Rocío, la hermanita de mi esposa (Final)
... también participaba en nuestros juegos sexuales regularmente. Al paso de las semanas y de los meses se había convertido en mi segunda esposa; después de todo, era ella la que ahora ...
Por ahora, volví a concentrarme en disfrutar del sexo con estas dos mujeres; con mi amor y con Rocío, la hermanita de mi esposa
Después de este ultimo encuentro, seguimos explorando con nuevas posiciones, en nuevos lugares de mi casa. Por ejemplo, una vez, mientras Roció terminaba de lavar la ropa, la sorprendí por detrás. Tapándole los ojos, jugamos al adivina quien es. Ella no hablo palabra; solamente busco mi paquete, lo apretó por arriba del short que llevaba puesto y lo comenzó a masajear. Yo, quite mis manos de sus ojos y las baje para apretar sus tetas que cabían perfectamente en mis manos. Me recordaban a las de mi esposa antes de casarnos. Ahora, con la llegada del bebe, habían tomado un aspecto espectacular. Por lo de la leche habían aumentado cuando menos tres tallas. Las de Rocío eran pequeñas, apretaditas, con unos pezones deliciosos que se ponían duros con solo rozarlos.
Esta vez, la bese por el cuello mientras jugaba con sus tetas. Le chupaba sus orejas y esto le daba escalofrío. Mis manos bajaron su pijama que vestía en este día, su panochita y culo desnudos pues no usaba panty. Casi al mismo tiempo, desabroche la camisa que usaba de pijama y todo su cuerpo quedo frente a mí. La bese y lamí por todos lados hasta quedar hincado. Con las manos le aparte las nalgas y le lamí el culo. Ella se apoyaba en la lavadora para darme mejor acceso. Mi lengua intentaba penetrar su culo y esto la hacía estremecer.
Luego, mi lengua viajaba por su raja, penetrando el agujerito de su panocha. Rocío gemía ya por las sensaciones que mi lengua le causaba. Seguía mi lengua a lo largo de su raja hasta llegar al clítoris y allí me detuve un rato; formando círculos primero, luego chupando en fuerte, después mordiendo su botón con cuidado de no dañarla sino, simplemente para darle un máximo placer.
Ayyyy, papi, me corro, me corro.
Efectivamente, sus jugos sabor a néctar brotaban de su panochita y yo disfrutaba de todo esto.
Ya cógeme cuñado. No seas malo. Dame palo
La levante y senté sobre la lavadora que acababa de llegar a un ciclo donde exprimía la ropa. Abrió sus piernas y me acomode entre ellas. Metí mi verga dura en su panocha aun mojada por su corrida. Esta se inserto de un solo golpe hasta llegar mi pubis a chocar contra el de ella. La maquina vibraba haciendo que sus caderas también lo hicieran. Empecé a bombear dentro de su panocha y todo el movimiento que sentíamos nos hizo llegar a un orgasmo compartido en no mucho tiempo.
Rocío, me corro yo. Te voy a llenar de mi leche.
Ahhh. Mmmm. Dámela toda. Lléname hasta reventar
Seguía bombeando y la lavadora seguía vibrando bajo el culo de Rocío. Mi verga llego hasta lo máximo y soltó varios chorros de semen que llenaron la panocha de Rocío. Me apretaba con sus piernas y besaba mi boca queriendo comerme todo. Su lengua me lamia los labios, los cachetes, mi lengua y volvía a repetirlo por varios ciclos. Al final dejo de hacerlo y los dos permanecimos inmóviles, disfrutando de nuestra mutua corrida.
Lentamente saque mi verga de su panocha. Ella seguía recostada por sobre de la lavadora con sus piernas a cada lado de mi cuerpo. Mientras salía mi verga fláccida de ese lugar de encanto, pude apreciar como su agujero tardaba en recuperar su tamaño normal. Por el hecho que aun seguía abierto, después de acomodar el grosor de mi palo, vi como mi leche salía en un hilo que se torno en pequeña catarata deslizándose por uno de sus muslos. Algo también resbalaba hasta cubrir su culo.
Acerque uno de mis dedos hasta allí y le metí la punta. Ella, que permanecía con los ojos cerrados, disfrutando del recién orgasmo, se estremeció de nuevo. Mi dedo, entrando por su culo, facilitado por la lubricación de mi leche en el, mandaba pulsaciones por su sistema nervioso.
Mmmm. Ahhh. Te quiero por ahí, puedes?
Seguí jugando con su culo, mi otra mano masajeaba mi verga para despertarla y ponerla en acción. Esta ya se recuperaba de solo ver el espectáculo que estaba frente a mí. Rocío jugaba con sus pezones, pinchándolos entre sus dedos y jalándolos hacia arriba, formando de sus tetas lindas pirámides.
