Revoloteando en la verga de mi Esposo

Continuación de Revoloteando en la vagina de mi mujer. Esta vez la protagonista es la mujer, y relata la experiencia de ella, al ser ahora la de diminuta estatura. Empieza justo donde termino el anterior.

Continuación de "Revoloteando dentro de la vagina de mi mujer". Les aconsejo leer ese relato primero si quieren entender este. Gracias por sus comentarios y buenas calificaciones ^^!


Lo tome con cuidado, y lo recosté sobre mis pechos. Se sentía bien tener a mi hombre descansando en mis tetas, me daba una excitante sensación de poder. No podía creer lo que había ocurrido esa noche, la sensación de sentirlo escarbar y juguetear en mi vagina fue lo más placentero que había sentido nunca. Me quede dormida mientras el me masajeaba lentamente los pechos con sus diminutas manos.

Al otro día, me desperté sobresaltada. Sentí un golpe en mi pecho, y vi que mi marido había crecido un poco de tamaño, media ahora unos 30 cm.… pero aun continuaba creciendo! Lo deposite en el suelo y me pare a su lado. Su cuerpo continuo creciendo hasta que llego a su estatura normal… pero no se detuvo! Continúo aun el incesante engrosamiento de sus partes. Yo estaba un poco asustada, no sabía cuanto más iba a crecer. Podía aplastarme contra las paredes o algo.

Me aleje lo mas que pude, pero llego un momento que el crecimiento paro.

Su tamaño era de unos 10 metros, y apenas si cabía en la enorme habitación, estando un poco doblado. Seguía dormido, por lo que podía ver. De pronto vi algo que me dejo boquiabierta. Estaba completamente desnudo, por lo que se le podía ver la verga. Y que verga! Ese enorme embutido debe haber medido por lo menos un metro y medio. Colgaba "a media asta" , tumbado en el suelo, como si estuviera dormido.

La magnificencia de ese gran pene de más de un metro me puso como loca. Me acerque con nerviosismo, y lo comencé a tocar. Se sentía caliente y algo blando. Con un poco de esfuerzo pude levantarlo entre mis brazos, y lo abrasé. Su aroma me quedo impregnado en el cuerpo, y con cuidado le pude correr el cuero, dejando la cabeza al aire, imponente. Note como el flujo de sangre empezó a emanar de la base del enorme tronco de carne, y la cabeza se comenzó a hinchar delante de mis ojos. En este momento vi que mi marido me estaba mirando, así que le dedique una lamida a su glande. El me sonrió, y apretó los músculos de su pelvis, lo que hizo que su verga se erectara un poco mas violentamente. Yo me aferre a ella con fuerza y comenze a lamerle la punta. Sentía como le temblaba el falo con esto, y de echo, se erecto tanto que me costaba trabajo sostenerla. El se puso de espaldas, con las rodillas dobladas para poder hacerse espacio en la habitación. La verga apunto al techo, y yo quede casi colgando de ella. Me subí entonces entre sus piernas dobladas y un poco abiertas, y tenia ante mi sus dos enormes testículos, y su verga apuntando al techo. El aroma de aquel lugar era tan intenso que mi concha se comenzó a mojar. Me escabullí por debajo de sus testículos, y estando prisionera debajo de estos comencé a acariciar ambos, mientras lamía el pliegue que había entre ellos. Note como vibraba su verga, y su cuerpo en general por cada una de mis caricias. Entonces me escabullí aun más, y frote todo mi cuerpo con fuerza en la zona que queda entre los testículos y el ano. Note como apretaba las piernas, y las abría y cerraba, gimiendo. Mis caricias continuaron, y note que mientras le dedicaba estos movimientos el estaba acariciando su verga. También el calor estaba aumentando en esa zona, se podían ver sus testículos sudados, y ese sudor me tenía a mi loca. Comencé a masturbarme ahí mismo, con sus testículos presionándome los pechos y la cara.

Luego de un tiempo en aquel placentero lugar, abandone el preciado sitio.

