Rubén - 7
Teresa entra en el juego de Rubén, llegando incluso a pensar en un momento dado, que por fin ha logrado superar a este y salir de su influencia sobre ella
RUBEN- 7
Cuando Teresa llegó a la mesa iba con una cara la mar de rara, por un lado llevaba un cabreo por lo del servicio de no te menees, especialmente por lo de las bragas, pero por otro, aún continuaba muy excitada pese al orgasmo, sabía perfectamente, no podía engañarse con el hecho de que en verdad que hubiese preferido que se la follase bien follada tras la comida de coño, y que la dejo allí como la dejó. Y desde luego, no se cortó en decírselo...
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Eres un maldito hijo de puta, después de ponerme en ese aprieto te vas dejándome sola para que me lo coma yo todo si entra alguien y además te llevas “eso”... -cargó contra Rubén, luego en un susurro mascullo para sí misma- y encima también con ganas de más. ¡¡Maldito imbécil!!
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No pasaba nada, si te dije que fueses a ese servicio es porque para que alguien te escuchase aquí fuera tendrías que haber gritado a pleno pulmón, el único riesgo es que a alguien le diese por ir también a él...
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¿Y eso no lo podías haber dicho antes cacho cabrón?
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Si te lo digo no te hubieses comportado con normalidad, y quería saber si de verdad eras tan... cerrada como parecías...
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¿Cómo dices? -pregunto alterada y muy cabreada.
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Digo que eres muy cerrada contigo misma, no te abres a lo que deseas, te ocultas siempre tras esa fachada de ejecutiva seria y sensata.
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Es que eso es lo que soy...
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Si, en el trabajo, y eso está muy bien e incluso es comprensible, pero aquí estas en la calle, en tu vida privada, con alguien que a estas alturas ya deberías de saber que no dirá nada a nadie... Deberías de pensar un poquito en relajarte más cuando estés fuera del trabajo, pero no, la ejecutiva en ti por lo que parece nunca descansa.
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¿Y esta estupidez a que viene? Si con eso de ahí dentro piensas que una mujer se queda satisfecha bájate de la nube, no te sientas nada orgulloso porque no es para estarlo... ha sido bastante… escasito la verdad –le atacó, intentando darle la vuelta a la situación.
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Eso lo sé perfectamente, pero si te hubieses quitado un solo instante la máscara de ejecutiva, te hubiese terminado por follar hasta que me dijeses basta, pero no lo hiciste... y corté allí donde estaba dispuesto a llegar contigo en ese estado, señora ejecutiva.
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¿Cómo dices? –preguntó enfadada, mascando las palabras.
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Lo que escuchaste, que ahí dentro solo llegué hasta donde estaba dispuesto a llegar con alguien que se comporta como tú lo haces.
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Devuélveme de inmediato mis bragas… -le susurró.
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No, son mi trofeo… un recuerdo de haberte comido el coño por primera vez…
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Eres un puto cerdo…
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Puede que sí, pero no parecías opinar eso mientras te metía la lengua…
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Te he dicho que me las devuelvas, las necesito…
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Y yo, así me podre masturbar con ellas pensando en ti, en que tú también lo harás con mi regalo pensando en mí… -soltó una risita.
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Si crees que con todo esto vas a sacar lo que quieres de mi lo llevas claro…
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Perdona, pero creo que te estas equivocando de medio a medio, yo no quiero sacar nada de ti, con todo esto tan solo deseo ver cómo eres, y por el momento, lo que estoy viendo no me gusta en absoluto.
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Y según tú, “tío listo”, ¿qué es lo que soy? –espetó levantando la barbilla, mostrándose orgullosa.
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Una reprimida… pero eso sí, sin bragas –soltó sardónico, fue como si una bomba hubiese caído sobre la mesa, tras la explosión quedó el silencio.
