Roberto y Alex. 1. El comienzo.
Alex es un chico de 26 años, tímido y algo vergonzoso, que conoció a Roberto, un hombre de 30 años, de complexión fuerte y mentalidad decidida, en una famosa aplicación de citas. Aunque ya se han visto unas cuantas veces, nunca han podido ir muy lejos, pero el momento ha llegado
Llevaban mucho tiempo con ganas, desde el principio hubo química entre ellos, como una llama que surgió de repente con gran fuerza. Aunque se habían visto ya unas cuantas veces, nunca habían ido más allá de unos cuantos besos, algún roce discreto y a veces, no tan discreto, pero por desgracia, por el momento no habían podido hacer mucho más.
Sin embargo, esta vez parecía que iba a ser diferente, por fin iban a poder reunirse en un sitio los dos solos, y ambos sabían con seguridad que iba a pasar esa noche.
Quedaron como siempre en la misma plaza concurrida de la ciudad, rodeados de un millar de desconocidos que iban y venían sin parar.
En cuanto se vieron, se saludaron como siempre, riéndose mientras Alex se sonrojaba y bajaba la cabeza algo avergonzado, sin ningún motivo especial más allá de su timidez. Aunque se habían visto unas cuantas veces, aun tardaba un poco en romper el hielo y dejarse llevar, sin tener en cuenta miedos y vergüenzas varias.
Como siempre, recorrieron juntos un conocido parque de la zona y cubiertos por las ramas y hojas, se besaron con ansia, como si no lo hubieran hecho en años. Cada vez que se veían el hambre iba a más pero siempre tenían que cortarlo para no dar el espectáculo a las personas que pasaban por allí.
Esta vez les costó mas que nunca separarse, como si no pudieran hacer frente al magnetismo que los impelía a mantenerse juntos, notando el calor y el roce que se ofrecían el uno al otro. Por fin, después de un buen rato, prosiguieron el camino, Alex con el rostro enrojecido y Roberto con una sonrisa encantadora, como si fuese un niño al que han pillado con las manos en la masa.
Después de un rato de recorrer la ciudad, prosiguieron el camino hacia el coche de Roberto, mientras Roberto le abría la puerta caballerosamente a Alex, haciéndolo enrojecer de nuevo, como si no lo hubiera visto nunca. Antes de entrar Roberto acerco hacia si a Alex, y mirándolo a los ojos, lo besó de nuevo, mientras con sus manos recorría su cuerpo, ya tembloroso por el contacto. Antes de que el beso fuera a más, Roberto se separó y entraron al coche.
En cuanto Roberto aparcó el coche, volvió a besar a Alex, de nuevo algo sonrosado por la vergüenza. Los besos se fueron prolongando, aumentando en intensidad, hasta que se separaron jadeando ligeramente.
Cuando bajaron del coche, fueron caminando hasta el portal, mientras Roberto agarraba a Alex de la cintura, manteniéndolo cerca de él, mientras despacio pasaba los dedos por debajo de su sudadera, rozándole la piel del vientre. Alex se estremeció con un escalofrío por la frialdad de sus manos, pero se pegó más a él, como ajustándose perfectamente a la forma de su cuerpo.
-Te tengo unas ganas, pequeño, que no me puedo aguantar-. dijo Roberto en un susurro. Alex solo pudo bajar la cabeza, con las mejillas rojas de vergüenza. Ante esa muestra de timidez, Roberto le agarro con la otra mano, atrayéndolo delante, y pegándose a él, le dio un beso lento y profundo, que hizo que Alex se derritiera de placer, tanto que sus propias piernas perdieron fuerza, manteniéndose en pie gracias al abrazo de Roberto.
Un momento después, entraron por fin al portal de la casa, y mientras esperaban a que llegara el ascensor, Roberto no dejaba que Alex se alejara de él lo más mínimo, recorriendo con los dedos la goma elástica de la ropa interior de Alex.
