Rocío (I) Mi primer paso hacia el infierno.

Primera experiencia del pequeño infiel. Cómo el morbo pudo más y en un cine xxx dio su primer paso hacia el abismo del cual no puede ni quiere salir.

Yo jamás imaginé serle infiel a mi esposa. Yo creí que cuando me casase sería fiel por toda la vida, qué iluso que era. Nunca le había sido infiel a ninguna de mis parejas anteriores; sin embargo, el morbo le llega a todos en la vida. El morbo te hace cambiar por completo. Te hace ser alguien que no conoces.

Mi primera vez no la esperaba, fue sin querer... Todas las veces posteriores que he sido infiel sí lo he planeado, he planificado, he escogido a la "víctima"; pero la primera vez no fue así. Yo soy de la Ciudad de México y esta primera aventura ocurrió en el mes de abril de 2013.  Yo tenía menos de un año de haberme casado. La primera protagonista de estos relatos es Rocío.

En aquel entonces yo tenía unos 24 años, Rocío 21. Nos llevabamos muy bien. Era una chica otaku, le encantaban los pokemon,íbamos a convenciones, a comer a lugares japoneses, a jugar videojuegos. Conocí muchos lugares con ella, y con amigos en común. Sin embargo, ella tenía gustos que para mí eran extraños en aquel momento: le encantaba ver porno con gente con botargas, el hentai por supuesto; una de sus fantasías era acudier ella con su novio a un cine xxx, pero no se animaba a decirselo. Entonces, debido a la confianza que teníamos, me pidió que la acompañase. Yo, que ya conocía esos lugares de muchos años atrás, me negué muchas veces. ¿Por qué? Porque en esos cines hay muchos homosexuales que buscan tocarte, que buscan darte sexo oral; y es muy incómodo para uno estar en esa situación. Fue tanta su insistencia que decidí aceptar la invitación. No recuerdo la fecha, pero sí recuerdo el lugar de la cita: metro Bellas Artes.

Recuerdo todo como si hubiese sido hace un momento: acudí con mi señora a llevarle de desayunar a la escuela donde trabaja y me fui camino al trabajo. Bueno, eso fue lo que le inventé. Ya había pedido con anticipación en el trabajo un día de vacaciones, para escaparme todo el día con Rocio, esperando que sólo fueramos al cine, después a comer y no pasara nada más. Cuando me encontraba con mi mujer, me sentía sumamente nervioso: me temblaban las manos y sudaba mucho, me sentía impaciente. Ese es uno de los primeros errores que tuve: la impaciencia, el mostrar nerviosismo. Si muestras nerviosismo, tu mujer se va a dar cuenta de todo. Ellas tienen un sexto sentido, porque son más observadoras que tú. Ocurre que mi mujer me encontró extraño y me preguntaba qué tenía, por qué estaba sudando, por qué temblaba un poco; pero ya que ella tenía que seguir trabajando no me prestó mucha atención y me dejó ir a "trabajar". Por suerte, con la experiencia, toda la impaciencia desaparece. Aún existe el miedo de ser descubierto, pero también es la adrenalina de hacer algo prohibido y morboso.

Aún recuerdo a Rocío ahí parada esperaándome en el metro. La saludé con un gran abrazo y le dije "Vamos al cine". Caminamos y me llevó por una ruta que desconocía. No era la ruta de los cines que yo había frecuentado años atrás. Llegamos al famoso Cinema Río. Yo no conocía los relatos que se hablan acerca de este cine. Acudimos a la zona de Parejas. Rocío me pidió un momento para ir al baño. Se tardó mucho tiempo, mucho tiempo... 10, 20 minutos tal vez. Finalmente salió, yo pensé que había ido al baño y algo salió mal, pero más adelante comprendí de qué se trataba todo. Solamente entrar al cine, vi algo que nunca olvidaré: las butacas completamente a oscuras, arriba proyectándose una pelicula con muy  muy bajo sonido, casi no lograba escucharse; y en las butacas del costado izquierdo, una pareja teniendo sexo. El hombre sentado en la butaca, la mujer dandole la espalda dandose una sentones como si quisiera matarse. No puede ser, nunca nunca imaginé ver a una pareja teniendo sexo, nunca imaginé ver eso. Pensé que iba a ser como cualquier cine que ya había visitado. Me sorprendió... y cuando volví en mí, ya estaba caminando hacia una butaca tomado de la mano por Rocío. No sé en qué momento me tomó de la mano. Nos sentamos en una de los asientos, en la fila del costado derecho... Mis ojos se acostumbraban a la oscuridad. Trataba de ver a la pareja que estaba teniendo sexo, giré mi cabeza para ver hacia el fondo y vi que toda la parte de arriba, estaba completamente llena, pero las personas no hacían nada.

