Romeo y Julieta
Primera parte
Ahí en medio de la oscuridad que nos brindaba la noche, esperando en una banca, sentía como pasaban los minutos, cada uno rozando mi piel esperándote añorándote, de pronto, detrás de unos arbustos escuche tu voz:
-¿Estas ahí mi hermosa Julieta?
-Si Romeo aquí estoy
-Ven a mi preciosa
Camine hacia ti casi con euforia ahí estabas, para mi sola, justo como lo sueño cada noche, ahí entre los arbustos estabas esperándome tomaste mi mano llevaste mi cuerpo hacia el tuyo y besaste mis labios, cada beso y cada caricia tuya en mi piel en mis labios, en mi ser, se siente como si quemara pero es un calor demasiado agradable como para apartarme de ti, no quiero dejar de sentir tu calor, tus besos, tus caricias.
Luego rodeaste mi cintura con tus brazos y me pegas aun mas a ti, la pasión que siempre te ha caracterizado comenzaba a salir a flote, tu lengua se volvía más atrevida en mi boca y la invadía por completo.
Luego me atreví, lleve mi mano hacía tu rostro y tu de inmediato me apartaste, ese era la única barrera que nos apartaba al uno del otro, por eso siempre nos reunimos de noche por eso nunca me dejabas acariciar tu espalda o tu rostro, por esas terribles cicatrices que mas que marcar tu rostro y espalda habían marcado tu alma y tu autoestima.
-Amor por favor déjame acariciarte, te lo imploro
-No, sabes bien que no me gusta
-¿No te gusta o te da miedo?
-Ambas, por favor no insistas
-¿Qué no me amas?
-Claro que te amor pero me da miedo, entiéndeme
Te tome de nuevo te abrase y uní mis labios a los tuyos, te amo demasiado amor mío no me importan tus cicatrices, y más que desagradarme me excitan no sé cómo explicarlo son, son no se solo me excitan me parece que te hacen ver más hombre y yo estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para que esas cicatrices me pertenezcan, para que tú me pertenezcas, para pertenecerte.
Mis labios están sedientos de tu boca y lo notaste, me llevaste muy despacio te apoyaste en un árbol y rodeaste de nuevo mi cintura, pero lo notabas, notabas mi desesperación al no poder tocarte.
Mis labios se separaron de los tuyos, y con un rostro de suplica, de capricho, de amor te dije dulcemente
-Quiero ser tuya, hazme tuya por favor
Me tomaste de la mano y cruzamos todo el parque ya sabía a dónde nos dirigíamos a tu casa, tu refugio, tu fortaleza de soledad.
Entramos, como de costumbre no había nadie, toda tu casa estaba oscura no había ni siquiera un insípido rastro de luz, pero aun así no tenía miedo porque solo con escuchar tu voz me haces sentir segura.
Llegamos a tu cuarto, había una ventana esa ventana en la que te sientas a contemplar la luna en completa oscuridad y esa hermosa luna hoy, iba a contemplar cómo me hacías tuya, que dulce, solo de pensarlo sentía que cada vello de mi ser se erizaba y sentía un delicioso escalofrío detrás de mi cuello, el mismo escalofrío que me haces sentir cuando respiras muy cerca de mi nuca
Llegamos a tu cama nos sentamos en la orilla, me besaste y lentamente fuiste posando una de tus manos sobre mi seno derecho, este tipo de caricias, aun te ponían un poco incomodo, yo se que tu jamás me faltarías al respeto de ninguna manera por eso te amo.
Nuestros besos y caricias, se fueron haciendo más atrevidas, más pasionales, tu mano se metió debajo de mi falda y acariciaste mis piernas mis muslos, poco a poco te encontrabas más cerca de mi pequeña conejita y esto me excitaba mucho, tu otra mano recorría mis senos.
Me despegaste de ti y me quitaste la playera y como yo no llevaba brassier mis senos quedaron al descubierto, paraditos pues tus caricias ya habías despertado esa sed escondida en el fondo de mi pecho por sentirme entre tus brazos, sentir que me haces tuya, luego lentamente me quitaste la falda y mi tanguita que estaba ya húmeda, me recostaste en la cama así desnuda ante ti besaste mis pies, mis tobillos, mis piernas, mis muslos, mi monte Venus mi estomago, y luego mis senos te quedaste ahí un largo rato, chupando mis pezoncitos, esto me hacía retorcerme del placer.
Luego de un rato tome valor, te quite la playera mientras me besabas, ya estabas encima mío estabas en mi lecho, sentí como temblaste un poco cuando la quite pero me sonreíste, aunque un poco nervioso y tímido pero me sonreíste, por primera vez desde que somos novios me permitiste, tocar tu rostro, y acariciar tu espalda, yo jamás te lo exigí, te conocí en la oscuridad, realmente no soy nadie para pedirte que salgas de ella, y más que salgas quiero que me permitas entrar en ella, hacerte compañía.
Al fin estábamos completamente desnudos, el uno frente al otro, si mas que la luna contemplando que por fin después de tanto tiempo, me ibas a hacer tuya.
