Romance con un vecino 5 - ¿El Final?

Me puse a preparar todo para recibirlo, seguramente en unos minutos tocaría el timbre, arregle las copas en la mesa del living, servilletas, platos

Romance con un vecino 5 ¿El final?

Apenas llegue a casa me puse a pensar que hacer… como preparar algo especial… estaba excitadísima… comencé a tocarme y noté que estaba toda mojada, pero me contuve, lo único que faltaba era que me masturbara. Teniendo por delante un banquete ¿iba a comer una galletita que me quitara el hambre?

Antes que nada me voy a dar un baño para serenarme, no puedo estar tan excitada, tan ansiosa… parecía una adolescente esperando su primera vez… no era lógico,

-Cálmate- me dije –Eres una persona madura, debes mantener el control de la situación-

Me decía todo esto, pero era algo que me desbordaba… conté hasta ¿diez… cien? Que se yo.

Me fui al baño, me desnude lentamente, dejando caer las prendas una a una,  me quite la blusa paisana, desprendí la falda que se deslizó suavemente a mis pies, luego siguieron el mismo camino el sostén y las bragas, estas últimas totalmente mojadas por toda la exquisita actividad de la jornada. Me quede completamente desnuda frente al espejo del baño, mirando este cuerpo que en unas horas sería besado, lamido, acariciado… esto me produjo un estremecimiento de placer.

Puse mis manos bajo mis pechos, unas tetas no como las de una jovencita, por la edad, pero todavía deseables, generosas, con una aureola rosada y unos pezones duros, el vientre con la comba me hizo acordar a las estatuas de las matronas griegas, más abajo el monte de Venus que mantenía prolijamente conservado sin llegar a depilar totalmente, no me quise ni tocar por temor a no poder resistir la tentación y masturbarme… quería llegar con todo, me di vuelta para mirar mi cola, todavía causaba admiración al caminar por la calle… terminé mi revista personal y me introduje en la bañera donde estuve una media hora.

Salí bastante relajada me envolví en un toallón y me dirigí al dormitorio, el problema era ahora ¿Cómo me visto?... primero un conjunto de sostén y bragas de encaje muy sexy, mire en mi guardarropa y finalmente me decidí por un vestido de jersey totalmente cerrado hasta el cuello pero muy pegado al cuerpo que lo había comprado hacia mucho pero nunca llegue a usar… hoy era el día.

Finalmente me puse abundante perfume y volví a admirar mi figura en el espejo, me dejo totalmente complacida la imagen que me devolvió el espejo… de improviso levante la falda del vestido y me quite las bragas… quería esperar sin ropa interior… algo nuevo en mi… jamás se me hubiera ocurrido estar así y menos recibir a una persona en esta condición, tacones altos para completar el arreglo.

Me dirigí a la cocina pero no quería cocinar, temía perder la imagen que tenía en ese momento que tanto me gusto, en cambio llame por teléfono a un negocio cercano y pedí unos sándwiches de miga que se los hacían muy ricos, puse un vino blanco en la heladera en ese momento sonó el timbre, era el cadete trayendo mi pedido, creo que podría haberle pagado lo que quisiera porque veía como el chico me miraba, me recorría de arriba abajo… pensé para mis adentros -¡Lo que ves no es para ti mi amor!- me sentí halagada por como lo impresioné.

Me puse a preparar todo para recibir a Eduardo, seguramente en unos minutos tocaría el timbre, arregle las copas en la mesa del living, servilletas, platos…

Terminaba de poner una música suave cuando llamaron a la puerta, dí un salto, el corazón empezó a latirme como un potro desbocado, trate de caminar lo más serenamente posible, mire por la mirilla para cerciorarme que efectivamente era Eduardo y abrí la puerta.

Allí estaba él, con una sonrisa complaciente, sencillamente vestido, camisa blanca abierta en el pecho, mostrando la fortaleza de sus músculos, jean ajustado que dejaba apreciar el bulto que me enloquecía, zapatos mocasines negros muy bien lustrados… me quede helada, no sabía que decir, estaba como en una nube, di un paso atrás para que pudiera entrar, así lo hizo cerrando la puerta y echando el seguro, me tomo en sus brazos para saludarme con un beso en mi boca que respondí tímidamente… todavía no reaccionaba, no podía creer, que estuviera allí, en mi casa, en el hogar que compartía con Tony.

Me abrazo contra su pecho, sus manos recorrieron mi espalda

-Mi amor que hermosa estas, déjame mirarte bien- me dijo apartándome un poco y haciéndome girar sobre mis tacones

Me dio un poco de vergüenza, porque el vestido era demasiado audaz, si bien era totalmente enterizo más que cubrir, por ser muy pegado al cuerpo, me hacía parecer como desnuda, tal era el efecto que causaba… ya lo había probado con el chico del los sándwiches.

