Rompiendo la Monotonia
Gracias a un sofisticado sistema de seguridad, descubri como un negro hace a Skarlet, mi esposa, su mujer. Algo que cambia nuestra vida radicalmente.
Rompiendo la monotonía
Mi nombre es Manuel, tengo 35 años, y llevo dos de ellos casado con Skarlet.
Mi descripción física es sencilla, soy alto, mido un metro ochenta, blanco, con músculos bien demarcados, sin llegar a ser el típico fisicoculturista, siendo mi punto más fuerte mis piernas, ya que juego futbol en un equipo amateur, lo que además me hace tener, según las palabras de muchas mujeres (incluyendo mi esposa) y de muchos mariquitos que andan por ahí, un culo tremendo. Nunca supe muy bien porque muchas mujeres se fijan en el culo de los hombres si ellas no lo usan para nada, aunque en esto que estoy por contar, mi esposa sí que le dio un buen uso. Para terminar, pues, decir que tengo el cabello negro bastante corto, y que soy un hombre de pelo en pecho, no como todos esos maricones que andan por ahí depilándose. No, no me he olvidado del detalle principal: la verga me mide 17 centímetros. Es algo delgada, pero ese detalle la hace ver un poco más larga.
Mi esposa, Skarlet, tiene 28 años. Es un mujerón, con todas las de la ley. Es blanca, súper bella de cara, su cabello, bien cuidado siempre, es negro, largo y liso, y tiene un cuerpo de infarto: unas tetas ENORMES, naturales bien firmes y paradas, una cinturita delgada con vientre plano, unas caderas anchas con un culo de esos que te quitan el aliento, y unas piernazas perfectamente moldeadas. Cada detalle de ella es hermoso, sus pies, sus manos, todo.
Nos conocimos en el gimnasio hace 7 años ya. Ella estaba por ese entonces de novia con uno de los instructores, pero al poco de conocernos ambos rompieron la relación, aunque nunca me conto exactamente el porqué. Sin embargo, no le di mucha importancia a ese detalle, total, ahora tenía a semejante mujer para mí.
A pesar de ser ella una chica tan explosiva, desde hace un año aproximadamente, nuestras relaciones sexuales cayeron en la monotonía. Siempre lo disfrutábamos, pero no tanto como las primeras veces. De hecho, a pesar de tener semejante escultura de mujer en frente, en alguna que otra ocasión me costó tener la erección.
En alguna oportunidad, converse este tema con Adriana, mi mejor amiga, mi confidente, quien además es la psicóloga laboral de la empresa. Según ella, la monotonía sexual es algo que muchas parejas sufren, y que sin darse cuenta lo confunden con falta de atracción hacia la otra persona. Debido a esto, muchas parejas discuten, cuando no se dan cuenta de que ambos son parte del problema.
Skarlet y yo nunca hemos discutido. Bueno si hemos discutido en una que otra oportunidad, pero al menos no por este tema. Pero debo admitir que en más de una oportunidad después de hacer el amor, he notado que ella queda algo distante de mí. Adriana me comento varias veces que lo mejor para esos casos es romper la monotonía cumpliendo algunas fantasías. O cambiando el sitio donde lo hacemos. Ella me comento que es muy común que las parejas no se digan sus fantasías entre sí por miedo a la reacción del otro.
Y vaya que tenía razón. Me daba miedo plantearle a mi esposa que se disfrazara de enfermera, uno de mis más grandes fetiches. Pensaba que me vería como una especie de depravado a pesar de tener tiempo conociéndonos. Lo cierto es que no quería perderla y me daba miedo poner en riesgo mi relación por un fetiche. Pero, por cuestiones de la vida y del destino, conseguí la forma en que romperíamos esa monotonía.
