Rocío y Don Carlos, parte 4
El viejo pervertido
Un saludo lectores.
Para una mejor comprensión de la historia os sugiero la lectura de los capítulos anteriores, podéis verlos pinchando mi nick capata.
Hacía casi un mes desde la última visita a Don Carlos, nuestra situación económica sin ser boyante tampoco era mala. Mi chico había venido algunos coches cobrando buenas comisiones, por mi parte había recibido una paga de beneficios.
Mi turno había finalizado, guardé la bata del trabajo en una bolsa para echarla a lavar en casa, me disponía a salir cuando mi jefe me llamó a su despecho.
-Rocío lleva estos medicamentos a Don Carlos, lo está esperando, - ordenó-.
Algún gesto debió delatarme.
-¿Algún problema? - inquirió severamente-
No,..., no..., ninguno balbuceé.
Internamente maldije al tirano de mi jefe, además ese día no había llevado el coche, tendría que hacer dos transbordos.
Sentada en el autobús mi mente volvió a recapacitar. Por un lado mi maravilloso chico y nuestra relación, por otro, las necesidades económicas. Sin dinero no podríamos pagar el alquiler y sin vivienda tendríamos que ir a vivir con nuestros padres, en ciudades diferentes. Pero lo que más me atormentaba era que estaba siendo infiel a mi novio con un viejo verde, con un pervertido, a cambio de dinero.
Por mi cabeza pasaron las escenas vividas en su casa, yo mostrándole mi cuerpo, permitiendo sus caricias, nuestras más turbación es y su enorme y gruesa verga.
Sentí pequeños espasmos en mi sexo y mis sensibles pezones marchándose en mi jersey. Pocas veces me había masturbado pero desde que me exhibiese ante ese viejo verde tenía que hacerlo al menos un par de veces al día para aplacar mi calentura.
Llegué a su casa y pulsé el telefonillo, la cancela se abrió. Mientras subía en el ascensor sentí humedad en mi tanga, maldita sea Rocío, contrólate, es un viejo pervertido dije para mis adentros.
La puerta estaba abierta, aspirando profundamente entré, Don Carlos estaba en el salón, con su batín anudado, al verme esbozó una amplia sonrisa.
-Que cargada vienes querida niña.
-Buenas tardes Don Carlos, le dejo aquí sus medicinas, lo otro es mi bata de la farmacia para lavar.
-Cuanto tiempo sin verte, ha pasado, ¿cuánto?, un mes., me tienes abandonado, parece que ya no necesitas a tu viejito.
-Lo cierto, Don Carlos, es que mi novio ha cobrado unas comisiones y yo una paga extra en la farmacia, así que hoy no ocurrirá nada aquí, tengo que irme - contesté secamente-
En el rostro del anciano se dibujó una mueca de pena.
-No te vayas Rocío por favor, - imploró,-,es tarde ¿has comido?.
-No todavía no.
-Pues entonces deja que te recompense por las molestias, come conmigo, he hecho arroz, pescado al horno y flan de postre, hay demasiada comida y no quiero tirarla.
La oferta no era mala, una nutritiva comida frente a un rápido sandwich en casa. Ante la alegría de Don Carlos acepté.
En la cocina, mientras ponía la mesa el anciano descorchó una botella de buen vino vertiéndolo en dos finas copas.
-Don Carlos no querrá emborracharme, comenté graciosamente.
-Nunca he hecho nada en contra de la voluntad de una mujer, su tono fue agrio.
La comida estaba realmente deliciosa y así se lo dije.
-Las obras de arte, los buenos puros y licores, las mujeres hermosas y la cocina son mis grandes debilidades y no precisamente en este orede son mis grandes debilidades, - contestó jocosamente-, por favor Rocío en el cajón de abajo del frigorífico está el postre, sácalo por favor.
Me incliné para cogerlo, al girarme Don Carlos se irguió rápidamente.
-Don Carlos, no me estaría ud mirando el culo, pregunté indignada.
El anciano se rió: no he podido evitarlo querida, al agachar te tu pantalón se ha escurrido, por cierto, ese tanga color lila que llevas es muy sensual.
