Rompiendo la normalidad con mi hermana melliza (5)

Andrea y Rubén desatan la más morbosa pasión incestuosa, adornada con el más puro de los amores (no precisamente fraternal). Pero... ¿Qué pasara con Nadia? ¿Es posible para estos dos hermanos ser felices dentro de esta fantasía que hace poco hubiese sido inconfesable?

CAPÍTULO 5: Comiéndose el fruto prohibido

Un tenue y travieso rayo solar se colaba entre las persianas de mi habitación, amenazando a mis pupilas, aún dilatadas por la poca luz recibida durante la noche. Abrí los ojos con cierta dificultad y bostecé. Había dormido mejor de lo esperado, sobre todo después de lo que le pasó a mi rodilla y de cómo mi sueño de la UFC se había derrumbado.

Bueno, reconozco que amanecer con Andrea abrazando mi cuerpo, ambos cobijados por mi sábana, tuvo algo que ver en mi espontánea felicidad mañanera.

Reposaba con total parsimonia, exhalando e inhalando de manera rítmica, totalmente sumida en un sueño aparentemente profundo. Unos cuantos mechones marrones tapaban su preciosa cara, así que suavemente los aparté para poder verla mejor. Era la chica más hermosa y que más me importaba del mundo. Y ella me correspondía. No cabía en mí de felicidad.

― Perdón por despertarte... ― Mi suave movimiento la había hecho entreabrir los ojos, y esbozar una diáfana sonrisa matinal. ― Pero no puedo permitirme perder la oportunidad de ver tu hermoso rostro ni siquiera una sola vez.

― Puedes despertarme las veces que quieras, solo si prometes no despertarme de este sueño en el que correspondes mi amor imposible.

― Tranquila, ninguno de los dos queremos despertar de ello.

Le acaricié la cara, y nos fundimos en un cariñoso beso de buenos días. Oh dios, sentía el amor más puro y sincero fluyendo a través de cada poro de mi piel. Mi vida era por fin plena.

― Qué cursis que somos…

Ambos estallamos en una carcajada juguetona, para acto seguido mirarnos a los ojos sonriendo.

Andrea miró hacia mi rodilla, y la acarició.

― ¿Qué tal está tu rodilla?

― Bueno… Igual, la verdad. Pero solo he de tener paciencia, es cuestión de tiempo que todo se arregle.

― Sigo sintiéndome culpable. A pesar de todo, no puedo evitarlo.

― Eres culpable, sí.

Ella me miró con una expresión visiblemente desazonada, a lo que yo respondí con un beso.

― Pero solo de robarme el corazón.

Volvió a sonrojarse. No sé cuántas veces iban.

― Te amo tanto, Rubén…

― Lo sé, Andrea. Puedo notarlo. Mi rodilla es una minucia. Correspondes lo que siento… Hubiese dado mil rodillas por esto, mi amor.

La abracé con delicadeza, haciendo que sus mofletes se tornasen más que rojos. Sabía cómo se ponía cuando estaba nerviosa, y en cuanto notó el contacto de mis brazos, adoptó justamente esa expresión facial.

― ¿Qué te pasa?

― Eh… Bueno… Es que…

― Dime, mi amor.

― Tus brazos son… muy… musculosos.

― Oh… ¿Eso te gusta?

Me miró directamente, con total anhelo brotando de sus ojos.

― Siempre he fantaseado con sobarte los músculos, Rubén.

― Vaya con mi hermanita…

― Lo siento, soy una…

Me deshice de mi camiseta rápidamente, dejando al descubierto mi tonificado tren superior.

― Toca todo lo que quieras. A partir de hoy ya sabes que soy todo tuyo, únicamente tuyo.

― Rubén… Yo… Dios, que bueno estás…

Empezó a pasar sus manos por cada parte de mi torso.

― Mira estos abdominales, y estos bíceps, y estos pectorales…

― Dios, me estás poniendo malo…

― Y tú a mí. Como te he deseado siempre… No sabes cuantas veces he soñado con hacer esto…

Y entonces empezó a lamer mi abdomen, dejándome anonadado. Pasó la lengua por mis abdominales sin dejar de sobar mis bíceps, y grácilmente, pasó a lamer mis pezones. Obviamente, mi pene de descontroló al instante. Joder con mi hermanita, vaya fiera que llevaba dentro.

No dejó pasar la oportunidad de besar cada parte de mis brazos y pecho. Estaba desenfrenada.

