Rubén - 5

Teresa recibe un par más de sorpresitas sobre Rubén, incluido el “regalito” de este por su cumpleaños… La pobre tiene un fin de semana de lo mas entretenido

RUBEN- 5

El viernes salió antes de trabajar. Se marchó directamente a comprar, para esa noche con sus tres mejores amigas quería algo… explosivo, quería algo que la sentase, literalmente, de muerte. Se gastó una pasta, de hecho entre el vestido, los zapatos y el conjunto de ropa interior que se compró, prácticamente reventó la tarjeta de crédito, pero considero que bien lo merecía. Quedo con Karen, Agatha y Silvia en un local de moda del centro con intención de “romper la noche”. Cuando llegó iba completamente segura de dejar a sus amigas con la boca abierta, su look era salvaje, de modo que fue algo que logró sin el menor problema. Claro, que no fueron las únicas en verse en esa situación, cuando las vio, a ella misma también se le abrió la boca que parecía la entrada del metro.

Para total, completa y absoluta sorpresa de Teresa, junto a las tres que la miraban sonrientes, con la boca abierta al verla vestida de aquella guisa, se encontraba Rubén, vestido nuevamente de oscuro, igual prácticamente que la noche del miércoles cuando ocurrió aquello con él, además que con esa ropa era como pasar del día a la noche. Cuando le había visto allí se había quedado estática, parada en medio de la acera, incapaz de dar un solo paso más. Estaba sorprendida e incluso se podría decir que superada por la situación que veía, pero se rehízo y avanzo hacia sus amigas, nerviosa, no sabía que ocurría exactamente para que él estuviese allí. Se sentía temblar bajo la escrutadora mirada de ese hombre que tanto la desconcertaba… y atraía, que en el trabajo parecía ser una cosa que cada vez tenía más claro que no era en realidad.

Mira que sorpresa, nos hemos encontrado aquí con este compañero tuyo del trabajo, Rubén -le dijo Silvia nada más llegar y darse los besos de rigor entre ellas-.

¿Pero cómo sabíais...? -dejo caer desconcertada.

Pues porque cuando me has llamado ha visto que aparecía tu cara en mi teléfono, y ha sido cuando se ha presentado -explico Karen-.

Si, desde luego, ha sido... "toda una sorpresa" -le sonrió burlón Rubén de forma especialmente maliciosa, haciendo que a Teresa le temblasen las rodillas-.

Pero entonces de verdad que no te quedas con nosotras... mira que lo pasarías bien... -se volvió de repente Agatha hacia Rubén.

No, muchas gracias, pero no puedo, ya había quedado aquí con un grupo de amigos, solo espere para poder saludar a... “mi adorable compañera”, de todos modos, ha sido un placer conoceros -tras esto se despidió de las cuatro con un gesto y se adentró en el local-.

Bueno, pues vamos también nosotras para dentro, que yo a este no le pierdo de vista -dijo riéndose Silvia-.

Oye Silvia, casi mejor le dejamos vale, es un compañero, pero en realidad es un subordinado mío y no quiero imponerme... -intento zafarse Teresa-.

Eso es igual Tere... ¿tú sabes quién es tu amigo?

No te entiendo...

Es el del viernes pasado, el del servicio... -y se rio a carcajadas-, recuerdas el escándalo que monto con la tía con la que estaba, se la folló el cabrón de un modo que parecía que la estuviesen asesinando por los gritos que pegaba.

No fastidies... ¿es aquel que nos contaste?, ¿el que decías que casi reventó a aquella tía? -preguntó Karen.

Pues sí, es él, le vi cuando salió... a él y a la rubia tetona, que llevaba una cara de felicidad que no veáis -hizo un mohín para luego reírse a gusto.

Porque no lo dijiste antes, venga, vamos dentro a ver si lo vemos, que no se nos escape... -repuso rápida Karen obligando a las otras tres a moverse hacia el local y avanzando rápida mientras se daba un rápido repaso arreglándose y recolocándose mejor “toda” su anatomía.

Teresa se encontraba completamente desbordada por la situación, ni en sus peores pesadillas se podía haber imaginado algo como eso, el que Rubén apareciese allí ante ella, y para colmo, ahora parecía que sus amigas, sus mejores amigas, tenían toda la intención de perseguirle. Tan solo cuarenta minutos después estaban las cuatro, gracias a la cara que le echó Karen que todo hay que decirlo aprovechando su cumpleaños y poniéndola como mascaron para poder unirse. Todas terminaron riéndose y cantándole el feliz cumpleaños junto a Rubén y su grupo de amigos, dieciséis encantadoras personas entre hombres y mujeres. La más callada era Teresa, que no sabía cómo hacer para salir de aquel lio en que Karen la acababa de meter, estaba muy incómoda teniéndole allí, tan cerca de ella.

