Roleplay Experience I - El inicio

Un chico normal llevado por la curiosidad se mete en un juego del que ni imagina cómo va a salir

Este es el comienzo de una serie de la cual tengo escritos varios capítulo y que iré completando conforma vaya pudiendo. Si leeis los capítulos que se vayan publicando os agradecería que me dieseis vuestra opinión y algunas cosas que os apetecería leer.

Sin más dilación, vamos a la historia:

Se acercaba el verano y mis ocupaciones no me habían permitido aun planear nada de mis vacaciones.

Una tarde, después del trabajo, tomando una cerveza con Pedro, un buen amigo, y que como yo está sin pareja desde hace tiempo, hablábamos de qué hacer el verano. A ambos nos pareció buena idea ir juntos. Entre las opciones, lo típico: varios lugares de playa, quizás alguna sugerencia de alguna casa rural en la montaña o algún viaje por el extranjero.

Pedro me dejó claro que quería algo diferente e iba descartando una por una las opciones que iba diciendo.

  • Al final no vamos a tener dónde ir -dije contrariado.

  • Espera -contestó-, te quiero enseñar una cosa -dijo mientras de su portafolio sacaba un folleto-.

El folleto era de una especie de parque temático que se llamaba "Roleplay Experience". Por lo que me contó, era un lugar donde pasabas unos días metido en el rol que quisieras y todo estaba preparado para vivir esa experiencia al 100% sin preocupaciones por miradas ajenas.

  • Tío -me dijo emocionado-, te imaginas estar dos semanas siendo Ichigo Kurosaki ?

  • Ehhh? Eso que es? El físico este que sale en documentales? -dije recordando a Michio Kaku, un conocido astrofísico-.

Sacó su movil y me enseñó varias imágenes de comics manga y me iba relatando sobre un personaje vestido con ropajes tradicionales de Japón. Yo realmente me estaba quedando sorprendido. Sabía de la afición de Pedro por los cómics, pero tanto como para que me presentara como las vacaciones ideales el estar una quincena vestido de un personaje, me parecía excesivo.

Ante mis reticencias vi en su cara un gesto de desilusión. La verdad, esto me jodía, ya que Pedro en varios momentos de mi vida ha supuesto un apoyo firme y una mano amiga con la cual contar siempre. Total, que le seguí el juego y a regañadientes acepté que esas fueran nuestras vacaciones. Sólo quedaba por ver que rol elegiría yo. Tras las cervezas fuimos a su casa, muy cercana a la mía, y en su ordenador me estuvo mostrando la web del parque temático tratando de convencerme.

La verdad es que los precios baratos no eran, pero aparte de la tontería de ir disfrazado, el lugar tenía de todo para unos días relajantes. Ah! y barra libre, cosa que remarcó para convencerme. Se trataba de un complejo bastante extenso con varios edificios que eran temáticos y actuaban como pequeños hoteles. Además, había otros edificios centrales con servicios comunes. Aparte, por supuesto, todas las comodidades para unas buenas vacaciones (piscinas, un pequeño parque acuático, campos de deporte e incluso un pequeño lago por si alguien quisiera pescar) y personal suficiente como para meterte en tu personaje al 100%, ya que había incluso representaciones y performances.

Quizás, pensé, no está tan mal esto. Será algo diferente, pero para desconectar puede servir. Pedro, además, tratando de apuntalar mi decisión, me dijo que en foros había leído que se ligaba mucho es estas cosas de cosplay.

Según la web, para información y reservas había algunas oficinas de viajes que comercializaban estos packs de vacaciones. Realmente eran pocas ya que el nicho de mercado es pequeño. De hecho, en Madrid solo había una oficina.

Otra tarde pasamos por allí para informarnos. El sitio, y la poca gente que había allí, era curioso. Una chica muy amable nos estuvo contando sobre todo lo que preguntábamos. En realidad, eran como unas vacaciones con todo pagado en un sitio con todos los servicios y que te metes al 100% en el papel que quieras. Aparte, había otros servicios que se facturaban aparte. Nos contaron como ejemplo el caso de un caballero que quiso vivir como un jeque árabe y los gastos para pagar a las chicas que hacían el papel del harén los tuvo que abonar aparte, pero nos dijo que lo normal eran gente que quería vivir otra vida durante unos días.