Le comenté a Rocío lo sorprendido que estaba, nunca imaginé que sí existieran cines como los había visto en las películas. Y ella con su voz tierna y coqueta me dijo:

- Oye, y no quieres practicar un poco?

Madre del santisimo dios! Esa frase hizo que mi pene, que si ya estaba despierto por ver a la pareja teniendo sexo, lo hizo despertar por completo. Estaba nervioso. no pensé siquiera en mi mujer en aquel momento. Solamente me acerqué a Rocío y empecé a besarla tiernamente, mientras ella acariciaba mis piernas y mi pene por encima del pantalon. Pasé mi mano por su espalda y la meti bajo su blusa. Nunca me imaginé que esa pequeña mujer fuera la que me iniciara en este mundo. Ella tenía a su novio y yo tenía a mi esposa. Esa pequeña mujer, quizas 1.50m de estatura, cabello corto y negro, un rostro tierno, pechos pequeños, caderas amplias, que besaba muy bien, tenía unos labios muy carnosos... me dejé llevar por completo. Empecé a sentir mucha adrenalina, por que sabía que así como a la pareja que yo miraba, ahora me miraban a mí.

Sentía cómo Rocío empezó a tratar de bajarme el cierre, a quitarme el cinturon. Yo le ayudé a desabrocharlo... me bajó el cierre del pantalon, sacó mi pene y empezó a masturbarme. Sin decirme nada, empezó a darme sexo oral... El mejor sexo oral que había recibido en mi vida, yo no sé si fue por lo buena, por la adrenalina o por los nervios, por el miedo de que mi mujer me llamara por teléfono para saber cómo estaba. Solamente atiné a cerrar los ojos, inclinar la cabeza hacia atrás y empecé a escuchar pasos... eran personas que estaban subiendo las escaleras para llegar a la parte trasera del cine. Cerré los ojos porque no quería tener contacto visual con las personas, de repente escuché que justo a un lado de nosotros se pararon... Rocío ni se inmutó. Seguía dandome sexo oral. Yo con la cabeza inclinada hacia atrás, sabiendo que esas personas se nos quedaron mirando "en primera fila". Escuché a una mujer decir:

- Uff, qué rico!

Siguieron caminando y escuché cómo se instalaron justo en las butacas que estaban detrás de nosotros. Rocío se incorporó. Desabotoné su blusa... y ahí comprendí por qué había tardado tanto en el baño. Se había puesto un conjunto de encaje negro. Se quitó la blusa, se quitó el pantalon  (se veía tremenda, maldita sea!). Recuerdo esa escena y no puedo evitar tocarme. No quiero hacer comparaciones con mi mujer, pero... cada persona con quien he estado ha tenido un cuerpo precioso, hermoso; y ese cuerpo juvenil, ese cuerpo de una chica de 21 años siéndole infiel al novio, esas carnes duras, esa carne suave. Me acerqué a sus pechos y empecé a besárselos. Ella empezó a gemir. Bajé mi mano hasta su entrepierna y sentí cómo la tanga estaba completamente húmeda. Tenía un olor penetrante. Me chupé los dedos, hice a un lado la tanga con la mano y empecé a mastubarla (por dios! qué rico!). Traté de meter un dedo y estaba completamente apretada.

Me separaé de sus pechos para besar su cuello, mientras no paraba de masturbarla. Ella soltaba pequeños gemidos, gemidos tiernos, gemidos con su voz de niña; hasta que finalmente ya no pudo más. Me aventó contra la butaca, sacó un condón de su bolsa, me lo puso en el pene. Yo estando completamente sentado en la butaca, ella me cabalgó... y empezó a cabalgarme muy muy rico. Qué vagina tan apretada, tan caliente, tan húmeda! Solamente escuchaba cómo rechinaba el asiento... ella me decía frases suaves, tiernas, con esa voz de niña:

- Así, qué rico papi. Ayy, tienes la verga bien rica

Recordé a la pareja que se encontraba justo detrás de nosotros. Volteé hacia atrás y ahí estaban mirándonos un señor de unos 50 años con bigote y una mujer de unos 40 años tal vez, con un vestido blanco que dejaba ver que no llevaba nada de ropa debajo. Aquí es donde yo digo que el morbo te mata: ser infiel por primera vez, ser infiel en donde muchas personas te están mirando, con unas personas detrás de ti mirándote, haciendo comentarios acerca de lo que estás haciendo, cogiéndome a una niña más chica que yo...