Teresa deseo que se le tragase la tierra, cuando Karen con quien al igual que con las otras les había hablado de cómo era Rubén... hasta cierto punto. En una ocasión en que este se había ido con dos de los chicos, pregunto a una de las amigas de este, si era o no Gay, porque según dijo su forma de ser, hablar y comportarse "la confundía"... La amiga en cuestión, de nombre Tamara, cogió a su novia por la cintura mientras se echaba a reír, pero sin embargo, más que contestar, lo que hizo fue preguntar a su vez...

Dime una cosa, Karen ¿no?

Si, Karen...

Bien, veras, ¿tu alguna vez lo has hecho con una mujer...?

No, yo no, pero no sé qué tiene que ver eso con... -Tamara la interrumpió.

Pues tú no sabes lo que te pierdes, pero bueno, vamos a Rubén, y no, Rubén no es Gay, para nada, créeme que sería todo un desperdicio...

¿Desperdicio?, pero si tú... lo siento –se interrumpió, disculpándose azorada Teresa.

Pero si yo soy Lesbiana, es eso, ¿no? -Teresa asintió-. Si, lo soy, pero aun así, te digo que si Rubén fuese Gay sería un desperdicio, exactamente igual que si fuese exclusivamente Hetero. Pero por fortuna, no lo es, aunque tampoco podríamos tratarlo de “Bi”, digamos que es... bastante ambivalente para que nos entendamos.

Así que tú con él... -dejo caer Agatha.

Yo no, nunca, y no creas que no me gustaría pese a no querer cerca un tío ni en pintura, pero para eso, tiene que ser el quien lo quiera y no es nada fácil de conseguir eso si eres amigo o amiga de él. Quien sí lo consiguió fue mi chica aquí presente... antes de empezar ambas a conocernos y salir, que conste...

¿Y? -preguntó Teresa a la novia, Coral, con repentinas muestras muy mal disimuladas de interés.

Pues para serte sincera, es algo... increíble, es como estar desnuda y con los ojos vendados con dos personas, un hombre y una mujer, nunca llegas a saber cuál de los dos será quien te toque o quien te folle... Rubén para mí, consigue extraer para su pareja lo mejor de los dos sexos... y no veáis como lo extrae... como si fuese un manantial lo extrae… -termino diciendo con tono malicioso y soltando una risita.

Los demás siguieron indagando, curioseando y pinchando sobre ello. Teresa sin embargo, tras aquello permaneció callada, hubo algo que no la gustó de lo que se habló, y es que cuando Coral explicó aquello sobre él, sobre cómo era cuando estaba con alguien. En este plazo de tiempo, un par de los amigos de Rubén se interesaron por ella, por sus gestos, su forma de mirarla, se notaba que su ropa había sido un completo éxito, y no eran solo esos dos, más de uno de los tíos que pasaban cerca, le echaban una par de buenos vistazos, todos excepto quien de verdad a ella le hubiese gustado que la mirase de aquel modo e incluso por qué no, desnudándola con la mirada, Rubén… Teresa pensaba para sí que aquel maldito no podía dejar de atraerla con la misma intensidad con la que la desconcertaba a cada momento, no sabía cómo actuar con él.

Desde ese instante de la noche, en cuanto Rubén regresó con el grupo, Teresa tuvo que ver como Karen empezaba a ir a saco a por él, lo que no la estuvo sentado nada bien ver que su amiga hacia ante sus morros, pero tampoco tenía motivos para decirle que se apartase de él, especialmente cuando le restregaba las putas tetas. Uno de los principales conflictos que tenía Teresa consigo misma a la hora de poder siquiera plantearse a tontear con Rubén pese a todo lo sucedido entre ellos, era que este trabajaba con ella y para más inri, era su subordinado, lo que no podía ser más inconveniente y peligroso para ella, para su posición...

