Rompiendo el culo a un hetero (Segunda Parte)

Continuación del relato "Rompiendo el culo a un hetero" en la que vemos que pasa el día siguiente de haberle roto el culo a uno de sus empleados, descubriendo que hay más implicados.

Al día siguiente no pasó nada. Rubén llegó un poco más tarde de lo normal a la oficina y saludó como cada día, encendió su ordenador y cuando Guillem le preguntó a que hora terminamos anoche, dijo que no muy tarde. Nadie podría pensar que no hace ni doce horas, en esa misma sala le había estado rompiendo el culo al hetero de Rubén y llenándole a saco las tripas de lefa. A pesar del nerviosisimo, tan sólo recordar lo que había pasado había hecho que me empalmara de golpe. Examiné con detalle la sala en busca de alguna pista que me asegurara de lo que pasó anoche era real y la encontré en un sillón vacío. Una considerable mancha de lefa resaca había ido a parar ahí, no sé ni como, pero ahí estaba, probando que efectivamente, abusando de mi nueva posición de poder en la empresa, había obligado a un empleado a chuparme la polla y a tragarse mi leche para terminar desvirgándole el culo hasta rompérselo.

Rubén y yo intercambiamos algunas palabras sobre tareas del trabajo, pero su mirada me rehuía, de modo que cuando a media mañana lo vi dirigirse hacia los baños, me levanté, lo seguí y cuando iba a entrar a una de las cabinas, me avalancé entrando con él y cerrando la puerta con pestillo detrás de mí. Rubén se quedé sorprendido, contra la pared, pero antes de que dijera nada empecé a soltarle una retaila de palabras que en realidad, no estaba ni cerca de sentir:

-         Rubén tenemos que hablar. Lo que pasó anoche fue una auténtica locura. No sé como no me pude controlar. Nunca había hecho nada así…

Rubén callaba ante mis disculpas torpes y parecía todavía algo acojonado sin embargo poco a poco fue recuperando la compostura y se atrevió a replicarme:

-         Debería ir a denunciarte ahora mismo por… viola…

En ese momento, alguien golpeó contra la puerta del baño.

-         ¿Hay alguien ahí? – decía la voz, por ahora desconocida.

Rubén y yo nos quedamos mudos, conscientes de lo extraño de la situación, dos tíos compartiendo un baño en nuestro lugar de trabajo. Pero la voz insistió…

-         Vamos, abrid la puerta. Sé que estáis ahí dentro.

Miré a Rubén, interrogándole con la mirada por si reconocía la voz, pero me negó con la cabeza. Finalmente, bastante más cabreada, la voz insistió.

-         Abrid de una puta vez la puerta o la echo abajo.

Sea quien fuera parecía dispuesto a armar un escándalo de modo que terminamos por abrir la puerta y ante nuestra sorpresa apareció frente a nosotros uno de los guardas de seguridad de la empresa.

Era uno de los varios guardas de seguridad que se turnaban durante la semana en la entrada de la oficina. Las únicas palabras que había cruzado con él eran “hola” y “hasta mañana”. A diferencia de sus compañeros, siempre había sido un poco borde, el típico segurata machito que si bajabas a tomar un café con una compañera de la oficina, se le quedaba mirándole las tetas y ni respondía cuando lo saludabas. A pesar de que estaba muy bueno, debería tener unos treinta años, de pelo corto y moreno, brazos marcados, barba descuidada era tan borde que no me había molestado ni en aprender su nombre pero el caso es que ahí estaba, en la puerta del baño, descubriéndonos a Rubén y a mí en la misma cabina del baño.

-         Saben que no pueden hacer lo que quiera que estuvieran haciendo ahí dentro. Va contra las normas de la empresa y me temo que tengo que dar parte de lo que he visto. – sentenció con una gran sonrisa de macarra.

-         No se lo que crees que has visto – intervine-, pero no ha pasado nada de lo que cree. Solamente estábamos hablando de una cosa privada.