Gano muy bien en mi empleo, por lo que a ella no le era necesario trabajar. Para no estar aburrida del todo ella trabajaba por su cuenta organizando eventos tales como bodas, fiestas, etc, pero con mi sueldo, yo pagaba todas las cuentas y podía darle además todos los lujos. Tenemos una casa enorme, tres carros, y vivíamos en una zona de gente de clase alta. Dada la inseguridad que asola al país, mande a colocar cámaras en toda la casa. El sistema era muy bueno, grababa todo en un disco duro y mi esposa y yo teníamos acceso a él. Podíamos desactivarlo cuando quisiéramos, e incluso borrar las grabaciones cuando así lo deseáramos.
Adicionalmente había mandado a instalar una nueva función hacia un par de días, la cual consistía en el acceso a las cámaras desde nuestros teléfonos celulares. Así cuando ninguno de los dos estuviera en casa, podíamos chequear en cualquier momento lo que en ella acontecía con solo abrir la aplicación y elegir la cámara que deseáramos. Además de esto, en el modo seguridad máxima, la aplicación nos daría la alarma cuando una de las cámaras detectara movimientos. Desgraciadamente, luego de que el técnico instalara todo perfectamente, mi esposa y yo no pudimos hacerlo funcionar, a pesar de haber sido instruidos por el mismo técnico.
Pero ese día miércoles, la aplicación funcionó. Y de qué manera.
En la mañana, a las 7 en punto, mi esposa y yo salimos juntos. Ella iba camino al gimnasio y yo al trabajo, por lo que yo había activado el sistema de máxima seguridad en mi teléfono. A eso de las 10:30 am, la alarma de la aplicación se disparó, para mi sorpresa. Rápidamente tome el teléfono y me dispuse a verificar el programa. Las cámaras que dieron la señal eran las de la entrada principal de la casa. Las active y vi a mi esposa, con un hombre de color, bastante más alto que ella y súper musculoso (en serio, el tipo parecía Schwarzenegger o como se escriba, en sus mejores tiempos). Con la aplicación pude seguirles el rastro ayudado por las cámaras hasta la sala principal de la casa, donde mi esposa dejo su bolso y una bolsa adicional y el negro el suyo. Mi esposa le dijo algo, aunque no sé muy bien que ya que el sistema no tiene micrófonos, y le señalo hacia la terraza de la casa, donde estaba ubicada la piscina. El se fue hacia allá y mi esposa subió a nuestra habitación, tomando nuevamente la bolsa adicional que llevaba.
Decidí seguirle el rastro al negro, ya que no me daba confianza, quería ver si el tipo aprovechaba que mi esposa se había ido a la habitación y se robaba algo o hacia algo indebido. Pero no, el tipo se quito la camisa, que le quedaba súper ajustada, dejando ver su musculoso torso, con los cuadros perfectamente formados, ni que decir de sus pectorales. Sus brazos eran increíblemente musculosos. Luego se quito la licra deportiva que tenia (no sin antes quitarse los zapatos deportivos y las medias), quedándose con un diminuto traje de baño tipo interior, dejando notar como sus piernas tenían sus músculos brotados. Acto seguido se echo boca arriba en una de las tumbonas que tenemos allí dispuestas para tomar el sol.
Por alguna extraña razón me quede viendo al negro durante unos minutos. Más que todo a sus partes, el diminuto traje de baño dejaba ver un enorme bulto, que me hizo ponerme de pie y estirar mis pantalones hacia atrás para comparar. No, no se me notaba tan grande como a ese tipo.
Deje de hacer las comparaciones sintiendo una enorme punzada en mi estomago y mi pecho, cuando vi a mi esposa aparecer en la terraza. Iba vestida con un trajecito de sirvienta porno, que hizo que mi verga reaccionara inmediatamente al verla. Se veía realmente provocativa, un diminuto delantal colgaba atado a media cadera, tapando su parte delantera. Sus pechos iban con un diminuto sujetador negro cuyos bordes tenían unas especies de bordados blancos. Se notaba que le apretaba porque sus enormes tetas se veían escandalosamente oprimidas. Unas medias panty de color negro semitransparente a medio muslo cubrían sus preciosas piernas, y en sus bellos pies, unas fetichistas sandalias de plataforma de color rojo que le daba un mayor aire de puta en celo. En su cabeza tenía una cofia típica de las sirvientas, con el cabello todo recogido. Su maquillaje era realmente escandaloso, con labios tan rojos como sus zapatos, y bastante rímel y sombra en sus ojos, que le daba un aspecto de zorra salvaje.
