Revoloteando dentro de la vagina de mi mujer.
Un experimento me encogio dejandome de una altura de 10 cm. En este estado, mi gigantesca mujer sintio un orgasmo como nunca lo habia sentido, dejandome juguetear dentro de su vagina.
Los experimentos de este tipo no eran muy comunes. Pero descubrirlo seria mi boleto a la fama, al reconocimiento mundial y a la fortuna. Yo era un científico destacado, y con solo 28 años me había logrado abrir caminos entre las grandes mentes de mi país. Trabajábamos en un proyecto ultra secreto, un dispositivo capaz de reducir la materia de tamaño sin alterar sus características en lo más mínimo, y también el proceso inverso. Hacerlo resultaba relativamente sencillo, pero lo que nos ponía problemas era realizarlo con materia orgánica con personas y animales. Este salto es el que revolucionaria la industria del transporte, pero no habíamos sido capaces de realizarlo hasta esa noche.
Yo me encontraba trabajando solo en mi gran casa, donde tenia destinada una gran área como laboratorio. Llevaba bastante tiempo tratando de resolver y darle sentido a las ecuaciones que me impedían encoger a las personas, y me sentía con bastante impotencia. Me había llevado el prototipo de la maquina a mi laboratorio para poder trabajar con ella, pero yacía aun inútil sobre mi escritorio.
Fue entonces cuando ocurrió. Me pareció realmente una revelación divina, pero me di cuenta de la solución. Un pequeño detalle que había dejado pasar. Rápidamente hice los cálculos y por fin había llegado a algo con sentido. Podría funcionar!. Introduje rápidamente los valores a la maquina, y me dispuse a probarlo. Entonces me di cuenta que no tenía ningún animal para hacerlo: hace días habían muerto mis últimas ratas de laboratorio en un experimento. Se me ocurrió probarlo conmigo mismo tenia bastante experiencia reduciendo objetos y el proceso no era difícil de revertir. Es mas, la mayoría de las cosas reducidas volvían a su tamaño original luego de un tiempo, por la natural búsqueda de los átomos de volver a su equilibrio. Apunte la maquina hacia mi persona, bastante emocionado, y la active. Un haz de luz morada me impacto, y sentí como se agitaban todas las partículas a mi alrededor sin embargo, nada ocurrió. Yo me sentía un poco extraño, pero estaba del mismo porte. Desilusionado apague la maquina, y me dirigí a dormir. Otro dia más sin tener éxito en la gran disputa. Me recosté en la cama pensando porque no había resultado si todo tenia lógica. Pensando en esto me quede dormido.
Deben haber pasado 30 minutos, cuando me desperté al escuchar el auto de mi mujer fuera de la casa. Recordé entonces que vendría bastante estresada de una junta, así que lo mínimo era relajarla con una buena fornicada. Quería sorprenderla, así que me dispuse a levantarme. Pero había algo raro. La cama parecía ser más grande, de hecho tuve que caminar para poder llegar al borde. Fue entonces, al mirar un espejo que había alado, que me percate del echo: ¡Me había encogido¡ Pude calcular que media aproximadamente 10 centímetros. Por fin todas esas noches de desvelamiento habían dado sus frutos.
Me puse a saltar de alegría, cuando mi mujer abrió la puerta de la habitación. Al parecer ella tenía las mismas intenciones que yo, porque entro lentamente y llevaba la ropa en las manos, mostrando una ajustada ropa interior.
Su primera reacción fue ponerse a gritar. Se dio cuenta después de unos cuantos minutos de histeria que el diminuto personaje de 10 centímetros sobre su cama era yo.
Me tomo un rato calmarla, y luego le explique todo, que el efecto no podía durar mucho y que lo había buscado toda mi vida. Nos reímos un poco de cómo seria la vida si yo me quedara así para siempre. Fue entonces cuando se me ocurrió la idea.
