Rubén & Alba. Con mi semen en su vagina
Ha llegado el gran día. Rubén tendrá que hacer todo lo que sea necesario para conseguir lo que quiere de su enemiga, incluso llegando a consumar relaciones sexuales plenas.
Rubén & Alba. Con mi semen en su vagina
VMarioT
Como dije, aquí traigo el penúltimo relato. Lo he escrito un poco con las prisas y apenas he podido revisarlo, de modo que en caso de hallar algún error importante, lo retiraré y lo volveré a publicar mañana, corregido. Feliz Navidad a todos y Feliz Nochebuena :D
Apenas quedan unos días para que terminen las vacaciones de verano, y la verdad es que muchas ganas de ver otra vez el jeto de Nuria a diario no tengo. En el último par de días Alba y yo hemos ido a encargar sus libros de clase y hemos dado a María su espacio para que pudiera centrarse de lleno en descubrir cómo acceder al teléfono de la víbora.
Una mañana cualquiera despierto y, al consultar mi móvil en busca de mensajes nuevos, encuentro la notificación que tanto llevaba esperando. Finalmente, María ha dado con la solución al problema de la seguridad, y así me lo hace saber en un único WhatsApp plagado de signos de exclamación y emoticonos de sonrisas y corazones.
Me levanto de la cama de un salto y voy al encuentro de mi hermana, que está leyendo en el salón. Casi me caigo por las escaleras de la emoción. Para cuando llego a la planta principal me ha oído de sobras, así que ya me la encuentro con la cabeza girada y mirándome, confundida.
-¿Te pasa algo?
-Alba, tengo noticias -le suelto, con los ojos brillantes y una sonrisa de oreja a oreja.
Me planto en el sofá de un salto, le enseño el mensaje y se me echa encima, dándome besos por toda la cara.
-¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Al fin! -chilla, eufórica.
Cuando logro que desactive el modo lapa llamo a María por teléfono y le pregunto que cuándo le va bien que lo hagamos.
-Por mí, esta misma tarde -responde-. Así nos lo quitamos ya de encima y nos quedamos tranquilos. Quiero dormir esta noche, Rubén. Si vieras mis ojeras...
Acepto y le digo que luego quedaremos para vernos en persona. Que ya concretaremos hora.
-¿Y bien? -me pregunta Alba, con los ojos abiertos como platos e iluminados como una mañana de verano.
-Ya está: ha empezado -expiro, aliviado y satisfecho, mirándola-. El fin de Nuria se acerca.
Hoy mismo he quedado con ella a las cuatro y media. A eso de las dos de la tarde María se presenta en nuestra casa, nos explica lo que va a hacer -ni Alba ni yo la acabamos de entender bien, pero la escuchamos más que nada para saber de cuánto rato estamos hablando- y ultimamos hasta el más mínimo detalle, repasando todo el plan para que no haya ni un solo fallo.
Así pues, todo queda en regla. La invitamos a quedarse a comer con nosotros, como una mínima muestra de agradecimiento, y acepta encantada de la vida -aunque a decir verdad, apenas probamos bocado, cerrados como están nuestros estómagos a causa del nerviosismo-. Nuestros padres no están en casa, lo cual nos permite, una vez más, comentar toda la estrategia sin temor a que nos oigan.
Terminamos de recoger la cocina poco después de las cuatro y salimos de casa con el corazón a cien y con una emoción en el cuerpo que no podemos con ella.
-Sobretodo, Rubén -me dice mi amiga-, tú estáte tranquilo y mantén la calma. Como Nuria se huela algo la hemos cagado. Actúa con normalidad.
-Sí, sí, no te preocupes. No voy a cagarla. No puedo cagarla -digo, remarcando el “puedo”.
Entretanto, noto a mi Alba un tanto seria. La razón es evidente: para que el plan funcione debo emborrachar a Nuria, pero eso no será suficiente. También he de dejarla agotada para que se duerma, y solo hay una manera de conseguir eso. Lo he de hacer con ella. Y esto último, claro está, no le hace ni pizca de gracia a mi chica, por mucho que sea solo parte del plan. Además, como le conté lo que llegué a sentir el último día que nos vimos, pues me parece lógico y completamente comprensible que la pobre esté irracionalmente celosa, por más que comprenda el porqué del acto que voy a cometer con nuestra enemiga.
La cojo de la mano y se la beso. Ella hace un esfuerzo y le sale una media triste sonrisa.
De camino a su casa compro algunas cervezas. El alcohol me ayudará en mi cometido.
En el portal de su bloque me despido de Alba y María con un beso y un abrazo a cada una.
