Rocío, ¿la criada? (8. Noche de Póker)

Este capítulo fue bien valorado en su momento. Espero que hoy les guste igualmente.

8. Noche de Póker

Era irónico, pensé sonriendo, pero era así. Aquel día tras lo hecho con mi madre tanto anoche como por la mañana me encontraba y me sentía,…, “liberada”. Sí, liberada. Liberada por poder ahora estar y vivir en mi casa con mi nueva identidad y liberada, sí, por poder vivir según la sumisión que había aceptado hacia mi Ama. Liberada por poder ser esclava. Lo cierto es que hasta tenía su gracia.

Por la mañana, tras ducharme y vestirme con mi uniforme de doncella había coincido con mi madre en la cocina. Ella desayunaba, viendo el telediario, cuando yo entré para preparar el café y las tostadas de la que ya, de hecho, era nuestra Ama. Al principio me dio algo de corte puesto que mi madre nunca me había visto de criada, aunque sí vestida de chica y además ya le había contado lo de mi disfraz, pese a lo cual llegué a pensar en esperar a que se fuera… Pero mi Ama quería su desayuno enseguida, así que no había demora que valiera. Sin embargo, mis temores demostraron ser infundados y sin sentido: Ella no comentó nada al respecto y todo lo más, me dirigió una sonrisa algo pillina.

-Tengo que prepararle el desayuno a,…, nuestra Ama-le expliqué no sé bien por qué. Lo cierto es que sentí algo raro al pronunciar esas últimas palabras en voz alta.

-Sí-asintió ella. Hubo un momento de silencio antes de que añadiera-Mientras me vestía ella,…, el Ama me ha comentado que esta noche vamos a estar las dos ocupadas en sendos trabajos.

-Algo me ha dicho-le respondí sirviendo el café y esperando a que estuvieran las tostadas.

-No me ha dicho nada más… ¿Tú tienes alguna idea?

-Nuestra Ama no suele decir más que lo necesario y sólo cuando es imprescindible-me limité a señalar. Lo cierto es que era así y, aunque suponía que las tareas que tendría para las dos sin duda tendrían un componente sexual no quise decirlo.

-¿Tú te sientes bien?-me preguntó de sopetón.

-Sí, mamá-respondí de inmediato-¿Y tú?

-Sí,…, pero…

-¿Qué te pasa?

-¿De verdad tiene grabado lo que pasó ayer?

-Sí-asentí.

-No estoy segura de aceptarlo-me contó-Es morboso y excitante, eso sí,…, pero,…, ¿crees que difundiría los videos que tenga?

-Sí.

-Por lo que me has dicho es una Ama dura.

-Se sabe imponer, pero,…, puede ser generosa. Es un buen Ama-dije, no sé por qué, movida a defenderla.

-Te tiene dominada, ¿verdad?

-Sí-asentí-Porque es mi Ama.

-Ella te decía que debías obedecer porque si no me enteraría de lo que hacías y bueno, ahora ya lo sé.

Era verdad, pensé. En teoría me había sometido a mi Ama para preservar mi secreto… ¿Y ahora?...

-Aún podría…-dudé hasta que vi una salida-Enseñárselas a papá.

-Ya-dijo como si no la convenciera-¿Qué sientes por ella?

¿Qué que siento por ella? Me había sorprendido la pregunta, pero lo cierto es que era una buena cuestión… ¿Qué sentía por Mi Ama? Nunca me lo había planteado… Esta claro que me atraía y despertaba mi deseo,…, y me gustaba entregarme, sentirme poseída y ser su esclava,…, pero, ¿sentía realmente algo por ella? No lo sabía.

-No estoy segura.

-Entiendo.

No dijo nada más y al poco yo iba servir el desayuno mientras ella acudía al trabajo. Mi Ama estaba entre sentada y recostada sobre la almohada, viendo la tele que tiempo atrás puso mi madre encima del armario frente a su cama y no comentó nada mientras yo servía yo colocaba a su lado la bandeja con los dos platos, aunque me hizo un gesto para que me quedara a su lado.

-Supongo que tu madre te habrá comentado que las dos vais a tener trabajo esta noche.

-Sí, mi Ama.

-Lo decidí mientras la contemplaba vestirse hace un momento,…, lo cierto es que al poder fijarme en ella desnuda he visto que se conserva mejor de lo que creía.

-Sí, mi Ama-asentí, algo ruborizada.

-Bueno. Tú ya lo sabrás mejor que yo, ¿eh?

-Supongo, mi Ama.

-¿Te ruborizas, Silvia? ¿Por qué digo que tu madre está buena?

-Un poco, mi Ama-admití, ella se río.

-En fin, todavía eres muy recatada-dijo, un poco en tono de sorna y más para sí que hablándome a mí.

Hubo un momento de silencio mientras ella se tomaba el café y daba algunos bocados a las tostadas. Parecía que pensaba en algo.

