Revivir a un corazón muerto 2

Tome sus manos y le susurre al oído: -No te vallas, por favor vuelve, regresa, no te vallas. –estaba muy cerca de sus labios y no pude evitar besarlos, eran dulces y suaves, fue el beso más hermoso de mi vida

Tal vez no debía estar conduciendo en el estado que me encontraba, tan alterada, pero necesitaba escapar de todo. Las lágrimas corrían por mi rostro y no podía hacer nada para detenerlas, por más que lo intentara, en mi mente retumbaban sus palabras una y otra vez diciendo: -“Estoy embarazada”.

Claro debí haber imaginado que algo así ocurriría, debí prepararme para esto pues sucedería tarde o temprano; como dolía saber que la persona que más has amado y a la persona que le diste todo lo que tenías para dar, tendrá un hijo con alguien que no eres tú.

Intente serenar mi mente, no valía la pena sufrir por algo inevitable, necesitaba controlarme, baje la velocidad de mi auto y coloque algo de música baja con el fin de que ayudara a mejorar mi estado de ánimo; no sé bien en qué momento se cruzó una chica en medio de la calle, pero a partir de ese momento sentí que entre en un mundo surreal donde todo era agonizantemente lento.

-¿Pero qué haces? ¡QUITATE! –Grite aunque claro sabía que no me escucharía. Toque la bocina y ella volteo hacia mí, parecía perdida, desorientada, trate de frenar pero no logre hacerlo a tiempo, todo sucedió demasiado rápido para estar en cámara lenta. Me baje del auto a toda prisa, el tiempo parecía haber vuelto a la normalidad.

La chica que arrolle estaba ahí tirada en el suelo, sangrando por la nariz y la cabeza, a pesar de estar inconsciente note que era increíblemente bella, su vestido blanco aunque estaba manchado con sangre resaltaba su piel dorada que parecía haber sido besada por el sol, su cabelloen ondas caoba,caía como cascada hasta la mitad de su espalda, era tan delgada que parecía sumamente frágil.

-¡Por Dios que no esté muerta! –rogaba con todas mis fuerzas, su respiración era un poco débil pero estaba viva, observe su rostro y era increíblemente hermoso, tenía los labios rojos, delgados y a la vez carnosos, y unas lindas pequitas adornando su nariz.

No sabía que hacer, lo único que se me ocurrió fue montarla al auto, llevarla al hospital y llamar a mi hermana.

-Hola Alana. –Mi voz sonaba un poco deformada por la histeria.

-Andrea ¿eres tú? –Respondió mi hermana.

-Claro que soy Andrea, quien más te llamaría desde mi celular. –Mi respuesta fue algo agresiva pero en este momento no estaba para sus preguntas tontas. –Estoy en un problema, y uno grande acabo de atropellar a una chica.

-¿Cómo así que atropellaste a alguien? ¿Está muerta? ¿Estas presa? ¿Tengo que ir a la cárcel por ti? –Su voz sonaba aún más histérica que la mía.

-¡Cálmate si! –dije. –No está muerta, está en mi auto la llevo a la Clínica Central, hablamos ahora cualquier novedad te llamo de nuevo.

Al llegar me pare en la entrada del área de emergencia, oí que alguien me grito que no podía estacionarme ahí, aunque no le preste la mínima atención, me baje  del auto y corrí en busca de alguien que me ayudara, al entrar vi a una enfermera.

-Señorita. –dije a la enfermera, algo desesperada. –Necesito que me ayude, atropelle a una chica y esta inconsciente en mi auto, sangra mucho y estoy asustada.

Buscaron inmediatamente una camilla, la bajaron de mi auto y se la llevaron; al momento se acercó a mí la enfermera para que le diera los datos de la chica, no supe que decirle, no sabía quién era, ella solo se atravesó frente a mi carro y no tenía cartera, celular o algún documento que la identificara.

La enfermera se limitó a mirarme y preguntarme: -¿Usted se hará cargo de sus gastos?