-Quedaos por aquí cerca, ¿vale? Y esto no tiene que pasar, pero si vierais que llegan sus padres, me hacéis una perdida y así sabré que tenemos que posponer la misión. En cuanto se duerma os mandaré un mensaje, así que venid rápido.
-Si no se duerme… -empieza mi Alba.
-Se dormirá, Alba -le aseguro, mirándola fijamente a los ojos-. Haré lo que sea necesario para que se duerma.
No hace falta decir nada más. Nos hemos entendido a la perfección. Le doy un último morreo y llamo por el telefonillo. Me abre casi al momento -sin duda me estaba esperando al lado de la puerta, impaciente- y entro con paso firme, esforzándome por aparentar normalidad. Ahora, más que en ningún otro momento, tengo que dar la talla.
Encuentro a Nuria apoyada en el marco de la puerta, muy mona. Viste un sugerente top negro y un pantalón corto del mismo color, se ha alisado el pelo y maquillado ligeramente. Levanta la ceja derecha y gira la cabeza hacia el mismo lado cuando ve que traigo munición.
-Hola, cielo. ¿Qué traes ahí?
-Unas cervecitas, que me sabe mal que siempre me estés invitando tú a cosas y yo nunca a nada jeje.
-No tenías que molestarte, Rubén, de verdad... Bueno, pasaremos una tarde divertida jijijiji.
-Eso sin duda -le sonrío antes de hacer un ademán para entrar en el piso.
Sin embargo, se pone delante, barrándome el paso. La miro confundido.
-¿No se te olvida algo, Rubén? -me pregunta, seria- ¿No tienes nada que decirme?
Por un momento trago saliva. No… Es imposible que ella… Es imposible que sepa…
-Ahora me coges desprevenido, Nuria jeje -trato de aparentar normalidad y disimular mis nervios tan bien como puedo-. ¿De qué se trata?
Frunce el ceño y yo trato de analizar rápidamente nuestras últimas conversaciones. ¿Qué he olvidado? ¿Qué me estoy dejando? En esas me encuentro cuando su expresión se relaja y suelta una carcajada.
-¡De verdad que vaya novio soso tengo! -exclama con un suspiro, negando con la cabeza. A continuación se toca los labios con el dedo índice.- Un beso, Rubén. Que hacía días que no nos veíamos…
-¡Ay, coño, Nuria, me habías asustado, jajajaja! Anda, ven aquí, tonta.
Dejo la bolsa en el suelo y la abrazo y beso mientras me cago en ella internamente. Me ha acojonado por un momento, pero de verdad.
A continuación entramos en su casa y cierra la puerta tras de sí. Me dice que me siente en el sofá mientras ella va a la cocina a dejar las cervezas en la nevera.
-Muy bien, guapísima -la piropeo al darle la bolsa, guiñándole el ojo-. Aquí te espero.
Me sonríe pícaramente y se va, contoneándose al andar.
Me acomodo en el sofá y pienso cuál será el mejor momento para empezar a beber, llegando a la conclusión de que es preferible empezar cuanto antes. Si consigo embriagarla lo suficiente como para que no pueda ni mantenerse en pie, el resto del plan será pan comido. Además, si llega a ese punto de no saber ni dónde está, incluso me libraré de tener que cansarla de… otras maneras.
-¿En qué piensas, cielo? -me pregunta, acercándose por mi izquierda.
Para mi sorpresa, trae un par de copas de vino y una botella.
-¿Y esto? -le pregunto.
-Bueno, es que he pensado que como querías beber pero lo que has traído se ha quedado un poco caliente, pues qué mejor que tomar otra cosa mientras se enfría… ¿Te apetece?
-¡Oh, sí, por supuesto, jejeje!
Se sienta a mi izquierda y llena las copas.
-Por nosotros -alza la suya, proponiendo un brindis.
-Por nosotros.
Mientras bebemos, siento cómo posa su mano derecha sobre mi pierna izquierda y la va deslizando lentamente hasta mi entrepierna. Por mi parte, rodeo su cintura con mi brazo izquierdo y la atraigo hacia mí. No duda en apegarse del todo a mi cuerpo y me besa con dulzura, correspondiéndole yo a continuación. La verdad es que estoy muy a gusto.
-Mmmmmm… Parece que el pequeño Rubén ha despertado jijijiji -afirma, palpando la tienda de campaña que va levantándose en mis pantalones.
-Eso es lo que tú me provocas, Nuria... Eres muy sexy, y con la ropa que llevas todavía más -le digo, mirándola a los ojos y sonriendo, sabiendo que mis palabras la llenarán de felicidad.
-Me he vestido así para ti, sabía que te gustaría… -Agacha la cabeza y mira sus tetas, visibles en gran medida- ¿Quieres verlas en todo su esplendor? -me pregunta, con una mirada pícara de lo más sugerente.