Para regocijo de Teresa pudo ver como Rubén se fue zafando de todos y cada uno de los intentos de Karen por ligárselo. Una vez que quedo claro que esta no conseguiría nada, tuvo que ver entonces como su lugar era ocupado por Agatha, que paso también a seguir con el acoso y derribo iniciado anteriormente por su amiga. Esta le saco a bailar, si bien los primeros temas fueron así, los siguientes, Agatha estuvo restregando su portentoso culo contra la polla de Rubén de la forma más descarada, tratando de llevar incluso, la mano con la que el le sujetaba por la cintura bien hacia sus pechos, bien en un último intento, hasta su coño… sin lograrlo ni una sola vez...

Se estuvo mordiendo los labios de rabia con Agatha, aunque se fue tranquilizando al ir observando que también ella empezaba a cosechar los mismos resultados que Karen, teniendo al final que desistir al no obtener el menor éxito tampoco, el dichoso Rubén parecía pasar completamente de todo el mundo y no reaccionar por mucho que se lo pusiesen a huevo... Lo cierto es que durante toda la noche, Teresa, disimuladamente no le quito ojo de encima, estuvo todo el tiempo como un halcón vigilando al conejo que sería su cena… aunque en su caso, vigilando al conejo “que ojala fuese su cena”. Hacia el final, cuando todos se empezaron a despedir, cuando le tocó el turno a Rubén y Teresa, este sorprendiéndola le susurró al oído...

Espero que te guste...

¿El qué? -le respondió.

Ya lo veras... confió en que lo disfrutes... –le dio un suave soplido en la oreja que hizo que por su cuerpo recorriese un escalofrió.

Teresa tras eso le vio alejarse con paso seguro hacia la calle, quedándose mirándolo en una mezcla entre hipnotizada y perpleja, no entendía que era lo que le había querido decir con aquellas enigmáticas palabras, o porque demonios siempre terminaba reaccionado aun sin querer a cualquier cosa que él le hiciese. Salió con sus amigas del local, Silvia no había probado alcohol porque había llevado el coche, de modo que las cuatro se dirigieron hacia este, en el trayecto Teresa se dio cuenta de que las tres se sonreían unas a otras y la miraban a ella de reojo, lo que le empezó a dar mala espina... Una vez en el coche...

Bueno, dinos Tere, ¿que hay entre ese tal Rubén y tú? -pregunto maliciosa Agatha.

No entiendo... es un compañero de trabajo, de hecho un subordinado...

Sí, eso ya lo sabemos, ¿pero ya ha ocurrido algo entre los dos o no? -pregunto Karen.

Oye, en serio, ya vale, que entre los dos no hay nada... -contesto Teresa sin poder evitar ponerse a la defensiva.

Pues eso no será entonces porque tú no quieras... -dejo caer Silvia-.

Bueno, ya vale de cachondeos... es únicamente un compañero...

Eso no te lo crees ni tú, que he visto como nos mirabas a mí y a Agatha cuando hemos intentado ligárnoslo -dijo Karen con una sonrisa-, ¿porque te crees sino que hemos sido tan descaradas que solo nos ha faltado follárnoslo?

Te hemos estado observando todo el rato, bonita, y se te veía el plumero cosa mala... -dijo Silvia sorprendiéndola.

¿A mí?

Si, a ti, que estas últimamente muy rara. Tras lo de Arturo deberías de estar hecha una mierda o atacando a cuanto tío se te cruce para sacarte el clavo con otro clavo, pero no, de eso nada, has estado de todas las formas posibles excepto de una... ¿sabes de cuál hablo?

Dime...

No has estado de novia dolorida y rabiosa por pillar a su novio con otra... excepto en momentos puntuales en que te has cabreado al salir a colación tu ex. No has estado, no te has comportado así, sino como alguien que quiere algo que no tiene o que cree que no podría tener, alguien que está plenamente concentrada en ese objetivo desechando todo lo inservible, véase… “Arturito”... Y esta noche, eso ha sido muy gráfico cada vez que le mirabas con nosotras, estas coladita... -sentencio Karen-.

Está claro que ese tal Rubén te tiene loquita... te mueres por echarle el guante so zorra... y no precisamente para mandarle que te “haga” unos informes… -dijo Silvia terminando por reírse las tres ante la cara de pocos amigos de Teresa.

No tenéis ni idea de lo que decís, no sabéis como es ese tío, como va a la oficina... no... -Agatha la interrumpió.

Te he ido a buscar al trabajo más de una docena de veces, y si, si me había fijado en ese chico por razones obvias, con su ropa es imposible ignorarlo, de hecho le he reconocido en cuanto se nos ha presentado, ha sido decir su nombre y recordarle a la perfección... Aunque reconozco que al verle asi vestido y darme cuenta de quién era, casi babeo de ganas… –dijo Agatha-.

