Rubén & Alba. Comiéndole el coño a Nuria

En un nuevo día de satisfacer a Nuria, Rubén descubre algo que no se esperaba en absoluto. Pese a esto, debe seguir las órdenes de la chica, que tiene morbosos propósitos...

Rubén & Alba. Comiéndole el coño a Nuria

-Mmm… No me quiero levantar… -se queja Alba, besándome en el cuello y acariciando mi pecho- Estoy muy bien aquí contigo… Quedémonos un ratito más… Porfiii… -trata de convencerme haciéndome mimitos.

-Yo también me quedaría en la cama, pero como al papa o a la mama se les ocurra entrar a ver qué hacemos y nos pillen abrazados y con este olor a sexo en el cuarto, yo creo que ya sí que se olerían algo.

-Ummm… No sé… No sé… Convénceme de levantarme -ahora se pone juguetona, cosa que me encanta.

-Está bien… Veamos… ¿Cómo podría convencerte? Ummm… Tal así… ¿Así? -pregunto retóricamente a la vez que me giro en la cama y me pongo sobre ella.

-Caliente, caliente jijijiji. Continúa, venga, que vas bien. -Pasa sus manos por mis hombres y va rodeando mi cuello.

Bajo mis manos por su cuerpo fresco y juvenil y las detengo en sus caderas. Acerco mi rostro al suyo hasta que nuestras narices se tocan y empiezo a fregar mi pecho contra el suyo, impregnándome de los restos de semen seco que hay sobre su vientre. Mi hermana gime levemente de placer, cosa que me pone muchísimo, y me ofrece su boquita de niña, emanando de ella un dulce y embriagador aliento.

-Te quiero, mi pequeña -le digo.

-Y yo a ti, mi príncipe -responde, con todo su cuerpo, sus formas, su mirada, su sonrisa… llamando al deseo del que me ha vuelto adicto.

Nos besamos y expiramos a la vez, destensando los músculos y eliminando por un momento toda la tensión acumulada de estos días. Solo estamos nosotros dos. Solos. Ella y yo. Unidos para siempre por el más carnal de los sentimientos.

Volviendo a tocar de pies en el suelo, hago uso de mi fuerza y en unos segundos consigo levantarme de la cama con mi Alba aún abrazada a mí, comiéndose la boca conmigo y restregándose en mi pecho, entregada a la tarea de darle morbo a la situación.

Quito mis manos de sus apetitosas caderas por un momento y abro la puerta del cuarto. No hay moros en la costa. Rápidamente, entramos al baño y echo el pestillo. Mi hermana me suelta pero se queda relamiendo y acariciando sus propias curvas para provocarme, sonriente.

-Volveré a follarte como sigas provocándome… Tenemos que ducharnos. Venga, adentro.

Se mete en la cabina contoneándose al andar y yo detrás de ella, deseoso de volver a sentir su cuerpazo de nena en contacto con el mío. Estando a sus espaldas, la beso en la nuca y voy bajando lentamente por su columna vertebral, trazando un caminito de saliva que la hace estremecerse de gusto. Finalmente, llego a su culo y me pongo a amasárselo, cosa que la hace gemir.

-Aaahhh… Hermanito… Uummm… Sigue, por favor… Uuuffffff… Siii… Qué biennn…

También le voy besos y pequeñas cachetadas que parecen gustarle mucho, puesto que empieza a menearlo con ganas en mi cara, pidiendo más y más acción. Mi Alba no tiene fin, definitivamente.

Me fijo también en que vuelve a estar excitada, a juzgar por las gotitas de flujos vaginales que comienzan a salir de sus excitados labios y a bajar por sus piernas de princesa.

-¿Alba?

-Jjjjjj… ¿Sí? -me responde con una voz ronca, justo la respuesta que quería oír.

Sin pedirle permiso, llevo mis manos hasta su chochito e introduzco dos deditos entre sus labios, provocando su inmediato respingo.

-Aaaaahhh… Aaaaaaaaahhhh… Aaahhhhh… Síiiiii… Qué gustiiiiitoooohhhh…

Viendo cómo está, decido ir un paso más allá y me coloco delante suya, observando entonces que tiene la cara roja como un tomate y que respira de forma entrecortada. La hago abrirse levemente de piernas y le hago una buena comida de coño. Alba cierra los ojos, se muerde el labio para no gemir y me apreta la cabeza contra su vagina para que no deje de darle placer en ningún momento.

-Aaahhh… Aaahhh… Uuuuuuuffff… Ufff… Uuuuuuuummmmm… -suspira ahogadamente.

Su coño está buenísimo, sus flujos descienden ahora también por mi cuello mientras yo sigo alimentándome que este dulce néctar prohibido.

De vez en cuando paro para descansar, me levanto y me como la boca con mi Alba, que me restriega en mí ya con desesperación, con los pechos durísimos y muy calientes, haciéndome gozar al amasarlos y comérselos también.

