás de mí llama su atención. Antes de que pueda siquiera girarme, noto una mano conocida posarse en mi hombro.
-Buenos días, chicos -nos saluda Nuria, sonriendo.
-Ho-Hola… -responden ellos, quedándose en blanco tanto por su vestimenta -un escote negro y un pantalón corto del mismo color- como por el hecho de que ahora tiene confianza conmigo.
-¿Qué hay, Nuria? -me dirijo a ella, amigable.
-¿Nerviosos por las notas? -nos pregunta.
-Eh… Bueno, sí, un poco jeje -contesta uno de ellos-. Oye, perdonad si me meto donde no me llaman, pero… ¿qué os ha pasado? Hace una semana no podías ni verla, Rubén.
-Sí, es cierto -les explico, mirando a Nuria con cara de “Déjame a mí”-. Hasta hace poco no me caía nada bien, pero hace una semana una serie de cosas me hicieron darme cuenta de que mi enfado con ella fue por un malentendido de hace años, así que lo hablamos y aquí estamos… tan amigos jeje.- No entro en detalles sobre lo que pasó porque sencillamente no es de su incumbencia.
-Dicho de otra forma -interviene la aludida-: ahora podremos quedar todos juntos.
-Pues me alegro por vosotros, la verdad. Mejor así -concluyen.
Salen al pasillo a hacer un poco el ganso y nos quedamos solos en medio de la clase.
-Oye… Gracias por no entrar en detalles sobre lo que pasó entre nosotros -me dice, mirándome fijamente con sus bonitos ojos castaños.
-No tienes que agradecerme nada, Nuria. Tampoco les he contado nunca los motivos por los que he estado años sin hablarte. No les interesan.
-Gracias, aún así… -Por su mirada noto lo que quiere, y se lo concedo. Me besa cálidamente en las mejillas y acto seguido nos abrazamos. Por si no tuviera ya suficiente con mi querida hermanita, ahora tengo que hacer más o menos lo mismo con Nuria: darle cuerda porque es mi amiga y merece mi calidez y mi cariño, pero sin pasarme pero que no se haga ilusiones. Y todo esto sin que Alba sepa nada. Estoy apañado…
Finalmente apruebo casi todo. Me quedan un par de materias colgando, pero vaya, nada de lo que merezca la pena preocuparse. Nos despedimos de nuestros profesores hasta el curso que viene y salimos todos juntos del recinto, habiendo quedado para ir a tomar algo por la noche.
Nuria me pide si puedo llevarla en coche a su casa, y viendo los nubarrones que amenazan en el cielo, accedo.
-Gracias, Rubén -me dice, entrando en el vehículo y dedicándome una de esas sonrisillas dulces suyas que ayudaron a que me enamorara de ella muchos años atrás.
Desde el momento en el que me pongo al volante tengo la sensación de que se me está insinuando: no deja de mirarme a los ojos con una leve sonrisilla picarona que no me pasa por alto, tiene el escote sospechosamente bajado, se toca la melena rubia coquetamente, tiene su mano izquierda muy cerca de la mía y de las marchas…
-Entiendo que esta noche vendrás con nosotros, ¿no? -le pregunto para romper el silencio.
-Eso ni se pregunta. No sabes cuánto me apetece salir por ahí con vosotros… Contigo. Quiero recuperar el tiempo perdido, Rubén.
-Nuria, ya te entiendo, pero recuerda lo que hablamos: te quiero como amiga. Nada más. -Veo que hace una mueca, y pienso que igual se lo tendría que haber dicho mejor.- Nuria, perdona, no… No quería decírtelo así.
-Estoy bien, tranquilo. Es solo que… me cuesta hablar del tema, ¿sabes? El otro día porque me armé de valor, pero… normalmente me es difícil. Entiéndeme.
-No te preocupes, sé cómo te sientes… Estuve años en tu lugar -en este caso, la empatía no puede ser más completa.
-Lo sé, y lo siento mucho. -Tras una breve pausa, continúa.- Rubén, quiero que sepas que voy a esforzarme para que vuelvas a sentir algo por mí. Ya sé que ahora mismo no te gusto, pero quiero intentar reconquistar ese corazoncito tuyo que un día me perteneció, ¿entiendes?