-Nada me haría más feliz.
Sin más, se despoja del top ahí mismo y saca a relucir sus pechos. Se echa el pelo tras los hombros para que no moleste y me los ofrece, sentándose a continuación en mi regazo, de caras a mí. Abraza mi cabeza y me estampa sus senos en los morros.
-Disfruta, Rubén… Son todas tuyas… Para ti… De nadie más… Aaahhh… -suspira cuando empiezo a lamer, haciéndome ver lo sensibles y excitables que los tiene- Qué rico… Sigue… Mmm… Lo haces muy bien… Sí… Sí… Así… Despacito… Mmmmmmfff…
Mis manos recorren su espalda y disfrutan del tacto, de su suavidad, de esa piel que un día anhelaron. Nuria está muy bien y me está excitando, pues mientras le como las tetas va besándome en la coronilla de forma casi maternal, relajándome.
-Mmmmmm… Cielo… Tenemos que hacer algo con nuestro amiguito… -dice de pronto, liberando mi cabeza de su abrazo y llevando sus manos a la tienda de campaña que se está alzando en mis pantalones- Uy, sí… Esto no está bien… Nada bien…
Y sin más, me baja la cremallera y libera mi herramienta, que a estas alturas ya está lista para divertirse.
-Me encanta que te excites conmigo, amor mío… Mmmmmm… -suspira mientras me besa- Me hace feliz.
-Y tú me haces feliz a mí, Nuria… No sabes cuánto.
Sonríe y vuelve a besarme, esta vez con lengua, buscando la mía y haciéndolas danzar juntas.
Mientras nos besamos, comienza a masturbarme con ambas manos, masajeándome los testículos hasta dejarlos duros como piedras y recorriendo con las yemas de los dedos el tronco de mi sable, preparándolo para lo que viene.
-Aaahhhh… Nuria… -suspiro cuando me la envuelve con su mano caliente y empieza a moverla de arriba a abajo con lentitud.
-Shhh… Disfruta, mi amor… Tú déjame a mí… No te preocupes por nada… Mmmmmm… Cómo me gusta besarte... Déjate llevar… Esto es natural… Mmmm… Aaaaaahhh… Esto es lo que tenía que pasar...
-Pfff… Sí… Mi polla es tuya… Tómala… Tómame… Mmmm… Soy tuyo… Todo tuyo… Pero no dejes de masturbarme… Por Dios… Mmmmmmfff… Qué bien…
Estoy volviendo a tener esos pensamientos indebidos hacia Nuria… Solo que esta vez no me esfuerzo en detenerlos. Si tenerlos rondándome la cabeza ayuda a cumplir con mi propósito, pues que se queden ahí. Estoy disfrutando de una preciosidad que está enamorada de mí hasta las trancas y sé que en la calle tengo a mi angelito, que me dará todavía más amor y cariño cuando este infierno acabe. Salgo beneficiado por las dos partes.
-Hhhmmmmfff… ¿Te gusta…? ¿Te gusta cómo te estoy tocando, amor mío? ¿Te gusta cómo tu chica te da amor…?
-Me encanta, mi niña… Aaaaaahhhhhh… Me gustas… Mmmmmm… Me pones… Pffffff… Te adoro… Oooooohhh… Síiiiii… Así… Mmmmmm… Muy bien… Aumenta el ritmo… Aaaaggg… Síi… Más rápido… Harás que me corra pronto…
-Quiero que disfrutes, mi cielo… Oooooohhh… Quiero que descargues toda esa tensión acumulada conmigo… Con tu chica… Haría lo que fuera por ti… Te quiero aliviar… Mmmmmm… Que te quedes tranquilo… Pffffff… Relajadito para mí… Síiiiii…
-Nuria… Aaaahhhhh… Te quiero… Siento… Oooooohhhh… Por Dios… Sí… Sí… Qué bien lo haces… Te amo… Siento que el orgasmo se acerca… Lo noto… Mmmmmm… Qué rico… Oooohhhh…
Dicho esto, se desliza hasta el suelo y se pone de rodillas entre mis piernas. No me hace falta adivinar qué va a hacer.
Mirándome con unos ojos viciosos a más no poder, vuelve a agarrar mi miembro y va engullendo lentamente.
-Ay, Jesús… Nuria… P-Por Dios… Qué… Qué gustazo… Hhhmmmmmmfff…
-Todo por ti, mi niño… -me dice en un momento que se saca mi polla de su boca, toda babeada y pringosa- Todo por ti… Para que veas cuánto te quiero…
Vuelve a zampársela y ahora sí que me hace una mamada en toda regla. Sin tratando desesperadamente de no correrme aún y aguantar unos minutos más, pero lo cierto es que me la está chupando tan bien que me cuesta. Siento mis huevos más endurecidos que nunca, y cómo la flauta se me empieza a agarotar entre sus suaves y cálidos labios.
