Roleplay Experience V - Final de las vacaciones
Tras las vacaciones nuestro protagonista se debate entre su yo actual y el que le gustaría.
AVISO: Antes de leer este relato es aconsejable que leas los anteriores de la serie.
Me desperté abrazada a Beatriz y ambas estábamos desnudas. Serían las 4 y pico de la madrugada así que con bastante sigilo me vestí y me fui a mi habitación. Ya por la mañana me desperté y tras una larga ducha me puse a ver las ropas más bonitas que había en el armario. Era mi última mañana allí y quería estar radiante. Me apliqué especialmente en el maquillaje. Elegí la lencería con encajes y me vestí con un vestido con un estampado de flores, del tipo pin-up y unos zapatos a juego con tacón bastante alto.
Llamé a la habitación de Beatriz que ya se estaba vistiendo también. Bajamos a desayunar. También ella estaba radiante. En el desayuno me disculpé por haberme ido de madrugada, pero ella no le dio importancia. Ambas estábamos tristes: el sueño que estábamos viviendo se acababa.
Tras despedirnos de otras chicas con las que habíamos hecho amistad, subimos a recoger nuestras cosas y a la hora indicada estábamos en la recepción del hotel. Allí vi a la mujer que quince días atrás me había acompañado a ese maravilloso lugar. Di un enorme abrazo a Bea y nos despedimos con un beso en los labios. Además de mi coche, detrás había otro similar y de él salía otra mujer vestida igual que la que me iba a acompañar. Supuse que sería el coche de Beatriz.
Monté en el vehículo que me devolvía a mi vida anterior. Ya de vuelta me explico la mujer que durante unas horas permanecería en la clínica para que me devolvieran mi aspecto.
Igual que cuando comencé la aventura, tras un pinchazo y un sueño desperté en una habitación. Eché mano a mi pecho y mis preciosas tetas habían desaparecido. Tuve una sensación triste. Me miré al espejo y ahí estaba el Antonio de toda la vida. Las cejas un poco más delineadas, pero nada raro, el pelo un poco más corto y la cara tal y como la recordaba.
Entró una enfermera que me avisó de que cuidara de unas pequeñas cicatrices que tenía bajo la aureola de los pezones, pero aparte de eso podía hacer vida normal. En dos días o tres comenzaría a crecerme la barba de modo normal, ya que durante este tiempo notaba que apenas crecía. Me dieron mis ropas y al ponérmelas me sentía extraño. Añoraba el tacto delicado de las ropas que había vestido los últimos días, la figura que me hacían unos tacones incluso el maquillaje que ablandaba mis facciones.
Una vez estuve listo, me entregaron la maleta con la que llegué días atrás y salí de nuevo al coche que me llevaría a mi casa. Al salir vi como otro hombre, un poco calvo, montaba en otro coche. Me quedé mirándolo y él a mí. Era Beatriz, o el hombre que fue Beatriz, y del cual no sabía su nombre. Sin palabras, solo con los labios, le dije "Adiós, Bea" y vi como levantaba la mano.
Ya en mi casa todo se me venía encima. No era por el fin de las vacaciones en sí, en parte echaba de menos mi trabajo que tengo la suerte de que me encanta. Era otra cosa. Pensaba sobre mí en femenino y cuando me veía en el espejo esbozaba un gesto de tristeza. Pero tuve que hacer de tripas corazón y volver a mi vieja vida.
El comienzo en el trabajo, con todas las tareas que había atrasadas hizo que no tuviera un solo instante la mente libre, pero poco después, con todo ya en orden, a veces me entretenía en observar las mujeres que pasaban a mi alrededor. A veces las envidiaba. Otras veces me culpaba a mí mismo por haber elegido unas vacaciones que habían desordenado mi existencia de ese modo.
Un mes más tarde moviendo unos papeles vi la tarjeta de visita que me dio Alejandro (Sandra) y decidí llamar. Al principio estaba un poco confundido ya que no sabía quién le llamaba. Tras aclararle que era Toñi, de las vacaciones, su tono cambió. Por una parte, me parecía distante, como queriendo olvidar esa faceta de su vida, pero por otro lado se notaba la alegría del reencuentro. Al final conseguí quedar con él en un pub del centro.
Al llegar al pub, hice una llamada perdida, tal y como habíamos quedado, para saber quién era. Al fondo del local, en una mesa, había un hombre que vestía un traje caro y muy elegante. Todo en él era elegante. Se levantó a saludarme y nos dimos la mano. En principio sí que había un poco de tensión, pero tras un rato de conversación la cosa iba fluyendo mejor. Sólo cuando reía me hacía recordar a Sandra. Por su parte, me dijo que no me parecía en nada a Toñi. Buen trabajo hicieron, ¿no? -le dije.
Se dedicaba al mundo de la bolsa y su trabajo era su vida ya que le ocupaba todo el tiempo. Por otra parte, le era bastante estresante. Hacía años vio que unas vacaciones convencionales no conseguían abstraerle de su trabajo y no llegaba a desconectar. Un amigo le habló de Roleplay Experience y al principio lo tomó como una locura, pero otras vacaciones en las que no pudo desconectar ni un minuto le hicieron tomarse en serio lo que le había contado el amigo. El primer año desconectó de tal manera que decidió que serían sus vacaciones los siguientes años.
