Rozando el Paraíso 38

No se lo pensó y para subrayar sus palabras se giró hacia Kyril y agarrándose de su cuello le besó. El hombre reaccionó inmediatamente le devolvió el beso mientras la abrazaba y acariciaba su espalda desnuda...

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A medida que se acercaba el momento, más convencida estaba de que había cometido un error al llamar a Kyril. Quizás fuese la forma fría y desconfiada con la que le había recibido Orlando la vez que se habían encontrado en aquella cafetería, hacía lo que le parecía una eternidad o la forma en la que la había abordado en el parque, pero ahora, ya vestida y maquillada no iba a dar marcha atrás.

Miró el reloj intranquila, Kyril se retrasaba. Aprovechó aquellos minutos para mirarse de nuevo en el espejo del recibidor. El vestido blanco, fino y sin mangas se adaptaba a su cuerpo como una segunda piel y a pesar de que se ceñía a su cuello sin escote ninguno perfilaba sus curvas casi sin dejar nada a la imaginación. Los pliegues que salían del cuello rodeaban su busto libre de prendas que lo aprisionasen. Se puso de puntillas, los pechos se balancearon pesadamente y el roce de los pezones con el suave tejido de la prenda hizo que se erizaran haciendo prominencia sobre la tela. Satisfecha se imaginó el efecto que producirían. Con una sonrisa se levanto el pelo suelto y se giró. La falda del vestido se suspendió un instante en el aire antes de plegarse y volver a su sitio. En el espejo pudo comprobar el profundo escote de la prenda que recorría toda la espalda y se cerraba justo por debajo del inicio de la hendidura que separaba sus nalgas.

El diseño era tan preciso que ni siquiera se movió al girar y cualquiera que mirase solo atisbaría el inicio de la raja tapado por la pequeña joya de plata y turquesa que cerraba por detrás el tanga. Se soltó el pelo y la cascada de pelo negro y brillante se derramó por su espalda.

Justo en ese momento, el timbre del portero automático sonó dos veces. Bris no se apresuró, se acercó al espejo, repasó las cejas y las pestañas, se retocó ligeramente el rímel y frunció los labios pintados de color frambuesa con aspecto mojado. Satisfecha cogió un abrigo de paño largo y descolgando el telefonillo  avisó a Kyril, que ya bajaba.

El otoño estaba ya avanzado. El ambiente era fresco y un viento frío y bastante fuerte convertía la noche, totalmente despejada y con una enorme luna, en desapacible. Una racha de viento le lanzó el pelo a la cara. Apartando un mechón con la mano le dio un par de besos apresurados a Kyril y se sentó el coche procurando que la falda del vestido no quedase atrapada cuando Kyril cerraba la puerta.

—Briseida, hoy estás espectacular. —dijo él mientras se sentaba al volante del coche y se incorporaba al tráfico.

—Gracias. Tu también estas muy elegante. —replicó ella echando un nuevo vistazo a aquel traje negro, evidentemente hecho a medida, que con aquel corte deportivo estilizaba su figura y le daba un aire informal.

—Espero que nos divirtamos, porque la verdad, la nochecita que hace es más apropiada para tumbarse en la alfombra frente al fuego con una buena copa de vino.

Bris se limitó a asentir distraídamente con la cabeza mientras fingía poner su atención en las edificaciones que cada vez se hacían más espaciadas a medida que se alejaban del centro urbano. Fue entonces cuando pensó que estaba a merced de aquel hombre. Nadie podría impedir que hiciese lo que quisiese con ella si se desviaba en la carretera por un camino solitario y...

—¿Ya tienes pensado lo que vas a hacer esta noche? —preguntó Kyril apartándola de aquellos ominosos pensamientos.

—La verdad es que no lo sé. —contestó con total sinceridad— Creo que voy a entrar y dejarme llevar por el ambiente, ya veremos.

—Entiendo. No quiero que pienses que te estoy forzando a hacer nada que no quieras, pero pienso que una vez dentro igual sería conveniente que nos presentásemos juntos. Ya sabes, solo para evitar a los moscones y que puedas elegir a alguien con tranquilidad si lo deseas.

