Rubén - 10
Teresa cuando llega a casa pasa la noche pensando si al día siguiente ira a la oficina usando las bolas chinas sin ropa interior como quiere Rubén, o por el contrario debe de tratar de cortar con ese juego ya mismo
RUBEN- 10
Ese lunes por la noche Teresa se desveló pensando en lo que Rubén quería que hiciese, por un lado si se era sincera consigo misma, el solo hecho de pensar en ello, en hacerlo, provocaba que su sexo se humedeciese, especialmente con lo de no llevar ropa interior y todo aquello que le dijo que le haría. Tras mucho meditarlo, y pese a ser consciente de que de llevar la idea a cabo lo disfrutaría pese al riesgo implícito que algo así llevaba al hacerlo en el trabajo, decidió que no estaba dispuesta a convertirse en el juguete sexual de nadie, mucho menos de un subordinado suyo como era Rubén.
El martes acudió normal, mirando desafiante a Rubén cada vez que se cruzaba con este, dándole a entender de ese modo que no había hecho lo que él quería. Ese día estuvo todo el tiempo esperando a que Rubén de algún modo se las apañase para hablar con ella y echarle en cara el hecho de que evidentemente, no había seguido sus instrucciones. Sin embargo llego la hora de salida sin que nada de eso se produjese, era más, tampoco Rubén le había hecho el menor gesto de prestarla atención.
El miércoles las cosas siguieron por el mismo cauce, incluso empeoraron un poco, ya que a media tarde Teresa estaba ya mosqueada con la "ausencia" de reacción por parte de Rubén, era como si por un lado le diese igual que no le hiciese caso, y por otro... de repente pasase olímpicamente de ella. El jueves iba la cosa por tres cuartas de la misma historia, con Rubén ignorándola por completo, lo que a esas alturas empezó a enfadarla de nuevo de lo lindo. Al final, casi a la hora de salir lo llamó a su despacho para poner las cosas en claro entre ambos...
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Y bien Rubén, dime, ¿te durara mucho esta pataleta?
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¿Perdone? –preguntó enarcando las cejas.
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Ya está bien… -refunfuño-, tutéame como antes, que estamos solos los dos...
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Está bien, entonces, ¿perdona?
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Sabes a que me refiero, he rechazado venir como tu querías, y ahora de repente no me haces ni caso... ¿ya va a ser siempre así?
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Discúlpame, pero creo que debería de aclararte unas cuantas cosas al respecto para que no te lleves a error. Primero tú me exigiste que te demostrase algo y lo hice, luego yo te pedí que hicieses lo que primero me exigiste a mí como prueba para hacerlo tú, pero te has negado según he visto. Bueno, ese está visto que es uno de tus límites. Segundo, yo no te estoy ignorando en absoluto, me estoy comportando como hago siempre, no es culpa mía si no tengo nada que tratar contigo.
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¿Me pretendes decir que te da igual que no haya usado como querías esas malditas bolas? –se sorprendió casi tanto como le sulfuro que Rubén realmente pudiese pensar eso.
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No, no he dicho eso, solo he dicho que me quedó claro no harás nada como lo de las bolas que te pedí, luego ese será tu limite... pero también el mío contigo, de ahí tampoco yo pienso pasar o volver nunca a repetirlo, esa puerta se cerró para nosotros. Ahora simplemente espero a que tú me digas con que seguimos, que quieres que aclaremos, o que pongas un nuevo límite más... -sonrió.
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¿es una broma, verdad?
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No, para nada, es la pura verdad, te toca proponer alguna cosa... y que luego tú también seas capaz de cumplir, claro, porque ahora sí que serás tú quien tenga que demostrarme esta vez, que lo harás de verdad, antes de que yo mueva un solo dedo.
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Está bien, regresa al trabajo, por favor... –le pidió con voz fría como el hielo.
A Teresa esa afirmación en cierto modo le había dolido, ya que el no haberlo hecho no era por miedo o cobardía, sino más bien por orgullo, porque no pensaba permitir que nadie la manejase a su antojo tal y como reconocía que hacia Rubén. Sin embargo, el viernes por la mañana no pudo más, cedió a los deseos de Rubén, y porque no decirlo, también a los suyos propios, que se exacerbaban tan solo con pensar en lo que ocurrió en aquel servicio. Cuando ese día por la mañana llegó al trabajo iba salidísima, sentía su coño completamente húmedo, el roce de las bolas en su interior no había parado de martirizarla desde que salió de casa... eran las mismas que él le había regalado, además, decidió también aceptar el modo en que le pidió que se disculpase, iba sin ropa interior.
