Revisando el examen
A veces es necesario arriesgarse si quieres conseguir algo.
Como siempre, llegando tarde. Siempre me pasa que por muchas alarmas que me ponga, no consigo nunca despertarme a tiempo. La culpa es mía, claro. Pierdo mucho tiempo dando vueltas en la cama, notando como el empalme mañanero de mi polla se pega a las sábanas. Me encanta aplastarme la polla contra el colchón y deslizarla suavemente. Pero por eso siempre llego tarde a casi todas mis citas. Por supuesto hoy no iba a ser la execpción, pero necesitaba llegar al despacho rápido o mi polla se iba a cargar la única oportunidad que tenía para cambiar mi nota de un lujoso 4'9 a un perfecto 5 pelado.
Atravesando los pasillos todo lo rápido que pude, y después de subir tres tramos de escaleras, por fin alcancé el despacho del departamento de química. Tenía cita con el profesor Julio a las 9 y ya eran las 9:30. Si me dejaba tener la tutoría despúes de esto, conseguir que me aprobara el examen iba a ser un puto milagro. Me armé de valor y llamé a la puerta. Un golpe seco se escuchó de repente, y a los pocos segundos la voz de Julio me ordenó pasar.
¡Martín! Le esperaba hace media hora - no tenía cara de buenos amigos. De hecho parecía que las venas de su cuello se marcaban más de lo normal. No es muy normal ver a profesores de química que estén tan buenos como Julio, pero se notaba que al tío le gustaba echar unas horas en el gimnasio todos los días. Mi polla dio un pequeño respiongo dentro de mis pantalones. La cabrona se había quedado sin sus cinco minutos de fama esta mañana, y ahora quería atención.
¡Lo siento mucho, Julio! - me disculpé como pude mientras cerraba las cosas y me sentaba rápidamente en la mesa. Quizás así no tuviera tantas ganas de echarme-. He tenido un par de problemas viniendo hacia la universidad y... bueno... he llegado lo más rápido que he podido.
Sabes bien que no me gusta que os penséis que lo único que tengo que hacer a primera hora de la mañana es esperad a que vosotros os despertéis de la puta cama - aquello me descolocó un poco. Si bien Julio suele ser autoritario, normalmente la mala leche se la guarda siempre con los alumnos - ¡Deberías irte ya!
Per-perdone Julio, es que... sé que llego tarde pero necesito ver mi nota - Julio apretó los puños con furia. Parecía que solo conseguía enfadarle más -. Antonio, el otro profesor de la asignatura, me ha evaluado con un 4'9 y necesito aprobar este examen. ¡Por favor, sólo será un momento!
Ah, ¿así que esto es cosa de Antonio? - una sonrisa extraña se le dibujó en su cara, y con ella parece que su comportamiento cambió un poco. Llevó una mano debajo de la mesa y al momento se oyó un golpe sordo -. No te preocupes, repasaremos tu examen punto a punto. Nos tomaremos el tiempo que sea necesario. Ya hablaré con Antonio luego.
Se me iluminó la cara mientras lo veía buscar en los cajones de su escritorio y sacar una carpeta llena de exámenes. Aunque se le notaba aún algo tenso, parece que Julio había vuelto a tener el control de sus emociones. Me entregó mi examen sobre la mesa y empecé a ojearlo.
- Comienza comprobando que las sumas de las puntuaciones se corresponda. Si con eso no consigues subirte la décima que te falta lo revisamos los dos juntos, ¿de acuerdo?
Asentí volviendo mi cabeza al examen. Repasé la puntuación pero parecía estar bien, así que comencé a mirar los tachones intentando encontrar alguna falla. Al final el mayor fallo que había tenido es que no me había dado tiempo de responder la última pregunta. Antonio, el otro profesor, se había dedicado a pasearse por entre las mesas, y eso me había distraído muchísimo. Ese hombre tiene uno de los culos más grandes y redondos que haya visto. Me pasé gran parte del examen imaginando cómo se lo abriría, primero con la boca, luego con mi polla a buen ritmo. Pero con tanta erección no conseguí terminar el maldito examen. Tras un vistazo más preciso me di cuenta que si no conseguía que me cambiara directamente Antonio la puntuación, aquello iba a ser imposible. Todos los fallos estaban bien señalados. Suspiré desesperado, no me podía creer que fuera a quedarme una asignatura en el último año por sólo una maldita décima de mierda.