― Llevo tanto tiempo queriendo hacer esto… Ni te lo imaginas…

― ¿Cuánto tiempo?

― Me da mucha vergüenza contrate sobre ello… Pero, bueno… Supongo que ahora que somos pareja es natural que te diga que te he deseado desde que se comenzó a desarrollar mi sexualidad.

― ¿Cómo?

Me quedé con una inédita cara de asombro ante la confesión de mi hermana. Yo pensaba que la tensión sexual entre nosotros comenzó hace relativamente poco, no sabía que ella llevara tanto tiempo viéndome de esa forma.

― Creía que estaba enferma… La primera vez que me toqué fue pensando en ti… No lo veía como nada sucio en ese momento, ere solo que te quería tanto que no podía evitarlo… Pero ya cuando empezaste a entrenar y a tener ese cuerpazo musculoso, no sé cómo no me borré el coño de tanto dedo… En ese entonces ya sí que era lascivia pura y dura.

― Me dejas de piedra… Yo… No sabía que te ponía tanto…

― ¿Quieres escuchar algo realmente vergonzoso?

― Dime.

― No sé si voy a ser capaz de decírtelo…

― Oh vamos, no me dejes con las ganas, cariño.

― Está bien… ¿Sabes por qué empecé con el idiota de Marcos?

― No sé… Supongo que lo normal… ¿No? Ahora que lo pienso nunca supe como os conocisteis…

― En un foro en el que se hablaba de fantasías incestuosas.

― ¿QUÉ COÑO…?

― Él siempre ha deseado a su hermana mayor. Es la única persona para la que tiene ojos. Nos unió la frustración de nunca poder cumplir nuestro mayor anhelo: Tener a nuestro respectivo hermano como pareja tanto sexual como sentimental. Estábamos obsesionados. Siempre que follábamos pensábamos en nuestro hermano, gimiendo sus nombres. Para él, yo en la cama era Lucía, y para mí, él eras tú. Por eso me lié con un tío musculoso, porque me recordaba a ti. No te he podido sacar de mi cabeza en ningún momento de mi vida. Sin embargo, al final acabé enamorándome de ese imbécil.  Y bueno… Supongo que él no quería eso, así que se cansó de mí, y me abandonó. Eso me dejó al borde del colapso, pero entonces volviste a ser tú el que me quiso y me protegió. Oh dios, ¿Por qué eras siempre tan bueno y perfecto conmigo? ¿No veías que tenía que controlarme como nunca lo he hecho para no saltarte encima?

Yo estaba más anonadado que nunca. Dios mío, ¿Qué clase de pervertida incestuosa es en realidad mi hermana? Saber todo eso me excitó hasta límites insospechados. Quiero decir, siempre nos llevamos bien y fuimos cercanos, pero nunca me esperé algo como eso. Llevaba siendo el sueño húmedo de Andrea desde que éramos adolescentes.

― Lo siento, Rubén. Quizás te da repelús que desde siempre haya…

Sin dejarle terminar la frase, me lancé a brindarle un frenético beso con lengua, para demostrarle que lo que sentía era todo lo contrario… Excitación, morbo, deseo, y un sinfín más de emociones lascivas que nunca debería sentir por mi propia hermana.

― Me has puesto como una moto.

― Tendría que habértelo contado mucho antes entonces…

Mientras magreaba todo el cuerpo de esa diosa que el caprichoso destino había querido emparentar conmigo, seguí mi discurso, con algún que otro tinte insultante que le daba más morbo si cabe a la situación.

― ¿Quién hubiese pensado que mi hermanita se masturbaba con mi cuerpo? ¡Menuda zorra sin vergüenza! Ya me creería hasta que tienes fotos mías en tu móvil…

― Tengo un correo que nadie conoce, con el Drive petado de fotos de tu insta. Sobre todo, de las que sales sin camiseta, enseñando estos abdominales tan sexys que me ponen a mil.

Era una noticia impactante tras otra, no daba crédito a lo que estaba escuchando. Mi querida hermanita, por la que tanto había sufrido en los últimos años, ya que me sentía sucio por desearla como un loco, ha resultado ser una pervertida incestuosa de primer nivel que llevaba deseando que esto pasara desde que era pequeña. No podía estar más excitado en esos momentos…

― Voy a cumplir cada una de tus fantasías una a una, te voy a hacer la mujer más dichosa del mundo…

No paraba de comerle la boca y de magrearle su cuerpazo por encima de la ropa. Estábamos los dos calientes como perros en celo.

