Rubén & Alba. Chantaje y mamadas en el baño

Ante la insistencia de María, Rubén le cuenta todo y esta se ofrece a ayudarles. Juntos traman un plan para poner fin al chantaje de Nuria. También hay momentos para relajarse y dejarse querer en el baño...

Rubén & Alba. Chantaje y mamadas en el baño

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¿Qué… Qué hace María aquí? ¿Cómo es posible que, de entre todos los sitios en los que mi amiga podía estar, haya tenido que ser este en el que ha decidido poner los pies? Y encima justo ahora, conmigo llorando en un banco… Pfff…

Ahora me matará a preguntas hasta saber qué me ocurre. María no es de las que se quedan con dudas, y más si la información que se le escapa me incumbe a mí directamente. ¿Cómo puedo salir de este embrollo, cada vez más complejo y retorcido, sin desvelarle lo que pasa a la que durante tantos años ha sido mi más fiel amiga y confidente?

Por el momento se ha sentado a mi lado en el banco, a mi derecha, poniendo su mano izquierda en mi hombro derecho en señal de apoyo. ¿Cómo negarle a María esa explicación que tanto anhela?

-María… Qué… ¿Qué haces aquí? -doy voz a mis pensamientos con un hilo de voz.

-Había quedado con una chica en Correos, pero esto es más importante. Rubén, cuéntame qué te pasa, por favor.

-¿Tienes… Tienes un pañuelo?

-Sí, claro, espera.

Mientras me sueno los mocos, voy debatiendo en mi interior si ha llegado la hora de contarle la verdad o si, por el contrario, debo continuar con la boca chapada o mentir a María con una historia lo suficientemente creíble como para dar sentido a mis lágrimas pero no tan desgraciada como para que haga un drama…

Finalmente me decanto por la primera opción. Sí, ha llegado la hora de soltar prenda. Mi amiga merece saber todo lo ocurrido.

-María, lo que voy a contarte es algo muy personal y muy serio, y por nada del mundo quiero que lo vayas difundiendo por ahí, ¿entendido?

-Palabra.

-Muy bien. -Inspiro.- Allá va.

Y se lo cuento todo: el noviazgo con Alba, el espionaje de Nuria, su chantaje… Como no podía ser de otra forma, mi amiga queda ojiplática ante toda esta avalancha de información desconocida para ella hasta ahora.

-¿Por qué no me lo habías contado, Rubén? ¿Por qué tanto secretismo?

-Temía tu reacción, la verdad. No sabía cómo te tomarías que estoy enamorado de mi propia hermana.

María niega con la cabeza y, para mi sorpresa, sonríe levemente.

-¿Alba sabe lo del chantaje?

-Alba lo sabe todo. Como tú.

-Muy bien. ¿Tu hermana está en casa ahora mismo?

-Sin duda. Me ha despedido entre lágrimas y espera mi regreso con ansia.

-Pobrecilla… En fin, vamos a tu casa.

-¿Cómo?

-Rubén, ¿no esperarás que me quede de brazos cruzados después de conocer toda esta información, verdad? Debemos actuar cuanto antes. Es imperativo mover ficha para pararle los pies a esa zorra.

-¿Qué piensas hacer?

-Aún no lo sé, pero desde luego poco vamos a conseguir si nos limitamos a quedarnos lamentándonos en un banco. Andando.

-Oye, ¿y la chica de Correos?

-La chica de Correos puede esperar. Tú eres más importante. Su chochete no se va a ninguna parte.

-Je. Entiendo. Un rollete de verano.

-Sí, un pivón… Pero bueno, ahora veré a otro, así que… -refiriéndose claramente a Alba.

-Oye, sobre Alba y yo…

-No me des explicaciones porque no las necesito. Os gustáis y punto. Os deseo lo mejor. Lo que opinen los demás está de más.


Entramos en casa y Alba me mira extrañada, pues lo último que esperaba era ver a María.

-Ho-Hola, María. ¿Qué tal? -mi hermana trata de aparentar normalidad porque obviamente desconoce que mi amiga ahora está al tanto de todo.

Antes de que María abra la boca, dejo las cosas claras a mi pareja:

-Alba, no hace falta que disimules. María lo sabe todo.

-No te preocupes, peque -la abraza ella-. Te prometo que le pararemos los pies a esa zorra de Nuria.

