Roxana - Mi tía después de su divorcio (1)

Meses después del divorcio mi tía se entrega a que juntos gocemos de los placeres prohibidos.

Mmmm, ffffffffffff, Cómo extrañaba este momento

Dijo mientras apoyaba el cenicero sobre mi pecho y exhalaba una profunda pitada del cigarrillo que terminaba de encender para pasármelo y acomodarse pasando un brazo por entre mi cuello y la almohada poniéndose junto a mí casi de costado reposando sus piernas contra las mías.

Yo me sentía único, capaz de cualquier cosa. Los vestigios de sol que asomaban por las rendijas de la persiana hacían el momento aún más sublime. Era la realidad de mi mejor fantasía. Mi tía había sido mía por primera vez. Tantos años deseando un momento así y ahora era realidad.

Roxana, de cuarenta años era hermana de mi viejo. No era una exquisitez, pero a mi me ponía a mil. Alrededor del metro sesenta y cinco, morocha de pelo largo, ojos oscuros, nariz respingona y labios gruesos. Pechos bien formados, que aunque estuviera acostada se remarcaban de su silueta y se hacían hacia los costados, algo rellenita en su vientre, defecto que no había logrado corregir desde que había sido mamá hacía ya cuatro años. Sus piernas y su cola me gustaban aún más que los pechos, había practicado bailar tango durante su adolescencia y la práctica de esa danza había hecho que todavía sus piernas estuvieran bien delineadas. Sobre todo con su uniforme de bancaria. Camisa, saco y pollera arriba de la rodilla y sus infaltables botas altas.

Mi vida a mis veintitrés años transcurría entre un empleo de oficina de nueve a.m. a cinco p.m. y la facultad tres veces por semana en horario nocturno. Todos los viernes fútbol con un grupo de amigos y viernes y sábados por la noche las típicas salidas. Había terminado hacía seis meses una relación de tres años con una compañera del secundario por el simple hecho de que la relación se había desgastado por los miedos que ella tenía a la hora del sexo, aunque no podía quejarme, habíamos compartido gratos momentos, como por ejemplo nuestra primera vez, y todavía seguíamos siendo amigos sin celos ni resentimientos.

El desear a mi tía había surgido producto de que alrededor de mis quince o dieciséis años mi tía formalizaba una relación estable con quien hasta hace ocho meses era su marido y padre de su hija. Su noviazgo concluyó tras tres años con el matrimonio. Nunca me voy a olvidar de la fiesta de casamiento. Roxana estaba radiante, y al momento clásico en el que varias de las concurrentes, inclusive la novia, se exponen a que los hombres vayan quitándole ligas de sus piernas, llegó al extremo cuando mi tía expuso su pierna sobre un taburete para que mi ahora ex tío le extrajera la suya. Sus medias blancas con ligas y portaligas se exhibieron junto con su tanga de encaje también blanca y la liga extra que era trofeo de su marido. Casi dos años más tarde mi tía estaba embarazada y como ya dije hace cuatro años cumplió su sueño de ser madre.

El nacimiento de mi primita fue otro ápice que marcó y acrecentó mi deseo por Roxana. Los meses posteriores al parto, cada vez que la visitábamos, mi tía se encontraba vestida con camisones de seda bien cortitos y no se rehusaba a que la acompañáramos cuando amamantaba a la nena, simplemente pelaba la teta y alimentaba a la bebé mientras seguíamos de gran charla en familia. Ya para el año de vida de mi prima no nos veíamos tanto, pero manteníamos una reunión (generalmente era cenar los sábados o almorzar los domingos) en nuestra casa o en la de mi abuela.

Motivos laborales de su ex, como ser viajes semanales al interior del país, hicieron que la relación de ambos se deteriorará y como también ya dije, hace ocho meses terminaron con un divorcio de mutuo acuerdo. Así, su vida quedó abocada a su hija y su trabajo, percibía una cuota de mantenimiento por parte de su ex y en el reparto de bienes tras el divorcio le había quedado a ella el departamento de tres ambientes donde actualmente vive.