Me sonrojé como un tomate.
-Como son los hombres, - le eché graciosamente en cara-, siempre pensando en culos y tetas.
-Como tu jefe, sabes que a menudo tomo café con él, está obsesionado con el culo y las tetas de sus empleadas, en especial contigo. Me ha confesado que muchas veces se encierra en su despacho y se másturba fantaseando que te abre las piernas y te folla.
Me puse colorada como un tomate, lo cierto es que desde que entré a trabajar en la farmacia el muy hijo puta, a la mínima ocasión, intentaba rozarse conmigo.
-Venga, venga,..., deje de decir tonterías,.., vaya ud al salón, mientras recojo y preparo café, - dije dando por terminada la conversación-.
Llevé el café sentándose al lado del anciano, Don Carlos farfulló algo sobre las noticias, todo desgracias y tragedias apagando el televisor. Decidí dar conversación al anciano.
--¿Don Carlos se ha casado ud alguna vez?.
-Estas loca - exclamó con una sonora carcajada -, soportar una esposa toda mi vida, no se lo deseo ni al peor de mis enemigos, además me gustan demasiado las mujeres.
-¿No se ha enamorado nunca?.
Su semblante se volvió sombrío.
-Una vez,..., una vez me enamoré,..., contestó débilmente,..., hubiese entregado mi vida por élla, pero,..., pero..., una cruel enfermedad se la llevó.
Me arrepentí profundamente de haber preguntado, su tristeza era notoria.
-Bueno ahora tu Rocío, se que tienes un novio muy afortunado, ¿como os conocisteis?.
-Nos conocimos hace ocho años en la facultad, él estudiaba una ingeniería y yo farmacia, miraditas en los pasillos durante un tiempo, hasta que un día tomando café se sentó a mi lado, hablamos y bueno hasta ahora.
- Y ¿la vida en pareja que tal?.
-Al principio muy bien, ahora con las apreturas económicas algo peor.
-¿Y tu Rocío, como te sientes?.
Mi semblante palideció.
-Mu mal Don Carlos,..., muy mal,..., me siento como una mierda, estoy engañando a mi chico, traicionándolo por dinero, me siento como una prostituta.
-Pues yo lo que veo es una gran mujer, una mujer decidida y orgullosa que hace todo lo que puede porque su relación no se hunda por culpa del dinero, - dijo intentando animarme -
- Tengo miedo Don Carlos, tengo miedo.
-Tienes miedo a que cuando se acabe el dinero yo quiera más, ¿verdad?, que no me conforme con ver y acariciar tu cuerpo sino que quiera poseerte.
Debo reconocer que el maldito viejo sabía de psicología.
-Pero hay otra cosa que te preocupa más, quiero que seas sincero conmigo Rocío, esta situación te excita,¿ verdad?.
-Esta ud loco, contesté dignamente.
- Sinceridad Rocío, te excita exhibirte ante un viejo verde, desnudarte y que te desnude para mí, que acaricié tu cuerpo, tu culo, tus tetas de vaca lechera.
No pude o no quise contestar, humillada bajé mi cabeza, la mano derecha del anciano se posó sobre mi rodilla izquierda moviéndose en pequeños círculos.
-¿No contestas putita?, me interrogó mientras seguía con sus caricias. Te invade el morbo Rocío, estás descubriendo nuevas sensaciones, un mundo que no conocías, te invade el deseo, aparte de ser una hermosa mujer eres una hembra formidable, los hombres giramos la cabeza al verte pasar, miramos con perversión tu culo, tus tetas, tus piernas, tu coño, nos masturbamos fantaseando contigo, todos deseamos follarte, tu jefe, tus compañeros de trabajo, tus vecinos yo.
La mano de Don Carlos acarició la parte interna de mis muslos subiendo lentamente hacia mis inglés, cerré los ojos y mordí mis labios para apagar un leve gemido, mis brazos sin fuerza descansaban en el lateral de mi cuerpo.