Pedro preguntó por la posibilidad de estar como el personaje que le gustaba. La chica le contestó que era posible, por supuesto, pero en este tipo de personajes (manga) sería poco más que vestirse, ya que no le podrían ofrecer todo el entorno para vivir de verdad ese personaje debido a que apenas tenían clientes así.

Salimos de la agencia y notaba como la ilusión de Pedro por esas vacaciones se desinflaba. Comentaba que igual preferiría ahorrar el dinero para quedadas de cosplay en Tokio. Al llegar a nuestro barrio ya tenía claro que no se iría de vacaciones.

Cuando llegué a mi casa me di cuenta de que ya no tenía plan para el verano. Lo del parque este de roleplay realmente tenía buena pinta, aunque era un poco caro. Pero ir yo solo? Y además, en que rol? Casualmente esa noche soñé que yo era una chica lesbiana que hacía el amor con otra que estaba impresionante. Al desayunar, aun caliente por lo que había soñado, pensé en ¿cómo sería por unos días ser una mujer? Total, iba a estar yo solo y, por lo que nos contó la chica de la agencia, era uno de los roles más solicitados y también, al contrario, mujeres que querían vivir unos días siendo un hombre. Sería una experiencia interesante, no para contar, obviamente, pero sí que podría pasarlo bien.

Sondeé a Pedro por si lo de no ir de vacaciones lo decía en serio y me confirmó que me fuera yo solo donde quisiera, que él ahorraría para viajar a Tokio. Así las cosas, por la tarde volví a la agencia de viajes, pero ya con el propósito de tener información de cómo sería estar en el rol de una mujer.

Lo que me contaron me dejó un poco asustado ya que durante esos días luciría como una mujer. No harían nada que no fuera reversible, claro, pero mi aspecto cambiaría. Ellos me proporcionaban todo lo necesario, así como asesoramiento en lo que necesitara. Aun así, firmé el contrato para una quincena en agosto. Por supuesto, no conté nada a nadie de dónde iba a ir.

Pasaron las semanas y unos días antes de las vacaciones recibí toda la información necesaria: El punto de recogida (ellos se encargaban del transporte) y las pocas cosas que iba a necesitar. Aparte, obviamente, del modo de pago.

El día elegido estaba a las 9 de la mañana frente a la puerta de mi edificio esperando a un coche que vendría a recogerme.

Sin apenas espera llegó un vehículo de alta gama y se detuvo frente a mí. De la parte trasera bajó una ventanilla que no permitía ver nada del interior y una mujer de mediana edad preguntó:

  • ¿Antonio García? ¿Es usted?

Yo asentí y abrió la puerta para que entrase. Al acomodarme se puso en marcha el coche. Los cristales tintados apenas dejaban ver el exterior. Me estuvo contando que antes de dirigirnos a las instalaciones de Roleplay Experience tendría que pasar por una clínica de estética en la cual me prepararían. Ante la inquietud que mostraba me tranquilizó diciendo que esta transformación sólo sería para la quincena y que pasado ese tiempo volvería a tener mi aspecto de nuevo.

Paramos frente a un edificio de las afueras y me hizo entrar. Una chica de recepción me acompañó al interior y me hizo desnudarme y echarme en una camilla. Me inyectaron un suero y perdí el conocimiento.

Desperté en una habitación sobre una cama. A mi lado estaba una enfermera que me ayudó a incorporarme, no sin esfuerzo por mi parte ya que seguía un poco aturdido. Me llevó frente a un espejo y lo que vi me dejó de piedra. A excepción de mi pene, que gracias a Dios seguía en su sitio, el resto era el cuerpo de una mujer. Estaba completamente depilado, mi cara estaba muy feminizada y lucía unos pequeños senos. Esto me asustó bastante, pero la chica me tranquilizaba explicándome que el efecto de esa hinchazón duraba unos pocos días y mi pecho volvería a ser como era, al igual que lo que me habían hecho en la cara, ya que mis labios y pómulos parecían hinchados con bótox. El pelo era una peluca que habían fijado, aunque parecía natural.

