Rocío, ¿la criada? (9. Dos Señoritas de compañía)
A veces pensé que este capítulo y el siguiente debieron formar una unidad, pero he decidido mantenerlo independiente.
9. Dos Señoritas de Compañía
Era ya muy tarde, pasada con mucho la medianoche, cuando mi Ama volvió. Lo cierto es que, después de que se fuera con sus amigas Clara y Lucía yo ya no esperaba verla hasta el día siguiente y, no sin dudar, me había quedado despierta sólo para retirar las cosas de la mesa y limpiar un poco: Un vaso se había volcado sobre la mesa y el vino se había derramado sobre ésta, cayendo hasta el suelo, y la cubierta del sofá necesitaba cuánto menos airarse, húmeda como estaba después de que mi Ama y Clara estuvieran haciéndolo sobre él. En eso estaba cuando la puerta se abrió de repente y ella apareció.
-¡Silvia!-me llamó-¿Todavía levantada?
-Sí, mi Ama-respondí, sin dejar de hacer-Había que recoger algunas cosas-le expliqué-Y todavía no he terminado-añadí, como disculpa por mi tardanza.
-Has hecho bien-asintió-Pero no hace falta que sigas por esta noche-se acercó hasta ponerse a mi lado-Mejor será que te vayas a dormir. Ya terminarás mañana en tu labor diaria.
-Sí, mi Ama-respondí, agradecida de poder dejar mi labor por aquel día, ya que estaba bastante cansada y necesitaba acostarme.
-Pero,..., ya que has demostrado buena disposición en tu labor...-empezó a decir-Aprovecharé para informarte ahora de lo de mañana.
-¿Otro trabajo, mi Ama?-pregunté casi al instante.
-Eso es, Silvia-asintió ella-Lo cierto es que era un trabajo dispuesto para Sonia y para otra de mis esclavas pero,..., ha sido tan satisfactorio tu comportamiento esta semana, que te lo voy a encargar a ti.
-Gracias, mi Ama-respondí, pensando que era lo adecuado, aunque mi cansada mente sólo se podía fijar en que había mencionado a “otra” de sus esclavas.
-Será mañana, o mejor dicho hoy por la noche. Tendréis que atender a unos clientes que vendrán aquí a ver un partido en la tele. Quiero que queden completamente satisfechos. Son habituales de mis servicios y pagan muy bien.
-Sí, mi Ama.
-Como tu compañera tiene más experiencia en estos asuntos, ella quedará al mando en mi ausencia y deberás obedecer en todo lo que te diga. ¿Entendido?
-Sí, mi Ama-sin embargo, al hablar de una compañera, sus palabras me recordaron a mi madre, que no había vuelto a casa en todo el día desde que se fuera a su trabajo-Mi Ama, ¿puedo hacer una pregunta?
-¿Por tu madre?-casi creí que me había leído la mente y me quede casi en blanco, aunque pude asentir-Está bien-respondió, y añadió-Pero no volverá hasta el lunes. La he mandado a un encargo “especial”.
¿Un encargo que la iba a tener ocupada todo el fin de semana?
-Y volviendo a nuestro asunto-retomó el hilo-Tu compañera-aquí ya me extrañó que no quisiera llamarla por su nombre-sabe muy bien lo que tiene que prepararse y no hace falta que te diga nada ahora, pero mañana por la mañana Clara vendrá con un encargo que le he hecho para ti y que quedará pendiente de pago, ya que mañana estarás ocupada.
-Sí, mi Ama-asentí, recordando, casi con una sonrisa, que al final Clara parecía haberse quedado con las ganas, después de haber estado manoseándome, de llegar a algo más.
-Eso era todo-dijo, concluyendo-Vete a la cama.
-Sí, mi Ama-dije a punto de darme la vuelta para ir a mi cuarto, pero ella me agarró la muñeca y me atrajo hacia sí, cosa que por supuesto, le deje a hacer.
-Pero no sin un beso de “buenas noches”-sentenció antes de que sus labios se posaran sobre los míos, que yo abrí para dejar paso a su lengua que, dominante como ella, se adueñó de mi boca, recorriéndola, colonizándola con la abundante saliva que me traspasaba y que yo bebía, sedienta de sus jugos... Fue un largo y excitante beso aunque cuando nos separamos a mí me pareció que apenas había durado unos segundos... De todas formas, no tuve más que ese beso en la cabeza desde que me separé de mi Ama para ir a mi cuarto y hasta que, arropada en la cama, me dormí.