Ella estaba sentada alado mío, a unos 30 centímetros. Entonces al verla así, gigantesca, y sexy, me comencé a excitar. Sus pechos se veían como dos enormes montañas, y su trasero presionado en la cama parecía una hermosa duna. Mi calentura llego a tal punto que se lo comente, y a ella pareció gustarle. Le dije que ya que estaba así, podríamos aprovechar de hacer algo nuevo distinto. Ella estaba algo nerviosa, pero se acostó. Entonces me puso encima de su estomago. Se estremeció un poco al sentirme, pero sentía como se había comenzado a excitar. Camine hacia las enormes montañas que eran sus pechos, y al llegar a la parte de abajo del sujetador, me comencé a abrir paso entre ellos. Eran bastante suaves por lo que puede pasar cor facilidad. Me sentía en el paraíso jugueteando entre sus pechos, en su sostén. Abrase sus enormes pezones, y note como estos se comenzaban a endurecer, y ella soltaba unos suaves gemidos. Ella se saco el sostén, y las abundantes tetas se desparramaron, dándome libertado para jugar con ellas. Note como se había comenzado a retorcer, y llevaba una mano a su concha. Le dije que no hiciera nada que ese trabajo me correspondía a mí. Me deslice hacia la cama, y le pedí que se pusiera de espaldas, y abriera las piernas. Me subí entonces en su espalda, y me dirigí a sus enormes nalgas, que parecían dos montes. Me arrastre por entremedio de ellas, sintiendo su firmeza y tenacidad. Juguetee un poco por esa zona, y sentí entonces el delicioso olor a concha que me llegaba de la enorme vagina de mi mujer. Me deslice por sus glúteos, y caí justo delante de ella. Ahí estaba delante de mí la hermosa hendidura , llena de un exquisito aroma que me volvía loco. Note como se humedecía, y comencé a acariciar los bordes. Mi mujer se retorcía de placer, y su vagina se humedecía más y más. Comencé entonces a pasarle la lengua por los pliegues de sus labios, y acariciarlos. Pero esto ya lo hacia instintivamente, ya que me había vuelto loco de excitación. La cavidad se contraía y abría con los movimientos involuntarios del placer de mi mujer, y entonces decidí a entrar.
Me deslice entre sus ya húmedos y viscosos labios, y ella soltó un grito de placer. Acariciaba y lamía sus líquidos , y me absorbía un aroma vaginal tremendo. Ella me aprisionaba suavemente con sus contracciones al gemir. Estaba ahí revolcándome de placer en su húmeda cavidad, cuando sin notarlo agarre su clítoris con una mano, desde el mismo interior de su vagina. Ella soltó un grito y la apretó fuertemente, casi afisxiadome. Me pidió disculpas, y que por favor lo hiciera denuevo. Comencé entonces a acariciarlo, y ella se retorcía completamente, bañándome con sus jugos vaginales. Note como se ponía roja su piel, y ella ya estaba llorando y riendo al mismo tiempo, retorciéndose y gritando. Yo no podía estar mas caliente, ahí, besándole el clítoris y sintiendo como ella parecía estar teniendo varios orgasmos al mismo tiempo. Saque mi ya erecta verga y comencé a masturbarme rozándola con su clítoris.
Estuvimos así un buen rato, ella me dijo que sentía fuego en toda su vagina, que no terminara nunca. Al tener ya ella su último orgasmo, me saco cuidadosamente con sus manos, y me miro sonriendo. Tenia la cara roja, y lagrimas en los ojos. Comenzó a lamerme la entrepierna con la punta de su lengua, y en realidad pasaba a llevarme las piernas y el estomago. Eyacule fuertemente en su lengua, estando todo húmedo en una mezcla de su saliva y sus jugos vaginales. Me recostó en sus pechos nuevamente, y quedamos así , un buen rato, hasta que los dos nos quedamos dormidos. Yo estaba acurrucado entre sus dos enromes almohadones que eran sus senos.
Me desperté al otro día, y al parecer me ya había pasado el efecto de mi maquina, ya que desperté en el suelo de mi habitación. Pero había algo raro yo no había vuelto a mi tamaño original era mas grande! Note que apenas cabía en la habitación, y había empujado todos los muebles. Entonces sentí un gran cosquilleo en mi verga. Vi a mi mujer abrazada a mi verga a medio erectar, que eras más o menos de su mismo porte. Me sonrió y le dio un lametón a mi glande.