Ya más tranquilo, me mostró el guardarropa en el que había prendas muy femeninas. Me ayudó a vestirme al tiempo que notaba como esas prendas se deslizaban por mi cuerpo completamente lampiño. La sensación era muy agradable. Me dio instrucciones para ocultar mi pene, pero me estaba costando ya que las sensaciones hacían que me excitara. Tras la lencería me vistió con un vestido rojo con ribetes dorados y un poco de escote, ceñido a la cintura y con bastante vuelo. Por último, me calzó con unos zapatos de salón con un tacón que a simple vista no parecía muy elevado pero que una vez puestos se me hacía complicado andar.

Tras esto, me maquilló y perfumó. Lo que estaba viendo en el espejo era una mujer de unos 35 años, pero bastante apetecible... y era yo. He de decir que mi físico nunca ha sido demasiado corpulento y aunque no estoy muy musculado, me mantengo bastante bien.

Me contó que había estado allí unas 5 horas por lo que era hora de comer. Me acompañó a un pequeño comedor y me sirvieron una comida que estaba exquisita.

Llegó de nuevo la mujer que me había recogido en mi casa y me felicitó por mi aspecto. De todos modos, me estuvo haciendo unas preguntas para asegurarse de que todo estuviera bien a nivel psicológico y mis vacaciones fueran placenteras. Si me tenía que echar atrás, este era el momento. Sinceramente, estaba encantado de lo que estaba viviendo. Un poco asustado, si, pero me estaba pareciendo interesante. Me recomendó, eso sí, que hablara de mí en femenino a partir de ese momento.

Salimos de la clínica y entramos en el vehículo que nos había llevado allí. Salimos de la ciudad y tras unos 3/4 de hora llegamos a una portada de lo que parecía una finca. Conforme avanzábamos se iban viendo los edificios que ya había visto en la web y poco a poco comenzaba a verse gente.

  • En esta zona, como verás, es de Pet Roleplay -me dijo la mujer al tiempo que pasaban personas disfrazadas como un animal y actuando como tales-.

  • Todo está preparado para que se sientan bien -continuó diciendo-.

Se veían como casetas de perros, parques para mascotas y un pequeño lago en el que varios "animales" jugueteaban. Entre ellos varias personas hacían el papel de entrenadores.

Seguimos avanzando y llegamos a un edificio que parecía un pequeño hotel, pero con una decoración excesivamente femenina: flores por todos sitios y colores pastel en todos los paramentos y cortinajes. En la recepción estaban unos chicos elegantemente vestidos y en el lobby otros más que atendían todas las necesidades de las mujeres que había por allí.

  • Todas las chicas que ves aquí son como tú -me dijo la mujer que me acompañaba-.

Antes de registrarme en la recepción me mostró las dependencias del hotel. Había servicio de esteticien, peluquería y maquillaje gratuito para que a diario mi aspecto siguiera tan femenino. De hecho, nadie, exceptuando algún caso, diría que las mujeres que se veían no lo eran en realidad. Al fondo se veía la salida a la piscina donde varias mujeres tomaban el sol o se bañaban.

Nos dirigimos a la recepción y me preguntaron por mi nombre.

  • Antonio Garcia -dije-.

  • Perdón? -respondió el chico de recepción-.

  • Toñi Garcia -dijo la mujer que me acompañaba al tiempo que me comentaba que mi nombre debía ser femenino-.

Ya me habían puesto nombre de mujer y durante el tiempo que estuviera ahí sería Toñi.

Un botones llevó mi equipaje a la que sería mi habitación. La verdad es que este chico, y todos los que se veían, tenía un físico espectacular y todos eran muy agraciados y atentos con las "chicas". Ya en la habitación la mujer (de la que no llegué a saber su nombre) me comentó que el armario estaba repleto de todo tipo de prendas de mi medida y me dio las últimas instrucciones y me dio una tarjeta con un teléfono al cual llamar ante cualquier duda o problema. Me recomendó que me sintiera mujer al 100% para disfrutar mejor esos días y dándome dos besos, abandonó la habitación.

Allí me quede sola sin saber qué hacer. Lo primero era deshacer la pequeña maleta con mis cosas personales de aseo. Al abrir el armario me sorprendí de la cantidad y variedad de ropas que había allí. Al poco rato sonó el teléfono de la habitación. Era de la recepción del hotel y me informaban de cómo pedir el servicio de habitaciones así de como pedir que una esteticien subiera a atenderme para cualquier necesidad o duda. La verdad es que estaba todo pensado, me dije a mí mismo.

