Reventando a Doña Carmina. 5ª parte
Se acababan las vacaciones y aún no le había hecho el amor debidamente a mi madre, todas aquellas niñas habían acaparado mi atención tanto que no tuve tiempo de follarme a mi madre. Pero al finalizar nuestras vacaciones ocurrió, sellando un pacto a tres que hoy aún perdura...Mi madre, Carmina y yo,
Faltaba muy poco PARA FINALIZAR NUESTRAS VACACIONES… Pasaron los días y llegué a la cabaña, al abrir la puerta vi que no estaba cerrada del todo, supuse que mi madre estaría allí. Nada más entrar oí los ruidos característicos de dos personas haciendo el amor, o mejor decir en este caso… FOLLANDO. Cerré con sigilo la puerta y me acerqué a nuestra alcoba, allí vi un espectáculo que me había perdido en todo este tiempo en el camping… ver a mi madre siendo follada por un hombre maduro. Por supuesto no era mi padre precisamente el que estaba sobre ella. Yo miraba desde la puerta como el tío la embestía sin piedad, mi madre gritaba “más, más” “no te pares cabrón”, el tío resoplaba por el esfuerzo de mantener el ritmo. ¡Mi madre es mucha hembra!
— Date la vuelta , dijo él.
— Despacio, no seas tan brusco como la última vez.
— Si en el fondo te gusta…
Mi madre se puso a cuatro patas, viendo a mi madre completamente desinhibida no siendo yo quien la follara, a su edad todavía tenía un cuerpo magnífico, sus tetas un poco caídas pero preciosas, no pude evitar la erección. Él cogió su polla y se la puso en la entrada de su culo. Y suavemente la penetró, se quedó unos instantes sin moverse y entonces inició un suave movimiento de caderas. Mi madre se quejaba suavemente, pero poco a poco los quejidos dieron paso a gemidos hasta que tuvo un orgasmo, el aumentó el ritmo hasta que se corrió dentro de ella pasados unos pocos minutos…se quedó rendido sobre mi madre. Me retiré de la puerta lentamente para irme de la cabaña, no quería que mi madre se enterase que la había descubierto, y no sé bien cuál era la razón si ambos sabíamos que nos follábamos con otras personas. Cuando en ese preciso momento sonó mi móvil…
En ese momento salió el tipo de la habitación, era Antonio, el vecino que pajeaba a su hija e impidió al hijo se la follara, y al final este obtuvo su recompensa con la abuela, sustituyendo a la madre… Casado y con dos niños. Salió por la puerta como una exhalación sin despedirse y los dos le seguimos con la mirada. Mi madre me miró tapándose la boca empezó a reírse…la abracé y ella a mí, siguió descojonándose de la ridícula situación. Acariciaba su pelo. Sin Carmina por los alrededores, mi madre se puso a ordenar el desaguisado, y en tanto recogía la habitación y cambiaba las sábanas. Yo me quedaba embelesado observándola. Sus pechos se movían libremente, me miraba y al agacharse se le escapaba alguna teta del “redil”, como ella misma decía riéndose. Después se duchó y regresó a la cabaña. Un par de días después mamá se encontraba cabreada. — No dice el desgraciado de Antonio, que su mujer se siente celosa y que es mejor que lo dejásemos.
— Olvídate de él, es un capullo integral.
— Por mí se puede ir al infierno. Que se busque a otra para desahogarse… a la estrecha de su mujer, a la abuela o a la pequeña que la tiene aún sin estrenar el muy imbécil…
A medianoche, me desperté y vi que mi madre me tenía abrazado por la espalda. Sentía su respiración en mi nuca, sus grandes pechos presionaban contra mi espalda. Empecé a excitarme, noté que mi polla se estaba poniendo dura. Tardé en dormirme… a la mañana siguiente era domingo y mi madre no tuvo otra ocurrencia que subir a la churrería del camping y venir cargada con porras y chocolate.
— Eh, despierta dormilón, mira lo que te he traído.
— ¿Qué hora es? — Hora de desayunar…
Cuando logré abrir los ojos, pude verla en la puerta de la alcoba, llevaba puesto su pareo atado a sobre las tetas sujetando una gran bandeja con las porras y el chocolate.
— ¿Te acuerdas cuando eras pequeño y desayunábamos en la cama los domingos?
— Como no me voy a acordar, anda que no lo he echado de menos…
— Pues hala, coge la bandeja que me meto en la cama.