—No es mala idea. —replicó ella.

—Perfecto, además supongo que te imaginas porque estoy haciendo todo esto. No creo que se te haya escapado que me interesas. Creo que eres la mujer más hermosa y elegante del Club. No es solo tu belleza, sino también la forma de moverte y de desenvolverte entre los miembros, es como si nos embrujases a todos. Me gustaría que esta noche también pensases en mí, tanto para pasar una noche estimulante como para algo más.

—Eres muy amable. —respondió a la vez que sentía como Kyril aprovechaba un cambio de marcha para deslizar la mano y rozar su pierna.

Fue tan rápido que Kyril ya la había apartado cuando su cuerpo se tensó al sentir el roce. Bris se removió en el asiento dejando claro que aquello no le había gustado y él se cuidó mucho de repetirlo.

Tras un par de minutos más la conversación decayó. Kyril se concentró en la conducción y Bris en el paisaje que corría raudo por la ventanilla. A medida que subían, el viento se hacía más fuerte y las ráfagas azotaban el coche obligando a Kyril a poner sus cinco sentidos en el volante. Bris no se arrepintió. Con aquella noche tan desapacible no habría demasiada gente en el Club y con un poco de suerte ni siquiera Orlando estaría presente.

Finalmente llegaron al palacete. Aquel fin de semana no había ningún evento especial así que la iluminación era discreta y el edificio no se diferenciaría de cualquier otra casona de la zona.

Kyril aparcó el coche y la ayudó a salir. No sabía si lo había hecho adrede, pero había dejado el coche un poco apartado con lo que se vio obligada a cogerse a su brazo para poder caminar con aquellos tacones por el camino de grava. La seguridad que le aportó le resultó reconfortante y no se apartó cuando llegaron al terreno más firme de la escalinata y el enorme hall. Una de las aspirantes recogió la bufanda de Kyril y se acercó a Bris para ayudarle a quitarse el abrigo. El efecto de su vestido sobre su acompañante fue fulminante y hasta la joven que recogía su abrigo no pudo evitar recorrer su cuerpo con la mirada.

—Se me acaban los adjetivos. —dijo Kyril después de un instante de silencio estupefacto— ¿Me acompañas?

El hombre no pudo evitarlo y en vez de coger su brazo puso la mano sobre su espalda desnuda y la empujó con suavidad a través de la puerta que daba al salón central. Aquel contacto desató una oleada de emociones; excitación, temor, poder, orgullo, calor...

Respirando hondo y cerrando los puños se dejó conducir a una sala mucho más llena de lo que esperaba.


Orlando siguió dudando todo el día y hasta aquella misma tarde no se decidió a acudir. La certeza de que Bris iba a estar allí le atraía y le repelía por igual. Por una parte siempre quería verla y tenía la no sabía si muy sana necesidad de protegerla y asegurarse de que no le iba a pasar nada. Más aun sabiendo que entraría de la mano de Kyril. Por otra parte no quería que ella le viese allí solo e imaginase que estaba presente exclusivamente por ella.

Por eso lo primero que hizo al llegar al Club, fue elegir una pareja. Afortunadamente en eso no tenía problema y al poco de llegar una joven aspirante, bonita aunque algo delgada para su gusto se le acercó. Se presentó y le preguntó si quería compañía. Su descaro y una sonrisa realmente hermosa con unos dientes pequeños y resplandecientes le convencieron. Cogiéndola por la mano la llevó al salón central. La joven sintiéndose el centro de atención se hinchó como un pavo y apretó su cuerpo contra el de Orlando que la recompensó con una caricia y un beso largo y profundo. Sabía a menta. Cogiéndola por la cintura iba a llevársela a un lugar más discreto desde el poder juguetear un poco y a la vez vigilar la puerta cuando esta se abrió y entró Bris espléndida, deslizándose por la enorme estancia, llamando la atención de todos los presentes con aquel vestido leve como un suspiro.