Claro que si, Rocío. Me encanta tu culo y quiero complacerte.
Mmmm. Pues ya hazlo. Ya, que quiero sentirte dentro.
Levante sus piernas y las coloque sobre mis hombros. Mi verga comenzó a penetrar ese culo que yo había roto por primera vez hacia un par de semanas. Al sentir contacto con la entrada mi verga comenzó a endurecer y ella lo sentía. Las embestidas dentro de mi cuñadita aumentaban en velocidad y esto la volvía loca.
Ayyyy, decía, Así te quería cabro. Ahhh. Que rico lo haces. Rómpeme el culo que es solo tuyo.
Claro que si. Aprieta mi verga como tú lo sabes hacer. Mmmm. Estas deliciosa,
Con su culo, apretaba mi verga con cada entrar y salir. Esto me ponía en la gloria. Su culito apretado era uno de los lugares preferidos de mi verga. Si pudiese, allí quiera estar 24 horas al día. Que delicia el sentir mi palo en ese pequeño túnel. Seguía bombeando mientras que ella bajaba una mano hasta su clítoris. Lo pinchaba, lo jalaba, lo masajeaba y esto hacia que se acercara su siguiente orgasmo.
Aumente mi mete y saca. Mis huevos se endurecían al paso de los segundos. Ella comenzaba a gritar como loca. Si mi esposa hubiese estado en casa, seguro que vendría corriendo a ver que sucedía. De bueno que había ido de compras. Me preguntaba si los vecinos podrían oír sus gritos.
Ya, lléname con tu leche que me corro! Ahhh, Ahhh
El oírla así hizo que mi propio orgasmo de acercara. Acelere mis embestidas a lo más que podía mi cuerpo. Ella gritaba en su corrida y ya no pude más. Mi leche comenzó a brotar y a llenar este nuevo depósito. Chorro tras chorro salía.
Ahí la tienes. Que delicia llenarte de mí. Mmmm. Tenla toda!
Mi corazón palpitaba y mi respiración se cortaba. Rocío detuvo su respiración, arqueo su espalda y la dejo caer de golpe al llegar al clímax.
Ahhh. Que rico, papito. Que rico siento. Hiciste que vibrara cada lugar de mi ser!
Lo que momentos antes había sido gritos y gemidos ahora se convertía en silencio total. Era como si hubiésemos muerto por unos cuantos segundos, tal vez minutos. Saque mi verga de su culo y volví a apreciar cómo salía mi leche de allí, formando un pequeño hilo sobre sus nalgas.
Como esa vez en el cuarto de lavar, mi cuñadita fue mía (y de mi esposa) en muchas otras ocasiones. En el baño, mientras nos duchábamos, una vez la puse contra la pared mientras nuestros cuerpos enjabonados eran golpeados por el agua de la regadera, Besaba su cuello, chupaba sus tetas. Ella levanto su pierna derecha y la enredo por mi cintura. Doble un poco las rodillas para poner mi verga a la altura de su panochita y se la inserte allí, parados. El vaivén de mis embestidas no era tan fácil de hacer, pero las sensaciones que ella sentían era de lo máximo. Por fin la agarre pos sus nalgas y la levante para facilitar la inserción. Sus piernas me abrazaban la espalda y yo la levantaba, luego la dejaba caer sobre mi verga. No tardamos muchos en corrernos. Su panochita estaba que se derretía. Sus jugos y los míos se confundían con el agua que resbalaba por nuestros cuerpos.
En otra ocasión, Rocío se había quedado a dormir en nuestra cama después de una sesión de amor. Ya por la madrugada, sentí entre sueños que su mano me masajeaba la verga. Esta, complacida, se endureció enseguida. Luego, con mis ojos aun cerrados, sentí como Rocío rodaba en la cama y se montaba sobre mí. Ella sola se insertaba mi verga en su panocha y se movía lentamente. Comenzó a besar y chupar mi cuello y pezones y me susurraba en el oído:
Mmmm. Estas despierto? Quería darte este regalo una panochita mañanera
Si Rocío, ya me he despertado. Pero, a esta velocidad nunca me voy a correr
Fue entonces que levanto su torso, y empezó a bailar sus caderas sobre mi verga en tantos movimientos que mi verga sentía placer desde la cabeza hasta mi pubis y mis huevos rebotaban en la cama con cada subida y bajada de su cuerpo. Mientras ella me cogía, yo jugaba con sus tetas. Seguimos así hasta que me corrí dentro de ella. Rocío también tuvo más de un orgasmo. Ella ya podía controlar sus emociones y llegar a múltiples orgasmos. Mi esposa despertó con tanto movimiento y se limito a mamar mis pechos. Cuando Rocío termino, se acostó a mi lado, permitiendo que mi mujer chupara mi verga, saboreando de nuestros jugos mezclados hasta dejarla limpia. Claro, también se aseguro que mis huevos quedaran como nuevos.