-         En ese caso – prosiguió el segurata-, no tendrá ningún inconveniente en acompañarme a mi oficina y explicarme lo que ha sucedido, antes de dar parte de esto.

Ví el cielo abierto. Parecía que el segurata iba a entrar en razón. Ahora sólo tenía que inventar una historia más o menos creíble y lo más complicado… que Rubén la corroborara y no terminara denunciándome por acosarlo y abusar de él.

En el ascensor los tres, el segurata volvió a la carga.

-         La historia tiene que ser muy buena para que me convenzáis de que no estabais comiendoos las pollas… jajaja.

-         Oye, creo que te estás extralimitando en tus funciones. No eres un policía. Eres un segurata de mierda con un sueldo de mierda y un uniforme de mierda de modo que trátanos con más respeto – le solté en plan reivindicativo.

-         ¿Por qué? ¿Por qué lleváis traje? – y saliendo del ascensor continuó – Id adelante. Tenéis mucho que contarme.

La garita era una habitación oscura y desordenada con varios monitores de seguridad y ropa tirada en varias sillas. Olía fuerte, a cerrado, a sudor, diría que incluso a sexo (supongo que en las horas muertas de su trabajo se cascarían unas buenas pajas). No sé porqué me excité pensando en el segurata haciéndose una paja mientras me veía subir o bajar desde el ascensor. Sin embargo, lo que estaba a punto de ver era otra cosa bien distinta.

-         Poneos cómodos – ironizó el segurata- Va a empezar la función.

Y acto seguido apareció en todos los monitores de la sala como obligaba a Rubén a arrodillarse ante mi rabo todo duro y empezaba a follarle la boca a saco. Nos quedamos mudos. Hasta donde yo sabía no había cámaras de seguridad en la sala de trabajo… el muy cabrón debería haber direccionado las del pasillo hasta la sala, descubriéndonos en plena acción. La imagen era increíble: estaba ahogando a Rubén, al que tenía cogido de la nuca, con mi polla, sin dejarle a penas tiempo para recuperar el aliento. El segurata avanzó divertido la grabación, como si se tratara de una película porno casera y unos segundos después podíamos ver a Rubén atragantarse con mi lefa, saliéndole por las comisuras de los labios, y soltando las últimas gotas en su cara. La película continuaba. El segurata al parecer había grabado toda la sesión, sin embargo, en un momento, Rubén, que hasta entonces había estado callado supongo que alucinando con verse sometido de esa manera, rompió a hablar.

  • ¡Él me obligó a hacer eso! Me amenazó con despedirme si no lo hacía… si no le comía… Yo soy maricón, joder… él es el marica de mierda que abusó de…

Rubén no había tardado ni diez minutos en confesar, ahora sí que estaba perdido. El video, aunque no tenía audio, no dejaba dudas de que era yo el que estaba obligándolo a darme su culo. El segurata parecía muy divertido con la situación y después de la confesión de Rubén continuó:

-         No serás maricón, pero la cara de gusto que pusiste cuando te rompió el culo y te metió toda la polla, no es la cara de un tío que esta haciendo algo contra su voluntad – respondió ante la sorpresa de los dos-. Es más… creo que si te pusiera a cuatro patas ahora mismo, volverías a disfrutar como una zorra de una buena polla.

-         Estás loco tío – le respondió Rubén-. Me voy de aquí…

-         Tú no te vas a ningún sitió – le paró el segurata. La verdad es que la situación estaba descontrolándose a estas alturas.

-         Déjame marchar o esta tarde tendrás a la policía en puerta pidiéndote las grabaciones de seguridad. Voy a denunciar al mariconazo de mi jefe y a ti, por abuso.

-         No sé de que grabaciones estás hablando chaval – le espetó el segurata, muy seguro-.No hay cámaras de vigilancia en las zonas de trabajo… al menos de forma oficial…. – sonrió. Sin embargo –continuó, agarrando la porra de seguridad y pasándosela a Rubén por la entrepierna-, sí que puedo hacer que la grabación que tengo, con un montaje adecuado, parezca que os lo estábais montando de forma consentido en la oficina… y no creo que vuestros jefes les mole saberlo…

El chantaje estaba sobre la mesa. Nos tenía cogidos de las pelotas, aunque todavía no tenía claro cuáles eran las intenciones del segurata y sobre todo, qué nos iba a pedir a cambio de su silencio.

