Rubén & Alba. Lo sabe

Nuria conoce el secreto de Rubén y Alba, y obliga al chico a ser su pareja a cambio de mantener la boca cerrada. Esto no sienta nada bien a la joven Alba, ni tampoco a su hermano mayor...

Rubén & Alba. Lo sabe

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Debo llevar ya cerca de una hora ahí sentado, en el banco, mirando a la nada y pensando en todo, inexpresivo. Una anciana que pasa con bastón me mira, extrañada, y acelera el paso, quizás dudando de mi estado mental, creyendo que estoy majara y que voy a atacarla o algo por el estilo.

He estado pensando en mil y una formas de afrontar esta nueva situación, siendo consciente de lo cuidadosos que deben ser mis pasos si no quiero precipitarme al oscuro abismo que se cierne ante mí.

Aún dubitativo acerca de lo que debo hacer, me levanto con decisión y vuelvo a casa. Tengo que hablar con Alba inmediatamente.


Su sonrisa al verme entrar por la puerta se desvanece cuando me ve la cara. Le hago un gesto para que me siga y vamos a nuestro cuarto.

-Nuria sabe lo nuestro -le digo sin rodeos.

-¡¿CÓMO?! -abre los ojos como platos, empalideciendo simultáneamente.

-Siéntate y te lo explicaré todo.

Le cuento lo del mensaje citándome, nuestra conversación… y el “acuerdo” al que hemos llegado.

-¡La mato! -chilla- ¡Yo la mato!

-No grites.

-¡¿Pero esta zorra de qué coño va?!

-De chantajista amenazante. De eso va.

-¡Pero será hija de la gran puta!

Tengo que ponerle la mano en la boca porque está gritando demasiado y lo último que quiero es tener que dar explicaciones a nuestros padres. Acto seguido, rompe a llorar y se refugia en mis brazos, que la acogen con calidez.

-Alba -le susurro al oído, en un tono tranquilo-, escúchame, ¿vale? Todo va a salir bien. Te lo prometo. Encontremos la forma de deshacernos de este grano en el culo que nos ha salido, pero debemos pensar muy bien los pasos a dar. Uno en falso será suficiente para que difunda las fotos que nos hizo, así qu debemos ser cautos… Por el momento, no tengo más remedio que acatar todas y cada una de sus exigencias sin rechistar. Lo entiendes ¿verdad?

-Sí… -responde con un hilo de voz que me parte el corazón.

Viéndola así, me dan ganas de llorar de impotencia y rabia, pero me contengo al pensar que ahora tengo que ser fuerte, por ambos. Pobrecilla… Tiene la mirada enrojecida y vidriosa y la piel sudorosa, con los pelos de punta.

Le doy un pañuelo para que se suene los mocos y nos sentamos en la cama, abrazándose ella a mí.

-Rubén, ¿puedes besarme? No quiero sentirme sola.

-Claro, mi amor.

La beso despacito, con lengua y mucho amor, mientras ella resta inmóvil, con los ojos cerrados, aún sollozando levemente. La siento en mis piernas y se me abraza al cuello. Sus lágrimas se mezclan con la saliva y dan a nuestro beso un regusto salado que no es del todo desagradable. Pienso que, incluso en la desgracia, mi hermanita Alba es deliciosa.

Nos tumbamos en la cama y la beso por el cuello para hacerla sentir mejor. En esas estoy cuando me pregunta:

-¿Cuándo volveréis a quedar?

-Alba, ahora no es momento de…

-Quiero saberlo. Por favor.

-Ha dicho que me llamará mañana.

-Es decir, que mañana follaréis.

-No pienses en ello ¿de acuerdo? Bastante me duele ya a mí.

-Solo pensar que vas a yacer con ella… se me revuelve el estómago. Fóllala mal, Rubén. Que se canse de ti.

-Ya había pensado en eso, pero supongo que me exigirá más esfuerzo del que quiero darle.

-Ya, también… Prométeme algo.

-Lo que quieras, mi niña.

-Que cuando vuelvas de estar con ella me harás el amor como nunca me lo has hecho.

-Eso no tienes ni que pedirlo. Te amo, Alba -digo besándola con ternura.

-Y yo a ti.


Nuria me ha enviado un mensaje citándome a las cuatro de la tarde en la puerta de su casa. He informado a mi hermana, quien, pese a su absoluta disconformidad, no ha tenido más remedio que aceptar este primer encuentro no consentido.

-Dime algo cuando acabéis, ¿vale? -me pide con la mirada en el suelo y la voz apagada y melancólica.