Así disfrutábamos el uno del otro. Un día, mientras trabajaba en mi oficina, llego Rocío. Este día lucia una faldita suelta (claro, sin usar pantys). Tomo la silla donde estaba sentado, la volteo; se hinco frente a mí y saco mi verga de mis shorts. Me dio una mamada digna de una medalla olímpica. Lamia, chupaba y masajeaba mi palo, mis huevos y mi culo. Fácilmente podría decir que me violaba. Luego, al sentir que estaba cerca de mi corrida, se levanto. Con su espalda hacia mí, se levanto la falda y, tomando mi verga en su mano, la guio hacia su culito apretado y se la inserto toda. Empezó a mover sus caderas apretando mi verga en cada ciclo. Yo solo me limitaba a disfrutar de los apretones sobre mi verga, regalo de su culo amado. Gemía y gritaba al sentir ella las venas pulsantes de mi palo en su interior. Su orgasmo llego antes del mío. Se quedaba quieta, disfrutando de su corrida. Se enderezo y al momento que se corría, se masajeaba el clítoris para alcanzar el máximo nivel de su clímax. Yo tome sus pezones entre mi dedo pulgar e índice y se los jalaba un poco fuerte para añadir más sentimiento a su corrida. Mmmm. Mmmm. Mmmm. Era lo unico que decía. Por mi parte, también llegue al final al unirme a las vibraciones de su cuerpo que se corría. Mi verga exploto dentro de su culo en varios chorros que llenaban su interior.
Ay Rocío, qué bello es venirme dentro de ti. Eres toda una putilla. Me encantas!
Para ti, cuñadito, soy una putona! Prometí a mi hermana que te complacería mientras nace el bebe y ella puede regresar a sus funciones de esposa, y espero que lo esté logrando
Más que eso Rocío. Nunca espere esto. Estoy más que satisfecho.
La levante y mire como mi leche se resbalaba por sus muslos. Ella se limpio con su mano, llevando la leche que pudo levantar a sus labios y chupo sus dedos. Luego, se sentó en mis piernas y nos fundimos en un beso delicioso.
Uno de mis recuerdos favoritos fue el día que llegue del trabajo y al subir hacia la recamara oí ruidos que procedían de allí. La puerta estaba abierta y, al acercarme, los ruidos se convirtieron en gemidos. Ahhhs y Mmmms llenaban el cuarto. Eran mi mujer y su hermanita haciendo un 69 en la cama. Como mi mujer ya estaba a días de dar a luz, estaban en sus costados. Era una escena que nunca se olvida. Rocío, con cuidado de no molestar al bebe, hacia todo lo posible por brindar el mayor placer posible a mi esposa. Al mismo tiempo, la panochita de Rocío era devorada. Las manos de mi mujer jugaban con las nalgas y el culo de Rocío, introduciendo uno y luego dos dedos en su culo.
Me quede parado en la puerta, viendo a este par de enamoradas. Sus ojos cerrados nunca se percataron que yo observaba cada movimiento y que mis oídos disfrutaban de las notas que eran producidas por las dos. Al rato se corrían al mismo tiempo. Sus cuerpos se convulsionaban y ellas seguían comiéndose sus panochas hasta que, dentro de segundos, sus cuerpos dejaban de vibrar. Rocío se levanto y se dirigió a la cara de mi mujer. Tomo su rostro con sus manos y le dio un beso apasionado el cual fue correspondido con la misma intensidad.
Me acerque a las dos y las abrace. Las bese. Les dije que me agradaba mucho el que se llevaran tan bien y que estaba complacido que las dos fueran mías y solo mías. Entre las dos me desvistieron y me brindaron muchas sensaciones placenteras. Cogimos por más de una hora antes de quedar dormidos y abrazados entre sí
Al siguiente día, mi esposa y yo platicamos de lo mucho que Rocío disfrutaba ya de nuestra compañía. Acordamos que le preguntaríamos si quería quedarse indefinidamente. Después de todo, aquí también había universidad. Podría terminar su carrera aquí, vivir con nosotros.
Al fin llego el día del nacimiento de Miguelito, nuestro bebe. Un niño hermoso, con cabello negro y ojos color miel como los de su madre. Entre los tres le dábamos mas amor que ningún otro bebe jamás conocería.
Rocío acepto a quedarse a vivir con nosotros. Ayudaba en los quehaceres de la casa, cuidaba de Miguelito para darnos oportunidad de volver a encontrarnos a mi esposa y a mí; y también participaba en nuestros juegos sexuales regularmente. Al paso de las semanas y de los meses se había convertido en mi segunda esposa; después de todo, era ella la que ahora esperaba un bebe `