Rubén - 4
Teresa continua arremetiendo contra Rubén, sigue enfadándose con él, para al final, descubrir, que quizá, él sea la horma de su zapato
RUBEN- 4
El Lunes, el día nuevamente empezó mal para Teresa, nada más llegar a su despacho y quitando a Raquel, su secretaria, a la primera persona que vio fue al puñetero Rubén de las narices, que encima… “la ignoró”, según su forma de verlo, no se dignó a mirarla, ni siquiera para restregarle por la cara el que le tocase el culo, le mordisquease la oreja y le dijese aquello, sabedor además de que le había “grabado follando”. Para rematarlo, a los veinte minutos entró por la puerta Raquel con un enorme ramo de rosas, su cara cambio durante unos segundos, lo que tardó en recoger el sobre que traía, en cuya tarjeta se podía leer a simple vista y en doradas letras, un enorme “perdóname cariño… Tú Arturo”… La tarjeta quedó hecha trocitos en el acto, mientras, su vista rabiosa se fijaba en el de siempre, en el puto maricón ese como lo definía en su mente cada vez que se le cruzaba ante sus ojos, luego...
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Raquel, deshazte de esto –señalo el ramo-, dentro de tres minutos no quiero detectar ni el mínimo rastro de su presencia en las oficinas…
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Claro jefa… -Raquel salió casi a la carrera del despacho, no le hacía falta ser ningún lince para ver el cabreo que tenía.
Era ya lo que le faltaba, el “marica” no le hacía ni puto caso, la menospreciaba, y encima el capullo de Arturo empezaba su ofensiva con los regalitos para hacerse perdonar, estaba que se subía por las paredes. A Arturo le conocía bien y sabía su forma de pensar, era alguien muy engreído y pagado de sí mismo, dudaba que fuese capaz de asimilar que alguien fuese a dejarle por tan solo una “mamadita” de nada. Pero con lo que de verdad estaba cabreada era con todo lo ocurrido el fin de semana, Arturo solo era la guinda del pastel, y una guinda además rancia. El Viernes se había cargado el ligue de sus amigas tras el “encontronazo” con Rubén, y estas se lo habían pasado por solidaridad con su situación al acabar de romper una relación de más de tres años, cosa que ella sabía que no era verdad, si se había cargado la oportunidad era sencillamente por lo que le había dicho el “hijo de su madre” de Rubén, al tener que admitirse que sí, que pudiese ser que acabase en la cama con ese tío con el que estaba… Fue entonces, rabiosa cuando lo decidió, se rehusó a darle la razón al nenaza ese en lo que fuese, cargándose la oportunidad de todas.
Para mayor frustración, si bien el sábado había logrado esquivar sus, más que ganas, ansias de ver el video, el domingo no tuvo esa fuerza de voluntad y cedió a ellas. Intentó hacer un último esfuerzo, incluso llegó a borrar el primer video, esos segundos que le sirvieron para ver que sí, que quien estaba matando a pollazos a la mujer de al lado era Rubén, ese puto Rubén. Pero con el otro fue incapaz de hacer lo mismo, el domingo por la noche en la cama sucumbió a volver a mirarlo, y hasta tres veces paso la reproducción ante ella, incluso lloró de rabia al final, cuando por fin se corrió tras masturbarse frenéticamente viendo esas imágenes, introduciéndose varios dedos en su sexo como una desesperada.
