Revivir un corazón muerto 4

Tome sus manos sin pensarlo, mis sentimientos eran los que estaban al mando, pegue mí frente a la suya sin dejar de verla a los ojos. –Te amo. –Dije. –Siempre lo he hecho. –Agarre su rostro y sin poder contenerme bese sus suaves labios.

Verla dormir era algo maravilloso, porque sabía que, aunque disfrutaba de su mundo de fantasías en sus sueños, despertaría y volvería a mí.

Cinco días habían transcurrido, desde el momento que Raven despertó al  fin luego de dos largos meses. Estaba sumamente feliz, ella era una persona muy especial; aunque no me lo había dicho sabia que sufría mucho, lo notaba por la forma en que a veces se abrazaba a sí misma, como tratando de unir los pedazos de ella con sus brazos.

Había llegado el momento de Raven abandonaría el hospital, y estaba aquí esperando que despertara, contemplando su belleza. Era realmente hermosa, parecida a una ninfa del bosque, era una musa, mi musa, la que me inspiraba a seguir respirando cada día.

Nunca antes había sentido nada así de fuerte por ninguna persona, incluso no lo había sentido ni siquiera por Daniel. No lograba entender como una mujer me hizo sentir todas estas cosas. Aunque quisiera decirle, me da terror que no lo comprenda, es muy posible porque yo aun no lo hago, odiaría que esto la alejara de mí. También estaba el hecho de que ella sufría por alguien más y a pesar de que no hablaba sobre eso, estaba segura que había alguien en su vida que amo mucho y ya no está, yo no podía competir con el recuerdo de nadie, era mucho más difícil que hacerlo con una persona real.

-¿En qué piensas?- escuche su voz, estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no note que ya había despertado.

-En nada. –respondí sonriéndole.

-Nadie puede no pensar en nada. –Me contradijo, era muy terca y siempre quería que le dieran respuestas a sus preguntas, no hacerlo la ponía de mal humor. Aunque ella nunca respondía a mis preguntas.

-Pensaba en todo lo que ha pasado desde el momento que cruzaste la calle sin mirar. –dije, el momento que cambio mi vida para siempre, el momento que trajo a Raven a mi vida.

-Bueno estuvo mal que me arrollaras, pero… -Se detuvo y sus mejillas se encendieron en rojo carmesí, no continuo hablando, no pude lograr que me dijera que era lo que cayó abruptamente, ella era como una coraza no podías penetrar en su cabeza, ni siquiera podía leer lo que pensaba a través de sus expresiones.

-Te he traído ropa, es mía no estoy segura de que te quede. –dije entregándosela y saliendo de la habitación para que se cambiara.

-Ya puedes entrar. –Escuche unos momentos después, desde afuera de la habitación, cuando entre me miro y dijo. – ¿En serio?, ¿en qué clase de mundo bizarro y surrealista tu y yo podemos usar la misma ropa? Me siento como pulgarcito en la ropa del gigante de las habichuelas mágicas.

-Pero como eres de ocurrente, no sé como haces para decir esas cosas, sin siquiera pensarlas. –comente sonriendo.

-Es la verdad, sabes que soy bajita y tu mides como 2 metros. –respondió, poniendo los ojos en blanco. –Además este tipo de ropa solo se te ve linda a ti, que eres así como una especie de rockstar.

Pensaba que me queda linda la ropa, mi pulso empezó a acelerarse cuando lo dijo. –No digas tonterías te ves muy hermosa pulgarcita, ven que te ayudo a doblar el ruedo de tu pantalón. –Me agache y empecé a acomodarle el pantalón para que no lo pisara al caminar.

-Estoy realmente feliz de salir de aquí, pero ahora tendré que volver  a mi soledad. –dijo. –Y tengo mucho miedo de volver porque sé que cuando regrese el dolor acabara conmigo para siempre.

Se me hizo un nudo en el estomago al escucharla decir eso. –¿Por qué lo dices? –Pregunte. -¿Qué es eso tan horrible que te sucedió y de lo cual no quieres hablar?

-No es que no quiera hablar, simplemente no puedo, duele mucho. –No es lo que esperaba, pero al menos era algo. –Cada vez que intento hablar o recordar el dolor me incapacita.

-Deberías buscar a alguien que te ayude con eso. –dije, estaba mucho más preocupada ahora, porque sé que sufría mucho más de lo que yo suponía.

-Si tal vez, pero ahora no quiero pensar en eso. -Dijo de forma cortante.

