Roleplay Experience III - La fiesta

Nuestra protagonista recibe formación de sus amigas y en una fiesta tiene una escana de zoofilia un poco especial.

AVISO: Antes de leer este relato es aconsejable que leas los anteriores de la serie.

Antes de subir a mi habitación Nuria se acercó a la recepción. Entramos Beatriz y yo, pero a los pocos minutos subió Nuria. Nada más entrar se dirigía a mi con cara bastante lujuriosa.

  • Eh! espera -dije-, antes de la parte práctica me tenéis que enseñar vosotras dos, ¿no?

  • Es cierto -dijo Beatriz al tiempo que comenzaba a quitarse el bikini.

Ambas quedaron desnudas y se acercaban entre ellas. El cuerpo de Nuria era espectacular en su faceta femenina, pero su pene era más bien pequeño, aunque estaba ya casi erecto. Beatriz, por contra, tenía un cuerpo menos definido, pero le colgaba un pene enorme. Comenzaron a acariciarse y Nuria fue agachándose para engullir la polla de Beatriz. Al final, de rodillas, se tragó entera la polla y yo me estaba asombrando de como tragaba.

Beatriz la agarró de la cabeza y comenzó a follarla la boca. Yo me estaba calentando al ver el espectáculo, pero de pronto llamaron a la puerta de la habitación y me sobresalté.

  • No pasa nada -dijo Nuria dejando la polla que tenía en la boca-, es una botellita de cava que he pedido que nos suban.

Abrí y un chico muy amable me entregó la botella y unas copas sin quitar ojo de la escena que había a mis espaldas.

  • Que lo disfrutéis -dijo el chico guiñándome un ojo antes de salir.

Serví las copas y Nuria me pidió que echase un poco de cava sobre la polla de Beatriz. Ella rápido se la tragó. Repetimos esto mismo unas cuantas veces y Beatriz parecía que se estaba comenzando a excitar. Nuria debía estarlo ya que tenía la polla totalmente tiesa. Se sacó la polla de la boca y me pregunto, irónicamente, si estaba aprendiendo la lección.

  • Mmm, sí, es muy interesante -contesté.

  • Ahora viene la segunda lección -dijo Beatriz.

A una seña suya, Nuria se puso a cuatro patas sobre la moqueta y Beatriz se arrodilló tras ella. De un empujón le clavó toda la polla y Nuria no pudo reprimir un gritito, aunque al poco rato gemía y pedía más. A esas alturas ya me estaba tocando mi pecho, lo que me producía bastante placer y mi mano sobaba mi paquete. Terminé por desnudarme como ellas y me masturbaba viendo la escena.

De pronto Beatriz comenzó a gemir y dijo que se corría. Nuria se movía compulsivamente para apretar más la polla que la estaba follando e hizo que Beatriz se corriera dentro de ella. Ambas se levantaron y se recostaron en la cama.

Me senté junto a ellas y comencé a masajear la polla de Nuria, pero me dijo que mejor no lo hiciera. Por lo que me contaron después, Nuria era completamente pasiva. Sin embargo, se vino hacia mi polla y se la tragó entera. No es que tenga una polla enorme, pero nunca se le habían comido hasta el fondo, por lo que esta vez estaba disfrutando mucho.

Beatriz se incorporó y tocaba las tetas de Nuria y las mías.

  • Creo que ahora viene la parte práctica, cariño -me dijo.

Empezó a jugar con mi culo con los dedos lubricados. Nuria se tumbó boca arriba y yo a cuatro patas sobre ella, de modo que mientras me comía la polla mi culo quedaba expuesto para que Beatriz jugara con él. Y poco a poco sus dedos fueron entrando sin problemas lo cual me daba bastante placer junto con lo que hacía la boca de Nuria. Al rato, eran cuatro los dedos que Beatriz me estaba metiendo, y menos mal porque pretendería follarme, y debía estar bien dilatada para ello.

Al poco rato sacó los dedos y puso su polla, la cual fue metiendo poco a poco hasta que, no sin molestias, estuvo dentro de mí. Tras un rato de espera comenzó el movimiento que Nuria acompasaba con su boca. Las oleadas de placer comenzaron a hacerme pedir más polla y Beatriz haciéndome caso me daba cada vez más fuerte. También Nuria succionaba mi polla como queriendo absorberla.

No pude aguantar más de 5 minutos sin notar que me iba a correr. Me lancé a comerme la polla de Nuria en un 69 mientras Beatriz me percutía el culo y así, casi al instante, llené la boca de Nuria con varios trallazos de semen.

Como Beatriz seguía dándome me afanaba en comerme la polla de Nuria que parecía excitarse con ello. Beatriz anunció que se iba a correr y Nuria nos dijo que se corriese en su culo para correrse ella al tiempo. Mientras yo seguía comiéndole la polla vi muy de cerca como Beatriz se había salido de mí y ahora la enculaba sin piedad. La polla de Nuria se ensanchó un poco y comenzó a correrse en mi boca. Casi al tiempo Beatriz se tensó y se corrió de nuevo en el culo de Nuria.