Lo peor de todo, es que sabía que en esos momentos hubiese vendido su alma al diablo de ser necesario porque Rubén apareciese en su habitación de repente y se hubiese lanzado a por ella para hacerla suya… de hecho esa fue su principal fantasía, que aparecía y la trataba como al putón rubio que se folló el viernes por la noche en aquel servicio. También fue muy consciente de que se alivió la calentura con los dedos porque no tenía a mano nada más consistente, sabía que de haber tenido algún dildo o algo de unas buenas dimensiones, lo hubiese usado sin el menor pudor soñando que era el miembro de él, el que le atravesaba en esos instantes. Se arrepintió de haber devuelto todos los juguetes que Arturo le compró como no os hacéis una idea… Bueno, en realidad más que devolvérselos, se los tiro junto con el portátil, por aquello de que tuviese con que darse por el culo…
Teresa no se sentía nada feliz con todo esto, no solo eso, sino que no era capaz de entenderse a sí misma, de comprender como en tan corto periodo de tiempo había podido llegar a esta situación con, o por alguien, con quien para más inri, apenas tenía trato, relación o contacto más allá del de verse en la oficina. Alguien que además, era subordinado suyo, y para complicarlo todo aún más, “oficiosamente” para la empresa, Gay, con lo que debía de andarse con él con pies de plomo por el tema de la discriminación por sus tendencias sexuales... cosa que ahora además, tras lo que sabía, le sonaba cachondeo por su parte y le hacía subirse por las paredes… En todo el día estuvo de nuevo viendo como Rubén iba de un lado para otro, charlando, riéndose, pasándoselo bien, sin pegar un palo al agua, y lo que fue peor a modo de ver de Teresa, ignorándola completamente tras lo ocurrido entre ambos aquella noche, no la dirigió ni una mísera mirada en todo el día, ni para bien, ni para mal, nada.
El martes empezó como el lunes, con un nuevo intento por parte de Arturo, solo que en esta ocasión fue una caja de bombones con su correspondiente tarjetita de disculpa, y ambas cosas terminaron en la papelera en el acto según leyó la tarjeta. Nuevamente, ese día volvió a estar pendiente de Rubén durante todo el tiempo que su trabajo le permitía, y también como el día anterior, este seguía con su rutina de hacer de todo menos trabajar, bueno, de eso, y nuevamente de ignorarla por completo, como el lunes, también ese día no le dirigió ni una mísera mirada, o por lo menos como se dijo a si misma, no le pudo pillar mirando hacia ella ni una sola vez.
El miércoles fue un muy mal día, Teresa llegó al trabajo muy alterada, enfadada y con un cabreo de los de no te menees, para colmo con lo primero que se encontró en su despacho, fue con una “florida decoración” y sobre su mesa un enorme tarjetón de “disculpa”. El hijo de puta de Arturo prácticamente le había empapelado el despacho con flores… tardo menos de diez segundo en salir por la puerta, pegarle dos voces a Raquel, su secretaria y hacer que esta despejase todo aquello directamente a la basura. Para estropearla más el día, Raquel tuvo a bien llamar en su ayuda al inescrutable Rubén, cuya ropa era aún más cantosa que en días anteriores, quien sin dirigirle la menor mirada, sin hacer el más mínimo comentario, e incluso diría, que sin prestarle la menor atención a su persona, procedió diligentemente junto con Raquel en deshacerse de todo aquello que su puñetero Ex le había montado en el despacho.
Para colmo, motivo de llegar tan alterada, la noche anterior había vuelto a las andadas, se había acostado y no había podido evitar la tentación de volver a ver el video que grabó. Nuevamente se encontró enormemente excitada, su imaginación entro en acción acompañada por su cuerpo, que pareció ir por libre, el resultado final fue el previsible, termino masturbándose pensando y soñando de nuevo con ser ella aquella rubia, incluso se planteó muy seriamente comprarse “algo contundente” que la aliviase más que sus dedos, lo que genero un nuevo estado de resentimiento contra él. Realmente seria que lo odiaba por todo aquello que la hacía sentir o experimentar cada vez que pensaba en él, cada vez que su imaginación se desbocaba…, pero por algún motivo, era incapaz de dejarlo estar o de no volver de nuevo a rememorarlo en cuanto se encontraba mínimamente excitada.
