Rompiendo el culo a un hetero

Aprovechando que es su jefe, le hace tragar polla y lefa a un hetero.

Ha sido una burrada y todavía no sé las consecuencias que va a tener. Si habla y lo cuenta en mi empresa me puedo dar por jodido. No tengo nada con qué chantajearlo de modo que estoy en sus manos. Os pongo en antecedentes.

Hace un año me ascendieron en el trabajo, pasando a estar al mando de una nueva sección con un pequeño grupo de trabajadores a mi cargo. Rubén era uno de ellos. Entró como junior hace seis meses y desde entonces había demostrado que podía sacar adelante gran cantidad de trabajo de modo que cada vez le fui teniendo más en cuenta, haciéndonos más próximos y contando con él para cada cosa. Es cierto, también estaba muy bueno. Media melena castaña, ojos verdosos oscuros, cuerpo trabajado en el gimnasio pero sin exagerar y unos labios carnosos con una pequeña marca del piercing que debía ponerse cuando salía del trabajo. Precisamente comentando eso mismo comenzó todo.

Habíamos estado trabajando como burros todo el día para poder entregar un documento muy importante. Eran ya las diez de la noche y no quedaba nadie en la oficina de modo que pedimos unas pizzas y empezamos a hablar un poco de todo: de lo bien que juega Iniesta, de lo bueno que es el último disco de tal grupo, del culo que tiene la de recursos humanos, las tetas que se ha puesto la subdirectora de la quinta planta… el tema iba degenerando producto de la complicidad que habíamos ido adquiriendo, de modo que le pregunté por la marca del piercing en sus labios diciéndome, tal y  como sospechaba, que se lo ponía al salir del trabajo y que además tenía otro en la lengua. Me confesó que a su chica, con la que llevaba saliendo como seis años, le encantaba que se lo comiera con el piercing puesto, que la ponía a mil. Era la primera vez que hablábamos de forma tan explícita e imaginármelo en pelotas, follándose a su novia me empezó a poner muy burro.

-         La verdad es que tiene molar que una tía te coma la polla con un piercing en la lengua – le dije, ya desinhibido. ¿Lo tienes ahí?

Rubén se lo sacó entonces y me lo enseñó.

-         Venga macho, póntelo a ver como te queda… - Rubén lo hizo, primero el del labio y luego el de la lengua. Aquello me puso a mil. Ver como se lo colocaba en la lengua hizo que mi rabo diera un respingo y se pusiera toda tieso.

-         Entonces, ¿a ti nunca te han comido la polla una tía con un piercing? – le pregunté, aprovechando que estábamos tan salidos.

-         Una vez y fue la hostia. Como pasaba la lengua con la bola por todo el capullo, por todo el rabo… uff. Una pasada, lo tienes que probar –me dijo tranquilo.

-         Joder, ya me gustaría. Sólo de imaginármelo se me está poniendo bien dura – le conteste riéndome. El también se echó a reir, pero yo estaba cada vez más salido.

Desde que Rubén llegó a la oficina me había estado poniendo cada vez más cachondo. Me pajeaba imaginando como le comía el rabo, que le veía de un tamaño bien considerable, tragándome su lefa, escuchándole jadear hasta correrse en mi boca y esta noche lo tenía ahí, delante de mí, enseñándome sus piercings, hablándome de cómo le comía la polla su novia… No sé como pero se lo solté.

-         Ya que estamos solos y que tienes el piercing puesto, podías enseñarme como se come una polla con uno de esos.

Al principio se quedó desconcertado, luego pensó que era una broma y comenzó a reírse, pero cuando me levanté y le cogí de la nuca, dejó de hacerlo.

-         ¿No lo dirás en serio? – y esbozó una media sonrisa.

-         Me acabas de decir que es una puta pasada y joder… mira como me has puesto – me acaricié la polla por encima del pantalón y me acerqué a su espalda para que pudiera sentirla. Rubén se levantó de un salto y se apartó.

-         Lo siento tío, pero…

-         Pero nada Rubén. Te vas a quedar ahí y me vas a hacer la mejor mamada de tu vida.

-         No sé que te has podido pensar pero yo… - estaba empezando a ponerse pálido. Supongo que por su cabeza estaban pasando todo tipo de ideas, al fin y al cabo yo era su jefe, él era un junior de mierda, estábamos solos…

-         No he pensado nada, pero tengo ganas de follarte bien desde que te vi y va a ser esta noche.