Tras eso Teresa se levantó de inmediato y dijo que se marchaba, Rubén rápidamente hizo un gesto al camarero que le indicó con otro que no se preocupase que ya hablarían de la consumición, de inmediato salió tras de la mujer. Iba andando velozmente, muy rabiosa por lo que le había escuchado decir. No le sentó nada bien que la llamase reprimida, ella se consideraba una mujer muy liberal, bastante abierta y nada mojigata, aunque eso sí, sensata. Y desde luego a eso no se le podía denominar como “reprimida”. También le enfadaba el modo en como el parecía saber siempre que teclas tocar para sacarla de sus casillas o para parecer que siempre terminaba comiendo de la palma de su mano, o que hacia lo que se suponía que él deseaba que hiciese… Se le llevaban una vez más los demonios con solo pensar en ello, parecía que el puto Rubén fuese experto en cómo sacarla de sus casillas.
Enfiló directa hacia una pequeña calle lateral que era donde encontró sitio para aparcar, las aceras eran sumamente estrechas, pasaba un persona y con dificultad, al ir llegando al a puerta del vehículo sacó el mando para abrir la cerradura y preparó la llave, cuando se situó ante este se inclinó un poco para abrir la puerta y fue cuando se dio cuenta que junto a ella había alguien. Se volvió y se encontró frente a Rubén, que sin mediar palabra se lanzó sobre ella apoyándola contra el vehículo mientras empezaba a besarla y sobre la ropa a amasarle los pechos… Su pelvis se pegó contra ella y empezó a restregarle su más que evidente empalme, lo peor de esto para Teresa fue que sin pretenderlo, notó como se empezaba a mojar al sentirlo de ese modo tan agresivo contra ella…
En un momento dado cuando ella ya colaboraba en prácticamente todo, la hizo darse la vuelta poniéndola contra el coche, alzándola la falda, dejando su culo al aire y pegándose contra ella. Se retiró un poco hacia atrás sacándose la polla del pantalón y poniéndosela entre sus glúteos, metiéndola por el canalillo, restregándosela allí mientras sus manos no dejaban de intentar alcanzar su pechos bajo la ropa. Al oído le dijo a Teresa que se la iba a follar, que la iba a tratar como la puta que era, que ya que lo que quería era polla, le iba a dar con ella hasta que se corriese… Teresa no replicó, no podía, estaba gimiendo y jadeando por la sucesión de sensaciones placenteras que parecían inundar su cerebro…
En un momento dado, Teresa sintió como Rubén se agachaba un poco, como metía la polla entre sus piernas y la hacía inclinarse un poco más para dejar su coño franco al contacto con esa barra de carne tan dura que podía sentir perfectamente. Se sorprendió al notar que Rubén parecía no ser capaz de penetrarla, ya que la cabeza de su pene solo parecía poder pasar por entre sus labios mayores para terminar al final sobre su cada vez más sensible clítoris, podía sentir como el glande lo acariciaba, como este parecía estar recubierto de una gruesa película de algo pastoso, y como desde ahí por sus piernas parecía bajar algún grueso goterón de líquido que el propio Rubén le dijo al oído que era una mezcla de su flujo y el líquido preseminal de su polla… Teresa medio fuera de si le pidió que se la metiese de una vez, que se la clavase ya que no aguantaba más…
Al ver que este no parecía conseguir nada, intentó llevar sus manos hacia la polla para guiarla, encontrándose con que de pronto Rubén abandonaba sus pechos para cogerla por las muñecas e inmovilizarle estas contra el techo del coche… Teresa completamente fuera de si le repitió cuatro o cinco veces un “Fóllame Cabrón, fóllame de una puta vez”, sin conseguir otra cosa que el que Rubén continuase pasándole el glande por su coño de aquella forma, terminando siempre sobre su cada vez más inflamado y sensible Clítoris… Cuando más desesperada estaba, casi al borde del orgasmo y rabiando porque no la tenían dentro de sí, Rubén le dijo al oído…
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Si quieres probar mi polla… ya sabes dónde tienes una copia… zorrita mía… -después le dio un mordisquito en el lóbulo de la oreja.
