Rosana, mi nueva amiga

Una nueva compañera llegó al instituto, y enseguida nos entendimos.Me invitó a su casa un fin de semana...

Todo ocurrió hace ya cierto tiempo. Yo tenía 16 años, e iba al instituto como cualquier chica de mi edad. Teníamos una pandilla de amigas que salíamos por ahí juntas los fines de semana. Yo era bastante alta para mi edad, con el pecho no demasiado desarrollado, y llevaba el pelo a la altura de los hombros y de color castaño. Ya comenzado el curso, llegó una nueva alumna, la cual se sentó el primer día al lado mío. Desde el principio conectamos, y yo me esforzaba en ponerla al día, en presentarles a mis amigas, ayudándole en todo lo que me era posible. Se llamaba Rosana. Era algo más bajita que yo, con un cuerpo casi perfecto. Llevaba el pelo rubio y muy cortito, que le quedaba genial con sus preciosos ojos verdes

Al cabo de poco tiempo nos convertimos en inseparables. Yo seguía yendo con mis amigas, y Rosana venía de vez en cuando con todas, pero a ella no le hacían demasiada gracia. Un buen día me invitó a pasar la noche del sábado en su casa, aprovechando que sus padres no iban a estar. Iban a pasar el fin de semana a una casa rural, y tenían la suficiente confianza en ella para dejarla sola. Convencí a duras penas a mis padres para que me dejaran ir, y al final accedieron. Vivía en una casa fantástica, un adosado de una urbanización a las afueras de la ciudad, con su propia pista de tenis, piscina, un inmenso jardín….una maravilla, que por un par de días sería todo nuestro.

Llegué en autobús a media tarde. Ella me estaba esperando en la parada. Noté cómo le brillaban los ojos cuando me vio bajar del autobús. Me recibió con dos besos, y me cogió la mochila que llevaba mientras me acompañaba hasta su casa. Yo estaba un poco preocupada, ya que se me planteaba un fin de semana entero sin mis amigas, las cuales por cierto se enfadaron bastante conmigo cuando se enteraron de mi plan, como así me contaron después. Entramos en la casa y me llevó directamente a su habitación. Me dijo que había más habitaciones libres, pero que sería más divertido si durmiéramos las dos en la misma, ya que tenía dos camas. Yo acepté encantada.

Después de instalarme, me preguntó que qué quería hacer. Vi que había preparado muy bien la velada, con un montón de comida y bebida en el frigo, y una pila de películas para ver. Hacía una tarde fantástica, y me preguntó si sabía jugar al tenis. Algo me defendía, la verdad, y es que en verano solía jugar con mis amigas. Así que me dejó ropa de deporte, unas zapatillas y una raqueta. Mientras nos cambiábamos de ropa, noté como me miraba disimuladamente mientras me bajaba los pantalones y dejaba entrever mis braquitas. Lejos de disgustarme, noté como mis pezones se endurecían poco a poco. Ella se puso una mini camiseta de tirantes que dejaba al descubierto el ombligo, y unos calentadores a modo de pantaloneta, que marcaban a la perfección su bonito cuerpo. A mí me dejó una camiseta que me quedaba un poco ajustada. Enseguida comprendí que la elección no había sido al azar. Mi pecho, aunque pequeño comparado con el suyo, se marcaba completamente. Bajamos a la pista de tenis, y durante casi una hora estuvimos dando raquetazos con mayor o menor acierto

Una vez acabado el juego, nos dirigimos a casa. Me prestó una toalla y me indicó dónde estaba el baño para poder ducharme. Me pidió que pasara yo primero, que ella esperaría. El cuarto de baño era espectacular, con una bañera gigante y una ducha de hidromasaje. Acostumbrada a mi pequeña ducha de mi casa, aquello me pareció el paraíso. Me desnudé por completo, regulé la temperatura del agua y me metí debajo del grifo de la ducha. No había empezado ni siquiera a enjabonarme cuando Rosana llamó a la puerta:

-¿Puedo pasar?

-Claro-Respondí yo-

La bañera no tenía ninguna mampara que la protegiera, pero no me importó. Era jugadora de baloncesto, y estaba acostumbrada a ducharme delante de otras chicas.

