ROMA - Esclavitud, inocencia y cena II
Imilce, Nazli, Enya y Zoe continúan su dura labor a los pies de sus amos romanos, siendo sometidas a sus mas oscuros deseos y procurando obedecerlos sin desmayar en la que parece una noche interminable de lujuria y desenfreno a la luz de las velas. Parte II
CAPITULO II
Tito se encontraba al límite, Imilce le venía succionando el miembro desde hacía horas, mirándole con su hermoso rostro juvenil de grandes ojos color marrón, mismos que le miraban con resignación y tristeza, cosa que le excitaba sobremanera, aunado esto al ocasional roce de sus dientes contra su glande y falo, que si bien, le resultaban algo molestos, también le recordaban lo inocente e inexperta que era la joven, potenciando aún más su excitación. Así, sin poder soportarlo más, Tito apretó a la joven contra su sudorosa pelvis, hundiendo el rostro de Imilce contra su barriga.
-Aquí viene, aquí viene, ¡aquí vieneeeeee!- gemía Tito, al tiempo que presionaba la cabeza de Imilce con toda su fuerza, impidiéndole respirar al quedar hundida en sus sudorosas carnes.
-¡¡¡AAGGHHHGGGMMM!!!
Imilce sintió como el pene de Tito se contraía dentro de su boca en reiteradas ocasiones expeliendo sobre su lengua un viscoso fluido de sabor fuerte y salado.
-¡Trágalo!, ¡trágalo!, aquí viene más, ¡¡¡trágalo!!!- gritaba Tito.
El sabor era repugnante y la textura, con la consistencia de un moco, no ayudaba en nada a Imilce, quien intento por todos los medios de liberarse y escupirlo. Sin embargo, Tito la seguía presionando contra su cuerpo, de modo que no la dejaba respirar, podía sentir el sudor de este en todo su rostro y sabía que no la dejaría ir hasta que no le obedeciera, así que comenzó a tragarlo.
-Gggguulp…
El sabor del fluido y su textura mucosa recorriendo su lengua y garganta le provocaban un asco tremendo, con mucho esfuerzo trago una, dos, tres veces, pues Tito continuaba eyaculando dentro de su boca.
-Sí, así, trágalo cariño, si, trágalo…- repetía Tito en voz baja, liberándola poco a poco-Aaahhhhh…- gimió este, desplomándose sobre el respaldo de la silla y liberando la boca de Imilce, quien comenzó a sollozar.
-Ah, cuanta inocencia- se maravillaba Tito- no llores mi niña, ¿a que no estuvo tan mal?- le decía, al tiempo que le acercaba el rostro a su sudorosa y desnuda barriga, apretándola contra ella y escurriéndole su abundante sudor en un intento de consolarla.
Por otro lado, Bruto, quien se había puesto de pie y parecía determinado a desencajar la quijada de la pobre Nazli, a quien tomaba del cabello con ambas manos, embistiéndole el rostro contra su pelvis y hundiendo el miembro hasta el fondo de la garganta.
La joven intentaba contenerlo empujando sus muslos, pero era inútil, el veterano soldado triplicaba su fuerza y había dado rienda suelta a su lujuria, introduciendo su grueso pene con violencia una y otra vez dentro de su boca, de modo que sus testículos le chocaban contra la barbilla.
Debido a la intensidad de las embestidas, la joven siria no había tenido oportunidad de tragar la inmensa cantidad de saliva y liquido preseminal que inundaba su boca, de modo que este escurría copiosamente de la comisura de sus labios, provocando un fuerte sonido de succión en toda la sala. Bruto no podía soportarlo más, saco su pene de la boca de Nazli y le ordeno:
-¡Toma aire!
Nazli obedeció la orden y tomo una gran bocanada de aire, apenas lo hizo, Bruto introdujo su miembro lentamente, empujándolo hasta el fondo, sintiendo como su glande pasaba por los finos labios de Nazli, seguía hacia su suave y viscosa lengua rozando su paladar y de allí hasta tocar su úvula, encajándose en la garganta de la joven.
Nazli no podía respirar, peor aún, las arcadas que le producía tener el miembro de Bruto tan adentro eran incontenibles pero, al mismo tiempo, sabía que no podría vomitar aunque lo intentara, pues el voluminoso glande de este le obstruía por completo la garganta, de modo que cerró los ojos y apretó los parpados con todas sus fuerzas, tratando de soportar el castigo hasta que Bruto se apiadara de ella. Pero no sucedió, Bruto no se apiado de ella en ningún momento, peor aún, verla con los ojos cerrados y su hermoso rostro desencajado por el tamaño de su miembro le excitó tanto que comenzó a eyacular directamente en su garganta.