-Tus besos de esta tarde en el auto todavía me parecen quemar…- me dijo

Me volvió hacia sí y de nuevo busco mis labios, esta vez sí le respondí como se debe, comiéndome sus labios, sentí su lengua buscando la mía y explorando mi boca que acogí con intensidad.

-¿Qui… quieres comer algo?- balbuceé tímidamente, todavía estaba aturdida por la situación.

-Me parece que me estoy enamorando de ti… y no sé qué hacer al respecto… no quería que pasara.-

-A mi me está pasando lo mismo y tampoco sé que hacer- le respondí –Se que cada uno tiene su compromiso… pero… ¿No es maravilloso?-

Me paré casi en puntas de pie y lo besé intensamente, se retire para mirarlo a los ojos y lo besé de nuevo, enlazando las manos detrás de su cuello, atrayéndolo. Sus labios se abrieron y mi lengua buscó la de él.

Nos separamos para retomar el aliento, sin dejar por un instante de mirarnos a los ojos.

-Vamos- le dije, -Comamos algo-

Lo lleve al living y nos sentamos uno al lado del otro, le ofrecí unos bocados, mientras el sirvió vino en las copas.

Comimos casi en silencio, yo estaba muy nerviosa.

En ese momento Eduardo propuso un brindis.

–Por este maravilloso encuentro- me dijo.

-Que lo estuve esperando desde que te conocí- le respondí levantando mi copa.

Sentí correr por mi interior el frio vino blanco.

Después de una segunda copa me serené y comencé a recuperar mi seguridad.

Me abrazó nuevamente y comenzamos a besarnos de nuevo, apoye mis manos en su pecho abriendo totalmente su camisa, el recorría todo mi cuerpo acariciando, se detuvo en mis pechos y los apretó haciéndome gemir de placer.

Luego sentí sus manos subiendo por mis piernas, cuando llego a mis rodillas las abrí un poquitín para facilitarle el camino…

Entonces aparecieron de nuevo los viejos fantasmas… “no está bien lo que haces”, “así no te educaron”, “estas procediendo como una verdadera puta”… una luz se prendió en mi interior, comenzó a bajar rápidamente la intensidad de mi excitación… casi estaba por rechazar sus caricias, cuando su mano que había seguido ascendiendo por mis piernas, acariciando mis muslos, pellizcando, rasguñando, apretando… llego al punto culminante…

Escuche de él una exclamación de sorpresa.

-¡Chiquita!, ¿no tienes nada debajo?

-No mi amor, quería sorprenderte… para que veas que esta noche estoy dispuesta a todo por vos- me escuche decir.

En ese momento desaparecieron todos los fantasmas, ahuyentados por esa decisión… “dispuesta a todo”.

Su mano recorría toda mi vagina que era un mar de jugos, el vestido estaba arrollado casi hasta mi cintura.

No aguantaba más, quería tenerlo ya conmigo, me deshice de sus brazos y me levante.

-Ya vuelvo- le dije y corrí al dormitorio

El intento seguirme pero lo detuve.

-¡No!... espérame.

En el dormitorio prácticamente me arranque el vestido y el sostén, busque en un cajón del guardarropas, allí estaba todavía en su envoltorio un Baby doll corto, de encaje, con abertura frontal mostrando un generoso escote, color fucsia y braga haciendo juego, nunca lo había usado, me parecía demasiado audaz.

Me los puse rápidamente, pensaba: no se para que en unos instantes me lo van a quitar.

Cuando me di vuelta para volver al living, Eduardo estaba parado en la puerta del dormitorio, seguramente me siguió y presencio toda la ceremonia de desvestirme y vestirme.

Él se acercó y colocó sus cálidas manos sobre mis hombros, luego las deslizó suavemente por mis brazos y hasta la cintura, volviendo de nuevo a subirlas por los costados, dentro del Baby Doll, apretando firmemente mi espalda. Luego llevó ligeramente los dedos por encima de mi columna. En la base se abrieron las manos y deslizó las palmas por la cintura de las bragas, dividiéndose para acariciar cada una de mis nalgas, apretándolas, separándolas.

Me pegue aún más hacia él, y mi garganta emitió un ronco sonido reflejando el hambre que mi cuerpo tenía.

Él deslizó sus manos por mi cintura, siguiendo la curva de mis caderas, la parte trasera de los muslos, luego de las pantorrillas mientras se arrodillaba lentamente. En esa posición, llevó su rostro a mi vientre y lo besó, pasando la punta de su lengua alrededor del ombligo y dentro de él.

