Rubén & Alba. Calentita en el probador

La hermana de Rubén le juega a este una "mala pasada", que acaba cachondo perdido. En un probador, estando Alba desnuda, los hermanos se tocan mutuamente y se dan mimos.

- Rubén & Alba. Calentita en el probador -

Pasan los días y se presenta mi cumpleaños. Mi hermana me despierta a base de besos en las mejillas, en la comisura de los labios, en la barbilla, en el cuello y en el pecho. Abro los ojos y me la encuentro completamente desnuda, sobre mí, en una posición de lo más sugerente, con sus tetas a pocos centímetros de mi cara y una expresión pícara y juguetona que da ganas de comérsela entera.

-Buenos días, hermanito. ¿Sabes qué día es hoy?

-Sí, lo sé… -suspiro.- Un año más.

-Felices diecinueve, Rubén. -Y me da un beso en la frente.

-Gracias, enana -la abrazo y me pongo sobre ella, para a continuación besarla en el cuello e ir subiendo hasta la comisura de sus labios, donde me detengo.

-Mmm… Rubén, para… -me pide con los ojos cerrados y una sonrisa de oreja a oreja, sin duda disfrutando de mis caricias.- No podemos entretenernos… Mmm… Papá y mamá nos están esperando abajo… -pero va restregando su cuerpo desnudo sobre el mío, notando, así, sus pechos duros y tersos, y también su vagina, pues me rodea la pierna con las suyas, haciéndome partícipe de su calidez.- Aaahh… Uufff… Qué bien…

-Estás calentita, Alba… -le susurro en el oído, mientras le doy suaves mordisquitos al lóbulo.

-Contigo siempre, hermanito… Mmm… -gime levemente, dejándose hacer.

A base de restregarse en mi pecho, llega un punto en el que tengo su busto rozando mi cara. Tiene los pezones de punta, y da la impresión de que también duros como rocas. Me mira, expectante, con el dedo índice metido en la boca y mordiéndoselo.

-¿Te pongo nerviosa, hermanita? -Su única respuesta es gesticular una media sonrisa.

Subo hasta la altura de sus labios y la beso en el filtrum con dulzura. Después voy subiendo hasta llegar al dorso de su nariz -que, por si no lo he dicho, es una monada-, donde me entretengo besándola por todas partes.

La lamo en las mejillas, haciéndola reír, y nos levantamos. La ayudo a vestirse -se pone un top negro apretado y unos

shorts

del mismo color- y vamos a la cocina, donde mis padres tienen preparado un pastel de chocolate de una receta familiar.

Tras las felicitaciones, Alba se sienta en mis piernas y yo le pongo las manos en los muslos, mientras mi padre corta la tarta.

-Alba, hija, no te despegas de tu hermano, ¿eh? -observa nuestra madre, divertida.- Si no os conociera, diría que sois novios jijiji.

-¡Mamá! -salta la aludida. Después pone sus manos sobre las mías y entrelazamos nuestros dedos. La beso en el cuello y noto cómo se estremece, seguramente porque le parece un tanto arriesgado darnos estas muestras de cariño -que, con el pasar del tiempo, han ido alejándonos cada vez más del sentimiento de ser únicamente hermanos para irnos acercando al amor filial- delante de nuestros progenitores.

Tengo a mi soldadito en su culo, y se está despertando. Va aumentando de tamaño y haciendo más y más presión. Mi hermana tiene que haberse dado cuenta de mi empalme, pero no hace ni dice nada que así lo indique.

De pronto, esto cambia. Con disimulo, me agarra la tela del pantalón del pijama y la va bajando, muy despacio. No sé qué pretende hacer, pero al palo que me está levantando la tienda de campaña parece encantarle. Entre una cosa y otra, me estoy poniendo súper nervioso.