-Pffffff… Nuria… Joder… Qué…. Aaaaahhhh… Síii… Asíiii… Muuuuy biennn… Qué bien lo haces… Qué bien me la chupas, nena… Ooooouffff… Síiiiii… Me… Me voy a correr… Estoy… Aaahhh… Estoy a punto… A puntísimo… Aaahhhh…. Mmmmmmmm…
Y justo cuando siento que por fin voy a descargar, Nuria se acaba mi polla, abre bien la boca, saca la lengua, esperando, golosa, su premio calentito. Este no se demora: olas de placer recorren mi cuerpo y mi lechecita sale disparada, acabando en gran medida en su boca, aunque también en sus mejillas quedan restos de nuestra pasión.
Una vez termino de correrme, Nuria vuelve a introducirse mi falo entre sus labios y me lo deja bien limpito. Después recoge con sus dedos los restos de semen que han terminado en sus mejillas y se los traga también. La verdad sea dicha: una paja de puta madre que ha acabado con una mamada todavía mejor.
-Mmmmmm… Nuria… Gracias por esto… Ha sido increíble… De verdad… La chupas genial…
-No ha sido nada jiji… Lo he hecho porque te quiero, Rubén… Lo he hecho para que te sientas bien… Dame un momentito, que voy al baño a limpiarme bien la cara. Ve llenando las copas, anda, cielo.
Cuando mi mente escucha la palabra “copas” vuelve en sí del todo. Vale, que me la chupara ha estado genial, no voy a negarlo, pero ahora debo continuar con el plan. Hago lo que me ha pedido: vino hasta arriba del todo y a tragar.
Pasamos los siguientes tres cuartos de hora charlando de temas varios, besándonos y reduciendo el contenido de la botella poco a poco. Estamos ya algo achispados y graciosos, pero yo trato de mantener la compostura.
-Oye, Rrubén… -me dice de pronto, ya con ciertas dificultades para vocalizar- ¿Puedo preguntarte algo más perssonal?
-Claro, dime.
-¿Qué ssentíass cuando esstabas con tu hermmana?
Me ha pillado por sorpresa completamente. Nunca pensé que me fuera a preguntar algo así, pero vaya, en el fondo no me extraña. Quiero decir… Es Nuria, la loca que fingió que iban a violarla y permitió que me dejaran inconsciente solo para que le volviera a dirigir la palabra.
-¿A qué te refieres?
-Buenno… Os he vissto comeros la boca unas cuantass veces, peroo…
-Habla claro, Nuria.
-¿Habéis follao’?
¡La madre que la parió! Vale, definitivamente ya empieza a no tocar. Prefiero no responder a esta pregunta y me levanto del sofá, cogiendo a continuación la botella ya vacía y yendo a la cocina a dejarla. No sé si será por lo que he bebido, pero su preguntita me ha sentado como una patada en los cojones.
Dejo la botella encima del mármol, al lado de la pica, y saco las cervezas de la nevera. Nuria ya se encuentra en ese punto de, aún siendo consciente de lo que ocurre a su alrededor, no poder controlarse. Si consigo que se beba la mitad de lo que he traído -o tal vez incluso valga con menos- ya la tendré en el punto de inconsciencia que necesitamos. Además, las latas de cerveza me dan una ventaja muy importante, y es que al no verse el contenido desde fuera, puedo simplemente simular que bebo sin que se dé cuenta. Esto me irá genial, porque como beba la misma cantidad que Nuria, yo tampoco voy a estar preparado para seguir con el plan.
Dicho esto, vuelvo al salón y me la encuentro completamente desnuda, esperándome. Retorciendo su dedo índice hacia ella, me indica que se acerque.
-¿Nuria?
-Ven aquí, amorcito, que nos vamos a divertir tú y yo jijijiji.
-Me parece perfecto, pero como ves, traigo cervezas. Bebámosnoslas antes de que se vuelvan a calentar, ¿te parece? -Lógicamente no me viene de cinco minutos, pero si puedo hacer que vaya peor para librarme de mantener más sexo con ella, pues lo haré encantado.
-Qué malo eres, Rubén… ¿Acaso no me quieres follar? ¿Tan poco te atraigo?
-¿Por qué asumes que espero follar contigo hoy?
-Bueeeno… Jijiji… Porque en pocos días vuelven a empezar las clases y quiero que lleguemos el primer día ya completamente unidos…
-Entiendo. Yo también quiero follar contigo, Nuria, pero quiero hacer antes una cerveza.
-Mmuuuy bien, puess como quieras -acepta, resignada, incorporándose.
