Rubén & Alba. Comiéndome la cabeza y a Nuria
Rubén pasa la tarde enrollándose con su enemiga... y comienzan a aflorar en él sentimientos que odia y que pueden mandar al garete sus propios planes.
VMarioT
Antes de nada, decir que lamento la tardanza y que agradezco enormemente la paciencia a quienes aún no se hayan olvidado de mí. Eso, que vaya por delante.
En el momento de escribir esto (la noche antes de que lo leáis) “Rubén & Alba” sigue estando inacabada. Sin embargo, ya tengo los esqueletos de los dos últimos relatos, que verán la luz los días 24 y 31 de este mes de diciembre, a modo de regalo de Navidad.
Respecto a la historia, veréis que este escrito sustituye a las dos partes de “Un final especial”, que finalmente he decidido unir. El título descartado será el que lleve el último capítulo, el número 30 (un número redondo y más bonito).
He eliminado todos aquellos textos no pertenecientes a “Rubén & Alba” porque no me siento cómodo con ellos, porque forman parte de una historia que nunca verá la luz y porque quiero empezar la nueva década con todo limpio y en orden.
Como lo que leeréis a continuación no es nuevo, he pensado que qué menos que informaros :)
Rubén & Alba. Comiéndome la cabeza y a Nuria
Twitter: @VMTMFTR
Nuria se aproxima a mí contoneándose y me dirige una cálida mirada picarona llena de deseo. Las persianas del salón están subidas y los rayos solares de la tarde la favorecen, dotando a su tez y cutis blancas de mayor claridad y haciendo parecer una cascada de oro su larga melena. Además, el brillo de sus ojazos castaños le otorga un aura que incluso se podría catalogar como divina. No puedo negar lo evidente: con su rostro y su cuerpazo es una diosa.
-Estás muy guapa -la alabo con toda la sinceridad del mundo.
-Gracias -me contesta con dulzura.
Se sienta a mi izquierda, aparta su móvil, deja uno de los tazones en el suelo y compartimos el otro. Rodea mi brazo izquierdo con su mano derecha y, mientras comemos, nos vamos sincerando:
-Ahora sí que estoy cómoda… No sabes el tiempo que llevaba esperando poder estar así contigo, sentados tranquilamente.
-Me hago una idea. Necesitas sentirte tan cerca de mí como yo de ti.
Este comentario le gusta, pues gira la cabeza y me besa tiernamente, sonriendo y permaneciendo unos segundos con los ojos cerrados. Me pasa el dedo índice de su mano izquierda por mi mejilla derecha lentamente, dejando sentir su suave tacto. Nos separamos y, aún con las frentes y las narices tocándose, me dice:
-No te equivocas, cariño. Si las cosas hubieran ido como deberían, llevaríamos años juntos.
-Muchos años -puntualizo.
-En efecto: nuestras familias son amigas, así que en el fondo estábamos destinados a acabar juntos. Solo lamento haber tardado tanto en darme cuenta de ello. Te siento cerca de mí y me noto… completa. No puedo explicarlo, pero es como si desde siempre hubiéramos estado íntimamente conectados. Te va a sonar raro, pero tengo la impresión de que somos la misma persona con diferente sexo, ¿sabes?
-Te comprendo. Nos hemos criado prácticamente bajo el mismo techo, así que es normal un vínculo especial. Ahora no te castigues pensando en el pasado. Lo que debe importarnos es el presente. Nuestro presente.
-Sí… -me da la razón mientras mira mis labios antes de volver a besarme.
La abrazo con ganas y recorro su espalda con las manos, resiguiendo su columna vertebral. Por más que lo intento, no puedo evitar sentirme atraído hacia ella: a fin de cuentas, dicen que el primer amor nunca se termina de olvidar. En mi caso es cierto. De alguna manera sé que tiene razón, que si las cosas hubieran ocurrido diferente Nuria sería la mujer de la vida.