Este verano, para liberar un poco a la abuela de la crianza de su hija en su horario laboral, anotó a mi primita en una colonia de verano en el mismo establecimiento donde en Marzo comenzará el jardín de infantes. Como su casa y el jardín de infantes coincidían en mi trayecto a mi trabajo y también el horario, no tuve (aunque de casualidad) mejor idea que ofrecerme como transporte para alcanzar a mi prima hasta la colonia y de paso dejarla a ella en el subterráneo rumbo a su trabajo para desde ahí dirigirme al mío.

Todo me salió redondo desde este enero de 2005. Alrededor de las ocho y cuarto pasaba por lo de mi tía, dejábamos a la nena en la colonia, la dejaba a ella en el subte y me iba a trabajar. No tenía mejor forma de arrancar cada mañana deleitándome con la visión de mi tía estirando sus piernas para subir al auto mostrándome gran porción de sus piernas. Con el correr de los días nos fuimos haciendo más "compinches" y más confidentes. Nos contábamos como habíamos pasado la noche, hablábamos de la familia, de los trabajos, de la vida, en fin. Si bien nunca nos habíamos llevado mal, ahora nos llevábamos bárbaro. En la familia comentaban que mi tía volvía a tener su carácter normal, y perdía de a poco el mal humor que le había generado el desgaste de su matrimonio y el divorcio.

La primera quincena de este febrero nos deparó a ambos nuestras vacaciones. Aunque ella me había dicho que no hacía falta que siguiera madrugando para llevar a la nena a la colonia, yo no le hice caso y seguí pasándolas a buscar cada mañana, ya que en verdad no me costaba nada, al fin y al cabo tenía todo el día para volver y segur durmiendo si quería.

Al cuarto día me pidió si en lugar de llevarla a la casa después de dejar a la nena en la colonia no la alcanzaba hasta un shopping ya que quería actualizar su vestuario. Como no tenía nada que hacer acepté y la acompañé para ver si de paso yo también me compraba algo de ropa.

Dimos vueltas toda la mañana y me sugería que la aconsejara con cada prenda que se compró. A pesar de que yo quise rehusarme me compró una camisa color negro de una tela semi brillosa que a mi humilde parecer y real comodidad me calzaba más bien apretadita, pero poco pude hacer ante su insistencia. Cuando dejamos el local le agradecí el detalle y me respondió con un marcado beso en el cachete seguido de un "vos te merecés mucho más…" y tomándome de la mano salimos al estacionamiento. Como quedaba un buen rato para la hora de salida de la nena de la colonia me invitó a desayunar a su casa. Tomamos un café y seguimos con nuestras confiadas charlas. Ahí me confesó que se estaba sintiendo ya un poco grande y que la verdad estaba extrañando no estar en pareja. No me esperaba una confesión de ese tipo así que "dormí" un poco y no atiné a decirle que según mi opinión estaba para comérsela entera. Se hizo el mediodía fuimos a buscar a la nena a la colonia y a pesar de que la chiquita insistía en que almorzara con ellas me fui para casa con la excusa de que había quedado con unos amigos y gocé de la soledad de mi casa (mis viejos laburan hasta la tarde) para hacerme una gran paja pensando en lo que mi tía me había dicho, en su regalo y en los metros que caminamos tomados de la mano, bastante tonto, pero estaba medio caliente, ya dije que hacía meses no tenía novia y hacían ya seis o siete meses que no mojaba.

El viernes de esa primera semana las fui a buscar temprano como de costumbre pero como para agradecer el regalo me puse la camisa que mi tía me había comprado. Ese día nomás subirse me saludó con un "guau, que churro que estás", lo que volvió a acrecentar mi fantasía con ella. Dejamos a la nena en la colonia y de regreso a su casa me preguntó si subía a tomar un café. Bien boludo como siempre le dije que la verdad que estaba cansado y que prefería volver a casa a dormir. Me convenció con un "dale, no seas tonto, nos tomamos un cafecito y después nos tiramos un rato en la cama, yo también estoy un poco cansada…". No me podía negar, ni por asomo me lo imaginaba pero era una tentación acostarme al lado de ella, ya me la imaginaba con sus camisoncitos cortitos.