Bajé al lobby del hotel para darme una vuelta y ver las instalaciones. A veces se me iba la cabeza mirando a las chicas que se veían por allí. Incluso yo notaba esas miradas de otras chicas. Y es que me resultaba increíble lo atractivas que parecían casi todas. Supongo que yo resultaría atractiva a otras. Se me acercó un chico que se ofreció a ayudarme con gestos muy seductores. Seguro que de haber sido una mujer de verdad me habría sentido muy alagada, pero me causaba cierta incomodidad que procuraba ocultar, tratando de meterme en mi rol. Me acompañó a la piscina y allí había unas cuantas chicas bañándose o tomando el sol. Algunas acompañadas por chicos. Sus cuerpos eran muy femeninos y con unos pechos... Caí en ese momento que similares a los que tenía yo.

El chico me cogió de la cintura y me preguntó si me apetecía tomar algo. Nos dirigimos a una barra que había y mi intención original hubiera sido pedir una cerveza, pero dejé que el camarero me sugiriera algo. Nos sirvió un par de margaritas y en la barra el chico me estaba contando algunas cosas sobre el funcionamiento del hotel. Tengo que confesar que era muy agradable y mis reticencias iniciales fueron desapareciendo. Me trataba como a una dama y me dejé llevar, ya que de eso se trataba.

Su mano pasaba de mi cintura a mi muslo y de nuevo a la cintura. Yo trataba de mostrar cierta coquetería. Pasado un buen rato, el chico se tenía que ir y se despidió con dos besos. Si hasta olía bien!

Decidí dar un paseo por unos jardines que había anexos al hotel meditando sobre cómo quería que fueran esos días. La sensación de sentirme tocada no me había disgustado y, de hecho, estaba allí para sentirme como una mujer. Me dije a mí misma que tenía que abrir mi mente y tratar de disfrutar de todo lo que me pasara.

La tarde iba cayendo e iba siendo hora de la cena. Pregunté en recepción y me comentaron que las chicas solían vestirse de fiesta ya que tras la cena había espectáculo y baile. Subí a mi habitación y llamé a la esteticien para que me aconsejara sobre qué ponerme. Subió una chica muy amable que en poco rato me dejó preparada toda la ropa necesaria. Yo estaba esperando que se fuera para cambiarme, pero me dijo que se quedaba para ayudarme. Me estaba dando vergüenza desnudarme delante de ella, pero con toda la tranquilidad del mundo la chica se acercó a mí y comenzó a desvestirme. De modo totalmente profesional me fue poniendo una lencería negra con encajes, un vestido de fiesta ceñido también negro con una raja lateral y unos tacones de algo menos de 10 cm. Me ayudó a moverme por la habitación hasta que vio que mantenía el equilibrio. Sacó y me puso un collar y unos pendientes brillantes, me peinó un poco y me perfumó.

Al ver el conjunto completo quede entusiasmada. Estaba muy atractiva y di un par de besos a la chica como agradecimiento.

Bajé al restaurante lista para cenar. Me ofrecieron sentarme junto a otras chicas, para no estar sola. En mi mesa estábamos 4 chicas, y a cuál más bella y bien vestida. Era increíble como conseguían en ese lugar hacernos lucir como chicas atractivas. Allí conocí a Sandra, que también era de Madrid, como yo, a Beatriz, de Valencia y a Nuria, que era de Tarragona. La verdad es que hicimos muy buenas migas. Ellas llevaban allí ya una semana y estaban encantadas.

  • Mira -dijo Nuria-, yo el primer día que llegué pensé que no iba a aguantar esto, y ya ves, ¿ves a aquel chico? -dijo señalando a un camarero-, pues...

  • Calla, calla -dijo Sandra-, que se va a asustar Toñi.

  • Ya se lo preguntaremos, ya -contestó Nuria-.

La cena estaba muy buena y la compañía era agradable. En los jardines de fuera comenzaba a sonar la música y las chicas según terminaban iban saliendo. Salimos las cuatro y nos dirigimos a una barra a pedir un coctel. Dejé que eligieran por mí. Al poco rato se nos acercó el chico con el que había estado por la tarde. Saludó a mis compañeras, ya que las conocía, y a mí me pidió bailar. Acepté, pero no sin vergüenza: siempre he sido muy malo bailando, pero me dijo que me dejara llevar.