Sobre la una ya se maldecía por haber ido de esa guisa a trabajar, o quizá incluso por no haberlo hecho uno o dos días antes. El problema es que una mañana aparentemente tranquila, se le había complicado, y de qué forma, por lo que había tenido dos reuniones casi consecutivas con su equipo. Se había corrido dos o tres veces, y no tenía ni idea del número de ellas que se había quedado como aquel que dice en las puertas. Le había tocado secarse las piernas con el debido disimulo al menos tres veces porque se le mojaban, especialmente la cara interna de los muslos. Para terminar de arreglarle la mañana, Rubén no parecía esta haciéndole el menor caso, parecía estar en su mundo particular en la oficina, y eso también la traía frita, pues todo eso lo estaba haciendo por él.
La sorpresa llegó cuando justo antes de la hora de comer, Rubén entró en su despacho con una carpeta de documentos, tras saludar se situó junto a Teresa, pero contra lo que esta creía, no dijo ni media respecto a cómo iba o a nada en relación a ellos.... Cuando Rubén salió del despacho Teresa se ofusco, se sintió como la más idiota de los mortales por lo que había hecho y que él ni siquiera había notado. Enfadada abrió el primer dosier y tuvo que ahogar un grito, en la primera hoja había un folio en blanco en el que únicamente aparecía escrito...
"
Te espero en el servicio del fin del pasillo como el otro día. Ven dentro de media hora para limpiarte con mi lengua las bolitas y el coño, me muero por beberte, no me tardes... zorrita mía
"
Teresa acudió como la nota le pedía, al entrar sintió como una mano tiraba de ella y como a su paso se cerraba la puerta con un golpe seco, después se sintió empujada contra ella mientras una boca buscaba con evidente ansia la suya. Si ya de por si las malditas bolas la tenían al borde del abismo, el repentino y pasional "ataque" de Rubén la pilló por sorpresa a la vez que la excito hasta límites casi, casi, intolerables para su cuerpo. Sus brazos se cerraron sobre el cuello del hombre, devolviéndole todas y cada una de sus caricias, su lengua se trabó en un singular combate con la de Rubén, pues sabia de cierto en cuanto la abrazo que se trataba de él.
Un par de minutos después se separó de ella mirándola con una sonrisa y con una cara de salido que no podía con ella. La hizo sentarse sobre la encimera de los lavabos, luego se situó entre sus piernas, haciendo que las abriese, Teresa cachonda perdida vio como al verla sin bragas sus ojos se iluminaban, y a continuación metía su cabeza entre ellas, sintió como fue usando su boca para extraer de su coño las bolas una a una, lamiendo todo lo que estas extraían al salir hasta dejarla seca. Cuando terminó con la última se alzó y se las entregó a ella, completamente limpias tras haberlas chupado, llevándola aún más al límite y que ya estaba maldiciéndole por dejarla al borde del orgasmo... De nuevo sonriéndola se volvió a meter en busca del oculto tesoro de teresa, que sintió como unos húmedos labios se cerraron sobre su inflamado clítoris, mientras que dos dedos penetraban en su vagina, para terminar directos en los alrededores de su punto “G”.
Rubén estuvo moviendo lentamente ambos dedos dentro de Teresa, despacio, sin interrumpir su comida de coño pero en busca de algo muy concreto, una posición que consiguió encontrar al poco rato, justo cuando el cuerpo de Teresa empezaba a sufrir el devastador efecto de un orgasmo ante la presión sobre su clítoris y el repentino alcance directo de su punto "G" por sus dedos. Rubén antes su orgasmo continúo despacio, esquivando momentáneamente su clítoris y centrándose nuevamente en los alrededores del punto G recién descubierto, empezó a mover sus dedos, esperando a que su cuerpo se relajase y poder seguir con ella.
Cuando se empezó a recuperar, Rubén inicio de nuevo sus manejos, solo que esta vez fue diferente. Continuo con sus dos dedos dentro del coño de su amante, solo que la lengua no acudido a su clítoris o a su coño, esta se cerró sobre el agujerito de su culo, tratando de penetrarlo con suavidad y delicadeza mientras los dedos empezaban a martirizarla, haciéndola desear que se dejase de tonterías y se la empezase a follar de una vez por donde fuese, a esas alturas era algo que le daba igual. Pese a todo no podía evitar dejar de gemir, jadear, gozar y por supuesto tratar de hacer que la cabeza de Rubén se incrustase sobre su coño a fuego... Pocos minutos después, con la lengua de Rubén metida en el culo y siendo follada por tres dedos del chico, Teresa se corrió de forma absolutamente desesperada dando un fuerte alarido mientras trataba de incrustarle la cabeza contra sí completamente, medio enajenada.