Cogí la bandeja y a continuación se quitó en el pareo que llevaba, quedándose en pelota picada como casi todo el tiempo que estábamos en aquel camping… delante de la puerta se contorneaba su cuerpo a contraluz.
— ¿Has bajado así?
— Si, no voy a vestirme para tener que desnudarme al rato y me puesto el pareo porque esta mañana refresca un poco. Además ¿Quién se va a fijar en una vieja?
— Tú no eres vieja, además ya quisieran muchas jovencitas de las que andan por aquí tener tu figura. Y no me digas nada porque entre tú y Carmina os habéis follado a medio camping…
— No es para tanto… y me gusta que te burles de tu pobre y anciana madre, y me dio un sonoro beso. Desayunamos y cuando mi madre hizo intención de levantarse para recoger los restos del desayuno, se lo impedí.
— Quédate en la cama, ya lo hago yo. Hoy las mujeres no se trabajan en esta cabaña.
— Vale, vale, haz lo que quieras …
Regresé a la habitación y me metí en la cama, ella apoyó su cabeza contra mi pecho y me abrazó. Yo acariciaba sus cabellos, no hablamos nada en un buen rato. Su respiración era relajada, notaba su pecho moverse y presionar contra el mío.
— Si tu padre nos viera ahora, cualquiera sabe lo que se le pasaría por la cabeza.
— Por suerte no nos puede ver. Además, el se lo ha buscado con su comportamiento.
— Lo sé, cariño. Pronto tendré que volver a su lado y a la rutina con lo bien que me lo paso aquí.
— No tienes porqué, te puedes venir a mi piso y continuar con esta fiesta todos los días.
— Te cansarías de mí… Me dio un beso largo con lengua –Bueno, ya veremos qué sucede en el futuro.
El contacto con mi madre, me estaba excitando, no pude impedir tener una erección. Esperaba que mi madre se diera cuenta de mi estado y me quisiera aliviar para empezar bien la mañana… pronto nos marcharíamos de allí.
— Mama, ¿quieres que vayamos a pasar el día por ahí? Tú y yo solo, sin Carmina.
— Claro que sí ¿Dónde quieres ir?
— No sé, ya veremos.
— Por mí de acuerdo. Nos duchamos y nos vamos
— Vale. Dúchate tu primero mamá. – No mejor nos metemos los dos juntos y la compartimos.
No podía ser porque no había espacio suficiente en la ducha de la cabaña, así que me quedé reservándome para más tarde… Oía caer el agua y me la imaginaba cayéndole el agua por su cuerpo desnudo. Decidí entrar para aligerar mi aseo… la señora estaba lucida y dejaba entrever su sensualidad claramente, yo me hallaba ensimismado viéndola enjabonarse, se movía y acariciaba su cuerpo exhibiéndose muy puta… en tanto esperaba mi turno para ducharme. Salió con una toalla grande cubriendo su cuerpo secándose, a continuación me metí yo. Abrí el grifo dejando caer el agua fresca sobre mi cabeza, en nada me empalmé y aproveché para hacerme una buena paja pensando en su ella… eso parece extraño teniéndola al lado y totalmente disponible para follarla, a pelo y sin recato alguno… mi madre no se negaría a un polvo mañanero, pero la sensación del agua calando tu cuerpo con la imagen bucólica de ella, era casi más motivadora en la fantasía que en la cruda realidad en esos momentos. Tardé poco en correrme, y tal fue la excitación interiorizando el placer de inseminarla a fondo, que salió una gran cantidad de semen disparando dos chorros largos y otros borbotones que me impregnaron la mano…, abrí los ojos y me encontré a mi madre observándome sin decir palabra…dejó la toalla en el soporte y salió. Qué pavor, mi madre me había pillado “in fraganti”, cuando salí de la ducha mi madre me esperaba… ya se había vestido para salir con mi ropa encima de la cama.
— Anda, vístete y nos vamos.— Si, enseguida. Se acercó acariciándome la cara y me besó con lengua.
— Si necesitabas aliviarte…tu madre te lo hubiera hecho encantada con la boca o con el coño. ¡No olvides que soy tu puta! Y además me encanta el rico sabor de una polla. Me sonrió y nos marchamos.