-         De modo que vuelve a tu sitio y ve quitándote toda la ropa… Vamos a ver hasta que punto puede tragar ese culo…

Rubén se quedó de piedra y yo, con una erección de caballo, no daba crédito a lo que estaba pasando. Como Rubén no era capaz de reaccionar, el segurata se acercó decidido a él y le desabrochó el pantalón y la cremallera y se lo bajó de golpe, con los calzoncillos incluidos, quedando en pelotas de cintura para abajo.

-         Vamos, quítate toda la ropa … - le ordenó, pasándole la porra por las pelotas, entre las piernas – No me obligues a darle nuevos usos a la porra – apretando la porra contra las nalgas.

Ese gesto funcionó como un resorte para Rubén, que comenzó a quitarse el resto de la ropa hasta quedar completamente desnudo ante el segurata y ante mí, que a estas alturas, con el morbo de la situación, tenía la polla babeando de precum.

-         Así me gusta – le increpó el segurata- Y tú – dirigiéndose a mí, ve preparándote, porque también vas a participar en el castigo…

Como había hecho la noche anterior, Rubén se llevó las manos de forma automática hacia su polla, intentando tapársela, pero el segurata le retiró las manos con la porra. Ante los dos, Rubén parecía más frágil de lo que en realidad era porque tenía un cuerpo bien marcado, de deportista, unos brazos fuertes. Su mirada en cambio parecía perdida rememorando, imagino, lo ocurrido la noche anterior.

-         Ponte contra la mesa, apoyando las manos… quiero que me enseñes bien ese culo…

El segurata comenzó a tocarse el paquete por encima del pantalón. Me fijé entonces por primera vez en él, descubriendo un bulto muy grande marcado en la pierna. Se escupió entonces en la palma de la mano y la llevó con fuerza contra el culo de Rubén, que se mostraba tan apetitoso como la noche anterior, sonrosado, con poco vello, con un par de nalgas duras, aunque el agujero estaba un poco rojo, producto sin duda, de la follada que le había dado la noche antes. Rubén dio un respingo al sentir la mano con la saliva del segurata, esparcirse y acariciarle el perineo desde los huevos hasta el agujero del culo y como uno de los dedos del segurata jugaba con él.

-         Por favor… para, por fa… - comenzó Rubén a suplicar intentando evitar la inminente follada. De forma instintiva cerraba el esfínter cada vez que sentía el dedo del segurata, pero éste terminaba forzándolo, entrando dentro. Rubén, un hetero, pijo, con novia desde años, estaba siendo sodomizado por segunda vez en menos de 24 horas, y por otro tío distinto.

-         Calla, maricón de mierda… si se que te gusta. Si no te gustara no habrías puesto tan poca resistencia con este tío… con tu jefe – dijo señalándome a mí.

El segurata se deshizo mientras tanto del cinturón de su pantalón, bajándoselo hasta los tobillos y dejando al aire un pedazo de polla ya tiesa que debería tener por lo menos 22 centíemtros. Era un monstruo de carne, venosa, con dos grandes pelotas. Estaba completamente depilado, lo cual hacía que le rabo pareciera más enorme todavía. El segurata era consciente de la herramienta que calzaba y girándose hacía mí, mostrándola me dijo:

-         Ya se que estás babeando por que te la meta, pero, vamos por partes… vamos a follarnos a este niñato de mierda.

Rubén se giró y al ver el tamaño de la polla del segurata, volvió a repetir que lo dejará salir, que no diría nada a nadie, ni a la policía ni a la empresa, pero el segurata, se acercó y echándose un gran gapo en el capullo, se lo esparcío y lo acercó a la raja del culo de Rubén, buscando su agujero, jugando con sus pelotas, hasta que al final, comenzó a hacer presión con el capullo en el esfínter, haciéndolo que cediera lentamente, entre los gritos de dolor de Rubén….