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A pesar de lo tarde que me había acostado la noche anterior, el reloj de mi mesita apenas marcaba las siete y media cuando me desperté. Pensé que era demasiado temprano para levantarse siendo sábado y además lo más probable es que mi Ama, que debía haberse alojado en el dormitorio de mi madre, estuviera durmiendo y no quería hacer ningún ruido que pudiera molestarla.
Decidí, pues, quedarme acostada un rato más, pero no me sentía muy cansada y no me pude volver a dormir, simplemente me quedé disfrutando del suave calor y de la comodidad de las sábanas. Y mi mente viajó por el mundo de los recuerdos, recorriendo la extraña y excitante semana que acababa de vivir, la más morbosa con diferencia de toda mi vida, parando en todos los hitos que había vivido...Recordé el lunes, cuando encontré a mi Ama robando y ella, con una facilidad pasmosa, me sometió...El primer tacto de su mano al abofetearme...El martes, en la tienda de Clara, la compra de las braguitas y el pago con mi virginidad...El miércoles, siendo poseído por primera por mi Ama en la cama de mi madre y el disfraz de colegiala con Manuel...El jueves había sido el día más completo, por la mañana con Sergio y la noche de orgia...El viernes, el mismo día de ayer, había amanecido con mi madre, con la que había hecho el amor, y por la noche había sido crupier de la partida de mi Ama y sus amigas...Y el fantástico y duro sexo con Lucía...Su dulce leche llenando mi boca...Al recordarlo aún me parecía saborearla.
¿Y qué pasaría hoy? Después de una semana en que cada día parecía haber ido a más, sólo podía pensar en lo que me depararía aquel trabajo que mi Ama me había encargado, junto a una compañera desconocida, para atender y dejar “completamente satisfechos” a unos clientes...No conocía los detalles, pero no hacia falta más para saber que parte de esa satisfacción pasaría por el placer de la carne... ¿Y esa compañera? ¿Cómo sería? ¿Y por qué no había dicho su nombre? ¿Era una especie de sorpresa que me deparaba mi Ama o era que yo estaba algo paranoica y quería ver cosas donde no había nada?...En cualquier caso, para cuando me quise dar cuenta, eran las ocho y cuarto: hora de levantarse.
Me arreglé lo más rápida y diligentemente que pude y fui a la cocina. Mi Ama debía seguir durmiendo y cómo no me había dicho nada respecto a su desayuno no se lo hice, por evitar que se quedara frío antes de que se levantara. Pero no tuve que esperar mucho, pues aún estaba tomándome yo el mío, pensando en que hacer que no hiciera mucho ruido cuando mi Ama, llevando sólo un largo camisón que prácticamente me permitía ver su cuerpo en todo su esplendor, apareció en la puerta de la cocina.
-Buenos días, mi Ama-saludé-Enseguida le prepararé el desayuno. Como no...-iba a excusarme, pero ella detuvo mis palabras con un gesto.
-No des información que no te pida, Silvia-me corrigió-Cuando hayas hecho algo mal yo seré la que lo señale y la que ponga remedio.
-Sí, mi Ama. Lo siento, mi Ama.
-Hoy sólo hazme un café.
-Sí, mi Ama-dije poniéndome a preparárselo.
-¿Qué te parece este camisón?-me preguntó de repente.
-Muy sugerente, mi Ama-contesté con sinceridad.
-Es de tu madre. Lo he sacado de su armario.
-¿De mi madre?-repetí, perplejo, ya que nunca lo había visto y no era una prenda que yo imaginara...-Nunca lo había visto-dije alcanzándole el café una vez lo hube servido.
-Una lástima-comentó ella antes de dar el primer sorbo-Seguro que le sienta bien.
-Seguro, mi Ama-asentí, intentando imaginarlo.
-Ayer tuvisteis los dos un agradable despertar-comentó, sentándose en una de las sillas para tomar tranquila y relajadamente su café.
-Sí-dije recordando aquella mañana en el sofá.
-Tendríais cosas de que hablar después de haber roto un gran tabú el jueves.