Nazli sintió en su barbilla como los voluminosos testículos de Bruto se contraían, contracción que se contagiaba a su grueso y robusto falo y terminaba en su hinchado y palpitante glande, del cual, comenzaban a emanar violentos chorros de esperma directamente hacia su garganta.
-¡¡¡Ahhhhhhhhhhhgggg!!!- gimió Bruto.
La joven, que no podía controlar su garganta al haber sido invadida por el aparato de Bruto, sintió con impotencia y horror como una gran cantidad de líquido espeso y caliente salía disparado hacia el fondo de su garganta y resbalaba por su laringe directamente hacia su estómago, mientras el forzudo miembro de Bruto se contraía nuevamente dentro de su boca como una serpiente que se retuerce, bombeándola con ingentes cantidades de esperma, rebasando su capacidad de tragar y provocando que una gran cantidad de este le saliese por la nariz.
Bruto jadeaba como un caballo en celo, la inmensa cantidad de lefa que sus testículos producían era exorbitante, cinco grandes cargas de semen espeso, amarillento, de fuerte olor y sabor habían sido descargadas dentro de la boca y garganta de la joven siria, a quien Bruto libero solo para contemplar como el hermoso y delicado rostro que había presentado al inicio, había cambiado a uno bañado en saliva y fluidos, con los ojos rojos y llorosos, y de cuya nariz escurrían mocos y semen que formaba grandes burbujas cuando esta intentaba respirar.
-¿Hablas latín?- pregunto Junio a Enya, mientras esta le lamia los testículos.
-Lo entiendo- contesto la joven con un fuerte acento galo.
-Bien, estoy a punto de terminar, voy a meterlo al fondo y cuando salga quiero que lo tragues con…
-Nada de eso- le interrumpió Enya.
-¿Qué has dicho?- pregunto Junio sorprendido.
-Dije que no, no voy a tragar nada que provenga de tu verga- contesto Enya.
Junio la miro durante un momento, hasta entonces, la actitud desafiante de la joven le había agradado bastante, pero todo tenía un límite y Junio quería dejarlo bien en claro antes de que terminara la velada. De modo que le dio una sonora bofetada en el rostro, dándolo vuelta hacia un costado; Enya se cubrió la mejilla golpeada y lo miro completamente atónita.
-Escúchame bien perra gala, puede que me divirtiera un rato con tu actitud de pequeña fiera, pero comienza a ser hartante- le dijo en un tono grave y serio- sé que es la primera vez que te obligan a mamar una verga, pero no será la última, y ya es hora de que te acostumbres, de que entiendas quien manda.
Entonces, tomándola de ambos lados del cabello con fuerza, la acerco a su pene y comenzó a subirla de arriba abajo mientras esta lo chupaba, entrando y saliendo de su mojada boca una y otra vez. Ella reacciono apretando los muslos a Junio, quien hacia muecas al sentir las uñas de la joven gala enterrándose en su carne, aunque eso no lo detuvo y, al contrario, lo motivo a aumentar la velocidad.
Enya sentía como el dotado miembro de Junio le taladraba la garganta hasta el fondo, ahogándola al no dejarla respirar con libertad, la joven intento resistir el embate para no dar gusto al romano, pero sentía como los fluidos suyos y de este le inundaban la boca y la garganta, haciendo burbujas en su nariz al intentar obtener aire desesperadamente, entonces, Junio le hundió el miembro hasta el fondo y le levanto el rostro para poder admirarlo.
La visión que tenía ante sí era increíble, la joven gala, que al principio se había mostrado tan feroz y desafiante, ahora mostraba un semblante agotado y sumiso, con el mentón escurriendo saliva y fluidos masculinos, mientras lo miraba fijamente con sus dos grandes ojos ahora suplicantes, que le rogaban para que retirase el miembro con el que invadía su garganta, dejándola respirar. Junio se mantuvo así durante un momento, mientras la joven gala, buscando aire con desesperación, le apretaba los muslos con cada vez menos fuerza.
-¿Quieres que lo saque no es así?- le pregunto Junio con malicia.
Enya, con los ojos enrojecidos y llorosos asintió con la cabeza desesperada.
-Está bien, te liberare, pero escucha esto, cuando lo saque voy a acabar en tu boca, vas a juguetear con mi semen y luego vas a tragarlo, ¿entendiste?
Enya asintió, su visión comenzaba a ser borrosa, pero había escuchado todo lo que Junio le decía. Justo antes de desvanecerse, Junio retiro su miembro y la dejo respirar, Enya se apoyó en el suelo con ambos brazos, tosiendo repetidamente mientras aspiraba todo el aire que podía, Junio la dejo recuperarse poco, tomando su verga con una mano, se levantó de su asiento y le dijo:
-Bien, cumplí mi parte, ahora cumple con la tuya.