-Te escribiré en cuanto salga de su piso, no sufras. -La abrazo.- Alba, mírame. Por favor.

Alza unos ojos tan apagados como su habla, con un azul pálido y vidrioso que me parte el corazón.

-Sonríe. Por favor. No quiero irme así. Hazlo por mí, te lo ruego.

Le cuesta, pero finalmente sus labios hacen una mueca y esbozan una sonrisa, triste, sí, pero una sonrisa al fin y al cabo. Me doy por satisfecho y beso esa boquita que me vuelve loco.

-Estoy muy enamorado de ti, hermanita. Devora mis palabras mientras no estoy para que la espera te sea leve.

-Lo haré, mi amor -sonriendo de forma algo más natural esta vez.

Antes de romper a llorar delante del ser al que amo y por el que siento auténtica devoción, me giro y abandono mi hogar, listo para enfrentarme a la que se ha convertido en mi peor enemiga.

Mientras me dirijo a la boca del lobo, no dejo de repetirme una y otra vez que debo encontrar una solución definitiva a todo este embrollo. Nuria tiene fotos (no sabemos cuántas) guardadas (no sabemos en cuántos sitios) y amenaza con hacerlas públicas si no sigo a pies juntillas todos y cada uno de sus pervesos designios eróticos y sexuales. Si esas imágenes son lanzadas al gran público, sin duda su chantaje e influencia sobre mí cesarían; pero entonces Alba y yo tendrían problemas mucho más graves.

Descartando la opción de escaparnos juntos, lo cierto es que me quedo sin ideas.


Nuria abre la puerta y sonríe con malicia, consciente del enorme poder que tiene ahora sobre mí. Yo mantengo la cabeza alta y la miro a los ojos, desafiante. Quiero que entienda que puede haberme robado la libertad, pero que no podrá apropiarse también de mi dignidad por más que lo intente.

-Hola, cielo -me saluda-. ¿No me dices nada?

-No tengo nada que decirte, monstruo.

-¡Vaya! Veo que sigues con tu humor de perros. Mmm espera. -Rodea mi cuello con sus brazos y me besa suavemente.- ¿Mejor?

Obtiene un gruñido como respuesta.

-Jijiji no seas malo conmigo, querido. Piensa que todo el tiempo que pasemos juntos será tiempo que no pasarás follándote a tu hermana y descendiendo poco a poco a la locura y la depravación. Debería cobrarte con mis servicios: al fin y al cabo, te estoy ayudando.

-Qué asco me das, te lo juro.

-No más del que me das tú, créeme. Pero soy una buena persona y voy a hacer que olvides a tu hermana. Algún día me lo agradecerás. -Se ríe por lo bajo, guiñándome el ojo, picarona.

-Algún día esto se acabará, Alba y yo estaremos juntos y tú te quedarás sola y amargada porque no fuiste capaz de entender que no me gustabas y destruiste nuestra amistad tratando de conquistarme. La que necesitará ayuda entonces serás tú, Nuria, y pienso dejar que te pudras en el pozo de mierda que tú misma has cavado.

He de reconocer que no esperaba el bofetón.

-No me provoques, Rubén -me dice muy seriamente, apuntándome con su dedo índice-. Estás jugando con fuego, y como sigas, te quemarás. Quedas avisado. -Cierra los ojos un momento, inspirando para recuperar la compostura que momentáneamente ha perdido, y prosigue.- Acompáñame.

No tengo más remedio que seguirla. Vamos a su dormitorio y observo que tiene un corcho con algunas fotografías mías.

-¿Te gustan? -me pregunta al darse cuenta de que las estoy mirando.- Estabas muy guapo.

Mi silencio lo dice todo.

-Muy bien -volviendo a inspirar, supongo que tratando de no perder los estribos-. Ya que no estás hablador, pasemos directamente a la acción. Siéntate a mi lado en la cama, Rubén.

Iba a quejarme, pero sé que no servirá de absolutamente nada, así que obedezco.

-Estupendo. -Me coge de la mano y me mira a los ojos, sonriendo, con un extraño aire de comprensión que ciertamente me desconcierta.- Escúchame atentamente, Rubén. Obviamente sé que lo último que quieres es estar aquí conmigo mientras tu querida hermana está solita en casa. Sin embargo, os he cazado, y ahora tendrás que hacer algunas cositas conmigo. Pese a esto, no soy estúpida, de modo que te lo pondré fácil. Hoy no te pediré que me hagas el amor ni nada por el estilo, sino que seré yo quien lleve el papel dominante. ¿Me sigues?