-Dios, hermanita… No sabes cuánto me gustan tus pechos… Son deliciosos… Ooouummm…

-Son tuyos… Ooouuummmm… Cómetelos… Goza… Goza conmigo… Devóramelos… Dame…. Aaaaahhhh… Dame placer, cabrón… Ooooohhh… Síiiii… Qué riiiicooohhh… Come… Cómeme el coño… Diiooossss… Qué sensacióooonn… Pfffffff… -está desbocada, completamente entregada a los fuegos del placer.

Amaso sus tetas, las succiono, las espachurro… Y le encanta. Sus manos no hacen otra cosa que sobar mi cuerpo, mis músculos, queriendo sentirme lo más cerca posible… Va dándome besos en el pelo y mordiéndose el labio en diferentes intérvalos, puesto que debe mantener la calma para no soltar un gemido más fuerte de lo normal.

Vuelvo a bajar a su chochito y continúo con la comida. Este está cada vez más caliente, más excitado, más hinchado. Sus paredes vaginales se contraen una y otra vez y el olor del amor carnal va impregnando con más intensidad la estancia.

-Rubén… Aaahhhh… Aaaaahhh… Me… Me corro… Oooooohhhh…

-Córrete, princesa… Disfruta… Estoy contigo… Te quiero… Te amo… Goza… Tú puedes… Desahógate, mi niña… Vamos… Sin miedo… Estoy contigo….

-Ooooooohhhh… Ooooooohhh… Rubéeeennn… Síiiiii… Por Diiiiooooosss… Dame… Dame la mano… Necesito sentirte….. Ooooooohhhh… Síiiiiii… Pffffff… Rubéeeennnn…

La cojo de la mano y ella me la aprieto. Está tan guapa, tan excitada cuando está tan cerca del orgasmo… Todos sus músculos se contraen, su frente se arruga, sus curvas se quedan tiesas…

-Mi amooooooooooooorrrr… -Y corre por todo lo alto, derrumbándose y cayendo sobre mí, que, suponiendo que le iba a pasar, ya estaba preparado y abrazo para hacerla sentir a salvo y que su llegada al cielo sea lo más placentera posible.

Se está unos minutos resoplando, sin decir nada, con sus piernas y su vagina temblando. Yo aprovecho para acariciarla y acerca sentir bien, que esté cómoda. Sus orgasmos me ponen cantidad, y más cuando se desploma y se abraza a mí para que cuide de ella.

Está empezando a hacer calor, así que abro el agua y lentamente los rayos tibios van cayendo sobre nosotros. Alba se va recuperando del orgasmo y lo primero que hace al levantar la cabeza es darme un beso húmedo que me deja desarmado. Joder, qué bien besa mi hermana. Nos volvemos a abrazar y la noto súper cerca de mí, como si poco a poco fuéramos fundiéndonos hasta llegar a ser una sola persona. Es una bonita sensación, muy agradable y satisfactoria.

De pronto, siento como su mano izquierda desciende lentamente por mi cuerpo hasta llegar a mi soldadito, a quien acaricia y amasa con dulzura.

-Aaaahhh… Alba… -susurro.

-Shhh… Déjame hacer ahora, amor mío… -Me mira radiante con sus preciosos ojitos azules y no me permite articular palabra alguna- Tienes mucha tensión y excitación acumulada en tu herramienta del placer… Deja que sea buena hermana pequeña y te la cure, ¿vale? Te sentirás mejor cuando descargues toda esa presión que te oprime los testículos… -Me agarra con fuerza el paquete y me lo espachurra- Uffff… Jijijiji esto está muy caliente… Tendré que hacer algo tan respecto… Eres mi héroe, mi señor… Deja que tu chica se solucione tus cositas de la mejor que ella sabe… Con mucho amor y dulzura… Shhh, tú confía en mí.

Sus morbosas palabras me llegan al corazón y me dejo hacer. Sin dejar de comerme los morros, me va masturbando lentamente, con cariño y maestría.

-Aaaaahhhh… Pffffffff… Joderrr… Te quiero, Alba, mi amor… Ooouufffff… Te juro que te quiero muchísimo… Uuuummmfff…

Mientras que con una mano me da placer, con la otra recorre mi nuca y mis hombros, haciéndome sentir y transmitiéndome su amor. Mis manos, ansiosas de más placer carnal, recorren y soban todo su cuerpo, disfrutando de la suavidad de su piel juvenil, blanca como la la leche y agradable al tacto. Mi Alba es mi diosa particular, no tengo duda alguna de ello.

Siento que mi orgasmo comienza a aproximarse, así que la aviso. Baja hasta mi entrepierna y empieza a besarme el falo y los testículos, primero pasando la lengua por su alrededor para a continuación lamerlos.

-Ooooooohhh… Joder… Síii… Qué bueno, Alba… Síiii…. Me gusta… Aaaaahhh… Qué bien me satisfaces, hermanita mía…. Aaaaaaahhhh… Mi amor… Mi pequeña… Mi niña preciosa…. Uuuuummmmmfff…

-Córrete tranquilo… Mi amor… Mi niño precioso… Mi hombre… Disfruta… Estoy contigo… No te dejaré solo… -dice antes en engullir mi nabo e ir comiéndomelo despacito, sin cuidado y dulzura, rodeándolo dentro de su boca con la lengua y haciéndome estar llegando a la puertas del mismísimo paraíso.