Mi hermana está desconcertada, y esta vez es mi amiga quien le explica las cosas:

-Había quedado con una chica en Correos pero he encontrado a tu hermano sentado en un banco, pensativo, cuando estaba de camino -agradezco que no haya dicho “estaba llorando” para no preocuparla-. He estado hablando con él y, viendo su seriedad, le he sonsacado toda esta mierda.

-En… Entiendo -dice finalmente. A continuación se dirige a mí-. Oye… ¿cómo ha ido con Nuria? -noto que traga saliva al preguntar, pues sin duda le cuesta sacar el tema y sufre por ello. Pobrecilla…

-La estoy engañando. Le he hecho creer que me gusta el sexo salvaje y le he dejado el cuerpo señalado. Que se joda. Ya sabes que solo tengo ojos para ti, hermanita.

Se sonroja y agacha la cabeza. María me mira y, picarona, me hace un gesto, como diciendo “Ataca.” Rodeo su cintura con el brazo derecho, ponga mi mano izquierda en su barbilla, la hago alzar la cara y la beso con ternura. Noto cómo se relaja al sentirme tan cerca y finalmente me abraza.

-Qué monos -opina María.

Dicho esto, vamos a mi cuarto y nos ponemos a pensar cómo podemos solucionar toda esta mierda. Mi amiga se sienta en la silla y Alba se abraza a mí en la cama, sentados en el borde.

-A ver, tenemos dos opciones -planteo-: teniendo en cuenta que el chantaje al que Nuria me tiene sometido se basa en su posesión de fotos nuestras, debemos encontrar la forma de hacernos con ellas o buscar algo, alguna información que la comprometa a ella lo suficiente como para que un intercambio de fotos por datos sea justo.

-Mmm muy rebuscado, ¿no crees? -opina María.- Aunque… bueno, lo cierto es que hay algo que me viene a la cabeza al pensar en cosas embarazosas suyas.

-¿El qué? -preguntamos mi hermana y yo al unísono.

-Su dichosa lista de los ligues. ¿Crees que podría funcionar?

-¿La lista? Ni de coña. Con lo perra que es Nuria, dudo mucho que le importe que se difunda tal cosa. Además… la veo perfectamente capaz de ir fardando por ahí. No, definitivamente no. Necesitamos alguna otra cosa…

-Pues ya me dirás tú el qué… -resopla María.

-Eh… A ver -se pronuncia Alba-. Digo, eh: ¿y si en vez de rompernos la cabeza buscando material comprometido suyo para un intercambio no nos centramos en lo que sabemos seguro, es decir, esas fotos?

-¿A qué te refieres? -pregunta mi amiga.

-María, si no me falla la memoria, estudias Programación, ¿verdad?

-Sí, correcto.

-Por lo tanto, sabes de ordenadores.

-Exacto.

-Bien, pues… ¿Es muy dificil acceder a su móvil y borrar todas las fotos?

-Mmm… Bien pensado, Alba -mi hermana sonríe-. Nunca lo he hecho, pero seguro que hay formas de entrar.

-A ver, chicas, parad el carro: todo esto está muy bien, ¿pero cómo vamos a hacernos con su teléfono? ¿Tengo que recordaros que no se despega de él por nada del mundo?

-Mierda… Es verdad… -María se queda pensativa.- Si hubiera alguna forma de… -Mi amiga se queda callada y acto seguido mira a Alba, quien también la está mirando a ella.

-¿Qué? ¿Qué pasa? -pregunto.

-Rubén, creo que ya sé cómo vamos a conseguir su móvil... -empieza mi amiga- O mejor dicho: cómo VAS a conseguirlo.

-Esto no me está gustando un pelo… -Trago saliva.

-Pues a mí me está encantando -sonríe Alba de oreja a oreja, maliciosa.

-Desembucha.

-Rubén, haremos lo siguiente: irás a casa de Nuria, te la follarás y la emborracharás hasta dejarla por los suelos. Una vez que esté durmiendo la mona, abrirás la puerta y estaremos esperando tu hermana y yo con mi portátil. Le cogeremos el móvil, reventaré la seguridad y borraremos todas las fotos. Entonces serás libre. ¿Alguna duda?

-¿Crees que podrás penetrar en el sistema?

-Tengo que intentarlo. En casa buscaré guías y cosas para no ir a ciegas llegado el momento, no te preocupes.

-Muy bien. Confío en ti. ¿Cuándo lo hacemos?

-Cuanto antes, mejor -se apresura a decir Alba, deseosa de volver a tenerme solo para ella.