-Por supuesto. –respondí, era lo mínimo que podía hacer después de haberla atropellado.

-Bien, entonces venga y me da sus datos. –dijo la enfermera.

Mi celular comenzó a sonar y la mirar la pantalla vi que era mi hermana, atendí la llamada –Ahora no Alana. –y colgué.

Estaba en una sala sentada esperando alguna noticia sobre el estado de la chica, necesitaba saber algo, esta espera era agonizante.

-¡Andrea! –escuche que alguien pronunciaba mi nombre sacándome completamente de mis pensamientos, voltee y era Alana quien me llamaba.

-¿Por qué no respondes mis llamadas? –demando saber.

-Shh, baja la voz recuerda que estamos en un hospital. –dije.

-¿Qué haces aun aquí? –pregunto mirándome directamente a los ojos como si tuviera el poder de asesinarme con su mirada.

-Espero noticias. –respondí tranquilamente y mire hacia otro lado, en estos momentos no estaba de humor para soportar a mi hermana.

-Bien espero contigo entonces. –dijo sentándose a mi lado.

Media hora después llego la enfermera, creo que su nombre era Miriam, diciendo: -Oh aquí estas.

-¿Cómo esta ella? –pregunte.

-Está bien. –respondió la enfermera. –No fue nada grave, solo un golpe fuerte en la cabeza y una fractura en la rodilla.

-¿Cómo que nada grave? Y dices que tiene todo eso. –Mi voz subió dos tonos más cuando decía esto.

-¡Andrea ya! Si dice que no es grave es porque no lo es, ¡no seas tan exagerada! –exclamo Alana volteándome los ojos.

-¿Sera que podría verla? –pregunte a la enfermera.

-Pero eso ya no será hoy, es tarde y estará en observación hasta que despierte. –respondió.

-¿Qué esta inconsciente aun? –pregunte alterándome nuevamente.

-Es normal. –dijo la enfermera tratando de tranquilizarme. –Recuerda que fue un golpe fuerte; por cierto ya avisamos a la policía, dimos su descripción física y de lo que llevaba puesto, por si alguien la busca pueda identificarla.

-Está bien. –fue lo único que me atreví a decir, me quede pensando en si debía decirles sobre la pulsera que tenía, se la quite porque estaba segura que valía  mucho y no quería que se perdiera, se la daría yo misma mañana cuando despertara y fuera con ella a disculparme por todo esto.

Alana por su parte le hablo un poco más bajo a la enfermera y vi cómo le introducía algo en el bolsillo de su uniforme mientras decía. –Sera que usted podría hacer algo para evitarles ciertas molestias a mi hermana.

La enfermera la miro perpleja, después sonrió y le guiño el ojo a mi hermana.

-No se preocupe, seremos muy discretos y su hermana no tendrá ningún problema se lo aseguro. -Dijo y se retiró. Mire a mi hermanamolesta.

-¿Qué? –pregunto ella al notar mi mirada.

-Sabes que odio cuando te comportas así e intentas comprar a todos. –Dije mirándola de manera seria.

-Solo trataba de protegerte. –se defendió.

-No necesito que me protejas. –proteste.

-Pues no lo parece. –dijo mientras se marchaba molesta.

No sé porque Alana siempre se comportaba así, era muy desagradable que hiciera eso a las personas que la rodeaban, aunque de que me quejo si toda su vida fue así, usaba el dinero para obtener todo lo que quería y cuando lo quería, incluyendo a las personas; siempre fue malcriada, caprichosa, egocéntrica, la niña consentida, aun así era mi hermana pequeña y la amaba con todas mis fuerzas.

A pesar de que ambas crecimos rodeadas de lujos, para mí el dinero carece de importancia, muchos de mis amigos decían que eso era porque nunca me falto nada, y por eso no me daba cuenta de su valor real, bueno sea lo que sea sigo pensando que el exceso dinero trae más problemas de los que resuelve.