-Aaahhhh… Aaaahhh… Me… Me vengo… Albaaahhh… Aaaaaaffff… Ya… Ya llegoooohhh… Oooommmfff… -Y descargo una cantidad impresionante de leche de su boquita golosa, que no duda en tragarse el premio y en dejarme el sable bien limpito.

Después se levanta, me guiña el ojo y abre la boca para enjuagarse la boca con los mismos de agua.

-¿Estaba rica mi semillita?

-Riquísimo -me contesta, con una sonrisilla pícara propia de quien sabe que ha cumplido con su trabajo de pareja atenta divinamente.

Tras quedar ambos completamente saciados sexualmente, pasamos a ducharnos con total tranquilidad, dándonos besos y abrazos de buen en cuando y tan pegados como nos es posible. La rubísima cabellera de mi hermana se queda en su piel, y esta brilla.

-Eres hermosa, Alba.

-Gracias, encanto. -Y me da un piquito como agradecimiento.

-De verdad, adoro tu cuerpo. Además, te estás desarrollando muy bien: en apenas unos mesos, unos senos han crecido como dos buenos melones y se han erguido.

-Es en ti en quien reside el mérito, Rubén. Tú me los llevas trabajando ya un tiempecito, y se nota. Los siento más grandes, más calientes y más sensibles, sobretodo. Ahora con apenas un par de caricias ya me excito, ya se humecede mi vaginita de nena.

-Tienes solo quince añitos y conozco a chicas de veinte o más que matarían por tener tus formas femeninas. Eres tan natural y tan sexy…

-Tú que me has trabajado bien mis encantos sexuales, dándome placer cada noche, haciéndome correr únicamente a base de trabajar mis tetas… ¿Entiendes por qué la nuestra es una unión tan pura, Rubén? Porque tú me has hecho a mí, me has ido construyendo poquito a poquito, con mucha paciencia y amor. Sin ti, ahora mismo sería una chica más, del montón. Pero no: tú me has hecho sentirme sexy, deseada… Nunca te lo podré agradecer lo suficiente.

Conmovido por sus palabras, me meto un besazo tan fuerte que por un momento temo por su integridad física. Pero mi hermana ya empieza a estar acostumbrada a estos achuchones y no me objeta nada.

Una vez duchados y secados, así del baño y nos vestimos. Alba me pone una camisa a cuadros rosa sin mangas y un pantaloncito corto tejano. Salimos a la terraza y están nuestros padres tomando el sol, abrazados y dormidos. Cojo una tumbona y nos ponemos igual: yo estirado sin camiseta y mi hermana abrazada a mí, relajada.

-Duérmete un ratito, ¿vale, guapa? Que aquí se está muy bien.

-Vale, pero despiértame, que voy sin crema y no quiero achicharrarme jijijiji.

-Descuida, cielo. Tú tranquila.

Ella se duerme y yo le hago cosquillitas en la cabeza, viendo brillar su melena rubia como si de una aparición divina se tratara.

Poco rato después despierta nuestra madre, quien, al igual que yo, permanece unos segundos observando el adorable aspecto de la más pequeña de la casa.

-Cómo se refugia en ti, Rubén -observa, enternecida.

-Lo sé -sonrío yo también, sintiendo su respiración acompasada con la mía.

-Solo a tu lado se siente segura para descansar. La verdad es que es bonito… -De pronto parece recordar algo- Por cierto, anoche os oí. -Un escalfrío recorre hasta el último de mis músculos, y trato la aparentar tranquilidad para que cualquier sospecha que mi madre pueda llegar a tener parezca infundada.- ¿Qué hacíais?

-Mirábamos una película y la estuvimos comentando al terminarla.

-Es que oí que se movía mucho el colchón, los muelles. -Cabe destacar que nuestra madre ha tenido siempre muy buena capacidad auditiva.

-Ya, fui yo. Intentaba dormir, pero con el calor no había manera y estuve yo no sé cuánto rato dando vueltas en la cama. Alba al final me dio una patada para que me quedase quieto.

-Entiendo. -Y ahí termina la conversación. No sé si se lo ha tragado, pero por lo menos ya no vuelve a sacar el tema.


Alba y yo salimos de casa a las 15:32 rumbo a la de Nuria. Aunque no me hace especial ilusión que mi hermana me acompañe hasta la puerta, se ha emperrado en venir conmigo. “Quiero despedirme de ti antes de que entres en la guarida de la bestia”, se ha justificado.

Vamos andando por la calle y veo como más de uno se la queda mirando discretamente. No es para menos: Alba quita el hipo.

-Estás preciosa -la piropeo.

-Gracias -me sonríe cálidamente y se sonroja-. Voy así para ti. Quiero que tengas una buena estampa de mí antes de irte.

-Cariño, voy a tener una estampa tuya perfecta te pongas lo que te pongas.

-Jijijiji -Ríe, y me acerco a ella para besarla. Sin embargo, me para- No, Rubén, aquí no. Por estas casas vive gente que nos conoce.

-Mmm -gruño-. Llevas razón.

