Rodrigo me hizo perder el arraial d´ajuda

Rodrigo el guía de la excursión al no encontrar sexo entre las pasajeras acudió a mi cerca de Porto SEguro y esto es lo que sucedió ese día.

RODRIGO ME HIZO PERDER EL ARRAIAL D`AJUDA

En el viaje desde Río de Janeiro hasta Porto Seguro no tuvimos ningún inconveniente ya que lo pasamos disfrutando en el ómnibus y de las diferentes escalas donde se detenían para una "parada técnica".

Lo único que me llamó la atención fue que entre los pasajeros había una doctora bastante desesperada por verga, me di cuenta porque se me arrimaba mucho y yo con lo sucedido en Río antes de salir ya estaba saciado de sexo.

El hotel al que iríamos no se encuentra en el centro de Porto Seguro sino a unos 20 o 30 kms. al norte en un pueblecito llamado Santa Cruz Cabrália del cual tenía lindos recuerdos de cuando lo conocí en mi viaje anterior hasta Salvador.

Ese día prácticamente lo pasamos descansando y disfrutando de las instalaciones del hotel, el cual a la noche nos deleitó con un show de capoeira que ya había visto en la otra oportunidad en que había estado alojado allí.

Al otro día tendríamos casi toda la jornada libre porque solamente nos llevarían a la pasarela del alcohol en Porto Seguro en las últimas horas de la tarde, por esa razón varios pasajeros propusieron hacer una excursión extra al Arraial d`Ajuda.

Rodrigo se tuvo que ocupar de hacer todos los contactos necesarios ya que nos llevarían en un barco que saldría de Porto Seguro y daría la vuelta a esta ciudad para descubrir del otro lado del río ese lugar paradisíaco.

Éste me llamó a solas para decirme que necesitaba de mis servicios porque tenía las bolas llenas de leche, ya que desde que habíamos salido de Montevideo no había tenido oportunidad de vaciar sus vesículas seminales.

Me pidió que no fuese al Arraial así tendríamos la oportunidad de pasar la tatrde juntos gozando como él sabía que yo podía hacerlo disfrutar.

Aunque nunca había estado en ese lugar porque la otra vez nos llevaron a la isla Paraíso y a los arrecifes, acepté su propuesta y me perdí de conocer ese sitio.

Comprendí que compartiendo la habitación con mi tío y estando mi hermano y cuñada cerca iba a ser imposible encamarme con el negro y aunque yo ya había descargado mi lujuria incontrolable con el recepcionista de Río acepté, porque desde la otra excursión me habían quedado ganas de disfrutar con Rodrigo otra vez.

Puse la excusa de que quería mandar unos E-mails dado que en el hall del hotel había una computadora conectada a la red y me quedé en el hotel con algunos pasajeros que prefirieron no ir a conocer el Arraial, tal vez por no gastar ya que ese paseo extra no estaba incluido en la excursión o porque querían descansar como supuestamente lo iba a hacer yo.

Luego de desayunar los chóferes hicieron subir a los pasajeros al ómnibus y salieron rumbo a Porto Seguro donde tomarían la embarcación que los llevaría a tan hermoso paseo entre las cálidas arenas del Arraial.

Ellos disfrutarían del sol, del mar y de las arenas en cambio yo disfrutaría de otra forma, para ser más explicito disfrutaría del garrote del guía de la excursión.

En el salón del desayuno vi que Rodrigo andaba muy apurado ultimando los detalles del tour y luego hizo varias llamadas telefónicas seguramente al hotel de Maceió donde nos alojaríamos en la próxima etapa.

Como a las diez de la maña el hotel estaba muy calmo, seguramente ese silencio se debía a que los pocos pasajeros que estábamos al borde de la piscina disfrutando del sol y de la tranquilidad lo hacían casi en silencio sin escandalizar como cuando nos encontrábamos los casi cuarenta excursionista en todo su apogeo.

Yo estaba en una reposera cuando veo el oscuro cuerpo de Rodrigo apenas cubierto con una minúscula malla zambullirse en las tibias aguas dela piscina, luego de unas vueltas salió del agua y me invitó a tomar un refresco.

Esa fue la excusa para que los pasajeros no sospechasen nada por eso lo seguí en silencio y nos introducimos a su habitación donde terminó de sacarse el agua que se escurría traviesamente de su cuerpo.