Ella apareció caminando de forma muy sensual con una bandeja en su mano derecha donde tenía un racimo de uvas verdes, una jarra con un líquido y un vaso con hielos. En su mano izquierda llevaba un bote aunque no pude apreciar muy bien de qué. Se paró a un lado de la tumbona, y sin flexionar las piernas se inclino para dejar la bandeja en una mesita a un lado. Al hacer esto note que no llevaba nada que cubriera la parte de debajo de su cuerpo, solamente el delantal. Sirvió un poco del líquido de la jarra en el vaso y luego se lo ofreció al negro en su boca, quien sin mucho esfuerzo bebió. Luego ella dejó el vaso de nuevo sobre la bandeja en la mesa.
Acto seguido se ubico sobre el arrodillándose en la tumbona, con ambas piernas abiertas y colocándolas a cada lado del negro. El negro descansaba con sus manos sobre su cabeza, viendo como mi esposa se echaba crema del bote que tenía en una mano para luego comenzar a masajear su torso musculoso con la crema. En la cara del negro se veía una amplia sonrisa de satisfacción, mientras mi esposa lo masajeaba suavemente. El de vez en cuando decía algo, a lo que mi esposa contestaba tomando el racimo de uvas para dárselas en la boca, o tomaba el vaso de limonada para también dárselo en la boca.
Yo observaba todo, desde tres ángulos distintos, ya que tenía tres cámaras en esa zona. No sabía muy bien qué hacer, ni cómo reaccionar, sin embargo, un respingo en mi verga aprisionada entre mis bóxers y mis pantalones, me hacían querer masturbarme. ¿Pero cómo era posible que yo deseara eso? ¡Mi esposa me estaba siendo infiel!
Pasaron un par de minutos así, para luego el negro interrumpir el masaje que Skarlet le estaba haciendo, tomando ambas tetas con sus manos, amasándolas y deleitándose con su textura y su forma, a pesar de estar estas cubiertas. Aunque no por mucho tiempo, ya que el negro le quito el sujetador liberando esas dos enormes masas de carne. Skarlet ponía una cara de puta viciosa cada vez que el negro pellizcaba sus pezones, y más aun se le notaba esa expresión cuando el negro dejo de tocarle las tetas para tomarla por la espalda y hacer que ella le pusiera las tetas en la cara. El las chupaba, y lamia, podría apostar que hasta las mordía deleitándose con esas enormes tetas que tanto placer me habían dado.
Note como el negro bajaba una de sus manos hacia las caderas de mi esposa. El aprovecho y le magreó las nalgas a placer, y luego metió su mano por su entrepierna, sobándole la vulva. Unos segundos después, el llevo esa misma mano hacia la boquita de mi esposa, quien chupo los dedos con mucha avidez y deseo, para luego el negro volverla a llevar a su vulva y acariciarla, para luego penetrarla con esos dedos. Me excitaba sobremanera lo que estaba viendo, así como se notaba que a Skarlet también.
Unos minutos después, el negro saco su enorme verga de su prisión. Era un vergón gigantesco, grueso, descomunal, imponente. Llevándolo con su mano, lo restregó un rato contra la vulva de Skarlet, quien comenzaba a menear sus caderas lentamente, para luego de unos minutos, esta darse la vuelta, apoyando sus rodillas ahora en los reposa brazos de la tumbona y quedar algo elevada sobre el negro en una extraña especie de 69. Ella, apoyada en una de sus manos en la tumbona, con la otra mano libre le quito el tanga al negro, para luego comenzar a acariciarlo suavemente durante unos segundos y acto seguido llevarlo a su boca. Mientras tanto, el negro comenzaba a sobarle la cuca a mi esposa, al igual que su hermoso culo, dándole unas fuertes nalgadas de vez en cuando que la hacían estremecerse.