-Oye, quería decirte que igual pedimos unas pizzas para cenar esta noche-Me di cuenta de que era una excusa cualquiera para entrar al baño estando yo en él-

-Vale, como quieras -respondí, mientras el chorro de agua mojaba totalmente mi cabeza-

-Tienes un pelo precioso, ¿lo sabías? – Me dijo, sin apartar la mirada de mis ojos-

-Gra…gracias. Me lo corté hace poco, y no me gusta mucho cómo me lo dejaron….-balbuceé yo, un poco nerviosa-

-¿Me dejas que te lo lave? Mi hermana mayor es peluquera, y siempre me dice que lo hago muy bien

Fue en ese momento cuando me puse un poco nerviosa. Lavarme el pelo suponía entrar conmigo en la ducha, no había otra forma posible. Dudé durante un instante, pero al final accedí. Ella empezó a quitarse su camiseta y sus mallas, hasta quedarse totalmente desnuda. Acercó la mano al chorro de agua para comprobar la temperatura, y apoyándose en mí entró a la bañera. Se mojó entera, y cogió el bote de champú. Noté que sus pezones estaban totalmente erguidos, al igual que los míos.

-Date la vuelta y agáchate un poquito, que no llego-dijo, entre risas-

Fue entonces cuando puso un poco de champú sobre mi pelo y empezó a masajearme el cuero cabelludo con suavidad, con una deliciosa suavidad. Era una sensación que yo ya había experimentado en la peluquería, pero claro está, completamente vestida. Nunca había tenido ningún roce con otra chica desnuda. En ese momento, un pequeñísimo gemido salió de mi boca.

-¿Te gusta?- preguntó ella, con la certeza de la respuesta-

-Me encanta, qué suavidad…-un escalofrío recorrió todo mi cuerpo en ese momento-

Después de enjabonarme, me pidió que me pusiera debajo de la ducha para aclararme. Una vez con el pelo sin resquicio alguno de champú, me encontré frente a ella, completamente desnuda junto a mí. Nos quedamos mirando durante un instante, hasta que ella acercó con parsimonia su mano a mi pecho. No dijo nada, sólo buscó complicidad con la mirada. Comenzó a acariciarme lentamente, mientras el agua caía sobre las dos. Yo permanecí inmóvil durante unos segundos, hasta que me decidí a llevar mi mano a su cara, la cual acaricié con suavidad. En ese momento, sus labios buscaron los míos. Fue una sensación como nunca había tenido con ninguno de los chicos con los que había estado. Nos besamos, al principio con delicadeza, más tarde con pasión. Sus manos rodeaban mi cuerpo, mientras las mías se lanzaron sin remisión a su culito, respingón, perfecto. Cogió entonces ella su esponja, y me pidió que se la frotara por todo el cuerpo, a lo cual accedí sin pensarlo. Empecé por el cuello, bajando poco a poco por su precioso pecho, hasta llegar a la entrepierna, perfectamente depilada, con un diminuto triángulo de pelo casi al ras de su piel. Me entretuve en esa zona, acariciándola con sutileza, algo que ella agradeció en forma de gemido sordo. Tiré la esponja al suelo de la bañera y continué acariciándola con la mano. Era la primera vez que hacía eso! Rosana se excitó muchísimo. Yo estaba ya como una moto, y no pude evitar agacharme, y buscar con mi lengua su sexo. Después de recorrerlo por completo una y otra vez, se retiró un poco hacia atrás, se agachó e hizo lo mismo conmigo. Fue una sensación tremenda, pensaba que iba a estallar de placer.