Lo peor es que tras eso dejo libres sus manos, dirigió las suyas a su coño e introduciéndole tres dedos de golpe, moviéndolos rápidamente en su interior en todas direcciones, lo que para su sorpresa la llevó a alcanzar el clímax. Mientras el glande jugaba sobre su clítoris, uniéndose todo ello para arrancarle un violento orgasmo que provoco que Rubén la tuviese que sostener como pudo contra el coche para evitar que se desplomase contra el suelo al doblársele las rodillas… Cuando se recuperó lo suficiente, sin mediar palabra, Teresa se colocó la ropa lo mejor que pudo para después entrar en el coche y arrancar, luego sin mirarle, antes de cerrar la puerta, con tono muy serio le preguntó…
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¿Todo esto porque?
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Obviamente y aunque no te lo creas, porque me gustas, pero antes de avanzar más contigo, quiero ver de que eres capaz…
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¿Me estás diciendo que en realidad todo esto es para evaluarme como posible “novia”?, no me jodas… ¿es que me tomas por idiota? –le miró taladrándole con los ojos.
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Ves cómo eres muy cerrada de ideas Teresa, yo no quiero novia, o novio, esposa o esposo, yo lo que quiero es una pareja en la más amplia concepción del término, que algo más complejo de tener que eso otro que tú dices…
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Es decir, una puta, una sumisa que haga lo que quieras… -apretó con fuerza el volante.
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Créeme que si tú fueses una sumisa o te viese con visos de llegar a serlo de verdad, ni te miraría dos veces… Tú eres muchas cosas, o lo serias si te dejases llevar, pero no desde luego una sumisa… y ahora… es ya tiempo de que te vayas… y recuerda Teresa… -se inclinó sobre ella- “déjate llevar” –le susurro lamiéndole luego lentamente la oreja y provocando un escalofrió de placer en Teresa antes de cerrarle la puerta del coche.
Cuando Teresa llegó a su casa, iba como empezaba ya a ser costumbre en ella, muy enojada por Rubén, se pasaba tanto tiempo en ese estado por su culpa, como caliente. Cuando se metió en la cama empezó a dar vueltas, no conseguía conciliar el sueño, había alcanzado esa tarde-noche varios orgasmos a manos de Rubén, pero no había forma de parar, sabia de sobra que de nuevo volvía a tener su sexo completamente empapado, era superior a ella el no mojarse cada vez que pensaba en él por muy enfadada que estuviese… Era consciente de que la tenía salidísima en cuanto se le acercaba con uno de sus trucos… y no le gustaba saberse de ese modo, tan vulnerable.
Pero esa noche por algún motivo era diferente, las palabras de Rubén le martilleaban en la cabeza, “dejarse llevar, dejarse llevar”, solo podía escuchar eso, y por primera vez desde que todo esto empezó, decidió dar una oportunidad a lo que él le decía, tomo la decisión de dejarse llevar por sus deseos, tras ello se levantó directamente a por la caja con su regalo. Sacó el vibrador de la caja, abrió la tapa posterior para insertar las pilas que lo harían funcionar, luego tomó un pequeño librito de instrucciones en el que venían diversos usos para los “lubricantes” de los frasquitos y para algo más que no había visto por estar en una esquina prácticamente oculto, un anillo vibrador, aunque decidió que este por esta vez, se quedaría donde estaba.
Tras leerlo mientras acariciaba inconscientemente el aparato se quedó pensativa decidiendo que usar primero, cuando lo tuvo claro tomó uno de los pequeños botecitos que venían en la caja, y que según lo que ponía en el librito se trataba de una crema “de efecto calor humano” para usar con el “aparato”, con todo ello en las manos se dirigió a la cama... No pudo evitar al tenerlo en la mano observarlo, tantearlo y hacer sus cálculos sobre ello, unos 17cm de largo, quizá un poco menos, pero bastante gruesa, con unos 5 cm de diámetro aproximadamente, quizá un poco más…, consideró que desde luego no estaba nada mal.