Íbamos de camino a su casa en mi carro, ella me guiaba, decía donde debía girar, o que calle tenía que tomar para llegar, ella me hacia muchas preguntas de cosas que ya le había contado en esos dos meses que estuvo inconsciente. Su expresión cambio mucho cuando le conté mi historia con Daniel y Alana, creo que sintió pena por mí, pero cuando le dije que ya no lo amaba y que solo quería que él y mi hermana sean felices, me regalo una gran sonrisa de esas que ella solo sabe dar y que me dejan petrificada, tuve que centrar toda mi atención a la carretera o podríamos estar de vuelta al hospital, porque esa era una sonrisa capaz de generar el mas horrendo accidente automovilístico “Me alegra que no estés más triste” había dicho, yo quería gritarle que lo había superado gracias a ella, pero me mordí la lengua y en su lugar dije.

-Ya sabes cada aspecto de mi vida, ahora dime ¿Podre averiguar algo sobre ti? –Tenía una mirada dudosa, cerró sus ojos y al cabo de unos segundos pregunto. –¿Qué te gustaría saber?

-Me dejaras preguntar. –Estaba anonadada no pensé que accedería a que le preguntara algo.

-Solo tienes diez preguntas, si una no puedo contestártela en este momento la pasare, pero te prometo responderla cuando este lista.

-¡Mira! –Exclamo. –Ese es el edificio donde vivo. –Dijo señalándolo. –Vamos puedes estacionar en mi puesto, total yo no tengo carro.

Entramos al edificio y ella fue por el conserje, para que le diera una copia de las llaves de su vivienda.

Entramos a su apartamento, era pequeño y curioso, tenía muebles muy retro combinados con lámparas y mesas vanguardistas, era una especie de fusión entre lo nuevo y lo viejo; lo que llamo más mi atención fue un cuadro muy grande, destacaba sobre todo lo demás en la pared blanca.

Era realmente un cuadro muy hermoso, parecía la silueta de una mujer sentada a la orilla de la playa, con un gran vestido vaporoso que se fundía con las olas que se aproximaban a la arena, la mujer observaba una gran luna redonda y brillante, en el horizonte se podía distinguir una ciudad lejana con todas sus luces encendidas; eso no parecía un cuadro en absoluto, estaba muy lleno de vida, parecía una ventana donde podía vislumbrarse eso, como si de verdad sucediera.

Raven me miraba expectante, esperando que le diera mi opinión sobre su casa, la mire diciendo: -Bien es muy curioso tu hogar, no imaginaba que seria así.

-¿Ah no? ¿Cómo te lo imaginabas entonces? –Me pregunto Raven arqueando las cejas.

-No sé, así no, pero no sabría decirte como, tú no me has dejado conocerte para saber o adivinar tus gustos. –Dije y ella me sonrió.

-Cuando me conozcas veras que no soy tan interesante y te irás. –Dijo Raven, solo pensé que estaba muy loca no podía ni imaginar una realidad donde no estuviera para ella, con su mirada de crepúsculo me había cautivado, no podría alejarme, dar un paso sin que antes lo diera ella.

-Tengo diez preguntas para conocerte. –Dije rectificando que ella lo había dicho y no lo había imaginado.

-Las tienes. –Coincidió  ella.

-¿Te gusta el Arte? –Pregunte. –Lo digo por esa pintura. –Dije señalándola. –Es muy hermosa ¿De quién es? Me refiero al pintor.

Raven miro la pintura e inmediatamente me dio la espalda y se cubrió el rostro con las manos, sollozaba sin parar. Quede paralizada, no imaginaba el motivo por el cual se había puesto así de mal. Corrí a abrazarla y ella escondió su rostro en mi pecho y se quedo ahí por un largo rato, yo solo le acariciaba y le daba pequeños besos en el cabello.

Luego de unos muy largos minutos, me miro y dijo: -Te parece si te respondo esa luego, pasemos a otra pregunta. –Dijo sonriendo, pero esa sonrisa era falsa no había alegría en sus ojos, por el contrario, prácticamente podía palpar el dolor que reflejaban.

No sabía qué hacer para distraerla, quería preguntarle cosas que la hicieran pensar en algo más, pero tenía miedo que cualquier cosa que preguntara la hiciera llorar de nuevo. Así que decidí ir por lo seguro y preguntar: -¿Cuál es tu color favorito?

Ella me miro a los ojos durante unos segundos, se ruborizo y bajo la mirada, yo estaba asustada pensé que volvería a llorar, si era así decidiría que no le preguntaría mas nada, ya la conocía lo suficiente para amarla no necesitaba saber más.

-No tengo un color favorito, me gusta un color más que el otro depende de cómo me sienta en el momento. –Dijo aun con la mirada en el suelo y las mejillas y el cuello rojos como un tomate.