Empleando la estrategia que he pensado, logro que mi enemiga vaya bebiendo más y más, hasta que llega un momento que la ebriedad se ha apoderado por fin completamente de ella. Sin embargo, sigue con fuerzas. En un momento dado que la veo tambalearse para ir al servicio decido que, por más que me joda, no me queda otra que volver a complacerla y mantener relaciones sexuales. No tengo ningunas ganas, pero es que no tiene pinta de que vaya a caer rendida en breve a menos que yo haga algo.
Así pues, la espero en el sofá y, cuando vuelve, aguantándose como buenamente puede en las paredes, la abrazo y la beso en el cuello. Cómo no, roja como un tomate y atontada por la que lleva encima, se deja hacer con una sonrisilla muy mona de oreja a oreja. Sonrisa borracha, pero sonrisa al fin y al cabo.
Aprovechando que está en cueros, decido tomarme mi tiempo para que se vaya relajando. La ayudo a tumbarse en el sofá, me pongo sobre ella y la empiezo a besar con suavidad.
-Aaaaahhh… Rubénnn… -gime ella levemente, cuando siente que mis manos acarician sus tetas y su vientre- Uuuuummmm… Qué ricooooo… Oooooohhhh…
-Shhhhh… No te preocupes, Nuria, amor… Antes me has hecho una mamada y ahora yo te quiero devolver el favor… Shhh… Relájate, quédate tranquila… Ya verás qué gustito te voy a dar…
Voy bajando por su cuello trazando un camino de besos, caricias y lametones. Me detengo un momento en sus pechos, ya que le da mucho placer que se los chupen. Succiono con cuidado los pezones y gime de puro gusto.
-¡Aaahhh…! ¡Ru…! ¡Rubén…! Qué riiiicoooohhhhh… Sigue… Sigue, por favor… Mmmmmm… Siiiguee… Lo haces muuuy bieeeenn…
Pero no son sus senos mi objetivo, sino su coño. Sigo descendiendo y llego a mi objetivo, donde destino todas mis energías. Separando con los dedos sus labios vaginales, introduzco la lengua y me empiezo a comer todo.
-¡Aaahhh…! ¡Aahhhhh…! ¡Aaayyy, Dioooosss! ¡Síiii…! ¡Ooooooohhh…! ¡Síiiii…! ¡Siiiigue…! ¡Mmmmmmffff….! ¡Pfffff…! ¡Te quieroooohhhh…!
Está desbocada, se retuerce sobre el sofá. Yo le froto el clítoris con la lengua mientras rezo para que, después del orgasmo que le voy a provocar, ya por fin se duerma.
-¡Mmmmmm…! Qué… Qué bien me comes el coño, amooooorr... ¡Soy tuuuuyaaaaahhh…! ¡Mmmm… Síiii…! ¡Toda tuyaaaaahhh…! ¡Siiigueee…! ¡Ooooohhhh… Diiioooosss…! ¡Máaaass…!
Tiene el clítoris hinchado y ella misma con la pelvis va moviendo la cintura hacia mí, como un movimiento reflejo de placer y de voluntad de querer continuar con esto. Lo cierto es que así está guapísima, con la melena toda alborotada, la cara roja por la excitación y el cuerpo ya algo sudoroso. Sus manos se aferran a los lados del sofá, en un vago intento por mantener mínimamente una compostura que realmente ya hace mucho rato que ha perdido, entregada como está al placer que le estoy proporcionando.
-Pffffff… Rubéeeennn… ¡Mmmmmm…! ¡Me vengooohhhhh…! ¡Estoy…! ¡Aaaaaahhh…! ¡Estoy cercaaaaaahhhhhh…!
-Córrete, mi amor… Córrete… Disfruta… Su coño sabe delicioso…. Mmmmmm… Eres deliciosa, Nuria… Te amo, mi niña… Te quiero…
-¡Mmmmmm…! ¡Mmmmmm…! ¡MMMMMM…! ¡RUBÉEEENNN…! ¡Yaaaaahhhh…! ¡Aaaaahhhh….! ¡Uuffffff…!
Y finalmente, entre sonoros gemidos, logro hacerla llegar al orgasmo. Con la cara impregnada de sus abundantes flujos vaginales, me levanto y me echo a su lado, convencido de que, tras esta buena comida de coño, no tardará en caer en los brazos de Morfeo.
Sin embargo, sigue despierta. Cansada y respirando fuerte por la boca y la nariz para recuperar el aliento, pero aún con los ojos abiertos. Se abraza a mí y me acaricia el pecho.
-Gracias por esto, mi amor… Mmmmmmfff… Lo necesitaba… Te quiero.