-No te preocupes, corazón: después podrás besarme hasta desgastarme los labios jijiji.

Tras un rato andando, llegamos a su portal. Alba se pone frente a mí y sonríe levemente, mirándome a los ojos. El sol hace brillar sus dorados cabellos, volviéndolos brillantes, y sus ojitos azules se aclaran y parecen albergar dentro unas idílicas aguas cristalinas.

-Rubén. Todo saldrá bien. Te lo prometo. Confía en mí como yo confío en ti.

-Juntos. Siempre.

-Siempre. -Y nos abrazamos bien fuerte.

Al separarnos, veo sus ojos ligeramente enrojecidos. Se está aguantando las ganas de llorar por mí, para que no me sienta culpable por tener que irme y dejarla triste. Alba es un cielo de persona.

-¿Qué hora es? -le pregunto, viendo que tiene el móvil más a mano que yo.

-Quedan tres minutos para las cuatro. Deberías ir subiendo…

-Sí.

Antes de entrar en el bloque -cuya puerta se encuentra abierta, razón por la que no llamo por el telefonillo-, beso rápidamente a mi hermana en los labios durante un par de segundos. Para cuando reacciona, ya he cerrado la puerta tras de mí mientras le digo “Te amo”.

Mientras subo en el ascensor voy acabando de mentalizarme de lo que me espera: he hecho creer a Nuria que tiene posibilidades conmigo y que quiero estar con ella, así que necesito su ayuda para desenamorarme de mi hermana. Ah, y también que en la cama soy duro y salvaje.

Enciendo la pantalla del móvil y para mi sorpresa tengo un mensaje suyo de apenas unos minutos después de haber salido Alba y yo de casa. “Rubén, hoy quedamos a las cinco. Besitos :)”, pone.

“Pues vaya tela”, pienso. Le doy al botón de bajar, pero el dichoso cacharro, viejo y chirriante a más no poder, no se detiene. Tendré que subir hasta su planta y después volver a descender. “Ahora al menos podré estar un ratito más con Alba”, reflexiono, animado.

Cuando el ascensor se para, veo a través del cristal su puerta, que justo en ese momento se está abriendo. Abro los ojos como platos y me quedo helado.

De la casa de Nuria está saliendo un chaval que, sin ser del barrio, tiene una cara que, ahora sí, me es familiar. Terriblemente familiar.

Es uno de los que se pelearon conmigo la noche que salvé a Nuria de ser violada.


Alba

En cuanto me quedo sola, aún con el regusto de los labios de mi hermano en mi boca, he de hacer un esfuerzo monumental para no romper a llorar allí mismo. Lo último que necesito es que alguien me vea -y si me conoce, todavía peor- y se acerque para ver qué me ocurre. Inspiro y expiro repetidamente y al fin me calmo.

Recuperada la compostura, me alejo del portal y me siento en unos bancos que hay relativamente cerca, desde los que se divisa perfectamente la entrada del edificio. Decidida a despejar un rato la mente, abro por WhatsApp a mis amigas, quienes para mi desgracia resultan estar ocupadas. “Pues vaya tela”, pienso.

Veo entonces de reojo abrirse la puerta del bloque y, más como acto reflejo que por ilusión de que sea mi Rubén, giro del todo la cabeza para ver quién es. Se trata de un chaval cuyo rostro no me suena, y que alberga una expresión seria. No sé por qué, pero al verme a lo lejos abre los ojos como platos. ¿Quién es? ¿Acaso me conoce?

Sin darle mayor importancia a este extraño suceso, me viene a la mente alguien con quien puedo desahogarme: María.

-¡Hola, guapísima! -responde cariñosamente por teléfono.- ¿Qué tal?

-Bien. Bueno… Rubén acaba de entrar en la guarida de la lagarta. Estoy fuera esperándole.

-¡Pero no me quedes ahí, cielo! Ve a pasear un ratito, te vendrá bien. Oye, si te parece quedamos y charlamos hasta que salga. Así yo también le veo.

-Por mí, genial -sonrío de oreja a oreja-. ¿Te mando ubicación?

-Sí, por favor.

Al colgar, vuelvo a sonreír y me muerdo el labio inferior. Esta chica es un sol.


Rubén

Antes de que el ascensor vuelva descender, sin pensármelo dos veces -ni pensando, a secas- abro la puerta de un manotazo y salgo al pasillo, provocando que Nuria y el otro tío se giren hacia mí y me miren sobresaltados, sobretodo ella.

-Qué coño está pasando aquí -exijo saber, sintiendo que mi sangre está empezando a hervir.

-R-R-Rubén… -tartamudea ella, incapaz de articular palabra alguna- ¿Q-Qué hac...? -Las manos le tiemblan levemente, junto con su mandíbula inferior.

-Que me respondas -la interrumpo, no estoy para ostias-. Por qué coño estás con uno de los que te intentó vio…

-Rubén -me interrumpe ella ahora, armándose de valor-, e-entra y lo hablamos, ¿vale?

-¡No! Aquí y ahora.

-Oye, chaval -interviene por primera vez el otro, con un tono chulesco que me irrita-. Será mejor que te cal…

-¡Tú a callar, hijo de puta!

