Roleplay Experience II - Adaptación

Toñi asume su rol y va conociendo a sus amigas.

AVISO: Antes de leer este relato es aconsejable que leas el primero de la serie.

La mañana siguiente desperté un poco aturdida por lo pasado la noche anterior y con algún remordimiento. Pero esto me duró poco. Había disfrutado como nunca, eso no lo podía negar. De hecho, la idea de tener otro encuentro sexual como el de la noche pasada me resultaba excitante.

Tras ducharme no sabía muy bien como vestirme. Llamé de nuevo al servicio de habitaciones del hotel y al poco rato subió otra chica distinta de la del día anterior. Me aplicó unas cremas que hacían que mi rostro quedara liso y sin restos de barba recomendándome que cuidase mucho ese aspecto. Después, me estuvo recomendando algunas de las cosas que había en el armario y al final me puse unos pantalones blancos, muy ligeros y anchos, una blusa de seda beige y unos zapatos abiertos con poco tacón. Me disculpé por hacerla subir, pero me dijo:

  • No te preocupes, es lo normal en las chicas que, como tú, lleváis pocos días. Ya verás como en unos días no te hace falta.

Me estuvo aplicando un maquillaje muy natural y comentándome cómo lo hacía para que aprendiera. Supuse que al día siguiente lo podría hacer yo sola.

Bajé a desayunar y vi a dos de mis amigas, Sandra y Nuria. Me senté junto a ellas y antes de nada dijeron a coro:

  • ¿Qué? Cuéntanos ¿Que pasó anoche?

La cara que puse debió de ser explicativa por completo, porque antes de decir nada me pidieron que les contase cómo me había ido. Yo traté de no dar detalles, pero les comenté que lo que había descubierto me había encantado.

  • Otra que va a volver cada verano -dijo Sandra mirando a Nuria-.

  • A lo mejor antes -respondí yo con cara de picardía-.

Ambas rieron y comenzaron a contarme cómo fue su primera vez aquí ya que ambas vinieron por mera curiosidad, como había sido en mi caso, a diferencia de otras chicas que en su vida real a veces eran CD y aquí tenían sus vacaciones ideales. Pero ellas ya no podían pasar sin tener unos días de liberar su yo femenino, aunque el resto del año nadie sospecharía de esto. Resolvieron mis dudas en cuanto a la vuelta a mi aspecto tras las vacaciones. "Son magos, vuelves a ser el hombre que eras" -dijo Nuria-.

Tras el desayuno fuimos las tres a dar un paseo saliendo del recinto del hotel por el resto del parque. Pasamos al lado de un edificio que parecía una gran mansión, casi un castillo. Era donde se alojaba gente con roles cercanos al BDSM.

  • Alguna vez he pasado para que me castiguen por ser una chica mala -dijo Sandra sonriendo-.

  • Que callado te lo tenías, pedazo de puta -le dijo Nuria-. Y, ¿es divertido?

  • Mmm, si, muy morboso. Tenéis que probarlo -nos aconsejó-.

Rodeamos ese edificio y otros anexos (las celdas, según dijo Sandra) y a continuación vimos lo que parecían un montón de chozas. Nos acercamos y gente vestidas como trogloditas campaban por allí. Por lo que me contaron había gente que quería vivir durante unos días como prehistóricos (paleolíticos, me dijeron) y allí lo encontraban. Al lado, pero separado por una valla, había una especie de poblado de indios del Amazonas con gente que vestía con taparrabos.

  • Que incomodidad! -exclamó Nuria-, mejor nuestro hotelito tan cómodo.

Giramos por una vereda para volver, ya que por donde íbamos continuaba un par de kilómetros con otros edificios, y pasamos por una zona con varias edificaciones con estilos muy variados. Había una casa enorme que parecía el palacio de un sultán. Aquí debería ser lo del harén que nos contaron, pensé. Otro edificio parecía una granja del medio-oeste. Incluso a lo lejos se veía otro que parecía un monasterio medieval.