Cuando llegue a mi casa me di un baño largo y reconfortante, intente dormir un poco, realmente lo necesitaba después del día tan pesado que había tenido, esa noche no dormí bien, soñé muchas cosas sin sentido, de un momento a otro las imágenes cambiaron. Ahora me veía corriendo muy rápido de algo o de alguien, llegue al inicio de un bosque donde había una mujer a la sombra de un gran árbol llamándome, a medida que me acercaba a ella, era reflejada por la luz del sol y podía distinguir mejor su silueta, cuando ya podía verla claramente hasta su nariz y estaba a punto de ver sus ojos desperté.

Apenas me senté sobre mi cama y aclare mis ideas, me di cuenta que la mujer del sueño era la chica que arrolle lanoche anterior. Me desperté más ansiosa por ella, quería saber cuál era su estado hoy, tal vez ya habría despertado; me prepare para salir, necesitaba pasar por el estudio y después iría al hospital.

Cuando iba en el coche pensé que lo mejor sería comprar una cajita para la pulserita de la chica, llegue a una tienda de regalos y compre una cajita blanca muy linda; al llegar a la clínica pregunte en recepción si sabían en que cuarto estaba la chica que fue atropellada anoche, cuando pedían información llego Miriam, la enfermera.

-Veo que regresaste. –dijo al verme.

-Si quería saber sobre la salud de la muchacha. –dije.

-Me doy cuenta, creo que deberías ir y hablar con el doctor que lleva su caso. –me dijo, yo solo asentí y no dije nada más. Miriam llamo al doctor y apenas el llego pregunte si podía verla, necesitaba disculparme.

-No creo que puedas disculparte, veras ella aun no despierta, sigue inconsciente. –me dijo el doctor y yo empecé a preocuparme de nuevo, como era posible que aún no reaccionara si ayer me dijeron que no le sucedió nada grave.

-Pero si ayer ella me dijo que no tenía nada grave, ¿Por qué aun no reacciona entonces? –pregunte no quería que le pasara nada, no podría vivir con la culpa y ya empezaba a imaginarme lo peor.

-Ya le hicimos tomografías, placas y otros exámenes más y en todos salió absolutamente bien, creo que su mente se está auto protegiendo de algo y por eso aún no despierta, lo hará cuando este lista. –dijo pero a mí no me convencía mucho.

-Pero ¿estará bien? –pregunte preocupada.

-Sí, solo espera que despierte, estaremos muy al pendiente de cómo avanza, si quieres puedes pasar a verla. –dijo y sentí un nudo en el estómago.

Cuando entre en la habitación estaba acostada, yo solo la observaba y le pedía a Dios que se mejorara y que saliera pronto de esto, aunque no la conocía en lo absoluto, sentía una especie de cariño hacia ella, supongo que era por verla tan indefensa así como estaba, y saber que yo era la culpable de eso. Pasaron 4 días desde la noche que la lleve al hospital y ella aun no despertaba, llegue a la conclusión de que ella no quería reaccionar; nadie había preguntado por ella en esos días, no podía creer que no tuviera nadie que la extrañara, decidí que no podíamos seguirla llamando “chica” o “muchacha”, así que desde ese momento la llame Aurora como la Bella Durmiente.

Todos los días iba a su habitación y estaba ahí con ella, llevaba una orquídea y la cambiaba por la del día anterior, había leído en internet y decía que había que hablar con las personas en su estado, a veces eso las ayudaba a despertar.

-Hola. –por primera vez desde hace 6 días que la conocí me atrevía a hablarle.

-No sé si puedes escucharme. –dije.

-Pero sé que estás ahí, en algún lugar y tienes que volver ya. –le decía a Aurora.

-No sé qué pueda suceder en tu vida, para que quieras estar en el mundo de tus sueños.

  • Pero sabes todos tenemos problemas, todos tenemos algún dolor. –mientras decía esto estuve a pocos centímetros de rozar su frente con mis manos pero me detuve y no lo hice.

-No importa cuán grande sea el problema que tienes, no puedes renunciar a vivir.

