Ronin
Todo lo que empieza termina, nos guste o no, tarde o temprano todo tiene un final.
Antes de nada quiero avisar a quien haya comenzado a leer este relato, que no es un relato erótico. Si alguien busca excitarse leyéndolo deberá buscar en otro lado.
Este es un relato de tristeza, de desamor, de despedida. Muchas veces me he enganchado a relatos aquí cuyos escritores han desaparecido, algo que no me gustaba, pese a entenderlo. Por ese motivo, he decidido dedicar unas palabras a explicar por qué este será mi último relato.
Lo primero pero menos importante, es el escaso éxito obtenido, no sé si porque la temática que he elegido no suscita mucho interés o tal vez se deba a que no he sabido llegarle a los lectores de ésta página. Probablemente sea porque no escribo tan bien como pensaba. Siempre he creído que el mundo de la Dominación Femenina (FemDom), estaba aquí un poco cojo, y probablemente sea porque no suscita interés. Sea como sea, esto es algo que no voy a entrar a valorar, son solo pensamientos que acuden a mi mente.
El verdadero motivo por el que no publicaré más relatos, es que mi musa me ha abandonado. Y con ella se ha ido mi Ama, mi Señora, mi Diosa. Aquella a la que me había entregado en cuerpo y alma pero a la que no he sabido servir, honrar y mucho menos merecer. El vacío que ha dejado es tan grande que ya no tengo ganas de escribir.
Hay errores que se redimen con un castigo, pero hay otros que no tienen solución. Hay otros, cuyo castigo, es la pérdida de confianza. Y cuando esto ocurre, tarde o temprano se acaba dinamitando una relación.
Si hay algún escritor, aquí, no uno con ínfulas como yo, sabrá que sin una musa que te inspire no hay posibilidad de seguir.
Ahora soy un Ronin. Cito directamente de Wikipedia, porque en ella alguien lo ha explicado mejor de lo que lo haría yo.
“Un rōnin (hombre vagabundo, —un hombre errante como una ola en el mar—) era un samurái sin amo durante el período feudal de Japón, entre 1185 y 1868. Un samurái podía no tener amo debido a la ruina o la caída de este, o a que había perdido su favor. ”
Y en esa situación estoy yo, he perdido el favor de mi Ama, ahora soy un sumiso sin Señora. Un marinero herrante en un barco sin rumbo, sin capitán.
“Según el código ético del bushidō (código del samurái), un samurái tendría que cometer seppuku (también harakiri, suicidio ritual) si perdía a su amo. Quien no respetaba el código debía valerse por su cuenta y estaba destinado a sufrir una gran vergüenza. La indeseabilidad del estatus de rōnin era principalmente una discriminación impuesta por otros samurái y por los daimyō, los señores feudales.”
En mi caso, cometer seppuku es el equivalente a dejar de escribir. Y mi gran vergüenza es vagar por el Mundo sin Ama, porque solo ella se había ganado mi fidelidad y lealtad.
Pensándolo ahora, yo ni tan siquiera soy sumiso, solo ella había conseguido sacar esa parte de mí, solo ella había conseguido que yo mostrase esa parte de mí ante ella. Solo a ella la consideraba digna de mi sumisión. El caso es que no concibo esta vida si Giselle no forma parte de ella. Es algo que me hacía especial, que me hacía creer que estaba en este mundo con un propósito, que no era uno número más. Ahora simplemente seré un mortal, uno más del montón que llorará por lo que consiguió tener pero no logró conservar.
Para los pocos que m habéis leído mis relatos, muchas gracias, espero que os hayan gustado, si no es así, tan solo será un fracaso más que añadir una lista cada vez más larga.
Nunca me han gustado las despedidas, por lo que simplemente diré, hasta luego y buena suerte.