  • De todo hay -dijo Sandra señalándolo-.

Pasamos por la zona donde las personas jugaban a ser animales y varios "perros" corrieron hacia nosotras a saludar. Me pude fijar en uno de ellos que iba completamente desnudo y solo llevaba la cabeza cubierta por lo que parecía ser una cabeza de perro y un collar. "Menudo pene tiene el perro", pensé al ver el pedazo de polla que le colgaba. Andaba a cuatro patas detrás de una chica con el mismo atuendo y de vez el cuándo la olía el coño y el culo.

Por fin, ya casi de regreso a nuestro hotel pasamos al lado de otro más pequeño y de un aspecto más austero.

  • Aquí es donde vienen los chicos -me contó Nuria con cierto retintín-.

  • Los chicos? -pregunté suponiendo que era donde se alojarían camareros y demás chicos que nos atendían.

  • No, mujer. Aquí vienen las que quieren ser un hombre durante unos días -me dijo Sandra aclarándomelo.

  • Yo una vez vine a una fiesta y bueno... -dijo Nuria-.

  • Y qué? ¡cuéntanos! -pregunté.

  • Ah, nada. Si quieres saber qué pasa te vienes un día -me contestó riéndose.

Volvimos a nuestro hotel y ambas se fueron a cambiar para bajar a la piscina. Sandra vino conmigo por si necesitaba ayuda para saber cómo ocultar mi pene. A la media hora estábamos las tres en la piscina en bikini y vimos a Beatriz con otras chicas allí.

Nos sentamos juntas y me presentaron. Si viendo el cuerpo que me habían dejado me sorprendía, con el de algunas chicas que estaban allí la cosa era increíble. Tenían unas tetazas enormes y unas cinturas de avispa. Me estaba quedando obnubilada viéndolas.

  • Sí, cuando salen de aquí no queda nada de eso -me dijo Sandra en voz baja.

  • Pero ¿cómo es posible?

  • Hija, estas llevan viniendo años y el tratamiento antes de venir es más agresivo. Están incluso dos o tres días para ponerse todo eso y después para quitárselo. Pero eso sí, se llevan a los chicos de calle.

No sabía si merecería la pena, pero su aspecto era excitante y muy sexy. Quizás otro año...

Entre comentarios banales, algún chapuzón y mucho sol se pasó la mañana. Nos pusimos un pareo y fuimos directas a comer. En el comedor vi al chico que me llevé a mi dormitorio la noche anterior, pero lo único que logré fue que me guiñara el ojo. Yo quería que llenase mi culito de nuevo, pero en ese momento su papel desde luego no era el de caballero que baila con las damas, sino de camarero. Y se ceñía a ello.

Después de comer la mayoría de las chicas se fueron a sus habitaciones a descansar. Nos quedamos Sandra y yo a tomar un café en unos sillones en la cafetería del hotel.

  • Toñi: Ten en cuenta que los camareros son eso, camareros. Lo que hagan por la noche es cosa suya. Te he visto mirando a uno de ellos y no están aquí para hacer de gigolos con nosotras -me dijo Sandra en un tono un poco serio-.

  • Perdona, yo..., no sé, pensé que... -contesté un poco descolocada-.

  • Jajaja -rio al ver mi desconcierto-, a ver, todos estos chicos saben lo que somos, claro, pero como ves a todas nos dejan estupendas y atractivas. Y saben que estamos dispuestas a darles nuestro culito, y vaya si lo disfrutan. Pero no es su trabajo, aunque eso sí, en las fiestas están casi todos.

  • Yo pensaba que, bueno, ya sabes, era parte de los servicios -contesté-.

  • Pues no. Y si no te pones guapa por las noches, te vuelves para la habitación tan sola como bajaste.

  • Lo tendré en cuenta -la dije guiñándole un ojo-.