Ya en la pista me cogió de la cintura y se pegaba a mí. Sentirme llevada por un hombre fuerte era una sensación nueva que me estaba agradando, pero me asusté un poco al notar su pene que estaba rígido, pero el seguía apretándome contra él. Yo parecía una mujer, y según había visto en el espejo, bastante atractiva. No debía sorprenderme causar ese efecto en un hombre. Lo pensé así y le dejé hacer para ver dónde me llevaba eso y el efecto de sus caricias que ahora eran en mi trasero hizo que notase un poco de excitación.

Tras la pieza volví con las compañeras y se lo comenté a Sandra. Me contó que era el tercer año que iba y el primero sintió más o menos lo mismo. Ella (su nombre de verdad es Alejandro) fue por curiosidad y decidió soltarse y me animó a que lo hiciera.

  • Son unos días que van a ser sólo tuyos. Anímate a sentirte mujer y sentir lo que una mujer. Nadie te va a juzgar por acostarte con un hombre, de hecho, todas las que repetimos es por eso. Disfrútalo, anda, me lo agradecerás.

Me quedé pensativa. Hasta el momento todo había sido muy agradable. Me estaba gustando las sensaciones de ser mujer, ver como un hombre se excitaba conmigo. Si seguía con el juego tendría que probar un tipo de sexo nuevo, pero ¡qué demonios! ¿por qué no? Y ¿por qué no disfrutarlo?

Fui a por otra copa, quizás tratando desinhibirme. Las chicas fueron conmigo y pidieron otra. Ya con dos copas las conversaciones tenían un tono más desenfadado y a veces reíamos por cualquier cosa. Nos pusimos a bailar en corro y yo imitaba los movimientos tan femeninos de mis amigas. Poco a poco algunos chicos se iban acercando. A mí se me acercó uno que reconocí como un camarero que había estado sirviendo en la cena. Era bastante alto y fuerte, de tez clara.

Me cogió por la cintura moviéndose al ritmo que yo y poco a poco nos íbamos separando de mis compañeras. Notaba como se acercaba hasta que sentí como rozaba mi trasero con algo. Saqué mi culete hacia atrás y pude notar su hombría. Sus manos se deslizaban de mi cintura hacia arriba hasta debajo de mi pecho. En un momento me eché un poco más hacia él que se debió sorprender y subió una de sus manos a mi pecho. Jamás había notado esa sensación en el pecho. Estaba muy sensible y su mano me hizo dar un respingo.

De un vistazo vi que de mis amigas sólo estaba cerca Beatriz, pero abrazada a otro chico y besándose. Me di la vuelta y me puse frente al chico que me abrazaba por detrás. Sus manos recorrían mis nalgas y me subía un cosquilleo muy agradable. Acerqué mi cara a la suya y comenzó a besarme. Cerré los ojos y olvidándome de que era un hombre disfruté del beso, como si fuera mi primer beso. Mordisqueaba mis labios y a veces su lengua jugaba con la mía. Una de sus manos ya acariciaba mi pecho sin el menor disimulo. En mi pierna notaba como su pene estaba erecto. En definitiva, me estaba excitando mucho, y si había algún momento para sentirme mujer del todo era ese.

  • ¿Vamos a mi habitación? -pregunté tímidamente-.

El chico me dio otro beso y me cogió de la mano. Salimos del gentío y entramos al lobby. Ya en el ascensor me comía a besos y sus manos recorrían mi cuerpo. Deseaba ver hasta donde me llevaría todo eso pero en ese momento no quería parar. Entramos en mi dormitorio y comenzó a desnudarse. Tenía un cuerpo depilado, atlético y bien formado. Me estaba gustando acariciarlo. Sin dejar sus besos en el cuello y las caricias en mi pecho me bajó el vestido y retiró el sujetador. Ahora sus manos acariciaban directamente mi pecho. Esas sensaciones jamás las había sentido y lo mejor fue cuando su boca bajó a succionarme un pezón. Yo creía que me derretiría ahí mismo.

Le dejé hacer por un rato mientras su mano se había colado bajo mi vestido y su dedo frotaba mi ano. En cualquier otro momento eso me habría puesto en guardia, pero ahora deseaba que me hiciera lo que quisiera. Se aparto un momento y de una mesilla sacó un bote de lubricante, que yo no sabía que estaba ahí, y al tiempo que besaba mis pechos, su dedo lubricado se introducía en mí.