No sé como demonios estaba haciendo eso, sólo sabía que estaba muy cachondo. Tener a un hetero como Rubén a mi merced,  me hacía imaginar cientos de cerdadas y no me pude aguantar más. Me acerqué hasta él, haciéndolo retroceder hasta la pared. Entonces le agarré de la mano y la llevé hasta mi entrepierna, restregándola contra mi paquete, duro a reventar.

Intentó retirar la mano varias veces, pero se la tenía cogida con fuerza, y estaba arrinconado contra la pared del despacho.

-         Tranquilo, shhhh – le dije casi susurrando. Tócala, así… ¿has visto como me la has puesto?.  – Rubén intentó una vez más retirar la mano, pero se la agarré esta vez sí, de forma autoritaria y mirándole a los ojos le solté:

-         Va a ser por las buenas o por las malas, pero esta noche me vas a chupar la polla. Tu decides. O me la comes o mañana estás en la calle.

Rubén se quedó aún más pálido y desconcertado, cosa que aproveché para bajarme la cremallera del pantalón y meterle su mano en mi bragueta. Se la apreté para que recorriera mi verga con su mano, que palpara mis pelotas llenas de leche, que agarrara el tronco y así, sujetándole la mano empecé a moverla de arriba de abajo pajeándome con ganas. A estas alturas, Rubén parecía haber perdido media batalla de modo que el siguiente paso fue deshacerme del cinturón, abrir el botón y bajarme el pantalón y los gayumbos hasta los tobillos dejando al aire mi polla, babeante de precun. Tener a un tío hetero como Rubén delante de mí, enseñándole mi polla toda tiesa, y ver como su mano me agarraba del tronco me puso muy cerdo de modo que le empujándole desde los hombros, le hice arrodillarse quedando a muy pocos centímetros de mi rabo.

-         Y ahora vas a abrir la boca y te la vas a tragar entera. Quiero sentir como tu lengua y tu juguetito me comen el rabo y me lo pasas por las pelotas – y dando un paso hacia delante le pasé la polla por la cara una y otra vez. Rubén intentó una vez más retroceder pero…

-         No puedo hacer esto, yo no… no soy gay.. no… -y diciendo esto le planté mi capullo en los labios, empujando con fuerza y haciendo que abriera tímidamente la boca, momento que aproveché para meterle el rabo a saco.

No sabía como iba a terminar aquello, pero tener a Rubén arrodillado ante mí, tragándose mi polla, con esos labios, sintiendo su lengua alrededor del tronco, atragantándole cada vez que le embestía, era demasiado.

-         Desde que te ví sabía que tragabas polla. Pensabas que siendo un pijo como eres, tan machito, no ibas a probar el rabo de un tío… pues toma, cabronazo… - y le empecé a meter polla en la boca, hasta que las pelotas le golpeaban en la barbilla. Rubén estaba colorado, le estaba llenando la garganta con mi rabo y parecía tener un par de lagrimones en la cara, lo que me calentó más aún y aceleré el ritmo de la follada.

De pie como estaba veía perfectamente como un hetero como Rubén, estaba tragándose toda mi polla. Lo tenía cogido de la nuca obligándole a llevársela hasta la campanilla.

-         Así, muy bien, traga polla… Vas a ver como te voy a llenar la garganta de lefa… - y sacándosela de la boca le cogí de la barbilla y le hice mirarme a la cara- Abre la boca maricón de mierda – a esas alturas, Rubén estaba completamente sometido y abrió la boca recibiendo un escupitajo en la cara y la boca – y ahora sigue tragando…

Estaba muy cachondo y no tardé mucho más en comenzar a llenar de lefa su boca.

-         Me corroooo…. Me voy a correr en tu boca, cabrón… Así… mmmmm

Los trallazos le llenaron la boca y la garganta…

-         Trágatela toda….quiero que te lleves toda mi leche en tu estómago…

Luego se la saqué y terminé de correrme en la cara. Ver su cara de hetero, con sus labios carnosos llenos de lefa… fue una pasada. Rubén se había quedado como fuera de sí. No sabía que hacer ni como reaccionar. Instintivamente se llevó las manos a la cara para apartarse los restos de leche, pero no le dejé.

-         Déjatela, que se seque en tu cara. Quiero vértela en la cara mientras te follo el culo.

Mi calentura no había bajado con la corrida y ya que había traspasado el límite estaba dispuesto a hacerle de todo a Rubén. Éste se quedó aún más consternado. Supongo que pensaba que con la mamada habría acabado todo, pero no era esa mi intención. Quería verle la polla con la que tantas veces había fantaseado mientras me pajeaba y sobre todo, quería comerle bien el culo y follárselo.