-Tu madre se divorció hace tres años, ¿era así?-preguntó repentinamente.

-Sí, mi Ama.

-Y obtuvo tu custodia, claro. Por entonces serías menor de edad todavía, ¿no?

-Sí, mi Ama. Tenía diecisiete años.

-¿Y qué fue de tu padre? ¿Le has vuelto a ver?

-Claro, mi Ama. Pasó algunos fines de semana con él-le contesté-Pero tiene mucho trabajo porque es dueño de una pequeña empresa y le dedica todo su tiempo. Creo que en parte por eso se separaron.

-¿Cuántos años tiene tu padre?

-Cuarenta y seis-contesté.

-¿Es atractivo?

-Pues… No sabría decirlo.

-¿Fue un divorcio amistoso o problemático?

-Bueno… No estoy seguro de poder afírmalo, pero por suerte no hubo muchos gritos, al menos que yo oyera.

-Entiendo… No he visto fotos suyas.

-Mi madre las quitó todas, mi Ama-le respondí-Están guardadas en algún lugar, pero no sé donde, mi Ama.

-Ya veo-se limitó a decir mientras seguía comiéndose las tostadas. Yo me preguntaba a qué venía ese interés por mi padre,…, pero no, eso si que era imposible-¿Imaginas algo sobre la tarea que te espera esta noche?-preguntó repentinamente, desviando el hilo de mis pensamientos.

La pregunta no me sorprendió. Ya me había hecho algunas así antes.

-Realmente no, mi Ama-contesté, pero queriendo ser sincero, añadí-Pero, por decir la verdad y teniendo en cuenta los precedentes,…, bueno,…-ella me miró, esperando que terminase de hablar-Me parece que incluirá algo sexual.

-¿Tú crees?-sonrío-Sí, puede que sí, pero en esta caso puede que no sea necesario. Espero que no estés decepcionada.

-No, mi Ama.

-Te diré que esta noche voy a invitar aquí a unas amigas a una partida de cartas y tú tendrás que atenderme a mí y a mis invitadas mientras dura el juego, probablemente varias horas. Aunque, para que no estés todo el día ocupado, de cuatro a ocho podrás librar y relajarte. Soy así de generosa y no quiero que estés todo el día ocupada.

-Gracias, mi Ama.

-Ahora me levantaré y podrás empezar a trabajar, aunque antes quiero que despiertes a Sonia, no quiero que se la haga tarde para irse. Cuando hayas terminado las labores de limpieza tenemos que hacer algo importante.

-Sí, mi Ama-asentí mientras ella, tras terminar sus tostadas, dejaba el plato de éstas en la bandeja, que yo cogí para retirar a la cocina y ponerme a fregar.

-Y Silvia, una cosa más.

-¿Sí, mi Ama?

-Entiendo que todavía no tengas la costumbre, pero esta noche te quiero afeitada y bien arreglada.

.

.

Realmente en ese momento no vi el alcance de sus palabras. Después de retirar la bandeja de su desayuno tuvo que despertar a Sonia, que se fue poco después y ocuparme de las pesadas tareas del hogar. Sólo era la tercera vez que me las tenía que hacer pero ya me sentía tan hastiada como si hubiera limpiado yo en los últimos diez años,…, aunque al menos tenía ya un poco de maña.

Y fue cuando terminé y fui a informar cuando me encontré la primera sorpresa del día. Mi Ama estaba ocupada en el cuarto de baño, preparaba algo,…, me sonaba de haberlo visto alguna vez, pero no me ubicaba. Ella, sin mirarme, me preguntó:

-¿Has terminado ya con la casa, Silvia?

-Sí, mi Ama-asentí-Lista para revisión en cualquier momento.

-Eso está bien-replicó sin dejar de hacer lo que estuviera haciendo-A ver qué tal lo has hecho, pero antes hay otra cosa.

-¿Puedo preguntar, mi Ama?

-Claro. Lo que estoy preparando es cera.

-¿Cera?

-Ayer te dije que había decidido que te iba a depilar, ¿no te acuerdas?

-¿Depilarme?

-Es lo mejor, ya lo verás…

La verdad es que hasta entonces nunca me había fijado en todo el vello que tenía… Una fina capa que casi me cubría por entero… Hasta ese momento. Empezando por los pies y subiendo mi Ama lo fue eliminando por completo… No me resultaba precisamente agradable, pero un poco después me gustó el tacto de la piel, suave y libre de pelo que me había quedado. ..

Por suerte mi Ama dio su aprobado a mi tarea y luego, salvo hacerle la comida, servirle y fregar los platos, no me dio apenas nada que hacer… Y yo me preguntaba como serían las amigas de mi Ama. Ella, según su costumbre no me dio más pistas. Pero lo que sí me extraño es que no me pidiera que la satisficiera, como en otras ocasiones, ni pareciera animada… Y lo que me había dicho sobre que quizá sus amigas no me requiriesen mis servicios de putita… Me desconcertaba. Yo creía que todos sus trabajos tenían algo sexual y no me podía creer que no fuera así… Y cuánto más lo pensaba, más me excitaba y fantaseaba con sus amigas… ¿Cómo serían?

