Rindiendome al placer ante tu ausencia...
Que hacer cuando mi cuerpo agoniza, reclama y desea tenerte? sólo imaginar que eres tu quien me dá lo que tu ausencia no puede ofrecerme...
El cuerpo reconocía aquel olor las sensaciones hacían que poco a poco se olvidara de su entorno, de nuevo volvían a reaccionar sus pezones, ese tan común cosquilleo entre las piernas y el ligero pero insinuante vaivén de la cadera.
Un suspiro la inundo por dentro, el cerrar suave y despacio sus ojos la hacía recordar aquellos momentos en los que llego a tener el cuerpo de ella a su lado, la maravillosa e inefable experiencia de compartir caricias, besos, movimientos, gemidos y palabras de aliento sobre la misma cama con aquella mujer.
Desabotonó lentamente la blusa, era una de las pocas veces en las que utilizaba ese tipo de ropa. Sus manos, las mismas que habían recorrido el cuerpo de su amada que hoy extrañaba acariciaban discretamente su estomago.
El calor se hacía más intenso la ropa comenzaba a estorbar, sus manos cobraban vida propia al escuchar la voz de sus recuerdos, los tan comunes ruidos de placer que con un simple roce hacían que la chica que la acompañaba en el placer creara imágenes difusas ante sus pupilas movimientos sugerentes que la incitaban a continuar.
Llego ese sobresalto al tocar sus senos, jugar con los mismos pezones erectos que minutos antes pedían sus caricias y atención la impresión recibida hace algunos minutos le indicaban que iba por buen camino que más le importaba si no olvidarse por unos minutos de el cruel panorama que la vida le presentaba?.
La ropa desapareció, al menos la exterior arqueo la espalda, era necesario quitar el estorbo del bra sin dejar de acariciar llego a su espalda que muchas veces fue bendecida gracias a los besos de sus labios y su voz reaccionó haciendo que en el cuarto se escuchara un ligero gemido de placer sus piernas respondían, es magnífico como el cuerpo por si solo sabe cómo reaccionar, no? Abriéndose poco a poco y dejando que la humedad llenara por completo su ropa interior.
Con su mano izquierda dirigiéndose lentamente a su boca para después llegar a sus pezones presionar y acariciar los mismos senos que extrañaban esas sabias caricias de la dama que ahora le rompía el corazón por no encontrarse allí, mientras con la derecha se dirigía al monte de Venus, haciéndose un ligero paso entre sus labios y reconocer el relente que aparecía en su sexo.
De nuevo sus ojos oprimidos y el labio inferior enclaustrado entre sus dientes aquel rostro que demostraba gozo las caricias eran interminables, queriendo redescubrir su cuerpo una vez más, el vaivén de su cadera era apasionado, poderoso, glorioso.
El contoneo de su baile la hacía soñar despierta, soñar con ella, renacer de aquellos recuerdos que la consumían poco a poco, la vehemencia de sus extremidades la obligaban a revivir aquellos momentos, los mismos que ahora utilizaba para poder satisfacerse por sí sola aquel sofá, la cama en la que había practicado varias posturas, muriendo ante un orgasmo y renaciendo con ese tierno beso, diferentes sensaciones todas llenas de excitación y placer al cambiar el ritmo, intensidad o forma de acariciar su clítoris.
Su mano llena de lubricante, la entrepierna rebosante del mismo, respiración agitada acompañada por gemidos una boca sedienta sus besos, un cuerpo gritando en silencio la necesidad de tenerla a su lado, una danza diluida entre suspiros, sollozos, murmullos y gritos de satisfacción.
Esas manos delicadas tomaron vida propia, era fácil confundir esas dos extremidades con las de ella, eran tan parecidas, los mimos sabían perfectamente donde tocar, que intensidad llevar pero sobre todo, el tiempo exacto en el que debían estar en el interior.
El roce interior intensificó las sensaciones, ahora no hacía falta tomar aquellas imágenes, solo era esperar el momento preciso en el que su cadera se levantara, aquel instante en el que los espasmos se hicieran presentes, la misma contracción gloriosa que fabricaba ese grito reprimido haciéndola vivir esa pequeña muerte que llevaba grabado un solo nombre, el de aquella mujer que se había llevado todo menos su recuerdo.
Vivir y agonizar morir y disfrutar vacio y presión saciedad y frustración miles de sentimientos, emociones y alucinaciones en pocos minutos, disfrutando del clímax y pereciendo ante el deleitándose lentamente de las consecuencias que había tenido tan intenso orgasmo, su recuerdo y su olor en las sabanas.
Dos diminutas lagrimas rodando por sus ojos, siempre ha sido curioso que ante las cosas que llegan a lastimar simplemente derrame dos gotas sintiéndose complacida, viva y cansada pero al mismo tiempo vacía, deshecha y afligida
El silencio logro escuchar la frase que culminaba aquella sesión de autodestrucción, sadismo y satisfacción "creo que es hora de continuar con esta vida que no me hará olvidarla "