― Sí… Dios… Rubén… Tengo tantas…

― Tenemos toda una vida por delante, tranquila… A partir de ahora, vamos a disfrutar todos los días y a recuperar el tiempo perdido…

― ¿Y tú? ¿Qué te hizo sentir esto por mí?

― La verdad es que no lo sé. Siempre me has parecido una mujer extremadamente sensual, pero es que de un tiempo a esta parte no he podido sacarte de mi cabeza. Tengo momentos concretos muy grabados, como aquella vez en la que me besaste de sorpresa en el coche…

― Mhhh No pude aguantarme, hermanito… Y las ganas que tenía de tirarme encima y cabalgarte en el asiento del conductor… Dios, la primera vez que sentía tus labios sobre los míos… A saber la de veces que me he masturbado con ese pensamiento…

― Por no hablar de aquel momento en el que saliste de la ducha solo con una toalla por primera vez… O cuando te pillé desnuda sin querer al salir de la ducha…

― Mhhh que malo que fuiste… Me miraste y cerraste la puerta rápidamente cuando te dije que qué hacías, dejándome con un calentón brutal… Fue tan repentino que casi me derretí en ese mismo instante… Tuve que hacerme un dedo un momento después, fantaseando que entrabas al baño, pensándotelo mejor, y me sodomizabas contra la pica…

― Dios, que puta… Aunque, bueno, no hace falta que te lo diga, después de eso vas y me dices que eres modelo de lencería y me enseñas fotos tuyas casi en pelotas… Vaya erección que me provocaste… Lo hiciste a posta, ¿Verdad?

― Por supuesto… Había notado según que reacciones en ti… Pero debía asegurarme de que realmente te ponía cachondo… Y joder, cuando vi ese bultaco en tus pantalones… Se me hizo el coño agua… Como quería que perdieras el control…

― Joder… Como me estás poniendo… Saber todo esto ahora que somos novios es super morboso… ¿Y qué me dices de ese momento en el que vas y me pegas un morreo? Tuve que contener hasta el último músculo de mi cuerpo para no agarrarte y cometer una locura…

Besó mis brazos de arriba abajo y me dio algunos besitos en el pecho.

― Me hubiese encantado que hubieses explotado en ese momento. Aunque te hubiese dicho que qué hacías, que era una locura, que no quería, que me estabas violando. Solo para que fuese más morboso, más prohibido, más obsceno. Me da la impresión de que no te importaría cumplir esa fantasía de violación incestuosa que tengo, ¿Verdad?

― Buf… Joder… Por supuesto que me encantaría… Lo que no sé es como no te violé durante el tiempo en el que te me insinuabas constantemente. Cuanto rocecito, cuanto mimito, cuanto paseo en toalla… Joder, si me hacías una pasarela cada día…

― Era para que te pusieses cachondo perdido, y para que me follases como una loca. Seguro que con el físico que tienes, debes follar como una mole. Y esta polla…

Por primera vez, Andrea palpó lascivamente mi pene por encima del pantalón. Obviamente, este tenía a esas alturas el tamaño del Everest. Como me había puesto solo hablando… El sexo con ella seguro que debería ser algo fuera de este universo…

― No puede ser… ¿Qué es esto? ― Siguió palpando, mientras su rostro adoptaba expresión de total estupefacción. ― ¿Llevas puesta alguna prótesis o algo?

He de reconocerlo, esa sincera y jocosa pregunta me sacó una sonora carcajada.

― Sácala y comprueba tú misma que no.

Hizo caso a mi consejo, y liberó una erección como hacía tiempo que no tenía. Mi polla estaba en su máximo esplendor, y la cara de asombro y mandíbula desencajada de Andrea no hacía más que echar leña al fuego.

― Rubén… ― Me miró con ojos brillantes, repletos de lujuria contenida por demasiado tiempo. ― Es mucho mejor que en mis sueños húmedos…

― La realidad siempre supera a la ficción, ¿No?

― Te la quiero mamar como una puta de cinco euros el polvo.

― Mhhh no sabes las ganas que tengo de que lo hagas, pero vamos a jugar a calentarnos más... Acerca tu mano y boca a mi polla todo lo que quieras, pero no la toques por unos minutos. Siente el calor que desprende, mira como bota deseando que la toques, pero no lo hagas… Vamos a torturarnos mutuamente….