Cuando se terminó nuevamente de recuperar se encontró con Rubén pegado contra ella, besándola en los labios, con su lengua dentro de su boca, con un brazo entre los dos, tres dedos de esa mano seguían dentro de su coño empezando a follársela mientras que con la palma de la misma frotaba suavemente en su clítoris llevándola otra vez más hacia el cielo o el infierno, según se mirase... Al minuto Teresa daba golpes de cadera contra la mano de Rubén sin que pudiese evitarlo para nada, un poco más de cinco minutos después se volvía a correr en manos de Rubén, lo único que lamentaba Teresa era el que no se la hubiese follado aun con la polla, deseaba como una loca sentirla dentro de sí.
Teresa cuando se recuperó se bajó de la encimera de los lavabos, arrodillándose ante Rubén le saco la polla, empezando a lamérsela lentamente, buscando con la lengua recorrer todo el tronco con suavidad, ensalivándola despacio, probando el sabor del hombre. Cuando llego al glande empezó a metérselo en la boca mientras lo acariciaba con la lengua, usaba la lengua para frotárselo por completo, para estimular todas las terminaciones nerviosas del glande dentro de su boca, esta parecía arder provocando leves espasmos con cada onda de placer que la polla le transmitía al cerebro de Rubén, para en un momento dado, con este apoyado en los hombros de Teresa, intentar retirarse para evitar correrse en la boca de ella. Teresa cuando sintió el aumento de las contracciones en la polla del hombre le sujeto por los glúteos abriendo aún más la boca e introduciéndose más profundamente la polla, justo hasta que esta descargo directamente sobre su garganta, tragándose hasta la última gota que soltó.
Una vez ambos se arreglaron la ropa tras su “conversación”, y cuando ya estaban a punto de salir, Rubén tomó a Teresa por la cintura y la beso en los labios, buscando con su lengua la de ella… Después de eso, ambos levemente jadeantes…
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¿Te gustaría quedar esta noche para terminar lo que hemos empezado? –preguntó Rubén.
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Eso ni lo dudes, pero quiero algo más que juegos contigo, quiero que esta vez sea de verdad… no quiero nada como lo de ahora…
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Eso está hecho… y dime, ¿te gustaría disfrutar esta noche de dos pollas en vez de una sola? –sonrió Rubén.
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¿Cómo dices? –el gesto de Teresa se torció tras unos segundos de estupor-, ¡¡¡déjame… eres un puto cerdo…!!!
Rubén se quedó absolutamente perplejo por el cambio sufrido en solo un segundo por Teresa, no entendía para nada su reacción a su proposición, pensó en el acto que debería de estar contenta de… De repente se quedó quieto y los ojos se le abrieron como platos al darse cuenta del problema, al punto de golpearse la frente con la palma de la mano y susurrar un “soy un maldito gilipollas por no haberlo visto venir”. Después de eso salió del servicio retirando el cartel de averiado en un momento en que no había nadie a la vista, luego de eso se dirigió directo al despacho de Teresa, encontrándose a esta recogiendo sus cosas para marcharse, ciertamente con cara de estar considerablemente cabreada, y por como lo miro cuando se asomó a la puerta, era evidente con quien.
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Jefa perdón, ¿tiene un minuto para que podamos hablar?
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No tengo ni medio segundo para poder perder contigo, así que si me disculpas… -con la mano le hizo a un lado y paso junto a él.
Rubén era consciente del patinazo, o más bien, del malentendido que se debía de haber generado en la cabeza de Teresa cuando le propuso aquello, y desde luego tenía la intención de que no quedase así. Tras pensárselo durante unos pocos segundos tomo la decisión de seguirla hasta su casa, sabia donde vivía y estaba completamente decidido a aclararlo todo con ella. Cuando llegó aparcó a un par de calles de distancia, recogió una pequeña bolsa de mano de la guantera y caminando se presentó en su portal, llamó al portero automático, pero nadie contesto, se cruzó de acera y miro si había alguna luz en la casa. Al verlo todo apagado le resultó evidente que había conseguido llegar antes que ella, Teresa apareció con el coche apenas un par de minutos después enfilando directamente hacia el parking.
