Romance con un vecino 3

Había sido una semana tranquila pero bastante cálida

ROMANCE CON UN VECINO 3

Después de un periodo de ausencia retomo el relato donde lo había dejado anteriormente

Había sido una semana tranquila pero bastante cálida.

Esa noche volvió Tony y apenas escuche el ruido de la puerta al abrirse, corrí para recibirlo ansiosa, con un profundo beso…

-¿Como pasaste estos días mi amor?-

-Extrañándote una barbaridad… a cada momento…a cada instante… estos días se hicieron interminables- le respondí apartándome un poquito.

-Estas muy linda… y deseable-

Apenas estaba con mi bata, abajo no llevaba nada, hacia unos minutos que me había bañado.

En un gesto atrevido abrí totalmente la prenda quedando frente a él mostrándole mi cuerpo desnudo, en un giro.

-¡Vaya!… que audaz estamos… y estas preciosa, preciosa-

-Te mostrare como lo hice la ultima vez- respondí yendo hacia él.

Sentía la necesidad de mostrarle como lo había hecho con Eduardo.

-Quiero desnudarte- le dije.

Mientras lo besaba, le afloje la corbata, le quite el saco, luego abrí su camisa, recorrí su pecho con mis labios mordisqueando sus tetillas que le arrancaron gemidos de placer.

-¡Huuu… haaa! ¿Esto le hiciste a tu “novio”?- dijo remarcando la palabra novio, sabía que quería decir amante, galán, querido, macho…

-Si mi amor… ¿te gusta?-

-Me encanta- respondió, mientras sus manos no estaban quietas, me recorrían toda, me quito la bata y se prendió de mis tetas.

En instantes abrí el cinturón y sus pantalones cayeron al suelo

A simple vista apreciaba la formidable erección que levantaba su bóxer, no pude dejar de recordar cuando estuve con Eduardo, la situación era similar, no quería comparar, este era un momento original y diferente, con el hombre que amo, con el que esperaba ir haciendo realidad esa liberación del amor.

Le quite presurosa los bóxer y quedo desnudo frente a mí, me retire un poco para contemplar el cuerpo de Tony en todo su esplendor, me estremecía pensar que dentro de poco esos fuertes músculos  me rodearían apretándome hasta quitarme la respiración y que esa verga inflamada de pasión estaría dentro mío, esa carne palpitante me recorrería toda mi profundidad depositando su tributo de amor en el fondo de mi cuerpo.

Sin decir palabra, desnudos ambos, me levanto en sus brazos, pego su boca a la mía y avanzo por el pasillo hacia nuestro dormitorio, todo ese recorrido duro el beso del que nos separamos cuando me deposito en el lecho.

-Te tengo una sorpresita… acóstate- le dije

Así lo hizo, me incorpore sobre él mirándolo a los ojos y tomando con una mano su rabo, comencé a besarlo desde sus labios fui bajando por su cuello, el pecho, me detuve de nuevo en sus tetillas, seguí bajando, exploré con mi lengüita traviesa su ombligo con cada nuevo lugar que descubría Tony soltaba bufidos de placer, parecía un toro en el rodeo.

-Seguí… mi puta… como aprendiste para hacerme gozar… mi yegua-

Empujaba mi cabeza hacia abajo, sabía lo que quería… pero lo haría esperar… quería que se derritiera de gozo…

Llegue hasta su pubis restregando mi rostro contra su verga…

-¡Ven!- me urgió tomando con una de sus manos mi pierna para atraerme, mientras con la otra sostenía mi cabeza donde estaba, me di cuenta inmediatamente cual era su intención, dócilmente accedí y se movió quedando con su rostro en medio de mis piernas que comenzó a besar con fruición, no pude aguantar más y lleve su polla a mis labios mientras sentía que su lengua buscaba mi conejito.

-Me voy a comer tu pija de a poquito y toda… como se la comí a Eduardo- dije comenzando lo que había hecho con mi amante.

O Tony no me escucho o se hizo que no escucharme, pero no dijo nada, inicio un trabajo de besar y lamer alrededor de mi panochita, que a todo esto rezumaba jugos en cantidad.

Le daba besitos, lamidas, mordisquitos, todo a lo largo de su pedazo que notaba más rígido que nunca, caliente, parecía afiebrado, lentamente metí su capullito en mi boca lentamente, suave, suave, mientras sentía su lengua en largos recorridos a lo largo de mi vagina, Tony se estaba tomando todos los jugos que yo expulsaba; él estaba muy excitado y empujaba con sus movimientos haciendo que me la comiera toda, me llegaba casi hasta el fondo de la garganta, cada vez que la sacaba la recorría totalmente con mis labios, extasiándome en chupar y lamer esa cabezota grande y rosada mientras lo acariciaba en toda su extensión haciéndole cosquillas, lo sentí gemir de placer y sus movimientos se hicieron mas y mas frenéticos… sabía que estaba por explotar y lo hizo de repente inundándome exquisitamente toda la boca, sentí que el chorro me llego hasta la garganta… haciendo que en el mismo instante me corriera también en su boca en un orgasmo que estremeció todo mi cuerpo… todo había sido muy rápido… quedamos tendidos los dos y abrazados, me pregunto cómo fue lo “otro”, sabía que se refería a mi encuentro con Eduardo.

Le conté lo que viví con Eduardo, como había sentido la necesidad de desnudarlo y que casi me corro de la excitación al acariciar su pedazo de carne rígido, caliente; y me había quedado extasiada, nunca había mirado un pene así y como me quede contemplándolo con tanta atención y embelesamiento, grande, hermoso, con esa cabeza rosada, como había acariciado esa verga con delicadeza  produciendo en mi macho temblores de excitación.

Le conté como recorrí con mis manos todo el tronco cubierto de venas que parecían querer explotar, hasta la base del pubis, como acaricie sus testículos, enrede mis dedos en la mata enrulada de su pubis; y como estando un poco agachada para mirar con mejor atención sentí sus manos en mi cabeza presionando hacia abajo y en dirección a mi tesoro… su pene.

Y le conté detalladamente cómo me había comido esa pija de fábula, obviamente no le dije quien era porque no lo pregunto y colegí que le gustaba lo que había vivido sexualmente, pero no con quien lo había hecho, por lo tanto deduje que si tenía celos y respete su postura; pero sirvió para nuevamente iniciáramos un sexo desenfrenado y loco entre los dos, con palabras soeces por ser “una chica mala”, “una puta calentona”, con nalgadas por “portarme mal” que dejaron mis cachetes enrojecidos y ardiendo de dolor y deseo… mientras le reclamaba que “el otro” era mejor, obviamente me refería al pene de Eduardo,  que era más grande… y le preguntaba, casi gritando: -¿te gusta que sea una puta?--¿te gusta este chochito que se comen otros?- y como había gozado como una yegua en celo.

Todo esto hacía que Tony redoblara su frenesí, sus caricias casi al borde de la agresión, me lamia, me besaba, me mordía y me poseía con embestidas salvajes que compartía yendo a su encuentro con movimientos de mis caderas, y por supuesto me hacia gozar como loca, pidiendo mas y mas hasta quedar los dos agotados pero felices por ese sexo nuevo y que se iba liberando cada vez más.

-Me encanta esta nueva mujer que me muestras… ¿hasta donde llegara tu transformación?- me dijo Tony antes de quedarse dormido.

Fueron días maravillosos, hasta que Tony tuvo que volver a viajar

A Eduardo no lo pude ver en estos días, supongo que anda muy ocupado con el tema de la instalación de las nuevas maquinarias que adquirió, vi mucho movimiento en el taller.

Y así paso una semana más…