-O qué -me reta, no dejándose pisar.

-O te reviento la puta cabeza -no he terminado de decir la frase y ya estoy con los puños en alto, dispuesto a partirle la cara, abalazándome sobre él.

-¡Rubén! -me grita Nuria, poniéndose delante de él para protegerle de mí- ¡Para o publico las fotos!

Eso me para en seco. La muy hija de puta, viéndose contra las cuerdas, está tirando de la última carta que tiene para frenarme. Con los puños temblando de pura rabia, bajo las manos y dirijo a ambos una profunda mirada de odio.

-Él ya se iba -reconduce ella la situación, refiriéndose al otro tío-. P-Pasa y lo hablamos.

-Sí, eso -la apoya él-. Será mejor que bajes esos humos. Puto enfermo de mierda follaherm… -me insulta al pasar por mi lado.

-¡Ya vale! Venga, Rubén, adentro -me ordena, tratando de cogerme de la mano, rechazándola yo a continuación.

Entro en su piso a regañadientes y veo de reojo como el subnormal este me observa atentamente por el cristal del ascensor. En cuanto Nuria cierra la puerta, dirijo mis ojos a ella. Si las miradas mataran, ya estaría muerta, enterrada y reducida a huesos.

-Tenemos que hablar -empieza, haciéndose la fuerte, aunque en el hecho de no atreverse a mirarme directamente a los ojos reside la prueba de su pavor.

-No me digas. ¿Qué está pasando, Nuria? ¡¿Por qué resulta que conoces a quien trató de violarte?!

-Primero baja la voz. Sentémonos en el sofá y te contaré todo.

Y así lo hacemos. Nos ponemos cara a cara y se explica:

-Verás, Rubén, tú sabes que yo te quiero mucho y…

-Al grano.

Traga saliva y prosigue:

-La noche que me salvaste de ser violada… Bueno…

-¿Bueno qué?

-Bueno… Pues… -Agacha la mirada- Pues que no me salvaste.

-¿Cómo que no te salvé? ¿Acaso no me di de guantazos con esos tíos por ti y acabé inconsciente?

-Sí, sí, claro que sí… Pero… Bueno… La cosa es que… En fin…

-¡Nuria!

-¡Que me lo inventé!

Un silencio sepulcral se apodera de toda la estancia. Ambos tragamos saliva.

-C-C-Có-¿Cómo que te lo inventaste?

-Es amigo mío. Los chavales que intentaron violarme son amigos míos… -No doy crédito, así que no la interrumpo, deseoso de saber qué cojones está pasando- Como tú no me hacías caso, me desesperé y les pedí a él y a sus amigos que me ayudaran. La noche en que pasó aquello les dividí en dos grupos: el primero tenía que seguirte allá adonde fueras y avisar al segundo de qué camino tomabas para llegar a tu casa. En el segundo estaba yo: cuando supimos por donde ibas, corrimos hasta el callejón, y al recibir el mensaje de que estabas lo suficientemente cerca como para oírnos… En fin… Montamos la escena. Me hice la borracho, y la mala iluminación jugó a nuestro favor.

Estoy flipando. Sencillamente flipando. ¡Que me engañó! ¡Que la muy zorra se lo inventó todo! Ahora me cuadra: montó un espectáculo única y exclusivamente para llamar mi atención y hacer las paces conmigo.

Recuerdo entonces las palabras de María: “No veo imposible que todo fuera un montaje de Nuria para llamar tu atención”. Qué acertadas fueron sus palabras… Pero qué acertadas… Y qué ciego he estado yo...

-Estás loca. ¿Me has oído? ¡Como una puta regadera! -exploto.

-Lo siento… -Agacha la cabeza y empieza a llorar- Yo solo quería que me hicieras caso… No sabía cómo hacerlo… No… No me dejaste elección… Yo…

-¡Tú, tú y tu! ¡Todo el rato! ¡¿Y yo qué, eh?! ¡¿Tienes idea del mal trago que me hiciste pasar, desgraciada?!

-Perdóname… De verdad… Lo… Lo siento muchísimo…

-Basura de persona… Tú… Tú no estás cuerda, Nuria… Te lo digo enserio… ¡Ahí te encierren en un puto manicomio!

-¡¿Y tú qué, eh, follahermanas?! ¿Tú estás cuerdo? Tú seguro que no.

-No la metas en esto. Por lo menos Alba no me miente ni me guarda secretos. Su amor es sincero. El tuyo, enfermizo -escupo las palabras con cara de asco, mirándola de arriba a abajo, mientras digo esto último. Nuria me repugna aún más que antes-. ¡Me voy!

-¡Ahí quieto! -me ordena, mirándome con una expresión en su rostro lloroso que solo puedo calificar como de maníaca- Todavía tengo las fotos, ¿recuerdas? Tú no te vas a ninguna parte. No he montado todo esto para que ahora se eche todo a perder solo porque tú hayas destapado el pastel. Tú te quedas. -Tras unos segundos en los que mi sangre hierve como la lava de los mismísimos fuegos del Infierno, recobro un poco la calma.- Eso está mejor. Mira, Rubén, siento haber tenido que hacer todas estas artimañas para conseguirte, pero es que no sabía cómo demonios llamar tu atención. Lo hice porque te quiero, porque quiero estar contigo. ¿Lo entiendes?