No podía dejar de pensar en ello. Estaba nerviosa como si fuera el primer trabajo que hiciera para mi Ama y no pudiera ni imaginar lo que me esperaba… Lo cierto es que, en parte, así era. Y fue a más cuando mi Ama me dijo que había llamado a mi madre para que fuera a su trabajo nada más salir de la oficina y que ésta tendría que pasar la noche fuera… Ya imaginaba que nuestros trabajos serían diferentes, pero no esperaba que mi madre no volviera hasta mañana.

-A una de mis amigas le gusta ser servida por jovencitas, pero no las maduras-me explicó ella, para mi sorpresa, cuando me lo comunicó.

Ensimismado, esperando y ansiando que llegara el momento apenas hice nada ni aproveche mis cuatro horas “libres”, aunque lo que si hice fue cambiarme el traje de doncella por el de colegiala… Técnicamente los dos eran uniformes, pero me gustaba imaginar que uno lo era y el otro era ropa de calle que me ponía como chica,…, además no tenía mucho más para elegir… Mi Ama, que sonrió, aprobando el cambio cuando lo vio me dijo, como leyendo mi mente:

-Estás guapa con ese traje, Silvia, pero quizá deberías pensar en ampliar un poco tu armario con vestuario adecuado a tu verdadera forma de ser, ahora que has roto y olvidado los prejuicios.

-Sí, mi Ama.

-¿Qué te gustaría?

-Bueno… Mi Ama,…, no sé. Supongo que algunas blusas y faldas.

-Te gustas las faldas por lo que parece,

-Sí, mi Ama… Son ligeras y me siento cómoda.

-Y tienes unas piernas bonitas, sobre todo ahora-dijo-Así que es buena idea enseñar.

-Si, mi Ama-asentí, sin poder contener del todo una sonrisa por el inesperado piropo.

-Puede que dentro de poco te surja la ocasión de hacerte con algunas cosas, pero de momento, aprovecha tus horas de descanso. Ve a tu habitación. Luego te quiero plenamente dedicada.

-Sí, mi Ama.

La verdad es que en el fondo estaba caliente y hubiera deseado que ella me llamará a su entrepierna,…, que me pusiera a sus pies y me hiciera subir saboreando sus largas piernas,…., que me hubiera vuelto a coger o que me hubiera permitido gozar de su rica caverna… Pero sólo  pude masturbarme, ansiosa, en mi habitación. La deseaba,…, la deseaba de una forma más intensa que nunca a una chica… Y de una manera especial… A mis novias había querido follarlas. Sencillamente… Pero a mi Ama era distinto… Quería que ella fuese mi Dueña y me tratase como a su esclava… Que me sometiera y me hiciera todo lo que quisiera, deseaba que me poseyera, me follara,…, que me demostrase que era mi Ama… Entregarme por completo… Y que me hiciera sentirme todavía más plenamente una mujer… Nunca había experimentado nada así. Incluso el recuerdo del tacto de su mano cuando me abofeteaba era excitante.

Las cuatro horas, en mi impaciencia, me parecieron cuatro años… Sin embargo, realmente no fui consciente del paso del tiempo… Hasta que ella llamó a mi puerta:

-Son las ocho, esclava-oí su voz desde el otro lado de la puerta-Ponte el uniforme y sal, tienes que empezar a preparar algunas cosas.

-Sí, mi Ama-respondí levantándome y comenzando de inmediato a cambiarme.

Y cuando salí me sorprendí de encontrarla junto a mí puerta… Con esa sonrisa tierna que nada más verla supe que significaba… Y lo entendí: Había tenido que llamarme y eso no podía pasar. El duro bofetón, doloroso pero excitante a la vez, no tardó en cruzarme la cara.

-Busca un tapete para poner sobre la mesa del salón y prepara algo para que piquemos mientras jugamos. Pon copas y algo para beber-me ordenó-Mis amigas no tardarán.

-Sí, mi Ama-asentí.

En principio no sabía que preparar, pero por suerte teníamos unas tostaditas de las que se usan para hacer canapés y también puse unos berberechos. Para beber no encontré nada mejor que una botella de vino blanco. No teníamos nada más: mi madre sólo bebía vino y a mí el alcohol no me gustaba demasiado. Lo dispuse todo en la mesa, sobre un tapete verde que había en un cajón. Estaba preocupado por si a mi Ama no le satisfacía, pero le dio el visto bueno.

-Bien-dijo sentándose mientras se encendía un cigarrillo y comenzaba a fumar-Tú vas a ser nuestro crupier, vas a barajar y repartir las cartas-me tendió un mazo... Eran una baraja francesa… Pero los naipes tenían dibujos eróticos… Menudas cartas, pensé, justo lo que necesitaba para volver a calentarme… Y es que llevaba casi todo el día excitada-¿Sabrás hacerlo?