Ese día, ya por la tarde, fue por primera vez consciente de ciertos hechos que le habían pasado desapercibidos con respecto a Rubén. Si bien era cierto que este se pasaba el día entero sin pegar ni palo, únicamente paseando y hablando con la gente, le pareció notar, que este era especialmente generoso con su tiempo con las mujeres. No es que pudiese decir que únicamente con las guapas, las más atractivas o las que tenían fama de ser más facilonas, que no, en ese sentido no pudo fijar ninguna preferencia por su parte, le daba igual que la mujer en cuestión tuviese 20 que 60 años, se entretenía por igual, y lo que peor le sentaba, se apreciaba la misma complicidad con una que con otra. Incluso para amargarle más aun el día, se dio cuenta que también esa complicidad la tenía con Eugenia, la jefa de personal, el peor hueso de toda la oficina para cualquiera, le empezó a resultar evidente que tenía esa especie de trato con todas, menos con ella… que ya fue el remate final para su cortísima paciencia…
A última hora, tuvo un encontronazo con Rubén, se tropezó sin querer con él precisamente por evitar mirarlo, cuando fue a pasar este se hecho hacia atrás y sin darse cuenta tropezó con ella. Teresa visiblemente enfurecida le indico que pasase con ella un momento a su despacho, una vez dentro los dos se despachó a gusto con él. Pero pese a todo terminó aun peor de lo que se encontraba cuando ambos entraron, ya que Rubén acepto toda la injusta bronca que le estaba pegando, Teresa era consciente de lo injusta que estaba siendo, como cada vez incorporaba más cosas, como se le estaba yendo de las manos, pero como sin embargo, Rubén lo único que hacía era asentir, aceptarlo todo y sonreír “tímidamente”… sacándola más de quicio todavía…
No fue hasta que este se marchó con su beneplácito, tras descargar sobre él toda su frustración acumulada y por fin poder pensar con calma, cuando se dio cuenta de un detalle que se le había pasado por alto. Rubén había aceptado todo lo que le dijo, en lo que tenía razón, y en lo que cualquiera con dos dedos de frente vería que solo se trataba de ganas de joderle, pero ni una sola vez, este se había disculpado o había intentado siquiera hacer algo de ese estilo, es más, estaba segura que durante todo el tiempo en sus labios aparecía una levísima apariencia de sonrisita. Llego a la irritante conclusión de que Rubén solo se había limitado a pasar olímpicamente de ella en sus mismísimos morros con aquella carita de no haber roto un puto plato en su vida… Empezó a hacerse cruces con el hecho de que ese puto “maricón” se había estado riendo de ella en su cara, su cabreo aumento de forma exponencial a medida que repasaba la conversación, los gestos…, eso y las ganas de volver a tenerle frente a ella para aclararle media docena de cosas retornaron con toda su virulenta fuerza…
Por circunstancias, de las que evidentemente culpó a Rubén, ya que al no haberse podido concentrar debidamente se tuvo que quedar más horas, Teresa salió de trabajar tarde ese día, y como imaginareis, con un cabreo de aúpa contra el de siempre, algo que ya empezaba a ser casi, casi, su estado natural. Se marchaba con el coche, cuando al salir del Parking de la empresa, vio una figura que le pareció reconocer, justo en la zona donde le había pasado aquello con los dos chicos que la intentaron asaltar, donde empezó todo con el puñetero Rubén de las narices. En lugar de girar al salir hacia su casa, lo hizo en dirección contraria, incluso metiéndose por prohibido, justo hacia aquella silueta que veía caminar y que no dudó, sabía de quien se trataba.
Con un giro brusco se cruzó de carril de golpe al llegar a su altura, metiendo el morro del coche en el aparcamiento en línea de aquel sitio, dejando el culo del coche invadiendo medio carril. Abrió en el acto la puerta, según puso el freno de mano, saliendo del coche ante los mismísimos morros de esa persona, que como ella pensaba en esos momentos, era el infame de Rubén. Con la puerta abierta a su lado y destilando rabia contra él por cada uno de los poros de su piel, le intercepto de un modo… digamos que “agresivo”…
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¡¡¡Tú, gilipollas!!! –dijo mientras ponía una mano contra su pecho de golpe.
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Es a mí… -contesto Rubén sonriendo y con esa vocecita que la sacaba de sus casillas.