-Lo sé perfectamente, no eres de las que se dan por vencidas a la primera -le sonrío-. Hemos llegado, Nuria.
-Por favor: llámame Nuri. Me gusta más. -Me da un beso en la mejilla que se me hace eterno y sale del coche.
Mi hermana se me echa encima nada más entrar por la puerta. Me felicita por las notas y le explico que esta noche me voy por ahí con los de mi clase. Se tensa cuando menciono a Nuria, pero no me dice nada. Mi intención es ir hablándole bien de mi amiga para que la vaya tragando poco a poco.
Por cierto: cuando digo que no me dice nada, es que literalmente no vuelve a abrir la boca. Se queda callada. Tras un rato insistiendo, logro que se pronuncie:
-Es que no me gusta nada Nuria, Rubén.Vale que la salvaste de una violación segura, ¿pero acaso te está empezando a caer bien o algo así? -habla más dolida que enfadada. La conozco de sobras como para darme cuenta de ello. Debe de sentirse amenazada o algo así y ha sacado las zarpas. Mi pequeña gatita…- ¿Te recuerdo lo zorra que fue contigo con su puta lista…? -Antes de que pueda terminar la frase, la abrazo tan fuerte que siento cómo gime y todo.
-Alba, tú eres la primera y siempre lo serás. Lamento si te molesta que me empiece a llevar medio bien con la que hasta hace poco odiaba, pero a veces la vida da giros inesperados y hay que aceptarlos. ¿Lo entiendes?
-No te separes nunca de mí, por favor… -me suplica, temblando y con la cabeza hundida en mi pecho.- No… No podría soportarlo…
-Mi pequeña… -La beso tiernamente en el pelo.- Jamás te haría eso.
Pasamos el resto de la mañana tirados en el sofá, matando templarios en Assassin’s Creed. Cuando César y Lucrecia se besan, mi hermana se gira hacia mí y me sonríe.
-¿Qué te parece eso de que dos hermanos se den besos? -me pregunta, acercando sus labios a los míos.
-Pues que no hacen daño a nadie.
-Mmm… ¿Ah, sí? ¿Y qué te parece que debes hacer si amas a una persona? -Se sienta en mis piernas, quedando cara a cara y casi tocando mi boca con la suya.
-Pues decirle que me gusta y besarla… -rodeo su cintura con mis brazos y la atraigo aún más hacia mí.
-¿Y eso cuándo crees que debe ocurrir? -unos pocos milímetros y nos besaremos.
-Cuando venzan sus miedos -me estoy dejando llevar demasiado y lo sé, pero hace mucho que voy retrasando este momento y ya no puedo más.
-Pues véncelos y b… -Su frase queda interrumpida cuando me suena el móvil. Se separa de mí y me sonríe, mordiéndose el labio.
Mi madre, que cómo me han ido las notas. Después de tranquilizarla por los dos suspensos, le digo ya nos vemos esta tarde cuando vuelva.
-En fin, ¿por dónde íbamos? -le pregunto, volviendo a abrazarla.
-Creo que por aquí… -me recuerda, pasando su dedo índice lentamente por mi mejilla a la vez que acerca sus labios a los míos, tocándose nuestras narices, con su mirada fijada en mi boca.
-¿Ah, sí? -En una fuerte lucha interna por ceder o no a los encantos de la preciosa chica que me ha robado el corazón, opto por tumbarla de nuevo en el sofá y quedarme sobre ella. Rodea mi cuello con sus brazos y saca la lengua para encontrar la mía, pero esquivo sus besos y le paso la lengua por el cuello, las mejillas y la barbilla, haciéndola reír y suspirar.
-Mmm… Rubéeen…
-Shhh… Calla, mi vida… Déjame hacer…
-Pfff… Qué bienn…
Voy haciendo un camino de besos por su cuello hasta llegar a su barbilla, desde donde me dirijo a su comisura de sus labios para terminar en el filtrum.
-Alba… -susurro suavemente en su orejilla.- No quisiera hacerte daño. Dime si te chafo, ¿eh?