Primero acariciaste a mi conejita para asegurarte de que estuviera realmente húmeda y no me fueras a lastimar, gracias amor por ser tan delicado aunque a veces realmente valla contra todos tus instintos de hombre, pero yo ya estaba humada desde hacía mucho tiempo, metiste dos de tus deditos en mi conejita me hiciste gemir y te gusto, uniste tus labios a los míos mientras me hacías gemir.
Estabas ya desnudo encima mío, y yo con mis piernitas abiertas y mi conejita dispuesta a ser penetrada por ti.
Al fin separaste mis piernas contemplaste lo que guardan dentro, tu pene ya estaba erguido mi respiración se agito pues ya sabía que me iba a doler un poco, pues estoy un poco estrechita, apoyaste tu pene en la entrada de mi conejita y de diste un empujoncito
-Ahí!!, duele
Te asustaste un poco y sacaste tu pene de mi conejita
-No, estoy bien, amor sabes que quiero ser tuya, continua
Exigí yo, en un estado de embriaguez provocado por tus besos y caricias
-Sí
De nuevo apoyaste tu pene en la entrada de mi conejita, y le diste un empujoncito más leve que el anterior, yo apreté las sabanas quería sentir todo tu pene dentro de mí pero me dolía un poco.
Sentía como poco a poco tu pene iba entrando en mi, dios que placer tan grande me estabas dando, yo te abrase, y con mis manos acaricie toda tu espalda, me hacías doblemente feliz, porque me estabas haciendo el amor y porque me permitiste acariciar tus cicatrices.
Mmm al fin tenía todo tu pene dentro de mí, te detuviste un poco y me miraste a los ojos estabas todo sudado, realmente habías hecho un esfuerzo agotador, mi respiración estaba agitada y mis pechos se movían seductoramente, te vi te sonreí y me sonreíste, empezaste a marcar un rítmico movimiento un dulce y tierno mete saca que estaba volviéndome loca.
Sentía como tu pene se deslizaba por las paredes de mi vagina, como frotabas cada pequeño espacio de mi ser.
-Así papito por favor dame más rápido
Y empezaste a penetrarme más fuerte mas rápido, mmm . Que rico, gracias, luego sacaste todo tu pene de mí, me dolía un poco pero no hice ningún ruidito, me volteaste con tus poderosos brazos.
-.Levanta tu colita, mi amor
Ronronee como una gatita y me puse en la posición que tú querías, en 4 patitas con mi culito bien paradito, me tomaste por la cintura y metiste tu pene esta vez un poco mas rápido sin menos contemplaciones, con un golpe duro y certero,
-Ahhhhhhh!!
Tu bombeo fue rápido delicioso, sentía como el sudor que bañaba las palmas de tus manos mojaba mis nalgas, en aquel hermoso silencio no se escuchaba otra cosa más que tus gemidos y los míos.
Que rico, aquellas deliciosas sensaciones que provocabas en mi cuerpo, parecían eternas, y en aquella habitación aparecieron los contrastes más hermosos que había contemplado jamás, luz de luna, oscuridad, tu fuerza al hacerme el amor, tu dulzura al amarme, el cansancio de mi cuerpo, el jubilo de mi alma al pertenecerte, sentía que era lo más hermoso del mundo.
Poco a poco tus embestidas se hicieron mas rápidas, fuertes y certeras, comencé a sentir un calor, un delicioso calor en mi abdomen, era mi orgasmo que amenazaba con apoderarse de todo mi ser, y así como una tormenta, llego, mis labios pronunciaron tu nombre, mi cuerpo se estremeció, y luego, la tormenta se calmo, y se convirtió en una deliciosa llovizna, pero tú, estabas apunto de venirte y seguías bombeando, cada vez más duro cada vez, mas fuerte, sentía que mi cuerpo no podría aguantar ni una embestida mas, pero mi amor por ti me hizo resistir, y de pronto, un rugido salió de lo profundo de tu garganta y una descarga de semen inundo mis entrañas, te abrace, acaricie tu espalda una vez más para comprobar que no fuera un sueño, no lo era ahí estabas, sonreí y suspire, un suspiro de alivio, de bienestar.
Era muy tarde ya, tenía que volver a mi casa, te levantaste, te vestiste en silencio y yo hice lo mismo, me miraste, había algo que me preocupaba en tu mirada, pero no sabía que era, sonreí para calmarte, y sonreíste mas aliviado, tomaste mi mano, caminamos al parque y ahí nos despedimos.
- Te amo
Dije sin más contemplaciones, ¿Por qué oprimir a mi corazón evitando que exprese el sentimiento más profundo que siente en su interior?, pensé.
- Yo también
Pero tu rostro reflejaba un sentimiento muy poco parecido al amor
Adiós Romeo
Adiós Julieta
Y me aleje de ahí, caminaba y me sentía feliz, tan feliz, que casi podía flotar sobre el suelo, que estúpida fui, como fui a caer en un engaño tan ruin, en una mentira tan grande.