Estaba pensando en ello justo cuando noto algo por el rabillo del ojo. Algo sobresale un poco por debajo de la mesa. Podría haber sido cualquier cosa, pero estaba seguro que era la punta de la suela de un zapato. Miré de nuevo a Julio, recostado en su sillón mirando el techo y respirando pausadamente. Parece que disimula bien, pero si eso es un zapato claramente hay alguien debajo de la mesa. ¿Pero quién...?
¿No sabrá por casualidad donde se encuentra ahora Antonio, verdad? - Julio me miró con los ojos entrecerrados durante una pequeña pausa antes de volver a hablar.
¿Acaso le necesitas para revisar tu puntuación?
Creo que sería más fácil con él aquí, ¿no cree? A fin de cuentas si alguien puede explicarnos la nota... es él - le dediqué mi mejor sonrisa a aquel semblante tan duro como una pared de ladrillos.
Se encuentra ahora mismo ocupado... - su mano se volvió a desplazar por debajo del escritorio. Me centré en el movimiento de su brazo, parecía que estaba intentando apretar algo, pero no podía distinguir bien qué hacía exactamente. Julio tampoco parecía con ánimos de darme mucha conversación, tan sólo me quedaba arriesgarlo todo.
Si, seguro que cuando he llegado he tenido que interrumpirle la mamada - Julió abrió los ojos y se me quedó mirando con una mezcla de ira y pánico en la cara -. Lo siento mucho, yo mismo sé lo frustrante que es que te corten una estupenda mamada de la nada. Pero, ¿cuánto cree que va a tardar en correrse dentro de su boca?
Hubo un silencio muy incómodo durante unos segundos. Para más inri, mi polla comenzó a ponerse morcillona por lo que acababa de decir. Tuve que recolocármela, gesto que no pasó desapercibido para Julio.
Ya lo creo. Es una auténtica putada. Sobre todo cuando consigues una buena boca que sepa ponerse de rodillas y tragar - me tuve que volver a recolocar en el asiento. De pronto sentí que Julio ya no me miraba como profesor. Estábamos pasando a otro tipo de juego -. ¿Y dices que tienes experiencia recibiendo mamadas?
No, bueno... - mi mente iba a mil por hora. De repente volví a sentir lo que hace unas horas había tenido que cortar. Mi rabo estaba duro y me gritaba despeserado por algo de atención que intentaba darle disimuladamente -. Sí, sí que he tenido experiencia en... recibir mamadas... y otras cosas.
Sí... - Julio me miró como examinándome, y con un ligero tono de lujuria en su voz - ¿Sabes? Creo que Antonio llegará en seguida. ¿Por qué no te sientas un momento en mi escritorio mientras le esperas?
Julio se levantó de repente y salió de su escritorio. No pude verle bien el paquete, y aquello me dio pánico. ¿Y si la había cagado? ¿Y si en realidad estaba solo? Le vi acercarse a un armario y empezar a rebuscar entre las cosas. Sin saber qué hacer, me dirigí hacia el escritorio. Tenía que comprobar si tenía razón o no.
Al sentarme pude verlo. Estaba bien escondido, casi imposible de ver, pero obviamente había alguien más agachado y con la cabeza mirando al suelo debajo de aquél escritorio. Nada más sentarme noté como sus manos me recorrían los muslos. Sus dedos se deslizaron incluso por dentro del pantalón corto de deporte. Noté como llegaban hasta mis huevos y empezaban a acariciarlos suavemente. Cerré los ojos y me dejé llevar mientras me abría de piernas dejándole hacer. Qué suerte no haberme puesto calzoncillos aquella mañana.
Las manos comenzaron a manosearme la polla, que ya había empezado a liberar más pre de la cuenta y se encontraba medio empapada. Poco despúes sentí una lengua y casi de inmediato una boca aferrándose a mi rabo duro, deleitándose en su sabor. No pude evitar dar un pequedo gemido.
- ¡Contrólate chico! - Julio me miraba desde el otro lado del escritorio, con la camisa y el pantalón abiertos. dejando ver sus abdominales y una pequeña pelambrera por encima de aquél cacho de carne que tenía entre las piernas y que apuntaba directamente a mi cara - Nos pueden oír si no tenemos cuidado. ¿Entendido?