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Si a ti, ¿a quién coño crees sino que es? –le empezó a dar golpecitos con el dedo índice sobre el pecho al hablar…
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Pues no sé, pero es igual… ¿Qué quería?
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¿Qué quiero?, ¿Qué que quiero?... ¿Tú qué coño crees que puedo querer? ¡¡¡Que me trates con respeto y sin que vuelvas a intentar reírte de mí otra vez!!! ¡¡¡Eso quiero!!! Si vuelves a hacer algo como lo de hoy cuando te llame la atención, te aseguro que te vas a arrepentir de haberme conocido… ¿está claro?
De repente y para asombro de Teresa la apariencia, la forma de comportarse, incluso la presencia de Rubén cambio ante sus atónitos ojos. La empujo contra su coche, cerro de golpe la puerta, obligándola a apoyarse en a la misma, luego puso una mano a cada lado de ella, acercándose peligrosamente, dejando su cara frente a la suya a escasos centímetros, clavando sus ojos, esos impresionantes ojos azul cobalto que en ese momento parecían querer taladrarla… Por un instante sintió miedo, su mente se retrotrajo al momento en que intentaron agredirla y el mismo hombre que ahora estaba ante ella la salvo… Fue entonces cuando se dio cuenta de un detalle que en su furia le había pasado desapercibido, Rubén no vestía en esos momentos como era su costumbre, sino como cuando la salvo, llevaba ropa oscura, muy alejada de la chillona que habitualmente utilizaba… también había cambiado de colonia, el suave aroma que le llegaba era otro… incluso en ese momento su misma presencia se sentía diferente…
La cara de Rubén avanzo hacia ella, situándose junto a su mejilla, no pudo evitar que un leve temblor la sacudiese temiendo lo que el hombre fuese a hacerle… Cuando este empezó a susurrarle en la oreja de nuevo volvió a escuchar aquella voz de cuando la salvo… no la voz de Rubén el Gay ni su habitual forma de expresarse, no, sino aquella que también recordaba y tanto le ponía… A medida que el hombre iba susurrándole al oído ella empezó a alterarse sin poder controlarlo…
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¿Sabes lo que de verdad te pasa conmigo Teresa?... –no esperó respuesta, continuo el mismo.
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Yo te lo diré… que te pongo cachonda… Si Teresa, si, te mojas las bragas solo con pensar en mi… ¿Qué crees, que no sé lo que hubieses deseado cuando te salve de aquellos chavales?... Pues sí, claro que sí que lo se…
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De verdad piensas que no sabía que hubieses deseado que te tomase allí mismo, mientras ellos se retorcían de dolor… Que no deseabas que mis manos recorriesen tu cuerpo, que mis labios besasen tu piel, que arrancase tus bragas y te penetrase tan salvajemente como hubiese podido… allí… ante ellos… Para mostrarles lo que se habían perdido, la hembra que no habían podido catar… y que otro se estaba follando ante ellos… -le sopló levemente la oreja.
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Dime Teresa, dime cuantas noches te has tocado… cuantas te has acariciado pensando en lo que pudo ser esa noche pero no fue… dime cuantas veces tus manos han recorrido tus pechos soñando con ello… en cuantas has tocado tu sexo… cuantas veces tus dedos lo han penetrado soñando que era yo quien lo hacía… cuantas veces has gemido de placer soñando conmigo en este tiempo… -Teresa sentía también su aliento en el cuello, excitándola cosa mala.
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¿Quieres saber lo que pienso cuando te veo? ¿Quieres saber si me empalmo pensando en ti? ¿Quieres saber si yo también me acaricio por las noches pensando, soñando contigo? ¿Quieres Teresa, quieres saberlo?... –Rubén suavemente le sopló esta vez en el lóbulo de la oreja, viendo como su piel se erizaba…
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Pues si Teresa, si… te deseo… cuando te miro pienso que lo que te haría… pienso en como sabrá tu sexo mojado, tu sexo completamente húmedo por mi… como gemirías de placer en mis brazos… como jadearías de lujuria mientras te penetro… como ardería tu cuerpo ante mis caricias… como te retorcerías al introducirme en tu interior, como me mirarías mientras te follo… Si Teresa, si… pienso y sueño con eso… en eso y en mucho más… en morderte los pechos, el lamértelos… -hizo chocar sus dientes en su oído, provocando como respuesta un jadeo de su garganta.