-Sí, mi Ama.
-Cuando hablé después con ella se sentía algo rara según me dijo, pero contenta,..., contenta y satisfecha.
Casi no pude evitar una ligera sonrisilla ante su comentario. Mi madre había quedado “satisfecha” por nuestro encuentro...
-Tu madre fue más fácil de manejar de lo que esperaba. Un leve empujón y no hubo barreras que detuvieran sus hace mucho tiempo necesitados deseos-fijo sus ojos en mí, parecía evaluarme-Como tú, Silvia. Pero yo os he liberado de vuestras cadenas.
-Sí, mi Ama-dije cuando acabó de hablar.
Ella terminó de tomarse el café y se levantó.
-Clara no debería tardar mucho en venir-me informó-Quedamos en que se pasaría sobre las nueve y poco.
-Sí, mi Ama.
-Recoge lo que te dé y si menciona algo del pago, dile que debe tratarlo conmigo para fijar un cuando. Ella intentará cobrar, pero no puede ser. ¿Entendido?
-Sí, mi Ama.
-Volveré hacia las doce, trayendo a tu compañera y las cosas que necesitaréis preparar. Tú mientras puedes ponerte con tus tareas...Y deberías preparar algo para que comáis las dos.
-Sí, mi Ama.
-Pues eso es todo-sentenció.
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Realmente mi Ama tardó algo más en llegar, ya que no volvió hasta la una. Yo había ocupado la mañana limpiando y recogiendo, cumpliendo mis tareas. A las nueve y media se había pasado Clara y me había dejado un paquete. Al verlo supuse claramente que contenía: era como el paquete que contenía el traje de colegiala que recogió mi Ama el miércoles y como los que guardaban los trajes que nos pusimos Sonia y yo el jueves por la noche... Un traje. ¿Cómo sería? Claudia me dijo que no debía abrirlo, según Rocío le había dicho. Y como mi Ama predijo, me abrazó en un momento en que le di la espalda y fue directa a mis partes íntimas al tiempo que me susurraba excitantes palabras...No me hubiera disgustado precisamente darle lo que quería, pero mi Ama había sido firme y clara. Cuando se lo dije, se tuvo que contentar.
Después tuve un amplio rato libre, que dediqué a jugar un rato, esperando a mi Ama. No me quise preguntar por cómo serían los clientes a los que tendría que atender aquella noche ni sobre mi compañera de servidumbre. Pronto lo sabría, por lo que no merecía la pena calentarse la cabeza. Lo que sí que no pude evitar fue pensar en dónde estaría mi madre y qué estaría haciendo...Hacía unos días no hubiera pensando en ella cómo ahora lo hacia ni aunque hubiera sido la única mujer del mundo, pero tras lo del jueves y lo del viernes...Sí. Seguía siendo mi madre, pero también era una mujer, una mujer atractiva y, como me había demostrado, caliente. Y ahora también esclava de Rocío.
¿Cómo sería nuestra relación a partir de ahora? Ella parecía, no sé cómo, haber asumido el incesto como algo natural. ¿Y yo? ¿Lo había hecho yo? Sí, a la hora de la verdad no había dudado, al menos no demasiado, a la hora de hacerlo con ella, pero... Tampoco había tenido mucho tiempo para pensarlo. ¡Uf! No sabía que pensar...Y ella me había hecho acabar en su interior...En ese momento me había parecido muy morboso eyacular en su caliente conejito, sentir como llenaba su interior con mi semen...Y desde entonces no había pensando en ello,..., hasta ahora. ¿Y si hubiera pasado algo como que se quedara embarazada? Por lo que yo sabía mi madre no había pasado la menopausia y no era imposible que a su edad se quedara preñada... ¿Qué hubiera pasado entonces? ¿Habría sido el padre de un posible hermano o hermana?...Prefería dejar de pensar en eso. Seguramente a mi madre, como a mí, sólo le había parecido morboso sentir a su hijo correrse en su coñito y no debía pensar en nada oculto.