Como única respuesta se me ocurre besarla y rodearla con mis brazos. “Esto me va a costar”, pienso. Y no me equivoco: a los pocos minutos de estar así, se pone juguetona otra vez. Pero no solo eso, sino que ahora parece que el orgasmo le ha hecho recuperar algo de lucidez.
-Rubén… -empieza a decirme, besándome dulcemente por las mejillas y el cuello- Quiero hacerlo contigo… Mmm… -ronronea, como una gatita en celo que no ha tenido suficiente- Ahora… Porfi… Rubén… Mmmmmm… Te quiero… Quiero que me hagas el amor… Quiero sentirte dentro de mí…
-Muy bien, cielo -acepto, resignado por dentro, no viendo otra salida y desesperado por que funcione-. ¿Tienes condones?
-Este mes no hay peligro, tranquilo… Pero no podemos hacerlo si estás vestido. Anda, desnúdate, guapetón mío.
Y eso hago. Estando ya como Dios me trajo al mundo, me abalanzo sobre Nuria y nos besamos con pasión. Acaba de correrse, así que lógicamente esperaremos un ratito para hacerlo. Entretanto, nos besamos como dos enamorados, recorremos nuestros cuerpos con las yemas de los dedos, acariciándonos, lamiéndonos, sobándonos… Mi polla vuelve a estar durísima, así que Nuria se la mete en la boca y después se la saca y me succiona los huevos, haciéndome gemir de placer.
-¡Ooooohhh…! ¡Jesús Bendito…! ¡Oooooommmmffffff…! ¡Qué gustooohhh…! ¡Pffff…! ¡Sigue, por favor! ¡Mmmmmmmffff…! ¡La Virgen…! ¡No pares…!
Por mi parte, sigo trabajando sus tetas. También me deleito con sus labios. Parece una tontería, pero un buen beso excita sobremanera, y Nuria besa muy bien. Cuando estaba enamorado de ella era, de lejos, lo que más ansiaba: besarla. Ahora, de alguna manera, estoy cumpliendo ese sueño. Verla sonreír, con la cara enrojecida y pringosa de saliva y de flujos vaginales de cuando le he comido el coño, tiene un algo especial, bonito. También su mirada llena de deseo enamora. No es ninguna casualidad que la amara: Nuria siempre me ha parecido muy atractiva.
-Qué guapa eres, Nuria -le digo de corazón antes de besarla con lengua.
Una parte de mí está disfrutando de estos momentos, consciente de que, si la cosa sale bien, nunca más volveremos a estar así. Una parte irracional de mí quiere aprovechar, ya que además, cuando mi excitación mengüe, recupere la cordura y recuerde todo lo que esta arpía nos ha hecho, n sentiré más que asco por haberme enrollado con ella y por haber llegado a consumar el acto sexual hasta el final. Sin que ella tenga ni idea, me estoy despidiendo.
-Rubén, estoy lista -anuncia de pronto.
-Perfecto. Iré con cuidado para no hacerte daño, ¿vale? Cualquier cosa, avísame y la saco.
-No te preocupes, cielo -me tranquiliza ella, sonriente, acariciando mi mejilla derecha con su mano izquierda-. Llevaba mucho tiempo esperando este momento. Estoy dispuesta a aguantar algo de dolor con tal de sentir dentro de mí y notar como vacías tu semilla en mis entrañas.
Y sin más, la que en su día fue la primera chica de la que me enamoré, con quien me hice cientos y cientos de pajas y quien me rompió el corazón, se abre de piernas para mí, permitiéndome que la penetre.
Con sus manos separando los labios vaginales y las mías dirigiendo al explorador, me abro paso hasta su interior. Es estrecho pero acogedor, cálido, la sensación es agradable. Mientras se la voy metiendo, ella sopla, excitada, y se muerde el labio para evitar gemir demasiado mientras me observa con una cara de vicio desencajada por el placer. Es un sueño hecho realidad.
-Oooooohhhhhh… Rubéeennn… Te sientooohhh… Te siento muy adentro… Mmmmmm… Qué sensación… Aaaaaahhh… Es… Maravilloso… Oooooohhhhhh… Me encanta…
Una vez completamente dentro, me tumbo encima de Nuria y nos besamos. Ahora mismo somos una sola persona. Su mano izquierda se posa en mi nuca y hace presión contra su cabeza para que no deje de besarla en ningún momento, mientras que la otra recorre mi espalda, queriendo sentirme bien cerca de ella. Yo, entretanto, dejo mis manos a los lados de su cabeza, enredadas en su resplandeciente cabellera rubia.