Kyril a su lado la acompañaba posando la mano por su espalda en un ademán protector. Su mirada orgullosa cambió cuando se cruzó con la de Orlando. Kyril arqueó la ceja y sonrió condescendiente. Sabía que era lo que él quería, pero no pudo evitarlo y desentendiéndose de la joven a la que acompañaba se dirigió hacia la pareja con la sangre hirviendo en sus venas.


Cruzaron el umbral. La mano de Kyril había bajado un poco por su espalda hasta la zona lumbar. La sentía caliente y juraría que temblaba ligeramente. Estaba a punto de decirle a su acompañante que no se pasase de listo cuando vio a Orlando. Al principio no se había dado cuenta, pero no tardo en advertir su presencia. Ignorante de la mirada desafiante de Kyril no entendió el súbito cambio de su gesto y se puso a la defensiva, preparada para un nuevo intento de humillación.

Desentendiéndose de la joven que tenía a su lado se acercó a ellos. Bris respiró hondo. No pensaba darle la satisfacción de contestarle por muy duras que fuesen sus palabras.

—Hola, Bris. —le saludo ignorando a Kyril deliberadamente—  Veo que has venido a divertirte. Lástima la compañía. Creí que tenías más sentido común.

Bris no pudo evitar sonrojarse. Estuvo a punto de decirle que Kyril no era su pareja, pero aquellas palabras pronunciadas con tanta inquina la enfadaron realmente. ¿Quién se creía que era para decirle con quién podía salir y con quién no? Bris no se lo pensó, quería hacerle daño. Sonrió y enlazó la cintura de su acompañante reposando la cabeza en su hombro.

—Ya, quizás tengas razón. Pero siempre he tenido un gusto dudoso para elegir a los hombres. No sé de qué te extrañas. —replicó ella dejando que la mano de Kyril resbalase protectora por sus caderas y acercase su cuerpo a él.

—Una pena el tiempo que perdí contigo. No sé cómo no pude adivinar que no eras más que una... —en ese momento Orlando se paró dejando el final de la frase en el aire.

—Puede que lo sea, pero lo que realmente te molesta es que no volveré a ser tuya. ¡Ni aunque seas el último hombre en el mundo! —exclamó realmente herida por la insinuación.

—Vamos, querida. —intervino Kyril apartándola con suavidad— No merece la pena. Es solo una pataleta. En cierta manera le entiendo. Siempre ha sido muy posesivo.

—No pensé que se lo fuese a tomar tan mal. Creí que habría tenido tiempo para pensar desde el incidente de la mujer instrumento, pero veo que le está costando superarlo.

Se giraron y se alejaron unos pasos, fue entonces cuando una mano la agarró del brazo y la obligó a girarse.

—De verás, no lo hagas. —le advirtió Orlando con ojos febriles— Se que lo haces para herirme. Ya lo has conseguido. Ahora déjalo y vete con cualquier otro. Es un hombre peligroso.

—Haré lo que me dé la gana —respondió ella perdiendo la paciencia— Ya no eres el que me dice con quién tengo que estar y con quién no. Ahora déjanos en paz de una vez.

No se lo pensó y para subrayar sus palabras se giró hacia Kyril y agarrándose de su cuello le besó. El hombre reaccionó inmediatamente le devolvió el beso mientras la abrazaba y acariciaba su espalda desnuda despertando en ella un delicioso cosquilleo. La presencia de Orlando se diluyó mientras Kyril acariciaba con su lengua el interior de su boca, impregnándola con un sabor fuerte y aromático.

Finalmente se separaron. Orlando se había retirado, pero seguía mirándola fijamente sin alterar el gesto de disgusto y censura en su cara. Trato de ignorarle y se retiró agarrándose a la cintura de Kyril, pero sentía la constante presencia de su examante a su espalda. Era realmente irritante. El primer instinto fue tirar de su acompañante y perderse en alguna de las habitaciones privadas, pero se lo pensó mejor, estaba harta y dispuesta a acabar con aquella situación, aunque para ello tuviese que hacer algo drástico.