Pese a los minutos tardados en preparar todo aquello, aún seguía excitada, por fin hizo lo que tanto le habría gustado hacer anteriormente, ver el video en el que ese cabrón de Rubén se follaba a la puta de la rubia en aquellos servicios mientras sentía como la polla de este, o en ese caso su copia, recorría lentamente sus labios mayores, deteniéndose un poco al llegar al clítoris para centrarse en el durante unos segundos, pasándose a continuación el aparato por el perineo abajo hasta llegar a su puerta trasera, manteniéndolo allí un breve espacio de tiempo, aumentando de este modo su excitación al puntearse levemente.
Tardo poco en verse impelida por la necesidad de sentirla dentro de ir introduciéndosela poco a poco, sentía como le iba abriendo lentamente su sexo, como primero se introducía la punta, despacio, muy lentamente, aguantando la respiración mientras sentía como iba siendo abierta poco a poco, sin dejar de mirar en su otra mano el teléfono móvil con las imágenes que este pasaba cíclicamente de Rubén follando con aquella zorra. Cuando todo el glande del aparato estuvo dentro junto con un tercio del tronco se detuvo a coger aire jadeante. Estaba tremendamente excitada, hiperlubricada, más el que llevaba el aparato, pero este seguía siendo bastante grueso para lo que ella estaba acostumbrada, además de que quería sentir como entraba centímetro a centímetro. Por este motivo fue insertándoselo despacio, saboreando cada momento hasta que por fin lo enterró por completo en lo más profundo de su ser, momento en que sin poder ya esperarse un segundo más lo puso en funcionamiento, haciendo que soltase un profundo gemido cuando este inicio su suave movimiento en su interior. Una cosa que le sorprendió fue que gracias al lubricante, y sin duda al material del que el vibrador estuviese hecho, con ese "efecto calor humano", parecía una polla de verdad, o al menos lo más parecido que nunca se hubiese podido imaginar.
Estuvo durante varios minutos metiéndolo y sacándolo de su coñito lentamente mientras veía esas imágenes, en un momento dado, cuando su cerebro empezó a recibir los primeros estímulos concentrados de placer, su mano se abrió dejando escaparse el teléfono para acudir de inmediato a aferrarse con fuerza al cabecero de la cama. Se sujetó con firmeza mientras para entonces ya movía frenética el consolador, a la vez que se tensaba con la llegada de un brutal orgasmo que la dejo baldada, al punto que incluso soltó el vibrador que seguía funcionando en su interior para llevar también esa mano al cabecero, alargando sus espasmos hasta no tener ya ni fuerzas... aumentando tras ello la tensión de su cuerpo. Tardo unos segundos en pasar todo completamente, después con mucho cuidado movió sus manos hacia su entrepierna para poder retirar el aparato con cuidado tras detener su movimiento, quedándose después jadeante y satisfecha… Para su sorpresa al incorporarse, pudo darse cuenta por primera vez de la cantidad de flujo que había expulsado durante su solitaria sesión, tenía la cama completamente empapada de sus jugos, parecía que se hubiese orinado por la extensión de la macha de humedad.
El lunes cuando llegó a la oficina y se instaló en su sitio, sus ojos lo primero que buscaron fue a Rubén, viéndole enseguida, como no, junto a alguien dándole a la lengua. Tras despachar con Raquel los asuntos del día le pidió a esta que por favor avisase a Rubén, cuando este entró se limitó a mandarle con total profesionalidad una serie de encargos para que realizase. Cuando Rubén llegó a la oficina todo empezó bien, pero a medida que Teresa iba explicando lo que deseaba que Rubén hiciese, su voz, su tono, sus gestos e incluso su propio cuerpo parecieron ir tomando una..., digamos que una posición de control y dominio sobre él, como de estar ahora, en ese instante, ya muy por encima de él y de sus "estúpidos juegos". Pero todo eso pareció volverse en contra de Teresa ante un solo gesto del hombre, ante una especie de sonrisita irónica que le dirigió justo cuando estaba casi saliendo, casi con su mano en el picaporte para abrir... al punto que la hizo saltar al verla...