-         Nooo, por favor… para por favor… no sigas… agggh

El segurata se echó sobre la espalda desnuda de Rubén, agarrándolo de la cintura y dio un empujó a la su cadera, metiéndole al fin el gordo capullo en su culo.

El espectáculo era impresionante. El segurata, un macarra que suponía hetero, follándose a Rubén. El ver como volvían a abusar y a follar al hetero de Rubén, después de la follada de la noche anterior me había puesto super cachondo, de modo que me saqué la ropa quedando en pelotas y empezando a hacerme una buena paja, mientras Rubén se iba tragando cada vez más rápido la polla del segurata.

Aunque el culo de Rubén ya no era virgen, el tamaño de la nueva polla era lo suficientemente grande como para estar desgarrándoselo, además, el segurata una vez que se la había metido entera, empezó a follárselo de forma salvaje, dándole muchísima caña, sacándola entera y volviéndosela a meter hasta chocarle con las pelotas y Rubén a duras penas podía soportar el dolor.

-         Joder, que culo tienes, hijo de puta… - le decía mientras se lo follaba-. No me extraña que tu jefe te lo rompiera anoche… y bien que te gustó, eh puta?... pero ese maricón no tiene una polla como esta… que está partiendo bien el culo…

Y diciendo eso comenzó a soltar los primeros trallazos de leche dentro del culo de Rubén..

  • Me corroooo…. Ahhhhh…. – y sacándosela del culo, cogió a Rubén del brazo, le dio la vuelta y arrodillándolo, le enchufó la polla en la boca, terminando de correrse dentro su boca, llenándosela de tres, cuatro, cinco lefazos de leche blanca y espesa…

Yo seguía con mi polla dura, a punto de correrme. La situación era la más morbosa que había vivido nunca. El segurata se dio cuenta y me ordenó:

-         Córrete en su cara, vamos… Pajéate y échale toda la lefa a este maricón…

Esas palabras me pusieron tan caliente que comencé a correrme sobre la cara de Rubén de forma inmediante, lefándola entera…una vez más.

Quedamos los tres exhaustos. Rubén tenía mi leche escurriéndole por la cara, y la lefa del segurata en sus labios tan carnosos y saliendo del agujero de su culo, que a juzgar por la sangre que también salía, le habían vuelto a romper.

El presunto chantaje del segurota se había convertido en una increíble sesión de sexo, al menos para él y para mí, no así para Rubén. Así, cuando comencé a recoger mi ropa con la intención de vestirme y salir de ahí, el segurata me paró en saco y dijo:

-         ¿Dónde te crees que vas?... Todavía no hemos terminado aquí…

Rubén lo miró con impotencia, asco, desesperación. Yo, con curiosidad y morbo.

Cogió la porra, y empezó a pasarla por el cuerpo desnudo de Rubén: las tetillas, los sobacos, el rabo, los huevos…Rubén no se podía creer lo que estaba pasando… otra vez.

-         Para por favor… - volvió a decir.

-         Esto acaba de empezar, niñato. Te he abierto bien el culo para prepararlo para cosas más grandes… - y en ese momento, le metió la porra entre las piernas, obligándolo a abrirlas, pasándosela entre las pelotas y la raja del culo.

-         Nooo, eso no tío… déjame ir…

-         De aquí no sale nadie – le respondió, mirándome también a mí, que volvía a estar completamente empalmado escuchando las insinuaciones del segurata .

-         Tú – me dijo-. Arrodíllate y cómele bien el culo… quiero que se lo abras bien…

Cachondo como estaba, me acerqué rápido a Rubén al que puse de espaldas a mí, en pompa y arrodillado, comencé a pasarle la lengua por el ojete. Todavía tenía leche del segurata. La esparcí con mi lengua, metiéndosela dentro del culo y tragándome otra… Sabía deliciosa, y todavía estaba caliente. Estuve comiéndole el culo durante casi diez minutos, mientras el segurota se pajeaba, jugando con la porra y la polla de Rubén, metiéndola entre las piernas hasta darme algunas veces en la barbilla. Al cabo de esos diez minutos y con el culo bien dilatado, el segurata se levantó con el rabo todo tieso y acercándose a Rubén, todavía en pompa, le arreó con la porra en una de las nalgas…

-         Ahhhhhh – gritó Rubén- Para cabrón! Duele!...