Hemos compartido tantos y tan buenos momentos… De pequeños nadábamos juntos en la piscina y jugábamos en el recreo. Pasábamos veranos enteros el uno con el otro, sin nadie más. Era esperable que se creara cierta atracción. La pregunta es: ¿por qué no fue recíproca? Supongo que mi timidez e inocencia tuvieron buena parte de culpa, y su gusto por los chicos fuertes, también.
En todo esto pienso mientras tengo a mi primer amor a mi lado, desnudo, echándose sobre mí y besándome, creyendo que realmente soy su pareja. Los resquicios de lo que sentí por ella se están mezclando con el síndrome de Estocolmo, y por momentos me odio a mí mismo planteándome mandar a Alba a la mierda, confesando todo a Nuria y declarándole mi más sincero amor.
No sé ni qué estoy haciendo. Por una parte me doy asco y por otra creo estar haciendo lo correcto. Sería tan fácil sucumbir a sus encantos y tomar el camino corto, sin más complicaciones… Abandonar esta locura de relación con mi propia hermana y abrazar a esta hermosa chica para siempre… Tendría el visto bueno de mi familia y no tendría que volver a esconderme jamás para besar a mi pareja.
-Rubén, ¿en qué piensas? -me pregunta de pronto, notando que he dejado quietos los labios.
Entonces siento cómo mis ojos comienzan a arder y cómo se humedecen al mismo tiempo. Me rompo. Así, sin más. Las lágrimas caen por mis mejillas y hago un mueca como de náusea. No hay forma de parar lo que viene. Por segunda vez, me veo superado por la situación.
-¡Eh! ¿Qué te ocurre? -se preocupa, abrazándome fuerte.
¿Cómo decirle lo que siento? ¿Cómo decirle que nunca la he terminado de olvidar?
-Rubén, háblame, por favor…
Viéndome atrapado, no me queda otro remedio que contarle tanta verdad como pueda sin descubrirme.
-Nuria… Verás… Yo… Yo nunca terminé de olvidarte… -Mi voz se quiebra a medida que voy hablando- Con el tiempo mis sentimientos hacia ti se fueron enfriando, pero siempre quedó algo ahí, cubierto de polvo y oxidado, pero aún latente… Estos días me estoy volviendo a enamorar de ti.
-Oh, Rubén… -Esta vez es ella quien me rodea con sus brazos, haciéndome hundir la cabeza en sus pechos para, a continuación, mecerme levemente.
Me besa en la coronilla varias veces mientras yo trato de, en vano, recobrar el sentido y recuperar el control. Pero no es fácil. Nada fácil. Siento que he hablado demasiado, que debería haber mantenido la boca cerrada. En cierto modo me siento como si hubiera bebido y estuviera en ese punto en el que, tras las dificultades iniciales, empiezas a sacar todas tus penas y ya no puedes parar.
Nuria se tumba en el sofá conmigo y me consuela, acariciándome la espalda y besándome en la frente con dulzura. No me lo está poniendo nada fácil.
-Desahógate, Rubén, mi amor… -me susurra flojito al oído- Sé que no te lo hice pasar bien, y lo siento muchísimo. No puedo cambiar el pasado, pero sí puedo mejorar tu presente. Nuestro presente.
En un momento de lucidez, logro ver las cosas de otra forma: ahora mismo lo estoy pasando mal, sí, pero Nuria cree que nuestra relación se está fortaleciendo. Aunque lo que yo estoy diciendo por desgracia es cierto, sigo teniendo muy claro cuál es mi papel en todo este asunto. He de seguir actuando de esta forma, haciéndola confiar más y más en mí.
-Nuria…
-Dime, mi cielo.
-Me da mucha vergüenza decirte esto, pero eres de las pocas personas que me han visto llorar, y ahora mismo me siento demasiado desnudo y vulnerable. Estoy a tu merced...