-Creo que sí, mi Ama-dije, probando a hacerlo. No es que nunca hubiera jugado a las cartas, pero tampoco tenía demasiada experiencia, aunque con esa baraja no resultaba difícil.

-Bueno. Así servirá-se limitó a decir ella sirviéndose una copa-Van a venir dos amigas mías y debes ser educada y servil, hacer todo lo que te digan como si fueran ordenes mías. ¿Entendido?

-Sí, mi Ama.

-¿Sabes como debes tratarlas, no? Me refiero a como debes dirigirte a ellas.

-Llamándolas “Señora” y de usted, ¿no?-pregunté, recordando lo que me dijo cuando fuimos a la tienda el martes.

-Muy bien-asintió-¡Ah! Y, ahí tienes algo-señaló una pequeña caja encima de uno de los muebles que yo fui a coger, no pesaba mucho-Es para que te lo pongas.

Lo abrí y encontré lo que parecía una extraña prenda… dos trozos como de tela pero más rígidos sin ser duros unidos a algo que parecía una cinta para el pelo. Finalmente vi que eran… Una especie de “orejas de gato”.

-Póntelas-me dijo-A ver como te quedan.

Yo lo hice y me acerqué a un espero para verme… Era algo un tanto gracioso pero no terminaba de… Pero a mi Ama le gustaron:

-Sí, están bien…-dijo tras mirarme atentamente durante un momento-Ahora sí que eres toda una “gatita”.

-Miau-dije en broma-Mi Ama.

Ella sonrío:

-Creo que he visto una “linda gatita”.

Yo, excitada, me puse a cuatro patas y, acercándome a ella roce con mi cabeza su pierna y, inclinándome, lamí su tobillo… Iba con cuidado para no molestarla con mi excesiva iniciativa, pero ella me dejo hacer e incluso puso su mano en mi cabello para acariciármela como a una gatita de verdad.

-Una gatita linda… Y traviesa por lo que veo-Eso está bien… Muy bien. Pero quiero que te arregles un poco más para mis amigas.

-¿Cómo, mi Ama?-le pregunté.

-Tengo algunas cosas para ello-dijo-Levántate.

Entonces le vi sacar algo de su bolso… ¿Era…?

-¿Maquillaje, mi Ama?

-No mucho-me dijo-Sólo un poco de barra de labios y algo para dar un poco de color en las mejillas… Y quizá lápiz de ojos. No sé.

Según iba diciendo iba sacando las cosas de su bolso. Lo cierto es que yo no me lo hubiera esperado nunca… ¿Era eso a lo que se había referido con “bien arreglada”? La verdad es que la idea me gustaba y por eso me deje hacer encantada.

-Sí. No has quedado mal, Silvia-dijo examinándome, y no sé si iba a añadir algo más cuando llamaron a la puerta-Deben ser ellas. Ve a abrir.

-Sí, mi Ama-dije obedeciendo, aunque lamentaba que no hubiéramos llegado a nada.

Un rostro ya conocido fue lo primero que entró cuando la puerta se hizo a un lado. Una de las dos amigas no era otra que Clara, la dueña de la tienda de ropa en que mi Ama me había comprado la ropa íntima y los trajes de criada y colegiala Llevaba una blusa y una falda que dejaba ver su bien conservada figura. La acompañaba otra mujer, de rasgos duros y con un ceñido vestido que dejaba ver unos más que generosos pechos y unas pronunciadas caderas… Esta era morena y una larga melena le caía por la espalda mientras el cabello enmarcaba un rostro de rasgos duros pero armoniosos… Con unos fríos ojos azules bajo un bien peinado flequillo.

-Eh… Bienvenidas, Señoras-dije, pensando en ser correcto-Mi Ama les está esperando.

-Hola, Silvia-me saludó Clara, que se acercó y me dio dos besos en las mejillas antes de ponerse a mirarme de arriba abajo… ¿Cómo sabía lo de Silvia? Fue lo único que pensé…-Te veo estupenda. ¿Tú qué opinas, Lucía?

-Es más guapa que la última-comentó la otra mujer, también mirándome-Pero ya la juzgaré mejor luego.

Yo no terminaba de estar segura de a qué se refería, pero no me costaba imaginarlo… Y eso me excitaba.

-Ya les estaba esperando, señoras-les dijo mi Ama cuando pasaron al salón-Venga, juguemos. Crupier, baraja reparte.

-Sí, Ama-dije haciéndolo mientras Clara y Lucía se sentaban.

-No te andas por las ramas con saludos, ¿eh, Rocío?-saltó la primera-¿Están calientes las cartas?

-Lo está la crupier-replicó mi Ama, aunque yo, levemente sobresaltada, hice como que no la había oído-¿Os vale?