Pero... pero... pero...

Sin peros, vista como vista, se comporte como se comporte, o parezca lo que parezca, sus amigos te lo han dejado claro, no es Gay, además, tu misma tienes la experiencia esa del servicio que lo deja clarísimo. Aunque por lo visto tampoco es exclusivamente Hetero, pero bueno, quizá pudieses terminar por hacerle entrar por el aro con un poco de psicología femenina... Pero una cosa es segura, te mueres de que te “entre por el aro” –dijo provocando las carcajadas de las otras dos.

Ya, claro, seguro que sí... -tras eso Teresa arrugo el morro y se encerró en un silencio del que no pudieron volver a sacarla.

El problema de Teresa, es que sabía que se había tomado varias copas, que no estaba muy cuerda, que la conversación le estaba afectando y que lo mejor para evitar decirles cualquier cosa de la que luego tuviese que arrepentirse, era cerrar la boca, por lo que se calló sin volver a entrar en ningún dialogo más referente a Rubén. Cuando la dejaron en la puerta de su casa, Karen antes de que se bajase, le dijo que dejase de hacer el tonto y si ese hombre le gustaba, que intentase ir a por él, no fuese que alguna se le adelantase. Entonces por hacer una gracia, Agatha le soltó que si se lo quitaban, se iba a acordar de ella y de Karen, porque por ser su amiga y gustarle a ella no iban a poder continuar asediándole para tirárselo… Se ganó en el acto una colleja de Silvia que le chistó… Teresa se rio de forma un tanto forzada de la broma y luego se marchó. Sabía que Agatha lo había dicho en broma, pero también conocía de sobra a sus amigas para saber que esta no había dicho ninguna tontería, de no ser porque pensaban que a ella le interesaba, estaba convencida que ninguna de ambas cederían en intentar ligarse a Rubén, y mucho menos tras lo que dijo la tal “Coral” aquella…

Sobre las doce del mediodía llamaron al portero automático, levantándose trabajosamente para abrir, resulto ser un mensajero con unos ojos abiertos como platos, que llevaba un paquete a su nombre. Dado que no había que pagar nada, los datos estaban correctos y tan solo tenía que firmar, hecho su rúbrica en el recibo que le presentaron, cerró la puerta, y dejando el paquete sobre la mesa se marchó directa de nuevo a la cama. Despertó definitivamente como a las tres y media de la tarde poco más o menos, lo primero que hizo fue hacerse la comida, algo rápido, sencillo y ligero, opto por una ensalada de pasta. Una vez termino, recogió la mesa, metió las cosas en el lavavajillas y se dispuso a ocuparse del paquete que le habían llevado por la mañana.

Nada más abrir el envió, se encontró con un segundo paquete envuelto con un lazo y una tarjeta de cumpleaños que cogió de inmediato, al abrirla enseguida vio una gran “R” dorada con letra de imprenta y mucha filigrana en el diseño. Al ver la letra respiro hondo, viniéndole en el acto a la mente la extraña despedida de Rubén, sus palabras… “espero que te guste” y después… “confió en que lo disfrutes”… y más tarde, de que ya en su propia oficina le dijo directamente que "el sábado" recibiría un... detallito, de lo cual se había olvidado por completo. De inmediato se preguntó nerviosa e incluso algo temerosa, que demonios contendría ese regalo. Se apresuró a abrirla…

Dentro del paquete había un pequeño sobre de color blanco con otra gran “R” idéntica a la de la tarjeta de cumpleaños en su exterior, y bajo el sobre se veía una caja de madera con el nombre de “TERESA” grabado en su tapa, también esas letras contenían también muchas filigranas en ellas para embellecerlas… Lentamente, nerviosa, incluso casi se podría decir que ahora ya con algo de miedo, extrajo la tarjeta que venía dentro del sobre, en ella se podía leer…

Para que tus sueños te sean aún más placenteros…

Con las manos casi temblándole saco por completo del paquete la caja de madera que contenía, entonces procedió a abrirla con sumo cuidado, levantando la tapa despacio, como si temiese que algo malo fuese a surgir de allí adentro. Bajo la tapa apareció un nuevo sobre con otra “R” dorada sobre él, bajo este sobre había una tela de seda cubriendo lo que fuese que contuviese la caja… Lentamente volvió a abrir el sobre y extraer la nueva tarjeta, en esta, claramente impreso por un ordenador ponía…

REPRODUCCION 100% DEL ORIGINAL

Respirando fuertemente y nuevamente con la mano temblorosa retiro con cuidado la fina tela de seda que cubría el contenido de la caja, llevándose de inmediato al verlo las manos a la boca, evitando por pura chiripa pegar un grito de sobresalto, y no era para menos. La caja, a simple vista, se veía que contenía un vibrador con unos detalles aparentemente… “muy realistas”, junto con varios botes de lo que, también a simple vista, parecía lubricante para el… “artilugio”, además de un paquetito de pilas, con al menos las necesarias como para un par de cambios de estas.

