Roleplay Experience VII - Por fin mujer

Toñi se somete a un tratamiento y por fin consigue tener el aspecto deseado que se corresponde con cómo se siente.

AVISO: Antes de leer este relato es aconsejable que leas los anteriores de la serie.

El plan que habíamos hablado Pedro y yo para mi trabajo durante la época que hiciera mi cambio de sexo funcionaba a las mil maravillas. Incluso mis ingresos aumentaron, ya que aparte de la gente con la que previamente trabajaba, iba captando algunos nuevos clientes. Llegó un momento que Pedro se planteó asociarse conmigo en esto para aumentar la cartera de clientes y poder dar abasto para los proyectos nuevos que entraban. A mí eso me vendría de maravilla ya que podría ser él quien diera la cara ante los clientes durante esa etapa que mi aspecto estaría algo indefinido. Después de varias reuniones decidimos asociarnos.

Con mi vida laboral resuelta, comencé el tratamiento de hormonas. Aparte de cambios físicos que poco a poco se hacían evidentes notaba cambios en mi ánimo, era más inestable. Había veces que por alguna chorrada de pronto me enojaba o me sentía más depresiva. Otras veces era, al contrario. Lo que más me costó de todo fue contarlo en mi familia, ya que aparte de mi madre, recibí la incomprensión del resto de ellos.

Hasta este momento, aunque en mi casa siempre había vestido como la mujer que soy, para las veces que salía vestía algo más andrógina, pero no claramente de mujer. Cuando mi voz se fue afinando un poco y los pechos ya no se podían ocultar pasado un tiempo y algunos rasgos de mi cara se fueron suavizando, decidí dar el paso y vestirme como me sentía y salir a la calle.

Para ello le pedí a Pedro que si me podía acompañar, ya que me hacía sentir más segura. Aunque mostró alguna reticencia al final me acompañó. No se me olvidará jamás la sensación de liberación que tenía. Pensaba que la gente por la calle me vería como un bicho raro pero la mayoría de la gente no se inmutaba y algún que otro chico miraba la parte de mis piernas que dejaba ver la minifalda que llevaba. Por primera vez fui a comprarme ropitas a un centro comercial y volví emocionada.

A partir de ese momento fue una época muy feliz. Veía los progresos que hacía mi cuerpo y poco a poco la imagen que veía en el espejo se parecía más a la Toñi de mis vacaciones que hizo que se despertara mi feminidad.

¿Y el sexo? Pues fenomenal. Estos cambios hicieron que Lucas dejara de quedar conmigo, ya que me dejó claro que sólo le gustaban las crossdresser y ya no lo era. Con Pedro a veces se nos iba la mano y terminábamos en la cama follando como locos. Aparte hice algunos amigos nuevos con los que ya quedaba fuera de mi casa y a alguno lo llevé a casa. Muchos de ellos buscaban que les follara yo, y con el tiempo le fui cogiendo el gusto.

Realmente me sentía feliz. Me quedaba una operación de estética para ponerme una talla de pecho mayor y algún retoque en la cara. En cuanto a la operación de reasignación de sexo tenía dudas. A priori sería el último paso, pero me daba miedo.

En temas económicos también la cosa iba fenomenal. Pedro y yo tuvimos que alquilar unas oficinas ya que necesitábamos contratar al menos a dos personas.

Para la entrevista a candidatos nos alternábamos Pedro y yo. Él seleccionó a una chica con un curriculum impresionante. Para el otro puesto tuve que entrevistar a varios candidatos una tarde. Hasta el final habían pasado varios que tenían un curriculum bueno, pero a la hora de la verdad estaba bastante inflado. Ya cuando pensé que había terminado me llamó al teléfono un candidato que pensaba que y no vendría. Había tenido problemas con el coche y se estaba demorando. Me suplicó que le esperara y dado que no había seleccionado a nadie decidí esperarlo.