Ya estaba descontrolada por completo. Me quité el vestido para dejarle hacer y al tiempo él se desnudó de la parte inferior. Su polla, sin ser enorme, era generosa y estaba completamente empalmado. Empujándome me tumbó en la cama y levantó mis piernas. Siguió metiéndome dedos que cada vez entraban con mayor facilidad. Cuando me vio preparada me colocó de rodillas sobre la cama y tendida hacia abajo, con la cabeza sobre la almohada. Se situó detrás de mí, apartó el tanga y lubricándome un poco, puso su pene en la entrada de mi ano. Se agachó y me cogió los pechos al tiempo que muy despacio su polla iba penetrando mi ano.

Al poco rato, sin apenas molestia, tenía dentro de mí una polla que comenzaba a moverse y al tiempo yo empezaba a notar sensaciones muy placenteras que se acrecentaban con el masaje que estaban recibiendo mis tetas. Conforme se iba moviendo me llegaban como descargas de placer. Comencé a gemir como una auténtica mujercita.

Con sus embestidas me estaba llevando al cielo. Estaba disfrutando de un modo que nunca lo había hecho y me estaba encantando. Llegó un momento que le pedía que me follara más fuerte y él obedecía partiéndome el culo con más vigor al tiempo que me decía cerdadas que me excitaban más aún. Pasado un rato cambiamos la postura. Me tumbó boca arriba y se colocó entre mis piernas, las cuales subió a sus hombros. De un golpe me metió toda la polla y me hizo gemir como jamás lo había hecho. Se acercó a mi boca y me lancé a comérsela al tiempo que me follaba fuerte. Yo ya comenzaba a notar que la excitación llegaba al clímax, aunque quería que no parara nunca. No me pude contener y al poco rato me corrí como una loca. Pero el seguía martilleando mi culo sin piedad. Agarró bastante fuerte mis pechos y dio un gruñido. Noté como su polla se ensanchaba un poco y acto seguido me llenaba con su semen.

Sacó la polla de mí y caímos agotados ambos en la cama. Me sentía vacía en ese momento, pero muy satisfecha con lo que había pasado. Le agarré la polla y comencé a masturbarle despacio mientras le besaba con bastante pasión. Al rato de masturbarle su polla de nuevo comenzó a tomar forma. Lo que hubiera hecho una mujer en ese momento es comérsela, así que bajé y me fui acercando a ella. Tras unos besos en la punta fui poco a poco pasando mi lenga por ella. Su sabor me estaba agradando mucho y al poco la tenía dentro de mi boca.

Sus manos me cogieron de la cabeza para guiar mi mamada. Trataba de no lastimarle con los dientes y tragarme lo que pudiera, pero mi falta de práctica me permitía sólo la mitad. Para compensar, con mi lengua juagaba a abrazarla cada vez que se introducía. No debía estar haciéndolo mal ya que al rato anunció que se iba a correr. Me la saqué de la boca y la puse frente a mi cara. Quería ver como esa polla, mi primera polla, escupía el fruto de mi mamada.

No tuve que esperar demasiado cuando varios trallazos dejaron mi cara empapada de su semen.

Con la cara así me sentí muy puta, y sobre todo cuando con mi lengua cogí un poco de semen de la comisura de los labios y lo degusté. Me gustaba, estaba rico, así que me lancé a comerle de nuevo la polla para saborearla de nuevo. Frotaba su polla por los restos en mi cara y me la comía para recogerlos.

Jamás me hubiera imaginado a mí mismo/a con tanto vicio, pero es que en ese momento me excitaba jugar con su polla.

Poco a poco nos fuimos calmando. Un rato después el chico se levantó de la cama, se vistió y se fue lanzándome un beso. Me quedé sola, tumbada en la cama y casi desnuda. Llevé mi mano a mi polla. ¿Qué le había pasado? Me había corrido y ni siquiera se había puesto morcillona. Me quité el tanga y comencé a masturbarme recordando la polla del chico y lo que me había hecho disfrutar. Al poco tenía mi pene completamente tieso y lo meneaba frenéticamente. De nuevo me corrí imaginándome atravesada por el pene del chico.

Al poco rato caí en brazos de Morfeo.