Tenía una forma de pensar muy curiosa, y eso me encantaba, su comentario me hizo sonreír mucho y ella correspondió a esa sonrisa con una radiante, pero no era mi favorita y quería tenerla de vuelta.

-¿Cuál es tu color favorito en este momento?- Reformule mi pregunta

-Azul. –Dijo mirándome a los ojos de nuevo, me volví a sentir mal, ese es el color con el que representan la melancolía.

-Azul por tristeza. –Dije y ella me miro sorprendida y confundida, parecía que la tristeza no era el motivo por el cual le gustaba ese color hoy.

–No, no es por eso, pero ya no me preguntes el por qué no te lo diré, tal vez algún día pero no hoy. – Dijo. Eso me basto para sonreír tenía planes de seguir viéndome.

Raven me mostro toda su casa, a excepción de un pequeño cuarto que estaba cerrado con llave y no le quise preguntar que era, debía tener mucho cuidado con las preguntas que le hacía, no quería que reaccionara mal de nuevo, su casa estaba muy ordenada pero se notaba que estuvo vacía varios meses, todo estaba lleno de polvo, le dije que la ayudaría a limpiar pero no quiso, ella sí que era terca pero había alguien que lo era aun mas.

-¿Puedo usar tu baño? –Pregunte.

-Claro, ya sabes donde esta, te espero aquí sentada. –Dijo sonriendo, amaba sus sonrisas.

Cuando entre al baño marque el numero de Alana, sonaba pero no me contestaba, ella siempre estaba molestando por ahí todo el día y cuando la necesito no está. Contesto después de seis llamadas.

-¿Por qué no respondías? –Rugí.

-Hola hermanita de mi corazón, ¿Qué tal te ha ido? ¿Cómo te sientes? –Dijo Alana sarcásticamente. – ¿Se te olvidaron las normas de educación que me enseñaste?

-Lo siento, mi preciosa es que me desespere porque no respondías. –Dije.

-Ahora ves como me siento yo siempre. –Dijo Alana riendo a carcajadas. –Es muy desesperante.

Le dije a Alana como estaba la casa de Raven y que ella no dejaba que la ayudara a limpiar, pero no quería que lo hiciera sola porque recién salía del hospital – Quieres que vaya a hacerle de chacha. –Me dijo, aunque había sido en broma, acepto encantada, decía que quería conocer a su cuñada le advertí que no dijera nada de eso frente a Raven; Alana a veces podía ser muy indiscreta.

Cuando salí del baño, estaba ella hay sentada en su sofá, al verme sonrió y yo me quede colgada en esa sonrisa.

-Pensé que te habías desmayado. –Dijo.

-¿Hubieses venido a buscarme? –Pregunte ella me sonrió más aun y me dijo: -Es lo menos que podría hacer después que me cuidaste dos meses.

- Como no iba a hacerlo . -Quería gritarle, recordé que aun me quedaban nueve de diez preguntas.

-¿Cuál es tu comida favorita? –Pregunte, se que era algo muy trivial pero quería saber esos pequeños detalles sobre ella.

-Eso esta difícil, me gusta toda la comida. –Dijo riendo. –Podría comerme una vaca, bueno una vaca no, no me gusta la carne roja, siento que sabe a sangre y me da fatiga. –Hizo un gesto muy gracioso, no sabría como explicarlo, arrugo su nariz y torció un poco sus labios en señal de desagrado, ame es nuevo gesto de ella y trate de guardarlo en mi memoria para siempre.

-De verdad eres una persona muy curiosa. –Se me escapo, ella me miro de forma extraña.

-¿Y eso es bueno o malo? –Pregunto.

-Es realmente muy bueno, me gusta mucho a decir verdad. –Otra vez decía cosas que se supone que debería callar, Raven volvió a ruborizarse, nunca pensé que fuera tímida.

Ni ella ni yo dijimos nada en un largo rato, pero estar así no me molestaba, no era un silencio incomodo que debíamos llenar hablando y hablado, a decir verdad me sentía muy cómoda así, sentía su compañía aun mas. Sonó el timbre y ella miro extrañada hacia la puerta.

-Qué raro. –Dijo. –A mí nadie me vistita nunca. –Y se levanto a abrir la puerta, yo me levante y fui tras de ella.

Al Raven abrir la puerta hay estaba Alana con Daniel, al momento que los vi pensé que había sido muy mala idea, decirle que vinieran, no podíamos invadir la casa de una persona así porque si.

-Aurora ¿eres tú? Dios eres tan bonita. –Dijo Alana abrazándola. –Ahora lo comprendo mucho mejor. –Si había sido mala idea invitarla.