Estaba terminando unas tareas cuando llamaron a la puerta de la oficina. Fui a abrirle y me encontré con un chico bastante joven y alto, y guapo, sobre todo guapo. Unos ojazos impresionantes y un físico que tiraba para atrás. Tras la sorpresa inicial le indiqué dónde sentarse y me situé frente a él. Ese día vestía un traje de sastre azul cielo con falda de tubo un poco más corta de lo normal. Bajo la chaqueta llevaba un top blanco ajustado y ésta la llevaba abierta.

El chico nada más sentarme llevó sus ojos a mis piernas. Yo, en un gesto de coquetería y para ver si se ponía nervioso en la entrevista, abrí más la chaqueta dejando ver el bulto que hacían mis pechos. Además, ese día no me había puesto sujetador con lo que mis pezones se marcaban claramente. El chico no sabía dónde mirar. Mejor, pensé, así si trae respuestas preparadas puede que falle.

Comenzó la entrevista y el chico respondía correctamente a todo y en varios aspectos superaba con creces las necesidades, aunque seguía nervioso con lo que veía. Yo por mi parte, el estar exponiéndome así hizo que me fuera calentando. Lo sé, es poco profesional, pero que un chico así te mire como me miraba no es para menos.

Tras la entrevista le confirmé que estaría contratado si aceptaba las condiciones, que por otra parte eran las habituales. Le entregué un par de hojas donde se detallaban y mientras lo leía me situé a su lado. Su vista alternaba de mi pecho al documento. Le puse la mano sobre el hombro y en un momento que se giró para una pregunta su cara quedó a pocos centímetros de mi pecho. Se produjo un silencio que rompí diciéndole que estaba abierta a cualquier pregunta, con una sonrisilla tonta.

Se puso rojo como un tomate y como pudo preguntó algo sobre el contrato sin quitar la vista de mis tetitas. Yo fui a señalarle un punto de la hoja y sin disimulo le pasé la mano por sus pectorales. Uff, que cuerpo tenía. La mano que tenía más cercana a mí y que no sujetaba el documento de pronto la noté en mi pierna. No dije nada, solo sonreí y comenzó a moverla abajo y arriba, llegando incluso a meterla debajo de la falda. Por mi parte estaba acariciando sus pectorales, pero algo en mí me decía que eso había que pararlo o al menos informarle de que tipo de mujer era. Sin duda sería un buen empleado, pero no quería estropearlo desde el principio.

  • Espera -le dije-, antes de nada, quiero que sepas que soy transexual.

  • Sí -dijo el chico muy relajado-, lo suponía.

  • Pues, podemos seguir con el contrato -dije guiñando un ojo-.

Me agarró y me sentó sobre sus rodillas. Su mano llegaba hasta mi entrepierna sobando al paso las rodillas. Otra mano se paseaba por mis tetas y pellizcaba a veces mis pezones. Yo le acariciaba el abdomen comprobando la tableta que tenía el chico. Me estaba poniendo perrísima.

Nos levantamos y le bajé el pantalón y el bóxer. Tenía una polla espectacular. Me senté en la silla y cogiéndole del culo lo eché hacia mí y me tragué su polla. Al rato me tenía sujeta de la cabeza y me follaba la boca a placer. Jadeaba con cada empujón que daba y yo veía que se estaba excitando cada vez más, y como estaba deseando tener esa polla en mi culo le paré.

Me subí de rodillas a la silla y me remangué la falda. Me bajé un poco las braguitas y le ofrecí mi culo hambriento. El chico ni se lo pensó. Apuntó su polla a mi culo y del primer empujón metió el capullo, lo cual me hizo dar un grito ahogado por el dolor.

  • Perdón -me dijo-, es que me estás poniendo a mil.

  • Sí, con cuidado, pero no pares -le contesté-.

El chico fue empujando ya más despacio. Su polla poco a poco iba entrando en mí y notarla tan grande también me excitaba mucho. Paró un momento para que mi ano se acostumbrase a su pene y pasado un rato comenzó a moverse. ¡Qué bien se movía el chico! me estaba follando de maravilla, y se le veía bastante excitado, seguramente debido a que con la mamada se había quedado casi en el límite.