-Creo que bastará-asintió Lucía al tiempo que recogía sus cartas y comenzaba la primera partida.

Una hora y media estuvieron jugando mientras se comían los aperitivos y vaciaban dos botellas de vino. Mi Ama y Lucía estaban concentradas en las sucesivas partidas, pero Clara me dedicaba parte de su atención… Cosa que yo le facilitaba: Me inclinaba para repartir las cartas a su lado, lo que le permitía sobarme el culo y me quedaba a propósito muy cerquita de ella… No se cortaba un pelo a la hora de manosearme… Las piernas y la entrepierna… Llegándome a tocar el casi erecto miembro por debajo de las braguitas.

-Está muy mona tu esclavita-comentó en un momento Clara.

-Sé elegir-dijo mi Ama-Y educar.

-Ya veo-intervino Lucía-Con buen gusto. Aunque Clara la está monopolizando, me parece.

-Nadie te impide hacer lo mismo que yo-le replicó ésta precisamente mientras yo estaba volviendo a repartir las cartas sobre la mesa, lo que aprovechó para volver a acariciarme las nalgas por debajo de las faldas del vestido.

-Si yo hago algo es para ir en serio-le replicó Lucía-No me gusta quedarme en los aperitivos.

Clara y mi Ama rieron. Yo intenté no ruborizarme, esperando a ver en que paraba aquello.

-Acércate, esclava-me ordenó Lucía.

-Sí, Señora-asentí, obediente.

Cuando me puse a su lado sus manos fueron directas a mis muslos mientras ella me inspeccionaba, recorriendo cada centímetro de mi cuerpo con su mirada, parecía que estaba “valorándome” como si fuera una pieza de carne en un mercado o algo así.

Yo estaba ya sin saber que hacer cuando, de repente, se subió el vestido hasta por encima del vientre y, acercándose a mí, empezó a besar y lamer mi vientre… ¡Uf! Como me ponía… Empezó a pasar con su lengua en torno a mi ombligo y a introducirlo en él… Yo me sujete la ropa y ella pasó sus manos a mi culito, empezando a amasarlo… Estuvo un buen rato y yo, desde luego, la deje hacer, encantada… Llevaba todo el día excitada… A pesar del caluroso despertar con mi madre y de que me había masturbado un par de veces por la tarde… Estaba calentita y deseaba más acción.

-¿Qué te parece?-le preguntó Clara-¿La has catado bien?

-Es prometedora-se limitó a decir Lucía, relamiéndose, y añadió, mirándome-Quítate el vestido.

Yo miré a mi Ama un momento mientras lo hacía, con cuidado para que no se me cayeran las orejitas de “gatita”. Ella asintió y yo me quedé sólo con las orejitas, la gargantilla, las braguitas, el liguero, las medias y los zapatos de tacón.

Ella se levantó para quedar enfrente de mí y, acercándose, fue directa a besarme en la boca… Eso no me lo esperaba, pero me lo deje hacer mientras ella me abrazaba, acariciando mi espalda desnuda y yo la imitaba, rodeándola con mis brazos. Al tiempo, Clara me volvía a manosear las nalgas… Sus dedos pasaban moviendo la tela y circulaban entre éstas, empezando a rondar mi oculta entradita…

-Este culito parece desear acción-dijo empezando a bajarme las braguitas-¿O no, amigas?

-Puede, pero-la interrumpió mi Ama-Quizá te cueste algo.

-¿Algo?-preguntó Clara-¿Hablas en serio?

-¿Por qué no? Yo sólo le he ordenado que haga de crupier… Si tú quieres algo más… Puedes tener que pagarlo-le respondió ésta con un claro tono, muy insinuante respecto a lo que debería usar como moneda de cambio.

-Entiendo-dijo, riendo…

Y mientras mi Ama y Clara se decían todo esto y otras cosas a las que no pude prestar atención… Porque al tiempo que ellas hablaban Lucía, sin dejar apenas de besarme, me había bajado y quitado las braguitas, continuando lo empezado por Clara y luego se había vuelto a sentar haciéndome quedar encima suyo de frente a ella. Sus manos me acariciaban las nalgas y notaba sus dedos, sustituyendo a los de Clara, en mi ano, mientras me lamía las mejillas y me mordía levemente el lóbulo de la oreja, yo me dejaba hacer mientras acariciaba su cuerpo, sus caderas y subía en mis roces hasta sus pechos, todavía cubiertos pero de visible entidad.

Fue entonces su turno de, con cuidado, ir subiéndose el vestido hasta quitárselo… Me quede asombrado… Tenía un cuerpo de película, como no lo había visto nunca en la vida real. Una figura impactante con una piel blanquísima y unas curvas… Sobre todo en esos grandes pechos de rosados pezones que parecían mirarme, llamarme…

Y fui directo a por ellos, rodeando esas ya endurecidas cumbres con mis labios… Sus tetas eran inmensas y aunque en dos momentos intente abarcar todo lo máximo, mi voracidad apenas pudo abarcar poco más de la punta, sin descuidar el recorrer toda la amplia ladera de sus suaves y calidos senos y el valle del canalillo con mi ansiosa lengua.