Y entonces llega el asalto final. Aprovechando que papá está de espaldas y mamá ha ido al baño, se levanta de encima mío y me tira tan rápido de los pantalones que me baja también los calzoncillos. Me los vuelvo a subir a toda pastilla, y es cuando ella se baja un poco los

shorts

y se sienta de nuevo sobre mí… solo que, esta vez, con mi polla dentro, tocando sus bragas.

-Alb… -empieza a decir, pero me corta.

-Ssshh… Calla, que viene mamá. -Gira la cabeza hacia mí, con una sonrisa picarona, y me da un beso en la comisura de los labios.

Esto termina de endurecerme el rabo, que hasta me empieza a palpitar. Y mi hermana, mientras tanto, venga a moverse, juguetona… Me estoy poniendo malo… Esto tiene que contar como tortura… Cómo me gustaría girarla y meterle la lengua hasta la campanilla, o comerle las tetas, o follármela directamente sobre la mesa… Buff… La abrazo por la cintura y la beso en la nuca.

-Mmm… -suspira, casi en un susurro.

Nos comemos la tarta y nos levantamos. Yo estoy que reviento, así que me voy directo al lavabo a cascármela. Me imagino a Alba desnuda, entre mis piernas.

-Qué polla tan bonita tienes, Rubén… Mmm… -

me sonríe, inocente, mientras me la toca con los dedos.

-Tú que me la pones así…

-Oh, ¿enserio? ¿Te gusta hacer cositas indecentes con tu hermanita pequeña?

-va acariciándola suavemente y dándole dulces besitos.

-Sí, me gusta tocar a mi hermana pequeña… Besarte… Hhhmmm… Hacerte gemir… Ppfff… Hacerte ronronear como una gatita en celo… Ooohh…

-¿Y esto? ¿Mmm? ¿Te gusta? ¿Te gusta que tu hermanita te alivie? -

me está masturbando muy lentamente.

-Buufff… Sí… Me encanta…

-¿Te gustaría que tu hermanita te tocase la flauta?

-Ooostias… Sí, me encantaría…

-Jijiji… Muy bien… Tú déjame hacer y relájate… Hhhmmm… Déjate llevar, Rubén…

-Sí… Aaahhh… Sírvete tú misma.

Se mete la puntita en los labios y la va chupando con la lengua, como si fuera un helado.

Estoy a punto de correrme cuando llaman a la puerta.

-¿Sí?

-Soy yo -mi dulce hermanita.

-Pasa.

Entra y, al igual que en mi fantasía, va completamente desnuda. Coge su cepillo de dientes, me mira, sonriente, dándose cuenta de que tengo el rabo tapado, y me guiña el ojo antes de volver a cerrar la puerta.

Estoy completamente seguro de que lo he visto igual: por sus piernas se deslizaban gotas procedentes de su vagina, que estaba visiblemente enrojecida. Toda ella olía a sexo.

Por la tarde voy al centro de la ciudad con unos amigos, Alba y Sara, una amiga suya. Ellas van delante y nosotros detrás. Van guapísimas -Sara también está cañón- y mis colegas tratan de tontear con las dos. Yo me río por dentro, sabiendo que no tienen ninguna posibilidad con mi hermana a menos que a ella le apetezca tomarles el pelo, en cuyo caso me reiré todavía más. De su amiga, sin embargo, no sé qué pensar.

Sara tiene trece años y es alta -más que Alba-, de piel muy morena, tiene el pelo largo, negro y ondulado, los ojos negros azabache, la nariz algo agitanada, los labios carnosos y unas curvas que invitan al deseo. Según tengo entendido, viene de padre sudamericano y madre gitana.

-Hay que ver el culo que gasta la Sarita esta, ¿eh? -comenta uno de mis amigos.

-Sí, tío -corrobora otro-. Está buenísima. Me la imagino dándose el lote con Alba.

-Estáis fatal -les digo, sonriendo y negando con la cabeza.

-¿Tú no te harías a Sara si pudieras, Rubén?

-No, me van más las rubias.