Una vez entraron en el ascensor, Alex se situó al fondo de este, apoyado en los espejos, como si de repente le faltará el aire. En cuanto se cerró la puerta, Roberto se giro y puso ambos brazos a los lados de Alex, juntándose fuertemente contra él, encerrándolo en la esquina del ascensor con su propio cuerpo. Desde tan cerca, Alex notaba la dureza que se escondía en los pantalones de Roberto, que frotaba contra el con maliciosa intención. Alex tragó saliva, y Roberto soltó una risita. Pero entonces, el ascensor llegó a su destino, y ambos se separaron para salir del mismo. En cuanto abrió la puerta, Roberto cogió a Alex de la mano y lo llevo dentro del piso, que a esas horas estaba a oscura, solo iluminado por las farolas de la calle.
- ¿quieres tomar algo? - le dijo Roberto mientras se dirigía a la cocina.
-No, gracias- respondió Alex en voz baja.
-Espérame en el salón si quieres, no tardo nada, en lo que me cambio de ropa. Esta al final del pasillo, no tiene perdida. - dijo riéndose Roberto, mientras entraba en la cocina y abría la nevera.
Alex se dirigió al salón, sentándose en un extremo del sofá. Un momento después Roberto entro por la puerta, vistiendo un pantalón gris de chándal y una camiseta de manga corta, que dejaba ver el vello que cubría sus brazos. Sin la sudadera, Roberto parecía aun mas grande lo que ya era, incluso sacando más de una cabeza a Alex. Roberto se sentó en un sillón al otro lado del sofá, para decepción de Alex, que bajó la cabeza avergonzado.
-No te enfades pequeño, solo quería picarte un poco. - Roberto se levantó y tras dejar una lata de cerveza en la mesa, se sentó en el sofá, dejando algo de espacio entre ambos.
- ¿Así está bien? ¿O prefieres que me ponga algo más cerca? - susurró Roberto, con una sonrisa en los labios. Alex asintió tímidamente con la cabeza, y Roberto se pegó todo lo posible a Alex, poniendo su mano sobre la pierna de él, que dio un respingo involuntario.
-Así mejor. - dijo Roberto al oído de Alex, mientras pasaba un brazo por los hombros del chico.
-Ahora si que no me voy a contener. - dijo Roberto con una sonrisa maliciosa, al tiempo que besaba a Alex, prácticamente echándose sobre él, como aprisionándolo con su cuerpo.
Alex, respondió al beso, lo que provoco que Roberto se encendiera aun más metiendo sus manos bajo el trasero de Alex, y atrayéndolo todo lo posible hasta él. Alex se agarró a él como pudo, rodeándole la espalda con sus brazos. Estuvieron un tiempo devorándose a besos hasta que Roberto se separó, y contemplando el cuerpo de Alex, tendido a lo largo del sofá.
-Déjame ver qué puedo hacer por ti. Dijo Roberto mientras empezaba a soltar la cinturilla del pantalón vaquero de Alex. De un tirón le bajo el pantalón casi por completo y en cuanto le libero de ellos, se acercó rápidamente a la entrepierna del chico, olisqueando como un perro la ropa interior del chico, gruñendo con satisfacción ante el olor del chico, limpio y suave.
-Hueles muy bien, pequeño- dijo Roberto, mientras Alex permanecía quieto como un animalillo asustado. Roberto pasó un dedo por todo el frente de los calzoncillos blancos del chico, que se estremecía ante el menor roce. Al poco tiempo una pequeña mancha se formo en un extremo de este. Con un dedo, presionó esa parte, haciendo que Alex diese un respingo. Sonriendo, Roberto acerco su nariz a esa zona y tras olfatearla cuidadosamente, relamiéndose ante el olor que ahora salía del chico, sacó su lengua y recorrió toda la mancha, que no dejaba de crecer ante los atentos cuidados que este le ofrecía.