-Mírame a mí, no tengo padres, no sé si aún estoy enamorada de mi ex, que es un imposible; pero aun así sigo luchando no me rindo, porque sé que algún día me tocara mi momento de ser feliz. –dije y los recuerdos se apoderaron de mi mente.

Pasado hace 3 años atrás

Habían muchas personas ayudándome a vestir, mi hermana estaba en un rincón y miraba como me preparaba para la boda, yo estaba feliz aunque la felicidad no era completa, necesitaba a mi mamá para que me ayudara a vestir, y a mi papá para que me entregara en la iglesia, lamentablemente un accidente me los había quitado hace casi dos años atrás, lo bueno era que estaba con Daniel que me entendía, me amaba y ahora formaría una familia conmigo.

Todo era tal y como lo había soñado mi vida entera, el vestido, la recepción, todo; solo necesitaba a mis padres para que fuera perfecto.

Ya casi era la hora de salir y cada segundo me ponía más nerviosa, mi hermana quien me entregaría me decía que me calmara o me daría un infarto, y dejaría viudo al novio antes de tiempo, yo estaba en una habitación del hotel donde sería la boda, llamaron a mi puerta pregunte quien era y Daniel respondió que era él.

-¿Andrea estás sola? –pregunto.

-No Daniel, estoy con las chicas, no puedes verme hasta la ceremonia sabes que es de mala suerte. –le decía.

-Necesito hablarte un segundo, dile a tus amigas que salgan y nos dejen solos un segundo. -Dijo él.

-Bueno. –dijo Alana. –Salgan que los tortolos quieren estar solos.

-Ok. –dijo Patricia. –Pero no puedes ver a la novia, así que si quieres hablar con ella tendrás que dejar que te vende los ojos.

-Paty no seas payasa. -Dijo Daniel claramente molesto.

-Eso o nada. –insistió tercamente mi amiga.

-Está bien tú ganas. –se rindió Daniel.

Patricia vendo a Daniel, y después nos dejaron solos yo corrí a abrazarlo y a besarlo mientras decía: -Daniel te amo, no puedo creer que en unos momentos seré tuya de todas las formas existentes.

-Andrea escúchame un momento tengo que decirte algo muy importante. –dijo mientras se quitaba la venda.

-Amor no ¿qué haces? Es de mala suerte. –dije pero no me escucho.

-Estas muy bella hoy, más que cualquier otro día.

-Gracias, tú también estas hermoso. –conteste.

-Ven siéntate para que hablemos. –dijo y me tomo de la mano y me llevo hasta el borde de la cama.

-¿Qué paso? –estaba comenzando a asustarme.

-Sabes que eres una de las personas más importantes para mi ¿cierto? –pregunto.

-Y tú eres la más importante para mí. –dije sin pensarlo. –Te amo.

-No quiero hacerte daño, pero no puedo seguir engañándote, la verdad es que yo me enamore de alguien más y aunque a ti te quiero muchísimo no es lo mismo de antes, creo que lo nuestro es solo costumbre. –dijo y mis lágrimas empezaron a correr  por mis mejillas, no daba crédito a lo que escuchaba.

-Es una muy mala broma. –dije con la voz en un hilo.

-Andrea no es una broma, no jugaría con algo así, la verdad es que no quiero pasar el resto de mi vida a tu lado. –dijo y yo lo cachetee tan fuerte que me quedo ardiendo la palma de la mano.

-¿POR QUÉ ME HACES ESTO? ¿POR QUÉ ESPERASTE HASTA AHORA PARA DECIRME? ¿NO PENSASTE EN QUE SI ESPERABAS TANTO ME HARÍAS MÁS DAÑO? –gritaba y lo golpeaba con todas mis fuerzas, nunca me había sentido tan humillada, no quería que me viera llorar por él, en ese momento solo quería morirme, corrí lejos de ese lugar sin fijarme bien a donde iba, lo único real que tenía en ese momento era el dolor intenso que no me dejaba respirar.

Presente

-Ves después de eso tu vida no debe ser tan mala. –dije a Aurora.