Daniel que aun estaba parado en la puerta me miraba disculpándose, Raven esta perpleja, me parece que no sabía cómo reaccionar.

-Raven ella mi hermana Alana, te hable de ella lo recuerdas, y el de Daniel. –Dije señalándolo. –Espero que no te moleste que los invite, es que no quería que estuvieras sola el primer día fuera del hospital, y Alana su nombre es Raven no Aurora.

-Ella para mí siempre será Aurora, la princesa que despierta con un beso después de su largo sueño. –Ahora si era verdad, necesitaba matar a mi hermana, sentía como la sangre me subía por el cuello hasta las mejillas e inmediatamente clave mi mirada al suelo.

Alana entro al apartamento antes de que Raven la invitara, lo reviso todo con la mirada, volteo a mirar a Raven y dijo: -Que casa más bonita tienes. –Raven le regalo una de esas sonrisas que me enloquecen a mi hermana y luego miro a Daniel que aun estaba parado fuera del apartamento y dijo: -¡Que mal educada soy! Pasa. –Retirándose de la puerta para que el entrara.

Alana vio el cuadro, al igual que a mi le llamo la atención, lo observo largo rato. –Qué lindo. –Dijo dirigiéndose a Raven; ella bajo la mirada se quedo callada durante unos segundos, me asuste pensé que volvería a llorar.

Raven se aclaro la garganta miro a mi hermana le dio una media sonrisa. –Gracias, fue un regalo. –Dijo. –Me disculpan un segundo. –Y se fue.

Alana me miro confundida. -¿Qué hice? –Pregunto.

-Ese cuadro, me parece que la pone triste, no hagas más comentarios sobre él. –Le advertí a mi hermana, ella me iba a replicar, pero en ese momento llego Raven y se quedo callada.

-Disculpen mi reacción. –Dijo Raven. –No estoy acostumbrada a recibir visitas, o a relacionarme con las personas, así que no sé muy bien cómo hacerlo.

-Está bien. –Dijo Alana tomándole la mano para darle a entender que no pasaba nada; me dio un poco de celos esa capacidad que tiene mi pequeña hermana, de ser tan abierta y expresiva con las personas.

-Así que tu eres Alana, tu hermana me hablo mucho sobre ti.

-Cosas buenas espero. –Dijo Alana mirándome.

-No por el contrario me dijo que eres un gran dolor de ovarios. –Dijo Raven sonriéndome y guiñándome el ojo, con ese simple gesto sentí como se detuvo mi corazón, sentí que no podía respirar. Daniel me estaba observando y rio con disimulo, Alana me decía algo pero no entendía nada, solo veía sus labios moverse sin emitir ningún sonido, en ese momento sentí que solo existía Raven y yo.

-Andrea. –Me llamo Raven. –Te sientes bien te pusiste muy pálida. –Daniel no pudo contenerse más y soltó una gran carcajada.

-Creo que está a punto de desmayarse. –Dijo Daniel, acercándose a mí me tomo por la cintura y me levanto como si solo pesara diez gramos.

-Acuéstala aquí. –Dijo Raven guiando a Daniel hasta el sofá.

-Si te pones así porque te guiña el ojo, creo que te infartaras, literalmente hablando si te besa. –Dijo Daniel en voz baja, solo yo pude escucharlo, burlándose de mí.

-Cállate. –Dije y él me dejo sobre el sofá.

-¿Estás bien? –Pregunto Raven acercándose mucho a mí, le hice un gesto de afirmación con la cabeza. –Te traeré agua. –Dijo y se fue a la cocina.

Cuando Raven salió de la sala Daniel le conto a Alana porque me había bajado la presión, y los dos me miraron de forma burlona y empezaron a reírse de mí, eran tal para cual, en ese momento me sentía tan avergonzada, esperaba que Raven no se hubiese dado cuenta. Ella volvió con un vaso de agua, me lo dio y yo me senté para beberlo, pobre se había preocupado de verdad, Alana también lo noto.

-No te preocupes Aurora, eso le pasa cada vez que deja de comer. –Dijo mi hermana refiriéndose a Raven. –Apuesto a que no comiste en todo el día, mira si te pasa cuando estés manejando y tienes un accidente. –Me riño Alana.

-Se llama Raven y deja de regañarme. –Dije de manera algo cortante, Raven rio disimuladamente y me miro con cara de hazle caso a tu hermana.

-Bueno vamos a comer entonces. –Dijo Daniel. -Alana y yo trajimos comida para todos ¿te gustan los raviolis? –Pregunto dirigiendo a Raven.

-Sí. –Dijo sonriendo y mirándome.