Con una sonrisa se puso de puntillas y le besó a Kyril en el lóbulo de la oreja. El hombre ronroneó y acarició su espalda de nuevo. Esta vez no se cortó y detuvo la mano en una de sus nalgas tanteándola con suavidad. Bris sintió como un relámpago de excitación partía desde su rabadilla y se extendía por su cuerpo reafirmándola en sus intenciones.

—¿Te apetece un rato en la caja? —le susurró al oído.

—Mmm no me apetece, lo deseo con desesperación. —respondió él estrujando su culo de nuevo con suavidad. Es un poco apresurado, pero si me das unos minutos podré arreglarlo.

De mala gana Kyril se separó de ella. Bris se quedó en el salón central y charló con algunos de los socios que estaban presentes. Al otro lado de la habitación vio fugazmente la silueta de Javier deslizándose en dirección a uno de los pasillos laterales. Su presencia la incomodó un poco al saber que probablemente estaría mirándola, pero ya lo había superado, igual que superaría también lo de Orlando.

Diez minutos después Kyril volvió con una copa de champán y una sonrisa para ella.

—Al principio el consejo quería retrasarlo un par de días para hacer de ello un acontecimiento, pero finalmente he conseguido convencerlos. —dijo Kyril con una sonrisa de satisfacción— Hemos quedado para dentro de veinte minutos. ¿Te parece si nos retiramos a una de las habitaciones privadas para dar un poco tiempo a la gente para colocarse y organizarlo todo?

Kyril no esperó y Bris se vio llevada casi en volandas por uno de los pasillos hasta una  habitación que parecía una sala de baile con un gran espejo que cubría una de las paredes con una barra a la altura de la cintura y un avanzado sistema de música. Kyril cogió el móvil y lo conectó a los altavoces por bluetooth. La melodía de Bothers In Arms impregnó el ambiente con los suaves acordes de la guitarra de Mark Knofler y Bris simplemente se dejó llevar y abrazó a Kyril. Sus cuerpos se fusionaron al ritmo de la melodía. Sintió el calor de Kyril atravesando el fino tejido de su vestido y sus manos recorriéndole todo el cuerpo explorando y excitando a la vez. Él no se apresuró. Acarició su espalda, su cuello y sus labios antes de besarla. Bris le devolvió el besó un instante y se retiró dejándole boqueando en el aire. Frunciendo los labios se retiró lo suficiente para que Kyril pudiese observarla a placer. Las caricias habían surtido efecto y los pezones se transparentaban reveladoramente en el tejido del vestido. Él no pudo evitarlo y desvió la mirada hacia sus pechos. Bris se dejó llevar por la música. Sus pechos se balanceaban hipnotizándole. Bris sonrió y le dio la espalda. Kyril se acercó y la abrazó por detrás restregando una respetable erección contra su culo.

Justo cuando temía que iban a perder el control, unos suaves toques a la puerta les advirtieron de que todo estaba preparado.

Ambos cogieron aire y salieron de la habitación en dirección al cubo.

Para  no haber avisado con antelación, la estancia estaba bastante llena. Bris echó un rápido vistazo a la vez que avanzaba balanceando las caderas. Todos los ojos se fijaban en ella. Aquella sensación de poder no hizo sino excitarla aun más. Estaba segura de que no había nadie en aquella sala que no la desease. Ni si quiera Orlando, que la observaba hosco y solitario desde una esquina, había podido reprimirse.

Enlazándola por la cintura, su acompañante la elevó prácticamente en volandas por la escalerilla hasta entrar en el cubo. Bris no pudo evitar una fugaz sensación de claustrofobia al cerrarse la puerta que rápidamente se disipó cuando las manos de Kyril se posaron sobre su cuerpo.

Esta vez las caricias fueron un poco más intensas y urgentes. Bris suspiró, se dejó llevar y besó a su amante sintiendo como aquellas manos infamaban su cuerpo.