Estaba todavía en ello, dándole vueltas a lo de mi futura relación con mi madre, cuando mi Ama volvió. Lo supe cuando oí la puerta abrirse y cerrarse. Cuándo se había hecho con un juego de llaves era algo que no sabía, pero el hecho era que ahora las tenía. Yo estaba en mi cuarto y salí directamente, en parte porque esperaba ver finalmente con quién había vuelto. Pero no había nadie. Eso me extrañó, ya que había dicho que volvería con mi “compañera” y con ciertas “cosas” que dijo íbamos a necesitar. Pero no parecía traer tampoco nada.
-Veo que vas mejorando-me comentó mi Ama dando un vistazo a la casa.
-Gracias, mi Ama-contesté.
-Y Clara ha pasado, ¿eh?-dijo recogiendo el paquete, que había dejado en la mesa del salón.
-Sí, mi Ama-contesté-Le di el recado.
-Bien.
Ella se dirigió por le pasillo al baño, y nada más encerrarse, alguien llamó a la puerta. ¡Ajá!, pensé, intuyendo que la persona que llamaba a la puerta no era otra que mi “compañera”. Pronto sabría cómo era...Fui rápidamente hacia la puerta, pero, recordando la necesaria cautela, decidí mirar antes por la mirilla. Y cuando lo hice, me quede de piedra... Pues los ojos azules, los labios carnosos y rosados, la blancura del rostro entorno a unas sonrojadas mejillas, todo enmarcado por unos dorados rizos...Me eran conocidos,..., demasiado conocidos...Esto no podía ser...No podía ser ella...
Me dirigí rápidamente al baño, desde el que se oía el sonido del agua correr a través de la puerta, y llamé suavemente:
-¿Mi Ama?
-Abre la puerta-fue la respuesta que escuché.
-Pero, mi Ama, creo que no es-me encontré con que no sabía como llamarla exactamente-Que no es mi compañera, es otra persona y no puedo abrirle la puerta así.
-Abre la puerta-repitió.
Yo estuve a punto de perder los nervios. ¿Cómo es que no entendía mi Ama que estaba a punto de...? Bueno, me dije que no debía perder la cabeza. Volví hacia la puerta y, tras comprobar que seguía al otro lado, la entreabrí ligeramente, lo suficiente para mirar por la rendija sin que ella viera como iba vestida:
-Hola-salude, intentando contener mis nervios-Raquel.
Definitivamente era ella y no sé que hacía aquí. ¿Por qué habría venido a mi casa mi ex-novia?
-Hola, Agus-me devolvió el saludo con su voz suave y melosa-¿Es que no me vas a dejar entrar?
-Perdona-me disculpe-Es que has llegado en mal momento, ¿sabes? No puedo recibir visitas ahora mismo.
-¿De verdad?-dijo como si no se creyera lo que estaba diciéndole-¿O es que estás con otra chica y os he interrumpido? Supongo que estarás en bolas, ansioso porque me vaya, mientras ella te espera desnudita en la cama, ¿eh? ¿Es algo así?
-No estaría mal-contraataqué-Pero no es así. Si quieres podemos vernos en otro momento, pero justo el día de hoy no puede ser.
-Pues yo creo que, quieras tú o no, hoy tiene que ser.
-En serio-insistí-Estoy ocupado.
-Pregúntale a tu chica si no preferiría un trío. Ya sabes que yo soy muy abierta.
-¿Es eso a lo que vienes?-le pregunté, no fingiendo del todo un tono libertino-¿Por qué tienes ganas de marcha?
-En cierta forma podría decirse que sí.
-Pues ahora mismo no puedo ayudarte-le terminé por decir, no sin algo de pesar... Recordaba muy bien todo lo que había disfrutado con ella en la cama-De verdad, no insistas-como iba a decir algo le corté-Voy a cerrar.
-Bueno-su tono denoto una ligera molestia que en seguida desapareció-Ahora, en serio. Abre la puerta, Silvia.
Si su inesperada llegada me había dejado de piedra, esto ya terminó de petrificarme... ¿Cómo me había llamado? ¡Silvia! Pero, ¿cómo era posible, cómo sabía...? Sólo había una explicación.
-¿Qué piensas?-me preguntó aún desde el pasillo-¿Quieres que me queje a nuestra Ama de tu tardanza?
¡Realmente era ella la esclava mencionada por mi Ama! Yo había dado por supuesto que sería otra como Sonia...Pero no. Y era mi antigua pareja... ¿Por eso no había pronunciado su nombre? Probablemente no habría pensado que sería ella,..., ¿o sí?,..., no, ni siquiera ahora, con ella ahí, con la evidencia, podía creerlo del todo.