-Perfectamente.

-Maravilloso -vuelve a sonreír-. Siendo así, te ayudaré a desnudarte y solo te pediré que hagas lo propio conmigo. Quiero que te acostumbres a verme desnuda, que te familiarices con este cuerpo que está a tu completa disposición. Los primeros días te costará, lo sé. Sin embargo, estoy convencida de que tarde y temprano acabarás prefiriéndome a tu hermanita.

Y se me echa encima, besando de una forma que, debo reconocer, es exquisita. Tras el sobresalto inicial, pienso “Le seguiré la corriente y así podré irme antes”. La abrazo y respondo a su beso. Acaricio su rostro, sus mejillas, su barbilla, su cuello… Me duele admitirlo, pero mentiría si dijera que mi soldadito no reacciona. El cuerpo de la chica que durante tantos años anhelé pero que en los últimos tiempos he pasado a detestar… ahora está a mi disposición.

-Mmmfff… Te quiero… mi cielo… -ronronea, restregándose en mí con calentura.

-Hhhmmmmmm… -juro que la pelea interna que tengo ahora mismo es apoteósica: mientras mi cerebro se niega a este placer, mi cuerpo, que no es de piedra, se aferra a Nuria con fuerza.

-Déjame desnudarte, cariño… -me susurra al oído, con una voz ronca y nasal que me excita sobremanera.

Despojándome de la camiseta, besa mi cuerpo con ternura: el cuello, los pechos, los hombros… Acaba bajándome los pantalones y masajeando mi soldadito, que se encuentra bien despierto y apunta directamente hacia ella, dando leves saltitos.

-Mmmmmm… Tremenda herramienta tenemos aquí jiji. -Besa la puntita y el contacto resulta electrificante para mí.- Cómo me gustas...

Se me revuelven los huevos de gusto y mi pene empieza a pensar por mí.

-Nuria, detente. -Se queda quieta, mirándome, expectante.- ¿Podemos hablar un momentito?

-Sí, por supuesto. Dime.

-¿Puedes quitarte el pantalón? Me apetece sentirte más próxima, más… tú.

-Como más te guste, amor. Visto así para ti jiji.

Despojada del pantalón, le pido que se acurruque en mis brazos. Se acomoda sobre mí, de lado, con la cabeza en mi hombro izquierdo, sus piernas desnudas descansando sobre las mías y sus brazos también sobre mi pecho, en reposo. Estamos en una posición de lo más cómoda.

-¿Puedo serte completamente sincero?

-Claro, cielo. Eso me gusta mucho.

Con mis brazos rodeando su bello cuerpo, le hago cosquillitas en la espalda mientras hablo:

-Nuria, estoy enamorado de mi hermana. Deseo yacer con ella y pasar la vida a su lado… pero también sé que ese es un camino antinatural que solo nos traería problemas. Así, pues, voy a poner ganas a esta relación, porque nos conocemos desde hace mucho, estuve enamorado de ti y creo, por más que me duela admitirlo, que necesito tu ayuda. Ayúdame a amarte, por favor. Necesito que seas el amor de mi vida para olvidar a mi hermana. ¿Lo entiendes?

-A la perfección, cariño -le brillan los ojos al hablar-. No sabes el tiempo que hace que esperaba oír estas bellas palabras salir de tus labios. Prometo amarte para que vuelvas a la luz.

-Pero también debes saber algo: tendrás que competir con Alba. Lo amo muchísimo. Deberás enseñarme que eres mejor que ella: mejor persona y mejor pareja.

-No temas por eso, mi pequeño. Juntos conseguiremos que la olvides.

-Me duele que nos espiaras y sacaras fotos, pero estoy dispuesto a perdonártelo. Al fin y al cabo, lo hacías por mi bien.

-Lo hice porque te quiero. Como una novia.

-Eres mi novia. Mi pareja. Sí. Ahora lo sé. Pero vas a tener que usar todas las armas femeninas de seducción. Lo siento pero no lo vas a tener fácil.

-No te preocupes por eso ahora. Quiero que respires profundamente y que te relajes. Cierra los ojos. -Va hablándome al oído y oigo todo, desde su respiración hasta cuando traga saliva.- Ya has dado el primer pasito, ¿sí?: reconocer tu problemilla. Ahora deja que yo, tu amada, me ocupe del resto, ¿de acuerdo?

Asiento.

-Si quieres enamorarme, debes saber que me gusta el sexo duro. Me gusta dominar.