La mano de Don Carlos acarició mi sexo por encima del pantalón, me estremecía, mis piernas de forma involuntaria.
Don Carlos acercó su boca a mi oído.
-Ahora me perteneces, siento la humedad de tu sexo, estas muy caliente, sabes que deseas ofrecerte a ti viejito.
La mano del pervertido se introdujo por debajo de mi jersey, con lentitud exasperante jugó con mi ombligo acariciando mi vientre, hasta llegar al nacimiento de mis pechos, la áspera mano agarró con fuerza mi teta pelluzcando el pezón.
Un gemido de placer resonó en la habitación.
-Ahora vas a coger a coger la bata del trabajo, vas a ir a mi dormitorio, quiero que te desnudes y te quedes sólo con la bata y el tanga tan bonito que llevas, ¿lo vas a hacer verdad?, vas a entregarte a este pervertido, lo estás deseando, ¿me equivoco?.
Asentí con la cabeza, mientras me levantaba para cumplir sus deseos una sonora nalgada se estampó en mi culo. Me estremecía mientras manchaba mi ropa íntima con mis flujos.
Apresuradamente, entré en el dormitorio de Don Carlos, me saqué mi jersey negro, las botas y el pantalón, desabroché el sujetador dejándolo sobre la cama. En el espejo se reflejaba mi figura, mi sexo oculto por el húmedo tanga lila y mis sonrosados pezones, empitonados y muy duros provocándome pequeñas molestias por la sensibilidad.
Al pie de la cama los zapatos negros de altísimo tacon de aguja usados en la sesión anterior y que me quedaban como un guante.
Me puse la bata del trabajo subiendo la cremallera, la prenda llegaba hasta un pelín más abajo de la cintura, para nada ocultaba la braguita y mucho menos mis nalgas. En la solapa bordado mi nombre con los apellidos, licenciada en farmacia Y PUTA pensé interiormente.
Volví al salón, el viejo seguía sentado el sofá, el batín totalmente abierto, su slip manchado de líquido preseminal apenas podía contener una tremenda erección, los ojos del depravado se abrieron como platos.
-Ven con tu viejito, ordenó Don Carlos.
No hubo preámbulo alguno, de pie ante el viejo sus ásperas manos acariciaron mis nalgas, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo mientras cerraba los ojos.
-Menudo culazo tienes putita,..., menudo culazo exclamó el anciano mareando mis nalgas.
Sus manos se movían con desesperación, tan pronto acariciaba mi culito como apretaba los cachetes con mucha fuerza provocándome espasmos de placer, lo sobó, acarició y magreó a su entero abajo.
Una fuerte nalgada me provocó un espasmo de placer, le siguieron tres, cuatros nalgadas más que resonsrin toda la habitación.
-No Don Carlos,..., por favor no me deje señales mi novio se dará cuenta, - supliqué débilmente -.
-Diossss, - aulló-el degenerado, menudo culazo de puta tienes. ¿De quién es dime de quien es?, Rocío de quien es tu culo.
-Su...,...., suyo Don Carlos,..., mi..., mi culo es suyo.
-Siiiii.... aulló el viejo fuera de sus cabales, es mío y solo yo voy a disfrutar de él.
En la habitación se escuchaban nuestros jadeos y un fuerte olor a sudor y sexo la invadió. Como un poseso Don Carlos magreaba con dureza mis nalgas, sus manos tiraron con fuerza del lateral del tanga, mi prenda más íntima se incrustó en mi coñito y en el ano provocándome un nuevo espasmo de placer.
Torpemente Don Carlos se levantó, pude apreciar su tremenda y fofa barriga, asiendo mi mano me llevó hasta la mesa del salón.
-En forma de L,...., zorra,..., en forma de L túmbate en la mesa y saca tu hermoso culo para este viejo verde, .., ordenó Don Carlos.
En esa indecorosa postura y aunque llevaba puesta la bata del trabajo sentí el frío del cristal en mis tetas Dee reojo me percaté que el degenerado sacaba una gran caja de color negro del aparador.