-¿Sabes que es lo peor?

-Tal vez aun lo ame, no sé qué siento por él, por un lado recuerdo todo lo lindo que vivimos juntos y siento vértigo, y por otro lado lo desprecio por lo que me hizo; y ahora el tendrá un hijo con mi hermana. –dicho esto en mi mente volvieron a retumbar las palabras de Alana mil veces más diciendo –“Estoy embarazada”.

-Pero a ella no la odio, es mi hermanita y las personas no deciden de quien se enamoran, solo sucede y ya. –dije. –Quiero que sea feliz, es todo lo que me importa, creo que soy demasiado tonta, pero es mi forma de pensar.

Cuando Salí de la clínica me fui directamente a mi casa a dormir, pasaron varias semanas más y yo seguía con mi vida, pero ahora con la nueva rutina de visitar a Aurora a diario; cada tarde iba a verla y a contarle como me fue en el día, a leerle las noticias, la verdad es que me hacía mucho bien estar cerca de ella, me sentía libre a su lado, deseaba con todas mis fuerzas que despertara, quería ver la luz de sus ojos, escuchar su risa, su voz.

Una tarde estaba llegando al hospital y recibí una llamada de Alana.

-Andy. -Dijo cuándo conteste la llamada.

-Dime ¿Qué paso? –pregunte extrañada ella no acostumbraba a llamarme.

-Nada solo quería invitarte a cenar con Daniel y conmigo. –dijo.

Como yo no respondía nada pregunto: -¿Vendrás?

-Si está bien iré después que visite a Aurora. –dije.

-Bueno pero no te tardes. –dijo, pude imaginármela haciendo pucheros y me reí, siempre era igual de malcriada.

-Está bien no me tardo nada. –respondí. –Alana te amo loquita mía.

Aurora seguía igual, no daba señales de empezar a salir de ese sueño profundo, los golpes que tenía ya se habían borrado y según Miriam su rodilla sanaba rápidamente, me preguntaba ¿Por qué nadie la buscaba?, no podía creer que nadie estuviera interesado en lo que podía sucederle, como de costumbre cambie la orquídea de su mesita, tuve el impulso de besar su frente pero descarte la idea rápidamente, me despedí prometiendo que volvería al día siguiente, era tan bella, tan frágil, que me daba miedo lastimarla si la acariciaba.

Llegue a la casa de Alana, le di un beso y salude a Daniel.

-¿A qué se debe tu invitación? –pregunte curiosa a mi hermana. -¿Qué te traes tu entre manos?

-Pero bueno no puedo invitar a mi hermana favorita a cenar sin que sea causa de asombro. –dijo.

-Soy tu única hermana tontita, además siempre que me invitas es porque quieres algo. –dije y ella hizo una carita de ofendida que acrecentó más mis sospechas.

-Nada solo te extraño, ahora solo piensas en Aurora. -Dijo medio molesta, medio divertida.

-Ahh,así que por ahí va la cosa, estas celosa. –comente riéndome de ella.

-Bueno si estoy celosa ¿Tienes algún problema con eso? –dijo sacándome la lengua.

-Pero si yo solo te amo a ti y lo sabes. –Dije abrazándola y besándole la frente.

-A mí y a Aurora. –dijo haciendo una mueca.

-Estás loca. –respondí, y por alguna razón no pude negar que efectivamente no amaba a la chica que visitaba diariamente y que solo me sentía mal por ella.

Tuvimos una noche muy amena, la comida estaba deliciosa pero no me sorprendía, Alana es una cocinera maravillosa. Después de cenar fuimos al patio y hablamos un rato más, Daniel casi no participo en la conversación, pero no lo culpo tanto el como yo aún nos sentíamos incomodos cuando estábamos en la misma habitación. De un momento a otro Alana dijo que iría por unos refrescos, dejándome sola con Daniel.

-¿Cómo estás? –preguntó él, rompiendo el silencio.

-Bien.  -dije sin mirarlo.

-Sé que te lastima su estado. –comento.