-Mmm… ¿Te gusta ser el machito dominante, eh? Está bien: seré tu putita sumisa con mucho gusto jiji.

Sin decir nada más, me lanzo a comerle los morros en un apasionado e intenso beso con lengua, sorprendiéndola. Primero parece hacer ascos a esta dureza que yo le impongo, pero no tarda en absoluto en acostumbrarse.

-Oummm… ¿Besas así a Alba?

-Sí, y más fuerte aún. Alguna vez le he hecho sangre en los labios y todo. Me gusta lo duro, o salvaje. Mi hermana me sabe y no se queja.

-Bufff es que besas muy fuerte, cielo jijiji. Me has dejado la boca dolorida. ¿De verdad Alba aguanta tus besos?

-Mucho mejor que tú.

-Vaya, pues… me sorprende, la verdad. Quiero decir… Parece tan débil… tan frágil…

-Y lo es. Pero conmigo sabe que las cosas van así.

-Entiendo… En fin, bésame. Me acostumbraré a tus formas, no temas.

-Más te vale si quieres que esto vaya a algún lado.

Seguimos besándonos un buen rato más y acabo estrujando y sobando sus tetas con las manos, dejándolas bien rojas. Ella se deja hacer, es como una muñequita sexual sin voluntad. Le muerdo los labios y la lengua -haciéndola sangrar levemente- y ni se inmuta, continuando igual de amorosa.

-Aaaaaahhhhh… Síiiii… Mmmmmmáaaaassss... -me pide.

Succiono sus pezones con fuerza -llegando a hacerle daño- y ella como si nada, suspirando de placer y aguantando el dolor por amor.

-Ooooohhhh… Te quieroooohhh… Mmmmmmffffff… Mi amoooorrrr…

La cojo fuerte por los hombros, le como la boca, mordisqueo mi cuello sin miramientos, bajo a sus pechos, se los como con ansia… Nuria me masturba que da gusto, golpeándome los testículos y el tronco y apretando bien el glande.

-Aaaaaggg… Aaaaaaafffff… Mmmmmme coooorrrrroooo…

Llego al orgasmo y nos quedamos abrazados en la cama. Nuria necesita masturbarse rápidamente para alcanzar clímax, momento en el que, entre gemidos, se desploma sobre mí.

-Debes irte -me dice-. Mis padres deben de estar al caer.

-Entiendo… Pues nada, mi amor, nos vemos.

-Te quiero mucho, Rubén. Me alegra que estés dispuesto a corregir tu enfermiza conducta.

La dejo tendida en la cama mientras me visto. La despido con otro beso con lengua y me voy antes de que sus progenitores me encuentren en pelotas junto a su hija.

Al salir del bloque siento que me falta el aire, así que me siento en el primer banco que veo, que para mi suerte está pegado al bosque y alejado de todo.

La cabeza me da vueltas y mi cerebro trata de procesar todo lo que ha ocurrido. En un último momento de lucidez, he conseguido domar a mi polla para engañar a Nuria y -lo que es más importante- domarme a mí mismo. He estado a puntísimo de caer en sus redes, y no me ha quedado más remedio de hacerla creer que me gusta el sexo duro, cuando realmente mis gustos comprenden todo lo contrario.

Mientras por una parte hago que las veladas conmigo no sean del todo agradables para Nuria, calmo a mi pene, haciendo que no disfrute del sexo y que no se encariñe con esta zorra. La guinda del pastel ha sido, sin embargo, decirle que estoy arrepentido y que necesito su ayuda… No. Lo que necesito es que baje la guardia para que pueda usarla en mi favor.

Debería estar eufórico por mis propios logros, pero, sin embargo, la melancolía se ha aporado de mí, haciendo mella en i cuerpo. ¡Me he enrollado con Nuria! ¡Con Nuria! Siento que he sido infiel a mi hermana, que le he puesto los cuernos.

Vuelve a faltarme el aire y toda la mierda que tengo dentro me sale a la vez: Nuria, Alba, sexo, infidelidad, tristeza… Me siento como el culo.

Trato de reprimirme, pero ya es demasiado tarde.

Me he roto. Esto me supera. Rompo a llorar sin poder evitarlo.

Me tiembla el cuerpo y tengo ganas de potar, pero me las aguanto. No es el momento.

No sé cuánto rato pasa hasta que oigo esa voz tan, tan familiar, llamándome:

-¿Rubén?

Si ya estaba pálido, ahora debo estarlo aún más.

La persona a quien pertenece esa voz se descubre y se planta ante mí.

-¿Rubén? ¿Qué te ocurre?

Es María.