Tengo que esforzarme para hacer bien el papel de chaval que necesita olvidar a su hermana pequeña y dejarse ayudar. Antes he perdido el control y eso es algo que ahora mismo no me puedo permitir. No hasta que el plan de María resulte.

-Lo… Lo entiendo… Me da rabia que me ocultaras toda esa información, pero entiendo el fin. Lo hacías por mi bien.

-Me… ¿Me perdonas, entonces? -bajo sus lágrimas comienza a esbozarse una triste sonrisa. Se acerca más a mí y posa sus manos en mi pecho en un gesto afectivo. Dentro del asco que me da, por un momento llego a sentir pena como ella. Está desesperada, lo sé, sabe que lo sé y no se esfuerza en ocultarlo.

-Sí. Te perdono -voy acercando mi rostro al suyo hasta que nuestras narices se tocan. Entonces inclino giramente mi cabeza hacia la derecha y la beso con tenura. Después de nuestra discusión, he de disipar cualquier posible duda que le haya surgido respecto a la veracidad de mis sentimientos hacia su persona.

Nuria rodea mi cuello con sus brazos y se echa sobre mí, acabando tumbados en el sofá. La verdad sea dicha: la mala perra esta hacerse querer, al menos en el ámbito puramente carnal. Me pone las manos sobre su culo y va moviéndose como una gatita experimentada sobre mí, metiéndome la lengua hasta el fondo, yendo a una velocidad adecuada, suspirando muy sensualmente… Mentiría si dijera que me deja indiferente. Si no fuera por lo que ha hecho y porque estoy con Alba, en estos momentos probablemente ya me habría acabado de seducir.

-Aaaaaaammmm… Rubén… -me medio gime y medio susurra a la oreja, mordiéndome el lóbulo para provocarme- No sabes cuánto te quiero… Pffffff… Cómeme… Cómeme entera, cariño… Mi amor… Oooummfffff… Hazme tuya…

Baja una mano hasta mi polla y me aprieta los huevos, haciéndome gemir.

-Aaaaaaahhhh… Nuria… Te quiero… Ooooufffffff…

-Lo sé, mi amor… Uuummmm… Lo sé… Déjame… Pfffff… Poseerte… -Me baja el pantalón y saca la lanza, que se está empezando a levantar con tanto magreo.

Recuerdo entonces que se supone que soy duro y brusco, un salvaje en la cama. Trato de apretarla contra mí, pero hoy parece que viene preparada, porque se muestra imperturbable y hace caso omiso a mis numerosos intentos de endurecer la sesión. En lugar de eso, se muestra tranquilo y cuidadosa en todos y cada uno de sus pasos, con lo que mi excitación va en aumento.

-No seas ansioso, mi cielo… Tienes unas formas algo duras que dar cariño a tu hembra… Pero no te preocupes: también te enseñaré a tener sexo de formas más suaves, que es como a mí me gusta.

Y entonces me planta un beso francés que me deja desarmado. Estoy enamorado de mi hermana y eso no habrá beso ni magreo de Nuria que me lo arrebate por más que se esfuerce, pero la realidad es que la carne es débil y que ahora sí estoy disfrutando de verdad enrollándome con ella. Me estoy sintiendo terriblemente culpable, pero como a fin de cuentas esto es exctamente lo que debo hacer según el plan, pues trato de disfrutar en la medida de lo posible de esta parte del calvario. Qué remedio...

Si hace años las cosas hubieran ido como yo quería, podría haber disfrutado plenamente de ella, de sus mimos y cariños. Me tenía locamente enamorado… Pero ha llegado tarde. La verdad es que me da pena, porque podríamos haberlo pasado muy bien y habríamos dado una alegría a nuestras familias anunciando nuestro noviazgo.

Nuria se separa de mí y le brillan los ojos con el fuego de la pasión. Se echa a un lado y, sin dejar de comernos los morros, pasa a masturbarme.

-Aaaaahhh… Aaaaahhh… Por fin… Nuriaaaaahhhh…

-Jijijiji me alegra que te guste, cariño… Mmmmm… Estoy muy a gustito aquí contigo… Ojalá ahora entraran mis padres y nos vieran así de cariñosos… Les daríamos una alegría… -Supongo que es el morbo quien habla y no el cerebro… Aunque bueno, tratándose de ella, realmente no sé qué pensar.

-Oooooufff… Por Diosssss… Qué ganas… Qué tacto… Oooohhhh… Síiiii… Qué gustazo…

-Quiero ser tuya… Mi niño… Uffff… Te quiero tanto… Hemos perdido muchos años… Pero ya no más… Ahora estaremos juntos para siempre… No hay otro camino… Te amo, Rubén… Mmmmm… Siempre te querré con locura…

Tras no demasiado rato, me corro y descargo una buena cantidad sobre ella, que recoge parte de mi semilla con los dedos y se la traga, mirándome con una carita de viciosa como pocas veces he visto. Casi se podría decir que mi polla vuelve a temblar de gusto solo con verla.