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¿Crees que no sé qué sientes ahora mismo Teresa? ¿Crees que no sé qué te pasa? ¿Crees que no adivino qué tienes las bragas húmedas, empapadas, chorreantes por tu excitación? ¿Qué no veo tus pezones bajo la tela de tu chaqueta? ¿Qué no sé qué incluso te molesta el sujetador de los duros que están ahora mismo? ¿Qué no sé cómo palpita tu chochito pensando en que te folle ahora mismo, aquí, contra tu coche…? ¿Crees que no sé qué te mueres de ganas por mí, que no soy consciente de que te gustaría que te follase en este mismo instante sin importar si nos ven o no?
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Lo se Teresa… lo se… Se de sobra que estas caliente como una perra en celo… Que te mueres por follar conmigo, que te matas a dedos por las noches con las imágenes que grabaste el viernes pasado… que sueñas cada noche con ser tú la rubia que me viste follarme… que no es que me odies, que tu problema es que me deseas como no creías que pudieses hacerlo con nadie… que soy tu obsesión… que soy el blanco de tus más lujuriosos y prohibidos sueños… pues lo siento Teresa… porque sí que lo se…
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Estas chorreando ahora mismo Teresa, y lo sabes… eres consciente de que si metiese mis manos bajo tu falda me encontraría con tus bragas empapadas… y sabes… te confieso que me muero de ganas, que ahora mismo me encantaría lamerte el coño para poder beberme todo tu elixir, dejártelo sequito, rebañar con gula hasta la última gota de tu esencia de mujer ardiente, incluso esa parte que ahora mismo debe de estar escurriéndote por las piernas… porque estas aún más cachonda que una perra en celo… No, no hables, shhhhh, no gimas, no jadees, no te corras, no sucumbas a mí, permanece fuerte, sigue impasible como hasta este momento, continua presentando tu cara de mujer dura, tu cara de hembra dominante… -dijo Rubén al notar su intención de decir algo, aunque al final, eso quedo en un simple jadeo ahogado.
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Ahora, en esta noche, solo hablo yo Teresa… Querías las cartas sobre la mesa y yo te las estoy poniendo… Sabes… me fascinas… me atraes como la llama a la polilla… me muero de ganas por tenerte… me tienes con la polla dura como el acero… me matas de ganas por clavarte el rabo en el coño… por metértela en la boca y que me la chupes hasta que me dejes extenuado… por hacerte gritar de placer mientras te sodomizo, mientras te reviendo ese culo tan durito que tienes… por follarte hasta que me pidas clemencia… por llenarte el coño con mi esencia… porque sientas dentro de ti, en lo más profundo, todos y cada uno de los chorros de mi corrida… por que seas mía de modos que ni te imaginas, pero eso es algo que no pasara… por lo menos no así… desde luego no hoy, no ahora mismo… pese a morirme de ganas por tomarte… ¿Y sabes porque? Porque no me vales, porque no me sirves, porque ahora mismo no eres lo suficientemente mujer para mí, no eres lo bastante “hembra”… y eso es así, porque ante todo, no eres tú misma Teresa… solo una triste imitación de ti…
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Y ahora… -se separó de Teresa-, móntate en el coche y vete a casa, si te vuelven a asaltar por quedarte por aquí, esta vez yo no estaré para ayudarte.