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¿Se puede saber a qué viene esa sonrisita? -preguntó nuevamente furiosa con él.
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¿Qué sonrisita Sra. Teresa?
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Rubén, estamos solos en mi despacho, con la puerta cerrada y nadie nos va a escuchar, de modo que deja de hacerte el tonto conmigo, ¿estamos? -Teresa no entendía como podía lograr sacarla de quicio de ese modo cada dos por tres.
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Viene a que está claro que anoche usaste mi regalo, disfrutaste con ello y ahora piensas que eres inmune a mí, que ya no te vas a dejar arrastrar más... ¿o me equivoco? -sonrió con una de esas sonrisitas estúpidas que provocaban que desease partirle la cara.
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¡¡¡Oye!!!, que tú nunca me has arrestado a nada... -se sulfuró.
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Por supuesto que no, pero sí que he logrado ponerte celosa alguna que otra vez... -se rio.
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Eso es mentira, ¿porque me iba a poner celosa de... "alguien como tú"? -dijo en tono mordaz.
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¿Alguien como yo?, ¡uhhhhh!, eso ha dolido... –dijo llevándose teatralmente las manos al corazón-. De todos modos debo de rectificar en algo que dije... –sonrió malicioso.
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¿En qué? -no pudo evitar preguntar.
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En eso de que no eras lo bastante abierta... Ahora pienso que si debes de serlo, sí, porque para meterte "la copia" que te regale con comodidad has tenido que "abrirte" bastante, por lo menos de piernas. Aunque claro, lo has hecho donde nadie pueda "sorprenderte", en tu casa... Y ahora si me disculpas... tengo trabajo que hacer... procurare que me veas bien para que no sufras por no saber dónde estoy y te pongas nerviosa -se excusó retirándose antes de que la diese tiempo a reaccionar ante lo dicho.
No creo poder describir aquí como se puso la Sra. Teresa con el pobre Rubén por el comentario generalizado ese tan "inoportuno" que le hizo antes de marcharse, especialmente porque había sido realizado sobre una serie de temas con los que no le podría montar un bonito espectáculo en cualquier sitio en que le pillase, sino que debería de explicarle esas cuatro cosas que se moría de ganas de decirle a solas, todas ellas sobre lo que había dicho, algo que empeoraba aún más la situación y su humor. También es cierto que las miraditas risueñas que Rubén le lanzaba cada vez que se cruzaban los dos no es que ayudasen precisamente a calmar a Teresa, esta y cada vez más, empezaba a querer sangre, pero no una sangre cualquiera, no, quería la sangre de Rubén, o su cabeza, que tampoco era muy exigente al respecto.
Ese lunes, Teresa se quedó con un palmo de narices, no tuvo más remedio que aguantarse con lo que Rubén le dijo, al no tener ninguna oportunidad de hacérselo pagar, o como mínimo, de poder gritarle concienzudamente en público gracias a algún motivo valido. Cuando llegó a su casa se cambió, se puso cómoda y se sirvió una copa d vino, sentándose en el sofá, poniendo de forma inconsciente en marcha la televisión. Estuvo sentada ante la caja tonta sin prestarle atención, pensando en Rubén, en lo extraño que era, en como lograba que al final ella terminase haciendo lo que quería, en como conseguía del mismo modo irritarla sin que pudiese tampoco controlar su temperamento. Si al principio no le pareció del todo verdad eso que le dijo Rubén de que no quería a una sumisa, ahora mismo estaba empezando a replanteárselo, lo único que tenía claro es que era una persona sumamente extraña en todos los aspectos y que se salía de cualquier previsión que pudiese hacer sobre él en base a sus anteriores experiencias con los hombres.