Y mientras yo me había lanzado sobre su pecho como un bebé hambriento sobre los de su madre, ella se había adueñado de mi erecto miembro y lo masturbaba... Primero lo había hecho con suavidad, pero poco a poco iba acelerando y yo notaba mi polla cada vez más dura... Se había apoderado de mi verga y la acariciaba con maestría, como una auténtica experta... ¡Uf! Nunca ninguna chica me había hecho experimentar un placer y un morbo semejante sólo con tocármela...

Entonces ella me cogió por los muslos y me subió para dejarme sentada en la mesa. En principio me preocupaba lo del peso, pero no pude pensar en ello cuando Lucía, sentada en la silla frente a mí, se inclinó y se introdujo mi polla en su boquita, hasta la garganta, y comenzó a chupármela rápida y bruscamente.

Lucía no se molestaba en nada que pareciera un preliminar y se la metía hasta el fondo, succionando con todas sus fuerzas, dándole abundante saliva... Incluso casi podría decir que mordiéndola. Al ir sacándosela podía perfectamente notar el filo de sus dientes apretando ligeramente sobra mi mástil, como una espada de Damocles que amenazaba en cualquier momento con cerrarse dolorosa sobre mí... Sólo aumentaba el morbo de la mamada que me estaba haciendo... Desde mi perspectiva podía ver sus fríos ojos fijos en mí y también sus redondeados y grandiosos senos moviéndose al compás de su boca.

Y seguía así Lucía, chupándomela, cuando a ambos lados aparecieron Clara y mi Ama. La primera se inclinó sobre mí y me atrajo hacía sí para besarme, a lo que yo respondí devolviéndole el juego de lengua y buscando comerme sus labios... Noté a mi Ama acercarse por el otro lado y lamer mi cuello y subir por mis mejillas. Luego sus manos en mis mejillas me hicieron girar y repentinamente la lengua de mi Ama sustituyó a la de Clara en mi boca. Luego al revés y así, mientras Lucía me seguía derritiendo con su boca, chupándomela cada vez más rápido mientras amasaba mis testículos, mi Ama y Clara se turnaban mi boca... Y así, con ellas dos, mi amiga y mi dueña comiéndome la boca mientras Lucía hacía lo propio con mi polla... Estaba tan cachonda que no pude aguantar más...

-¡Oh!-dije en un momento que tuve libre la boca-Creo que voy a acabar ya...

-¡Sí, Silvia! ¡Córrete!-saltó Clara-¡Córrete, putita!

-Adelante, esclavita-me susurró mi Ama al oído-Llénale la cara a Lucía de tu leche.

-¡Sí, mi Ama!-respondí entre jadeos de placer...

Estaba al borde del orgasmo y entonces Lucía se sacó mi polla y me volvió a masturbar mientras ahora sí, fue apretando mis testículos entre sus dientes... ¡Oh!... Mi verga quedaba erecta sobre su cara y al poco, con un placer indescriptible, llegué y eyaculé con fuerza sobre su rostro... Sus mejillas, su nariz, su frente y su flequillo, todo fue salpicado por mi abundante corrida....Mientras Rocío y Clara me acariciaban pecho y espalda y me decían cosas morbosas al oído:

-¡Así, así!-decía Clara-Riégale la cara con tu lefa... Igual que cuando inundaste mis sedientas entrañas...

-Muy bien, esclavita-oía al mismo tiempo a mi Ama-Échalo todo, putita... Sé que en este día no has pensado en otra cosa... Menuda guarrilla he creado.

Y cuando hube terminado, mientras quedaba jadeante sobre la mesa, las dos se inclinaron sobre Lucía para tomarse, lamiendo su rostro, los borbotones de leche que la cubrían... Ella las dejo hacer y era tan morboso verlas así, lamerle el semen de la cara, que casi empezaba de nuevo a estar preparada para la acción... Pero en ese momento, todavía no había captado lo “especial” que era Lucía.

En ese momento, con la cara ya limpia se levantó y sólo entonces me fije, no sé como no lo había notado antes, en el gran y grueso bulto que se perfilaba bajo sus braguitas... Un bulto que ella no tardó en dejar a la vista, quitándose la ropa interior... Una gran, dura y erecta verga... Más grande que la mía y parecida a la de Sonia... Con un descubierto, rosadito y de apariencia jugoso glande que me llamaba con más intensidad que antes sus pechos... De hecho, ella comenzó a masturbarse, suavemente, como para que pudiera fijarme en todo su tamaño y esplendor mientras las primeras gotitas aparecían en su cabecita.

-Creo que a tu esclavita le apetece-dijo Lucía, que continuaba mirándome...