-Quédate tranquilo, corazón. Las cosas que me cuentes se quedarán entre nosotros… Yo soy tu soporte, el hombro sobre el que siempre podrás llorar… Solo quiero que seas feliz a mi lado…
Levanto la cabeza, la miro y le digo:
-A la mierda Alba, quiero estar contigo. -Acto seguido me abalanzo sobre ella y me la como entera.
-Aaayyyy… Mmmffff… Mi Rubén… Mmmmmm… Mi vida…. Pffffff… Cómo te quiero… Mmmmmmffff… Hazme gozarrrrr… Síiiiii…
-Te haré gozar, mi niña… Mmmmmmm… No lo dudes… -le voy comiendo el cuello, la boca, las tetas... mientras hablamos.
-Soy la chica del jefe… Pfffff… Aaaaaahhhh… Qué… Oooooohhh… Qué afortunada soy… Aaaaahhhh… La mujer de tu vida…. Aaaaffffff…
-Síiii… Ahora eres la Primera Dama… Mmmmmm…
-Tus amigos son unos maricas…. Mmmmm…. Ooooooouuffff… Qué bueno… Tú eres el único macho que vale la pena… Puuufffffff… Mmmmmm… Ayyyy… Mi semental...
-Y tú eres mi hembra… Aaaaahhhh… Uuuuufffff… Mi chica…
-Soy tu hembra… Siempre tuya… Aaaaaammmmm… Siempre dispuesta para ti… Para que me folles cuando te decidas… Mmmmm…. Te necesito… Ooooohhhh… Mi amor… Ooooohhh… Mi… Mmmmmm… Mi Rubén… Seré paciente… Mmmmmmm…. Muy paciente… Aaaaahhhhhh… Seré lo que tú quieras que sea… Para ti… Mi dueñoooooohhh…
Le estoy comiendo el coño a conciencia mientras gime de esta manera. Me está poniendo perrísimo. Tengo los huevos ya a reventar, pero la cordura me dice que no me la folle. Todavía no, al menos. He de tenerla aún más abducida.
Entretanto, me estiro sobre ella y froto mis testículos hinchados en sus labios vaginales mojados. Posa sus manos con fuerza con mis hombros desnudos y me mira fijamente con unos ojos de perrita viciosa que me ponen muy bruto. Tiene toda la cara roja de la excitación, la boca abierta para respirar mejor, toda la nariz húmeda, roja y sudorosa, y unos ojazos castaños, como ya he dicho, de absoluta desesperación sexual.
No puedo más. La cojo, la abrazo bien fuerte y le meto un morreo que ni en las películas.
-Ooohh… Ooommm… Oooooouuuuummmm…
Le meto la lengua hasta la campanilla, busco la suya, se encuentran y se enroscan. Con mi mano derecha voy magreando todo su cuerpo: el culo, las piernas, la espalda, los hombros… No dejo ni un solo centímetro sin sobar.
-¡Aahhh…! ¡Aaaaaahhh…! ¡Aaaaaaaaauufffff…! -gime sonoramente Nuria de pronto.
Llega el orgasmo a base de restregar mis huevazos hinchados y rojos en la entrada de su coño húmedo, emputecido y necesitado. Me abraza con aún más fuerza y se queda de nuevo relajadita, descansando.
-Mmmmmm… Mi niño… Qué bien… Me siento… Cómo te preocupas por mí… -Tiene los ojitos cerrados y sonríe levemente, disfrutando del maravilloso orgasmo que le acabo de proporcionar.
Se acurruca sobre mí como una niña pequeña y yo la protejo con mis brazos. Es adorable. Parece que se va a quedar dormidita, pero de pronto sus manos se mueven y agarran mi herramienta, que aún está en modo ataque.
-¿Creías que me había olvidado de ti, mi niño precioso? -me pregunto, retórica y divertida, entreabriendo los ojos.- Tú también tienes que quedar satisfecho.
Y así empieza a masturbarme con sus manos habilidosas.