Enya se incorporó sobre sus rodillas y miro hacia arriba, encontrándose con el largo y rosado pene de Junio que parecía aún más grande visto desde abajo. Junio se agacho y, tomándola por la barbilla, lamio su rostro desde los labios hasta la frente, provocando una mueca de disgusto de parte de Enya, entonces Junio se dio la vuelta y le acerco el rostro a sus nalgas, Enya no recibió ninguna orden pero entendió perfectamente lo que tenía que hacer, de modo que comenzó a lamerle el ano sin parar mientras él se masturbaba, recorriéndole el perineo y los testículos con su suave y cálida lengua, hundiéndole la lengua y repitiendo el proceso. Junio llego rápidamente al límite de su excitación, se giró de nuevo y apunto su miembro a la boca de Enya, de su glande escurría un incesante rio de lubricante y liquido preseminal, el cual terminaba en la boca de Enya, quien se veía obligada a sorberlo y tragarlo para que no se acumulara, entonces Junio gimió con fuerza:
-Aaaahhhmmmmggg…
Una gran carga de esperma blanco y viscoso salió disparada sobre la rosada lengua de Enya, seguida inmediatamente por otra y otra, con tal fuerza que Junio no pudo mantener su miembro en las manos, moviéndose este y eyaculando también en el rostro de la joven gala.
-¡¡¡NO LO TRAGUES AUN!!!- le exigió Junio- antes abre la boca y muéstramelo.
Enya lo hizo, mostrando una abundante cantidad de semen y saliva acumulados dentro de ella y, en medio de todo, su lengua, moviéndose de arriba a abajo, batiendo la mezcla de un lado a otro.
-Bien, recoge el resto de tu cara y trágalo, hemos terminado- le decía Junio con voz agitada, mientras se dejaba caer en la silla.
Enya uso sus dedos para reunir el semen que tenía en todo el rostro, empujándolo hacia su boca para luego tragarlo con un sonoro:
-Ggguuuulppp…
No podía sentirse más humillada y avergonzada, había sido sometida completamente por un romano y obligada a obedecer hasta la más degradante de sus condiciones. El sabor de su esperma le perduraba en la boca y de su mentón y nariz aun pendían hilos de semen viscoso, peor aún Junio la contemplaba allí, derrotada y humillada, con total satisfacción.
Zoé estaba agotada, tenía la quijada adolorida por haber pasado la noche forzando sus músculos con la continua succión y abriendo la boca una y otra vez para recibir el miembro de Porcio, pero al fin estaba a punto de hacerlo terminar.
Porcio comenzó a jadear, Zoé sintió asco al imaginar en lo que este pondría sobre su lengua, pero se animó pensando que sería el final, solo tenía que esperar a que eyaculara, le pedirían que jugueteara un poco con él, lo tragaría y entonces sería libre por el resto de la noche, si, solo un poco más pensó, solo un poco más. De modo que, con gran dedicación, se puso a acariciar el miembro de Porcio con su cálida, húmeda y suave lengua, concentrándose en su frenillo, tocando la entrada de su uretra, rodeando su esponjoso y palpitante glande por todos lados, apretándolo y succionándolo con sus labios, masajeando sus velludos y arrugados testículos con la mano y apretando sus pezones suavemente con la otra, funciono.
-Aquí viene, aquí viene- le advirtió Porcio.
Zoé, quien casi sonreía para sus adentros, se preparó.
Los testículos de Porcio se contrajeron con fuerza, su pene comenzó a palpitar dentro de su boca y de su hinchado glande comenzó a emanar el asqueroso fluido que Zoé sintió con un fuertísimo sabor amargo y rancio, espeso en su textura y más pegajoso que viscoso.
-¡Abre la boca y muéstrame!- le ordeno Porcio.
Zoé obedeció de inmediato, mostrando como el esperma de Porcio se había adherido a su boca, formando incontables hilos de semen amarillento y pegajoso que se estiraban desde su lengua hasta su paladar.
-¡Traga!- le fue ordenado.
Zoé intento tragarlo de inmediato, pero no pudo, el fluido era tan espeso y pegajoso que simplemente no resbalo hacia su garganta, de modo que, reuniendo saliva y removiéndolo con su lengua, comenzó a pasarlo lentamente, sintiendo como el fuerte sabor iba inundando toda su garganta mientras se arrastraba hacia su estómago.
Cuando al fin lo hubo tragado, la hermosa joven griega abrió la boca para mostrar a Porcio que al fin había terminado, luciendo como un tierno cachorro a los pies de su amo, orgulloso tras encontrar la vara que este le pidió buscar.