Pero ahora, igual que en verano desconecto de mi vida, al volver consigo desconectar de lo otro -me dijo.
Pues yo no sé, no consigo hacerlo -le respondí.
Lo imagino -dijo cogiéndome del brazo para tranquilizarme-, es complicado ya que son unos días que desconectas y te dedicas a ser feliz, pero...
Ya -dije-, eso no es nuestra vida.
Bajé la voz para preguntarle:
- Pero el sexo, ¿No lo echas de menos?
Él rio sonoramente, tanto que gente de mesas cercanas miraron.
- Si, claro, pero soy un tipo muy disciplinado y coloco cada cosa en su lugar.
Afortunado él. Yo no soy ni de lejos tan disciplinado ni sé separar tanto estas cosas. Nos despedimos con la intención de quedar otra vez, pero me fui tan confundido como había llegado. Quizás tenía la ilusión de que me diera la receta para soportar el tiempo hasta el próximo verano, pero me fui de vacío.
Opté por otra vía: busqué en tiendas online y poco a poco fui haciéndome con un vestuario femenino y con maquillaje y otras cosas que en la intimidad de mi casa me permitieran rememorar el verano. Obviamente dejaría de visitar la peluquería hasta que mi cabello tuviera más longitud.
Algunos fines de semana pasaba largas horas siendo Toñi de nuevo, pero el espejo me devolvía a la realidad. No era la preciosa y sexy mujer que recordaba, lo cual me ponía un poco triste. Tiempo después descubrí que con un consolador de un buen tamaño la tristeza se me pasaba durante un rato.
Con todas estas cosas había pasado el tiempo y ya se veían cerca las vacaciones de Navidad. ¿Y si paso las navidades como Toñi? Llamé a Alejandro y le estuve planteando la idea, pero me desanimó. En Navidades Roleplay Experience suele estar vacío o con muy poca gente. Él también lo hizo el primer año y me dijo que no merecía la pena.
Realmente me estaba volviendo loca, o loco, ¡yo que sé! Estaba deseando verme en el cuerpo de una mujer, pero no estaba seguro si eso sería un simple entretenimiento de vacaciones o era algo que quería de por vida. Necesitaba aclararme.
Quedé con chicas y tuve sexo, el cual fue placentero, sí, pero no acababa de llenarme. Decidí meterme en chats de crossdresser y, vestida como Toñi, chateaba con chicos que, en la mayor parte de los casos, solo buscaban reírse de mí o hacerse una paja.
Pero al poco tiempo entablé buena amistad con un chico que decía llamarse Lucas. Lo que inicialmente era una charla de poco más de una hora pasó a ser de varias horas hasta altas horas de la madrugada. Después comenzamos con cámara y era un chico bastante normal y con facciones muy agradables. Un día me dijo que podríamos vernos en persona. Yo estaba un poco indeciso/a ya que no estaba muy seguro. Sabía que podía ser la chica más complaciente con él, pero veía que no era la chica sexy del verano, pero por otra parte ya me había visto, y si quería que nos viéramos es que podría gustarle algo. Al fin acepté y le ofrecí quedar en mi casa ya que no me atrevía a salir a la calle como mujer y de todos modos me fiaba de él lo suficiente.
El día que quedamos estaba muy nerviosa. Desde la noche anterior me había convertido en Toñi y traté de que mi casa luciera como la casa de una chica. Elegí uno de los vestidos y lencería más sexys que tenía y con maquillaje traté de suavizar mis facciones. Me perfumé minutos antes de que se presentara en mi casa.
Cuando entró se quedó boquiabierto y sorprendido.
De verdad eres tú? -me dijo-, eres muy guapa!
Gracias por el cumplido. Tú estás también muy bien.
Y es que habitualmente por la cámara lo veía con ropa de andar por casa, pero venía bastante elegante y con un perfume bastante varonil. Me entregó unas flores que traía escondidas a la espalda. Le hice pasar al salón y busqué un florero para colocar el ramo.
Nos servimos unas bebidas y me senté a su lado. Me sorprendió lo cercano que me resultaba, como de conocerle de toda la vida. Cuando posó una de sus manos en mi rodilla no me sorprendí; su tacto me hacía sentir mejor, de hecho. Estaba muy a gusto con él y al poco rato pasó lo inevitable: sus labios se acercaron a los míos y nos fundimos en un beso. Nos abrazamos y los besos continuaban y me hacían sentir fenomenal.
Perdona -me dijo-, no quiero precipitar las cosas, pero me pareces muy atractiva.
No hay nada que perdonar -le respondí cogiéndole de las manos-, me ha encantado que me beses. No sabes cuánto.
De nuevo se lanzó a besarme y nuestras lenguas pugnaban en la otra boca. Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo que recibía sus caricias haciendo que me estremeciera. Me dejé caer sobre el lateral del sofá y él se echó encima de mí. Sentir su cuerpo encima del mío, su incipiente erección sobre mi rodilla me estaba calentado mucho.