Aclarada la situación abrí la puerta y ella entró, cargando con dos bolsas. Aún sabiendo que ella esperaba encontrarme así –eso suponía—no pasé menos vergüenza cuando se me quedó mirando un momento, antes de ir a la cocina. Mi Ama, fuese lo que fuese que estuviese haciendo, seguía en el baño, por lo que la seguí. Ella empezó a sacar cosas y a dejarlas en la encimera: unas bolsas de patatas, cervezas, unas latas de berberechos y olivas y algunas cosas más en las que entonces no me fije... ¿Los preparativos para los clientes? Evidentemente no podían ser otra cosa.
-Oye...-realmente estaba desconcertado...Hacía apenas un mes que lo habíamos dejado, por agotamiento de la relación,..., y no sabía como tratarla...Finalmente, más por romper el hielo que por no intuir su respuesta, le pregunte-Si lo sabías, ¿a qué ese rollo en vez de presentarte directamente?
-¿Eso?-no me miró mientras colocaba las cosas en el frigorífico y en los armarios-Sólo ha sido un juego que se me había ocurrido de camino, para ver como reaccionabas...Ha resultado divertido...Como has intentado que no viera tu-se volvió para recorrerme de pies a cabeza-Tu uniforme-concluyó.
Yo la miré también. Llevaba ropa normal: zapatos negros, unos ajustados tejanos y una amplia camiseta con estampados florales...La había visto muchas veces con esa camiseta...Era muy llamativa, y ella siempre había dicho que le traía suerte cuando se trataba de,..., de follar.
-¿Te has llevado una buena sorpresa, eh?-me dijo-Te has quedado blanco, o más bien, blanca. Y después, como un semáforo, has pasado al rojo.
-Lo cierto es que nunca me lo hubiera imaginado.
-Ya lo veo.
Pero entonces a mí sólo se me podía ocurrir una pregunta.
-¿Cuándo ha sido?
-¿Cuando qué?
-Cuando te hizo su esclava nuestra Ama.
Ella se me quedó mirando...Era la forma en que lo hacía cuando quería evaluar las intenciones del otro, y no le costó mucho saber las mías.
-¡Ah! ¿Quieres saber si nuestra Ama ya me había poseído cuando aún salíamos?
-Sí-respondí.
-Ya la conocía, eso sí, pero puedes estar tranquila.: Empecé a ser esclava unos días después de la ruptura-luego, como si ya estuviera todo resuelto, cambio sin más de tema de conversación-Lo que he traído es lo que necesitaremos para atender a los clientes cuando vengan esta noche. Espero que tengas bandejas...Tendremos que preparar el sofá para que los tres se sienten lo más cómodamente posible. Nuestra Ama quiere que queden satisfechos.
No estaba escuchando del todo lo que decía. Seguía siendo víctima del “shock” que esta,..., revelación, me había causado... ¿Mi ex era una de las esclavas de mi Ama?...Así estaba todavía cuando finalmente “nuestra” Ama apareció, ya salida del baño.
-Ya sabes, Raquel-se dirigió a ella-Que no hay que preparar las cosas todavía. Es mejor ponérselas una vez se hayan puesto cómodos en el salón.
-Sí, mi Ama-asintió ella-No habrá ningún problema.
-Sé que no-asintió nuestra Ama-Bueno, Silvia-me miró-Tú también tienes tus ordenes.
-Sí, mi Ama-pude decir.
-Silvia está algo sorprendida, mi Ama-comentó Raquel.
-Ya veo. Parece que no debo presentarte-me dijo-A mi esclava Raquel. La adquirí poco antes que a Sonia-contó. Por su antigüedad, queda al mando en mi ausencia, por lo que tendrás que obedecerla, como te dije.
-Sí, mi Ama.
-Ahora me voy, tengo cosas que hacer este fin de semana-dijo nuestra Ama antes de salir de la cocina apresuradamente.
Quedamos los dos en silencio y aún estuvimos así un rato después de que haberse oído el cierre de la puerta principal, tras la marcha del Ama.