Lo siguiente que vino fue una brutal cogida por la boca que el negro le propinó a mi esposa, tomándola por el cabello con suma firmeza y haciéndola subir y bajar por todo su enorme verga, haciendo que Skarlet babeara sobre toda la extensión de carne, dejando notar grandes ríos de baba cayendo por todo su verga así como por sus bolas y yendo a parar a la tumbona. Pude notar también como el rímel y las sombras se le corrían a mi esposa por la cara debido a las lágrimas que la mamada le estaba haciendo florecer de sus ojos. Esto no quiere decir que ella estuviera sufriendo, al contrario, se le notaba en el rostro una expresión de auténtico placer y goce, de suma entrega hacia su macho.
A estas alturas yo ya tenía mi verga afuera del pantalón y de mis bóxers, me la estaba sobando lentamente. El glande lo tenía todo cubierto de líquido pre seminal, mientras veía en la soledad de mi oficina, sentado en mi escritorio, como mi esposa me ponía los cuernos. Me sorprendió muchísimo el hecho de que yo estuviera masturbándome ante semejante visión.
En un momento dado el negro hizo que Skarlet hiciera una garganta profunda, forzándola a tragarse todo su enorme miembro hasta sus bolas. Me sorprendió mucho el hecho de que Skarlet hubiera podido tragarlo todo, con mucha dificultad, pero lo hizo. El negro la mantuvo con toda su verga metida hasta su garganta por un minuto aproximadamente, pude notar como sus bolas se movían solas, lo que me llevó a pensar en que el negro estaba acabando en su boca. No estuve equivocado, luego de que el negro le permitió a Skarlet sacarse todo su miembro de la boca, ella se volteó y le mostró su semen posado en su lengua, el negro satisfecho la tomó por la barbilla y le dijo algo, a lo que mi esposa respondió cerrando la boca y haciendo gestos de que se tragaba todo el contenido que tenía.
Luego de esa corrida el negro no había perdido la erección, al contrario, se veía totalmente firme y enorme, con ganas de más, mucho más. Tomó a mi esposa por el pelo el cual ya tenía el peinado deshecho, le quitó la cofia lanzándola a un lado así como también el delantal, y dirigiéndola por su cabello la obligó a ponerse a cuatro patas sobre la tumbona. Mi mujer, sumisa, asumió la posición de la forma más sexy posible, parando el culito, ofreciéndoselo con una cara de perra sumisa y entregada. El negro no se hizo de rogar, procediendo a ubicar la punta de su verga en toda la entrada de la cuca de mi esposa, tomándola con su mano y restregándola por toda la rajita, para acto seguido penetrarla lentamente hasta que su verga estuvo totalmente dentro de mi esposa. Sus rostros denotaban una amplia satisfacción, un amplio goce, más aún cuando el negro comenzó un frenético mete y saca, lo más rápido que podía, mi esposa hacía expresiones de sumo placer de dolor, más aún cuando el negro comenzó a halarla del cabello con suma decisión, dejando muy en claro que él era el que dominaba.
Fue ahí cuando tuve mi primer orgasmo, acabando sobre el escritorio y mi camisa. La erección no se me bajó, al contrario, y al igual que el negro, quería más, mucho más, por lo que seguí masturbándome frenéticamente al mismo ritmo en que el negro penetraba a mi esposa.