Tras un par de minutos empujó a Kyril y se giró hacia los espectadores. Con un movimiento rápido soltó el broche del cuello y el vestido se deslizó dejándola totalmente desnuda salvo por el tanga. Aquella multitud de ojos la observaron intensamente, excitándola tanto como las caricias de su amante que se acercó por su espalda, rodeándola con sus brazos y sopesando sus pechos. Bris suspiró intentando controlar su respiración y tras dejarle hacer uno segundos se giró y empezó a desnudarle.

Él la dejó hacer. Bris abrió la camisa y acarició un cuerpo tonificado a pesar de la edad y con lentitud, haciendo de cada movimiento una caricia, terminó de retirarla. Besó su torso y le mordisqueó las tetillas antes de agacharse y bajarle los pantalones. No llevaba calzoncillos y la polla salto palpitante a la altura de sus ojos. Bris la agarró con suavidad y la sopesó calibrando su longitud y grosor antes de acercar sus labios y besarla. Kyril gruñó apagadamente y movió sus caderas intentando forzar el paso a través de ellos. Ella abrió la boca y dejó que aquel miembro ardiente la invadiese. Chupó con fuerza sintiendo con su lengua como la sangre turbulenta entraba en la polla haciendo que esta aumentase aun más de tamaño por unos instantes.

Olvidándose de las miradas ansiosas que la rodeaban empezó a chupar a la vez que agarraba el tallo de la polla para controlar la profundidad de la penetración. Kyril gruñía con suavidad y movía ligeramente sus caderas hasta que llevado por la excitación la cogió de la cabeza y la obligó a tragarse el miembro entero. El glande golpeó contra su garganta  y la asfixió por unos instantes antes de que él se retirara. Bris se atragantó al intentar coger aire y apenas se había recuperado cuando él repitió la operación.

A punto de correrse Kyril se apartó y la ayudó a levantarse mientras cogía algo de los pantalones y se deshacía de ellos. Bris se giró y miró desafiante a los presentes. Dando cuatro pasos se acercó a cristal y apoyó las manos y la frente en él antes de separar las piernas para su amante.

Sintió como se acercaba, su calor y el sonido contenido de su respiración la abrumaban. Tras unos segundos las manos de Kyril acariciaron su culo y se deslizaron entre sus piernas acariciando la superficie de su tanga ya totalmente empapado. Abrió la boca y se giró para pedir un beso cuando sintió como él adelantaba sus manos con rapidez y le ajustaba una mordaza a la boca. Sin solución de continuidad tiró con rudeza de las tiras del tanga haciendo que la prenda saltase dejando dos dolorosas marcas en su piel. Intentó protestar, pero solo pudo morder la pelota que mantenía su boca totalmente inutilizada. Eso la incómodo, pero no se sintió asustada hasta que vio que Kyril se apartaba un instante de ella y señalaba alguien entre el público. Un mal presentimiento la asaltó, pero no pudo hacer nada porque inmediatamente Kyril la agarró por las caderas y la penetró. Indefensa sintió aquella polla deslizarse ruda en su interior mientras observaba una silueta familiar acercarse. Al principio los focos que la iluminaban le impedían ver con certeza, pero en cuestión de segundos reconoció a Javier acercándose al cubo con una sonrisa de lobo.

Un escalofrío la recorrió de la cabeza a los pies. Intentó liberarse o gritar pidiendo ayuda, pero Kyril la tenía firmemente sujeta y ensartada. Sin ceremonias, su primo entró y se desnudó rápidamente evocando tremendos recuerdos en su mente. Nadie parecía darse cuenta de que estaba aterrorizada.

Siguió a Javier con la mirada mientras se acercaba a ella hasta que su boca estuvo al lado de su oreja. Su primo se la rozó con la lengua.

—Te lo dije. Soy inevitable. Solo era cuestión de tiempo. Nunca te librarás de mí.

Este relato consta de 39 capítulos publicaré uno más o menos cada cinco días. Si no queréis esperar podéis encontrar el relato completo en amazon.