Durante el café, sentados en la cocina, con la tele prendida en alguno de esos canales pedorros de cable tipo "Utílisma", me soltó:

Hace mucho que no me contás algo de tu vida

La verdad que no tengo nada para contar, disfrutando hasta que empiecen las clases de la Facu de nuevo, descansando del trabajo, saliendo con amigos, lo típico – contesté.

¿Con amigos nada más? - ¿Y las chicas… no pasa nada?

La verdad que no, ganas no me faltan de ponerme de novio de nuevo, pero las pibas están demasiado histéricas hoy por hoy, todas se hacen las lindas pero no pasan de ahí

Dale tonto, no me tenés confianza que no me querés contar – dijo y se levantó para lavar la taza. La seguí para darle mi taza y contesté:

No, en serio, nada de nada… ¿Y vos?

Ya te dije ayer, se me está pasando el cuarto de hora y cada vez la veo más difícil – me la dejó picando

¿Por qué decís eso?

Porque es así, quién va a querer meterse con una mina de cuarenta con una nena chiquita

No te creas, yo creo que no hay como las mujeres que están entre los treinta y los cuarenta

Epa!, bueno, gracias, aunque me gustaría que opinaras como hombre más que como sobrino.

Te lo digo como hombre – contesté justo cuando ella terminaba de lavar y se daba vuelta quedando cara a cara. La agarré de una mano y la hice dar una vueltita – "No ves, más de una quisiera llegar así a los cuarenta"

No seas malo – me dijo mientras todavía la tenía agarrada de la mano

¿Por?

¿De verdad te parezco linda?

No me parecés, sos… - contesté, prefería zarparme y comerme una cachetada a seguir calentándome y pajeándome como un idiota; ella apretó mi mano y con la otra me acarició la mejilla – "¿Qué pasa?" – le dije tomando también su otra mano

Nada… - hizo un silencio y continuó – No me digas estas cosas… nuestra relación creció mucho últimamente… sos muy amable conmigo… muy compañero… y ahora me decís estas cosas… no se si voy a soportarlo… estás jugando con fuego – concluyó

Yo tampoco puedo soportar mucho más seguir así – dije acercándome a ella que dio un paso atrás contra la mesada y quedó entre la espada y la pared; levanté su rostro para mirarnos directo a los ojos y le dije – "Sos mi fantasía desde hace mucho tiempo" – Ella sonrío, cerró los ojos, volvió a abrirlos y con un dedo sobre mis labios me dio a entender que no dijera más nada; rodeó mi cuello con sus brazos y con los ojos cerrados se tiró a besarme; fueron tres o cuatro toques de labios, quien sabe, para cuando nos miramos fui yo quien la arrinconé más aún sobre la mesada y volví a besarla, esta vez con la lengua.

Ya nos chupábamos mutuamente y ella recorría mi espalda y mi pecho yo colgaba una de sus piernas contra la mía y manoseaba su deseada cola. Lamí su oreja, su cuello, palpé sus tetas sobre la remera que tenía, se las chupaba, estrujaba su cola, ella hacía lo mismo con mi oreja, cuello, espalda y pecho. "tocame toda…así bebé…" me susurraba al oído. La senté en el borde de la mesada y hecho su cabeza hacia atrás, busque su cuello de nuevo, le metí mano por debajo de la remera y tuve contacto directo con su corpiño, le hice notar mi erección sobre su pubis mientras me rodeaba con las piernas. Me separó de ella con ambas manos, me miró con cara de leona, se bajó de la mesada, caminó hasta la mesa, prendió un cigarrillo guardo el encendedor en el paquete y volvió a girar hacia mí extendiéndome la otra mano.