-Ella pronto se recuperara tengo mucha fe en eso. -Dije mirándolo y Daniel parecía confundido.

-¿De qué hablas? –pregunto. –Ahh, no te hablo sobre Aurora, te hablo del estado de Alana.

-Ahh eso, pues estoy feliz por ella y por ti. –dije y al mirar hacia la puerta vi la sombra de mi hermana, entonces entendí que la cena era para que pudiera arreglar las cosas con Daniel.

-¿Lo dices enserio? –pregunto.

-Pues claro, mira Alana es la única que persona que me queda y la amo más que a nada en este mundo, y solo quiero que sea feliz con la persona que ella elija. -Dije tome un poco de aire para continuar. –en cuanto a ti no te preocupes por mi yo ya no te amo. –me sorprendió al saber lo cierto de aquello que decía, al parecer así como Aurora sanaba físicamente, yo también lo hacía emocionalmente y mis heridas finalmente habían cicatrizado.

-Si me dolió mucho lo que hiciste, pero más que el hecho que me dejaras de amar, fue que esperaras al último momento para decírmelo. –dije, mirándolo a los ojos. –Así que yo solo te puedo desear que seas feliz tú también, y exigirte que hagas feliz a mi hermana, porque si ella llegara a sufrir por ti, créeme que te seguiría hasta el fin de mundo para hacértelas pagar, me conoces y sabes que lo haría.

-Mi único propósito es hacerla feliz a ella y a nuestro bebé. –dijo y pude ver en sus ojos que era sincero.

-Está bien, ven dame un abrazo y empecemos de nuevo. –dije abriendo mis brazos a lo que Daniel correspondió con una sonrisa y un abrazo muy fuerte.

-SIIII, así quería verlos queriéndose y dejando todo atrás. –dijo Alana con una sonrisa gigantesca en su rostro.

-Tonta nadie te enseño que es de mala educación espiar. –le regañe.

-Pues sí tú, pero igual lo hago. –dijo descaradamente. –Viste amor te dije que ahora que está enamorada todo se arreglaría. –Dijo a Daniel tomándolo de la mano.

-Perdón, pero ¿quién está enamorada? –pregunte.

-Andrea, no te avergüences de decírmelo soy tu hermana y no te juzgaría nunca, te apoyaría aunque quisieras estar con una mula. -Dijo mientras me abrazaba, yo estaba más desconcertada aun no entendía ninguna de sus palabras.

-¿De qué hablas? –exigí saber.

-Pues de que no admites que te enamoraste de la chica que atropellaste. –al terminar la frase me recorrió un escalofrió por el cuerpo como podía pensar eso, yo no estaba enamorada, ni siquiera lo había pensado.

Al llegar a mi casa no podía dejar de pensar en las palabras de mi hermana, pero yo no estaba enamorada, solo me preocupaba por ella, gracias a mi está en ese hospital en coma, pero es todo, aparte de eso ella es mujer y no podía ser.

Intente dormir sin mucho éxito, gracias a Alana y su ilógica teoría, me bañe y me vestí, era sábado por lo que ese día iría al hogar a visitar a los niños, llevaría mi guitarra para tocarles algo de música. Luego pasaría a la clínica a despedirme, después de mucho pensarlo no podía seguir visitándola más.

Cuando llegue al hospital, salude a Miriam, ella no se extrañaba de verme ahí pues iba todo los días, entre a la habitación y le cambie su orquídea, arrastre una silla hasta su cama y me senté cerca de su rostro.

-Hola, ¿hoy como estas? –pregunte.

-Como desearía que me respondieras y conocerte, tú sabes cada detalle de mi vida y yo no sé ni tu nombre. -Decía mirándola y tratando de guardar cada detalle de su rostro en mi mente ya que sería la última vez que la vería.

-Hoy es la última vez que vengo a visitarte. -Dije.

-A partir de mañana no volveré, yo solo quería despedirme. –decía.

-No te estoy abandonado, es solo que no puedo seguir encariñándome contigo, porque no sé si tu volverás, y si vuelves te iras y entonces que hare yo con lo que siento, a ver dime.