-Hoy no puede ser -nos informa María-. Tengo que preparar las cosas y buscar información para saber bien cómo hacerlo. Pero mañana… mañana puede ser un buen día.

-Pues entonces mañana.

-Sí -afirma con ganas Alba.

-¿Tienes ganas de volver a tener a tu hermano para tu sola, eh, bonita? -le pregunta María, retórica, viendo cómo se me abraza.

-Sí jiji.


Un rato después, habiendo charlado despreocupadamente de nimiedades varias, María se marcha y Alba y yo nos quedamos solos en casa. Mi hermana viste una camiseta de tirantes blanca y un pantalón corto azul y lleva el pelo recogido en una cola de caballo. Muy mona, toda ella. Yo llevo un chándal azul veraniego.

-Oye, veo que te has animado hablando con María, ¿no?

-Sí, un poquito… -Suspira.- Me ha hecho olvidar momentáneamente todo este rollo. Hablar con ella ha sido… liberador, la verdad. Ella y tú sois las dos únicas personas con las que puedo hablar sin tapujos, sin miedo al “qué dirán”, de lo nuestro…

-María es un ángel… como tú -Sonríe ante mi piropo y acaricio su mejilla, haciéndola cerrar los ojos.

-Rubén… Iba… Iba a preguntártelo antes, pero… con María delante… bueno… no he creído que fuera oportuno…

-Quieres saber cómo me ha ido con Nuria -deduzco por la vaguedad de sus palabras y su dificultad para expresarla.

-Sí. Antes de ir a su casa me has prometido algo… -Va poniéndose mimosa a medida que habla.

-... y no lo he olvidado, hermanita. Nuria no va a jodernos el noviazgo, Alba. De eso puedes estar segura.

Y dicho esto, la ayudo a sentarse en mis piernas, quedando de caras, y nos besamos. Recorro su cuerpo con mis manos mientras nuestras lenguas juguetean, tratando de relegar a un segundo plano cualquier resquicio de mi sesión sexual con nuestra enemiga. Sus manos se deslizan por mis brazos, acariciándolos, y rodean mi cuello. Por mi parte, la abrazo por la cintura y la atraigo más hacia mí, sintiendo en mi pecho la dureza de sus pezones y de sus tetas, que luchan por ser liberadas y gozar de mis atentos cuidados.

-Aaaaaahhh… Rubén… Mmmmmmfff… Te… quiero… Ooooohhh… Tómame… Mmmmmm… Tócame… Tócame las tetas… Pffffff... Te necesito…

Siguiendo sus órdenes, saco sus senos por el cuello mismo de la camiseta -no me cuesta nada, pues está escotada- y paso a sobárselos, a hacerles un buen masaje de los míos, de esos que sé que tanto le gustan… Mmmmm… Tremendo pechotes tiene mi hermanita… Pffffff… Qué ricos están…

-Oooohhhh… Aaahhhh… Dios… Mmmmm… Síiiii… Qué bien… Ooooffff… Siiiigueee… -gime ella, cerrando los ojos y restregándose en mí, claramente excitada… Mmm… Calentorra…

Paso de sobárselos a comérselos directamente, haciéndola gemir aún más si cabe. Me meto un pezón en la boca y lo succiono. “Aaaaahhhhhh…”, suspira ella, mordiéndose el labio. Luego voy al otro y hago lo mismo. “Ooooohhh… Síiii… Qué bien… Te amoooohhhh…” Lo cierto es que me estoy volviendo un auténtico entusiasta en lo que a comerle las peras se refiere. No son pocas las noches que, sin muchas ganas practicar sexo, me he limitado a trabajarle los pechos y besarla mientras la masturbaba con los dedos, dejándola súper relajada y con los tetas cada vez mejores, en el sentido de más grandes y erguidas, y sobretodo más duras y excitables. Incluso ella se las masajea tranquilamente, por gusto, a solas.

Otra cosa que he visto que le gusta mucho es que le dé suaves golpes o tortazos con las manos, especialmente en los pezones. Esto la pone súper cachonda.

-Mmmm… Hermanito… Pfff… Quiero que me golpees los pechos… Mmmm… He sido mala… Muy mala.... Oooofffff… Quiero que me castigues… Como tú sabes… Porfiii…

Y yo, claro está, no puedo negarme a sus deseos. Sin emplear demasiada fuerza para no dañarla, le doy tortas en los pezones, dejándolos momentáneamente enrojecidos. Alba se vuelve loca.