Habíamos hablado de acostarnos un ratito, ¿No?

Me acerqué y tomados de la mano nos dirigimos al hall que distribuía el paso al baño y a las piezas, me soltó la mano y me agarró de la verga riéndose. Yo la seguía con una mano sobre su cola. Nos toqueteamos y besamos otro poquito hasta llegar a su pieza.

Apagó el pucho en un cenicero de su mesa de luz y se giró para prenderse de mí de nuevo abrazándome y besándome como al principio. Esta vez, mi mano exploró a palma abierta su entre pierna, se quejó con un tímido "aaaahhhhh", y me empujó para hacerme caer sentado sobre uno de los laterales de la cama. Se echó para atrás contra una cómoda y extendió su pierna posando su pie sobre la cama entre mis piernas.

Desabroché las tiras de su sandalia y la descalcé, repitió la operatoria con el otro pie. Volvió contra mí, ella parada y yo sentado, me clavó la lengua hasta la laringe, volvió a empujarme y retroceder, se puso de espaldas, estiré mis manos para magrearle el orto otro poquito, giró sobre sus hombros, me miró fijo y me dio una palmadita sobre la mano como diciendo "no toques". Volvió a erguirse sacando cola, bajó el cierre trasero del pantalón y lentamente descendió contorneándose hasta deshacerse de los pantalones tipo pescadores que llevaba (esos que no llegan hasta los tobillos), se estiró de nuevo, y se acomodó la bombacha colorcito naranja entre los dos cachetes simulando una tanguita y la estiro hacia arriba por los costados para que se le clavara bien clavada, sacó cola otra vez. Yo me deleitaba y me masajeaba la poronga aún vestido, sentado medio echado hacia atrás sosteniéndome con un brazo contra el colchón. Se fue quitando la remera por sobre la cabeza.

Quedó en corpiño y bombacha, giró, y se acercó a mí con un andar lento y felino, se abrió bien de piernas y se sentó encima mío, me volvió a clavar la lengua como antes, la deshice de su corpiño y tocaba sus tetas apretándole los duros y largos pezones, se separó y tomándome de la nuca me llevó la boca a sus pechos. Los empapé de saliva y los chupé un buen rato, ella me sostenía de la nuca y con la otra mano me torturaba apretándome la pija. Por mi parte, con una mano me apretaba contra ella y la otra se la refregaba por dentro de su bombacha por adelante, empezando a sentir que estaba calentita y mojadita. Me sacó la camisa botón por botón y mordió mis tetillas. La giré y la recosté contra la almohada, me acosté contra ella que abriéndose otra vez de gambas se ubicó abajo mío sexo contra sexo, aunque yo todavía tenía puesto el pantalón. Estuve un rato más refregándome contra su sexo y besándole las tetas. Metí un dedo entre sus hinchados labios vaginales y se arqueó sosteniéndose de mi nuca con ambas manos, saqué el dedo y me lo chupé, lo sacó de mi boca y fue ella quien lo chupó entonces.

Me moví para atrás y le arranque la bombacha brutalmente por los pies. Me recosté, le calcé las piernas sobre mi espalda y empecé a lengüetearle la concha. "Mmmmm, qué me hacés….." gimió mientras le mojaba cada vez más su sexo. No estaba depilada, estaba bastante peludita, pero no me importó, su olor me tenía hipnotizado. Roxana no paraba de moverse y se revolvía el pelo y se sobaba las tetas entre gemidos, en un momento se quedó quieta, me llamó la atención y cuando quise ver que pasaba estaba prendiéndose otro cigarrillo, flor de viciosa resultaba la tía. Me sonrío y dijo "¿Quién dijo que pares?" y me empujó la cabeza de nuevo entre sus piernas, se retorcía y se quejaba ante cada estrujamiento de su clítoris entre mis labios, escuché que apoyaba el cenicero y me separó de su entrepierna tirándome del pelo hacia arriba, me hizo acostar boca arriba, me manoseó y me sacó las zapatillas, las medias, los pantalones y los calzoncillos. Se arrodilló de costado y manoteó mi verga.