― Qué hijo de puta que eres… Dios, qué hijo de puta…

Acercó sus manos todo lo que pudo a mi miembro, simulando una paja a dos manos, pero sin ningún tipo de fricción. También acercaba y alejaba sus dedos cuando estaba a punto de tocarlo, haciendo que mi pene botase como loco. Una sonrisita excitada delataba su exquisito deleite sádico al verme desesperado por notar por fin su más íntima caricia.

― Oh dios… Oh dios, Andrea…

Mis gemidos se hacían presentes al ver la cara de mi hermana. Tenía la boca en la posición exacta para realizar una mamada, y con mi capullo dentro podía sentir toda esa calidez tan anhelada, pero sin que ella cercase mi glande con sus labios finalmente… Qué delicia… Qué tortura más deliciosa…

― ¡ANDREA! ¡NO PUEDO MÁS! ¡CHÚPAMELA, POR FAVOR! ¡HÁZLE UNA MAMADA A TU HERMANO!

― ¡PENSÉ QUE NO LO PEDIRÍAS NUNCA, HIJO DE LA GRAN PUTA! ¡ME VOY A PONER LAS BOTAS!

Y finalmente cercó mi polla con sus labios, y empezó una lujuriosa mamada mirándonos a los ojos. Subía y bajaba por todo mi tronco, dejando espacios en los que me daba una minúscula tregua para respirar brevemente entre hilos de saliva, y volver a la acción. No se olvidó de mis huevos, los cuales mamó con saña y ganas, incluso rellenando su cavidad bucal con mis dos bolas a la vez, que formaban lo que se podría decir, un relleno cojonudo. Realmente sentía la excitación y dedicación de Andrea, nadie me había hecho una mamada de ese calibre, seguramente porque nadie me deseaba y me quería más que ella.

― Qué pollón… ¿Pero esto qué es? ¿Todo esto es para mí? No me lo puedo creer, como me lo voy a pasar… Es la polla de mis sueños, la mejor que nunca he visto y mucho menos tocado…

Me sentía un absoluto dios. Andrea había quedado totalmente hechizada bajo el efecto de mi falo monstruoso, el cual había conseguido complacer incluso a alguien como Nadia. Aunque tener a una chica que lo venere y diga que es el mejor que ha visto en su vida es incluso mejor que complacer a toda una experta en las artes amatorias, como es mi entrenadora de MMA.

― Mientras te la como dime todas las fantasías que tengas. Las quiero cumplir todas.

Y siguió con su espectáculo succionador, con el ahínco y dedicación de una recién casada que quiere demostrar a su maridito la hembra hecha y derecha que tiene en casa.

― Tengo un fetiche con las sirvientas, y buff siempre te he imaginado a ti con un vestido de Maid entregándome tu cuerpo.

Sacó un momento mi glande de su boca para contestarme.

― Qué hijo de puta, anda que no eres listo hermanito… Pero ya que estás impedido y es por mi culpa, voy a ser tu sirvienta hasta que te pongas bien, cualquier guarrada que me quieras hacer solo dilo y lo haré. Se todo lo cerdo e hijo de puta que quieras. Yo encantada. Será mi castigo por haberte arrastrado a esta situación.

Y siguió chupando con fruición. Menuda experta, ya me había puesto aún más como una moto.

― ¡Que mi hermanita sea mi esclava es mejor que el gordo de la lotería!

Esta vez ya no contestó, simplemente siguió chupando, hasta que, en un momento dado, le hice un gesto para que levantara un poco el culo, y le quité el pantalón que llevaba puesto, dejando ver una tanguita color negro de absoluto putón. Venía preparada para la tercera guerra mundial que estaba a punto de estallar entre nuestros genitales.

Palpé la zona de sus labios vaginales, aún cubiertos por la tela de esa prenda tan íntima. La humedad traspasaba esa obscena membrana textil de manera casi torrencial. Creo que nunca había sentido a una mujer tan cachonda por mí, ni siquiera Nadia.

― Pero si ya estás mojada como una puerca incestuosa, quítate el tanga que hacemos un 69 para que veas como se las gasta la lengua de tu hermanito.

Sacó mi rabo de su boca en un segundo, y con el brillo del fulgor sexual emanando de sus pupilas, se apresuró a quedarse con el chocho al natural, tal y como vino al mundo.