-Bien hecho preciosa, bien hecho - le decía Porcio, mientras acariciaba su cabeza y le apretaba una mejilla- buen trabajo.
Zoé contuvo una pequeña arcada y le sonrió.
-Solo falta una última cosa.- añadió Porcio.
Zoé abrió los ojos como platos y, sin advertirlo, fue tomada de nuevo y atraída hacia la entrepierna de Porcio, quien se había puesto de pie. Este tomo su miembro, que aun escurría sus inmundos fluidos, y lo metió en la boca de Zoé, a quien tomo de la nuca con fuerza.
-Bien, no iba a moverme del salón solo para hacer esto.
Y acto seguido, comenzó a orinar dentro de la boca de Zoé, quien con horror sintió como el repugnante y ardiente fluido corría dentro de su boca, intentando apartarse de Porcio empujándolo.
-¡Mmmhhh!, ¡mmmhhh!, ¡mmmhhh!- se quejaba.
-¡Quédate quieta puta que aún no he terminado!- le grito- y será mejor que comiences a tragar o te hare limpiar mis establos con la lengua.
-Guuuulppp… guuuulppp… guuuulppp…
Lagrimas resbalaban sobre las mejillas de Zoé, quien sollozaba mientras recibía la incesante orina de Porcio, su amo, directamente en su garganta, viéndose obligada a tragarla para no ahogarse. Tras recibir dos últimos chorros de meado caliente, mismos que Zoé trago sintiendo fuertes náuseas y estremeciéndose de pies a cabeza, Porcio termino sacudiendo su ahora flácida verga dentro de la boca de la joven griega, restregándola contra su lengua para limpiarla.
-Ahhhhhhhhhhh...- exclamo plácidamente- no podía aguantar ni un momento más.- añadió con cinismo.
Los cuatro amigos, totalmente exhaustos y complacidos, tomaron una última copa de vino para retomar fuerzas.
-Bien, creo que podemos dar por finalizada la noche- comento Porcio, a lo que todos asintieron levantando su copa. Entonces continuo dirigiéndose a sus esclavas.- creo que han hecho un gran trabajo esta noche chicas, hubo algunos fallos, pero para ser la primera vez no ha estado tan mal. De todas formas sé que, con el pasar del tiempo, iremos mejorando, ¿no es así mis niñas?
Imilce, Nazli, Enya y Zoé se miraron unas a otras presas del pánico. ¿Tendremos que hacer esto otra vez?, ¿lo haremos durante el resto de nuestras vidas?, ¿será siempre tan horrible como esta noche o incluso peor? Todas estas preguntas rondaron por su cabeza hasta que Enya, dándose cuenta de que debían responder antes de que Porcio se molestara, contesto.
-Así será, amo.
El resto siguió su ejemplo de inmediato. Al fin habían comprendido que, desde ese momento y en adelante, ese sería su lugar en el mundo y que, no muy lejos, aunque si de forma inalcanzable, habían quedado detrás los verdes campos y el aire fresco de la Galia, las joyas, perfumes, especias y riquezas de Siria, la corte, los honores, la nobleza y los suntuosos banquetes en Hispania, así como la libertad, los ideales y la igualdad de Esparta, como prueba de ello se tenían a su mismas, pudiendo observar su deplorable estado, bañadas en saliva y fluidos que ya comenzaban a secarse sobre su piel y su ropa marcándolas con su característico y fuerte olor, sintiendo aun su sabor impregnado en la boca.
Si, ahora lo entendían y, muy a su pesar, tenían que aceptarlo, pues de esa forma, quizás, les sería más llevadero, aunque no por ello dejarían de sentir como asqueroso o repugnante cuando un pene sucio, maloliente y velludo, entrara en sus bocas, expeliendo fluidos sobre su lengua, ni se sentirían menos humilladas al ser sometidas sin miramientos por cualquier hombre ante el que tuvieran que arrodillarse y cumplir hasta sus más sucios y oscuros deseos, pero al menos entendían que, cuanto antes los hicieran llegar al límite, cuanto más se esforzaran por complacerlos, aun sintiendo rencor, odio y repulsión dentro de sí, antes los harían acabar y así, antes terminaría su humillante labor.
Las cuatro chicas se fueron a dormir sin poder cenar o bañarse, era tarde y Porcio quería silencio, lo único que tenían en su estómago era la abundante carga de esperma que habían recibido, por lo que partieron a dormir juntas abrazándose mutuamente e intentando olvidar lo que habían sufrido, de todas formas ya vendrían otras noches, quizá mejores, quizá que peores.