Rubén

El despacho, tú y yo

Llaman a la puerta de tu despacho y aparezco yo. Tacones altos, medias negras, una chaqueta larga hasta debajo de las rodillas masculina atada con un cinturón a la cintura, un escote marcado con unas tetas que quieren salir del sujetador y una coleta bien alta. Esto es lo que ves tu al abrir la puerta. Te quedas con la boca abierta y yo doy un paso para susurrarte al oído:

  • Cierra la boca que se te cae la babita.

Seguidamente al yo entrar, cierras la puerta detrás de mi y con ello bajas todas las persianas para que no nos vea nadie. Bonita va a ser la sorpresa cuando te gires y me veas sin la chaqueta puesta y solo con ropa interior y las medias. No tardas ni dos segundos en empujarme hacia la mesa cuando te cojo de la corbata y te acerco para darte un buen beso de buenos días. Acabado el beso me tumbas sobre la mesa a la vez que me desatas el sujetador. Al mismo tiempo yo ya me he desecho de tu americana y yo, un poco patosilla, intento sacarte la corbata sin ahogarte.

Me vas besando por el cuello, bajando hacia mis tetas mientras mis manos van desabrochando el cinturón y después el pantalón.

Tú te estás un buen rato comiéndome los pechos a la vez que vas mordiendo mis pezones que cada vez están más duros. Como no paro quieta con mis manos decides coger tu corbata para atármelas y me dices:

  • A ver cuánto aguantas así pequeña.

Yo te sonrío y mientras que tú solo piensas en comerme el coño yo solo pienso en cómo te voy a poder hacer una buena mamada sin mis queridas manos.

Los minutos pasan y la adrenalina del momento se te nota ya que casi me rompes las medias en dos al intentarlas quitar. Ya no solo se nota el bulto en tus calzoncillos sino que tu pícara sonrisa y tu mirada desafiante hablan por si solas.

Te pillo por sorpresa cuando me levanto de un golpe y te digo que te sientes en la silla, que hoy yo estoy en tu despacho para hacerte disfrutar. Al yo tener las manos atadas te pido que te bajes los calzoncillos i en cero coma ya están por el suelo. Tú te sientas en la silla y yo me pongo de rodillas en el suelo. Empiezo por la punta, se me hace raro solo lamer, succionar y meter hasta donde pueda sin mis manos por lo que voy un poco perdida pero tu aprovechas para coger mi querida coleta hecha con malicia para empezar a marcar el rimo. Sabes que no tenemos mucho tiempo así que vas directo al grano. Me follas la boca como si no hubiera un mañana y cuando estás a punto de correrte dices:

  • Hoy no me voy a correr en tu boquita nena, me correré dentro de ti para que sientas mi caliente leche

A mi sin querer se me escapa una sonrisa que tu consigues parar con la mirada de deseo.

Me pones a 4 en el sofá(si no hay un sofá en tu despacho te imaginas uno) y empiezas a follarme duro. Cambiamos de posturas un par de veces hasta que dices que no puedes más y descargas toda tu leche dentro de mí. Me besas con pasión y me dices que quieres muchas más visitas así.

Fin