Rodrigo se une como mi sumiso

Rodrigo se une como mi sumiso durante encuentro en fiesta clandestina (pt 2 de sodomizo a mi amiga tetona durante fiesta clandestina).

Rápidamente tomo a la zorra de Nadia del cabello poniéndola sobre sus rodillas. Me describí mentalmente la imagen que le dábamos a Rodrigo, ¿qué estaría pensando el de ver a dos de sus amigas más cercanas de esta forma, conmigo tomando a Nadia del cabello mientras las rojas marcas de mis manos en sus pechos indicaban que había sido azotada sin mucha consideración? Antes de dejarlo pensar más le crucé la cara a Nadia con una cachetada. Sentí como su mejilla llenaba mi mano al impacto y después vi lo colorada que se le puso. Nadia se sorprendió, al igual que Rodrigo.

-¿Acaso te di permiso de hablar,  pinche zorra? ¿Te crees con tanto derecho?- le grito en la cara.

Me muevo en dirección de Nadia y jalándole el cabello la obligo a pegar su cara en mi pubis, debajo de mi falda.

-Para esto vives, perra, esto te da de comer y esto respiras. No te atrevas a volver a hablar sin que yo te lo ordene- remarco cada palabra con los dientes apretados.

Una vez más jalo su cabello y me inclino hacia su cara para escupirle en ella y después sobre sus grandes tetas de rosados pezones. Mientras tanto sentía la tensión crecer en Rodrigo pero desde este momento estaba dispuesta a demostrar que yo tenía el control.

Suelto a Nadia y de una patada con mí puntiaguda zapatilla la hago caer en el piso.

  • A cuatro patas a partir de ahora, perrita, no te mereces caminar como la gente. Desde ahí vas a dedicarte a limpiar mi zapatilla con tu lengua. No tienes permitido parar hasta que yo lo diga.

Me agacho a su lado y le doy un profundo beso, exploro su boca con mi lengua mientras arrincono la suya. Cuando me separo tomo su cara entre mi mano manteniendo su boca abierta y escupo dentro de ella. Entonces le susurro:

-Y asegúrate de que mientras estas a cuatro, inclinada hacia mí, mantengas tus piernas bien abiertas para que se te vea todo el coño.

Veo como Nadia traga mi saliva y se pone a lamer mi zapatilla, deseosa de cumplir mis órdenes, entonces me enfrento a Rodrigo y cuando lo veo noto lo hipnotizado que esta con el rebote de tetas de Nadia y con su reluciente vagina pero rápidamente nota que mi atención está puesta en él.

-Por Dios santo, Miraya, ¿qué estás haciendo?- se pasa las manos por el cabello, incrédulo de lo que sus ojos ven.

-Nunca he cuestionado tu forma de vivir, amigo. No cuestiones la nuestra y podrás unirte a nosotros- hago una pequeña pausa para levantar mi pie, dándole acceso a Nadia a la suela de mi zapato. Ella se pone a lamer, deseosa- Eso sí, bajo mis reglas.

No tengo idea de que habrá pasado por su mente pero supongo que no mucho porque su decisión tarda segundos en ser tomada, en su mirada se ve lo dispuesto que está a hacer cualquier cosa. Se relame los labios y me contesta.

-Sí, estoy dentro, haré lo que pidas, Miraya.

Planto mi pie sobre el suelo y le pido a Nadia que se detenga.

-¿Miraya? ¿No te habrás confundido, perrito?

La sensación de triunfo que sentí cuando vi el primer destello de humillación en los ojos de Rodrigo se manifiesta en la humedad de mi entrepierna.

-Lo lamento- agacha la cabeza- acepto, mi señora.

Sonrío para mí misma y siento mi excitación crecer al escuchar el “mi señora” salir de sus labios. Le indico a Nadia que lama mi otra zapatilla.

-Alcánzame esa silla, perrito, la del comedor. Rápido- le indico a Rodrigo.

Él se estremece ante mi orden e intenta acatarla rápidamente pero se tropieza en el camino y casi cae con la silla. Cuando por fin me la trae me siento en el borde de esta.

-¿Sabes qué? “Perrito” te queda grande cuando es evidente que eres un simple cachorro.- Lo tengo frente a mí y noto su erección- Eres tan inservible, ¿seguro eres capaz de complacerme? Porque yo estoy segura que eres poco hombre para mí.