Era consciente de que si todo esto lo hubiese vivido con Arturo o con cualquiera de sus anteriores relaciones, e incluso con algún amigo, sabría perfectamente cómo manejarlo. Sin embago, con Rubén era incapaz de ello, cuando parecía que por fin sabía por dónde iba este a reaccionar, se salía por la tangente abriendo un nuevo frente ante ella y dejando todo lo anterior de lado. Había logrado que pensase en él, que se masturbase con él, incluso que usase su... "regalo", esa copia exacta de su polla según él, y cuando había hecho todo eso, cuando por fin se había quitado ese "picorcillo" por todo lo anterior, cuando por fin pensó que empezaba a controlar ella la situación precisamente gracias a lo que le regaló..., el cabrón de Rubén parecía dejar todo eso de lado e irse en otra dirección completamente distinta, dejándola completamente descolocada una vez más.
A Rubén lo cierto es que Teresa cada vez le gustaba más, pero aun debía de descubrir muchas más cosas sobre ella, quería saber si de verdad merecía la pena intentar algo en plan serio o por el contrario, sería una nueva decepción como sus anteriores intentos con otras personas. Era consciente de que lo que él quería como pareja era muy complicado de obtener, pero en ella había visto un muy buen material para considerar que era una muy seria posibilidad. La dificultad de lo que Rubén deseaba era que él no estaba dispuesto a cambiar, pero tampoco a obligar a cambiar a nadie por él, y ambos debían de tener unos valores muy similares para que una relación de ese tipo funcionase vistas todas las más que probables dificultades a las que tendrían que hacer frente en muchos aspectos.
Tanto ese mismo lunes por la noche, como las del martes y el miércoles, Teresa uso con generosidad el regalo que le hizo Rubén, es más, el martes por primera vez acoplo en la "copia" el anillo vibrador que llevaba la caja, y los resultados fueron mucho mayores de los esperados. Cuando se introducía por completo "la reproducción", el anillo sistemáticamente terminaba contra el clítoris, estimulándolo sin parar… ¡y de qué manera! Además, provocándole con ello unos orgasmos muy intensos... Pero esto tenía su talón de Aquiles, tal y como Teresa estaba empezando a darse cuenta, este efecto secundario no era otro que el hecho de despertar sus ganas por probar el "original". Sabía por propia experiencia como las gastaba Rubén con su boca y sus manos, como era capaz de calentarla tan solo con sus palabras, y ahora, tras estas experiencias solitarias, empezaba ahora a darse cuenta de la siguiente trampa que le había tendido, esta vez con su "regalo". Sintió que ella era Eva y que la serpiente le acababa de poner la manzana en los labios…, al pensarlo no pudo evitar ruborizarse…
Teresa empezaba a verlo como un juego entre ambos, como una especie de guerra de voluntades entre los dos, de ver quien se terminaría al final imponiendo al otro, y empezó a madurar un modo de cambiar las tornas con Rubén. Un hándicap que tenía ella era su ex, Arturo en todo este tiempo no había cejado en su empeño de recuperarla por los más diversos medios, e incluso alguno de sus amigos, tanto de ella como de él, no habían dudado en intentar aprovechar la ocasión para "consolarla". Con Enrique había estado a punto de caer ya que le había gustado desde siempre, sin embargo, eso fue hacia unas semanas, en este tiempo había cambiado mucho la situación, le gustase o no, tenía que reconocerse para sí misma, que en esos instantes solo había un hombre por el que se sintiese interesada, y era Rubén, que por cierto vaya papelón teniendo en cuenta que este era como era...