Dejamos de besarnos y nos miramos fijamente mientras continuamos el acte sexual. Nuestras caras están tan cerca la una de la otra que las puntas de nuestras narices se tocan, y ambos somos testigos de lo sudorosos que estamos. Hay algo mágico, especial en todo esto: repasamos nuestra vida a través de los ojos del otro, y vemos tantas similitudes que nos preguntamos cómo pudimos no volvernos pareja hace mucho tiempo. No hace falta decir nada: entre gemidos de placer nos entendemos con la mirada. De alguna forma, somos uno, y a pesar de que ella me hizo daño y yo recibí su daño, en el fondo compartimos esencia. Es una sensación muy difícil de explicar.
Volvemos a besarnos, y casi pareciera que intercambiamos el aliento. Nuestras lenguas se enroscan y no paran quietas, amándose. Vamos acompasados también en el ritmo de la penetración: al mismo tiempo que yo hundo el miembro en su vagina, ella flexiona su cuerpo hacia delante, consiguiendo que pueda llegar más frofundo todavía. Esto nos encanta a ambos.
-¡Aahhhh…! ¡Síiii…! ¡Oooohhhhh…! ¡Rubéeennnn…! ¡Mmmmmmmm…! ¡Síiii…! ¡Dame…! ¡Dame máaass…! -gime ella, retorciéndose de placer.
-¡Nuriaaahhhh…! ¡Aaaahhh…! ¡AAAAAHHH…! ¡Jodeeerrr…! ¡Te quieroooohhhh…! ¡Te quierooohhh…! ¡Síii…!
-¡Soy tuya, Rubén! ¡Mmmmmmffff…! ¡Para siempre! ¡Pfffffff…! ¡Siempre seré tuyaaahhh…! ¡Tómame…! ¡Oooooouuufff…! ¡Fóllame…! ¡Fóllame duro, cabrón! ¡Soy tu chica…! Mmmmmmffffff… Tu novia… ¡Tu hembra, síiii…!
-Juntos para siempre, Nuria… Ahora sí… Por fin… ¡Aaaaaahhh…! ¡Síiiiii…!
-Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Rubén… Mi cielo… ¡Ooooohhh…! ¡Síiiii…! ¡Qué riiiicooooohhhh…! ¡Mmmmm…! ¡Mmmáaaass…! ¡Pffffff…! ¡Me gusta muchooohh…! ¡Me gustas muchooooohhh…! ¡Aaaaahhhh…!
-Mi amor… ¡Mmmmmm…! ¡Aaaaahhhh…! Tú… Tú me has ayudado a olvidar a mi hermana.. ¡Aaaaufffffff…! Nunca… Nunca te lo podré agradecer lo suficiente… Nos necesitamos el uno al otro… Oooohhh… ¡Uufffff…! Nuria… Quiero… ¡Ooooohhh…! Quiero pasar el resto de mi vida a tu lado… Mmmmmmmm…
-¡Fóllame…! ¡Aaaaahhh…! ¡Dame duroooohhhh…! ¡Sin miedo, mi amooooorr…! ¡Mmmmm…! ¡No dejes nunca de joderme…! Aaaaahhhhh…! ¡No dejes nunca de follarme, por favooorrr…! ¡Pfffffff…!
Nos besamos con ansia, con fuerza, sin importar si nos hacemos daño. Nuestros labios apenas se separan para emitir gemidos, y aún cuando esto ocurre nuestras bocas quedan unidas para hilillos de saliva. Es maravilloso. Estamos muy calientes, muy encendidos los dos.
El orgasmo está próximo. Lo noto. Las paredes vaginales de Nuria se estrechan, se contraen, y mi polla está cada vez más dura a punto de estallar. Ella también debe sentirlo, porque me abraza bien fuerte y no me suelta. Yo tampoco quiero soltarla. Esto es demasiado bonito.
-¡Rubén…! ¡Me vengooohhh…!
-¡Yo también, Nuria! ¡Mmm…! ¡Aaaaaahhh…! ¡Aaaaaahhhhhh…!
¡AAAAAAHHHHHH…! -Y estallamos en un orgasmo simultáneo.
Ahora sí. Por fin ha ocurrido. Siento como la vagina de Nuria se llena de un líquido caliente y me quedo en la gloria. Resoplamos, respiramos de forma entrecortada. Lo hemos hecho.
Ella se queda agotada y, posteriormente, dormida. Es entonces cuando, una vez recobrado mínimamente el aliento, me levanto del sofá, me visto silenciosamente y envío un mensaje a Alba y María.
Les abro la puerta del bloque desde el telefonillo, y mientras suben yo voy cobrando el juicio. No he hecho nada malo, pero no puedo negar que he disfrutado, que me ha encantado y que, en definitiva, he cumplido un sueño, aunque haya sido en estas circunstancias.