La manoseó un ratito. La peló tirándome la piel tan hasta abajo que me hizo doler – "¿Dolió?" – preguntó – "Sí, despacito" – le dije – "Ayy, pobrecito" – me dijo poniendo cara de circunstancia – " A ver si así me perdonás…" y empezó a chupar, despacio, la ensalivó bien y cada subida y bajada apretaba un poquito más los labios, la metió hasta el fondo y me mordió despacito, succionó hasta sacársela de la boca con un sonoro "Chuic!!", se levantó de la cama, abrió uno de los cajones y sacó una cajita de forros, volvió a arrodillarse sobre la cama enfrente mío – "Regalo de cumpleaños de mis compañeras de trabajo" – dijo mientras sacaba un forro. Los dos nos reímos, me puso el forro y me montó. De a poquito se fue haciendo penetrar apoyada sobre mi pecho hasta chocar su cola con mis testículos. Me miraba fijo. Subía y bajaba despacito. Se acomodó y se recostó medio sobre mí sin dejar el lento adelante-atrás ahora.

¿Está bien así? - Susurró

Más que bien – contesté

¿Más que bien? – Volvió a susurrar entre gemidos

¿Y así? – Dijo ya moviéndose más rápido y más profundo

No podía contestar, la agitada respiración no me permitía emitir otro sonido que no fuera un gemido.

Aumentó el ritmo hasta hacerlo casi frenético, para volver a hacerlo lento y profundo de nuevo, la tía sabía coger, y cómo. Se sentó sobre mi de nuevo, me acomodó las piernas haciéndome flexionarlas y se apoyó contra ella para volver al arriba-abajo tironeando hacia delante cuando subía. El jadeo mutuo era intenso y yo le apretaba las tetas, ella me chupaba de a tres dedos juntos, rebotaba contra mi pelvis. Me incorporé contra ella, la hice frenar un poco, la desensarté de encima mío y con una palmadita en la cola la hice que se ponga en cuatro. Le empecé a pasar la cabeza por entre los labios sin ponérsela, amagando, ella acompañaba moviéndose despacito. Hasta que en un movimiento inteligente de ella se movió ágil para atrás clavándosela hasta el fondo de nuevo. "Cogeme, dale, cogeme…", ahora ya gritaba.

Me eché encima de ella con mis manos sobre las suyas para inmovilizarla y poder imponer el ritmo, iba bien fuerte para adentro y las sacaba despacio. La fui aplastando de a poco contra el colchón y cuando casi la tenía de plano apreté las piernas de ella entre las mías. La tenía acostada boca abajo toda estirada con las piernas juntas y la poronga bien adentro (así la penetración no es del todo profunda pero si nunca probaron, no saben lo que se pierden, es terrible sentir media pija adentro y el resto rozando contra las piernas juntas de la mujer). Iba para atrás y bien fuerte para adelante eso hacía que su cola reventara contra mi pubis, era exquisito. Le chupaba el cuello y la nuca, ella bufaba, cuando sentí que acababa aceleré todo lo que pude, mi tía se ahogaba de gusto, la agarré del pelo sin tironearla fuerte para que no le duela, haciéndole levantar el torso y arquearse, las piernas contra el colchón y el tronco semi erguido, así, la clavé varias veces más hasta que terminé de acabar con ella sometida como les cuento en una imborrable imagen con su expresión de yegua bien cogida. Caímos destrozados, yo sobre ella.

Un par de minutos después, con la verga ya flácida ella me sacó de encima y de adentro de ella despacio y quejándose con leves "aah, ufffff". Me recosté junto a ella, y este relato finaliza cuando ella se reincorpora, y sucede lo que describo en el primer párrafo del relato.

Tranquilos, habrá más, hace una semana de esto, y no todo quedó ahí.