Don Carlos, con mucha torpeza, se arrodilló detrás mío, sentí sus manos abriendo nuevamente mis nalgas quedando mi ano a su entera disposición.
-Mi culo no por favor,...., se lo suplico,..., mi culo no Don Carlos grité desesperadamente.
Intenté incorporarme, una nueva nalgada resonó, la obesidad y evidente torpeza del viejo ocultaba una tremenda fuerza, me inmovilizó.
-Calla zorra no voy a partirte el culo...., de momento gritó Don Carlos.
El viejo verde asió mi los laterales de mi tanga bajándolo hasta mis tobillos.
-Otro día más que volverás sin bragas a casa, se rió el anciano.
Sentí nuevamente sus ásperas manos recorrer mi cuerpo, acariciando las piernas y la parte interior de mis muslos, con fuerza tiró de ellos abriéndome aún más para él. Las manos llegaron hasta mi cintura y tirando de mi bata de trabajo la subió hasta la mitad de mi espalda.
En esa degradante postura la lengua del viejo verde recorrió mi rajita hasta llegar a la entrada de mi sonrisado ano, lamió y ensalibó con lujuria y perversión mi cerrado anillo.
-AHHHHHH, jadeé desesperadamente al sentir su lengua.
Un cúmulo de sensaciones desconocidas invadía mi cuerpo al notar su lengua, mi húmedo sexo manchaba el cristal de la mesa. MI chico en muchas ocasiones había pretendido practicar sexo, a lo cual, me oponia rotundamente mientras un malnacido me provocaba un intensísimo placer.
Mientras Don Carlos la mía, sus manos abrieron aún más mis nalgas, su lengua profano mi ano humedeciéndolo.
-Más,..., más,.... Don Carlos,..., más,...., jadeé totalmente entregada.
Sentí el dedo índice del pervertidos haciendo presión en la entrada de mi agujero, no tuve fuerzas para oponer resistencia, su dedo profanó mi intimidad causándome una tremenda convulsión. Un segundo dedo penetró mi ya dilatado ano provocando un nuevo gemido más largo y prolongado.
En el salón solo se escuchaban mis jadeos y el ruido del chof chof causado por los dedos de Don Carlos follando mi ano virgen.
-Maldita Zorra, como se traga mis dedos tu puto culo,..., te lo voy a dejar bien abierto para tu noviete, - se ufanaba el malnacido-
La lujuria y el morbo sustituyeron al dolor inicial de la penetración, una nueva nalgada me provocó una oleada de placer aún más intenso, notaba fortísimas contracciones en mi vagina. Mi mano derecha se deslizó hasta mi lubricado sexo mientras el viejo pervertido follaba con maestría mi dilatado culo, desesperada rocé mi clítorix levemente. Me abandonaron mis escasas fuerzas, noté tremendas convulsiones, mis piernas se agitaron mientras arqueaba la espalda estallando en el orgasmo más intenso, profundo y placentero de toda mi vida.
-DIOSSSSSS,....., aullé totalmente fuera de mi.
Mis fluidos mancharon la mesa de cristal, sentí escurrir las gotas desde mi coño por la parte interna de mis muslos hasta las rodillas.
Don Carlos se inclinó sobre mí, noté su obesa barriga contra mi espalda.
-Lo has disfrutado pequeña zorra,...., has disfrutado más que con tu noviete,..., ¿verdad puta?,..., aún no he acabado contigo susurró a mi oído lamiendo el lóbulo.
Sin haberme recuperado del tremendo orgasmo, Don Carlos me giró sobre la mesa, mis fluidos mancharon mis nalgas, sus ásperas manos abrieron de nuevo mis piernas quedando mi recortado sexo a su entera disposición.
Con los ojos semicerrados ví como Don Carlos abría la caja extrayendo un consolador de color rojo, largo y muy grueso con un mando. El viejo fue directo, noté el vibrador sobre mis labios vaginales.
Con desesperación abrí totalmente mis piernas entregándome al pervertido, mis brazos quedaron colgando del lateral de la mesa, Don Carlos presionó el aparato tomando muy lentamente posesión de mi vagina hasta llegar al fondo de mi útero, donde nunca había llegado mi chico, provocándome un alarido de placer.