-Jo, pues menuda suerte has tenido -comenta, sarcástico-. De las dos únicas rubias que conocemos, una no puedes porque es tu hermana y la otra se muere por ti pero no te cae bien.

Entramos a una tienda de ropa para que las chicas se compren unos bikinis. Desde el primer momento veo a Ernesto, uno de mis colegas, dispuesto a lanzarse sobre Sara. Mi hermana, por otra parte, vaga tranquilamente por la tienda en compañía de David, que la sigue como un perrito faldero. También es que a ella le gusta provocar: va por ahí con poca ropa y contoneándose al andar.

-¿Se puede ser más lameculos? -me pregunta Santiago, retórico, que está viendo toda la escena a mi lado.

-No, pero me encanta cómo mi hermana se aprovecha de él -refiriéndome a que lo está usando como mula de carga.

Minutos después, Alba me pide que entre con ella al probador. Puedo ver la cara de fastidio de David cuando paso por su lado. Sin duda, esperaba poder verla desnuda.

-Hay que ver cómo intenta coquetear conmigo David jijiji.

-Y que lo digas -la voy desnudando-. El pobre va necesitado. El que tampoco pierde el tiempo es Ernesto, intentando hacerse a Sara.

-Y se la hará -afirma, convencida.

-¿Tú crees?

-Hombree jijiji. Mira la otra cabina. Sara es muy fácil.

En efecto, los veo besándose por un hueco que hay en la pared: juguetean con sus lenguas mientras Sara lo masturba y este la soba a placer.

-Vaya con la Sarita…

-Es muy calentorra. Se deshace por los hombres… y por mí.

-¿Enserio?

-Sí, alguna vez ha flirteado conmigo, pero… no me van las mujeres… -Se me pega y me pone las manos en el pecho, levantando la vista para mirarme a los ojos, sonriente.- Me gustáis más los hombres.

La acaricio en el pelo, que lleva recogido en su habitual coleta de caballo, y rodea mi cuello con sus brazos. Estando completamente en cueros, se restriega en mí y noto cómo sus pechos se van endureciendo más y más. La beso en el filtrum y en la comisura de los labios, cierra sus ojitos azules, apoya la cabeza en mi pecho y dejo que restriegue su vagina en mi entrepierna, lentamente.

-Uummm… -gime sensualmente.- Rubén… Pppfff… Te quiero mucho…

-Y yo a ti, mi reina… Umm… Y yo a ti…

-Mmm… Ppfff…

Levanta la vista y busca mis labios. Los encuentra. Va a posarlos sobre los míos cuando llaman a la puerta.

-¿Os queda mucho? -es David.

-No, ya salimos -contesto, mientras mi hermana se pasa la lengua por la boca y se acaricia suavemente los pechos, visiblemente hinchados.

La ayudo a probarse varios conjuntos hasta dar con los adecuados: uno negro, otro rojo y un último amarillo. Pone el culo en pompa delante de mí al agacharse para coger unos sujetadores, y le doy una cachetada cariñosa. Se gira, sonriente, y me estampa el trasero en la entrepierna. Tengo la polla dura y ella lo nota.

Después se pone el bikini rojo al completo, y finjo tropezar para empotrarla en la pared, quedando de caras a mí. La cojo con una mano por el culo mientras rodea mi cintura con sus piernas para no caerse y mi cuello con sus brazos, mientras con la otra mano la acaricio en el pelo.

-Qué guapa eres, Alba -la alabo mientras la beso por el cuello y voy subiendo, muy despacio y sin ejercer presión alguna sobre su clara y delicada piel.

-Jijiji… Mmm… -Cierra los ojos, sonriendo.- Gracias, hermanito… Uufff…

-¿Te gusta lo que te hago? ¿Mmm? -la aprieto más contra la pared.