― Te voy a comer ese coñito precioso de la mejor manera que pueda.

― ¡CÓMEMELO! OH, DIOS, RUBÉN, ¡MÁMAME EL TOTITO Y HÁZME TEMBLAR COMO UNA FURCIA MIENTRAS TE LA CHUPO COMO UNA PROFESIONAL!

Mientras gritaba esto como una loca, totalmente controlada por su llama interna, mi hermana se subió encima de mí, y empezamos un 69 riquísimo, dándonos placer mutuamente.

Quería mamarle el coño de una manera inusitada, y que se corriese como nunca lo había hecho, así que saqué a relucir todo mi armamento pesado. Empecé por un leve soplido generalizado en la zona, que le hizo estremecerse.

Después comencé a besar suavemente los alrededores de su vagina, y metí lentamente un dedo en su diluviada cueva femenina, perpetrando el clásico movimiento de “mete-saca” de la manera más tortuosamente lenta que pude, mientras seguía con los lametones y besos en la frontera de su más privada y prohibida zona para esa lengua fraterna.

Lo único que se oía eran nuestros gemidos ahogados entre lametón y lametón, y lo único que olíamos era el perfume a sexo de los genitales que más deseábamos tener bajo nuestro control. Un éxtasis difícil de entender, que acabó por hacer explotar a Andrea. Sacó rápidamente mi excitado glande de su boca, y empezó a respirar de forma muy descontrolada.

― Dios, me voy a correr, Rubén… ¡LE VOY A EMPAPAR LA CARA A MI HERMANO CON MIS FLUJOS!

Lo justo es que, con lo mojada que estaba, yo ya estaba empapado, pero la realidad es que noté el aumento del cabal debido a la inmediatez de su explosión. Sin mediar palabra, empecé a atacar su sobreexcitado clítoris con mi lengua, mientras asediaba sin piedad su punto G, haciendo un gancho con mis dedos en el interior de su más privada intimidad. Sentir las contracciones palpitantes del chochito de Andrea sobre mis dedos mientras le daba ritmo con todo lo que tenía fue una sensación inolvidable que acabó con un grito de ella que me pareció el sumun de lo delicioso.

― ¡ME CORRO COMO UNA LOCA!

Una vez el intenso orgasmo terminó, prácticamente calló desfallecida al lado de mi cuerpo desnudo, cubriéndome mi abdomen con sus piernas. No paraba de hiperventilar.

― Dios… Eres el mejor, hermanito… Y solo ha sido con tus dedos… No me lo puedo creer…

― Andrea, quiero follar contigo.

― ¡Y YO!

Dios, que rápido se había recuperado de su corrida. El simple hecho de pensar en ser penetrada por su hermano la había vuelto completamente loca. Puso sus muslos a un lado, y agarró mi tremenda erección de caballo. Más, cuando ya estaba por dejar caer su peso encima de mi polla, para empezar a cabalgarme, aparté mi miembro, haciendo que su intento por ensartarse en esa prohibida polla fallara. Ella me miró anonadada.

― ¿Qué haces?

Presioné suavemente su increíble trasero, en señal de que quería que se extendiese del todo sobre mi cuerpo. Entendió la intención de mi gesto, y con mucho cuidado, para no hacerme daño en la pierna afectada, nos abrazamos desnudos, con nuestras pieles totalmente en contacto. Mi polla quedó atrapada entre la carne de su pelvis y los labios ardientes de su vagina. Nos morreamos por un rato.

― Sería un desperdicio metértela sin más. Vamos a hacerlo especial. Vamos a excitarnos, vamos a hacernos desear la más salvaje de las penetraciones.

― Mhhh Rubén, que guarro. Soy tu hermana, ¿Lo recuerdas? Con la que has crecido desde que eras pequeño, ¿No te da vergüenza hacerme chorrear aún después del mejor orgasmo de toda mi vida?

― Es lo mejor. Como me pones, todas tus curvas son de absoluta diosa… ― Pasé la mano por todo su cuerpo, desde la parte de atrás de las rodillas hasta su espalda y brazos, pasando por su hermoso y tonificado culo, que haría palidecer al de una actriz porno. ― Estás buenísima, no quiero parar de tocarte…

― Ni yo quiero que pares de tocarme, mi amor…

Estaba disfrutando como una loca del tacto de mi musculoso cuerpo directamente en el suyo. Su tono de voz era el de una loba sedienta de sexo. Estoy seguro de que nunca había estado tan cachonda en su vida. Yo al menos no lo había estado tanto nunca.