-Mmmmmm… Mi hermanito mayor me pega en las tetillas para que se me vuelvan grandotas… -dice con voz aniñada, infantil, para provocarme, mientras se las manosea ella misma.

Vuelvo a comérselas y la hago gozar… Mmmm… Angelito… Hay que ver cómo disfruta… Hay que ver cómo la caliento. Me agarra la cabeza con las manos y me la hunde aún más entre sus senos, mientras los mueve tanto como puede -recordemos que las tiene tan erguidas y bien puestas que cuesta incluso moverlas y hacer que se bamboleen-.

Así estamos cuando oímos un coche aparcar en la puerta de casa. El sonido no deja lugar a dudas: son nuestros padres.

Con un calentón de tres pares de cojones, decidimos continuar la fiesta arriba, en el baño. Subimos corriendo, cogidos de la mano, y ponemos el pestillo. Nos desnudamos y Alba se sienta en la pica, abriéndose de piernas para mí y acariciándose los labios vaginales con los dedos, con una expresión picaron en su rostro.

-Mmmmmm… Haz tu magia, hermanito… Pffffff… Hazme tocar el cielo…

Me meto entre sus piernas y le como el coño, que está chorreando y caliente, rezumando jugos vaginales sin parar.

-Aaaahhh… Aaaaahhh… Aaaaaaagggg… Síiiii… No pares… Mmmmmm… Qué bueno… Ooooooffffff…

Paso la lengua por sus labios, por sus paredes vaginales y por su clítoris, bien hinchadito. Mis manos le soban las piernas a placer, y Alba restriega su chochazo en mi cara, calentorra como ninguna.

-Oooohhh.. Mmmmmmffff… Síii… Hermanito… Oooohhh… No pares…. Pffffff… Te amo… Mmmm… Siiiiguee… Qué bien comes… coños…. Ooooooohhhh…

Pasado un ratito, me detiene:

-Oh, Dios mío… Qué gusto… Mmmmfff… Para antes de que me corra, por favor… Quiero… Necesito que me folles…

-Sin problemas, princesita mía… Oye… ¿Mamá y papá no habían llegado?

-Sí, no sé… Es raro. En fin… ¿Vamos a lo nuestro?

-Claro. Espera, voy a por condones.

Salgo pitando del baño y vuelvo con unos cuantos condones, por si acaso. Volvemos a encerrarnos y, una vez colocado, empieza la fiesta.

-¡Aaahh…! Dios, Dios… Síii… Qué biennn…

Mientras follamos, vuelvo a meter mano a sus grandes pechotes, la cual cosa es recibida por alegría por mi Alba.

-¡Aaaahh...! ¡Aaaafff…! Síiiii… Sin miedo… Pfffff… No te cortes… ¡Mmmmmm…! ¡Fóllame, hermanito! ¡Mmmmmmffff…! ¡Fóooollame!

En esas estamos cuando oímos abrirse la puerta de la calle. Mi hermana y yo nos miramos y nos entendemos a la perfección con la mirada: “Ahora en silencio”, nos decimos.

Por comodidad, Alba se pone de espaldas a mí y se agarra en los bordes de la encimera mientras yo la voy embistiendo, en la polla bien metidita en su vagina de nenita joven. La agarro por las tetas y la voy besando con suavidad por el cuello y las orejas.

-Aaaahhh… Afff… Sí… Mmmm… Dame duro, hermanito… Mmmmmm… Hazme gozarrrr… -me pide, casi en un tono de súplica, entre suspiros de placer.

Observo su cara en el espejo en un poema, toda enrojecida y desencajada por el placer, pero hermosa de todas formas, con esa boquita y esos labios tan ricos entreabiertos para ir cogiendo aire, con su naricilla respingona roja también por la calentura que yo le estoy proporcionando, con sus ojitos azules abriéndose y cerrándose según vamos follando y con su cabellera rubia, rubísima ahora, con mechones incluso blancos naturales por su exposición al sol, claramente humedecidos por el calor y la excitación que se han apoderado de su cuerpazo. Está buenísima y es toda mía.

De pronto, me agarra la polla con una mano y se la saca. A continuación, se gira y la engulle con gusto. Oh, joder… Esto no me lo esperaba.

Me la chupa con vicio. El condón sigue puesto, así que rápidamente me lo quita y me agarra fuerte de los huevos. Con cierta maestría, va lamiendo el glande, el tronco, chupándomela por los lados… hasta que la engulle de nuevo, esta vez más mayor ahínco. La suavidad de sus labios y la dulzura con la que me hace la mamada provocan que se me revuelvan los testículos de gusto, y más viendo sus tetorras ahí, al aire, y sus ojazos azules clavados en los míos. Pfffff… Tremenda visión.