Me avisan de que están en la puerta, así que voy a abrir y lo primero que les indico es que hablen flojito, por si acaso.
-Hay que darse prisa, no sé cuánto tardará en despertarse -las aviso.
-Muy bien: Alba, tu hermano y tú vigilad a esa perra por si se despierta mientras yo borro las fotos -nos organiza María, que al igual que mi hermana y yo, quiere salir de esta casa pitando cuanto antes-. ¿Dónde tiene el móvil?
-Aquí -le digo rápidamente, señalando una mesa.
-Muy bien, pues manos a la obra, chicos.
Dicho y hecho, se sienta en la mesa, enciende el ordenador portátil que ha traído, lo conecta al móvil de Nuria por cable y empieza a teclear sin parar. No tengo muy claro lo que está haciendo pese a que me lo ha explicado un par de veces, así que me centro en vigilar el sueño de la chica con la que acabo de mantener relaciones sexuales.
Alba la mira seriamente, y adivino una ligera expresión de asco en su rostro. No quiere ni necesita preguntar. La escena y el olor sobre todo hablan por sí solos. Sabe lo que ha ocurrido.
-Alba -la llamo en voz baja y con voz tranquila, pues no quiero ni que María ni mucho menos Nuria nos oigan.
Logro que gire la cabeza hacia mí con una expresión un poco menos seria que la que le ha dedicado a ella.
-Dime.
-Eres la única chica a la que quiero. Te lo prometo, Alba. Te quiero. Estoy enamorado de ti. Lo que he hecho lo he hecho por necesidad y no por gusto, tenlo claro.
Sin decirme nada, se levanta, se sienta en mis piernas, me pasa los brazos por el cuello y nos fundimos en un beso de definitiva reconciliación por los celos que pudiera sentir ella. Después se abraza y acurruca en mí y me dice:
-Lo sé, mi amor. Cuando terminemos esto, quiero que hagamos el amor toda la noche, ¿entendido?
-Toda la noche. Lo que tú quieras, preciosa…
En ese momento ocurre algo que nos pone a los tres en alerta: alguien llama por el telefonillo. Alba, María y yo nos miramos con los ojos abiertos como platos, porque aunque sabíamos qu no era imposible una interrupción, lo cierto es que nos ha pillado en el peor momento posible. Como técnicamente en el piso estamos solos Nuria y yo y ella está indispuesta, voy yo a mirar por la cámara quién es, rezando para que no vuelva a picar, porque el ruido que ha hecho la primera vez es bastante molesto y podría perfectamente provocar su despertar.
Una vez más, lo menos probable es lo que sucede: son sus padres. Me quedo ahí parado, completamente en blanco, porque Nuria me habia dicho que no regresarían hasta la noche.
Y para colmo, vuelven a picar, provocando que Nuria se mueva ligeramente en el sofá, pero todavía con los ojos cerrados.
María y yo nos miramos, asustados.
-¿Qué te queda? Tenemos que salir de aquí cagando leches.
-Ya casi estoy. Acabo de encontrar la carpeta con las fotos. Hay varias docenas. No os preocupéis: las estoy acabando de borrar y revisando que no haya más.
-Cuánto, María.
-Dos o tres minutos máximo.
-Vale, date prisa. En cuanto estés, recogemos todo y bajamos. Alba, estáte lista.
-Sí, sí, no te preocupes.
Entonces ocurre lo que más me temía: Nuria se despierta al volver a llamar sus padres por el telefonillo.
-Mmm… ¿Ru...Rubén…? -Está grogui pero consciente. Entonces se percata de la presencia de mi hermana y de María y pega un bote en el sofá, abriendo los ojos como platos- ¡Alba! ¡María! ¡¿Qué coño….?!
Y es en ese momento que se fija en lo que nuestra amiga está haciendo en el ordenador: ve su móvil conectado al portátil y también cómo la barra verde del proceso de eliminación de imágenes se completa y desaparece. Empieza a atar cabos, sus ojos enrojecen y me mira con cara de odio.
-¡¡RUBÉN!! ¡ME HAS ENGAÑADO, HIJO DE PUTA INCESTUOSO!
Sin darnos tiempo a reaccionar y con una velocidad que nos sorprende dado su estado, se levanta del sofá y, tambaleándose, corre al pasillo en hacia su cuarto. La persigo pero me cierra la puerta en las narices, para a continuación poner el pestillo.
Lo que chilla a continuación me deja helado:
-¡Imbéciles! ¡¿Me creéis tan subnormal como para no haber hecho copia de todas tus putas fotos?! ¡Tengo una aquí, en el ordenador! ¡Os vais a cagar, basuras! ¡Lo pienso publicar todo!
Acto seguido oigo cómo se enciende el ventilador de su ordenador.
Mierda.