Fuimos al comedor, Alana y Daniel se encargaron de buscar todo para servir, nos dejaron en el comedor a Raven y a mí, no nos dejaron ayudar, porque según ellos estábamos convalecientes.

-Disculpa, por invitar a estos dos locos sin haberte consultado, se que fue un abuso de mi parte, tal vez te estamos incordiando. –Dije, queriendo locamente acariciar la mano de ella que estaba sobre la mesa.

-No, no me incordian, me gusta que estén aquí, he estado sola mucho tiempo. –Dijo tomando mi mano, su tacto cálido me genero una especie de electricidad por todo el cuerpo, ella retiro su mano de la mía tan rápido que no me dio ni un segundo para disfrutar más del calor que emanaba su piel.

Daniel y Alana regresaron y nos sentamos a comer, ellos estaban se veía muy felices, la pancita de mi hermana ya se notaba, se hacían broma entre ellos, se reían, se comunicaban con solo la mirada,  Daniel y yo nunca tuvimos nada de eso, él y mi hermana estaban destinados, siento un gran amor por ambos y me hace muy feliz, que se hagan felices el uno a otro. Raven que estaba sentada a mi lado, veía como los miraba, me dio un pequeño apretón en la pierna, para saber si estaba bien, la mire y le sonreí ella me devolvió un sonrisa más grande y supe que había entendido que me sentía muy feliz en ese momento. Terminamos de comer y nos quedamos sentados en la mesa hablando.

-¿Tienes hermanos? –Le pregunto Alana a Raven.

-Si tengo uno, se llama Héctor, pero hace mucho no lo veo ni a él ni a mis padres, es una larga historia. –Dijo Raven, Alana se dio cuenta que no podía seguir tocando ese tema, y se quedo callada generando un silencio incomodo, que Raven rompió.

-¿De cuantos meses estas? –Pregunto Raven a mi hermana.

-Acabo de cumplir los cinco meses. –Dijo mi hermana sonriendo y acariciándose la pancita.

-¿Ya saben el sexo? ¿Han pensado algún nombre? –Pregunto Raven con gran interés, mi hermana que era una egocéntrica, estaba feliz de ser el centro de la conversación.

-No sabemos aun el sexo, queremos que sea sorpresa, a mi me gusta el nombre de Valentina si es niña y Valentín si es niño. –Dijo mi hermana.

-A mí me gusta Antonella si es niña y Lucas si es niño. –Dijo Daniel. –Aun no lo hemos decidido.

-Valentín o Valentina, son nombres de origen latín, esos nombres significan lleno de salud o vigoroso. Antonella es  también de origen latín, significa la que es bella como una flor, y Lucas también es de origen latín, significa luminoso. –Dijo Raven.

-¿Cómo lo sabes? –Pregunto Alana sorprendida.

Respondí antes que Raven: -Le gusta leer sobre muchas cosas. –Raven me miro y sonrió esas fueron las mismas palabras que ella me había dicho a mí el día que despertó.

-¿Te dijo el significado de tu nombre? –Pregunto mi hermana entrecerrando los ojos.

-Así es. –Respondí.

-No es justo quiero saber también el significado del mío. –Dijo haciendo pucheros, Daniel, Raven y yo soltamos a reír.

-Tu nombre. –Dijo Raven. –Es de origen germánico, significa la reina de todos. –Mi hermana sonrió satisfecha y comento. -Mis papás sabían lo que hacían al nombrarme. –Ante su comentario todos volvimos a reír nuevamente.

-Tu nombre. –Dijo Raven dirigiendo se a Daniel. –Es de origen hebreo, significa justicia de Dios.

-¡Que hermoso! –Exclamo Alana dándole un pequeño beso en los labios a Daniel.

Así paso toda la tarde hablando de cosas, bromeando, Alana siendo indiscreta, varias veces tuve que patearla por debajo de la mesa, por los comentarios imprudentes que hacía, Raven estaba radiante cada vez que sonreía, y yo estaba feliz de poder estar aquí rodeada de la personas que amo.

-Oh es tan tarde. –Dijo Alana. –Ya deberíamos irnos.

-Tan pronto. –Dijo Raven.

-Si tú acabas de salir del hospital. –Dijo Daniel. –Deberías descansar un poco.

-Creo que ya he dormido lo suficiente en todo este tiempo. –Comento Raven.

-Ya lo creo. –Agregue.

Alana se despidió de Raven con un beso y un abrazo. –Vuelve cuando quieras. –Dijo Raven cuando se abrazaban.

-No le digas eso. –Dije. –O no podrás sacarla nunca más de aquí. –Raven sonrió ante mi comentario.