-Rubén, quiero que me toques siempre, que nunca me sueltes… -va hablándome con un tono de voz entre dulce y necesitado mientras me da placer- Quiero que cuando salgamos a la calle me expongas, me enseñes, que todos sepan que ahora te pertenezco, que soy tuya… Mmmmm… Eso me pondría muchísimo… Ooooohhh…
-Oooooffffff… Nuria… Aaaahhh… Qué a gusto estoy… Pfffff… Síiii… Lo que tú quieras… Mmmmmfffff… Lo que tú me digas…
-Quiero que todos sepan que soy tu chica… Que soy la novia de Rubén Sanz… En el barrio muchos te conocen… Eres fuerte… Sexy… Nos atraes a las chicas… Necesito que sepan que estoy contigo…
-Te protegeré de los moscones, no temas, mi vida… Pffffff… Aaaaaahhh… Nuriaaaaahhh…
-Iré por la calle vestida por tú me digas… Me llevarás abrazadita, o cogida de la mano… Iré como una putita si me lo pides…
-Buffff… Qué bruto me estás poniendo… Qué guarra eres… Me gusta… Siiiigueee… Ooooohhhh… Qué más harías…
-Hasta donde tú quieras… Mmmmm… Siempre… Hasta donde tú me dejes hacer… Si me lo permites, iré por la calle como una putita calientapollas… Mmmmmm… ¿Eso te gusta?
-Pfffff….. Síiiiii… Aahhhh…
-Me haré la fácil… Me abrazaré con todos… Coquetearé… Me restregaré con todo el mundo delante de ti… Les besaré muy cerca de la boquita… Mmmmmm… Que se hagan ilusiones… Después me volveré a abrazar a ti y nos iremos… Porque tú eres… Aaaammmmm… Mi único hombre… El único al que quiero.. Oooooohhhh…
-Nuria… Estoooohhhh… Oooooouuuufffff… Esto ya es demasiado… Ooooooooooommmm… Qué perrilla estás hecha… Putita….
-Tu putita…
-Te quiero… Hasta donde yo quiera…
-Hasta donde tú quieras… Seré tu “sex symbol” personal… Me compraré ropa apredita para ti… Mmmmmmm… Para que me miren por la calle… Y me contonearé… Para que disfrutes de mí…
-N-Nuria… No puedo… Oooooohhh... No puedo más… Me vengo…. ¡Mmmmmmmmfffffff…!
-Córrete, mi cielo… Pffff… Córrete…
El semen me sale muy abundantemente y nos manchamos las piernas, el vientre, los pies… El olor a sexo lleva ya un rato impregnando el salón, pero con mi corrida la cosa ha ido todavía a más.
Mientras yo descanso y gimo levemente, Nuria vuelve a mecerme en sus brazos y me va dando suaves piquitos en los labios. La verdad sea dicha: estoy en la gloria. Poco después, me deja sobre el sofá y, para mi sorpresa, me pone a mamármela para dejar al soldadito bien limpito después de la batalla.
-Una buena chica también tiene que cuidar a su pequeño amiguito, ¿no crees? Jijijiji.
Apenas noto como me la come, de lo cansado y flácido que tengo el nabo. Cuando termina, vuelve a echarse a mi lado y charlamos un ratito mientras comemos palomitas.
-Oye, Nuria, ¿todo lo que has dicho antes iba enserio? -le pregunto mientras la beso en el cuello, las mejillas y la comisura de los labios.
-Más o menos. Estoy dispuesta a hacer muchas cositas por ti, pero también tengo mi dignidad. Lo de ir de putita callejera para ti lo haría hasta cierto punto, no me importa, pero tampoco me restregaría con cualquiera. ¿Quieres que lo haga?
-Por el morbo igual me gustaría, pero piensa que mucha gente te perdería el respeto. En el barrio se conoce todo el mundo: ir de calientapollas andante a plena vista no te hace ningún bien, por mucho que lo hagas para poner burro a mí.