Estaba Rocío cabalgándome, apretándome el pene con sus músculos vaginales. Mientras ella hacía eso, yo le amasaba los pechos, se los apretaba, se los chupaba. Finalmente la agitación, la exitación y el morbo pudieron más... Acabé.

Cuando ella se quitó, sostuve contuve el condón con mis dedos para que no se saliera nada del contenido, sentí toda la humedad que me había dejado encima de mí. Me quité el condón, lo aventé...Ella me pasó un poco de papel y me limpié. Se sentó en la butaca de al lado y me detuve a mirarla: tus semblante tierno, su conjunto de encaje  negro. Cuando voltée a ver a la pareja, ya no estaban. No me di cuenta en qué momento se cambiaron de lugar.

Me arreglé, me vesti, me incorporé un poco...y nos pusimos a ver la película pero Rocío me dijo

- Yo quiero más. Tienes la verga distinta a la de mi novio y me gustó.

Mujeres, a los hombres nos matan sus palabras! A pesar de que recién había terminado, mi pene volvió a ponerse semierecto. Le dije:

- Es que no vengo preparado, no traigo condones.

- No te preocupes - me respondió -, yo traigo más.

Y nuevamente hizo lo mismo que al principio. Desató el cinturón, me bajó la bragueta, sacó mi pené y empezó de nuevo con el sexo oral. Con sus labios carnosos hizo que me pusiera al 100 completamente. Me puse el condón y le dije "Ponte en 4". Se puso de perrito sobre la butaca mirando hacia toda la gente que estaba arriba... y me introduje en ella. Qué escena! Esta primera vez me marcó por completo para todas mis posteriores aventuras. El hacer la tanga hacia un lado me encanta, el morbo, la adrenalina, el peligro, el cumplir cosas que nunca imaginé... Miré a las personas que estaban hasta el fondo, bajé la mirada y ahí estaba completamente a mi disposición. Empecé a metersela suavecito. Todos los hombres saben que el segundo round duele, pero duras más. La tenía en 4. Solamente escuchaba sus pequeños gemidos:

- Más, así por favor. Más, métemela más.

Al recordar estas palabras, recordar el modo suave y tierno en el que las decía provoca que me prenda mientras escribo este relato. Mirando hacia abajo, viendo ese cuerpo pequeño... nada a comparación de mi mujer. Esos quejidos que no eran gritos, la humedad bajando por mis testiculos, empezar a bombearla más y más y más y más fuerte. Nuevamente escuchaba el chirrido de los asientos. Ver a la gente allá mirándonos... nunca más he vuelto a tener sexo en público (pero claro que quiero repetirlo).

No aguanté mucho nuevamente. Lo dicho, el maldito morbo me afectó. Entonces, saqué mi pene... acabé fuera de ella y dentro del condón. Esto es algo de lo que no me enorgullezco ya que no pude hacerla acabar. Hoy en día, con toda la experiencia que tengo, estoy seguro que sí podría hacerlo. En aquel entonces, era muy inexperto en todo: en el sexo, en el modo de ocultar cosas, en el modo de crear mentiras para poder escaparme.

Me senté nuevamente en la butaca. Rocío me quitó el condón y lo aventó justo donde había aventado el primero y me dijo

- Ya no traigo condones, pero quiero más.

Maldita sea! Estuve a punto de decirle que lo hicieramos nuevamente pero sin condon, mas tuve miedo de embarazarla. Y dicho y hecho: dos años después de esto que les cuento, ella se embarazó. No de mí, sino de su novio de toda la vida.

Me limpié el pene. Ella ya tenía que irse, así que entre risas, besos y abrazos, salimos del cine. Nos acompañamos hasta el  metro. Yo me fui para el trabajo para simular que sí había acudido. Ella se fue para su casa... Pasó un año para volver a verla y volver a estar juntos, pero esa ya lo contaré en otro relato.

Nunca olvidaré ese primer beso que nos dimos en el cine, ese beso con el que nos despedimos y ese beso con el que inició mi segunda vida. La segunda vida de este pequeño infiel.