No tuve que esperar mucho más para que me anunciase que se iba a correr y acto seguido noté como su polla se ensanchaba un poco y me llenaba mis entrañas con su semen, que por cierto era bastante. Cuando terminó sacó la polla y la cogí para rebañar los restos de su corrida.

Me limpié mi entrada trasera con unos pañuelos y cuando me iba a sentar me frenó. Quedé un poco sorprendida. Me bajó la braguita, se puso de rodillas y llevó su boca a mi polla que estaba morcillona. Sus atenciones hicieron que al instante se pusiera tiesa.

Descubrí que no sólo follaba bien el chico, sino que me comía mi polla de maravilla. Se sujetaba en mis caderas y con su cuello imprimía un movimiento increíble, que me estaba llevando casi a orgasmo. Me sujeté a la silla para no caerme ya que en poco rato notaba que llegaba el clímax.

  • Que bien lo haces -dije-, me voy a correr.

Tras unas cuantas chupadas más y justo antes de correrme sacó la polla de su boca y la dejó abierta. La imagen del chico forzó que me corriera en ese mismo momento llenándole parte de la boca y la nariz con mi leche. Se relamió lo que había quedado fuera de su boca y me dejó la polla limpita.

Se incorporó y con una sonrisa dijo:

  • Va a ser un placer trabajar aquí.

Ambos reímos al tiempo que nos volvíamos a poner la ropa. Firmó los documentos de su contrato y al irse le di una palmada en el culo, a la que me respondió con un guiño.

Había resultado interesante esto de las entrevistas. Ahora debía saber mantener las distancias con el chico, que se llamaba Daniel, ya que pasadas dos semanas se incorporaría, lo que no quitaba que alguna que otra vez tuviésemos un bis a bis íntimo.

Siguió pasando el tiempo y todo marchaba bien en lo laboral, la oficina funcionaba de maravilla. Alguna tarde Daniel y yo permanecimos en la oficina más allá del horario y echamos algunos polvos. Creo que Cristina, la otra empleada, sospechaba que algo pasaba por lo que con el tiempo tendíamos a disimular más.

Mi aspecto físico iba mejorando. Mis tetitas tenían ya un tamaño apreciable y según me dijo el médico, ya podría operarme. Reservé unos días de vacaciones y pasé por el quirófano. Pasados 15 días acudí para que me quitaran todos los vendajes. Pude ver con una enorme emoción mi aspecto, tan femenino como deseaba y con unos pechos más que apetecibles.

La primera persona a la que llamé para que viera mi nuevo aspecto fue a Pedro. Teníamos que departir unos temas de trabajo y vino a mi casa. Su cara al verme describía el buen trabajo que había hecho el cirujano. Se deshizo en halagos hacia mi aspecto e incluso llegó a insinuar que quería probar mi cuerpo. Le frené ya que los asuntos del trabajo eran prioritarios.

No obstante, nos sentamos muy pegados para revisarlos y notaba como su mano a veces se deslizaba por mi rodilla o incluso más arriba. Yo le decía que no era el momento y la retiraba, claro, pero lo cierto es que me estaba excitando un poco. Después de tantos días ausente teníamos bastantes cosas que ver y por fin, un par de horas más tarde en las que Pedro intentaba meterme mano de vez en cuando, terminamos.

Di un carpetazo y le miré.

  • Ya hemos terminado con el trabajo. ¿Quieres tratar algún tema más?

  • Mmm. sí, hay que comprobar cómo has quedado -respondió con una pícara sonrisa-.

Abrí mis brazos dejándole apreciar el volumen de mis pechos y acto seguido llevó sus manos a ellos. Tras la operación los notaba más sensibles así que sus manos me excitaron un montón. Nos levantamos y nos abrazamos al tiempo que me sobaba por todo el cuerpo. En un rato ambos estábamos desnudos frente a frente y él no me quitaba ojo.