En un momento dado el negro se detuvo por completo, e hizo que mi esposa se pusiera de pie, siempre dirigiéndola por el cabello. El negro la hizo trastabillar co los tacones rojos, caminando hacia el borde de la piscina, donde el negro la hizo meterse por los escalones hasta quedar con el agua hasta la mitad de sus muslos. Dos de las tres cámaras me daban una perfecta visión del culo de mi esposa, culo que el negro iba a desvirgar por completo, ya que el colocó la punta de su verga entre las nalgas de ella. Skarlet nunca me dejó penetrarla por allí, siempre me dijo que eso le podía doler, y que nunca lo había intentado por ese agujero, ni le gustaría probarlo, le daba miedo. Pero al parecer ella se lo iba a entregar a ese enorme negro, ya que ella, sumisa, se inclinó apoyando sus enormes tetas en el borde de la piscina, sin flexionar las piernas, separando sus nalgas con sus manos, ofreciéndole el agujerito anal.
No podía creer que esto, tantos peros y tantos reparos que ella me puso cada vez que yo le pedía y hasta le suplicaba probar el sexo anal, y ahora venía y se ofrecía a este negro así como si nada. Por mucho que esa visión me ofendía, al mismo tiempo me excitaba, así que no me perdí un detalle de cómo el negro posaba su miembro en toda la entrada del culo de mi esposa, para luego escupir en el agujero y el glande y proceder a introducirlo poco a poco por el estrecho agujero anal de mi bella esposa, quien hacía muecas de dolor pero que muy en el fondo sabía que lo estaba gozando comounaauténticazorraencelo.Elnegrolehizounlento meteysacaamiesposaporelculo, meimaginoquedándoletiempoaacostumbrarse,peroalpasareltiempomás rápido le daba, soltó su cabellera y puso sus manos sobre sus nalgas, haciendo que ella las soltara y se apoyara totalmente sobre el borde de la piscina, elevando un poco su torso y dejando ver como sus preciosas y enormes tetas se bamboleaban al ritmo de las embestidas que le propinaba el negro. Note además como mi esposa tuvo un increíble orgasmo ya que note como de su entrepierna salía disparado un chorro de líquido vaginal, algo que yo nunca había visto en ella. En ese momento el negro le sacó la verga del culo y se la metió por la cuca, embistiéndola por su agujerito vaginal durante un largo rato hasta que él mismo y con una cara de satisfacción detuvo los movimientos, lo que me hacía suponer que el negro se había corrido dentro de mi esposa.
El negro se salió de la piscina y sentó en el borde, ubicando a mi esposa entre sus piernas y obligándola a mamarle la verga que ella, sumisa, hizo. Me sorprendí cuando vi que el negro a los pocos minutos separó la cara de mi esposa de su verga, corriéndose en su cara en forma abundante. Ahí fue cuando tuve el segundo orgasmo, corriéndome nuevamente sobre mi camisa y sobre el escritorio.
Luego de esto, el negro y Skarlet salieron de la piscina, ella lo ayudó a secarse y luego a vestirse, para acto seguido vestida únicamente con las medias a medio muslo y con los enormes tacones de puta fue a abrirle la puerta para que el negro se fuera.
Este acto seguido volvió a la tumbona, se quitó las medias y los tacones y los tiró a un lado, abrió las piernas y comenzó a frotarse el clítoris y la vulva, mientras se magreaba las tetas con su otra mano. Pude apreciar cómo tuvo dos orgasmos más y luego se quedó en esa tumbona dormida.
Fue en ese momento cuando aproveché, me arreglé la ropa, limpié todo el desastre que había hecho mis orgasmos, y salí de mi oficina directo al estacionamiento para abordar mi carro y conducir rápidamente hasta mi casa. Apenas eran las 11:45 am cuando llegue, en silencio hasta la terraza, más específicamente hasta la tumbona donde mi esposa yacía dormida con las piernas abiertas. No estaba que su cuca aún permanecía brillante así como de entre los labios vaginales salía un líquido blanco y espeso.
Fue en ese momento cuando rompí con nuestra monotonía sexual, me desnudé por completo y con mucho cuidado me puse entre sus piernas para acto seguido hundir mi cara en su cuca recién follada por un negro. Esto ha despertó un poco contrariada y asustada.