-No sabes lo feliz que me siento ahora mismo, Rubén -me dice, radiante, con una sonrisa de oreja a oreja, acariciando mi mejilla.

Rodeo su cintura con los brazos y vuelvo a besar esos ricos labios. Se desnuda de cintura para arriba y me ofrece sus pechos.

-Son tuyos… Devóramelos, amorcito…

Empiezo besando sus pezones con suavidad y después voy aumentando la intensidad: le sobo las tetas a placer, las estrujo, chupo, succiono… Nuria se ha puesto de rodillas y con sus manos presiona mi nuca, aplastando mi cabeza contra su busto.

-Ooooohh… Oooooohhh… Síiiiii… Disfrutaaaahh… Aaaaaaahhhhh… Mi amooooohhhh… Mi amooorrrrrrrr…

Pffffff… Por Dios… Pero qué buena está la hija de puta esta.

Desciendo por su voluptuoso cuerpo, trazando un camino de besos sobre su vientre, y capta mis atenciones. La ayudo a desnudarse también de cintura para abajo y me meto entre sus piernas, empezando por disfrutar de sus muslos.

-Ooooohh… Síiii… Pffffff… Peroooohh… Ooooohhh… Despacitoooohhhhhhhh… Mmmmmm… -me pide, entre gemidos cada vez más altos.

Se abre completamente de piernas para mí y separo sus hinchadísimos labios vaginales. Introduzco la lengua en sus entrañas y un atrayente olor me embriaga. Le voy comiendo el coño y nos gemidos no se hacen esperar.

-¡Aaahhh…! ¡Aaaahhhhh…! ¡Oooohhhh…! ¡Diiioooosss…! -ya no le basta con morderse el labio, tiene que taparse la boca con el brazo entero para no montar un escándalo.

Está completamente desbocada, entregada al placer, jadeante. Respira de forma entrecortada, tiene toda la cara roja como un tomate, su cuerpo se retuerce sobre el sofá, sudoroso. Vuelvo a subir hasta su boca y nos devoramos como amantes mientras ahí abajo mis dedos han sustituído a mi lengua.

-¿Te gusta, perra? ¿Te gusta lo que estamos haciendo?

-¡Sí! ¡Sí! ¡Ooooouuuffff…! ¡Mmmmmmm…! ¡Dame…! ¡Aaaaaahhhh…! ¡Dame máaaaass…! ¡Pfffff…! ¡Estoy en el puto cieloooohhh…! ¡Ooooommmmffffff…!

-¡Jadea, perra, jadea! ¡Eres una puta guarra!

-¡Síiii…! ¡Síii…! ¡Seré lo que tú quieras…! ¡Oooooouuufff…! ¡Seré tu perrilla barata…! ¡Pero no dejes de darme! ¡Puuuffff…! ¡Dios santoooohhh…! ¡No dejes de darme nunca, cabrón!

-¡Ladra! ¡Ladra como la  putita calentorra que eres! ¡Vamos!

-¡Guaaaaahhh…! ¡Guaaauuu…! ¡Buuup! ¡Bup! ¡Bup! -Joder, cómo me está poniendo la muy zorra, está caliente como una barbacoa y pretende arrastrarme con ella a los fuegos infernales de la pasión para que ardamos juntos para siempre.

Me mira con cara de perrilla sumisa, con unos ojitos dilatados e inocentes, medio cerrados. Me la como a besos con mucho amor y ella responde metiéndome la lengua hasta la campanilla y recorriendo toda mi boca. Quién nos viera… La cojo de las caderas y la sigo masturbando, cada vez más y más rápido.

-¡Aah! ¡Aahhh! ¡Síii! ¡Dame! ¡Síiii! ¡Dame máaaaass…! ¡Ooooouuuffff…! ¡Te…! ¡Ooooohhh…! ¡Te quierooohhh… ¡Ooooooohhhh…!

No tarda mucho más en llegar a su ansiado orgasmo y se queda súper relajadita, abrazada a mí. La voy besando y acariciando con mucho cariño y ternura hasta que, recobradas las fuerza, se levanta.

-Qué bueno eres cuando quieres, Rubén.

-Quiero agradecerte que me estés ayudando tanto a olvidar a Alba.

-No hay de qué, guapetón mío -dice estampándome un sonoro besazo en los morros, tras lo cual se levanta del sofá y se dirige a la cocina-. Voy a por algo de comer, ¿qué te entra? -me pregunta mientras se va alejando, contoneándose al andar provocativamente, sin duda con intención de seguir liándose conmigo después de coger fuerzas.

-Gracias, pero no tengo hambre.

-Si, va, come algo, que te vas a quedar en los huesos. ¿Voy palomitas?

-Venga.

-Dos minutos y vuelvo contigo.

Mientras la espero, reflexiono sobre todo lo que acaba de suceder. Me he enrollado con ella y me ha gustado. Me siento sucio por dentro… Bueno, y por fuera también, que todo impregnado de su sabor, del mío, de saliva, de semen seco y de sus flujos vaginales.