Era tal la sensación que me parecía que había perdido contacto con la habitación. Mi piel se sentía electrizada; el aire alrededor vibraba. Mi respiración era leve y rápida. Mis dedos revolvieron el cabello de Eduardo, presionándole la cara contra mi abdomen.

Luego me levantó y me colocó en el filo de la cama. Pasó sus manos por los costados y deslizó el Baby Doll en un movimiento rápido, dejándome totalmente desnuda. Esperaba sentir sus manos en los pechos, pero en cambio, me beso en el nacimiento de ambos y ligeramente arriba, con tal delicadeza que me hizo temblar. Colocó una mano detrás de mi cuello para sostenerme y con la otra me empujó suavemente hacia la cama. Era como arcilla en sus manos, lo dejaba hacer, totalmente entregada, viviendo cada unos de los segundos de este delicioso momento, era como la victima ofrecida en el altar de los sacrificios, el altar era la cama, yo era la victima sacrificada al amor.

Me quito las bragas y su lengua trazó una línea de electricidad a lo largo de mi muslo hasta el lugar donde el fino cabello se rizaba. Alce mis caderas para encontrarme con él, pero su lengua dio un salto y se deslizó de nuevo hacia abajo, quemando un sendero que se alargó hasta el otro muslo. Su lengua era como un dedo delgado y húmedo que me exploraba cada línea y cada pliegue, hacia abajo, y luego subía de nuevo, lentamente, hasta que alcanzó el centro de mi humanidad de mujer. Sentía su lengua bucear en el abismo de mi vagina, saboreando todo lo que él mismo provocaba.

-Ah… Eduardooo- le susurre quedamente, deseando que no terminara nunca, nunca lo había sentido así, nunca tanto deleite.  Suave, suavemente volé hacia ese cielo de placer, era Eva en el paraíso comiendo el fruto prohibido, cada vez más alto, más alto, hasta que me sentí convulsionar y estallar en fragmentos de luz, temblores de felicidad, me corrí en un orgasmo jamás soñado, ni imaginado.

-Ay, mi amor, mi amor... por favor, quiero más. Te quiero... dame más… dame más… por favor…-

Eduardo, se desnudó en un instante y se subió a la cama, abrí mis piernas y él se posicionó en medio de ellas, alcance a ver su hermosa verga dura erecta como nunca, la tomé entre mis manos, solida, afiebrada, apremiante… y la guie hasta la boquita de mi vagina que ansiosa, hambrienta la esperaba para comerla, y él entró lentamente en mi humedad, provocando gemidos de sensual dicha…

-Metelo mi amor… metelo… quiero sentirte muy adentro mío- casi le rogué

Entonces él se deslizó dentro de mío, profundamente, en toda su longitud, con una suavidad y delicia tal que no podía creer que existiera. Mis ojos se abrieron grandes de par en par y lancé un grito de éxtasis.

-Ah... mi... hombre… mi macho… mi amante… tuya… tuya…-

Cruce mis las piernas sobre su espalda atenazándolo, atrayéndolo más profundamente, mis caderas se alzaban para encontrarse con él. Ambos nos movíamos con delicadeza al principio.

Eduardo fue incrementando el ritmo, iba y venía, se retiraba y volvía, entraba y salía, su boca me besaba, sus manos me recorrían, puso una bajo mis nalgas, uno de sus dedos recorría mi culo estremeciéndome y me levanto haciendo que llegara su cipote hasta lo más hondo de mi panochita, de nuevo sentí una corriente en todo mi cuerpo de nuevo las olas salvajes del placer crecían y crecían hasta que nuevamente desborde en un anegamiento de dicha y voluptuosidad… desde algún sitio de mi profundidad surgió como un gruñido, me sacudía contra él y él me empujaba, haciendo en ese encuentro de los dos sexos un ruido particular, delicioso y sensual, hasta el ruido de la cama en esos movimientos se amplificaba y me parecía erótico… de nuevo otra vez otra corriente recorrió mi cuerpo y esta vez se acompaño con un estremecimiento de Eduardo y sentí que me llenaba, que se vaciaba en cantidades dentro de mí, los dos gemíamos y resollábamos de gozo y cansancio, nuestros cuerpos todos cubiertos de sudor todo estallo en miles de estrellas y de pronto llego el silencio, solo se escuchaban nuestras respiraciones agitadas volviendo a la normalidad.

Quedamos agotados uno al lado del otro, yo me di vuelta y quede boca abajo mientras recuperaba mi aliento… no se cuanto estuvimos así… hasta que sentí las manos de Eduardo de nuevo recorriendo mis muslos, recreándose en mis nalgas, dándome pequeñas nalgadas, el sonido y contacto de estas contra mi piel me volvió a excitar.