La cara de Teresa al ver aquello fue cambiando rápidamente, pasando por toda la gama de colores del blanco al rojo sangre, con varios viajes de ida y vuelta de uno a otro, por un lado por culpa del regalo, y por otro debido a la poco sutil referencia al video que grabo de Rubén follando con la rubia tetona aquella. Empezó a bufar por lo bajo, a insultar al autor del regalo, a acordarse de toda la parentela viva o muerta del sujeto en cuestión, y si no le llamo por teléfono en esos instantes para decírselo personalmente, fue porque no recordó que lo debía de tener de cuando le llamo desde la oficina, que sino, también lo hubiese hecho. Lo curioso es que cerro de un fuerte golpe la tapa de la caja, la tomo con ambas manos, se levantó, la levanto por encima de su cabeza, y cuando estaba dispuesta a estamparla contra el suelo… pero por algún motivo, al final fue incapaz de ello, en lugar de eso, la lanzo contra el sofá, pero poniendo como sin querer, todo el cuidado del mundo en que no saliese de sus mullidos cojines y terminase rota.

Empezó a pasear por el salón arriba y abajo como una fiera enjaulada, con los brazos cruzados sobre el pecho, lanzando todo tipo de advertencias, de amenazas incluso de terribles castigos sobre la cabeza del pobre Rubén, sin olvidarse de mentarle también para agradecerle de forma… “imaginativa” la atención de haberle hecho un regalo semejante, una copia de su… de su… bueno, de su “eso”. Teresa en esos instantes era como una caldera en plena ebullición que está a punto de explotar a la más mínima. Por un lado ver eso que le había regalado y recordar el video había sido todo uno, no pudo evitar “la comparación”, y todo esto la había puesto a cien, se notaba mojada e iba a peor por no poder dejar de lado ciertas imágenes en su mente, pero por otro… el cabreo era monumental… Precisamente ocurrió en ese mismo instante, de nuevo volvieron a llamar al portero automático, resultando ser alguien que iba a verla para algo que la enfadaría tanto o más que el regalito de marras, sumándose a todo lo anterior, aunque al menos, el calentón si le bajo un poco. Resultó ser Enrique, uno de los mejores amigos de su ex, de Arturo… que iba para recoger un par de cosas que aún quedaban allí de este y que no había tirado en su momento por la ventana.

Cuando abrió la puerta a Enrique, Teresa le saludo y dándose la vuelta le indico que le siguiese para darle lo que aún quedaba allí de Arturo… Por ese motivo, por darse tan rápido la vuelta, no pudo ver el gesto de sorpresa, confusión y algo más, que puso Enrique al poder verla tranquilamente andando de esa guisa ante él. Teresa no parecía ser consciente de que cuando se había levantado, al igual que cuando recogió el paquete de Rubén, se había puesto lo primero que encontró a mano, y eso era una bata corta, que le llegaba por encima de medio muslo y que por delante se le había abierto un poco. Bajo ella únicamente llevaba el pantaloncito que llevaba puesto cuando se acostó junto con una camiseta fina de tirantes que le quedaba por encima del ombligo, y es que, pese a estar con el pelo un poco revuelto, mostraba una estampa que provocaba que a cualquier hombre le creciesen los colmillos y lo que no eran los colmillos, además de que se le abriesen los ojos como platos ante semejante recepción.

Enrique entro cerrando la puerta, avanzando tras Teresa, incapaz de no fijar sus ojos en sus piernas, subiendo apreciativamente por su figura… Al llegar al salón le señalo una caja de cartón, indicándole que eso era todo lo que quedaba allí de Arturo. Fue entonces, mientras iba directo a por las cajas, cuando Enrique no pudo evitar el comentario, fue superior a él, lo que provoco que Teresa se detuviese en el acto, dándose la vuelta como si la hubiesen mordido…

¡¡Joder!!, de verdad que no entiendo como Arturo ha podido dejar a una chica como tú…

¿Cómo dices? –se volvió como una cobra.