Fue la primera vez que la tocó, pero ciertamente, no fue en absoluto como ella querría en esos instantes que lo hubiese hecho. Únicamente la sujeto suave pero firmemente del brazo con una mano, mientras que con la otra le abría la puerta del coche a una más que aturdida y anhelante Teresa. Esta sin decir nada, sin ni siquiera mirarle se montó, se colocó el cinturón, metió la primera velocidad y partió en dirección a su casa. Iba agitada, completamente nerviosa, pero sobre todo, terriblemente excitada, tal y como él le había dicho le dolían los pezones contra el sujetador, su coño era un auténtico Lago que se desbordaba por el interior de sus muslos, y si, también debía de admitir que le hubiese encantado que se la hubiese follado allí mismo, lo deseaba, según le susurraba al oído le iba deseando cada vez más, pero sin embargo se había marchado como le había pedido, mansamente, sin oponerse, sin resistirse, sin ser capaz de negar nada… pese a estar tal y como él dijo, cachonda como una puta perra en celo.
Esa noche toda la escena volvió a repetirse en sus sueños, solo que en ellos, todo cambiaba ya que Rubén la tomaba por la fuerza, le cerraba la puerta, la acorralaba contra el coche, se acercaba para hablar como había hecho, pero sin embargo, en esta ocasión pudo sentir como sus manos la recorrían acariciantes de arriba abajo mientras le susurraba. Sintió como le levanto la falda, como de un único y violento tirón le arranco su empapadas braguitas… Le sujeto con una mano una de sus piernas por debajo del muslo, la alzó, se la abrió a conciencia, y fue entonces cuando sintió como su polla, aquella que también había visto cuando se follaba a la rubia, se clavó en sus entrañas provocándola casi un orgasmo solo con ello.
Sentía perfectamente las brutales embestidas de Rubén, su cuerpo parecía querer empotrarse contra el vehículo, su sexo estaba ya irritado por el trote a que se veía sometido, pero él no cejaba, no paraba de empujarla, de sacársela casi por completo para después volver a enterrársela en lo más profundo de un poderoso golpe seco. Se sentía desfallecer por el placer que estaba recibiendo, noto como la boca del hombre no paraba de besarle el cuello, su lengua de mostrarse acariciante, su otra mano se cerró sobre uno de sus pechos, estrujándolo mientras él seguía empotrándola contra el auto con tanta fuerza que incluso le hacía algo de daño, que más que dolerle le provocaba aun una mayor excitación… y entonces… fue cuando sonó su despertador, arrancándola por la fuerza del violento sueño…
Pero cosa extraña en ella, en esta ocasión lo recordaba todo perfectamente, cada sensación que creyó sentir, cada deseo, cada… No pudo evitar darse cuenta de las condiciones en las que se encontraba, los pechos duros como rocas, los pezones muy sensibles, doloridos incluso y el pantaloncito que usaba para dormir, debería de echarlo a lavar al instante, porque estaba completamente empapado en sus flujos, con su entrepierna pegada al coño como una segunda piel… Tenía el sexo encharcado, completamente mojado, sus dedos se cerraron suavemente sobre su clítoris, fue simplemente posarse sobre él y desencadenarse el orgasmo que no había logrado alcanzar con su sueño… el chorro de flujo que expulso atravesó incluso la tela, pues de lo húmeda que ya está estaba, no le quedaba capacidad alguna de absorción…
Esa mañana se levantó con la mente mucho más clara, o por lo menos, con las ideas mucho más definidas con respecto a Rubén, y misteriosamente, también, muy tranquila por primera vez en bastante tiempo. No se sorprendió cuando se dio cuenta de que se acordaba palabra por palabra todo lo que él le dijo, todo lo que le susurro, todo, la entonación, lo que sintió al escucharle, lo que en esos momentos deseo que sucediese… Lo recordaba todo con una casi insultante claridad. Esa mañana por primera vez recurrió a su armario, por primera vez dejo de lado la sobria ropa de ejecutiva que hasta el momento le había caracterizado en la empresa. Decidió ir vestida más acorde con sus verdaderos gustos, tampoco nada excesivo puesto que ella no era de exhibirse, pero desde luego, mil veces más atrevida, sensual y atractiva que habitualmente. De hecho, cuando entró en el edificio pudo sentir perfectamente las miradas masculinas que la seguían a su paso, tanto de conocidos como de hombres con los que simplemente se había cruzado desde siempre sin que le mirasen dos veces.