-Más fuerte papi…- le pedí

Me dio otro golpe más fuerte

-Ay… mi amor… más… pégale a tu putita porque es mala…-

-Toma… puta… mi puta…- y otra nalgada

-Soy una puta… me porto mal… castígame…- grite ya totalmente desinhibida, sentía como hermosos y excitantes sus golpes.

-Puta… puta… puta… - gritaba y me pegaba

Más y más varias veces hasta que sentí arder esa parte.

De pronto se detuvo y me dijo

-Está tu colita toda roja por los golpes… pobrecita, te voy a curar-

Y diciendo lo sentí incorporase y apoyarse en la cama, inmediatamente sentí sus labios recorrer mis glúteos afiebrados por los azotes, sus manos los abrieron y su lengua comenzó a recorrer el canal que lleva al orificio de mi culo, me gustaba y lo deje hacer, hasta que llego al orificio, allí sentí un estremecimiento y me puse tensa.

-Tranquila mi amor… relájate… lo vas a gozar-

Sentí su lengua entrar en mi culo, me gustaba, me gustaba… después sentí uno de sus dedos que suavemente me acariciaba el agujerito, tratando de introducirse, di un pequeño saltito cuando venció la resistencia de mi esfínter y se introdujo, allí se quedo quieto un instante hasta que me acostumbre a él y comenzó un suave mete y saca que me encantaba, sentía algo muy distinto ¿Cómo no lo había probado antes? Estire mi mano buscando su verga y cuando la encontré la sentí solida entre mis manos, estaba lista otra vez.

-Dámelo… lo quiero ya…-

Fue lo único que dije y levante mi culo, quedando en cuatro o “el perrito” como había leído alguna vez.

Se acerco por detrás de mí y comenzó a recorrer toda mi vagina con su pedazo, me di cuenta que era para lubricarlo, con los jugos que brotaban y el semen del encuentro anterior.

Luego comenzó muy lentamente sentí la punta de su pene en contacto con mi orificio, solo me dijo.

-Relájate mi amor… así lo vas a gozar-

Le hice caso y sentí que entraba, primero su cabecita, me produjo dolor porque era la primera vez.

-Ay… Eduardo… me duele- dije y se detuvo.

Luego de unos instantes siguió empujando, mientras acariciaba mi vulva para humedecer su mano y con ella lubricar su pene.

Lentamente y con mucha paciencia se fue introduciendo, sentía que me dolía pero era un dolor diferente, era una sensación totalmente distinta, un dolor en la entrada y otro dolor muy distinto adentro, esa cabezota grande que dilataba todo mi interior, el dolor se trasmitía a todo mi cuerpo y lo sentía recorrer mi espalda y llegar hasta la raíz de mis cabellos.

-Ay… me duele mi amor… me duele Eduardo… pero seguí… seguí… lo quiero todo… todo… -

-¿Te gusta darle por el culo a la puta  mas puta de todas las mujeres?- casi gritaba.

-Siii… me gusta el culo esta puta…- grito- Mío… mío… mío…-

Ya lo tenía todo adentro, sentía sus testículos apoyados en mi vulva.

Hizo un movimiento para sacarlo… -Ay… mi macho…- fue mi gemido

Lo metió de nuevo hasta el fondo y ya no dolió tanto.

Lentamente comenzó a incrementar la velocidad… un mete y saca que me hacia gemir, gritar de dolor, pero pedir mas y mas

Entraba y salía con una facilidad que me asombraba y un gozo que me transportaba a lo más alto del placer.

Yo metía mi mano en mi vagina amasaba mi clítoris, él con sus manos en mis caderas me cogía con violencia esta vez.

De nuevo sentí el estremecimiento en todo mi ser… me invadió hasta lo más honde de mi ser y sentí también sus gemidos y bufidos de placer… sentí su leche caliente que se derramaba y llenaba todo mi culo… había entregado lo último que me faltaba… había caído la última barrera.

Nos quedamos tendidos uno al lado del otro, sentía que me ardía la cola.

Eduardo me puso una crema para mitigar el ardor, pero más que mitigar me excitaba sentir su dedo con crema en mi culo, continuamos acariciándonos, hasta que nos dormimos.

Soñaba que me besaban, me acariciaban y me desperté excitadísima… era Eduardo que había despertado antes y me recorría con su lengüita… el preludio de otra hermosa y larga sesión… y así nos encontró la mañana, cogiendo, haciendo todo lo imaginable e inimaginable, posiciones, poses, caricias, me chupo, se la mame… volviendo a dormir… despertando, volviendo a coger, a dormir, despertar, coger… pero felices…

Se quedo todo el día… no sé cuantas veces hicimos el amor… perdí la cuenta…

No sé si se volverá a repetir, no sé como seguiremos… pero nadie nos quitará lo vivido…