El olor del precum de Alex estaba enloqueciendo a Roberto, que no tardo en sacarle también la ropa interior, dejándolo únicamente con la camiseta roja que llevaba cuando se vieron. Roberto sonrió satisfecho, y con la lengua y dio un par de lametones a la punta, que salto como un resorte ante el contacto con su húmeda lengua. Alex soltó un pequeño gemido, lo que animo a Roberto a seguir con su pequeño juego, y siguió recorriendo toda la longitud del miembro, que no dejaba de manar pequeñas gotitas transparentes, que rápidamente era succionadas por la boca de Roberto. Después de unos cuantos minutos que volvieron loco de placer a Alex, Roberto se paró y acercándose al muchacho, compartió los fluidos que había ido recogiendo, que Alex fue degustando ansiosamente, dejándose llevar por la fuerza de Roberto.
-Es tu turno. - dijo Roberto, mientras se quitaba la camiseta en un par de segundos, mostrando así un pecho ancho y lleno de vello oscuro y rizado. Alex se acercó tímidamente a él, y como previamente había hecho Roberto, acercó la nariz al vello que cubría los pectorales de Roberto. Al contrario que él, Roberto despedía un fuerte, aunque agradable aroma a sudor, que lleno las fosas nasales de Alex, que como embriagado por el aroma dio un tímido lametón a los pequeños pezones de Roberto.
Siguió recorriendo los pectorales con la lengua, llegando hasta el límite de las axilas, donde metió la nariz hambrienta, hasta que Roberto, satisfecho, soltara un profundo suspiro, mientras Alex lamia los vellos brillantes por el sudor, llenándose de ese profundo aroma que tanto le excitaba. Sin dejar de hacerlo, Alex, dejando llevar por el calor y el sudor que desprendía el cuerpo de Roberto, fue recorriendo la superficie de los pantalones de Roberto, tratando de agarrar el miembro por encima del pantalón. Como si un hambre insaciable lo cegara, Alex se lanzó en picado a aflojar el nudo que cerraba semejante tesoro.
-Tranquilo, que hay suficiente para que quedes satisfecho- soltó Alex ante las ansias del muchacho.
Ayudándole a sacarse el pantalón, Roberto termino de quitárselo, recostándose en el sofá, mientras disfrutaba con la atención que Alex le proporcionaba tan magníficamente. Alex hundió la cabeza en la entrepierna de Roberto, absorbiendo el penetrante olor que despedía, mucho más fuerte y afrodisiaco que el de las axilas. Roberto no tardó en facilitarle el camino a Alex, quitándose el bóxer y dejando libre un rabo de unos 20 cm, del que colgaban dos grandes pelotas recubiertas de un espeso vello oscuro. El rabo salió despedido, impactando contra la mejilla de Alex, dejándole un pequeño hilo que lo unía a tal portento de la naturaleza.
La imagen dejo sin habla a Alex, que solo pudo tragar saliva ante tal espectáculo para la vista. Ante la parálisis de Alex, Roberto agarró con decisión la cabeza de Alex, y lo acerco a su rabo, que ya brillaba ansioso por recibir la boca del chico.
Alex despertó del trance en que se había sumido y se abalanzó con ansia hacia la cabeza hinchada, lamiendo con hambre, provocando que Roberto soltara un sonoro gemido. Alex comenzó a tragar aquel rabo, dejándolo lleno de babas, a medida que trataba de recorrer más y más la totalidad de este, mientras Roberto le marcaba el ritmo con la palma de la mano. En un momento, Roberto sujetó con fuerza la cabeza de Alex, llevándolo hasta el límite de sus capacidades, hundiendo la polla hasta que traspaspasó la campanilla, dejando la nariz del chico hundida entre los rizados pelillos que coronaban su polla. Lo mantuvo así unos momentos, contemplando extasiado el rostro del chico que hacia visibles esfuerzos por alojar semejante miembro en su estrecha garganta. Cuando por fin lo soltó, Alex se sentó, jadeando pesadamente, mientras un hilillo de saliva colgaba de su boca abierta.