Me subí encima de el. Vi como me miraba con la mirada perdida, y una sonrisa boba pegada en la cara. Su verga estaba rojísima, y se podían hasta escuchar los latidos. La abrasé fuertemente, y quede un poco impregnada de sus líquidos. Camine por encima de su estomago entonces, hasta que llegue a su pecho. El me miraba sin decir nada. Mi tamaño actual era más o menos el de su cabeza. Me acerque a su cara, y de inmediato el comenzó a sacar su lengua. Le sonreí, y el metió su lengua entremedio de mis piernas. El húmedo órgano me cubría toda la entrepierna y un poco mas, y el comenzó a moverla rápidamente, me chupetiaba como si fuera un muy rico helado. Sentía como la punta de su lengua intentaba abrirse paso por mi vagina, la misma vagina que antes le había resultado una enorme cueva, era ahora muy pequeña para introducir su lengua completa. Pero con la punta de la misma logro hacerse paso entre mis piernas, y comenzó a lamerla con furia. En ese momento yo comencé a gritar de placer. La humedad de se lengua tocaba toda mi vagina al mismo tiempo, y eso me tenia loca. No podía aguantar ese movimiento. El apuraba el vaivén de sus movimientos lingüísticos, y yo casi no podía estar de pie. Entonces el comenzó a lamerme entera, no solo la entrepierna, si no que además lamía mis dos senos al mismo tiempo. Yo comencé a reír de placer, y el seguía agarrando mi panocha y luego mis senos. Yo ya estaba toda húmeda de su saliva.

Después no pude aguantar más el equilibrio, y caí. Pero el lo noto, y me metió la lengua con fuerza por entre las piernas, y la doblo hacia arriba agarrandome el trasero. Entonces quede ahí, firmemente agarrada en su lengua, y sentía como realizaba pequeño movimientos musculares que me tenían loca. Me dejo en su pecho denuevo, y entonces vi denuevo su enorme embutido que era su verga. Estaba rojísima, toda humedecida. Entonces pensé que esa hermosa verga me lo estaba pidiendo a gritos. Volví denuevo al foco de su placer, y comencé a frotar mi cuerpo en su verga. La abrazaba desde arriba, y la envolvía con mis piernas, subiendo y bajando. Note como dio un primer sacudon, su cabeza latió con fuerza. Me puse entonces en la parte de abajo de su verga, y tenia para mi sola todo su glande. Comencé a lamerle el frenillo con furia, mientras con las otras dos manos abrazaba su roja cabeza, que por cierto estaba toda viscosa por sus líquidos, y yo ya estaba toda empapada en ellos, así que mis brazos se movían con libertas por el duro miembro. Seguí así, mientras el gritaba de placer, y note como hacia esfuerzos sobrehumanos por no eyacular. Comencé entonces a frotar la verga entera con mi cuerpo, mientras lamía su glande y acariciaba su frenillo. Entonces note como comenzó a poner rígido todo su cuerpo. Yo me acosté entre sus piernas, en sus muslos arrodillados, y el entonces tomo su verga palpitante con su mano y comenzó a masturbarse frenéticamente apuntando hacia mí.

Y ahí estaba yo, masturbándome también, sintiendo su sudor en todo mi cuerpo y viendo como movía frenéticamente su enorme y gruso miembro justo delante de mi cara. Parecía una poderosa maquina a vapor trabajando a toda potencia, a punto de explotar.

Y entonces ocurrió. Un potente chorro de caliente semen impacto en mis pechos, con una fuerza tal que me produjo un excitante dolor. El esperma se esparció por todo mi cuerpo, y dejo empapada mi cara. Después de ese vino un segundo chorro igual de caliente, y este me llego directo a la boca. En ese momento me vino mi orgasmo, y con el cuerpo empapado en semen, comencé a frotármelo por todas partes, como tomando un baño en el. Me sentía muy caliente, sobretodo por que el semen lo estaba. Un tercer y débil cuarto chorro terminaron que el delicioso coctail que bañaba todo mi cuerpo. Me quede un rato ahí, revolcándome en su semen, entre sus piernas. Note como el ya había relajado sus músculos, y la verga ya se había deshinchado.

Me acosté entonces en su paquete, usando sus testículos como almohada, y los acariciaba suavemente. La puerta del dormitorio entonces se abrió de golpe.

Era la Empleada, que se quedo boquiabierta en el marco de la puerta. Ella venia a hacer el aseo todos loe jueves. Y ayer era miércoles.