Mientras lo hacía se quejaba de que no había tenido tiempo para nada, que desde que habíamos salido de Montevideo solamente se había dedicado a coordinar todos los enlaces de la excursión y tenía muchas ganas de que le hiciese una regia mamada por eso se metió la mano dentro de su malla y sacando su morena verga me la ofreció para que gozásemos ambos con su hermoso apéndice delantero.

A pesar de haberla visto en otra oportunidad y de haberla tenido dentro de mi boca y de mi culo al verla de nuevo me pareció más cabezona de cómo la recordaba.

Esa verga morena tenía el grueso glande de un color grisáceo-lila el cual la hacía apetecible no solamente por sus dimensiones sino por el brillo que ostentaba a pesar de esta mojada por el agua de la piscina a donde un rato antes había estado sumergida.

Rodrigo se quitó la malla e inmediatamente se sentó en la cama esperándome en una pose semirecostada con la mano apretando su verga, tratando de que ésta se pusiese un poco rígida para que mi boca terminase el trabajo de endurecerla para luego hacer lo que él tenía programado.

Yo también me quité el short y la remera para luego ir a acomodarme a su lado donde comencé a succionar el glande helado pero altamente resbaladizo por el agua de la piscina que paulatinamente comenzó a caldearse con el contacto de mi saliva sobre esa piel tan deseada.

Estaba realmente sabrosa y cuando las succiones aumentaron Rodrigo comenzó a acariciarme la cabeza, empujándola con sus manos hasta la raíz de su pija haciéndomela tragar en su totalidad hasta que sus pendejos rizados los cuales aún estaban húmedos me hicieron cosquillas en mi nariz, provocándome una serie de estornudos por los cuales tuve que interrumpir la deliciosa faena para no atragantarme con ese instrumento alojado hasta el fondo de mí garganta.

Una vez que los estornudos hubieron cesado me dediqué plenamente a chupar la pija del negro la cual estaba buenísima y mientras lo hacía sus traviesos dedos comenzaron a hurgar en mi canal posterior mientras Rodrigo me decía:

-Qué lindo lo tenés!!! Dame tu culito que quiero cogértelo con todas mis fuerzas para enterrártela toda hasta que me saqués mi leche y te quede inundado por ella!!

Como yo estaba gozando mucho con su verga alojada en lo más profundo de mi garganta no pude contestar reverenda invitación pero él se las ingenió para escupir sus dedos y de a poco me los fue introduciendo mientras su verga cada vez latía con más intensidad haciéndome un regio cosquilleo en mi garganta.

Tuve que dejar de hacerlo porque temí que esa pija tan deliciosa explotase allí dentro y por mi esófago bajase su lechita caliente la cual no quería que fuese descargada en ese lugar.

Descansamos unos instantes en los cuales Rodrigo me untó el ojete con el gel que yo había llevado e introduciendo sus gruesos dedos dilató mi esfínter ayudado por es crema con aroma a miel.

Sentir a través de mi esfínter los movimientos de sus dedos casi me hizo acabar pero cuando logró su objetivo apoyó su glande morenos enfundado en un condón y presionando con fuerza me mandó toda esa cabezota hacia adentro sin respetar mis quejas de incomodidad por lo rápido que me la estaba clavando.

Cuando se mete una cabeza de ese grosor al principio molesta pero luego que se acomoda al recto y comienza el mete y saca se disfruta por eso me relajé para dejarlo hacer a él todos los movimientos hasta que mi esfínter se hubiese adaptado a ese calibre tan delicioso.

Así como estaba en cuatro patas arremetió contra mí interior con unos violentos y furiosos empujones tratando de sacarse toda la leche contenida en sus cojones la cual en esos días de viaje sin desahogo había quedado escondida en lo más recóndito de ellos.

Yo estaba gozando intensamente con cada arremetida por lo que por debajo me pajeaba a toda velocidad tratando de que el ritmo de mi mano fuese similar al de los golpes que recibía mi próstata desde el interior.

Rodrigo bufaba y exclamaba sonidos muy extraños por lo que le pedí que parase porque quería cabalgarlo un poco para luego sentir su descarga en mi interior.

A pesar de que casi estaba por eyacular me complació saliendo de mi interior para acostarse a mi lado con el mástil apuntando hacia el techo, pero por suerte con la dilatación y la humectación que tenía mi recto, me senté sobre su morcilla enfunda en el condón, sin ninguna dificultad me la introduje toda para comenzar a los pocos segundos una cabalgata la cual muy cómodamente disfrutamos ambos.