Asiente y ronronea como una gatita en celo.
-Hhhmmm… No te preocupes, hermanito… Eres tan dulce… Pffffff… -Abre un poco la boca y vuelve a sacar la lengua. Venciéndome el deseo de unirme por fin a ella, abro yo también la mía y la poso sobre sus labios. Van a tocarse cuando nuestro padre, muy oportuno, me llama.
Tras despedirme cariñosamente de Alba con un fuerte abrazo y un sinfin de besos suyos en la frente y las mejillas, cojo el coche y voy yendo a recoger a Nuria y al resto. Mi amiga está espectacular: se ha pintado los ojos y los labios, puesto un escote negro aún más y lleva unos pantalones del mismo color en los que se adivinan y preciosas piernas torneadas. Así se lo hago saber nada más verla.
-Muy gracias, Rubén -se me pega y rodea mi cuello con sus brazos, haciendo yo lo mismo con su cintura-. Me he vestido así para ti, porque quiero que disfrutes de mis encantos, guapo.
-Lo imaginaba. Estás preciosa, Nuri. -Hace el gesto de darme un beso con los labios, acerca mi boca a a suya, tocándose nuestras narices, y me planta un cálido beso en la mejilla.
-Vamos, que nos están esperando -me susurra al oído, con una voz ronca que me vuelve loco.
En el coche le he pedido que no se muestre tan cariñosa conmigo cuando estemos con el resto y ella ha aceptado a regañadientes, por lo que se comporta cuando llegamos. Unos cubatas por aquí, unos vinitos por allá… Acaban casi todos borrachos perdidos.
Voy un momento al baño y ya me estoy lavando las manos cuando se abre la puerta y entra Nuria, notablemente bebida pero aún dueña de sus actos.
-¿Qué tal lo estás pasando, Rubén? -me pregunta, abrazándome por la espalda.
-Yo bien, ¿y tú? -voy acostumbrándome a esas nuevas muestras de cariño de mi amiga y no las rechazo, llegándome a sentir cómodo con ellas. Lo tengo todo bajo control.
-Yo muy bien, pero… -me dije al oído, besándome con suavidad detrás de la oreja y deleitándose con el tacto de mis músculos.- podría estar mejor… si tú me dejas…
-Nuri, para el carro, que estás bebida. -Me giro hacia ella y le acaricio las mejillas con las manos.
-Un poquito sí jiji. Dame un abrazo, por lo menos.
Nos abrazamos fuerte y noto cómo se restriega en mí, pero no se lo impido. Qué disfrute un poco. Me pide si me puede hacer un masaje en la espalda y, a regañadientes, accedo. Aunque suene contradictorio por todo lo que hago con Alba y ahora dejo que me haga Nuria, lo cierto es que no me gusta que me soben.
Pese a no gustarme, debo reconocer que no lo hace mal. Tiene cierta maestría con los dedos. Mientras relaja mis músculos, me va besando por la nuca y los hombros. Mentiría si dijera que no es agradable.
Para cuando terminamos, me doy cuenta de que le está bajando el alcohol y se encuentra mal, así que la ayudo a ir hasta la taza del váter y, con los ojos llorosos mientras echa algo de pota y yo le aguanto la cabellera, tenemos una de nuestras conversaciones:
-Voy muy mal y lo estoy, Rubén… Gracias por darme esta oportunidad de volver a ser su amiga. Significa mucho para ti para estés dispuesto a volver a dirigirme la palabras después de tanto tiempo ignorándome, verdad.
-No es nada. Tú ahora relájate y échalo todo. Verás como te sientes mejor contigo misma. En el pasado cometiste errores, es cierto; pero ahora te estás esforzando para enmendarlos. Lo noto y lo valoro mucho, créeme. Respira, Nuri, quédate tranquila.
Y ahí nos quedamos, hablando sentados en el suelo de la cabina de un baño de bar.
- VMarioT - hasta dentro de unos meses voy a disponer de mucho menos tiempo libre, de ahí que haya tardado más en publicar esta nueva entrega. La historia "Rubén & Alba" sigue adelante, pero pasará más tiempo entre relato y relato.
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