Rubén & Alba. Mamadas y misterios

Un descuido de los hermanos tras una noche de sexo puedes traerles problemas. Sin embargo, algo extraño ocurre; algo a lo que saben dar explicación.

Rubén & Alba. Mamadas y misterios

Tras la pedazo de comida de coño que acabo de hacer a Alba, esta se queda súper relajada, tumbada en el suelo azul de la pequeña plataforma, roja y sudorosa por la excitación, mirándome con dulzura entre leves ronroneos y suspiros. Me echo a su lado y la abrazo, dejándose hacer ella como si su cuerpo no la respondiera, como si de una muñeca de trapo se tratara.

Con su cabeza en mi pecho y mis brazos rodeándola entera, la beso en el pelo y la mezco como un bebé.

-Mmm… Me ha gustado mucho, Rubén… Pfff… Pero… estoy cansada… Mmmmmm… Necesito descansar antes de volver al agua…

-No te preocupes, mi reina. Nos quedaremos aquí tanto tiempo como necesites.

-Gracias.

No tarda mucho en recuperarse y volver a pedirme acción. Para mi agradable sorpresa, sin yo decirla nada me baja el bañador, coge mi polla -semierecta- y se la mete en la boca enterita. Que esté medio flácida ayuda en su tarea, desde luego: puede introducírsela con mucha más facilidad y juguetear con ella con la lengua, llegando a hacerme incluso cosquillas.

-Mmmmmm… Dios, Alba… Qué gusto, coño… Aaaaahhhh…

Como única respuesta me mira y sonríe pícaramente, cosa que me pone más todavía si cabe. Es su segunda mamada en un día y también en toda su vida, así que obviamente es algo torpe y no acaba de salirla bien. Sin embargo, lo que es la idea básica parece tenerla bien entendida.

-Joder… Qué bien la chupas, joía… Cariño… Ooooohhhh…

El rabo empieza a cogerme consistencia y fuerza y tiene que sacarse como la mitad de la boca, cosa perfectamente entendible debido a su tamaño. Para compensarlo, me hace un masaje en los testículos que me los deja duros como piedras. Una cosa está más que clara: mi hermana ya ha aprendido algunos trucos para ponerme cachondo rápido.

-Aaaaahhhh… Qué bien… Joder… Mmmmmmmm…

-Oooouuummm… Oooouummmm… Tienes la polla saladita jijiji.

-¿Te gusta el sabor…? Aaaaahhhh…

-Está rica jijiji. Oooummm… -suspira, volviendo a introducírsela.

Debido al rato que llevamos ya fuera del agua, estamos comenzando a secarnos, así que su larga y lisa cabellera rubia empieza a volverse más brillante y reluciente por el sol. Y si a esto le sumamos también el brillo de la sal en su blanca piel y sus ojitos azules, creo que podéis llegar a haceros una idea de la encarnación de la mismísima Afrodita que tengo ante mí y que está practicándome una felación en alta mar. Tremendo morbo, tremenda hermana y tremenda mamada.

-Aaaaahhhh… Jesús bendito…

-Ooouuummmmmm… Jijiji.

-Estás para echarte una foto, Ariel… Pfffff…

-Jijiji -ríe, captando la referencia-. Soy tu sirenita particular… Ooouuuummmmmm…

-Sí… Pffffff... ¿Te imaginas que nos viera alguien?

-Me daría cierto morbo, no te voy a engañar.

-¿Incluso si fueran la mama o el papa?

-Claro… Oooooouuummm… Pfffff… Con mucho gusto les diría que me gusta chupártela…

-¿Sí, no? Jajaja… Aaaaaahhhh… Alba, aparta que me vengo… Ooooohhh…

Se saca la polla a tiempo pero la coge con las manos y apunta a sus tetas, que reciben una generosa ración de lefa, posteriormente esparcida por las mismas por su dueña. Acabo exhausto, viendo a mi hermana relamerse los dedos, pringados de semen, mientras mi crema solar especial se desliza lentamente por sus pechos.