-Uuummm… Sí, mucho… Hhhmmm… -Mis labios vuelven a estar a pocos centímetros de los suyos y ella le tiembla la barbilla, teniendo la boca entreabierta.- Me gusta que me hagas estas cositas… Uufff… A tu propia hermana pequeña… Aaahh… Me hace sentir muy bien… Pppfff… Quién mejor que tú… Hhhmmm… Que eres tan bueno conmigo y tan… -Me pasa un dedo por la mejilla, provocándome, mientras me echa su dulce aliento a la boca y sus labios casi rozan los míos.- Guapo…

-¿Estás calentita ahora, Alba?

-Sí… Uufff… Mucho… -me mira a los ojos y asiente repetidamente con la cabeza, con una expresión que incluso podría catalogarse como de desesperación. Me muerde el labio con los dientes y yo siento que voy a perder el control.- Rubén, hermanito… -Ahora baja con sus finos y suaves deditos por mi cuello, mientras me mira fijamente a los ojos, con la barbilla temblando, la cara enrojecida y una expresión de súplica en su rostro angelical. -Te necesito...

-Estoy aquí, Alba… -Le paso los dedos por los labios y ella los chupetea con la lengua.- Estoy aquí. -Entonces nos fundimos en un cálido abrazo.

Nos damos prisa en terminar y salimos fuera, donde vemos a Ernesto y Sara cogidos de la mano. Mi hermana se ríe por la bajo. Pagamos y salimos a la calle, donde justamente vemos pasar a Nuria, tan sexy como siempre. Alba se tensa nada más verla.

-Ho-Hola… -tartamudea mi compañera, a causa de los nervios por verme y de la incomodidad de la situación para ella al estar mi hermana conmigo.

-Hola, Nuria, ¿cómo lo llevas? -le pregunto, tratando de mantener la calma y la compostura.

-Bien, he quedado con unas amigas. Ah, y… felicidades, Rubén -me dedica una de sus dulces sonrisas.

-Gracias.

-Bueno, pues… -concluye tras unos segundos de incómodo silencio.- Nos vemos… -Niego discretamente con la cabeza, indicándole que no siga con “en unos días”. Lo pilla rápido.

-Adiós, Nuria.

Y se aleja en la dirección opuesta, quedándose mis amigos mirándole el culo por detrás.

-Rubén… -se me acerca mi hermana, seria.- ¿Desde cuándo te hablas con ella?

-Desde que la salvé. Sigue sin caerme bien, pero tampoco crea que deba ignorarla… ¿Te molesta?

Recibo, como única respuesta, un abrazo por su parte. Aprovecho para besarla en la frente.

Llega el día en el que Nuria y yo tenemos que hablar, coincidiendo con el partido de España contra Portugal de los Mundiales de 2018. Yo la verdad es que de fútbol no tengo ni idea, y me entero de dicho evento cuando veo a mi compañera llegar al bar donde hemos quedado con una camiseta de Selección Española puesta. Siempre ha sido muy futbolera.

-Hola, Nuria, veo que vienes preparada para el partido -la saludo mientras se sienta a mi lado. Se ha puesto guapa para verme: lleva los ojos y los labios pintados, se ha alisado el pelo… Muy mona.

Después de pedirse una Coca-Cola, comienza:

-Bueno, Rubén, ha llegado el momento de hablar.

-Sí. ¿Por dónde quieres empezar?

-Quiero que me expliques por qué te caigo mal.

-Te aviso de antemano que voy a ser duro contigo, ¿vale?

-Entendido.

-Muy bien. -Cojo aire.- Es por dos cosas concretas, aunque en el fondo todo se reduce a una: tu lista.

Al principio no me entiende, pero cuando hace memoria abre los ojos como platos. Supongo que, hasta ahora, ella no sabía que yo conozco la existencia de dicha lista.

-¿La… La lista? -sin duda, la he cogido desprevenida.- Pero… ¿Cómo?