-No lo haces mal, pequeño, pero ahora me toca a mí. Voy a hacerte ver las estrellas- dijo Roberto, que le dio la vuelta, tumbándolo a lo largo del sofá, y sin pensarlo ni un instante hundió la cabeza entre los cachetes del culo del chico, que estaban recubiertos por un vello mas fino y claro que el suyo. Aspirando con lujuria los olores que de allí emanaban, hundió la lengua en el agujero del chico, que soltó un agudo gemido, notando como la lengua de Roberto trataba de hacerse un hueco en el estrecho y caliente agujero del chico. Sin dejar de mover la lengua para tratar de introducirla más y más, con las manos, separo los cachetes, admirando la vista que tenia ante sí, y dando un cachetazo volvió a hundir la lengua, que por fin consiguió atravesar el enrojecido anillo.
Cuando lo dejo brillante de babas y rojo por los numerosos cachetazos que le propinaba, se tendió sobre el chico, colocando su rabo entre los cachetes del muchacho y moviéndose lentamente, pringando aun mas el agujero con los fluidos que continuaban manando del miembro hinchado.
- ¿Te gusta? ¿Quieres que continue? -dijo Roberto con una voz profunda al oído de Alex, que solo pudo asentir, pues tenia la cabeza enterrada entre los almohadones del sofá.
Dándole la vuelta, levanto las piernas de Alex, llevándolas a sus hombros, y acercando su boca a la suya, le dio un profundo beso, al tiempo que con la mano apuntaba la cabeza de su rabo al cerrado agujerito del muchacho.
Con un empujón consiguió hacer pasar la cabeza por el agujero, que se resistía palpitando ante la intrusión. Alex pegó un pequeño grito, que rápidamente ahogo Roberto con otro beso. Deteniéndose unos momentos, para que el chico se acostumbrase a su longitud, comenzó a morderle el cuello, dejando marcas rojizas a su paso, pero consiguiendo así que el agujero cerrado fuera abriéndose poco a poco, clavando centímetro a centímetro de su rabo en aquel agujero estrecho y palpitante. Cuando por fin hizo tope, Alex soltó un gemido bajo, seguido de un susurro ahogado.
-Ya esta toda dentro. Me vas a destrozar con ese culito tuyo, aprieta como si me quisiera dejar seco. -dijo Roberto con la mirada clavada en los ojos el chico. - quieres que comience a moverme dentro de ti. - continuo Roberto.
-Si, por favor…, hazlo, no puedo aguantar más…-dijo Alex con los ojos prácticamente en blanco.
Como alentado por la respuesta, Roberto inicio un vaivén lento, sacándola casi por completo y volviendo a clavarla profundamente en Alex, para que se acostumbrase mejor a su grosor. Poco a poco el movimiento fue acelerando, al mismo tiempo que los gemidos de ambos se entremezclaban en el salón.
Roberto lo embestía profundamente, ensartando a Alex, que gemía cada vez más fuerte, clavándole las uñas en la espalda a Roberto, como si no pudiera aguantar dentro de sí mismo.
El movimiento fue haciéndose más rápido, mientras Roberto ya bufaba con un gruñido grave y profundo. Con la mano recorría el miembro de Alex, que no dejaba de gotear pequeñas gotitas. Cuando llegó el momento en que Alex explotó sobre el pecho de Roberto, y junto con las contracciones que estrujaron aun más el miembro de Roberto este acelero sus acometidas y se corrió en el interior del muchacho, soltando numerosos chorros de esperma, densos y calientes, hasta que se desplomo sudoroso sobre el chico, cubriéndolo con su propio olor. El muchacho respiraba pesadamente, como en un estado de inconsciencia y Roberto lo volvió a besar, arrebatándole el poco aire que odia reunir.
-Me has dejado seco, muchacho, pero seguro que en un rato soy capaz de volver a reventar ese culito tan rico. - dijo Roberto mientras jadeaba sobre el chico.
-Una y mil veces, me has destrizado, y sigo queriendo más. - dijo el muchacho, ya olvidada toda vergüenza y lo atrajo hacia si, besándolo de nuevo.
-Las que hagan falta hasta que caigas rendido y seas totalmente mío, esto no ha hecho más que empezar. - dijo Roberto mientras lo abrazaba, cubriendo su cuerpo con sus peludos brazos, deseándolo aún más que al principio.