No pude asentir. No pude decir nada. Me quedé mirando aquél pedazo de cipote rosado que me miraba liberando pequeñas gotas de precum. Inmediatamente me relamí los labios y miré por un momento a Julio. Éste solo sonrió y me hizo una pequeña inclinación con la cabeza. Pero aquello era todo lo que necesitaba. Me eché sobre la mesa como pude dejando mis piernas y mi polla por debajo, y pude alcanzar con la boca aquella deliciosa polla que debía medir por lo menos unos 19 cm. Me pregunto cómo cojones Antonio se estaría tragando semejante manjar desde debajo de la mesa y conmigo al lado.
- ¡Vaya! Así que sabes usar la boca para algo más que quejarte de tus putas notas, ¿eh, niñato? - no sé por qué de repente el cambio de actitud de nuevo, pero en aquél momento aquello me puso más cachondo de lo que estaba y decidí seguirle el juego. Me centré en lamerle bien el capullo mientras asentía con pequeños gemidos -. Antonio, ¿por qué no le das un trato mejor a nuestro invitado? Déjalo bien a punto, ¿entendido?
Antonio abandonó mi polla, a la que estaba succionando de una manera bestial, y salió de debajo de la mesa solo con unos pantalones que le llegaban a las rodillas y un suspensorio que le encerraba la polla pero le marcaba perfectamente todo aquél culazo que tenía el cabrón. Verle agacharse para terminar de quitárselos hizo que me dieran muchas más ganas de polla, y comencé a tragar los 19 cm de Julio más a fondo.
Mientras Julió me agarraba de la cabeza y empezaba a follarme la boca, noté como Antonio se ponía detrás de mí y me bajaba el pantlón. En unos pocos segundos tenía por una lado una polla enorme del buenorro de mi profe, y por el otro la boca de su asistente que me estaba comiendo el culo deliciosamente. Su lengua no paraba de hacer círculos alrededor de mi ano, dejándolo bien embarrado en saliva, para después deslizar toda su cara dándome un soberano lengüetazo en toda la raja del culo. Notar su barba, y el filo de su cara en mi culo me hacía gemir de gusto. Y eso le encantaba a Julio pues aprovechaba para meter un poco más de su polla en mi boca. Pronto su mesa empezó a llenarse de goterones mezcla de saliva y precum. Al menos yo notaba mi boca y mi cara llenas de aquél líquido.
De pronto, Antonio comenzó a meter un dedo. Y pasado un tiempo dos más. Tres dedos se dedicaban a abrirme lentamente y follarme mientras su lengua aún me recoría y me mordía las nalgas con malicia. A veces incluso las movía al compás, imaginando que me estaban follando a tope. Notaba mi culo abierto y bastante hambriento. Creo que por eso Julio paró de repente.
- ¿Ya has terminado? Bien, colócate ahora delante del escritorio, como ya sabes. Y tú - me dijo señalándome a mí - trae esa polla hacia acá. Vamos a ver si puedes aprobar el examen después de todo.
Me acerqué hacia ellos, contemplando el enorme culazo de Antonio. Me encantaba como se le marcaban las curvas de su culo en su cintura. Obviamente aquél no era el tamaño que debía tener su culo, pero resultaba de lo más atractivo. Y justo en el centro la joya de la corona. Un agujero pequeño, pero no cerrado, que era capaz de boquear con voluntad propia. Miré a Julio, y éste me dio permiso con la mirada. Acerqué mi rabo desnudo a aquél delicioso agujero y la metí despacio mientras sentía como apretaba su culo para darme más placer. Al ver que entraba fácil no pude evitar empezar a bombear con fuerza. Ya no me importaba la nota, que fueran mis profesores o nada más. Ya solo quería partir ese culo en dos para que recordara para siempre quién le estaba dando ese placer.
La mesa empezó a moverse a nuestro ritmo, y el ruido que hacía era cada vez más fuerte. Ahí fue cuando Julio decidió intervenir. De un empujón me echó sobre Antonio, y lo siguiente que noté era como el capullo gordo de su polla invadía mi culo recién dilatado. Dolió un poco, pero no me quedó más remedio que aguantar mientras terminaba de meter el resto del rabo hasta que sus huevos chocaran contra mi joven culito.