-¿¿Manuel?? ¿¿Pero qué coño .? fue lo único que ella atino a decir, antes de que le mostrara mi celular con el video porno que ya había grabado de ella con su amante. En ese momento me separe de su vulva, con parte de la corrida del negro en mi lengua.
-Tranquila mi amor . le conteste. Me encanto lo que vi. Y entiendo que lo hayas hecho, se que estamos pasando por un bajón en la cama Pero verte con ese hombre, haciendo contigo lo que él deseaba, y tu sometida de esa manera, entregada a sus deseos más bajos, me excito muchísimo. Me vine corriendo de la oficina apenas vi que te dormiste. Y el verte aquí, totalmente destruida, porque eso es lo que me parece así, totalmente follada y más aun ver esa cuquita tan rica y palpitando por el placer me provoco mamártela -le dije, y acto seguido le propine un profundo beso en la boca, beso que ella correspondió algo desorientada. Quiero que sepas mi vida, que no tengo ningún problema en verte con otros hombres Acabo de descubrir que más bien, me encanta saber que te cogen. Siéntete libre de tirar con quien tú quieras, cuando quieras, donde quieras -le termine de decir.
-mmm -ella quedó pensativa unos segundos que se me hicieron eternos. Pude notar como su cuca se volvía a humedecer, me imagino que estaba pensando en todo lo que podría hacer. - ¿Cuál fue la parte que más te gusto? me pregunto.
-¡TODO! le conteste. Aunque, no sé porque, pero me dio muchísimo morbo cuando el negro te lo metió por el culo Y la posición sumisa que tomaste ante el -le conteste, de la forma más sincera que pude. Era cierto, me encanto todo eso.
- Ya veo sabes, es la primera vez que me lo hacen por ahí - me dijo. me sentí tan puta, tan entregada, tan...humillada creo que soy masoquista.
-Puede ser - le dije. -¿Te dolió?
-Mucho - me contesto. pero mayor fue el goce que sentí.
-Me imagino le dije, para acto seguido volver meter mi boca entre sus piernas.
-¿Sabes que te estas comiendo los jugos míos y del negro verdad? me pregunto.
-si...Lo sé me da morbo. le conteste. el te hizo su mujer. Te poseyó. Y eso me excito termine de decirle. No sé porque, pero esas humillantes palabras me excitaron muchísimo más.
-Cállate y comete todo lo que mi cuquita tiene para ti no te detengas por nada del mundo, salvo que te ordene lo contrario. me dijo. Yo sumiso accedí. Le di tres orgasmos más a mi esposa.
Desde ese día, nuestras vidas cambiaron por completo. Ella lo hace con todos los hombres que quiere, y lo que es mejor, adopta el rol de sumisa ante ellos. Hace todo lo que le ordenan, la someten, la humillan, se la cogen por el culo, la obligan a disfrazarse, a hacer cosas cada vez más fuertes y guarras. Ella lo goza todo.
Pero conmigo, tomo un rol dominante. Tanto, que me niega el sexo. Tenemos mas o menos un año así desde que paso todo esto, y no he vuelto a penetrarla. Solo me permite darle sexo oral, y me dice que me desahogue sexualmente haciéndome la paja, a solas, en el baño, viendo videos pornográficos de ella con sus amantes.
Es mi esposa. Pero es la mujer de todos los hombres. Y con esta relación somos muy, pero muy felices
Fin.
Dedicado a Skarlet . Escritora de esta página, y gran amiga mía desde hace poco. Mil gracias a ella por animarme a escribir relatos y ayudarme además a escribir esta historia, que es la primera que escribo y publico. Y espero se anime a realizar un relato contando esta misma historia desde la visión de su personaje, tal como le venía diciendo desde que le conté mi idea.
Agradezco además a todos aquellos que se animaron a leer mi relato. Un abrazo.