Tras entrar con el coche, Rubén se coló por la puerta tras ella, plantándosele delante según se apeaba del coche con cara de mala hostia, pues había visto como casi le da la puerta del garaje en la cabeza al entrar tras ella mientras esta bajaba.
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¿Y bien, dime, que quieres con tanta urgencia como para arriesgarte a que la puerta te abriese la cabeza? –preguntó Teresa con voz seca y claramente enfadada.
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Hablar contigo, pero creo que será mejor dentro de tu casa y no aquí…
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No tengo problemas para hablar aquí o donde sea contigo… ¡¡venga, dime lo que sea y lárgate…!!
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Bien –seguidamente alzo la voz que reverberó en el parking-, empecemos entonces por cuando te has corrido en mis manos o me has chupado la polla esta t… -le interrumpió poniéndole una mano en la boca -.
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¡¡¡Shhhh!!! Cállate idiota… que te van a oír… -le espetó-, ven conmigo jodido estúpido... –le tomó de la mano.
Le sujeto por una mano y tiro de Rubén con muy mala leche hasta que llegaron ante la puerta de su casa, por fortuna no vio la sonrisita irónica que puso Rubén mientras le arrastraba tras de sí. Solo le soltó para poder abrirla, después de un empujón le obligo a entrar, cerrando la puerta tras de ella. Luego entre empujones y adjetivos como imbécil, idiota, estúpido, etc., le condujo hasta el salón, donde se vio obligada a cerrar la boca cuando Rubén la abrazo buscando nuevamente sus labios con los suyos, sin embargo esta vez, en lugar de la colaboración de Teresa, con lo que se encontró fue con un mordisco en el labio que le provoco incluso sangre debido a su fiereza…
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¿Pero qué coño te crees que haces gilipollas? ¡¡¡Vuelve a intentar besarme así otra vez y te pateo los huevos!!! ¿te enteras?
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Del todo, y ahora que parece que por fin me hablas, aunque sea para amenazarme, quiero aclárate lo que te dije en el baño de la oficina sobre… -le cortó en seco.
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Lo entendí perfectamente, querías traer a otro tío aquí para follar, creo que más claro no lo pudiste decir… Búscate a otra puta que se deje follar por quien tú quieres, porque yo desde luego por ahí ni paso, ni pasare nunca…
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Pues mira no, la idea no era esa, no se trataba de traer a nadie con nosotros dos para jugar. ¡¡¡Y no me jodas quieres Teresa, que no soy ningún gilipollas!!! –le espetó enfadado-, a ti no te ha jodido el que pudiese traer a alguien para follarte entre los dos. ¿Pero tú qué te crees, que no me he dado cuenta de lo que has pensado en el acto?.
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No sé de qué me hablas… -se hizo la distraída.
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Sí, sí que lo sabes, has pensado que quien quería aquí otro tío para follárselo era yo, pensaste que eso era realmente lo que pretendía, follaros a ambos. Niégamelo, ¿venga?
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¿Y no era por eso también? –le gritó enfurecida.
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Pues no, no era por eso, al hablar por dos pollas, pensaba exclusivamente en la mía… solo en ella…
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¡¡¡Ahhh, solo en la tuya!!!, ¿y qué piensas hacer para lograrlo dime?, fotocopiart… -sus ojos se abrieron menormente poniéndose al instante colorada-.
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Eso es, veo que ya has caído, y si, pensaba en esa “fotocopia” de mi polla que te regale, como la… “otra polla”. ¿Sabes una cosa Teresa?, la verdad es que no te entiendo para nada… -mintió como un bellaco.
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Es que… -la cortó, hablando con voz suave.
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Si te llego a decir de traer una mujer para follar esta noche, seguro que me hubieses armado un espectáculo pero al final habrías cedido y me habrías compartido con otra, a disgusto y regañadientes, pero segurísimo que al final habrías tragado. Pero cuando dije una polla, admito que por error mío señalando con ello hacia un hombre, en lugar de pensar como cualquier mujer en tu situación, que era para follarte a ti entre los dos, enseguida has asumido que en realidad lo que yo proponía era follaros a ambos… ¿y toda esta película que te has montado tu solita es solo por lo que viste el otro día en aquel local?