Cuando se fueron, sentí que era el momento de que me marchara yo también, no quería irme, quería pasar toda la noche a su lado y observarla dormir, eso me encantaba, era fascinante mientras dormía, hacia esos pequeños gestos con las cejas.

-Bueno. –Dije. –Creo que será mejor que yo también me vaya.

-Bueno. –Dijo ella con una mirada insegura.

-¿Qué pasa? –Desee saber.

-Nada. –Dijo. –Solo tengo un poco de miedo a estar sola, no quiero que regresen mis pesadillas.

-¿Quieres que me quede? –Me apresure a decir.

-No, ve a tu casa ya has hecho suficiente por mí, tu también duerme un poco, se nota que estas cansada, hoy te descompensaste. –Dijo ella.

-Bueno pero te dejare mi numero, si necesitas alguna cosa, me puedes llamar, no importa la hora que sea. –Dije, ella asintió como respuesta y sonrío.

Le di un beso en la mejilla para despedirme de ella, me acompaño hasta la puerta, salí del edificio con una enorme sonrisa en mi cara. Llegue a mi casa y me acosté un rato en la cama me quede pensando todo lo que había pasado hoy, en cómo me enloquecían cada uno de los pequeños gestos de Raven, en que quería saber cada vez mas detalles de sus pequeñas manías, como la de la carne y los colores, lo bueno es que me quedaban aun ocho preguntas, enumere cada una de las cosas que sabía de ella; luego me bañe y regrese a mi cama a recordar su sonrisa, su pequeña cara de asco y así me dormí con ella en mis pensamientos, aunque eso no era nada novedoso siempre estaba pensando en ella.

Me desperté y era sábado, no podía creer que había pasado la semana, prepare un vaso de café, me cambie y me puse ropa deportiva, luego me fui a correr un rato, tenía mucho tiempo que no lo hacía, pero lo necesitaba; cuando llegue a mi casa me había arrepentido de haber salido esa mañana me dolían mucho las piernas, me bañe con agua caliente y me vestí; tome mi guitarra y salí en el carro, los sábados me gustan ir en la tarde un rato a un fundación.

Anoche había esperado que Raven me llamara, pero no lo hizo, esta mañana tampoco, me sentí un poco desilusionada, tenía ganas de ir a su casa pero no quería ser molesta, pero las ganas de verla fueron más fuertes que cualquier otra cosa, llegue al edificio y me estacione. Estuve mucho rato ahí pensando si subir o no, al final subí, me pare frente a su apartamento y toque el timbre.

Cuando abrió la puerta tenía los ojos rojos como si hubiese estado llorando, aunque estaba hermosa, tenía un vestido estampado con flores, unas botas marrones de cuero que le llegaban a la rodillas, pero su tacón no era muy alto, un cinturón que hacia juego y el pelo lo tenía recogido con un trenza.

-¿Qué haces aquí? –pregunto muy sorprendida, me dio la impresión que no me quería ahí.

-Este… yo… pues estaba por aquí cerca y vine a ver qué tal habías amanecido hoy. –Respondí un poco avergonzada. –Lo siento si te moleste, tal vez no debí haber venido. –Dije le di la espalda para irme, me sentía realmente muy estúpida hay parada, que esperaba, que corriera a mis brazos al verme porque me presenté en su casa sin avisar.

-No. –Dijo ella tomándome de la mano. –Me sorprendiste, pero no te vayas, te llamaría mas tarde para pedirte que vinieras. –Luego de eso mis fuerzas y mi voluntad se derribaron y me deje llevar por ella.

Una vez dentro de su apartamento, ella me regalo una de esas sonrisas que me cortan la respiración. -¿De verdad ibas a llamarme? –Pregunte feliz.

-Sí. –Respondió. –Quería darte algo, pase toda la noche haciéndolo y parte de la mañana, recién lo acabo de terminar antes de que llegaras, espérame aquí un momento.

Me dejo ahí en la sala y se dirigió al comedor, llego a los pocos segundos con un gran sobre en sus manos, de esos donde se guardan planos y cosas así, estiro la mano hacia mi dándome el sobre, tenía las mejillas muy coloradas, yo lo tome y el corazón empezó a latirme muy fuerte y rápido.

-¿Puedo abrirlo? –Pregunte, ella solo asintió con la cabeza. Cuando lo abrí dentro había una hoja como de cartón, la saque para ver lo que era y me vi a mi dibujada sonriendo, era muy hermoso parecía una fotografía, había logrado captar esa luz que tenía mi mirada, y hasta tenia la pequeña cicatriz sobre mi labio. Ella estaba expectante, pero yo no podía hablar, ninguna palabra podría describir con exactitud lo mucho que me había gustado.