-¿Qué tal, hermanito? -me pregunta, insinuante, pegándose a mí y sacando pecho, picarona.- ¿Estoy guapa? Jijiji.

-Preciosa. ¡Aamm! -la agarro una teta con la boca y succiono el pezón, haciéndola gemir de lo lindo.

-¡Aaaaaahhhh…! ¡Oooohhh… siiiiii… qué gustoooooohhh…!

Repito operación con la otra hasta dejar los pezones bien hinchaditos

-Te voy a trabajar las tetas para que te crezcan grandes, hermanita.

-Y yo que me alegraré e iré orgullosa por la calle con mi súper busto jijiji.

Después de esto, se sienta en mis piernas y nos besamos tiernamente durante un buen rato. Sentados, con su trasero en mi regazo, sus piernas rodeando mi cintura y sus brazos mi cuello mientras yo la acaricio toda. Nuestras lenguas juguetean tranquilamente, y de vez en cuando Alba reposa la cabeza en mi hombro y yo la beso por el cuello suavemente, yendo con cuidado de no dejarla marcada. Nunca me han gustado esas marcas de chupetones, besos y cosas así que puedes encontrar en la piel de las parejas. No es bonito. Una piel suave, sin marcas, siempre me ha parecido mejor, razón por la que no quiero sobrepasarme con la que ahora es mi chica, mi pareja, mi novia… Mi hermana pequeña. Me siento muy protector a su lado, la verdad, y sé bien que ella me lo agradece.

-¿En qué piensas? -me pregunta, levantando la cabeza y mirándome con sus preciosos ojazos, con nuestras narices tocándose y nuestras bocas a escasos centímetros de distancia.

-En que me siento muy protector contigo y no sé si estoy yendo muy rápido.

-Jijiji no, tontorrón -me besa, cariñosa-, vamos muy bien. Me tratas de maravilla. Te lo prometo. No te comas la cabeza -me pide, negando con la cabeza y sonriéndome, aún con sus ojitos clavados en los míos.

-Es que eres muy jovencita, Alba, y mira todo lo que has hecho ya.

-¿Y qué? No pasa nada. No me has forzado. De hecho, he sido yo quien ha tenido la idea de la mamada. ¿Que lo dices, porque soy pequeñita?

-Sí, también.

-Escucha, eres muy dulce conmigo y no me haces daño. Eres más fuerte que yo y vigilas de no dejar marcas en mi piel siendo suave, ¿te crees que no me he dado cuenta? No tengo ni una señal, ni un solo moratón ni chupetón ni rasguño alguno en mi cuerpo. Eres un cielo. Me tocas suave y despacito y me encanta… Me encantas. -Y acto seguido, me besa con lengua..

Abrazo con fuerza a este adorable ser que tengo por novia. Llevamos ya mucho rato en la plataforma, así que decidimos volver a la orilla. El camino se hace bastante tranquilo, vamos charlando tranquilamente sobre películas y series y nos damos un último beso en los labios bajo el agua, cuando ya estamos a escasos metros de la costa.

Nuestros padres están durmiendo y nuestros abuelos se han ido, así que no nos preocupamos mucho y nos ponemos bajo la sombrilla, abrazados pero sin ir a más por si despiertan.


De camino al apartamento, alrededor de una hora después, me da un vuelco el corazón al recordar que no hemos cambiado las sábanas que anoche dejamos llenas de restos de semen. Se lo digo a Alba en voz baja y abre los ojos como platos. Mierda, qué fallo… Tenemos que llegar a casa cuanto antes y meterlas rápido a la lavadora. Esperemos que nuestros abuelos no se nos hayan adelantado, en cuyo desastroso caso tendremos que responder muchas preguntas. Pfff…

Para nuestra sorpresa, ocurren dos cosas al llegar al piso: la primera es que nuestra cama está hecha, cosa que nos lleva a la terrible conclusión de que quien la haya hecho por lo menos ha tenido que ver las manchas. Sin embargo, y esta es la segunda cosa, nadie comenta nada. Se me ocurre preguntar quién nos la ha hecho, pero desecho esta opción al darme cuenta que semejante pregunta podría traer alguna que otra sospecha. Así pues, parece ser que aquí no ha pasado nada -cosa que, pese a no tranquilizarme en absoluto, sí hace que me relaje un poco, pues he estado tensísimo todo el camino de vuelta, igual que Alba-.