- Este es el trato Martín - mientras me susurraba en mi oreja movía su lengua, y sus dientes me apretaban el lóbulo. Le hubiera comido la boca si no fuera porque su polla seguía invadiéndome por dentro, creando un espacio en el que poder desgarrarme a gusto -. Si consigues que Antonio se corra antes que tú, te subiremos la nota y aprobarás el examen. Y si consigues que me corra yo antes que tú quizás no solo vuelva a follarte, sino que te deje otra vez el mejor culo que tiene esta universidad para que lo disfrutes.
Mientras decía esas palabras le dio un buen par de azotes al culo de Antonio. Viendo cuál era mi situación, intenté reponerme como pude. Si querían jugar a ser unos cabrones, a eso podíamos jugar todos. Así comenzó un trenecito como en pocas ocasiones he vuelto a tener en la vida. Por un lado el perfecto culazo de Antonio que no solo parecía tragarse mi rabo con hambre, sino que lo apretaba y me exprimía hasta la última gota mientras gemía en una voz baja muy sexi. A veces se giraba un poco y me sonreía a la vez que me sacaba la lengua. Empecé a darle azotes mientras aumentaba la velocidad, parece que aquello lo ponía a mil. Acabé agarrándolo de los brazos y tirándole del pelo. Pero no podía bajar la guardia.
En el otro extremo estaba el pollón de Julio restregándose contra mi próstata. Embistiéndome fuerte, como todo un hombre, mientras se afanaba en jugar con mis pezones y lamerme el cuello y la oreja como un puto profesional. Qué gusto me estaba dando el cabrón en el ojete y qué cachondo me estaba poniendo. Si seguía así pronto le llenaria de leche el culo a Antonio y perdería la oportunidad de repetir esto. Y también tenía que aprobar la maldita asignatura. Aunque ya no me importaba tanto.
Intenté concentrarme más en Antonio. Le obligué a girarse la cara agarrándolo del pelo, y cuando tenía esa mirada de salido fija en mí, me eché yo mismo hacia atrás y le comí la boca a Julio mientras gemía fuerte. Aquello le terminó de poner a mil. Sentirse usado, hasta el punto de que sólo sirviera para animarnos más la fiesta a Julio y a mí hizo que empezara a tener peuqeñas convulsiones. Las noté todas y cada uno en mi polla mientras apretaba su culo alrededor de mi rabo ardiendo. Aquello casi hizo que me corriera, pero me quedé quieto dentro de él hasta el fondo, mientras su respiración se tranquilizaba. Iba a salirme de Antonio, aliviado de tener un problema menos del que preocuparme cuando Julio volvió a hacer un cambio de guión. Se nota que el cabrón disfruta follando más que nadie.
Me agarró y me sacó a la fuerza. Me llevó hacia atrás hasta que se sentó en un sillón y me echó sobre él con su polla aún dentro de mi culo. Me coloqué como pude y empecé a botar sobre su rabo, tragando aquella barra de carne mientras nuestras bocas se fundían y saciaban la una a la otra. Intenté apretar el culo con todas mis fuerzas para exprimirle la polla mientras le pedía más entre pequeños gemidos y mucha lengua. Mi cuerpo comenzó a moverse acompasando sus embestidas. Daba igual lo que hiciera, solo quería notarlo pegado a mí, su polla pegada a mi culo, sus manos pegados a mi pecho, mis caderas, su aliento pegado a mi nuca... Empezamos a aumentar el ritmo y yo gemía como un loco. Noté los primeros trallazos de su polla en mi culo tan sólo un segundo antes de que la mía hiciera lo propio manchando el suelo de media oficina de una buena cantidad de lefa recién ordeñada.
Antonio se agachó rápido a limpiarnos las pollas y el suelo mientras Julio y yo seguíamos besándonos, relamiendo el sudor y la saliva de nuestras caras.
- Parece... que vas a aprobar al final. Pero tendrás que volver a venir mañana. De hecho, vendrás toda la puta semana a la misma hora. Espero que no llegues tarde.
Mientras las palabras de Julio se mezclaban con su sabor, yo empecé a calcular por primera vez a qué hora tendría que poner la alrma para llegar por una vez a mi hora.