-Qué mono eres, Rubén. Cómo te preocupas por mí…
-Me preocupo por mi chica.
Tras un ratito más hablando de cosas irrelevantes, nos despedimos, aunque no sin antes darnos un último homenaje. Ya vestidos, le sobo las tetas a placer mientras ella, para calentarme, me comienza a pajear metiendo las manos por dentro del pantalón y los calzoncillos, estando ambos de pie, mientras ella ladra y gime como si fuera una perrita en celo.
-¡Guau! ¡Guau! ¡Ggggguau!
Me pajea con mucha rapidez y se pasa la lengua por los labios, tratando de provocarme un último orgasmo antes de que me marche. Lo bueno de que seamos jóvenes es que, no a tener -normalmente- el aguante de las personas adultas, nos recuperamos antes y podemos seguir temprano con la marcha.
-Ahhh… Aaaahhh… Aaaaaaahhhh… Por Ddddiioooosss… Nuuuuriiaaaaaahhhhhh…
Sus pechos están durísimos y calientes, son una gozada al tacto. De las tetas paso a sobarle el culazo, y ella me deja encantadísima de la vida, gozosa a más no poder como está de que la haga mía.
-Mmmmm… Ruuuubéeennn… Qué bien me tocas el culito… Apriétame sin miedo… Pfffff… Qué bieeennnn… Magréamelo a gustoooohhhh… Ooooooouuummmm…
Tras esto, no duro mucho más y me corro. Esta vez apenas me sale leche, agotadas como tengo las reservas ahora mismo, después de tanto tragineo. Rodeo su cintura con mis brazos, ella rodea mi cuello con los suyos, los miramos fijamente, sonreímos y nos besamos en los labios por última vez, dejando que pasen los segundos y los minutos, sin prisa, gozando del momento. De nuestro momento.
Me separo de ella tras varios largos minutos y le digo que he de marcharme.
-Que vaya todo genial, mi amorcito jijiji. Ya quedamos mañana.
La cojo de la mano mientras abro la puerta principal, se la beso y Nuria se muerde el labio. Lo último que veo antes de que se cierre la puerta es a ella mandándome un beso con los labios y guiñándome el ojo con dulzura.
Dicho esto, entro en la cabina del ascensor y pulso para bajar. En cuanto comienzo a descender, noto como si volviera a tocar de pies en el suelo, dándome de bruces contra la realidad: he estado con Nuria y he disfrutado. En un momento álgido de calentura, he fantaseado con dejar a mi Alba, a mi verdadero amor, y empezar a salir de verdad con una loca que ha confesado haber fingido una violación con el único objetivo de que la salvara y volver a hablar conmigo. No podría sentirme más sucio ni aunque quisiera. Doy asco.
Alba
María y yo llevamos ya algo más de dos horas hablando cuando vemos abrirse la puerta del bloque de Nuria y salir por ella a Rubén, razón por la que nos levantamos del banco y andamos hacia él con alegría y decisión.
Pero algo le ocurre: si bien no agacha la cabeza al andar, sí que tiene los ojos caídos, como tristes, y sus pasos tampoco son muy enérgicos que digamos.
-Hola, María -la saluda a ella primero con un tono de voz extrañamente neutro-. ¿Cómo tú por aquí?
-Nada, que Alba me llamó nada más entrar tú en la boca del lobo… Oye, ¿no vas a darme un abrazo? ¿Ni siquiera a tu hermana? ¿Qué te ocurre, Rubén?
-Sí, perdona… -La abraza de forma mecánica, como mero formalismo, solo para cumplir; María y yo nos miramos con expresión de interrogación en el momento en que mi hermano queda de espaldas a mí- Es solo que… Mira… Mmm… Veréis… Será mejor que nos sentemos.