Que no entiendo cómo te ha dejado… -dijo pasando por su lado.

Perdona, pero él no ha sido quien me ha dejado, he sido yo quien le pego la patada en el culo por liarse con una de su trabajo…

Pues no es eso lo que me ha dicho… -se justificó Enrique mientras cogía la caja.

Te abra dicho lo que quiera, pero tenlo claro, él no me ha dejado, es más, el muy baboso no ha parado de molestarme con “regalitos” para que volviese… -Teresa cada vez estaba más enfadada.

No entro en ello, solo te he comentado lo que él dijo…

Ah sí, y dime, ¿Qué mas dijo ese imbécil? Según el, ¿Por qué me dejo?

Ehhhh… bueno… veras… -Enrique dudó…

No te cortes hombre, dime, que ha dicho, venga… -puso los brazos en jarras.

Pues que te había dejado porque no eras capaz de “satisfacerle”, ya me entiendes, que no le “rendías”.

Ahhh, de modo que no le satisfacía, que no le… “rendía”, ¿no? Y dime –se abrió la bata mostrándose ante Enrique con la cólera reflejada en el rostro-, mírame bien, ¿tú crees que yo no le… “rindo” a alguien…? ¿que no estoy como para echarme todos los que pida…? ¿contesta, venga?

Bueno, siempre he dicho que Arturo es un poco estúpido y engreído… -dijo dejando la caja y avanzando hacia Teresa, poniendo sus manos en su cintura- Yo desde luego, nunca hubiese dejado a alguien como tú.

Tras decir eso acerco sus labios a los de Teresa, que esta acepto sin pensárselo para nada, estaba entre excitada y cabreada. Sus lenguas se encontraron y empezaron a danzar un enloquecido baile por las bocas de ambos, las manos de enrique se cerraron sobre el culo de ella, apretándola contra él mientras que los brazos de Teresa se cerraban sobre el cuello masculino. Teresa pudo notar como el miembro del hombre empezaba a crecer contra su pelvis, se empezó a excitar…

Que buena estas… siempre te he deseado… -jadeo el mientras pasaba a besarla en el cuello.

Si, sigue y calla… no pares R… -y ahí se le cortó a Teresa todo, casi, casi que incluso la digestión y todo.

Teresa tras eso se separó de Enrique, de repente todo el subidón se le había pasado, mientras sentía los besos, mientras notaba como se calentaba de nuevo a marchas forzadas, de repente a su mente vino la imagen de Rubén que le cortó todo el rollo por completo. No es que apagara su calentura, que no, no fue eso, sino el hecho de que se dio cuenta de que en realidad, a quien deseaba tener en esa situación era a Rubén, que en realidad Enrique solo sería un pobre sucedáneo de sus verdaderos deseos, y que encima para ella sería mucho peor el remedio que la enfermedad. Por eso empujo al hombre separándose de él, para después, rápidamente cerrarse la bata…

No, no puedo, Enrique, lo mejor es que te vayas, coge las cosas de Arturo y llévatelas…

Está bien, lo entiendo, pero es una lástima, si te engaño no lo merece… Si quieres que nos veamos, llámame… -le sonrió con su mejor sonrisa de conquistador-.

A Teresa le sentó mal la sonrisita que Enrique le lanzó, en ese instante no pudo evitar pensar como había sido capaz de estar a punto de perder los papeles con semejante gilipollas, aunque se dijo que si, que realmente sí que sabía por culpa de quien había estado a punto de hacerlo, de ese cabronazo que le sacaba de quicio cada vez que lo veía. Teresa sabía que Enrique había pensado que el no querer seguir era por Arturo, sin duda debió de suponer que había visto la puñetera caja y le habría traído “recuerdos” impidiéndola seguir… No pudo evitar sonreírse para sí y pensar que “si llega a saber de verdad porque no he podido y que por ese mismo es por culpa de quien también casi accedo… ese cretino se muere”, lo que le llevo a recordar de golpe el… “regalito” y nuevamente le entraron ganas de destrozarlo todo, lo que fuese, y especialmente a cierto… “Marica cabrón” que encima según parecía solo lo “fingía”… A Teresa en esos instantes se le llevaban los demonios… nuevamente una vez más… y ya iban ni se sabe con Rubén…

CONTINUARA