Estuvimos más de media hora debajo del agua, sin dejar de besarnos y acariciarnos. Pensé que todo acababa cuando cerró el grifo y alcanzó una toalla para ponérmela por encima. Pero no, aún tenía otra sorpresa. Me secó por completo con suavidad, y cuando terminó, acercó un taburete y me pidió que me sentara, que quería peinar mi cabello. Así lo hice, mientras ella terminaba de secarse. Cogió entonces un peine de madera y empezó a desenredarme el pelo, peinándolo todo hacia atrás. Lo hacía con una suavidad increíble, placentera. Una vez completamente liso y desenredado, comenzó a probar peinados, hacia un lado, todo hacia atrás…hasta que de repente me dijo:

-Tienes un pelo precioso, pero creo que este corte no te favorece nada. Tienes unas facciones preciosas, y resaltarían mucho más con el pelo corto

-Nunca lo he llevado corto-respondí, casi temblando-

-¿Te apetece que probemos algo nuevo? Mi hermana me ha enseñado a cortar el pelo, y no lo hago nada mal

Un nuevo escalofrío recorrió mi cuerpo. Nunca jamás hubiera accedido a cortarme el pelo, y mucho menos a manos de alguien que no era una profesional, pero estaba tan excitada, tan a gusto que no pude hacer otra cosa que balbucear

-Va…vale

Una tremenda sonrisa inundó toda su cara. Se acercó a un pequeño armario y de ahí sacó un pequeño neceser que contenía todo lo necesario: peines y tijeras de peluquería…y una maquinilla para rapar. Lo apoyó en el lavabo, y en ese momento se agachó y comenzó a darme besos en el cuello….

-Tienes un cuello perfecto-me dijo-Creo que ya va siendo hora de que lo enseñes.

-¿Estás segura? ¿Sabes lo que haces?- Mi corazón se puso a mil en un instante-

-No te preocupes, lo he hecho más veces. Mira, lo que voy a hacer es pasarte la maquinilla por detrás, sin raparte del todo, no te preocupes, hasta que se vea tu precioso cuello. Luego ya veremos qué hacemos por delante

Mi corazón estaba a punto de salirse del pecho. La idea de que me cortara ella el pelo me excitaba, y anulaba por completo mi voluntad. Ya me había corrido dentro de la ducha, pero me di cuenta de que aquello no había hecho sino comenzar. Me quitó la humedad del cabello con una toalla, agarró la maquinilla y le puso una guía para regular el corte.

-Te voy a dejar la nuca al dos, ya verás qué bien te va a quedar.

En ese momento cerré los ojos, mientras empecé a escuchar el ruido de la máquina cerca de mi oído. Comenzó a pasarla con suavidad, y noté como mi cabello, liso y limpio, comenzaba a caer por el suelo del baño. Fue una sensación inenarrable, un placer inmenso. El cosquilleo de la máquina sobre mi cuello, combinado con su imagen desnuda reflejada en el espejo….jamás había sentido algo así. Veía como mi cabello se deslizaba por mis hombros, pero al tener la parte delantera intacta no podía hacerme una idea. Fueron unos minutos maravillosos e interminables. Cuando acabó, cogió un pequeño espejo de mano y me mostró el resultado contra el espejo grande. Toda mi nuca despejada, todo mi pelo por los suelos, mientras el resto caía libremente por mi frente.

-Creo que los lados también te los voy a rapar….ya verás, qué bien vas a quedar.

Ni siquiera abrí la boca. Estaba casi en éxtasis, así que me dejé llevar. Hacía un par de meses, lucía una melena por la cintura. En ese momento, llevaba el pelo tan corto como la mayoría de los chicos que conocía. Cuando terminó con la máquina, cogió unas tijeras y me recortó toda la parte delantera. Ya no me importaba nada. Estaba deseando que acabara para abrazarla, besarla, hacerle el amor

Me dejó un flequillo imposible, cortísimo, y los pelos en punta ayudados de la gomina. No parecía yo, era otra persona, pero a la vez era la más feliz del mundo. Una vez acabó me levanté, me miré con atención en el espejo, mientras de reojo veía su cara esperando un gesto de aprobación por mi parte. Me di la vuelta, me quité la toalla que tapaba a medias mi cuerpo y me abracé a ella con pasión, con excitación. Después de comérmela a besos, ella me cogió de la mano y me condujo a la habitación. Me tumbó en la cama y se puso encima de mí. Hicimos el amor una y otra vez, hasta acabar rendidas, una al lado de la otra.

No llegamos a pedir las pizzas