Romina - 8 Capítulo
Historia del descubrimiento de mi lado femenino, su desarrollo y las experiencias vividas
La noche terminó cuando finalmente volvimos al dormitorio y nos acostamos, cada uno se metió en su respectiva cama y apagamos la luz buscando un merecido descanso tras un día agitado. Queriendo superar lo vivido intenté dormirme enseguida pero me fue imposible, los estímulos habían sido muy grandes y estaba muy agitada, cuando cerraba los ojos mi cabeza se llenaba de imágenes y sensaciones. Sentía la contención del strapless abrazando mi pecho, también sentía la fina tela del cavado bikini apretando mi pene mientras se perdía entre mis grandes nalgas y ,como si eso no fuera suficiente para mantenerme despierta, a continuación comencé a soñar con el calor del cuerpo de Nicolás apretándose contra el mío, su pene descansando entre mis nalgas, su boca susurrando en mi oído, todo eso me encendía de una manera muy particular. Necesitaba urgentemente una descarga para poder relajarme pero quería estar seguro de que ninguno de mis compañeros de cuarto se diera cuenta de lo que hacía así que esperé a que todos se durmieran y cuando ya no se escuchaban más ruidos en el dormitorio, tan solo la calma respiración de los durmientes, entonces me dediqué a disfrutar de mi cuerpo.
Empecé por acariciar mi pene que estaba duro desde que había empezado a revivir esos momentos, luego llevé mi mano libre hasta mi pecho y empecé a jugar con mis pezones como lo había hecho Nicolás. Mientras me seguía tocando el pene con una mano, con la otra me concentré en apretar y pellizcar fuertemente mis pezones lo cual me producía un cosquilleo único que recorría todo mi cuerpo y me excitaba muchísimo. A medida que seguía masajeando mis pezones mi nivel de excitación crecía cada vez más hasta que llegó un momento en el que sentí que necesitaba algo más, otro tipo de estímulo. Mi cuerpo ya sabía lo que necesitaba y automáticamente, sin pensarlo ni un segundo, sin que mi cabeza interviniera, abandoné mis pezones y lleve los dedos de esa mano hasta mi boca para chuparlos cubriendolos de abundante saliva, desde mi boca recorrieron mi torso por debajo de las sabanas pasando entre mis piernas abiertas hasta encontrar mi ano. Una vez allí introduje mi índice y luego mi dedo mayor en mi interior comenzando a moverlos en círculos inmediatamente. Tuve que apretar los labios para contener un gemido que casi se me escapa, estaba realmente muy excitada y hacía tiempo que no sentía estas sensaciones, continúe jugando con mis dedos en mi interior mientras seguía con la otra mano acariciando mi pene. Pasaron algunos minutos en los que disfruté profundamente del placer que me proporcionaba a mi misma en tanto repasaba en mi mente lo que había ocurrido en el cuarto de servicio cuando me quedé sola con Nicolás. El orgasmo llegó de golpe y me tomó por sorpresa, mientras eyaculaba recordé que no podía manchar las sábanas, estábamos de visita, así que rápidamente recogí todo el semen con mi mano para luego llevármelo a la boca, saborearlo y terminar tragandomelo.
En el momento en que el sentía como el espeso y caliente semen recorría mi garganta fue que me di cuenta de lo que había hecho, había traicionado mi promesa, había jugado con mi ano nuevamente, no solo eso sino que lo había disfrutado y además lo había hecho mientras fantaseaba con estar vestida de mujer e interactando con un hombre. Todo eso me cayó como una bomba, toda mi excitación se evaporó en un instante y fui completamente absorbida por miedos y confusión, me debatí sobre mis decisiones y alternativas hasta que, producto del cansancio y la relajación del orgasmo, me quedé finalmente dormida.
Cuando desperté a la mañana siguiente me encontraba solo en el dormitorio, los demás ya se habían levantado, me vestí con una remera y short y salí rumbo al comedor donde encontré a casi todo el grupo desayunando. Me saludaron con cariño y me invitaron a sentarme con ellos a desayunar, me ubiqué lo más lejos que pude de Nicolás, evité su mirada durante todo el desayuno por más que podía sentir como sus ojos me buscaban.