― A partir de hoy vamos a poder disfrutar el uno del otro tanto como queramos, así que vas a poder cabalgarme tanto como quieras. Creéme, porque tengo la pierna hecha mierda, sino te empotraba ahora mismo como un toro.

Separando un poco su cuerpo del mío, acarició mi pierna suavemente, mientras besaba mis pectorales.

― Voy a cuidarte muy bien, para que te cures lo antes posible y me puedas bombear como un loco. Quiero que mi hermanito me destroce, hazme tu hembra.

― Dios mío, clávatela, ¡VAMOS A FOLLAR, PERO YA DE YA!

Totalmente sumida en la más profunda de las pasiones lujuriosas, la cual se reflejaba sin parangón en su expresión facial, mi hermana agarró mi miembro, y posicionándolo suavemente en la entrada de su vagina, fue dejando caer su peso lentamente. Dando paso al más deseado de los suspiros por parte de ella, mi soldado se abrió paso entre tan angosta y húmeda cascada fluvial de fluidos femeninos, hasta quedar totalmente encajado en sus entrañas más inhóspitamente prohibidas.

― Dios… ¡POR FIN, RUBÉN! ¡TODA MI VIDA ESPERANDO ESTO!

No se hizo derogar, y empezó a mover sus caderas frenéticamente sobre mi miembro… ¡Cómo le botaban sus enormes tetas! Además, podía ver que estaba totalmente fuera de sí. Yo, intentando maximizar su ya de por si enorme placer, le empecé a manosear esos pechos increíbles mientras le hablaba sucio.

― Maldita puerca, la de veces que te habrás metido un consolador por el coño pensando en esto…

― ¡No lo sabes tú bien, Rubén! ¡ESTA ES MI FANTASÍA SEXUAL!

― ¡Y LA MÍA, CABRONA! ¡NO DEBERÍAS PODER TENER HERMANOS! ¡ESTÁS DEMASIADO BUENA!

― Soy muy mala, no he parado de intentar seducirte…

― Y te ha servido, zorra. Aquí estoy, haciéndote de consolador humano.

― Me encanta que me insultes, ni siquiera a Marcos le permitía que me insultara. Solo era porque eso te lo reservaba a ti, tú eres el único que quiero que me diga de todo. Es un privilegio solo a tu alcance.

― Joder, ¡Qué cachondo me pones! ¡Quiero curarme la pierna lo antes posible para follarte como te mereces! ¡Voy a bombearte como una bestia cuando esté bien!

― Oh dios… Me corro otra vez… ¡Solo de pensarlo ya me corro!

Puso sus manos en mi pecho y aceleró los movimientos, haciendo que el vaivén de sus ubres ya se descontrolara completamente. Su cadera era una batidora, hacía movimientos circulares y de sube-y-baja, buscando el mayor roce posible. Tenía los ojos cerrados, disfrutando del todo mientras gemía como una absoluta gorrina.

― Yo también me voy a correr… ¡ANDREA!

― ¡Dale la leche a tu hembra bien dentro! ¡Agárrame las tetas como a una cualquiera y baña de semen tu coño personal! Ay… Ay… ¡DIOS! ¡QUE YA VIENE! ¡RUBÉN, VOY A FLIPAR!

― ¡Y YO! ¡QUÉ CORRIDA!

Se tumbó rápidamente sobre mí, cubriendo mi pecho con sus tetas, y abrazándonos y morreándonos tuvimos un orgasmo colosal que no olvidaremos fácilmente. Incluso aunque tuviese la pierna reventada, y no hubiese podido moverme a penas, sé que ese será por siempre el mejor orgasmo de mi vida.

La verdad, estuve unos días con la pierna resentida. Al fin y al cabo, aunque no la había usado, el traqueteo obviamente me afectó. Pero dios, como valió la pena… Andrea es lo mejor que me ha pasado en la vida… Y el sexo con ella es indescriptible, pura pasión, desenfreno, pero también amor del más sincero. Estaba deseando poder moverme con libertad para darle lo que se merecía.

.

Al cabo de unos días visité el gimnasio con las muletas, justo después de la operación. Quería saludar a mis colegas, y también a Nadia. De hecho, esperé a que acabaran los entrenos, para poder hablar de nuestra relación especial con ella. Obviamente, ahora que estaba saliendo formalmente con Andrea, aunque no pudiese salir a la luz, mis clases sexuales con Nadia tenían que terminar.