-La descubrí hace años. Un día te dejaste la mochila abierta y leí mi nombre en una hoja. Cogí el papel y lo vi todo. En ese momento entendí muchas cosas: por qué cambiabas de pareja cada dos por tres, por qué eras infiel de forma sistemáticamente… y por qué pasaste años ignorándome. No me jodió saber que era de los últimos: lo que me cabreó de verdad fue darme cuenta de tus planes para jugar con todos y usarnos como tus marionetas.

Le tiembla la barbilla y la mirada. La tengo acorralada y no sabe cómo salir de esta. Coge aire y me responde:

-Antes de nada, quiero que sepas que la destruí hace tiempo, cuando me di cuenta de lo zorra que fui. No sabía que sabías que existía. Lo siento mucho, Rubén… Por favor, perdóname. Ahora me doy cuenta del daño que ver aquello debió hacerte.

-De acuerdo. Ahora quiero que me respondas tú al algo, porque no lo entiendo...

-¿El qué?

-¿Por qué aún vas detrás de mí? Quiero decir… Con la cantidad que tíos guapos y fuertes que hay, ¿por qué yo?

-Porque me gustas. Me gustas mucho. -Doy un suspiro de negación, pero me para.- No, escúchame un momento: al principio me interesé por ti por la lista, no voy a negarlo. Quería seguir el orden y mis anteriores parejas me habían decepcionado. Ni siquiera me gustabas. Lo hice por probar. Pero cuando vi que pasabas de mí, me tomé el seducirte como un reto personal y continué intentándolo. Entonces me pasó algo que no me había pasado con ninguno de mis anteriores novios: al querer conquistarte, quise saber más de ti, y empecé a hablar con más gente. En resumen: me di cuenta de que me gustabas más que cualquiera de mis anteriores chicos. Me quedé pillada por ti porque teníamos muchas cosas en común… y aún me dura. Pero tú pasabas y sigues pasando de mí.

Tras acabar de hablar y volver a declararse, me quedo unos segundos pensando. Segundos en los que Nuria me escruta minuciosamente con la mirada.

Mi compañera fue una zorra y me lo ha reconocido, pidiéndome perdón a continuación. No me gusta nada cómo se ha portado conmigo: primero pasó de mi cara completamente, siendo hasta borde, para después atosigarme hasta la saciedad, pegándose a mí como una lapa. Sin embargo, la conozco desde que éramos pequeños, y sé cuándo miente… y esta vez dice la verdad. Creo que todo el mundo merece una segunda oportunidad… así que voy a dársela.

-Mira, Nuria: te seré sincero. Tú a mí también me gustaste durante años, pero dejaste de importarme cuando vi cómo te comportabas. Todo eso de hacer una lista de mejores a peores chicos para ir probando hasta dar con el ideal me pareció… repugnante. Me hiciste sentir como una mierda incapaz de agradar a nadie… Pero creo en las segundas oportunidades, y veo que has madurado y has abandonado estas tonterías de criaja estúpida. Por eso voy a darte una segunda oportunidad. -Se le iluminan los ojos al oírme decir esto último.- Vamos a ser amigos y a conocernos bien, pero te aviso de que no estoy en absoluto interesado en salir contigo. Si nos va bien, seremos amigos, pero si sale mal, nuestra relación habrá terminado para siempre. ¿Estás conforme?

Nuria sella nuestro acuerdo dándome un fuerte abrazo. Noto que empieza a temblar, y no me cuesta nada adivinar que está llorando de alegría. La abrazo yo también y le doy un cálido beso en la mejilla.

-Estoy conforme, Rubén. Me gustaría gustarte, pero, si no puede ser, me conformo con una relación de amistad.

-Perfecto. Me alegro de que lo hayas entendido. Ah, y… a mi hermana, ni una palabra de esto, ¿vale? Somos uña y carne y te tiene aún más cruzada de lo que te tenía yo.

-Entendido… -me sonríe tristemente.- Espero ganarme su confianza algún día.

-Yo también lo espero -concluyo.

Dicho esto, nos despedimos y se va, quedándome yo solo pensando en lo que hemos hablado.

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