-Sabes mi hermana dice que me estoy enamorando de ti, y no sé hasta qué punto es una locura. –Dije y las lágrimas comenzaron a asomarse en mis ojos. –Por eso debo marcharme.

-¿Qué pasaría si realmente me enamore? –le pregunte acercándome mas a su rostro y mis lágrimas cayeron sobre él.

-Como hoy será la última vez que nos veremos, te cantare algo. –decía y mis lágrimas no paraban de caer en su rostro.

-La canción se llama Déjame Llorar es de Ricardo Montaner. –dije. –Seguro la debes conocer, me pregunto si te gustara.

Mas lagrimas caían sobre ella, tome mi guitarra y la empecé a tocar.

- Cuanto vacío ahí en esta habitación… tanta pasión colgada en la pared… -Cantaba y mis lágrimas seguían corriendo por mi rostro. – Cuanta dulzura diluyéndose en el tiempo… tantos otoños contigo y sin ti… sola…- seguía con la esperanza de que ella pudiera escucharla realmente. –Millones de hojas cayendo en tu cuerpo… otoños de llanto goteando en tu piel… -Por favor escúchame. –pensaba con todas mis fuerzas.

- Iluminada y eterna, enfurecida y tranquila… sobre una alfombra de hierba ibas volando dormida… un imposible silencio enmudeciendo mi vida…  con una lagrima tuya y una lagrima mía… -Era insoportable tenerla así dormida sin poderla despertar.

- Iluminada y eterna, enfurecida y tranquila… sobre una alfombra de hierba ibas volando dormida… con una estrella fugaz te confundí la otra noche y te pedí tres deseos mientras duraba tu luz… déjame llorar… déjame llorar por ti… - la voz se me quebró y no pude seguir cantando, pero seguí la melodía hasta acabar la canción.

-Ojala pudieras escuchar. –decía.

-Creo que mi hermana tiene razón, si me estoy enamorando de ti, por eso mismo debo alejarme. –dije aun llorando mientras besaba su frente, era la primera vez que la tocaba y sentí un cosquilleo en mis labios que me confirmo la verdad, la amaba.

Tome sus manos y le susurre al oído: -No te vallas, por favor vuelve, regresa, no te vallas. –estaba muy cerca de sus labios y no pude evitar besarlos, eran dulces y suaves, fue el beso más hermoso de mi vida, pero a la vez amargo porque ella no respondía y por el sabor a despedida que lo envolvía.

Sabía que debía irme ya y soltar sus manos, pero mi cuerpo estaba aferrado a su cuerpo como si mi vida dependiera de ella, no quería alejarme aunque sabía que era lo mejor, baje la vista y las lágrimas empañaron mis ojos, no podía estar así por alguien que no conocía era una locura esta situación, sentí un leve apretón en mis manos pero sabía que era producto de mi imaginación.

-¿Quién eres tú?- dijo después de un momento una voz ronca y hermosa, mi cuerpo se paralizo completamente, podría ser, despertó al fin, levante mi rostro y ahí estaba ella mirándome, con lo ojos más sublimes que había visto en mi vida. Tenía una mirada penetrante y el color más lindo que vi alguna vez, eran celestes, pero a la vez tenían líneas naranjas y otras líneas en una especie de morado, su mirada me era muy familiar, no lograba identificar por que, hasta unos momentos después de intentar definir sus ojos, note eran como el cielo en el atardecer, ese cielo que tanto amo, sus ojos tenían los mismos colores del ocaso, por eso se me hacían conocidos, a pesar de no haberlos visto nunca, era la mirada del crepúsculo.

Ella me observaba asustada, pobre es cierto no sabe quién soy yo, me limite a sonreírle para infundirle valor.

-Me hiciste esperar mucho tiempo para conocerte. –dije al fin y ella me miraba aún más aturdida que al principio.

–Me llamo Andrea y estoy feliz de conocerte finalmente. –dije besándola en la frente.