Nuria es idiota, pienso de pronto. ¿De verdad se cree que tras haber descubierto que fingió una violación para llamar mi atención voy a hacer como si nada? Está tan obsesionada conmigo que no se da cuenta que no es ni lógico lo que está pasando. Y esa es otra: menuda rata está hecha. Fingir una violación… Es de psiquiátrico, eso está claro. Debió aprovechar que esos amigos suyos no son del barrio para utilizarlos, sabiendo que yo después, entre que no me sonaban y que estaba oscuro cuando ocurrió, lo tendría imposible para identificarlos. Muy lista…

O quizás no tanto. De pronto me percato de que se ha dejado el móvil sobre el sofá. Podría intentar… ahora que no puede verme… Sí, he de hacerlo. Fijándome bien dónde está para colocarlo igual al acabar de usarlo y que no sospeche nada, lo cojó y enciendo la pantalla. Mierda, tiene puesta una contraseña… Pruebo con la fecha de mi cumpleaños, del suyo… Nada. Rápidamente vuelvo a dejarlo tal y como estaba y aguardo a que vuelva. Ahora por lo menos sé qué tipo de seguridad tiene.

-¿Me echabas de menos? -vuelve a aparecer en el salón, radiante, con dos tazones a rebosar de palomitas.

“Echo de menos no verte”, pienso.

-Sí, un poquito.


Alba

Estoy distraída mirando las redes sociales cuando oigo que me llaman a lo lejos:

-¡Alba!

Levanto la cabeza y veo a una flamante morena de negros cabellos acercándose a mí.

-¡Hola, María! -Corro hacia ella y la abrazo.

-¿Cómo estás, peque? Aún esperas a Rubén, ¿verdad?

-Sí.

-No te preocupes, bonita. Ya verás que antes de que te des cuenta vuelve a estar a tu lado.

Me coge del brazo y volvemos andando tranquilamente hasta el banco donde estaba sentada. Lo cierto es que reconforta saber que hay alguien más con quien puedo hablar sin tapujos.

-Oye, he pensado que esta noche podemos ir los tres a cenar a alguna parte, ¿te apetece? -me propone- Que llevo todo el día con lo de la seguridad y ya hasta me duele la cabeza.

-Jijiji y tanto. Unas buenas pizzas, por ejemplo.

-Por ejemplo.

-Gracias por todo, María. De verdad.

-No hay de qué, chiqui. Haría lo que fuera por vosotros. Además, le tengo una tirria a Nuria que… Aggg… -me hace reír abriendo la boca, apretando los dientes y gruñendo como un perro.

-Jijijiji sí, a mí también. Qué ganas tengo de que Rubén la pueda mandar a paseo. Es que cómo nos engañó: se hizo la santita pero después por detrás nos la clavó pero bien…

-Mejor no pensemos ahora en eso, ¿vale? -me propone- A fin de cuentas, ahora mismo no podemos hacer nada, ¿así que para qué calentarnos la cabeza?

-Llevamos razón.

Nos sentamos y me abrazo a ella, que me besa en el pelo.

-Alba, ¿puedo preguntarte algo? Me puede la curiosidad, pero no pasa nada si no quieres responder.

-Tranquila, dime.

-Me gustaría saber más acerca de vuestra relación. Es decir, ¿cómo empezó? Espero que no te moleste la pregunta.

-No, para nada. Pues… Verás… Rubén siempre ha sido mi protector, mantenía alejados de mí a una panda de abusones que me perseguían. Años después empecé a dormir con él porque me daban miedo las tormenta, me acostumbré y ya cada noche su cama fue la mía también. El roce hizo el cariño, y más o menos así nos enamoramos.

-Qué bonito: la princesita que se enamora de su protector y lo convierte en su príncipe azul.

-Algo así, sí -afirmo, poniéndome roja y mirando al suelo.

-Qué mona. -Y me besa en la mejilla- Lo único que me da rabia es que los uniones entre familiares no son acceptadas por casi nadie.

-Ya… Todo sería tan fácil si en vez de mi hermano Rubén fuera otro chico… Un amigo suyo, tal vez…

-Cielo, no elegimos de quien nos enamoramos. Y no quiero que te arrepientas nunca de estar con él. Vuestro amor surgió, es un hecho, y no habrá principio moral y tabú social que os pueda separar si os mantenéis fuertes y unidos. Mírame a mí, por ejemplo: soy lesbiana y no sabes la cantidad de veces que he recibido insultos de tíos por no querer liarme con ellos. Una vez incluso me di un pico con mi por entonces novia y dio la casualidad de que pasó un cura por al lado, vestido normal. Bueno, no sabes tú cómo se puso el hombre. -Hace una pausa y empieza a reír, contagiándomela a mí también.- Me decía “¡Arderéis en el Infierno!” “¡Fornicadoras!” Un espectáculo, la gente nos miraba y nosotras, muertas de vergüenza. Pero nos quedamos allí y volvimos a besarnos solo para joderle. Yo creo que nos echó un mal de ojo o algo jajajaja.

Y con conversaciones de este estilo pasamos el rato mientras esperamos que Rubén baje.