Tras dejar limpia la polla de Nuria fui a repasar la de Beatriz que ya la había sacado. Apenas me cabía en la boca, pero rodeándola con la lengua la dejé también limpita.

Quedamos las tres tumbadas en la cama.

  • Has aprendido ya? -dijo Beatriz tras un rato de relajación.

  • Creo que sí -dije poniendo un tono de chica mimosa-, ¿qué nota me ponéis?

  • Buena, muy buena -dijo Nuria-, tienes muy buena boquita.

  • Y un culito apretadito pero muy glotón -dijo Beatriz-. En definitiva, muy buena nota.

Reímos las tres mientras seguíamos descansando. Al rato Beatriz miró el reloj y nos avisó de que habría que arreglarse para la cena.

  • Es verdad -comentó Nuria-, ¡que esta noche hay fiesta de fraternidad!

Me explicaron que una vez a la semana se hace una fiesta con todos los clientes del parque, en un edificio central. Esas fiestas solían ser bastante divertidas.

Yo las pedí que antes de irse me ayudaran a escoger vestuario. Entre las dos seleccionaron un vestido gris marengo de un material parecido al cuero, pero más flexible, que se me ajustaba al cuerpo como un guante. La falda era bastante corta y dejaba un escote generoso. La lencería seleccionada era negra y muy delicada y eligieron unos stiletto negros con un tacón de al menos 12 centímetros. Se entretuvieron maquillándome bastante sexy. Mientras ellas iban a cambiarse, yo me entretuve andando por la habitación para habituarme a esos tacones. Cuando me vi más segura bajé para el comedor.

Sandra estaba esperándonos fuera muy elegante con un traje de dos piezas y bajo el blazer llevaba una blusa muy escotada. Sus tetas casi salían de ella. Pero estaba preciosa. Al poco rato llegó Beatriz con un vestido estilo chino de un rojo muy fuerte, a juego con sus labios. Nuria fue la última en bajar. Llevaba una minifalda muy ajustada y un top brillante que la resaltaba mucho su pecho.

Mientras cenábamos Nuria y Beatriz contaron a Sandra lo ocurrido por la tarde. Ahí me enteré de que Nuria prefiere ser completamente pasiva y sin embargo a Beatriz le encanta encular a otras chicas e incluso, alguna vez, a algún chico con el que ha estado. Me preguntaron a mí y dije que, de momento, prefería lo mismo que Nuria. Ente risas, ellas decían que ya lo suponían.

Tras la cena fuimos al lobby del hotel y al poco rato un minibús nos iba a llevar a otro edificio donde habría una gran fiesta en la que todos los clientes del parque, o al menos lo que quisieran, estarían allí.

Llegamos y paseamos entre la gente. Nos pasó cerca de las piernas un chico desnudo con collar y un bozal de perro, que era seguido con la mirada por una mujer completamente vestida de cuero y unas botas hasta el muslo que llevaba a otra chica casi desnuda de una correa. Notábamos la mirada de algunos chicos que se llevaban la mano al paquete a modo de saludo.

  • A estos ni caso -me dijo Sandra-, que te destrozan con la polla de goma.

En la pista sonaba una música con un ritmo bastante tribal. Un grupo de gente con taparrabos bailaban en un corro alrededor de otro algo más mayor que ellos.

Nos acercamos a pedir unas bebidas y ya en la barra noté unas manos que me sobaban el culo a placer. Me giré y vi a un chico con barba (aunque me pareció postiza) que me sonreía. Instintivamente eché la vista a su paquete, y lo que vi me asustó. El bulto era monstruoso, enorme. Eso podría destrozarme, así que decidí no hacerle caso. Lo que observé es que en esta fiesta no había ninguno de los chicos de nuestro hotel, más allá de algún camarero tras la barra.

Con grandes voces entraron en la fiesta un grupo ataviado con ropajes medievales, e incluso alguno llevaba armas. Mientras, a mi alrededor, algunas chicas de mi hotel se dejaban cortejar por chicos de distintos hoteles (los prehistóricos parecían estar muy salidos). En definitiva, aquello era una enorme fiesta de disfraces en los que con cada disfraz se actuaba como tal.

En un lado de la pista vi al chico que hacía de perro (lo reconocí por la polla). Me acerqué a él y le saludé. Quería saber qué es lo que los lleva a actuar así. Caro, que él podría pensar lo mismo de mí. Pero solo respondía mis saludos acercándose a mí y frotándose contra mi pierna. Muy en su papel, pensé.

Le acaricié sobre el lomo, recordando cómo lo hacía de pequeño con un perro que tuvimos en casa. Recordé que le encantaba cuando se le acariciaba por debajo, así que hice lo mismo. Y este "perro", igual que hacía el mío, se tumbó para facilitarme la labor, solo que en este caso me dejó casi a mano su enorme polla.