-Miraya, yo…- él intenta balbucear algo pero queda en el aire cuando aprieto su erección.

Me fijo en Nadia.

-Deja de lamer, zorra, eres deplorable.

Ella para y queda a cuatro. Suelto a Rodrigo y lo veo más humillado que antes.

-Desnúdate cachorro, danos un buen espectáculo. Haz el favor de esforzarte.

-Pero… mi señora, cualquiera podría pasar, ¿qué tal si…?

Le paro sus quejas con una cachetada, seguido un fuerte apretón en sus bolas que no aflojo.

-Si no vas a cumplir mis órdenes entonces no juegas. O estas dentro o estas fuera.

Rodrigo pone cara de gozo, no parece pasmado ni escandalizado, solo asiente.

-Lo haré como tú ordenes, mi señora.

Sonrió y suelto sus bolas, muestro mi satisfacción aplaudiendo delicadamente.

-Perfecto. Por tu disposición Nadia te ayudará. Zorrita, hazlo sucio, no quiero aburrirme.

Nadia se levanta y deja ver toda su figura. Es baja, ella dice que mide 1.60 pero apenas y alcanza el 1.58. Tiene un busto talla 36C y su pezones lucen en ellos como guisantes hinchados debido a lo mucho que los había estado mordisqueando antes de bajar a la cocina. Es delgada, su abdomen estaba trabajado, le encanta entrenar en el gimnasio, en parte porque le gusta verse bien y en parte porque le encanta causar morbo entre hombres y mujeres que la ven ejercitarse. Su culo respingón no se queda atrás, me encanta ver como se mueven sus nalgas cuando las azoto.

Se aproxima a Rodrigo y queda detrás de él, lo ayuda a quitarse la chaqueta mientras besa su cuello y restriega sus tetas en su espalda. Le da la vuelta y se arrodilla frente a él para desanudar sus zapatos y quitárselos lentamente mientras hace saltar sus tetas. Seguido retira sus calcetines y entonces me aburro. Me levanto y rápidamente me acerco a ellos, tomo su camiseta y se la arranco, los botones vuelan por todos lados. Cuando queda despojado de su camiseta le bajo los pantalones y con mi uña remarco su erección a través del calzoncillo blanco que usa.

-No te lo quites.

A pesar de que Rodrigo mide 1.80 y yo solo 1.65 me aseguro de llegar hasta sus labios sometiendo la piel de sus brazos bajo la presión de mis uñas evitando así que me toque. En cuanto pongo mis labios sobre los suyos él intenta marcar un ritmo acelerado pero con mis dientes le doy un fuerte mordisco e impongo mi propio ritmo. Meto mi lengua en su boca y me aseguro de someter la suya con la mía, nuestras lenguas enredadas hacen que la saliva caiga por nuestras barbillas. Antes de separarme de él le doy un fuerte mordisco en la lengua y lo siento gritar en mi boca. Siento el sabor metálico y lo saboreo y cuando me separo de él me complace ver su boca abierta y rojiza, tintada de sangre.

-¡Miraya!

Tomo sus huevos entre mi mano y presiono con mis uñas.

-Mi señora- dice entonces en un jadeo.

-Solo te estoy marcando, cachorro, no te asustes que esto acaba de empezar.

Me separo de él y me siento nuevamente en la silla, no sin antes tomar la olvidada zanahoria. Les indico a ambos que se acerquen y le entrego la zanahoria a Rodrigo.

-Bésense- les ordeno.

El cachorro luce aturdido pero Nadia acata la orden rápidamente y aunque queda casi colgada de Rodrigo debido a la diferencia de estaturas cumple con su cometido. Rodrigo la toma de las nalgas y la obliga a rodear sus piernas alrededor de él. Él pasa sus manos por los enormes pechos de Nadia, dejando caer la zanahoria, deseoso de llegar al siguiente nivel y yo me caliento viendo la escena. Por supuesto, no puedo soportar mucho tiempo sin imponer mi autoridad y aunque me interesa ver que tan lejos llegarían lo cierto es que yo ya tengo mis propios planes.