Así, le quité de un tirón la camisa, rompiendo varios botones y dejando al aire un pecho machacado en gimnasio, depilado y con unos pezones marrones, redondos y grandes… alucinantes. Le desabroché igualmente el pantalón sacándoselo con los calzoncillos y dejándolo en pelotas, sólo con los calcetines puestos.

De forma instintiva se llevó las manos a la polla, para cubrirse, pero inmediatamente se las quité. Por fín le podía ver el rabo.

Estaba completamente flácido. La situación que estaba viviendo estaba en las antípodas de lo que le podía calentar y eso me excitaba todavía más. Saber que lo había forzado a comerme la polla y correrme en su cara y sobre todo, saber que le iba a romper el culo, esa zona que seguro nadie antes había tocado era un subidón.

-         Ponte de espaldas – le ordené.

-         Por favor, no, eso no, tío, de verdad… no voy a decir nada a nadie, pero…- estaba a punto de derrumbarse, pero no le dí tiempo. Vuelto contra la pared como estaba, le separé bien las piernas mientras seguía diciendo – No, joder… tio.. para, por favor… - y abriéndole bien el culo con las manos, empecé a lamer su agujero.

Tenía un culo perfecto, duro, con dos buenos cachetes y un agüero sonrosado con un poco de vello rubio… Olía a rabo, a meados, a culo de hetero… A los pocos lametazos dejó de hablar. Mientras le comía bien el agujero, le agarré de la polla, estirándosela y apretándole las pelotas con fuerza para conseguir que se empalmara, pero no se le llegó a poner dura. Mi rabo en cambio volvía a estar como una piedra. Tener a Rubén abierto de piernas contra pared, dándome su culo virgen hizo que lo agarrara de un brazo y lo llevara sobre la mesa del despacho. Le hice darse la vuelta y apoyar las dos manos en la mesa, poniéndome el culo en pompa. Me acerqué entonces con la polla toda tiesa y se la empecé a pasar por toda raja. Rubén viendo que lo que se le avecinaba no tenía vuelta atrás volvió a decir que parara, que no iba a decir nada nadie… pero con cada palabra me ponía mas cachondo.

-         Calla de una puta vez – y echándome un gapo en la polla, la acerqué a su agujero y echando todo mi cuerpo encima de su espalda, empecé a abrírselo con mi capullo.

El dolor tenía que ser super duro, porque apretaba con fuerza la mandíbula y nuevos lagrimones volvían a caerle….

-         Nooo…para por favor… me estás partiendo…nooo agggghh

Cuando el capullo entró del todo, fue como romper el anillo de su esfínter y en la siguiente embestida le clave la mitad de la polla. Su culo se la tragó apretándome el rabo y haciéndome casi eyacular del gustazo que me dio. En otra embestida sentí como mis pelotas daban con las suyas: se la había clavado entera. Agarrándolo de la cintura, empecé a follarlo a saco, sintiendo como su culo se iba rompiendo y recibía cada vez mejor mi polla de casi veinte centímetros y el precum que iba soltando. Rubén seguía apretando la mandíbula, sudando y su polla flácida. Me daba igual. Le estaba follando, violándolo en el despacho del curro, con la cara llena de lefa… En un momento se la saqué de golpe y le dije:

-         Date la vuelta, quiero verte la cara cuando tu culo se traga mi polla – y subiéndolo a la mesa, con las piernas sobre mis hombros, le volví a embestir.

Ver su cara mientras le follaba el culo, sus labios, como contenía los gritos de dolor, la rabia y la impotencia, por verse así hizo que empezara a correrme como un poseso dentro de su culo. Le llené los intestinos de lefa, soltando un trayazo detrás de otro.

Al final caí rendido sobre él, empapado en sudor. Le saqué de golpe la polla, dejándole un buen boquete en el culo, del que lentamente, iba cayendo la leche y algo de sangre, muslo abajo. Se lo había roto bien.

Esa noche todavía lo volví a follar otra vez, tragándose mi lefa por tercera vez hasta que ya, sobre las doce, nos vestimos y salimos, cada uno a su casa.

Eso ha sido hace exactamente tres horas. No sé que demonios va a pasar mañana. Rubén se ha ido a casa con lefa en la cara, en el pelo, pegada a las piernas y en su estómago y en su culo. Ahora me tiene en sus manos.