Tras separarse de nuestra amiga, me da un simple pico sin tan siquiera mirarme a los ojos. Vale: está claro que algo le ha pasado con Nuria. Volvemos a sentarnos en el mismo banco en el que estábamos mientras le esperábamos y él se pone en medio.
-¿Y bien? -le pregunto yo, cogiéndole de la mano, sin ocultar mi expresión de preocupación.
Inspira y expira brevemente antes de abrir la boca.
-La verdad es que no sé ni por dónde empezar. No os hacéis una idea del rallazo que tengo ahora mismo en la cabeza… En fin... Allá va: era todo mentira. Nuria me tendió una trampa y piqué.
-¿A qué te refieres?
-A cuando la intentaron violar. Era mentira, todo fue un montaje para volver a hablar conmigo y seducirme.
Dicho esto, y sobretodo ante nuestra cara de asombro y nuestros ojos abiertos como platos, nos relata el delirante y enfermizo estratagema con el que Nuria organizó todo aquella noche.
-Así que al final yo tenía razón… -comenta María.
-¿Cómo?
-Alba, ¿recuerdas la noche que nos encontramos a María en el bar aquel?
-Sí.
-Pues en un momento que te ausentaste hablamos del tema y ella me sugirió que quizás todo era un fraude para recuperarme. En el momento yo no la creí, pero mira por dónde, al final ha resultado que la más malpensada dio en el clavo.
-Oye, y… -empieza María- ¿Todo esto cómo lo has descubierto? Imagino que no te lo habrá explicado Nuria porque sí…
-Buena pregunta. Os cuento: al subir a su piso la he encontrado en la puerta despidiéndose muy cariñosamente de uno de los engendros que la “violaron”. Iba a partirle la cara ahí mismo pero ella me ha parado en el último momento amenazándome con publicar hasta la última de las fotos como le tocara un pelo. He tenido que dejarle marchar.
-¡Espera un segundo! -salto de pronto, recordando- ¡Creo que yo he visto a ese chico antes! Al poco de subir tú ha bajado un chaval que me ha mirado y parecía conocerme.
-¿Has visto hacia dónde iba?
-No, me ha extrañado pero no le he dado importancia. He pensado que igual me estaba confundiendo con otra, no sé.
Le hago una descripción y, efectivamente, era el mismo tío.
-Bueno, pues ese energúmeno es cómplice -sentencia.
-Oye, ¿y con esto que sabemos no podemos ir a la policía? -pregunto.
-No, Alba, no tenemos pruebas de nada. Sabemos lo que ocurrió, pero todo de palabra. Necesitamos algo sólido a lo que aferrarnos.
-Bueno… -interviene María, de pronto- Lo cierto es que tal vez sí que tengamos algo.
-¿El qué? -preguntamos Rubén y yo al unísono.
-A ver, no es seguro, pero podemos probar a buscar la cuenta de este tío entre los seguidores de Instagram de Nuria. Si está ahí y tiene la suficiente información pública en el perfil, ya daría por lo menos para llevarlo a la policía y que le interrogaran. No es seguro que tengamos éxito, pero por probar…
-Ya es algo, sí -defiende mi hermano.
Tras acabar de concretar cuatro cosas, explicamos a Rubén lo de ir a cenar unas pizzas por ahí, algo a lo que acepta encantado. Sin embargo, antes de ir para allá se queda un momento parado.
-María, ¿te importa esperarnos aquí un momento? Tengo que hablar con mi hermana a solas.
-Sí, ningún problema.
-¿Qué pasa, Rubén? -le pregunto, extrañada.
-Ven conmigo.
Me coge de la mano y nos alejamos varios metros del banco, a una distancia suficiente para que María no pueda oírnos.
Rubén
-¿Qué sucede? ¿Hay algo más? Me estás asustando… -me mira fijamente a los ojos.