-Bueno, Silvia-rompió ella el silencio tras un rato-Tengo entendido que has tenido una buena semana, una semana llena de emociones,..., ¿eh?-instó ante mi silencio.
-Si lo sabes, ¿por qué preguntas?-le dije, no sé por qué, un poco molesta de repente.
-No lo sé, pero lo imagino...Recuerda que tu Ama también es la mía y sé sus modos.
-Sí.
-¿Sabes?... Estar en esta casa otra vez me trae agradables recuerdos...
-¿Sí?-le pregunté irónico. La verdad es que, aunque estaba buena y no estuvieron mal los meses que estuvimos juntos, no la echaba demasiado de menos. Al menos en ese momento, aunque quizá fuera por el sorprendente hecho que acababa de descubrir.
-O quizá sea mejor traer a la memoria otro tipo de momentos...-se mordía el labio inferior, que era lo que siempre hacia cuando pensaba en historias guarras-Todo empezó una mañana en casa de una amiga...Sus padres no estaban, ni su hermano...Íbamos a ir las dos a una piscina que estaba a unas pocas calles...Pero yo tenía que ir al baño y ella decidió ir por delante, ya me uniría a ella después en el local...-fue contando, con sus habituales pequeñas pausas-Pensaba que estaba sola en su casa y, bueno, curioseé un poco...Así me encontró nuestra Ama...
-¿Y qué pasó?-le pregunté, ante su repentino silencio, llevado por una morbosa curiosidad.
-Bueno, no creo que haga falta que te lo cuente, puedes imaginarlo...Ella dijo algo así como: “Vaya, tenemos una pequeña fisgona” y, por una y otra cosa, acabamos en la cama de mi amiga con sus dedos...Ya sabes por donde...
Sí, lo cierto es que me lo imaginaba,..., y muy bien.
-¿Sabes qué? Creo que me apetecería un baño...Tenemos tiempo de sobra antes de que Manuel y sus amigos lleguen.
-¿Manuel?-pregunté.
-Sí... ¿No le has conocido todavía?
-Sí, le conozco.
-¡Ah! Todavía no sabías quienes venían, ¿eh?
-No.
-Pues es Manuel y dos amigotes, llamados-pareció hacer memoria-¡Ah, sí! Ramón y Ernesto.
-Ah.
-Ya les he atendido antes, les gusta ver su partido mientras beben cerveza, tragan aperitivos y manosean culos. No tendremos mucho trabajo. A ellos siempre les gusta tener a su disposición dos esclavitas, una como yo y otra como tú...La última vez lo hice con Sonia, y la anterior con Sandra.
-Así que sabes como,..., complacerles.
-Sí. Tranquilo. No tendrán queja.
Yo asentí, pensando que al menos en eso sería “útil”.
-Bueno. ¿No vas a ir a prepararme la bañera?
-¿Perdona?
-¿Lo has olvidado? Estoy al mando y tú tienes que obedecerme.
-Eh...
-¿O quieres que me queje a nuestra Ama?
Tuve que fastidiarme y obedecer. Eso de estar a las órdenes de mi ex no era precisamente un sueño, pero no tenía otra. Fui hasta el baño y, tras poner el tapón, abrí el grifo del agua caliente. Ella me siguió y me observó mientras lo hacía:
-Tampoco te he pedido mucho, ¿no?-dijo.
-Bueno-me encogí de hombros sin dejar de vigilar el agua, que empezaba a llenar la bañera. Al oírla moverse me volví y la vi quitarse los zapatos y bajarse los pantalones-¿Qué haces?-pregunté antes de fijarme en que era una duda tonta.
-¿Qué voy a hacer? ¡Desnudarme!-dijo sin dejar la tarea, quitándose entonces la camiseta y quedando sólo con las prendas íntimas. Yo me giré de nuevo cuando se retiró el sujetador-¿Qué? ¿Ahora te da cosa mirarme? Sí tú ya me has visto desnuda muchas veces...Y has hecho algo más que mirar.
-Vigiló el agua-respondí. Ésta ya llenaba la mitad de la bañera, un poco más y sería suficiente.
-¿Está bastante caliente?-preguntó ella.
-Sí-dije, tocando el agua para cerciorarme.
-Bueno, y si no, da igual...Yo la calentaré...Estoy muy caliente.
