Romance limeño de lucia, sexo y reggae

Descubriste que el sexo también es una forma de amar.

ROMANCE LIMEÑO DE LUCÍA, SEXO Y REGGAE (Descubriste que el sexo es una forma de amar) Lucía, Lucía Recuerdo tu suave piel, el sudor de tu cuerpo, enloquezco en la nostalgia de estar dentro de ti. Sentir tu temblor cuando aprieto tus pechos, tus gemidos cuando penetro hasta el fondo, tu placer cuando mil caballos se desbocan en mi Música de reggae en el lejano bar, te recuerdo en la playa de Ventanilla, maravilloso cuerpo de joven limeña al final de la adolescencia, piel suave y cálida, color de Luna en lugares secretos donde no llega el sonrojo del sol de mar. Aún la ropita cubría aquellos rinconcitos Pero yo sabía que sería por poco tiempo Y te imaginaba, Lucía, desnuda ante mi Mientras yo, ansioso, me liberaba de las ropas. Te sujeté por la cintura desnuda, me miraste con temor, te llevé a la habitación del sacrificio, todos los incas, dioses y humanos, compartían mi deseo y mi amor Recuerdo Ayer es ahora Luz en penumbra, sábanas que nos esperan. Me miras, dulce muñeca, con nerviosismo y tal vez con ansiedad. Temes el sexo que llega, pero anhelas descubrir su magia y verdad. De rodillas ya a tu lado, tan cerca de ti, Paso mis brazos por tus hombros Y fijo mis ojos en los tuyos, claros de miel. Miras mi piel morena, mis brazos fuertes, mi cuerpo curtido del mar Mi contraste con la blancura plateada de tu piel. Sabor a sal de mar cuando paso mi lengua por tu cuello Y lentamente, poco a poco, Te deslizo en las sábanas, frescas y limpias, y cedo a la tentación de morderte con dulzura el tierno cuello Me miras, ya lo sabes, Soy tu vampiro, mi amor. Y me libero de mis ropas, ya desnudo ante ti Veo tus ojos sorprendidos, Tus labios temblando, Miras mi vientre, aquello que me hace hombre, erguido en tu honor, y los ensortijados pelos canosos de mi bosque otoñal Me estiro a tu lado, pongo mi mano en la tuya, acaricio tu muslo de suave seda hirviente, me giro hacia ti, admiro tu cuerpo, y tu clavas tus ojos de nuevo en los míos, suplicando no se bien qué. Y te libero, Lucía, del sujetador, acaricio tus pechos, sorbo el néctar de tus pezones, mi mamacita, soy tu bebé Y me miras, aprietas los labios, gimes, mientras yo te musito las más dulces palabras de la magia del sexo y el deseo sin razones Deposito mis labios en los tuyos, te beso, ya mi lengua, juega con la tuya Jugoso dulzor a goma de mascar con gusto a vainilla adolescente. Es como poseer la más preciada joya del museo nacional Te sigo besando, acariciando, lamiendo, boca, cara, cuello, pechos, brazos Y te bajo poquito a poco la braguita del biquini Por los muslos, las rodillas, los tobillos Hasta tenerte por fin desnuda Paso mi mano por tu sexo, vuelves a gemir, te estremeces Lo acaricio suavemente, aprieto con delicadeza aquel montoncito de carne que ya sabes. Tu respiración se agita, mi lengua lame tu cueva Tu cuerpo arde y con tus manos aprietas mi cabeza contra tu vientre. Paseo mis dedos, húmedos de saliva, por el interior de tu cuerpo, para poder entrar más suavemente. Tus gemidos son ya más fuertes, tus labios anhelan los míos. Yo te sonrío y, lentamente separo tus bellos muslos y me coloco adecuadamente en medio de ellos y voy descendiendo hacia el contacto, piel contra piel, pecho con pecho, boca con boca, lengua con lengua, mientras mis caricias se endurecen y domino tus abrazos. Con la mano oriento la punta de mi ariete, y lo coloco en la entrada de tu tesoro adolescente. Y cruzas los muslos abrazando mi cadera y mis piernas presentes. Empujo hacia delante Y empiezo a introducir mi espada en tu deseado vientre Mi miembro se desliza suavemente, sin resistencia penetra en tu cuerpo y tu mente, y se rompe la tierna barrera de tus sueños inconscientes. Entonces te estremeces, te tensas, te agitas, y te oigo dejar ir un único y prolongado gemido tal vez de miedo y dolor, tal vez de todo lo que va al olvido. Ya no eres virgen, amorcito, ya eres mía, mamacita. Deliciosa muchachita, Amo tu piel suave con sudor que huele a flores, a ternura, al hogar dulce de tu madre, mi antigua amiga y amante. Tus labios jugosos aplastados en los míos, tu lengua húmeda frotándose en la mía. Mis manos te aprietan el culo, te presionan los pechos, te pellizcan los pezones salientes. Mi cadera moviéndose adelante y atrás, atrás y adelante va mi triunfo clavándotelo cada vez más profundamente. Y gimes de ansiedad, de gozo, me abrazas, aprietas tus muslos contra mi cuerpo. ¡Qué locura de dioses de placer, qué agonía de posesión y éxtasis! Y llego al final, no puedo aguantar mucho, por fin la culminación, la libertad de la explosión. Me estremezco Y moviéndome como un joven potro salvaje en lugar del caballo viejo que soy, siento de nuevo los mil placeres de los dioses, me corro, gozo como nunca antes lo hice, tal vez con tu madre cuando nos amábamos al fugarnos de San Marcos, y noto, qué agonía, como un rio hirviente se desborda fuera de mi vientre, y como borbotones de lava ardiente inundan tu sexo con mi simiente. Y sacudida por la violencia de mis movimientos y mis gritos de animal furioso, Lucía, tu también gritas, Y gimes y lloras, mientras tus convulsiones estremecidas me revelan que tu también, mi bella adolescente, has llegado al secreto de los dioses, al placer que nunca puedes explicar sin volver a gemir y temblar. Han pasado unos minutos tal vez horas. Estamos estirados en el lecho abrazados de costado desnudos, con los cuerpos pegados, y yo bebo el sudor de tu cuello y las lagrimas de tu mirada, mientras te doy, y tu a mi, tiernos besitos, y nos lamemos la cara. Eres mi gatita, que ronronea en la oscuridad y me abrazas sin dejarme marchar. Y cierras los ojitos, suspirando por tanto gozar. Pasa el tiempo Encamados, no lo puedes contar, Tomo de nuevo tus labios, Tu ya no me puedes rechazar, has sido y eres mía, y eres tu quien va a mi lengua buscar. Mi ariete se subleva de nuevo, guerra en tu vientre va a buscar, te coloco encima de mi cuerpo, abro tus muslos de par en par, y sin esperar te vuelvo a penetrar Me sonríes, gimes, respiras con dificultad, saltas, te aprieto los pechos, gritas, gritas, vuelves a gritar Mi amor, mi pequeña ninfa, mi dulce gatita, mi tierna muñeca, mi linda sirena, mi amiguita, Ya has aprendido que amar es gozar. Celia Tatiana Diciembre 2008 Para V. T., de Lima