Te parece precipitado si te digo que nos vayamos a mi habitación -le dije sonriendo.
Me parece perfecto -contestó con un beso.
De la mano recorrimos los metros que nos separaban del dormitorio. Una vez allí, de pie, me abrazó y me besaba al tiempo que una de sus manos se perdía por mi culo. Yo estaba encantada de tener un hombre así para mí después de tanto tiempo y me abandonaba a sus besos y caricias.
Al poco rato decidí darle la atención que merecía y llevé mi mano a su polla, que estaba en erección. Me subieron unos calambres por todo el cuerpo. Uff! me tendría que controlar... ¿o no? ¡Pues no!
Le desabroché el pantalón y le senté en la cama. Me arrodillé a sus pies y llevé mis labios sobre su bóxer, dando mordisquitos a su polla que estaba debajo. Cerró los ojos para disfrutar del momento y aproveché para bajarle el bóxer. Tenía a mi disposición una polla preciosa y no tardé nada en tenerla entre mis labios y juguetear con ella con la lengua. Poco a poco fui engulléndola hasta tenerla toda en mi boca. Me miró sorprendido y yo comencé a cabecear buscando darle la mejor mamada de su vida. Echó atrás sus brazos y se recostó un poco mientras yo me afanaba en adorar su polla. Conseguí al poco rato que jadease de continuo. Ya casi lo tenía en el bote, y no iba a dejar escapar ni una gota de su leche.
Intensifiqué mis movimientos y los lengüetazos que le daba en el prepucio y al poco rato me avisó que se iba a correr. Yo entonces me sujeté a él para que por nada del mundo sacase su polla y no tardó en darme toda su leche. Varios trallazos llenaron mi boca. Abrí la boca y se lo enseñé, pero volví a cerrarla y me había tragado todo.
Ufff, ha sido estupendo, preciosa -me dijo jadeando-.
Mmmm, lo que ha sido es delicioso.
Me acerqué temerosa a su boca por si no quisiera darme un beso después de tener su semen en mi boca, pero fue él el que se lanzó a besarme. Que pasión mostraba Lucas. Nos tumbamos juntos en la cama y comenzó a desvestirme. Yo, que me sentía insegura sin pechos, le pedí que me dejara el sujetador, ya que los rellenos em hacían sentir mejor. Me quedé con sujetador y tanga. Él se desnudó por completo. Empezó a tocarme por todo el cuerpo y me iba excitando. Él parecía haberse recuperado ya y su polla volvía a ponerse dura.
Quiero que me folles, cariño -le dije.
Sííí, me encantará.
No temía por si era rudo ya que hasta un rato antes de llegar había estado con un plug anal para dilatarme. Me aparté un poco el tanga, me embadurné un poco de lubricante y le ofrecí mi culito. Apuntó su polla y aunque iba despacio vio que entraba muy bien. En nada de tiempo estaba bombeándome en el culo y haciéndome la mujercita que recordaba. Comencé a gemir ya que me estaba follando de maravilla, con el ritmo justo y la fuerza adecuada. Me tenía sujeta de las caderas y no paraba de decirme cosas dulces que hacían que mi imaginación se disparara.
Después de un buen rato me puso boca arriba y mis tobillos sobre sus hombros y continuó follándome de forma magistral. Verdaderamente me estaba encantando como follaba este chico y sobre todo, ahora que se la veía, la cara de vicio que tenía. Al rato, decidió que fuera yo la que le cabalgase. Se tumbó y de un golpe me metí toda su polla. Cabalgaba como una loca buscando que él llegase a su orgasmo. Yo estaba casi a punto, pero quería que se corriese conmigo.
Cariño -le dije-, estoy que me corro y quiero que me des tu leche en mi culo.
Uff, yo también estoy. Llevo un rato aguantándome.
Sííí, ¿qué esperamos? ¡Córrete conmigo!
Con gemidos que debieron oír los vecinos me corrí. Parte de mi semen salió del tanga incluso y él me llenó por dentro. Me eché sobre él aun con su polla dentro de mí y nos besamos como enamorados. Este chico me tenía loca.
Salí de su polla y con mi boquita se la dejé limpia. Yo me tuve que ir al baño ya que de mi culo goteaba su semen. Ambos nos lavamos un poco y como estábamos fuimos de nuevo al sofá. Permanecimos un rato abrazados. Realmente me sentía fenomenal. Si estuviera segura de que iba a ser siempre así no dudaría en dar el paso y transformar mi cuerpo.
Terminamos las bebidas que habían quedado a medias y Lucas me comentó que se tenía que ir. Otro día nos veríamos con más tiempo. No sabía cómo iba a resultar lo de hoy y había planeado otras cosas un poco más tarde. Le besé casi con desesperación. No quería que se fuera, pero la cruda realidad era que al rato estaba saliendo de mi casa.
Me dejó más confundida aún. Estaba segura de que siendo mujer iba a ser más feliz, pero eso significaba cambios importantes en mi vida que no sabía cómo afrontar.