-Alba, hay algo que debes saber. Por el bien de nuestra relación. Si no te lo cuento, sentiría que te estoy engañando. Verás… Ya sabes que he subido a seguir con la farsa de que soy el novio de Nuria…
-Ajá…
-... y sabes que hacer eso implica ciertas cosas…
-Sí…
-En un momento de máximo calentón y mínima lucidez y conciencia de mí mismo, he valorado seriamente romper contigo, contarle todo nuestro plan a Nuria y empezar a salir con ella de verdad.
-Pero… Pero… -los ojos de Alba se enrojecen rápidamente.
-Me he dado asco y odiado mientras lo pensaba ahí arriba y me sigo dando asco ahora mismo. No hemos follado pero sí que nos hemos enrollado durante un buen rato y he disfrutado de verdad. Ahora bien: en cuanto me he marchado de allí me ha vuelto la cordura, y por eso te estoy contando ahora toda esta mierda. Estoy profundamente arrepentido, pero por un momento no he podido evitar que esos terribles pensamientos e ideas pasaran por mi cabeza. Lo siento de veras…
-Rubén… -me habla con un hilo de voz, mientras de sus ojos caen lágrimas.
-Ahora es decisión tuya perdonarme o no. Lo respetaré. Tómate el tiempo que necesit…
-¿Te gusta Nuria? -me pregunta, cortándome y con su mirada seria y fija en mis ojos.
-No, pero…
-¿Pero qué?
-No me gusta, pero si esto sigue durante más tiempo, al final puede que los restos de lo que un día sentí por ella vuelvan a aflorar y se conviertan en algo más fuerte.
-Entiendo… -asiente levemente con la cabeza tras tragar saliva- Vamos… Vamos con María, que nos está esperando... Necesito pensar.
Se limpia las lágrimas con un pañuelo, volvemos con nuestra amiga y ponemos rumbo a la pizzería más cercana. Durante todo el camino, pese a que vamos hablando, reina una cierta tensión en el ambiente. Alba está pensativa y María, aunque se hace la tonta, claramente se da cuenta de que hay algo que no marcha bien.
Al llegar nos atienden casi al momento, de modo que pedimos en un santiamén y voy al baño. Necesito refrescarme y aclararme un poco las ideas. Dejo a las chicas charlando de sus cosas.
Alba
No puedo quitarme de la cabeza lo que me ha dicho mi hermano antes. ¿Pero cómo puede ser que, tras todo lo que ha pasado, tras todo lo que esa zorra nos ha hecho, aún pueda llegar a sentir un mínimo de aprecio por ella? De verdad que no me da la cabeza para entenderlo. Si yo fuera él, sentiría verdaderas náuseas cada vez que Nuria posara sus sucias manos sobre mi cuerpo… Y es que fingir un intento de violación… Hay que estar realmente enferma y desesperada para poder llegar a elucubrar semejante locura.
Y mientras voy pensando en todo esto, hago ver que escucho a María, quien me está contando yo qué sé qué. No quiero pasar de ella, pero es que ahora mismo tengo asuntos mucho más importantes en los que ocupar mis pensamientos.
-Alba, ¿me estás escuchando?
-Sí, sí, perdona, es que… -me excuso, saliendo del trance mental en el que me hallaba.
-Oye, ¿estás bien? -se preocupa, poniendo su mano sobre la mía y acariciándomela- Llevas rara desde que has hablado con Rubén. ¿Qué ha ocurrido? Antes no he querido decir nada, pero has vuelto con los ojos enrojecidos después de que hablárais a solas, y ahora estás con la cabeza a millas de aquí… Me lo puedes contar, si quieres. No sé qué ha pasado pero me gustaría ayudar, si me dejas.
Por un momento dudo sobre si contárselo o no, porque a fin de cuentas es un problema que no la afecta, y si antes Rubén me ha llevado aparte para decírmelo será porque no quiere que María se entere…
Pero también pienso que todo esto ha pasado como consecuencia de nuestro plan, y que Rubén simplemente estaba cumpliendo con su parte, así que, de alguna manera, creo que ella merece estar al corriente de lo sucedido… Al fin y al cabo, esta piedra en medio del camino podría llegar a complicarnos un poco las cosas, visto lo visto.