También recuerdo que debo llamar a Nuria, de modo que eso hago.

-¡Hola, Rubén! -”Buen inicio”, pienso.

-¿Qué tal, Nuria? ¿Cómo estás? El día del cine te fuiste un poco rara, te llamaba para saber si te pasaba algo.

-Oh, no, tranquilo. Me dolía la cabeza, nada más. Gracias por preocuparte.

-De nada.

-Oye, ¿Alba y tú qué tal? ¿Os aburrís mucho por ahí o qué?

-Bueno, no te creas… Acabamos de volver de la playa y esta tarde supongo que iremos a dar una vuelta por el paseo marítimo.

-¿Bien, entonces, no?

-Sí, de momento sí.. Volveremos en unos días. Cuando esté por el barrio te llamo, ¿vale?

-Perfecto. Dale recuerdos a tu hermana de mi parte. Un beso.

-Adiós.

Nuria parece estar perfectamente, y es eso lo que me preocupa: que no lo está, solo lo parece.


A eso de las cuatro de la tarde, viendo que el plan de nuestra familia es quedarse frente a la caja tonta viendo alguna película estadounidense mediocre de propaganda bélica, decidimos ir al cine a ver algo decente en plan novios, puesto que aquí no nos conoce ni Dios.

Vamos por la calle cogidos de la mano como la pareja que somos, y Alba tiene que aguantar los silbidos y piropos de unos imbéciles que tienen toda la pinta de ir borrachos perdidos, aún siendo no más de las cuatro de la tarde. Hago amago de decirles cuatro cosas, pero mi hermana me frena.

-Déjalos, Rubén; son más y bebidos como van no conseguirías nada encarándote con ellos.

-Lo sé, pero me toca los huevos.

-A mí también. Pasemos de ellos y punto. Seguro que ninguno tiene pareja porque no hay mujer que los soporte jijiji.

-Jajaja, es muy posible, sí. Si tuvieran novia, apuesto a que las llevarían con ellos.

-Cierto.

Al entrar en el edificio observamos que hemos llegado media hora antes de que la película, una española de comedia, dé comienzo. Así pues, decidimos meternos en el servicio para jugar un ratito.

-Mmmmmm… Ya te tenía ganas, hermanita… Aaaammm… -la digo, besándola nada más entrar.

-Pfff… Anda que yo a ti… Mmmmmffff… Bésame, Rubén… Bésame… Aaaaahhhh… Por Dios…

Nos encerramos en una de las cabinas y ayudo a Alba a desnudarse de cintura para arriba. Besos, caricias, lametones… Mmmmmm… La dejo babeada de arriba a la abajo.

-Aaaaahhh… Siii… Las tetas… Uuuummmfff… -suspira, ofreciéndomelas.

La abrazo fuerte y se las como. Empiezo succionando los pezones como si quisiera extraer leche para, a continuación, pasar a sobarla enteras, sin dejar ni un solo centímetro por tocar.

-Ooooohhh… Mmmmmm… Riiiiiiiicooooohhh… -gime, controlándose cada vez menos.

Voy bajando mi boca por su vientre hasta tener que arrodillarme. Es entonces cuando, cargado de excitación y morbo, la bajo los pantalones y las bragas -mojadísimas, como ya me suponía a estas alturas- y la como el coño.

-Oooooohhhh… Oh… Dios, Dios, Dios… Uuuuuummmm… -se muerde el labio para tratar de contener sus gritos de placer y cierro los ojos, toda desbocada y colorado como está.

La separo un poco las piernas para facilitar el cunnilingus y meto más la cabeza entre ellas. Chupeteo los labios vaginales, el clítoris, me trago los jugos que van saliendo… Su aroma dulce, virgen y juvenil me embriaga hasta límites insospechados y me excita aún más si cabe, aupándome, de esta forma, a continuar.