-Decir que me encanto, es poco; decir que esta hermoso es quedarse corto, no sé que debería decir. –Ella se rio ante mi respuesta.

-Esta fue la mejor manera que se me ocurrió para decirte, gracias por todo lo que hiciste por mí. –Dijo ruborizándose una vez más.

-Yo debería darte gracias por todo lo que has hecho por mí. –Dije.

-No he hecho nada por ti. –Dijo ella confundida. – Si solo supieras . –Pensé.

-Olvídalo. –Dije. –Vine a invitarte a un lugar, es donde paso mis sábados en la tarde, estoy segura que te gustara.

-Bueno, está bien, pero antes déjame ir a lavarme las manos. –Luego de haber dicho esto se fue dejándome sola de nuevo, yo volví a mirar el retrato, era tan hermoso, esto lo iba a guardar como el más preciado de mis tesoros.

Ella llego al cabo de unos minutos. Se había puesto una chaqueta de jean y tenía un bolso verde militar, no podía ser más perfecta de lo que ya era.

-¿A dónde iremos? –Dijo cuando estábamos es el carro.

-Es una sorpresa. –Me quede pensando en su dibujo. -¿Dónde aprendiste a dibujar así? –Pregunte.

-Es que estudio Artes Plásticas, estoy en mi último año y ahí nos enseñan ese tipo de cosas, aunque yo podía dibujar desde mucho antes. –Dijo mirando por la ventana del auto.

Seguimos en silencio hasta que llegue a la fundación, me estacione y le dije: -Llegamos. -Ella miro el lugar con curiosidad y pregunto: -¿Qué es?

-Este lugar es una fundación para niños de la calle, me gusta pasar aquí parte de mis sábados, traigo comida, ropa, no te imaginas la cantidad de necesidades que tienen. –Dije mirándola a los ojos. –Cuando Daniel y yo rompimos, sentía que me estaba muriendo, no quería hablar con nadie, solo quería estar acostada en mi cama sin que nadie, esperando la muerte. –Raven tenía la respiración contenida mientras me escuchaba.

-Una vez quise salir, tome las llaves del auto y empecé a manejar, estaba muy mal llorando, por casualidad llegue a este lugar, y esos niños me robaron el corazón, me hicieron ver que había peores cosas que terminar con alguien, y supe que podía hacer algo mejor con mi vida ayudándolos a ellos, en lugar que estar encerrada en mi casa esperando morirme en cualquier momento. –Continúe. –Y desde ese momento siempre vengo a este lugar.

Raven seguía mirándome y unas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, no quería que llorara. -¿Estás bien? –Pregunte alarmada, no me gustaba verla llorar, me hacía sentir muy impotente por no saber cómo detener sus lagrimas.

-Estoy bien. –Dijo secándose las lágrimas. –Es solo que me conmoví con lo que me contaste. Ojala yo tuviera tu fuerza para superarme. –Bajo la mirada.

-Estoy segura que esa fuerza está dentro de ti, solo que a diferencia de mi no has encontrado algo que te haga notarla. –Dije levantándole su rostro para mirarla a sus ojos color atardecer.

-Tal vez ya la encontré. –Dijo, no entendí lo que quiso decir, pero no me importaba en este momento solo quería estar así con ella.

Entramos a la fundación y los niños por supuesto la adoraron, pasaron los días y ella se convertía cada vez más en mi amiga, cosa que me hacia feliz y desdichada; feliz porque podía estar con ella y triste porque no lo estaba de la forma que me gustaría. Raven retomo sus clases en la universidad le faltaban cuatro meses para graduarse, consiguió otro trabajo, yo por mi parte seguía en mi rutina, iba a mi estudio fotográfico, en las tardes, y los sábados a la fundación; algunas veces Raven me visitaba en el estudio yo siempre aprovechaba para sacarle fotos, sus ojos eran una obsesión para mi, nunca había visto unos iguales, a ella no le gustaba que le sacara fotos, pero ya no me decía nada, algunas veces incluso me sonreía y esas eran mis fotos favoritas; ella seguía igual sufriendo por alguien que no me decía quien era, nunca hablaba de su pasado, aunque realmente eso no me importaba.

Una tarde de de junio, ya habían pasado dos meses desde que despertó, la fui a recoger para ir al baby shower de Alana, ese día estaba hermosa, ya estaba empezando el verano por lo cual hacía mucho calor, cuando Raven salió del edificio, vestía con un short de jean muy corto y una franela de gasa blanca un poco holgada, la tela de la prenda era semitransparente y podías imaginar su silueta a través de ella, tenía el cabellos suelto y le caía en ondas sobre los hombros y la espalda; estoy segura que mi mandíbula se cayó hasta el piso cuando la vi, al abrir la puerta del carro ya había recompuesto mi expresión, y me embriago con ese perfume cítrico limón que usaba.