Me levanto una vez más de la silla y jalo el cabello de Nadia para que se separe de Rodrigo. Ella cae sobre sus nalgas al suelo y con una seña le indico que se ponga en cuatro. Con mi zapatilla golpeo a Rodrigo en el interior de su rodilla lo cual lo hace caer de rodillas en el piso. Tomo entonces mi zapatilla con una mano y agarro el cabello corto de Rodrigo con la otra.

-¿Te dije acaso que podían tú y la zorra tocarse?- le doy un golpe con la planta de la zapatilla en mi mano, me encuentro hincada igual que él.

-¿Te di permiso de soltar la zanahoria?- otro zapatillazo.

-¿Te ordene tocar por todos lados a Nadia de esa forma?- una vez más la zapatilla sobre su nalga y después de forma rápida le doy cinco zapatillazos más, bien repartidos en cada nalga.

Rodrigo se estremece ante cada descarga de la zapatilla contra él pero no replica ni se queja y su erección no decrece. Cuando su castigo está bien dado (no pienso abusar ya que es su primera vez) vuelvo a poner la zapatilla en mi pie.

-Toma la zanahoria que tiraste- él lo hace-. Por tu insolencia podría meter esto en tu culo- le susurró al oído-, pero eres afortunado de que hoy mis planes sean otros.

Le ordeno a Nadia que se acerque con su culo en nuestra dirección. Solo para comprobar le meto tres dedos por la vagina, siento su humedad así que los saco rápidamente pero es suficiente para ponerla a jadear.

-Tienes el coño hambriento, zorra estúpida. ¿Te puso que azotará a Rodrigo a solo unos pasos de ti? Apuesto a que sí. Eres una niña caliente y obediente.

Empujo la cabeza de Rodrigo hacia el coño expuesto de Nadia y él rápidamente se pone a comerlo. Limpio la secreción de Nadia en mis dedos en la espalda de Rodrigo mientras lo veo hundir su nariz entre las nalgas de Nadia y su lengua en su raja. Lo observo lamer como desquiciado cada secreción de Nadia durante aproximadamente cinco minutos y después lo separo de ella. Nadia solo es capaz de emitir unos ruiditos disconformes.

-Señora, por favor…- me suplica.

Acaricio su culo y le contesto.

-No te angusties, mi niña, ahora recibirás exactamente lo que quieres.

Tomo la mano de Rodrigo, la que tiene la zanahoria y lo guío hacía el coño de Nadia. Guiándolo con mi mano solo acariciamos los labios de Nadia poniéndola a llorar bajito. Mientras hacemos eso remarco con los labios una cuenta regresiva que solo Rodrigo es capaz de ver. “3, 2, 1…” Al llegar al final entre los dos, con nuestras fuerzas combinadas empujamos la enorme zanahoria dentro de los pliegues de Nadia y ella solo es capaz de gritar y desplomarse en respuesta, exponiendo aún más su coño.

-No lo dejes salir, zorrita.

Me levanto para sentarme en la silla. Dejo que mis nalgas estén en el borde y le indico a Rodrigo que se acerque. Se inclina hacia mí y lo beso con muchas ganas. Ver a Nadia sollozar en el piso mientras beso a Rodrigo me hace soltar muchos más de mis jugos, llevando mi calentura al límite.

-Cómeme el coño, cachorro, hasta que te duela la mandíbula y sientas que nunca más te puedes separar de él.

Rodrigo se separa de mí y lo veo a contraluz, con una enorme erección reluciendo en sus calzoncillos (incluso puedo ver la tela húmeda) algo de lo que definitivamente me haré cargo. Después se agacha frente a mí y empieza repartir besos y pequeños lengüetazos en mi entrepierna (un calentamiento que no necesitaba porque incluso podía sentir mis jugos escurrir fuera de mi) para después pasar su lengua sobre toda mi raja. Repentinamente pasa a sentirse desesperado entre mis piernas, su lengua se enrosca alrededor de mi clítoris e intenta ir más profundo dentro de mí.

En lo que Rodrigo empezaba con el trabajo le pedí a Nadia que se subiera en mi regazo. Ella se levantó con las piernas temblorosas pero acato mi orden en menos de nada. Con ella sobre mí me dedique a besarla y a mover la zanahoria dentro de ella. Llegado un punto empecé a mover la zanahoria dentro Nadia al mismo ritmo que Rodrigo daba lengüetazos en mí coño.