Siento que mi orgasmo está próximo, de modo que la aviso. Vuelvo a sacarse mi miembro de la boca y esta vez, con mayor delicadeza, me lo cuida. Mientras lo besa y acaricia con suavidad por una parte, por la tarde pone sus dedos sobre las venas y las presiona, provocando así mayores espasmos y dándole leves golpecitos a continuación. Me masajea los huevazos con ternura, dejándomelos duros como rocas y bien calentitos. Estos también recibe algún queotro golpe, cosa que me excita enormemente..

-Aaaaafffff… Siiiigue… Sigue, por Dios, Alba… Mmmm… Suavecito… Sí… Aahhhh… Así… Pffffff… Qué bueno…

Su lengua recorre ahora todo el tronco, sin dejar ni un solo mílimetro sin embadurnar de saliva. Tiene los ojitos cerrados y sus labios me besan puntualmente el glande. Me está poniendo malo…

Necesito descargar ya… Lo noto.

-Alba, me voy a correr… Déjame metértela.

-Por supuesto jiji. Disfruta. Me apetecía hacerte una mamadita rápida, nada más.

Con esa cálida sonrisa suya que me enamora, me pone otro condón y la penetro. Esta vez nos abrazamos y besamos casi con desesperación, mientras yo le bombeo la polla en su chochazo a toda velocidad y ella restriega su vagina contra mi tranca, cada vez más hinchada y caliente, presionando sus paredes vaginales y haciéndome tocar el cielo.

-Aaahhh… Aaaahhhh… Síii… Más… Mmmmm… Más…

“Nuestros padres deben de haberse quedado en el piso de abajo”, pienso.

Finalmente me corro en su interior y terminamos sudorosos, besándonos con lengua y bien abrazaditos. Qué gustazo de hermana pequeña que tengo.

Envuelvo el condón con papel de váter, nos vestimos y salimos del baño. A Alba le brillan los ojos al mirarme y me sonríe dulcemente.

-¿Te ha gustado, eh? -le pregunto, retórico, viendo su adorable carita de gusto.

-Me ha encantado, cielo. -La dejo por la cintura y nos besamos amorosamente.

-Mmm… Mi Rubén… Cómo me gustas jiji. Ahora déjame, voy a saludar a mamá y papá. ¿Vienes?

-Antes dame un último besito.

-Jiji.

Me come la boca con suavidad y bajamos cogidos de la mano, separándonos justo antes de entrar en la cocina, donde están nuestros progenitores.


Por la noche, después de cenar, estamos viendo una película en nuestro cuarto cuando recibo un mensaje de Nuria. Alba se libera de mis brazos, que estaban trabajando sus pechos al descubierto, y pausa la reproducción.

-¿Qué quiere ahora esa zorra? -pregunta, molesta.

El mensaje es muy claro: “Mañana en mi casa a la misma hora. Te quiero”. Debo reconocer que Nuria es cauta en una cosa: no deja según que cosas por escrito, por ejemplo “No faltes o difundiré las fotos”, “Saluda a la perra de tu hermana”, etc.

Entretanto, mi hermana me mira muy seria.

-¿Vuelves a ir mañana, verdad?

-Sí, no tengo alternativa.

-No sabes cómo me hierve la sangre…

-Puedo imaginármelo… En fin, esperemos que María descubra cómo reventar la seguridad de su teléfono.

-Sí… Esperemos -dice muy seria.

-¿Alba, estás bien?

-No. Para nada. -Y se me abraza como un koala.

-Alba, piensa que esta pesadilla terminará más temprano que tarde y podremos respirar tranquilos mientras Nuria se hunde en la mierda más absoluta. ¿Qué te preocupa?

-Que algo salga mal. Me preocupa que nuestro plan no funcione, que Nuria nos pille, difunda las fotos y nos joda.

-Eso no va a pasar. Te lo prometo, mi niña. -La abrazo fuerte y la beso y ella se deja hacer, pasiva.

-¿Cómo puedes estar tan seguro?

-Porque conozco a María desde hace años. Ya era buena informática en la ESO. Confío plenamente en ella, de verdad. Y tú deberías hacer lo mismo.

Y ahí termina nuestra conversación. Alba me abraza y finalmente se queda dormida. Miro mi teléfono una última vez, apago el ordenador y la luz y me duermo yo también.