Me estuvo preguntando cómo me sentí al probar por primera vez un hombre y si no había tenido problema con ello. La conté que fue al contrario. Por la razón que fuera me había excitado con sus caricias y una cosa por otra me habían llevado a disfrutar mucho.

Yo por mi parte la pregunté si durante el resto del año no sentía la tentación de actuar como mujer, o tener sexo como tal. Me contestó muy seria que no. Esto era un paréntesis en su vida, y muy secreto, lo remarcó, pero fuera de aquí no hacía nada de esto. "Y me cuesta a veces, no creas", dijo rematando la frase.

Como estábamos en confianza la confesé que me sentía extraña ya que ahora no dejaba de apetecerme el sexo como mujer y que me excitaba con facilidad. Ella me contestó que ese era el motivo de ir a veces a otros hoteles. En el de los chicos, muchos de ellos querían meter sus penes de goma en cualquier agujero, y a poco que me insinuase terminaría empalada. Nuria, por lo que me contó, los visitaba frecuentemente, aunque ella prefería otras cosas ya que estos chicos sobreactuaban y a veces eran demasiado rudos. Me confesó que a veces ella se había liado con otra chica de nuestro hotel.

  • Chica, al fin y al cabo, también tenemos polla y alguna está para comérsela -dijo ante mi sorpresa-.

  • Y te atrae hacértelo con alguna de nosotras? -pregunté-.

  • Claro! -contestó con toda naturalidad-, tú tiéntame y verás, jajaja.

  • No! No me tientes tú a mí -me sorprendí a mí misma diciendo eso-.

Sandra puso su mano sobre mi rodilla y una cara que invitaba a la lujuria.

  • Quieres que te enseñe mi habitación? -me preguntó-.

Sin decir nada me levanté y la tendí la mano. Ella aceptó mi reto y fuimos a su habitación que estaba cerca de la mía y entramos.

  • Y ahora qué? -pregunté retándola a que ella diera el primer paso.

Se echó contra mí y su lengua invadió mi boca. Me quitó el pareo y sus manos recorrían mi piel. Antes de que me diera cuenta me había quitado el bikini y ella había hecho lo propio. Sus tetas eran preciosas, algo más grandes que las mías, y se la veía muy atractiva. Nos abrazamos de nuevo y el sentir sus manos sobre mi cuerpo hizo que me excitara. Yo cogí sus tetas y su tacto parecía natural. Poco a poco notaba como su polla iba cogiendo volumen. La mía parecía dormida, pero tampoco me importaba en ese momento ya que lo que quería era que mi culito recibiera sus atenciones.

Agarré su pene y entre mis manos seguía creciendo. Me sorprendí del tamaño que tenía Sandra, no bajaba de los 19cm. Me agaché y al instante lo tenía en mi boca saboreándolo. Se recostó en la cama y me situé entre sus piernas para comerme su polla. Mi cabeza subía y bajaba y ella comenzaba a gemir. Después de un rato comenzó a decirme lo bien que la estaba mamando y que parase que se podría correr antes de tiempo.

Saqué la polla de la boca y ella echó mano de un bote de lubricante. Se embadurnó la polla y mirándome con cara de lujuria dijo:

  • Dame tu culo que te voy a follar, preciosa.

Me puse en posición de perrito y Sandra tras de mí vertió un poco de lubricante sobre mi ano, me agarró de las caderas y apunto su polla a mi culo. Apretó y poco a poco su polla iba invadiéndome.

  • Como me gustan los culitos vírgenes -dijo.

  • Mmmm sigue Sandra -dije-, pero ya no es virgen.

  • Pero está apretadito, me encanta.

  • Ahhh, sí, pues métemela entera.

Siguió hasta que sus huevos chocaron con mi perineo. Me estaba sintiendo tan llena de nuevo que la excitación crecía por momentos. Comenzó a culearme suave al principio, pero ante mi insistencia, iba acelerando.