Mientras comíamos volvieron mi tía y su amiga de su trote matutino, ambas eran realmente fanáticas del cuidado de sus cuerpos y cuando no iban a nadar, salían a correr o iban al gimnasio, siempre respetaban su rutina de ejercicio diario y vale decir que se les notaba, ambas tenían unos físicos envidiables que disfrutaban exhibir. Esa mañana en particular habían tenido que acortar su sesión de entrenamiento porque el clima se había deteriorado rápidamente y había comenzado a llover. Ante eso mi tía nos dijo que no tenía sentido quedarnos en la quinta para estar encerrados y que por eso volveríamos a Buenos Aires luego del almuerzo. Al escuchar esa noticia yo respire aliviado, no iba a tener que convivir con Nicolás por el resto de nuestra estadía y de esa forma podía evitar enfrentar nuevamente la tentación de sus avances y todos mis dilemas que con ella venían.
Luego del desayuno mi primo y yo nos retiramos al dormitorio a preparar los bolsos para volver a la ciudad, él terminó muy rápido el suyo y me dejó solo en el dormitorio doblando mi ropa. Estaba concentrado en esa actividad cuando de pronto sentí como la puerta del dormitorio se cerraba y oí el ruido de la cerradura girando hasta trabarse. Al darme vuelta para ver qué pasaba descubrí a Nicolás parado junto a la puerta, cuando notó que lo había visto me dijo -”Al fin solos, están todos en el quincho jugando a las cartas. No paro de pensar en lo de anoche. Quiero ver como te queda esto.”- Entonces me dió una bolsa con algo de ropa en su interior -”Son de mi madre, pero me parece que te van a quedar muy bien, ella tiene buen gusto. Te dejo unos minutos sola para que te las pongas y vuelvo enseguida, voy a cerrar la puerta del fondo así estamos más seguros.”- Dicho eso, y sin esperar respuesta de mi parte, salió del dormitorio cerrando nuevamente la puerta tras de sí.
Mi primer impulso fue salir corriendo del cuarto, de hecho lo intenté, pero cuando llegué hasta la puerta descubrí que me había dejado encerrada, la puerta estaba trancada desde afuera y yo no tenía llave para abrirla. Entendí que no tenía otra opción así que decidí seguirle la corriente, un poco porque era la única salida de esa situación y me daba miedo su reacción en caso de negarme; otro tanto porque me excitaba mucho lo que estaba pasando, me gustaba como Nicolás tomaba el control de las situaciones, me trataba como una chica y siempre lograba lo que quería.
Empecé por desvestirme, una vez desnuda le dediqué unos segundos a revisar qué era lo que me tendría que poner, cuando abrí la bolsa descubrí que se trataba de un conjunto de ropa interior, era de tul semitransparente rojo adornado con detalles de encaje en el mismo color. El corpiño tenía la copa armada y la parte de abajo era una tanguita muy delicada y bien cavada, se notaba que era ropa interior de buena calidad y cara, me encantó. Ahora sí definitivamente excitada por las prendas y la situación comencé a vestirme, como esta vez estaba sola y tenía tiempo decidí hacerlo bien. Primero me coloqué como siempre el corpiño, luego oculté mi pene como había aprendido hace tiempo, tirándolo bien para atrás y subiendo mis testículos hasta que se perdieran en el interior de mi pelvis. Una vez mi pene quedó atrapado entre mis nalgas y mis testiculos se perdieron en mi interior, recién ahí procedí a colocarme la tanga, mientras la subía podía sentir la suavidad de esa tela exquisita rozando mi piel y debido a la excitación que eso me producía sentía como todos mis pelitos se erizaban. Cuando terminé de vestirme me sentí muy bien, el talle me iba de maravilla y al esconder mi pene había logrado un aspecto muy femenino con la parte de adelante bien plana, lo único que pensaba era en que me hubiese gustado tener algunos accesorios más para completar el look.