Teresa llegó a su despacho sintiéndose poderosa, atractiva y casi, casi, con el dominio del mundo en sus manos. Esa mañana en su despacho de nuevo había abundante presencia de flores, sin embargo, en esta ocasión no dijo nada, ni se inmuto, se limitó a buscar la tarjeta, retirarla de donde estaba, y luego de asegurarse de quien era, colocarla en su sitio, en la papelera. Justo después llamó a Raquel…
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Si jefa… -dijo está asomando su cabeza por la puerta.
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Raquel, por favor, distribuye las flores por la oficina, ya que mi ex es un cretino, por lo menos que nos alegre la mañana un poco…
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Claro, ahora mismo… -dijo con una sonrisa de oreja a oreja, y como la vez anterior llamo a Rubén para que le ayudase...
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Rubén… -Llamó Teresa en un momento en que ambos estaban a solas.
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Si, dígame…
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Gracias por lo de anoche… fue muy… clarificador… -le sonrió.
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No tiene por qué dármelas… mejor espere al sábado…
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¿El sábado? –pregunto perpleja Teresa…
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Claro… a que reciba usted mi pequeño detallito por su cumpleaños… -le lanzo una sonrisita enigmática y salió dejándola estática.
Teresa se quedó completamente parada, sorprendida de que él supiese cuando era su cumpleaños, máxime cuando se daba la circunstancia de que con todo lo que ahora mismo estaba pasando en su vida, incluso ella misma se había olvidado casi completamente de ello. Durante el resto de la mañana, como ya empezaba a ser su costumbre, el tiempo disponible que tenía para relajarse un poco, lo empleaba casi en exclusiva para observar a Rubén, y no había semana en que no se llevase alguna nueva sorpresa con él. El jueves todo fue normal, excepto que sus amigas la fueron llamando una por una para quedar con ella el viernes y celebrar su cumpleaños, todas le fueron con el mismo royo, que dado que el sábado y domingo posiblemente estuviese con su familia, esa noche de viernes seria exclusivamente para ellas…
El viernes por la mañana, todo fue también con la seda en el trabajo, salvo que al cambiar su “necesidad” de Rubén, cambio también su forma de observarlo, empezó a tomar más conciencia de sus “alrededores”, y ahí fue cuando se dio cuenta de que ella no era la única que lo hacía. Vio a otras tres personas al menos que disimuladamente tampoco le perdían de vista, que le tenían bien controlado, y para su sorpresa, resulto que una de estas era Raquel, su propia secretaria, de hecho el descubrir a Raquel controlando a Rubén con ojos de loba en celo, fue el detonante de que ampliase su radio de observación y se fijase en las otras dos.
Paradójicamente a su forma de ser o de actuar en otras circunstancias en este mismo caso, eso no le preocupo en absoluto, ya que en todo momento tuvo muy presentes las propias palabras que este le había dicho por la noche el miércoles, le había susurrado al oído, que pensaba en ella y que la deseaba… a ella, no a ninguna otra, eso hizo que se sintiese híper segura de sí misma. Se dijo para sí, que de momento podía estar tranquila pese a la ahora, más que evidente competencia, que con eso que le dijo Rubén le valía, pero también tenía muy claro que solo por ahora, en cierto modo creía entender lo que quiso decirla esa noche… Estaba claro que iría despacio con él, intentaría mantenerle a raya, pero no tenía la menor duda de que iría… y se dijo para sí, que ya veríamos que es lo que ocurriría realmente, quien terminaría tras de quien… como un perrito faldero… No pudo evitar relamerse…
Claro, que si Teresa hubiese visto tan solo una vez a Rubén cuando este la observaba, si se hubiese fijado en él, mirándola de reojo de aquel modo, con esa sonrisita de irónica malicia, no se hubiese sentido tan segura de si misma…
CONTINUARA