-         Y más que te va a doler… pero al final te va a gustar maricón…

Acto seguido le abrió bien los cachetes y dirigió la porra hasta el culo de Rubén. Éste, al ver lo que se avecinaba se intentó escapar…

-         Agárralo de las manos, yo lo tengo bien pillado de los pies… - me dijo…. Y lo hice. Sujeté a Rubén de las manos, viendo su cara de desesperación, con unos grandes lagrimones que comenzaban a salir de sus ojos…

-         Por favor, ayúdame, no dejes que lo haga… - me suplicaba Rubén, pero en ese momento, el segurata, le empezó a endiñar la porra por todo el culo.

-         AHHHHH! Noooo! – comenzó a gritar Rubén. Intentó escaparse de nuevo pero entre el segurata y yo lo teniamos bien cogido.

Éste siguió jugando con su agujero haciendo círculos con la porra y metiéndosela con cada uno un poco más. Cuando ya tenía la punta de la porra bien dentro del culo empezó a follarlo. Tener a un hetero como Rubén, sometido de esa manera entre dos tíos, viendo como su culo se tragaba una porra de ese grosor, era demasiado. Mi rabo estaba deseando escupir leche otra vez mientras el segurata seguía follándolo a saco con la porra.

-         Joder como traga la maricona esta… -comenzó a decir. Se ha tragado casi entera!. Tiene que tener dentro como treinta centímetros de porra…

Los lagrimones de Rubén daban fé de que efectivamente se estaba tragando unos buenos treinta centímetros de porra que le estaban destrozando el culo. Hacía ya unos minutos que había dejado de resistirse, agotado por el dolor y la fuerza con la que lo reteníamos y aprovechando esto, el segurata le sacó la porra del culo y me dijó:

-         ¿Quieres follártelo?

Una invitación así no se rechaba. Solté a Rubén, que era ya incapaz de cualquier fuga y me acerqué con mi polla toda hinchada a su culo. Lo que ví fue todo un espectáculo. La porra le había dejado un buen agujero que palpitaba todavía. Era demasiado para mí, de modo que sin miramientos ya se la clavé de golpe y hasta el fondo. Rubén se volvió a quejar al sentir mi polla rozarle la próstata, mis pelotas contra sus pelotas, mi pecho sobre su espalda, mi aliento sobre su nuca… pero después de la porra, no era para tanto, debía pensar. Sin embargo, le duró poco el alivio.

-         Espera – dijo el segurata acercándose a los dos- Hazme sitio… -y poniéndose a mi lado, apuntó con su polla de 22 centímetros bien dura hacia el culo de Rubén y sin sacarla yo, comenzó a metérsela.

Rubén, completamente dominado, a penas pudo resistirse, mientras sentía como dos pollas le follaban el culo, entrando y saliendo. Dos pollas de dos tios de los que nunca habría sospechado capaces de hace algo así.

Sentir el rabo del segurata contra el mío, apretado en el interior de Rubén era una auténtica pasada y no tardé en correrme dentro entre jadeos. El segurata no tardó mucho más en correrse también, inundando el culo y los intestinos de Rubén con las dos leches. Cuando se las sacamos el boquete quedó palpitando, escupiendo leche de los dos como un geiser. Fue espectacular.

Minutos después intentamos vestirnos, sudados como estábamos y apestando a rabo, a lefa, a culo.

Cuando volvíamos a la oficina, paré a Rubén y le dije:

-         Te puedes tomar el día libre.

(Estoy construyendo un blog que se llama http://hetergay.blogspot.com.es donde pretendo subir muchas más historias, fotos, etc. Todas las visitas y comentarios son bien recibidos. Un saludo!).