-No le digas que te lo he dicho, ¿vale?
-Palabra.
-Verás… -Lo cierto es que me cuesta sacar las palabras, aún estoy… ¿Dolida? ¿Ofendida? ¿Celosa? No sé cuál es el adjectivo más indicado para describir cómo me siento- Mi hermano me ha contado que cuando estaba con Nuria se han enrollado, y… -Ahora viene la parte más jodida- ha habido un momento en el que estaba disfrutando tanto de verdad que ha considerado seriamente el contarle todo el plan y… -Hago una mueca tratando de contener mis enormes y terribles ganas de llorar- dejarme… Por ella.
Obviamente María se sorprende por mis palabras.
-No jodas…
Entonces le cuento con pelos y señales todo lo que me ha dicho. Que si se arrepiente, que si no me quiere engañar, que si solo me quiere a mí… Todo. Finalmente, mi amiga se queda pensativa durante unos pocos segundos que a mí se me hacen eternos.
-Mmm… Mira, Alba -empieza a decirme, cogiéndome ahora las manos con las suyas-, en su momento tu hermano lo pasó muy mal con Nuria. Como bien sabrás, ella pasaba completamente de su cara. Estuvo coladísimo durante demasiados años, hasta que la olvidó. Ahora bien: el primer amor, al ser el primero, nunca se termina de olvidar. Te deja marca, y créeme cuando te digo que la marca que le dejó esa arpía no es pequeña, precisamente. Rubén ha tenido un calentón momentáneo que le ha hecho ver viable el, por así decirlo, “camino fácil”. Pero no debes confundirte. Él te adora. Lo sé. Le conozco lo suficiente para ver qué palabras emplea cuando habla desde el corazón y no solo para quedar bien. Ha tenido un desliz, es cierto, pero a fin de cuentas lo ha tenido cumpliendo con su parte del plan. Y te diré algo más, Alba: por muy zorra que sea Nuria, uno no es de piedra, y cuando la sangre te baja al soldadito, puedes llegar a pensar cosas bastante descabelladas. Resumiendo: entiendo que estés dolida, pero sin hablar con él sé que te ha hablado desde el corazón. Porque pregúntate una cosa: ¿si no lo pensara de verdad, por qué iba a preocuparte diciéndotelo? Mejor habérselo guardado para él. Tu hermano te ha sido sincero cuando podría haberte mentido y tú jamás te hubieras enterado. ¿No demuestra eso acaso lo mucho que le importas? Piénsalo.
Lo cierto es que a María razón no le falta. Rubén está pagando ahora mismo las consecuencias de ser sincero. ¿Merece un castigo cuando no ha hecho nada indebido, cuando solo se estaba limitando a seguir lo acordado y cuando, sobre todo, se ha descubierto él mismo ante mí?
La respuesta parece ahora evidente.
En ese momento le vemos volver del baño. Hasta ahora no habíamos reparado en la cantidad de rato que ha pasado en la cabina, tanta que tras él viene un camarero con nuestra cena. Mi hermano tiene los ojos también enrojecidos y la mirada aún más apagada que antes si cabe.
En cuanto se sienta a mi lado, le cojo de la mano, le miro a los ojos y, antes de besarle, le susurro al oído “No pasa nada. Te quiero”. El beso vuelve a sellar nuestro amor.
Pasa su brazo izquierdo por mi cintura, rodeándola y atrayéndome hacia él, y yo me acurruco en su hombro mientras María nos mira sonriendo y empieza a devorar su pizza.
-María, tienes que averiguar cuanto antes cómo acceder a su teléfono -le pide Rubén.
-Descuida. No podemos esperar más. Estoy probando cosas. No tardaré mucho más.