En cada caricia deslizaba la mano más cerca de ésta hasta que se la toqué. Con varios toques más comenzaba a ponerse más dura, lo cual me dio una idea: lo agarré del collar y lo fui llevando hasta un jardín exterior. Me senté en un banco y se hice señas para que se sentase a mi lado. Continué entonces con las caricias que incluían un repaso a su polla, la cual estaba ya más bien dura.

  • Vamos, perrito bueno, ven conmigo -dije golpeándome la pierna y yendo tras unos setos.

El perro vino detrás y una vez allí me senté en el césped. Ahora sí que le agarré directamente la polla que estaba dura del todo. El chico que se hacía pasar por perro suspiraba imitando a un perro. Me agaché y comencé a comerle la polla. Él se tumbó boca arriba abriéndose de piernas y brazos facilitándome la labor. El chico se excitaba bastante rápido y yo quería comprobar si esa polla entraría en mi culo, así que me coloqué a cuatro patas, me subí el vestido y apartándome el tanga dije:

  • Vamos perrito, ahora tienes que cubrir a tu perrita.

El chico se puso a olisquear mi ano y a continuación lo lamió intentando meter la lengua. Nunca había recibido un beso negro y me estaba encantando y excitando mucho. Se situó encima de mí y apuntó su polla a mi culo. Le pedí que fuera poco a poco, aunque dudaba si en eso actuaría como una persona o no. Pero para mi tranquilidad comenzó a empujar siendo bastante delicado, lo cual dado el tamaño de su polla era de agradecer. Me costó dilatarme, pero tras un rato parte de su polla estaba dentro de mí, aunque aún sentía dolor. Cuando ya tuvo casi toda su polla dentro se esperó un rato para que me habituase y al rato comenzó a actuar como el perro que era. Se empezó a mover frenéticamente, lo que a veces me producía algo de dolor, pero otras eran oleadas de un placer muy intenso.

Debía llevar mucho tiempo sin follar porque al poco rato noté como se corrió dentro de mí con jadeos muy sonoros. Sacó la polla y volvió a lamerme el culo chupando su propio semen que salía y como se sentía muy rico le dejé hacer un momento. Me volví y repasé yo su polla para dejársela limpia.

Cuando acabamos me recompuse un poco y con unas toallitas que saqué de mi bolso me limpié mi trasero y después lo llevé del collar hacia la fiesta de nuevo. Le di una palmada en el culo.

  • Venga perrito, ve a buscar a tu dueño. ¡Ah, y gracias! -dije.

El chico giró su cabeza para mirarme un instante y corrió a cuatro patas dentro de la fiesta. Al entrar busqué con la mirada a mis amigas. A lo lejos vi a Sandra junto a un hombre vestido con ropajes de cuero y una gorra de plato también de cuero. Estaba frente a él con la cabeza agachada mirando al suelo. Recordé que alguna vez dijo que había ido al hotel de BDSM, así que preferí no distraerla. Se lo estaría pasando bien, supuse.

Me acerqué a la barra a por una copa y de pronto me vi rodeada por varios caballeros medievales que me comían con la mirada. Mientras pedía la copa varias manos sobaban mi culo y alguna de vez en cuando uno de los pechos. Yo movía mi culete tratando de excitarles y uno de ellos tras de mí puso su paquete sobre mi culo. En ese momento me habían servido la copa, así que me giré frente a él, pero de pronto se acobardó y se apartó. Me hicieron un pasillo para que saliera, aunque alguna mano repasó mi trasero mientras lo hacía. Una pena -pensé-, no tenían mala pinta.

Ya con la copa en la mano encontré a Beatriz que me contó que estaba en blanco. Todo lo más se le había acercado Winnie Pooh para bailar con las manos cogidas y algún sobeteo por parte de alguno de una tribu. Yo tímidamente señalé al perrito que estaba por ahí cerca y miré a Beatriz.

  • En serio? -exclamó-, serás guarra!!!!

  • Jajaja, sí, pero mira lo que tiene.

Beatriz se fijó en la polla que le colgaba y me preguntó por cómo me había ido. Ella llevaba dos años yendo allí en las vacaciones, pero en su vida normal, a veces, tenía relaciones bisexuales, y me prometió que jamás había probado algo así. Le extraño que yo, siendo novata, me hubiera podido meter eso.

  • Es que esta tarde tuve una buena maestra -dije dándole un beso.

La fiesta iba a menos y algunos comenzaban a retirarse. Esperamos un rato por si veíamos a Nuria o a Sandra, pero supusimos que habrían encontrado algo que las distrajera, así que nos dirigimos al minibús que nos llevaba de vuelta a nuestro hotel. Ya en el hotel cada una nos fuimos a nuestro dormitorio a descansar.

Antes de caer dormida repasé mentalmente mi estancia allí. No habían pasado dos días y me sentía muy puta, aunque lo había disfrutado como nunca. Me preocupó en cierta medida si podría desengancharme mentalmente cuando finalizara aquello.