― Verá, quería hablar con usted sobre lo de… Las clases extras.

― Oh, ¿Quieres una? Creí que con la pierna en tu estado no podrías… Es mejor que descanses, pero no me molestaría hacerte una paja…

― ¿Eh? No, no. En realidad, quería decirle que sería mejor darlas por finalizadas. He conocido a alguien especial, y bueno… Usted ha sido magnífica, he aprendido mucho, y he disfrutado más, pero me gustaría que a partir de ahora fuésemos alumno y maestra como antes…

― Oh, por supuesto. Está bien. Sabía que este momento llegaría. Igualmente, yo solo te di estas clases extras porque estabas desconcentrado por el tema mujeres. Supongo que ahora ya no tendrás ese problema… ¿Puedo saber quién es la afortunada?

― Esto… Bueno… Es… ¿Un secreto?

Estalló a carcajada limpia.

― Hablas como si me interesara. Nada, disfrutad de vuestro amor.

― Es un alivio que se lo tome bien.

― Chaval, tranquilo, no follas mal, pero no me he pillado de ti.

Me miró de manera intimidante.

― No olvides quién manda de los dos.

― Por supuesto que no, maestra.

― Pero eh, tienes que llevarte unas cuantas mancuernas a casa para seguir entrenando, que los brazos los tienes bien. Mientras menos tengas que recuperar luego, mejor, chaval.

― Tiene razón, pero no sé como me las llevaré… Venir en el transporte público ya me ha costado bastante.

― ¿Es que vives solo?

― No, con mi hermana. Pero estaba trabajando, habrá vuelto hace poco.

― Está bien, te llevo en mi coche, y te subo las mancuernas a casa. De esa forma estará bien, ¿No?

― Eso estaría perfecto, pero si le supone mucha molestia ya vendré mañana con mi hermana y hacemos algo…

― No digas tonterías, chico. Te las llevo.

Nadia podía ser estricta, pero en el fondo solo quería lo mejor para mi entrenamiento y para mí. Estoy seguro de que al final algo de cariño sincero sentía por su alumno “especial”, pero su naturaleza impasible nunca permitiría que lo mostrara de par en par. Era parte esencial de ella ser así.

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Tras el camino a casa, en el que apenas cruzamos alguna que otra palabra, subimos en el ascensor hasta mi casa, y procedí a abrir la puerta.

― Hermanito, estoy lista para ti…

El corazón me dio un vuelco al oír la voz de Andrea. Intenté decir algo rápidamente, pero era demasiado tarde, Andrea ya había salido al pasillo en la lencería más sexy que pueda haber antes de que mis labios de despegaran.

La verdad, esta hubiese sido una sorpresa increíble en otro contexto. Estaba al tanto de que le sabía muy mal no poder llevarme al gimnasio ella misma, por el hecho de que a esa hora ella estaba en medio de una sesión de fotos que había acordado desde hacía algunas semanas, por lo que supongo que querría “compensarlo” de alguna manera, aunque yo ya le hubiese dicho que estaba bien.

― ¿PERO QUÉ…? ― Exclamó Andrea.

Rápidamente se encerró en mi cuarto… Bueno, ahora nuestro cuarto…

Miré a Nadia, con el corazón totalmente parado. Me temo que acababa de morir. Oh dios… Nadia acababa de descubrir la relación incestuosa entre Andrea y yo… Quiero decir… ¿Qué tipo de hermana le da la bienvenida a su hermano en lencería y le dice que está lista para él?

― Esto… ― Se rascó la cabeza, menos sorprendida de lo que me esperaba. Aunque bueno, lo normal en ella era no mostrar demasiado ningún tipo de emoción, así que entendía el porqué de esa poca efusividad. ― No sabía que te llevaras tan bien con tu hermana…

― Verá…

― No digas nada, está claro. Estáis liados.

― Esto…

― ¿Sabes qué? ― Me miró con la cara más terrorífica con la que nunca me había mirado, y esas son palabras mayores tratándose de Nadia. Tragué saliva. ― Esto va a ser interesante.

Cerró la puerta tras de sí, dejándonos a ambos dentro de casa.

Alzó mi mentón lentamente con el dedo índice, y esta vez me obligó a cruzar miradas con ella.

― Muy interesante.