Yo me bajé de la mesa y me acerqué, arrodillándome, a ella, pero antes de atreverme a hacer algo, miré a mi Ama, que estaba a mi derecha, pidiéndole claramente permiso con la mirada. Ella, también muda, asintió con un brillo de lujuria en la mirada.

Me acerqué lentamente y rodee esa gran verga con la mano... Una gran vena la cruzaba por un lado y despedía un fuerte a olor a,..., como a semental... Nunca había estado con una transexual y la idea de ser poseído por una mujer con una polla auténtica, no un consolador,..., no dejaba de excitarme, y no sólo por lo novedoso.

En cualquier caso yo ya tenía experiencia disfrutado de una buena polla y desde luego esta tenía pinta de ser una sublime... Empecé a masturbarla suavemente, disfrutando de su duro y contorneado tacto bajo la palma de mi mano mientras me acerque y al poco la tuve a unos centímetros del rostro... Puse su húmeda punta bajo mi nariz y aspire... Note como me humedecía al tiempo que cataba el rico aroma de esa verga.

Pero, totalmente excitada como estaba, no iba a conformarme sólo con embriagarme con su varonil perfume... Sin dejar de acariciársela suavemente le di un primer beso en la punta... Noté su sabor. Fuerte, más fuerte que ninguna otra que hubiera probado... Mis labios se fueron abriendo para ir dejando paso a esa rosada y gruesa cabecita y mi lengua tomó, bebiéndose, esas primeras gotitas, probando la gelatinosa capa que cubría su glande y lamiendo la suave y venosa piel...

Como la de Sonia, no me cabía entera, pero eso no me impidió intentarlo... Me gustaba sentir mi boquita abrirse, llena al máximo... Atragantarme sintiendo como la punta de su gran mascarón me rozaba la garganta.... Me la saqué y me dediqué a lamerla, atendiendo sobre todo a su gran cabecita, recorriendo con mi lengua desde la caliente punta hasta los velludos testículos... Lucía se la cogía y me la pasaba por la cara... Era morboso notar como recorría con el glande mis mejillas, mi nariz.... Notaba mi rostro humedecerse con sus primeras gotitas mientras ella seguía mirándome... Era todo tan excitante y morboso...

Y estaba chupándosela cuando mi Ama y Clara, a mis dos lados, me cogieron los brazos y los condujeron a sus entrepiernas... Mi Ama, como a veces solía, no llevaba braguitas bajo el vestido y Clara o se las había quitado o tampoco... Mis dos manos entraron en contacto con sus dos suaves y ricas conchitas, que no me eran desconocidas... Aquella tarde, en las largas horas de mi “descanso”, había ansiado por tener la conchita de mi Ama otra vez para mis dedos y labios... Ahora iba a tener dos... Las dos ya estaban muy mojaditas y gocé recorriendo el suave tacto de sus conejitos... Lo recorría por encima y les iba, poco a poco y según cedían sus puertas, introduciendo uno y dos deditos...

Y tras un exquisito rato de degustación que me pareció brevísimo cuando acabo, Lucía me cogió de los hombros y me hizo levantarme para volver a besarnos. Supuse y esperaba que fuera porque quería ir más allá... Por suerte, mis deseos eran acertados... Ella, tras volver a comerme la boca y sin dejar de mirarme a los ojos le preguntó a mi Ama:

-Rocío, ¿me dejas tomar el culito de Silvia?

-Como si fuera tuyo-asintió ésta.

Entonces ella me hizo volver a sentarme encima suyo, cara a cara,..., no dejo de mirarme mientras sus dedos, húmedos, empezaban a explorar y a dilatar mi ano, como una pequeña vanguardia, unos exploradores del gran ejército que se avecinaba... Sus dedos se introdujeron uno a uno y con prisas en mi culito... Estaba claro que ella no se tomaba las cosas con tiempo... Pensé que seguramente me iba a hacer ver las estrellas cuando me la metiera... Pero en ese momento sólo podía pensar en lo excitada que me dejaba el hecho de que ella le hubiera pedido permiso a mi Ama y que eso le bastará... Mi Ama podía usarme a placer y darles esa potestad a otros... Y yo sólo debía obedecer... No era del todo nuevo, claro, pero ahora había quedado tan claro... Y me gustaba, me gustaba esta esclavitud.

Sus “preliminares” no duraron mucho, como era de esperar y rápidamente noté su gruesa verga aparecer entre mis nalgas. Tragué saliva y me preparé... Una de sus manos guiaba a su verga y la otra, en mi hombro, me empujaba hacia abajo... Clara y mi Ama la ayudaban, sujetándome... Yo, aunque intuía que sería brusco y doloroso, lo ansiaba...