-Oooouuummm… Qué rico chochazo tienes, Alba… Aaaaaahhhhh… Mmmmmm…

-Aaaaahhh… Siiii… Gra… Graaaaaciiaaaaas.. Mmmm… Qué gusto… Oooouuuummmfff…

Sus manos presionan mi nuca para adentrar más mi cabeza en sus entrañas, para seguir saboreando su delicioso manjar y hacerla tocar el cielo simultáneamente.

-Aaaaahhhh… Aaaaahhhhh… Aaaaaaaaahhhh… Ooooooohhhh… Frena… Frena, por Dios… -me sorprendiéndome.

-¿Qué pasa?

-Estoy al borde del clímax y no quiero correrme todavía… Uuummmfffff… Bésame… Ven, hermanito, bésame… Aaaaaaaffff…

Me pongo a su altura y la beso con lengua, dejando que saboree y se deleite con su propio sabor vaginal, igual que yo. Se amorra a mi boca y frota su chochazo en mi entrepierna, calentorra. Me besa tan fuerte que temo causar una hinchazón en sus labios, por lo que trato de reconducir el beso a uno más lento y tierno.

-Aaaaahhh… Rubén… Mmmmmfff… Qué bien…

Mis intensos surten efecto y mi hermana se relajada. Me pide que vuelva a su vagina o eso hago, gustoso de su manjar. Como antes se ha quedado cerca del orgasmo, esta vez no me hace falta mucho esfuerzo para hacerla correrse.

-Aaaahhh… Aaaaaahhh… Aaahhh… Mmmmmm…. Ooooooooooffffff… -Y se desploma ante mí con un tremendo orgasmo que aparentemente la ha llevado hasta el astío.

-Descansa, mi reina… Mmmm… Descansa… -la digo, besándola en la frente al levantarme.

Rodea mi cuello con sus brazos para no caerse, yo la subo los pantalones como buenamente puedo y la cojo en brazos como la nena que es. Se queda un ratito descansando, puede que incluso adormilada, con la cabeza apoyada en mi hombro derecho.

-¿Estás bien, Alba? -la pregunto, acariciándola el pelo.

-Sí, sí, tranquilo… Mmm… Es solo que me he quedado muy relajada…

-No te preocupes, guapa. -La beso en el pelo.- Descansa tanto como necesites.

No se hace de rogar mucho y alza la cabeza para besarme suavemente. Su naricilla colorada me hace gracia, y se la beso también, provocando su sonrisa y que la arrugue. Me mira fijamente a los ojos y va besándome despacito, dejando que saboree sus labios y pase la lengua por estos.

-Te quiero -me dice, y vuelve a sonreír.

-Y yo a ti, mi pequeña. -Y vuelvo a besarla, sonriendo también.

-Quién me iba a decir a mí hace un año que estaría aquí, en los baños de un cine, medio desnuda y enrollándome con mi propio hermano jijiji. Dime, ¿nunca lo has pensado? -me pregunta, pasando su dedo índice lentamente por mi mejilla, cosa que me calienta enormemente, no sabría decir por qué.

-No me gusta pensar en el pasado, ¿sabes por qué?

Su inocente negación con la cabeza es toda la respuesta que necesito.

-Porque me siento imbécil. Tu mandándome señales contínuamente, que no sé cómo no te hartaste de esperar, y yo como un gilipollas, que las veía todas pero me negaba a reaccionar, ya ni recuerdo del todo por qué.

-Tardaste, sí; pero más vale tarde que nunca. Lo creas o no, valoro mucho las agallas que tuviste al besarme aquel día cuando me estabas curando. Sinceramente, aunque te estaba provocando, no me esperaba en absoluto que te abalanzaras como lo hiciste. Quién sabe dónde estaríamos ahora de no haber sido por ese ladrón jijiji.