Unos segundos más tarde, cuando sentí que estaba lista para lo que se venía, me acerqué hasta la puerta y con la voz más femenina que puede dije en temblorosa voz alta -”ya estoy lista!”- acto seguido me moví rápidamente hasta la otra punta de la habitación y me paré a esperar a Nico con las piernas bien apretadas y las manos juntas en mi espalda. Nicolás entró en la habitación cerrando la puerta tras de sí, se detuvo unos instantes a contemplar mi cuerpo desde lejos y luego comenzó a avanzar hacía mi, mientras lo hacía me dijo -”Me encanta como te queda y me encanta que ya sepas esconder tu clítoris, parece que tuvieras una conchita. Ahora date vuelta y mostrame esa cola preciosa que tenes.”- Como siempre obedecí sus órdenes sin decir nada, con las piernas juntas como estaba giré sobre la punta de mis pies y cambie mis manos de lugar, ahora estaban cruzadas por delante sobre mi entrepierna. Casi se me escapa un grito de sorpresa cuando sin previo aviso Nico tomó mis nalgas con sus dos manos y comenzó a masajearlas, logré contenerme y lo único que se escuchaba de mi era una acelerada respiración, estaba más excitada que nunca.
-”Sos una putita divina, la ropa de mamá te queda muy bien. A vos te gusta vestirte así?”- Tímidamente respondí que sí, entonces Nicolás dejó de masajear mis nalgas, se agachó detrás de mí, corrió la fina tela que tapaba mi ano para luego hundir su cara entre mis nalgas mientras que con sus dos manos las abría como un libro. Casi me desplomo por la excitación, mis piernas comenzaron a temblar, pero lo mejor no había llegado aún, segundos más tarde sentí como Nicolás estiraba su lengua y comenzaba a lamer y penetrar mi ano con ella. Aquella era una sensación completamente nueva para mi, me encantaba y me estaba dando mucho placer y morbo, empujaba mis caderas contra su cara para que su lengua entrara lo más profundo que fuera posible en mis entrañas mientras que con mis manos apretaba fuertemente mi pene para contenerlo en su escondite y que no molestara a Nicolás en su faena.
Luego de comerme la cola por un largo rato, cuando yo ya había abandonado mi silencio y emitía pequeños gemidos como una gatita en celo, Nicolás retiró repentinamente su boca de mi ano sustituyendo su lengua por un par de dedos que entraron en mi con sorprendente facilidad. A continuación, mientras me seguía estimulando con sus dedos y yo seguía entregada al placer empujando hacia atrás con mi cadera para favorecer la penetración, Nicolás me dijo algo que nunca olvidaré -”Queres que te coja?”- Me sorprendió la pregunta, no lo había visto pedir permiso para nada hasta ese momento, pero más aún me sorprendió a mi misma mi respuesta automática -”Si! Quiero!”-.
Fue entonces que Nico retiró sus dedos de mi interior y me indicó que me pusiera en cuatro patas sobre el borde de la cama con la cola apuntando hacia el centro de la habitación. Mientras me subía a la cama temblando de nervios y excitación pude ver como Nicolás se desnudaba, lo que más me impresionó fue ver cómo al caer su bermuda salió a la luz su hermoso pene erecto, era grande, un poco más grande que el consolador de mi madre, tenía la cabeza bien roja y el tronco lleno de venas muy marcadas. Me dieron ganas de sentirlo en mi boca y recorrerlo con mi lengua pero ya era tarde, mientras estaba apoyada sobre el colchón con manos y rodillas mirándolo por sobre mi hombro pude ver como se acercó lentamente hasta colocarse entre mis piernas, como recogió saliva de su boca y la usó para lubricar la punta de su pene y como luego tomó su pene con una de sus manos mientras que con la otra tomó mi cadera.