  • Que puta me has salido, Toñi. Toma más polla -me decía entre jadeos-.

  • Ahhh! Qué bueno. Sííí. Hasta el fondo. Fóllame fuerte -respondía gimiendo con la voz más femenina que podía-.

Sandra seguía follándome y parecía no terminar nunca, cosa que a mí me estaba encantando. Cambiamos ligeramente la posición y la polla de Sandra rozaba con mi próstata. Ufff! de pronto notaba como el placer que sentía se acrecentaba.

  • Así, así, fóllame así, no pares -decía yo.

  • Sí, así -respondió aligerado el movimiento-, quiero que te corras, putita mía.

Sus palabras fueron como un hechizo. Al poco rato comencé a llegar al clímax y me corrí eyaculando una cantidad enorme de semen. Ella seguía percutiendo mi ano, pero yo preferí que se corriera en mi cara, como ya hicieran la noche pasada. Me coloqué frente a ella pidiendo su leche en mi cara. Sandra se masturbaba furiosamente mientras me decía lo guarra que era. A todo ello le respondía que sí.

Al poco rato vi cómo se tensaba y comenzó a echar sobre mi cara una corrida muy abundante. Yo con la boca buscaba capturarla, pero ella parecía que pretendía lo contrario. Cuando terminó hice lo que la noche anterior: con su polla recogía los restos de mi cara y la chupaba para dejarla limpia.

Cuando terminamos me mandó a lavarme la cara. Ambas nos sentamos en la cama charlando un rato.

  • Chica, me has sorprendido -me dijo-, no imaginaba que te metieras tanto en el papel.

  • Uff, es que me pone muy caliente. Y lo de recibir por detrás me encanta.

  • Ya veo, ya -dijo riendo-, y ¿cómo te lo imaginabas?

  • Doloroso y..., asqueroso -respondí-.

  • Pues ya ves ahora -dijo Sandra entre carcajadas-.

Nos levantamos para vestirnos. Ambas nos pusimos de nuevo los bikinis y los pareos ya que bajaríamos de nuevo a la piscina. Sandra, con más experiencia, maquilló un poco mi cara antes de salir. Llegamos las primeras del grupito de amigas, pero al poco rato llegaron Nuria y Beatriz. La tarde fue de lo más plácida: Sol, baños y algún que otro coctel, aderezado todo ello con conversaciones bastante atrevidas.

En un momento en la piscina estábamos jugando con un balón y para quitármelo Nuria me agarró como abrazándome. Yo me quedé completamente quieta y ella pasó una de sus manos sobre mi pecho. No debió de ser fortuito ya que noté como su polla, que estaba pegada a mi culo crecía ligeramente. Se apartó de mí, pero giró su cabeza y me guiñó un ojo. En otro lance era yo la que prácticamente me eché sobre ella y en voz baja para que nadie oyese me dijo: "Eso lo hacemos en mi habitación después".

¿Qué habría querido decir? ¿Quería sexo conmigo? La idea me parecía muy sugerente ya que de las del grupo Nuria era la más atractiva: rubia, alta y con un tipo estupendo. De hecho, ya en la sombrilla comenzó a decir que la encantaría enseñarme a jugar. Supuse que el resto pensarían que hablábamos de la piscina, pero yo tenía claro que quería rollo. Como si lo hubiera intuido, Beatriz dijo que ella también me podría enseñar cosas, ya que jugaba muy bien. Las cartas quedaron sobre la mesa cuando Nuria la dijo a Sandra que ella ya me había enseñado su parte del juego.

Estaba claro que ambas, Nuria y Beatriz querían hacérselo conmigo y no era un secreto para Sandra. Me levanté de la tumbona y de forma muy coqueta dije:

  • Me voy para mi habitación, a ver si allí aprendo algo.

Giré la cabeza y vi la sonrisa de Sandra y como Nuria y Beatriz se levantaban para ir tras de mí.