Rompiendo Las Reglas
Capítulo 1
"Es tremendamente hermosa”
Eso fue lo que pensé medio segundo antes de que estrellara la palma de su mano contra mi mejilla, asentándome una sonora bofetada.
Me quedé de piedra, incapaz de reaccionar, cuando por fin mis sentidos despertaron abrí la boca dispuesta a mandarla a la mierda pero de nuevo ella actuó más rápido y me abrazó. De esos abrazos tan cálidos que funden el metal. Cuando cerré la boca, vencida por su sorpresivo gesto de cariño, me tragué todo el aroma de su perfume. No podía pensar con claridad, lo más inteligente que salió de mi boca fue un escueto y escasamente audible “Hola”
Ella se separa con brusquedad o bueno al menos me suelta, porque aún se encuentra muy cerca de mí, ahora tiene las manos en la cintura y me mira con el entrecejo fruncido.
―¿Hola? ― repite en tono de reclamo― ¿solo eso se te ocurre?
Volteo a ver a Kate con mi cara de confusión elevada a la décima potencia.
Ella solo sonríe.
―Es un gusto verte ―balbuceo insegura.
Camila levanta un dedo acusador y entrecierra los ojos.
― ¡Te largaste sin despedirte! ―reclama punzándome en el pecho con su dedo índice ― ¡Ni una sola llamada!
―Lo lamento… ―no estoy segura de sí quiere escuchar una excusa o una disculpa, volteo a ver a Kate en busca de respuestas pero mi hermana solo se encoje de hombros y sigue sonriendo― me alegra verte de nuevo.
Y una vez más me abraza.
De acuerdo, estoy jodidamente confundida y solo un pensamiento hace eco en mi cabeza: “Camila está loca de remate”
De nuevo me suelta y encaro a una mujer mucho más tranquila. De cabello castaño y ojos grandes. Se repite mi primer pensamiento: “Es tremendamente hermosa”
―Me alegra verte también.
Tengo dos minutos con ella y ya he conocido 100 versiones diferentes de Camila Fonseca. Hace 10 años trepaba los árboles y saltaba la barda que separaba nuestras casas con una agilidad sorprendente, usaba siempre los mismos converse viejos, pantalones cortos y camisas varia tallas más grandes. Ahora tal vez seguía estando igual de loca, pero sin duda se había convertido en una mujer hermosa y mucho más elegante que cuando teníamos 15 años.
―¿Qué pasa contigo Samanta? ―me reclama― te vas sin avisar y vuelves igual.
Me encojo de hombros sin saber que decir.
―No la agobies ―por fin mi hermana sale en mi defensa― llegó esta mañana y ha tenido suficiente con mi madre.
Camila suspira comprensiva.
―Lo imagino.
―Pero joder Samanta… ―no termina la oración en lugar de eso se pone a inspeccionarme de arriba a abajo con descaro ―estas divina ―sospecho que no era eso lo que pensaba decir y yo me sonrojé como una adolescente estúpida.
Miro a mi alrededor el local luce impecable con buenos títulos en los estantes pero sin un solo cliente.
―¿Trabajas aquí?
Que pregunta más estúpida. Me regañé interiormente.
―Inicié este negocio hace como un año ―comenta orgullosa― y nunca pensé que una escritora estuviera aquí, ni mucho menos Samanta Balcázar.
Creo que de nuevo me he sonrojado. Me muerdo el labio inferior sin saber que decir, realmente hay mucho por decir pero mi cerebro va lento. Jamás esperé encontrarme con Camila, era ella la que planeaba casi cada fin de semana escapar de Forten, decía que se largaría a la primera oportunidad, jamás imaginé que volveríamos a coincidir en esta vida.
Cruzamos miradas y por su expresión tengo la certeza de que ella está pensando lo mismo que yo.
―Estoy organizando una fiesta de bienvenida ―suelta mí hermana―y no puedes negarte por que será en tu casa.
Camila y yo giramos hacia ella casi al mismo tiempo.
―Desde luego ―comenta animada ― ¿Quiénes irán?
Mi hermana finge contar con los dedos, antes de responder.
―Nosotras tres, hasta ahora. Iremos a invitar a Liz, Paula y a la hermana de Saúl ¿cómo es que se llama?
―Gabriela ―le recuerda Camila y de nuevo me mira ― Tu odiabas a Liz.
Su comentario me coge por sorpresa.
―Realmente me da igual ―digo dudosa.
―Bien. ¿Puedo saber a qué hora será la fiesta en mi casa?
Ella y mi hermana comienzan a hablar sobre los detalles de la reunión, no les pongo atención finjo mirar los libros pero realmente pienso en Camila.
Es la misma de siempre y eso me asusta, siento que no ha pasado el tiempo y eso me aterra, sospecho que mis sentimiento hacia ella no han cambiado y eso me mata.
No sé desde cuando la conozco, nací y dos meses después nació ella. Aparece en todos mis recuerdos, como si siempre hubiese estado conmigo, al menos mientras vivía en Forte y cuando viajé la llevé en mi mente por un par de años, hasta que se convirtió en un recuerdo borroso y luego la olvidé, hasta que me llamaron para alertarme sobre el estado de salud de mi padre. Lo primero que tuve claro fue que tendría que regresar a Forte y lo segundo que vino a mi mente fue mi mejor amiga. Me preparé para ver las calles que tenían tatuadas con tinta invisible las huellas de sus converses, pero verla a ella… eso fue una bofetada más fuerte que la que la propia Camila me había propinado.
Cuando Kate me dijo que Camila moriría al verme una parte de mí deseo salir corriendo, esa misma parte ahora se encontraba hechizada por el olor de su perfume y el calor de ese abrazo.
―Cuídala mucho ―oigo decir a mi hermana― y ten paciencia trae aires de diva.
Veo como Kate se aleja.
―Oye ―la llamo y voy tras ella pero Camila se interpone en mi camino― Yo te cuidaré bien.
La miro extrañada.
―¿A dónde va Kate?
―Sigues perdiéndote ―comenta― lo hacías de niña, te quedabas pensativa y no te enterabas de lo que ocurría a tu alrededor.
―Estaba mirando ―mentí ―son buenos títulos.
―El lugar es un fracaso ―reconoce― pero necesitaba salir de mi casa o terminaría volviéndome loca.
―Los libros no son un buen negocio.
Arquea una ceja.
―Yo oí que te va muy bien como escritora.
Me encojo de hombros.
―Un golpe de suerte.
―Eres fenomenal enserio y te mataré si no me das detalles de tu próximo libro. Escuché que cocinas algo grande.
―Se supone que eso debería estar haciendo, si no me matas ahora Marcos se te va a adelantar.
―¿Marcos es tu…?
―Agente, le dio un ataque cuando supo que viajaría.
Tiene una forma de mirarme que me intimida.
―Es genial todo lo que has logrado.
―Solo fue un golpe de suerte ―vuelvo a decirle― ¿A dónde fue Kate? ―intento alejar la conversación de mí.
―A invitar a tus amistades ―dice con sarcasmo― y tu irás a almorzar conmigo.
―Tienes un negocio que atender…