Intenté no mirarla, aunque entre una cosa y la otra...Lo cierto es que yo también...Sabía que, viendo lo que había pasado a lo largo de la semana, podía esperar cualquier cosa, pero eso de encontrarme de repente sólo en mi casa y con mi ex desnuda y diciéndome que estaba cachonda mientras llenaba la bañera...Verlo para creerlo.
-¿Sabes?-dijo cuando me vio cerrar el grifo al estar el agua ya por bastante más de la mitad de la altura-Una vez nuestra Ama se metió en la bañera de mi casa y me dijo que la ayudara a limpiarse, a frotarla con la esponja...Y con lo que no era la esponja...Creo que yo también necesitaría tu ayuda...
-Raquel-me volví finalmente para mirarla...Estaba a mi lado, desnuda,..., su piel blanca, sus suaves curvas, sus pechos grandes pero bien formados y su entrepierna por mí ya tan conocida...-Ahora mismo...
-Queda un buen rato hasta que tengamos que trabajar, Silvia.
No dijo nada más...Lo cierto es que tenerla de nuevo cerca... Y tras sus historias yo había recordado otras...Había intentado evitarlo, pero estaba más caliente a cada segundo que pasaba.
Ella pasó a mi lado y, paso a paso, se introdujo en el agua, sentándose en un lado de la bañera, recostada contra ella.
-¡Um!-suspiró-Que sensación tan agradable....me miró antes de ponerse aun más cómoda, tumbarse y estirándose por la bañera.
-Bueno-dije-Te dejo.
-¡Eh! ¡Nada de eso!-saltó-¡Toma!-me acercó una de las esponjas-Ayúdame. Es una orden-añadió.
No tuve más remedio. Cogí la esponja y le eché algo de gel. Me acomodé de rodillas junto a la bañera para ponerme a ello.
-Muy bien-asintió ella sacando la pierna derecha, que quedo apoyada en el borde junto a mí-Adelante.
Con la esponja en la mano empecé a enjabonarle la pierna. Lo hacía lo más fríamente posible, pero no podía dejar de sentirme más cachondo al volver a tocar la piel de sus fantásticas piernas...Estaba recordando lo mucho que me había gustado sumergirme entre estas...Ella no me quitaba los ojos de encima mientras lo hacía y, como leyendo sus pensamientos, bajo la pierna, metiéndola dentro del agua...Yo la miré y ella, como toda explicación, dijo:
-Sigue hacia abajo...Y sólo necesitarás las manos.
Su tono me hacía saber perfectamente que era lo que me estaba pidiendo...Y en sus azulados ojos veía reflejado el deseo...No pude resistirme...Deje la esponja en su sitio y, tras remangarme, introduje mi mano en el agua...Note enseguida su muslo derecho y de repente, su mano, cogiendo la mía para guiarla hasta su entrada. Como había podido ver, estaba depilada, como siempre.
-Esta puerta ya la conoces-me susurró.
Ninguno de los dos dejo de mirar al otro mientras empecé a acariciar, primero lenta y luego más rápidamente, la oculta entrada. No necesitaba ver a través de las aguas para manejarme. Ella se había abierto de piernas, ansiosa por recibirme, todo lo que el espacio le permitía y yo recorrí una y otra vez con las yemas de mis dedos los surcos de sus labios inferiores...
-Veo que aún recuerdas...-susurró.
-Claro-dije.
Me incliné un poco para adaptarme mejor y mis dedos empezaron a recordar el manejo de sus pliegues, el tacto de su monte de Venus, el buceo en sus profundidades. Ella cerró los ojos, dispuesta a dejarse llevar y yo decidí que el viaje debía partir.
-¡Um!-suspiró cuando apreté por primera vez su secreto botón.
Me recosté por el borde, a pesar de que me mojaría, para poder colocarme mejor...Ahora estaba casi sobre ella y mi mano cubría por entero su puerta...Recorría y acariciaba su suave piel, frotaba sus labios, buscaba la entrada en su caverna con uno, dos, hasta tres dedos, y rodeaba y apretaba su colina de Afrodita.
No tardó en estremecerse ligeramente bajo mis caricias. Debía estar realmente caliente.
-¡Oh, Silvia! Hacía mucho tiempo que mi amiga te echaba en falta...