Con cada movimiento que yo hacía clavado en su verga Rodrigo gemía inmensamente y su cara denotaba que estaba por acabar pero yo le gané la partida volcándole todo mi semen sobre su oscuro pecho.

Lamentablemente con el placer que experimenté ni me acordé de mi cámara fotográfica porque ese espectáculo de mi blanca leche sobre su pecho chocolate merecía ser inmortalizado en una fotografía.

Inmediatamente después de que mi eyaculación hubo cesado mis manos abandonaron mi pija para apoyarse sobre su pecho bañado de semen y con una clavada hasta el final de su pija percibí como su verga se agitaba agrandándose dentro de mi canal para expulsar varios chorros de semen acompañados por otras tantas contracciones.

Cuando todo hubo terminado la calma volvió a apoderarse de nosotros, los cuales estábamos agotados por tanto brío puesto en ese disfrute esperado desde la salida de la excursión y el cual no me imaginaba que iba a acontecer hasta que me enteré de quien iba a ser el guía.

Nuestros cuerpos quedaron empapados por la transpiración y por las sendas lechadas vertidas sobre ellos, ya que Rodrigo cuando salí de encima de él se sacó el condón de su mustia verga y depositó el contenido sobre mi pecho en venganza porque yo me había pajeado sobre el suyo dejándoselo pegajoso.

Nos bañamos inmediatamente después de que nuestros órganos y nuestra excitación se hubo reducido a su mínimo tamaño, enjabonándonos mutuamente bajo esa restablecedora ducha hasta que volvimos a la cama para comenzar una segunda sección.

Rodrigo se acostó en la cama boca arriba para que yo pudiese saborear nuevamente su negra herramienta pero mi lengua fue mas allá de lo que me ofrecía y levantándole las piernas me acerqué hasta su ano done le hice una gran lamida desoyendo sus protestas a la vez que lo pajeaba con mí otra mano logrando que su verga se pusiese tiesa nuevamente.

Me hizo poner con las piernas dobladas apoyadas en mi pecho para que dejase mi hoyo al aire, lo contempló unos instantes antes de untarlo nuevamente con el gel para terminar de apoyar su enfundada verga sobre él.

Me la metió toda de un envión y luego pasándole las piernas por atrás de su cintura comenzamos una furiosa lucha de entrar y salir para terminar gozando inmensamente los dos.

Desde donde yo estaba podía ver las gesticulaciones de su cara cuando la acabada se agudizó y por dentro sentía su verga golpeando, latiendo y expulsando todo su semen dentro del condón.

Sin tocarme acabé mojándole el pecho y disfrutando de sus interminables gemidos.

Luego de fumarme un cigarrillo y de reponer fuerzas me limpié con un trozo de papel higiénico y me fui bañar a mi habitación porque allí Rodrigo no tenía más toallas secas.

Lo volví a encontrar en el comedor como la s dos y media de la tarde y como no había más comensales compartimos la mesa sin decir ninguna palabra de lo sucedido un rato ante en su habitación.

Al otro día partimos hacia Maceió con una parada en Ilheus donde conocimos la casa natal de Jorge Amado.

Pensé que en los días siguientes tendría otros deliciosos encames con él, pero lamentablemente no los tuve porque la doctora que andaba desesperada por pija al no poder conquistarse a ninguno de los chóferes terminó acaparando para ella sola a Rodrigo.

Por supuesto que si había encontrado una concha la cambiaba por mí, ya que él es hetero y yo solamente le serví par descargar sus fluidos, pero no su pasión.

En los otros lugares que visitamos lo encontré distante y me enteré por una señora que compartía la habitación con la doctora que ella hacía días que no venía dormir en la habitación con ella.

Realmente no sé si valió la pena no haber conocido el Arraial d`Ajuda pero por lo menos disfruté de otra manera a pesar de que en el resto del viaje la indiferencia de Rodrigo se hizo notoria dado que tenía que atender a "su" doctora.

Por suerte no sentí tanto su ausencia porque en otros lugares que visitamos encontré gente solidaria y dispuesta a una "boa trepada" como dicen por allá.

Pero esas son otras historias que en otras oportunidades les contaré a mis fieles amigos lectores.

OMAR

Espero que les hayan gustado mis relatos y que me escriban enviándome fotos y comentarios.omarkiwi@yahoo.com