-Aún tendremos que agradecerle que te empujase… -Mi hermana tiene estas cosas: es capaz de sacarte una sonrisa en conversaciones cuyo contexto no es del todo agradable.

Sabiendo que ya llevamos un rato aquí metidos, miro la hora y casi me da un vuelco el corazón al ver que la película está a punto de comenzar. Alba se viste rápidamente y salimos pitando. Nos ve un hombre mayor salir juntos y cogidos de la mano e imagino lo que pasa por su cabeza, pero lo cierto es que me la pela bastante.

La sala está, como habíamos imaginado, prácticamente vacía. Colocados al fondo en una esquina, mi hermana apoya la espalda en la pared y se sienta de lado en mi regazo. Viendo el tremendo empalme que llevo encima, me baja la bragueta y se dispone a masturbarme mientras me besa en el cuello con delicadeza, como solo ella sabe hacerlo.

-Mmmmm… Aaaaaahhh… Pffffff… Alba…

-Sssshhhh… Cariño… -me susurra al oído con un hilo de voz, como si de una suave brisa se tratara.- No hagas ruido… Respira hondo y déjame hacer, ¿vale? Mmmmfffff… Quiero devolverte lo de las baños…

-No es una deuda.

-Jijiji lo sé, pero me apetece… -su dulce vocecilla en mi oído me está poniendo casi más que la paja en sí.

Cierro los ojos y me dejo llevar, preocupándome únicamente por el volumen de mis suspiros.

-Aaaaahhh… Aaahh… Uuuuuuufffffff…

-Tranquilo… Mmmmmm… Respira con alma… No temas… Ssssshhh… Nadie nos oye… Cierra los ojos… Todo está en calma… Pfffffff… Solos tú y yo… Sin nadie más… Mmmm…

-Mmmmm… Aaaaaahhhhh… Alba… Sabes… Aaaaaffff… Sabes relajar… Te quiero.... Ummmmm… Tengo suerte de tenerte… Aaaahhh… Qué gusto…

-Y yo a ti, cariño… No tengas miedo… Mmmmmfffff… Estoy contigo… Siempre…

-Aaaaahhhh… Oooooohhhh...

No tardo mucho en correrme en un pañuelo que Alba sobre mi pene rápidamente. Mi hermana se acurruca en mí y nos abrazamos, quedando adormilados. Inclino la cabeza y mis labios juguetean con los suyos, provocando su sonrisa. Con su manita, blanca y suave, posada sobre mi mejilla, acaricia mi rostro y yo introduzco mi lengua en su adorable boquita.

-Aaaammm… Cómo me quieres, Rubén, amorcito…

-Mucho, te quiero mucho…

Sin yo decirla nada, se despoja de sus vestiduras de cintura para arriba y lleva mis manos a sus pechos, a los que yo amaso como un buen novio-hermano. Sintiendo un agradable masaje en sus tetas, posa sus manos en mi hombros y nos besamos largo y tendido con lengua, sin pausa pero sin prisa, tranquilos y a gusto.

Es entonces cuando se me ocurre. Meto una mano dentro de su pantalón y me dedico a frotar la entrada de mi chochito, los labios vaginales, haciendo gemir de gusto.

-Aaahhhh… Aaaaaahhhh… Cabrón… Mmmmmmm…

-¿Te gusta, guarrilla?

-Uuuuummmmmm… Siiiiiii… Muuuuchooohhhhh…

-¿Te gusta que tu hermano te frote el coño, cacho de guarra?

-Pffffff… Dios mío… Mmmmmmm… Siiiii… Aaaaaahhh… Sigue, por Dios, sigue… Pffff… No pares…

-¿Te doy gustito?

-Ooooooohhhh… Me das mucho gustito… Aaaaahhhh…

Ahora es ella misma la que se restriega contra mi mano, besándome con fuerza para ahogar sus gemidos.

-Aaaaahhhh… Aaaaaahhhh… Aaaaahhhhh…

-Alba, no me beses tan fuerte, que te harás daño…

-Mmmmmmmffff… Diiiiioooossss… Me… Me da igual… Esto es demasiado… Oooohhh… Demasiado bueno… Mmmm… Así... Así… Pffff… Bien… Mmmmm… Me gusta… Sí… Mmmmmffff… Despacito…

-¿Mejor?