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Mira no es tan fácil, ¿vale? –se dejó caer en el sofá llevándose las manos a la cabeza-, no es tan simple como tú lo ves Rubén. Lo de verte el otro día con ese tío… bueno vale, tenía tetas, pero joder, era un tío, tenía una polla muy grande, era enorme, y le estabas haciendo una paja mientras le sodomizabas… Es… jodido de aceptar… además lo de la apuesta…
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Olvídate de esa apuesta, no me importa, paso de esas 24h, pero esto sí, esto sí quiero arreglarlo, que quede todo claro entre los dos. Dime por favor el que, que te es tan difícil de aceptar, ¿qué a mí me puedan gustar los hombres, o que a la persona de quien estas enamorada pueda en un momento dado cambiarte por alguno? ¿quizá de que te sea imposible estar con alguien en quien no puedas saber si hará algo a tus espaldas aun estado solo rodeado de personas de su mismo sexo?
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Vale, suena a tontería cuando lo expones así, pero no lo es Rubén, para nada. Te he visto en tu salsa, con tus amigos, yo soy una tía y sé que estoy buena, de hecho sé que estoy muy buena, podría chasquear los dedos y tener al tío que me diese la gana casi al momento para que me follase, algo que tu no podrías hacer... o eso creo. Pero la realidad contigo es que aunque tardases un poco más que yo en ligar, si quieras casi podría afirmar que te costaría poco acostarte ya sea con uno o con una a poco que te lo propusieses, o incluso uno de cada. ¿Es una estupidez?, puede ser que sí, pero mira… -se pasó las manos por el pelo-, mi ex me engaño y no le negaba nada de nada, ¿cómo puedo estar segura que tú no lo harás? Aunque como a él no te niegue nada de nada, en materia sexual sé que no doy para todo lo que a ti te gusta… -dijo haciendo clara referencia con las manos a una polla.
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Primero aclaremos esto, tu estas enamorada de mi al igual que yo lo estoy de ti lo admitas, lo quieras admitir o no, y todos estos juegos como tú los llamas, son precisamente para ver cómo eres, sí, pero también para que tú misma vayas viendo como soy yo, para tratar de soltar tus límites y si puedes o no confiar en mí, lo cual es quizá incluso lo más importante. Te hare un pregunta, y por favor se sincera, ¿con cuantas crees de verdad que me he acostado de la oficina?
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No lo sé, aunque hayas dicho que no, ahora que te conozco y se cómo eres, en realidad supongo que con varias –desvió la mirada, pasando por alto el tema de estar enamorada o no, eso era de lo último de lo que quería hablar en esos momentos con Rubén.
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Pues no, como ya te dije no lo he hecho con ninguna, y créeme que podría haberme follado a más de una o de uno también, empezando por Raquel, tu propia secretaria. Me hubiese costado muy poquito habérsela metido en cualquier cuarto de archivo y reventarla a pollazos… -Teresa le miro sorprendida-. Si Teresa, si, así de simple y así de fácil me hubiese sido, pero no lo hice…
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¿Y porque? –no pudo evitar preguntar.
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Pues por la razón más obvia, y no me refiero a lo que dije de llenar la olla que realmente en este caso me la suda, sino porque ya te tenia a ti en el punto de mira desde hacía bastante y sabía que un solo lio con alguien del trabajo, fuese quien fuese o del sexo que fuese, podría llegar a enturbiar nuestra relación o incluso joderla, si es que llegábamos los dos a algo...
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Pero nunca dijiste o dejaste entrever nada, no… -se calló ante un gesto de Rubén.
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Primero –levantó el dedo índice- no me hacías ni caso, para ti era poco menos que invisible, por no decir un insecto al que pisar si me cruzaba en tu camino –Teresa desvió la mirada.
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Segundo –unió levantado el dedo corazón al índice- tenías novio y aunque hubiese podido intentar ir por ti si había acertado con lo que pensaba que eras, me hubieses rechazado de plano y estropeado mi futuro acercamiento. Y porque además, de haberme aceptado poco hubieses dicho en favor tuyo como posible pareja, pero eso no me hacía falta comprobarlo, ya vi como mantuviste a raya a más de un… “confundido”.
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Tercero –unió el dedo anular a los otros dos- debías de romper con tu novio antes de poder ir a por ti. Si no le hubieses descubierto por tu cuenta, yo me hubiese encargado de hacerlo para ti y que supieses que te engañaba.
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¡¡¡Lo sabias y no me dijiste nada!!! –se alteró.