El momento había finalmente llegado, mi excitación y mis nervios estaban fuera de control, todo mi cuerpo temblaba, entonces cerré mis ojos y me concentré en sentir. Cuando la caliente cabeza de su pene acarició mi ano por primera vez casi me desmayo de lo excitada que estaba. Pero Nicolás era buen amante, tenía experiencia y sabía lo que hacía, no me la metió de golpe, me hizo desearla y empezó por masajear la zona haciéndome sentir la suavidad, dureza y calor de su miembro mientras rozaba los pliegues de mi ano. Segundos más tarde me preguntó -”Estás lista?”- nuevamente mi respuesta fue automática y para nada dudosa -”Si! Quiero sentirla ya!”-
Noté como reafirmó el agarre de su mano en mi cadera mientras que con la otra guiaba la cabeza de su pene que empezaba a hacer presión sobre mi dilatado ano que, producto que las lamidas previas, estaba bien lubricado y ofrecía poca resistencia al visitante. En el momento en que sentí como la cabeza comenzaba a colarse en mi interior abriéndose paso por mis entrañas, en ese preciso momento de tensión máxima escuchamos golpes en la puerta del fondo. Ambos nos quedamos paralizados y en silencio, nuevamente más golpes y ahora junto con los golpes se escuchaba la voz de mi primo -”Abran la puerta che! Nico! Fede! Yo se que están ahí adentro no sean boludos!”-
Nicolás retiró rápidamente su pene de entre mis nalgas y comenzó a vestirse a toda velocidad, cuando aún desconcertada por la situación me di vuelta para mirarlo pude notar como el objeto de mi deseo había perdido de manera casi inmediata su dureza, colgaba inerte víctima de la gravedad mientras era cubierto por un aburrido short de baño. Antes de salir de la habitación Nicolás me miró y me dijo -”Cambiate rápido y quedate tranquila que yo me ocupo de tu primo, voy a abrirle así no sigue gritando que van a venir los demás a ver qué pasa.”- Yo estaba aún conmocionada, me puse de pie pero no lograba coordinar acción ninguna, me encontraba en ese sopor cuando escuché la voz de mi primo ya dentro de la casa, entonces me asusté y entré en razón. Me quité el corpiño lo más rápido que pude guardándolo en la bolsa, a través de la puerta se escuchaba como las voces se acercaban por el pasillo rumbo al dormitorio así que no tuve tiempo de sacarme la tanga, me puse por encima un short, una remera y me senté sobre la cama.
En el momento en que mis nalgas tocaban el colchón la puerta se abrió y entraron ambos charlando amigablemente. Mi primo me dijo -”Estaba aburrido en el quincho así que vine a ver en qué andaban. Me dijo Nico que le pediste que te cuente detalles de sus conquistas, es buen maestro, se ha levantado a todas las chicas que ha querido este hijo de puta, tendrías que aprender de él.”- No lo podía creer, nuevamente Nicolás había tomado control de la situación y ahora dominaba la charla. Ellos continuaron charlando como si nada en tanto yo terminaba de preparar mi bolso, mientras lo hacía caí en la cuenta de que todavía tenía puesta la tanga de la madre de Nico y empecé a sentir el roce de la tela entre mis nalgas y la humedad de su saliva en mi ano. Necesitaba decírselo pero no encontraba la forma con mi primo presente.
Tras largo rato de charla tuve mi oportunidad, mi primo había cambiado de asiento y ahora yo estaba detrás de él, entonces mirando a Nico bajé un poco mi short para mostrarle la tanga, él se dió cuenta enseguida de mi preocupación y le pidió a mi primo que fuera a buscar algo para tomar a la cocina. Cuando quedamos solos me dijo -”Podés quedartela, te queda muy bien y mi madre tiene tantas que no la va a extrañar. Además la vas a necesitar cuando nos veamos para terminar lo que hoy nos quedó a medias”- Mi intento de respuesta se vió interrumpido por mi primo que volvía de la cocina. Con sus palabras Nico me había dado suficiente información como para tener claro que lo nuestro no se había terminado, con lo poco que lo conocía ya sabía que él no iba a permitir que volviera a Montevideo sin antes terminar lo que habíamos comenzado, y eso, aunque a mi misma me costó creerlo, me dejó muy tranquila. Yo estaba tan excitada en ese momento, con la tanga de su madre puesta y tras lo que había acontecido hacía unos minutos, que lo único que podía pensar era en volver a sentir sus manos tomando firmemente mis caderas y su pene entrando en mi cuerpo.
Esa tarde, luego de almorzar nos despedimos de los dueños de casa para irnos a Buenos Aires, cuando me tocó saludar a Nico él me abrazó y mientras lo hacía me dijo al oído -”Nosotros volvemos pasado mañana, todavía te queda una semana de estadía por delante, quedate tranquila que yo me ocupo de organizar todo, te llamo cuando llegue”- entonces se separó de mí y mientras lo hacía con sutileza dejó caer su mano por mi espalda hasta que terminó acariciando mis nalgas sin que nadie se diera cuenta.
Durante todo el viaje en auto hasta la casa de mis tíos no paré de pensar en él y en lo que iba a pasar cuando lo volviera a ver, ahora solo restaba esperar su llamada, estaba fuera de mi control y la ansiedad me torturaba, iba a tener que encontrar algo para entretenerme mientras tanto.