Sacando una mano del agua me agarró y me atrajo hacia sí. Nuestros labios se unieron y dieron paso al juego de nuestras lenguas...Recordaba bien la última vez que nos habíamos besado así. Había sido tras una tensa charla y habíamos acabado...haciéndolo en la cama de sus padres. No pude pensar mucho más y menos cuando su lengua se impuso y penetró en mi boca...Su mano fue sobre la mía y la apretó contra su coñito, como si quisiera que se la metiera entera...Yo apretaba y masajeaba su almejita mientras lamía su lengua...
Entonces, sin más, se apartó de mí y me hizo retirar su mano. No sabía por qué me había parado, excitado a cien como estaba. Ella se levantó, poniéndose en pie en la bañera y, sacando su pierna derecha para ponerla sobre la húmeda alfombrilla del baño, dejo su conejito casi junto a mi boca. Yo no dudé y me sumergí entre ellas a pesar de que había agua chorreando sobre mí, dejándome empapada.
Me dirigí directamente su monte. Después de relamer en unos primeros momentos su vulva pase a atrapar con mis labios su rojo botón. Mientras succionaba su carnoso monte de Venus, mis dedos se introdujeron en su rajita y fui palpando su interior y sus carnosas entradas...Ella me agarraba de la cabeza, como queriendo, con mi mano, introducirme en su interior...
-¡Sí, sí! ¡Oh, Silvia! ¡Cómo has mejorado!
Busqué ser imaginativo con mis juegos y mordisqueé suavemente con los dientes su punto culmen...Me encantaba sentirme entre sus suaves piernas, sintiendo su calor, su húmeda piel...Estaba totalmente excitada y ya sólo quería ir a más...Busqué recorrer con mi lengua todo lo que estaba a mi alcance, queriendo catar hasta la última gota de sus intimas esencias...
No tardó mucho en estremecerse, sus piernas temblaron y empezó a jadear...
-¡Ya, ya! ¡Ya voy, Silvia!
Alcanzó el orgasmo y sus jugos brotaron de repente llenando mi boca...Se tuvo que apoyar en mis hombros cuando sus piernas se estremecieron por el placer...
-¡Oh, Dios!-casi gritó mientras yo lamía ansioso su rajita, sediento de sus jugos...
Estuvimos un buen rato todavía así, o al menos eso me pareció. Ella quieta, respirando aún un poco agitada, cubierta de sudor, pero con una sonrisa de satisfacción en su rostro, y yo sujetando sus piernas, de vez en cuando sumergido entre ellas, besando su aún húmeda conchita.
-¡Oh, Silvia!-dijo suavemente-Eres divina...
-Tú también, Raquel-respondí.
-No me acuerdo por qué lo dejamos.
-Yo tampoco.
-Y dime-sonreía pícara-¿Quieres probar otra cosa?
-¿Qué?
-Ya verás-me dijo-Cierra los ojos y abre bien la boca.
No sabía a que se refería, pero hice lo que me dijo...La note moverse, como para posicionarse mejor y, de repente, un líquido caliente cayó en mi boca...Lo noté algo ácido en mi boca...No tardé en adivinar lo que era pero, aunque no era una de mis fantasías más comunes, me sometí y tragué todo lo que pude, pero caía más de lo que podía....
-¡Sí! ¡Bebe, bebe!
Lo cierto es que me estaba ensuciando la ropa, pero llevada por el morbo no me importó y me concentré en tomarme todo aquel líquido que me caía desde su conejito...Aunque no debía tardar más de quince o veinte segundos a mí me pareció mucho más cuando paró. Cuando al poco abrí los ojos ella ya se estaba metiendo de nuevo en la bañera:
-Muy bien, Silvia-me dijo-Será mejor que te des una ducha y dejes esa ropa en lo sucio. Si necesitas relajarte puedes masturbarte.
-¿Eso era todo?-no me contuve y protesté.
-Ordenes de nuestra Ama-se limitó a decirme-Quiere que estés muy caliente para está noche-y, sonriéndome con descaro, se sumergió un momento en el agua para reaparecer al momento y seguir bañándose con tranquilidad.
Yo me quede todavía un segundo, con mi mástil erecto, hasta que vi que de verdad no había más por hoy. Tuve que darme una ducha fría en espera de lo que pasara aquella noche.