-Ahhhhh,.....,..... diossss,....., jadeé.
Con el consolador empalando mi coño, Don Carlos con fuerza tiró de la cremallera de la bata, mis tetas quedaron expuestas a la lujuria y morosidad del viejo.
El malnacido accionó el mando del vibrador a mínima potencia dejándolo sobre la mesa, cerré los ojos y me abandoné, el aparato estimulaba con parsimonia mi hinchado clítorix provocándome un placer hasta ese momento desconocido.
Mientras el aparato se movía en mi interior Don Carlos comenzó a magrear y amasar con fuerza, tan pronto tiraba de mis empitonados pezones como separaba los dos pechos.
Sentí muchísimas contracciones, pequeños orgasmos que no apagaban mi calentura, giré mi cabeza y con la mano derecha tiré del mojado slip del viejo.
A escasos centímetros de mi cara estaba el pollón del degenerado, el líquido presiminal manchaba el pedazo de carne casi de color negro, acerqué la cabeza Don Carlos cogiendo su enorme verga la restregó por mi cara.
Abrí mi dulce boquita, con la que tantas veces he besado a mi novio, Don Carlos agarrando mi cabeza la Metió hasta lo más profundo de mi garganta.
-Eso es Rocío,..., eso es,...., las putas como tú se las tragan enteras,..., - se jactó el anciano jadeando como un perro-
Sus insultos, sus humillaciones, sus vejaciones no hacían más que incrementar mi calentura. Don Carlos accionó el consolador a máxima velocidad mientras follaba mi boca con dureza.
Me sentía sin fuerza, sin aire, tosí mientras mis babas y los fluidos del pervertido escurrían por mi boca.
Mi cuerpo se agitaba sin control, noté el semen del anciano subir por el tronco de su verga, su mano apretó con fuerza mi cabeza, estiré la mía y acaricié sus enormes y peludos testículos.
Las piernas de Don Carlos temblaron, tres trallazos de su semilla fueron directos a mi estómago mientras, me ahogaba como pude saqué su verga de mi boca, incontables trallazos de su semilla mancharon mi boca, mis tetas y la bata del trabajo.
Al sentir su leche caliente sobre mi cuerpo estallé en un gran orgasmo, mi cuerpo se agitó sin control, cerré mis piernas con mucha fuerza, mi espalda se arqueó y grité, grite muchas veces alocadamente.
-Grita zorra,...., grita,...., que todos los vecinos sepan que eres la puta de Don Carlos, aulló Don Carlos dejándose caer en el sofá.
No recuerdo cuánto tiempo estuvimos en esa posición, Don Carlos en el sofá recuperándose y yo sobre la mesa del salón totalmente abierta de piernas. Extraje el consolador de mi sexo y se lo tiré al viejo verde, Don Carlos lo olió con una mueca de lujuria.
Mientras me duchaba lloré amargamente, había vuelto a engañar a mi novio y sin dinero a cambio.
Me vestí y volví al salón.
Don Carlos sentado en su sofá paladeaba una copa de licor.
-Otro día de vuelta a casa sin bragas, - se jactó el malnacido-.
Recogí mis cosas y me fui. Al salir de su casa la puerta de enfrente se abrió, una anciana de pelo blanco se asomó:
-Zorra, puta, ramera me increpó.
-Cállese vieja cotilleo, le eché en cara mientras bajaba corriendo las escaleras.
Llegué a la parada del autobús, abrí mi bolso para pagar, encontré un sobre, al abrirlo un fajo de billetes de cincuenta euros y una nota.
Gracias putita mía, cómprate algo para tu viejito.
Llena de ira y maldiciéndome la rompí en mil pedazos tirándole a la papelera.
NOTA:
En principio este debía haber sido el último capítulo de la serie, pero según iba escribiendo los hechos cambiaron, existirá una quinta parte con el final de la historia, estoy sopesando distintos finales.
Un saludo.