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Sí, pero no te equivoques, la realidad es que “lo sabía pero no me diste tiempo a decirte nada”. Cuando te “ayudé” ese día volvía de un recado. Mientras lo hacía, por suerte pude ver a tu novio salir con su “amiguita” del hotelito en el que por lo que se, solían follar, lo único a que me dio tiempo es a enterarme de que eran habituales allí y empezar a planear como conquistarte. Pero como entenderás, que si quería decírtelo tenía que conseguir antes pruebas, sin ellas sabía que no me creerías, aunque luego no ha hecho falta al final... pero sigo…
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Y cuarto –unió el dedo meñique a los otros tres-, tras nuestro incidente “callejero” y tu más que evidente repentino interés por mí, tuve que improvisar a toda velocidad para ver si me entrabas al trapo con los juegos y lograba atraerte… Te recuerdo que eres mi jefa, debía de ir con pies de plomo, especialmente dado lo que parezco por el modo en que me gusta vestir. Pero te confieso que todo eso fue cosa tuya exclusivamente, esa atracción surgió en ti antes incluso de que yo mismo fuese consciente de ello o pudiese poner algún plan en marcha, de hecho si he podido jugar contigo así de fácil desde el comienzo es precisamente por ello…
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¿Estás diciendo que todo esto es cosa mía?
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No, estoy diciéndote, que todo esto, no es exclusivamente solo cosa mía, que es muy diferente. Quiero que si empezamos una relación o vamos aún más lejos con ella, sepas y tengas muy claro en lo que te estas metiendo al estar conmigo, porque soy como soy, me gusta lo que me gusta y no tengo la menor intención de cambiar sustancialmente. Si empezamos algo, tendrías que aceptarme a mí, tal y como me ves ahora, a mí en todas mis vertientes. Y no –la hizo un gesto negativo-, no me refiero al plano sexual en nada de todo esto, solo al plano de pareja y convivencia, al igual que yo te pienso aceptar a ti tal y como eres ahora, sin necesidad de cambios por tu parte, porque si te quiero, es por ti, con todas esas virtudes y defectos que hacen de ti quien eres.
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Pero por mucho que… -la interrumpió el telefonillo, y además sonando con insistencia-, perdona, enseguida regreso… -salió hacia el recibidor, junto a la puerta.
Rubén estuvo pendiente de lo que sucedía, le vio la cara y como esta cambio, pasó de la cara tensa por la charla que estaban teniendo, a una de más que evidente enfado. La escucho decir un “no, no pienso abrir y déjame en paz de una puta vez, lárgate y olvídame”, después colgó de un fuerte golpe, o más bien, lo que hizo en realidad, fue pegar dos golpes fuerte, con rabia, con el telefonillo en la base antes de que este quedase bien colgado. Tras eso entró en el salón…
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Por favor, vete a la cocina y quédate allí mientras yo resuelvo esto… de una vez por todas –estaba muy seria y extremadamente tensa.
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¿Pasa algo?
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No, es Arturo, mi ex, y viene con Enrique, un amigo suyo, según parece alguien le ha debido informar que estoy con un hombre. Supongo que habrá sido la puta cotilla de la puerta de enfrente al ascensor, estaba loca por Arturo y me imagino que le habrá llamado…
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Si quieres que haga algo…
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No, quédate en la cocina que ya los atiendo yo… Ese imbécil aquí ya no pinta nada…
Rubén se marchó a la cocina tal y como Teresa le pidió, pero se fue sonriendo ladinamente para sí, esa visita quizá le viniese bien para demostrarle un par de cosas a Teresa sobre lo que estaba tratando de explicarla. Cuando llamaron a la puerta y Teresa abrió, Rubén pudo escuchar las voces que por el tono y lo que decía, debía de ser el tal Arturo, su ex, y por lo que distinguía, debía de estar un poco bebido. El otro hombre, el que ella llamó Enrique, le pareció que trataba de calmar a su amigo…
En un momento dado se hizo el silencio, luego sonó un golpe con algo metálico que Rubén pensó que quizá fuese el paragüero de la entrada, después escucho como Teresa le gritaba al tal Arturo que saliese de inmediato de su casa si no quería que llamase a la policía… Tal y por lo que escuchaba y como empezaba a tornarse aquello, Rubén decidió salir de la cocina, pero antes, se hizo con un par de platos, vasos, tenedores y cuchillos… Pensaba usar primero la mano izquierda, pero si no funcionaba, tampoco veía problema alguno en usar ambas a la vez… y con contundencia.
CONTINUARA