Finalmente la note en la entrada de mi culito... Y como había adivinado, ella no se fue con demasiados miramientos: Una vez que su punta ya había empezado a abrirme y ya la tenía casi dentro, puso sus dos manos sobre mis hombros y apretó con todas sus fuerzas... Sentí aquel inmenso taladro enterrándose repentinamente en mí, abriéndome con fuerza, brusca y rápidamente, como si fuera un libro nuevo cuyas páginas fueran abiertas de pronto al máximo, destrozando y forzando el lomo... A la velocidad de un rayo que me atravesará sentí su inmenso miembro cruzarme y empalarme hasta lo más profundo de mis entrañas...

Y nada más sentí sus testículos en mi culito por primera vez, me comenzó, cogiéndome e impulsándome desde los muslos, a hacerme cabalgarle... Sentía esa lanza de carne partiéndome una y otra vez, pareciéndome que en cada nueva caída me entraba más y que me iba a acabar por atravesar, mientras no podía dejar de gemir, primero de dolor pero cada vez más también de placer. En un momento dado me atrajo hacía sí y me beso... Que devorara nuevamente mi boca, recorriendo y mordisqueando mis labios, atrapando mi lengua y explorando mi boquita y mis dientes con la suya... Me sentía totalmente completa y satisfecha.... Cuánto más me follaban más esclava, más femenina, más hembra me sentía... No sabía que planes tendría mi Ama para el futuro o si las preguntas que me había hecho esta mañana anunciaban que tenía un plan también para mi padre, pero si sabía que cumpliría sus deseos sin cuestionarlos...

En menos de una semana mi Ama me había transformado de un joven soso y corriente en una jovencita viciosa, una pequeña zorra... No sabría decir si me liberó ese lado femenino y putita de una capa de desconocidos prejuicios que lo apresaban o si me lo impuso desde fuera... Pero.... ¿Se lo agradecía? No sabía si esas eran las palabras. Mi madre me había preguntado que sentía por mi Ama... No sé si había amor, pero creo que ya tenía una palabra adecuada: una extraña devoción que no entendía como había surgido pero que sabía real.

Y mientras Lucía seguía arrancándome suaves gemidos, ahora totalmente de placer, me di cuenta de que mi Ama ya no estaba a mi lado... Ni Clara... Pero no tuve que buscarlas mucho para veras... Estaban en el sofá, desnudas y mi Ama, armada con lo que desde mi punto de vista parecía un consolador doble, cogía a Clara a la vez por su conchita y su culito... Por un momento me intente imaginar como sería al revés, mi Ama siendo cogida... Lo cierto es que, salvo por los últimos momentos de la orgía que ella, mi madre, Sonia y yo habíamos protagonizado, mi Ama siempre había dado y nunca recibido... Incluso en este último caso ella me había follado más a mí que yo a ella... Pensé que, como Ama y esclava, era eso lo que debía ser...

Y llevaba un buen rato siendo follado por Lucía, cabalgándola, gimiendo como una zorrita y con el culito ya totalmente abierto cuando ella, jadeando más fuerte que antes, dijo:

-Prepárate para salir, Silvia-le interrumpieron los gemidos-Porque voy a devolverte muy pronto el favor... ¡Ag!

Nada más decir esto, me hizo levantarme, con la consiguiente y desconsoladora sensación de vacío de mi culito, volviéndome a hacer caer de rodillas ante ella. En esa posición me agarró de la cabeza y me empezó a follar la boca con la misma rudeza a la que ya me había acostumbrado. Su polla, tremendamente caliente, entraba entre mis labios dura como la piedra, abriéndose paso... Casi me dolía de lo bestia que era mientras ella respiraba con mayor agitación y suspiraba más alto... Hasta que finalmente, llegó al orgasmo y su pene comenzó a liberar el manjar de sus testículos...

Realmente esto sí que me resultó por completo novedoso. Yo ya había probado las corridas de Manuel y de Sonia, pero la de Lucía fue especial... Algunos de sus borbotones estaban tan espesos que parecían chicle, calientes y dulces... ¡Y que cantidad! Me llenaba la boca y me caía por los labios a pesar de que intentaba tragar todo lo posible... Sentía toda mi boca y mi garganta llenas... Realmente su pene parecía un grifo abierto y casi lo veía hincharse y relajarse según el flujo pasaba de sus huevos a mi boca... Impresionante.

-Así, así-me decía ella mientras me acariciaba el cabello casi de una forma maternal-Silvia, pequeña putita,..., eras realmente una bebita, como una recién nacida, y debes tomarte mucha leche para ponerte fuerte y sana-dijo-Tomate todo el biberón que te ha preparado tu tía Lucía.

Yo no podía decir nada, ocupada como estaba en tragar todo lo que me daba, pero asentí como pude sin dejar de beber aquella rica corrida... “Mi tía Lucía”... “Recién nacida”... Sonaba morboso... Me gustaba...

Me seguí tomando toda la corrida cuando ella había terminado, y al verme arrastrar los hilillos que habían salido de entre mis labios para tomármelos, dijo:

-Veo que a esta gatita le gusta la leche.

-Miau-asentí. Ella sonrío.