Alana y Raven se habían hecho muy amigas, esa tarde pasaron mucho tiempo juntas, la reunión estuvo muy divertida, hubieron juegos, regalos, Daniel contrato unos mariachis para sorprender a Alana, mi hermana estaba muy feliz y yo también lo estaba por ella; cuando todo termino lleve a Raven a su casa, ella iba hablando sobre todo lo que hicieron, y lo lindo que sería el bebe de mi hermana. Me había dicho que hace mucho tiempo se había dejado de sentir tan sola, y que eso era gracias a mí, me llene de gusto al escucharlo. Cuando llegamos a su casa ella me pregunto si entraría, la verdad no tenía muchas ganas, cada vez era para mí más difícil contenerme y no besarla y decirle cuanto la amo, ella me dijo que si estaba cansada que no me preocupara, que podríamos vernos mañana, sonreí y accedí a subir unos minutos.

Cuando subí a su apartamento no hable mucho, solo la escuchaba y la observaba, guardando los pequeños cambios de su gestos en mi mente, para sacarlo y verlos de nuevo antes de dormir, ya sentía que no podía seguir así, sufría mucho al tenerla cerca y a la vez se sentía tan lejos.

-Andrea ¿Por qué  estas triste? –Pregunto, me sorprendió mucho esa pregunta, pensé que disimulaba bastante bien lo que sentía y que ella no notaba nada.

-No estoy triste. –Dije sonriendo.

-No me mientas, te conozco y puedo notar que te pasa algo. –Dijo sentándose a mi lado en el mueble. –Y no es desde horita hace mucho tiempo me di cuenta de que no estás bien.

En ese momento mis fuerzas flaquearon, y rompí a llorar, me sentía indefensa como una niña, ella se me acerco y me limpiaba las lágrimas de rostro con una mano y me abrazaba con la otra.

-¿Me dirás por que estas así? –Pregunto.

Me seque las lágrimas y trate de serenarme, luego de un rato se había deshecho un poco el nudo de mi garganta, me aclare la voz y dije: -Lo que me pasa es que me he enamorado de alguien que no me corresponde y duele mucho. –Ella endureció su expresión y retiro sus manos de mi.

-Esa persona debe estar loca, para no verte. –Dijo después de unos segundos. –Estoy segura de que cualquier chico, desearía estar con alguien como tú, eres como el sueño de todos.

Hay esta lo que me había temido siempre, que no entendiera lo que siento, porque era diferente a lo convencional, es normal supongo, a mi costó mucho entenderlo también.

-¿Y qué pasaría si esa persona de la cual me siento enamorada no es hombre? –Dije mirándola a los ojos, ella también me miraba fijo sin cambiar su expresión. -¿Crees que estaría mal sentir todo esto por una chica? ¿Pensarías que está mal?

Raven no decía nada, solo me miraba a los ojos, tome sus manos sin pensarlo, mis sentimientos eran los que estaban al mando, pegue mí frente a la suya sin dejar de verla a los ojos. –Te amo. –Dije. –Siempre lo he hecho. –Agarre  su rostro y sin poder contenerme bese sus suaves labios.

Sentí como se congelo al tacto de mis labios en los suyos, sabía que pagaría por esto, pero ahora mismo no me preocupaba, yo solo quería besarla, la empecé a besar tímidamente, pero al pasar los segundos mis besos se iban intensificando y se volvían más desesperados, ella aun no reaccionaba a mi beso, así que decidí mejor dejarla tranquila, cuando alejaba lentamente mi rosto del de ella, con el corazón roto en mil pedazos, ella me sujeto entre sus manos y nos quedamos así muy cerca, con nuestras narices rozándose y respirando el mismo aire, mirándonos a los ojos, después de unos segundos de tensión, ella cerro sus ojos y fue quien me beso.

Disculpen si tengo algunos errores ortográficos o de redacción, es que es muy tarde ya y estoy muerta de sueño, pero me sentía inspirada para continuar la historia de Andrea y Raven y no lo quise desaprovechar, espero que este capítulo haya sido de su agrado, y de verdad me alegro mucho de que les gustara mi historia, espero poder darles con más frecuencia las continuaciones de los relatos que he publicado y no los dejare en suspenso. Es solo que a veces escribir me recuerda algunas cosas realmente dolorosas, bueno gracias por leerme, le envió un beso gigante.