  • Estás preciosa, eres todo un bombón.

  • Pues cómetelo. ¿Te apetece?

No hacía falta que dijera nada, su polla hablaba por él. Me cogió de los hombros y entendí que quería una mamada. ¿Con quién mejor que con Pedro para estrenar mis labios? Me agaché y tardé poco en abrazar su polla con mis gruesos labios. Él no paraba de alabar lo agradable que se sentía y eso me animaba a darle más placer con mi boquita. Me preguntó si podía follarme la boca y le dije que sin problemas. Me sujetó la cabeza y comenzó a darme como le gusta, fuerte y en una posición que me mete la polla hasta el fondo.

Estuvo así un buen rato hasta que paramos y fuimos a mi cama. Se tumbó boca arriba y me dijo que nos colocáramos como para un 69. Quería tocarme las tetas mientras se la comía. Me subí encima de él y metí su polla en mi boca. Mientras me afanaba por darle una buena mamada y él sobaba mis tetas a placer noté como su lengua comenzaba a lamer mi polla. Me quedé un poco sorprendida ya que él siempre la había ignorado.

  • Déjame que te pruebe -me dijo.

Me concentré en la mamada que estaba haciendo y él poco a poco se iba metiendo mi polla en su boca con lo que comenzó a ponerse tiesa. Tener esa deliciosa polla en mi boca, mis tetas y pezones acariciados y a Pedro comiéndome la polla hizo que me excitara más de la cuenta. De seguir así me iba a correr y no creí buena idea hacerlo en su boca.

  • Pedro, que me corro, sácatela, por favor, que me corro.

  • Yo estoy a punto -me contestó.

Sacó mi polla de su boca, pero siguió masturbándome. Yo le mamaba frenéticamente hasta que casi al tiempo los dos estallamos en sendas corridas. Yo, por supuesto, me tragué toda la suya, pero le dejé el pecho y cuello llenos con la mía. Rápidamente me giré a lamerle mi propio semen (el cual tiempo atrás había descubierto que me encanta) y cuando estuvo limpio ambos quedamos tendidos en la cama.

  • Por qué has hecho eso? -le pregunté-.

  • No sé, me apetecía. ¿Te ha molestado?

  • Molestarme? ¡Qué va! al contrario -respondí-, solo que no me lo esperaba.

  • Bueno, pues así otro día ya no te sorprende.

Mientras yo jugaba con su polla. Después de tanto tiempo por la operación, quería que me follase bien follada.

  • Tenemos que ver si mi culito sigue en forma. no crees? -le dije.

  • Claro... sabes que me encanta follarlo.

En poco rato le tenía completamente empalmado. Me puse a besarle y sin separar mis labios de los suyos me monté sobre él y llevé su polla a mi culo. Afortunadamente, previendo lo que podía pasar, antes de llegar Pedro yo me había estado dilatando con mis inseparables consoladores. Así pues, su polla entró sin problemas. El movimiento de ambos, lento al principio, comenzó a acelerarse. En unos cuantos minutos estábamos follando salvajemente. Cambiamos de postura: yo tumbada y él sujetando mis piernas me la clavó. Ahora era él el que gobernaba y me empezó a dar fuerte, cosa que me encanta.

Unos minutos más tarde se corrió en mi ano y como me masturbaba mientras me daba yo poco después llegué a mi orgasmo.

  • Buen estreno de tu operación, ¿eh? -me dijo-.

  • Inmejorable -respondí entre jadeos.

Se nos había pasado el tiempo y cuando nos dimos cuenta era bastante tarde para él. Se dio una ducha rápida y lo despedí en la puerta de mi casa con un beso. Él a modo de despedida pasó su mano bajo mis testículos y polla. Me aseé un poco ya que estaba sudada y con semen por todo el cuerpo y como estaba algo cansada me fui directamente a dormir.