Esa misma noche se presentó en su casa a cenar con ella para tratar de animarla un amigo de ambos, con el que siempre se habían llevado muy bien. Este había roto su relación con su novia de varios años también hacia poco, aunque bastante antes que ella con Arturo, y por ello digamos que no la extraño mucho que acudiese con las intenciones que dijo, máxime habida cuenta de que solía viajar mucho por su trabajo y en ello se incluían también los fines de semana. Agustín que era como se llamaba empezó por preguntar las típicas cosas y a revelar ciertos detalles de su ruptura con Cris, su ex novia, en cierto modo para crear una base de confianza mutua.
Dado que era un buen amigo Teresa aprovechó para desahogarse un poco con él, incluyo también en ello el intento de Enrique por llevársela a la cama, cosa que despertó las risas de ambos a cuenta de ello. El problema llegó cuando toco la hora de marcharse, Teresa le dio un cariñosísimo abrazo a Agustín, que improvisadamente le lanzo un pico que ella no solo no esquivo, sino que acepto con naturalidad, cosa que sin duda confundió al hombre, ya que tras unos segundos, volvió de nuevo a posar sus labios sobre los de Teresa, solo que esta vez lo hizo intentando darle un beso en toda regla. Ella le paró los pies en seco, se retiró y lo miro sorprendida, luego le pidió disculpas por si su error se hubiese debido a aceptar el pico aquel, pero dejándole claro que no quería nada con él. Agustín se fue de allí con una sonrisa en los labios y quitándole importancia al asunto, aunque Teresa era consciente de que no se marchaba para nada contento.
El jueves por la mañana en un momento en que se encontró con él a solas aprovecho para preguntarle si le interesaría con un par de sus amigos quedar con sus amigas y ella, ya que estas estaban encantadas con la noche que pasaron juntos, por lo que no les importaría nada repetir. Rubén con una sonrisa aceptó en su nombre y el de los amigos que ese día estuvieron con ellos, dándole la dirección de donde pensaban quedar todos ellos el sábado por la noche, para que las cuatro mujeres pudiesen sumarse al grupo. Teresa se marchó de su lado, por primera vez con una sonrisa en la cara, pensando que en esa ocasión era ella quien controlaba la situación... mientras, Rubén se quedó pensativo viéndola dirigirse a su despacho, se puso en marcha de nuevo cuando entró en él y cerró la puerta.
Ese día no ocurrió nada más, pero Rubén iba rumiando la petición de Teresa, estaba seguro de que pretendía alguna cosa, y que esta posiblemente iría destinada a él, convencido de que trataría imponerse, algo de lo que no estaba muy convencido de que fuese bueno... aún. Estaba empezando a entrar en su juego, pero aún tenía un par de cosas que mostrarla y que verificar con ella antes de poder llegar más lejos, así que pensó que al día siguiente aprovecharía que le habían hecho unos encargos para entregarlos, hacer así su nueva "maniobra" ante su cara, ver que reacción tenía por ello y de paso, descolocarla un poquito más.
El viernes por la mañana estuvo esperando el momento propicio, cuando considero que había llegado se estuvo moviendo por entre las mesas hablando con varias compañeras que se levantaron a los pocos segundos. Solo un poco después fue él quien se desplazó con varios paquetes en sus manos, pero haciéndolo todo de modo que Teresa le viese a la perfección, provocándola con su comportamiento, impeliéndola a seguirle para ver donde iba, especialmente cuando en esos instantes no estaba su secretaria tampoco a la vista que la pudiese preguntar sobre tanto movimiento repentino.
Teresa no tardó en picar el anzuelo, poniéndose rápidamente en marcha al ver aquel desfile de gente, para su sorpresa se dio cuenta de que todas, o al menos las ultimas chicas en levantarse seguidas por Rubén, entraban todas en el aseo de señoras, lo que le intrigó por un lado, y molesto mucho por otro, precisamente por la presencia de un hombre allí dentro, aunque este fuese Rubén, o quizá, precisamente por ser él. El caso es que aquello no le gustó para nada, por ello cuando lo vio, con cara de muy poquitos amigos se dirigió muy decidida hacia allí...
CONTINUARA