Mi cachorro empieza a meter un dedo tras otro en mi vagina hasta que siento que desaparece cuatro ellos dentro de mí mientras acribilla mi clítoris con su lengua de forma ruda pero aterciopelada. Mientras tanto Nadia se encarga de descubrir mi pecho lo suficiente para chupar mis pezones mientras yo mantengo la zanahoria firme para que ella la cabalgue. De un momento a otro siento como Rodrigo se vuelve violento con sus movimientos, empiezo a gritar por la excitación y junto con los mordiscos rudos que Nadia le da a mis pechos termino en un explosivo orgasmo que derramo sobre la cara de Rodrigo quien se encarga de beber todo lo que sale de mi coño hasta dejarlo limpio. Le pido que se quite y cargo con Nadia hasta la encimera más cercana a nosotros, pongo su espalda sobre la superficie fría y ella se queja pero rápidamente se le olvida cuando meto mi cara en su entrepierna. Empiezo a lamer su clítoris con fuerza mientras aún mantengo la penetración constante y ruda de la zanahoria dentro de ella. Le pido a Rodrigo que se acerque y debajo de nosotros mete su cara entre las nalgas de Nadia mientras empieza a comer su culo.

-Más, no paren, por favor, ya casi voy aaa…

Detengo el movimiento de la zanahoria y empiezo a dar lengüetazos suaves en sus labios externos pero le indico a Rodrigo que siga con su ritmo.

-¡No!- grita Nadia y con mi mano libre retuerzo uno de sus pezones mientras empiezo a lamer de nuevo su clítoris con ganas.

Comienzo las violentas estocadas con la zanahoria en su vagina y no paro de lamer su clítoris ni de retorcer sus pezones pero cuando la siento en el límite otra vez paro repentinamente. Repito la maniobra un par de veces más y siento la desesperación de Nadia, quien no para de lubricar y tirar jugos fuera de sí. La tercera vez decido que es suficiente y cuando ella empieza a gritar que está en el límite le indico a Rodrigo que continúe maniobrando la zanahoria y comiéndose el coño de Nadia mientras me subo sobre el estómago de esta. Nadia empieza a gritar y entonces le doy un profundo beso. Debajo de mi la siento convulsionar debido al peso del intenso orgasmo. Yo sigo retorciendo sus pezones y besándola y sé que Rodrigo no parara de meter y sacar la zanahoria del coño de Nadia por lo que el orgasmo de Nadia se prolonga imposiblemente más allá de lo esperado. Cuando por fin deja de temblar me bajo de encima de ella y de la encimera y la veo caer agotada y llena de sudor.

-Levántate, cachorro

Rodrigo se levanta y lo veo totalmente empalmado pero lo ignoro de momento y le doy un beso profundo y lento.

-Espero que no hayas derramado nada del coño de Nadia- le susurro.

Comienzo a levantar las prendas de Rodrigo del suelo y le indico a este que cargue con la agotada Nadia y me siga. Juntos la llevamos hasta la habitación de los padres de ella; en cuanto deja a Nadia sobre la cama me encara.

-Miraya, estoy que reviento y en serio quiero follarte, por favor, déjame hacerlo.

Lo miro de pies a cabeza y entonces le propongo lo que me ronda por la cabeza.

-No es mi intención dejarte empalmado. Hagamos lo que quieras, ahora te doy el control sobre mí.

Rodrigo se queda pasmado.

-¿Qué?

-Quiero ver qué clase de dominante eres, solo verte así me dan ganas de someterme a ti- él aún mantiene una mirada incrédula-. No creas que no me gusta mandar. De hecho, esto es una orden- me pego a él y le susurró cerca del oído-. Hazme lo que quieras- me separo un poco-. Al fin y al cabo no dejo de ser un poco masoquista.

En la oscuridad Rodrigo empieza a sonreír cual niño que recibe justo lo que quiere en navidad.

Hola a todos los que se pasen por aquí, espero que hayan tenido unas muy felices fiestas. Espero que disfruten la segunda parte de este relato y claro que habrá tercera parte. Espero recibir sus opiniones en los comentarios o pueden dejarme un correo a lizerotica69@gmail.com Si tienen alguna sugerencia tampoco duden en dejarme saber :D