-Mucho mejor… Aaaahhhh… Pellízcame el chochito, Rubén… Pffff… Por favor… Déjame… Mmmm… Déjame los labios hinchados… Aaaaahhh… Quiero sentirlo…

Meto los dedos en la vagina y hago círculos en el clítoris.

-Mmmmm… Mmmmm… Mmmmmffff… -resopla ella.

Mi hermana se retuerce de gusto sobre mí y sus pechos se bambolean levemente, redonditos y de un buen tamaño, a escasos centímetros de mi cara. Sin estar caídos, parecen botar.

Termina por correrse entre grititos de nena, de hembra joven, y se desploma sobre mí. La abrazo y nos quedamos dormidos el resto de la película. Nos despertamos de milagro al encenderse las luces de la sala y salimos de allí por patas, pues una anciana que había en la sala avisa a un guardia de seguridad que hay una joven semidesnuda en una esquina.

Volvemos a ir de la mano por la calle y nos fijamos en que algunas personas se nos quedan pensando, supongo que dándose evidente de la evidente diferencia de edad entre nosotros. Sin embargo, esto nos trae sin cuidado.

-Como si no hubiera parejas que se llevan más años… -dice mi hermana.

-Muy cierto.

Siendo aún claro, nos ponemos cerca de la orilla y nos echamos de la arena, abrazados. Meto los dedos en su melena y me sonríe, acercando su rostro al mío, sin llegar a besarnos. Mi otra mano se posa en su trasero y se lo acaricia. Alba me mira fijamente a los ojos, sonriente.

-Tienes los ojos muy bonitos, Rubén.

-Je, eres la primera persona que me lo dice. Gracias.

-No hay de qué. Siempre están diciendo que los ojos claros son mejores, que otorgan a quienes los poseen una mirada distinta, como más penetrante… Pero poco se habla de los ojos oscuros. A mí me transmiten fuerza, coraje… Lo que tú tienes.

-¿Tratas de subir mi autoestima?

-Un poco jiji. Lo que quiero decir es que hay que saber ver lo bueno de las cosas, y saber valorarse a uno mismo. Quererse, al fin y al cabo.

-Entiendo por dónde crees. ¿Crees que no me valoro?

-No exactamente. Creo que en ocasiones te torturas demasiado por errores que cometiste en el pasado y que aún ahora tratas de enmendar. Creo que buscas compensarme de alguna manera.

-Quiero tu bienestar lo primero de todo. Que estés a gusto a mi lado. Por eso me esfuerzo.

-Pues no te preocupes, hermanito -dice besándome tiernamene en los labios-. Cariño mío, estoy muy a gusto a tu lado.

Se pone sobre mí y me besa lentamente. Vuelvo a acariciar su melena y una brisa la hace moverse. Su cuerpo sobre el mío, caliente. Me siento como en una nube, la verdad. Poso la mano derecha en su nuca y la izquierda en su mejilla derecha y la acaricio.

-Me quedaría así toda la vida -dice ella, con una voz ronca.

-Anda que yo… Jeje.

-¿No te parece muy raro que no nos hayan dicho nada por lo de las sábanas manchadas?

-Lo cierto es que sí. Sigo sin entenderlo… Aunque parezca imposible, me inclino por pensar que no lo han visto.

-¿Tú crees?

-¿Se te ocurre algo mejor?, porque a mí no. Piénsalo: ¿por qué iban a quedarse callados los abuelos, o la mama y el papa? No tiene sentido.

-Llevas razón. Se nos habrían tirado al cuello enseguida exigiendo explicaciones.

-Lo dicho: la única explicación es que, de alguna manera que no alcanzo a comprender, las hayan puesto a lavar sin darse cuenta de lo que estas contenían.

-Es lo más lógico, pero sin duda lo más extraño.

-Sí, en efecto: muy extraño.

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