Pasamos un día fantástico, hacía tiempo que no veía a mi madre tan feliz. Regresamos ya anochecido, nos despojamos de la ropa para estar más cómodos. Mi madre se puso a recoger un poco la cabaña, cuando pasó por delante a mí, la agarré de la mano y la atraje hasta mí. La senté sobre mis piernas y la abracé.
— Anda, siéntate ¿No estás cansada?
— Todo está manga por hombro
— Ya lo harás mañana, ahora quédate aquí sentada conmigo
— Déjame que me siente bien, te voy a hacer daño con mi peso.
— No te preocupes, soy fuerte. Y le di un beso, ella me respondió calando su lengua en mi boca…
— Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien, con tu padre es imposible salir a divertirse, por eso tengo a mis amigas con las que me lo paso muy bien, pero son mujeres y yo necesito que me achuche un hombre de vez en cuando, un macho con quien sentirme segura, sentirme hembra.
— Pues a partir de ahora lo repetiremos más menudo. Me gusta salir contigo.
Mientras hablábamos, la acariciaba… ya no llevábamos nada de ropa. Armándome de valor, introduje la mano entre sus muslos y acaricié su pubis. No hizo ademán de apartarme la mano, solo ronroneaba como una gata.
— Cariño, tienes que echarte novia… pero no una de esas follamigas que tienes, una mujer que te quiera.
— ¿Por qué? — Tienes que formar una familia, tener hijos, vamos lo que hace todo el mundo.
— Mamá, ya tengo un hijo y no necesito una familia… tu eres toda la familia que necesito.
— No es lo mismo, una madre no puede suplir a una esposa en todo.
— No es cierto, tú la suples y con creces…me amas, me deseas y follamos con frecuencia y a pelo que es lo mejor del mundo. Además podemos tener nuestras aventurillas, disfrutar de unas vacaciones en un camping como este… ¿Qué más quiero? Ya tengo una ex y no busco tener otra…
Mi madre se quedó sorprendida, lo noté en su mirada. Me acarició la cara y me dio un beso en la mejilla.
— No digas esas cosas, si alguien te escuchase pensaría…
— Pensaría bien… que tengo la mejor madre del mundo a la no me importaría preñar y tener esos hijos que me dices ¿Tú me dejarías preñarte una o dos veces…?
— Si lo haría, pero ya no soy fértil. Me gustaría que me preñases si es lo que te hace feliz como yo lo soy contigo… Me imagino panzona con tu hijo y amamantando al primero mientras me follas.
— Eso sería ideal… ¡Anda, échate a dormir la siesta…debes estar agotada! Yo voy a trabajar un rato con el ordenador.
Se acostó y yo me quedé en el porche de la cabaña con el ordenador, cuando entré a por un refresco oí su respiración rápida con ligeras convulsiones me hizo sospechar que se estaba masturbando. Unos instantes después oí un pequeño gemido y todo cesó. El resto de la siesta se la paso callada. Al rato me uní con ella a pasar la canícula, mi madre se pegó a mí con su brazo sobre mi pecho. Sin pensármelo, bajé la mano y toqué su muslo, ella dio un ligero vaivén pero no se movió. Fui subiendo la mano, hasta llegar a su coñito y acaricié su vello púbico, introduje suavemente un dedo en su vagina y empecé a masturbarla. Su respiración fue haciéndose más fuerte hasta convertirse en gemidos, tenía los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás. Cuando llegó al orgasmo, arqueó la espalda y se quedó quieta. Su respiración fue calmándose poco a poco. Se giró hacia a mí y metió su mano en la entrepierna agarró mi polla y empezó a jalarla suavemente. Movía la mano con frenesí…
— Te quiero, mamá. Eres una mujer maravillosa. — Yo también te quiero, vida mía.
Se levantó de la cama y se fue al baño, yo la seguí y me quedé en la puerta, oía el agua del lavabo correr, observaba un tremendo culo…me gustaba lo que veía, lo bien que nos lo estábamos pasando y lo extraño de la situación, después de diez días en el paraíso del fornicio, mi madre y yo no habíamos follado bien aún. Nos habíamos apareado con más gente que en todo un año, pero ella y yo no habíamos jodido con Dios manda… sin duda era porque entre mi madre y yo había algo más que sexo por sexo, y el polvo en la fiesta so fue una consecuencia del jolgorio. Al rato salió, me miró sonriente y me cogió de la mano para que la acompañase, la seguí como un perrillo sin hablarla. Se sentó en el sofá y yo a su lado. Cogidos de la mano…
— Ya sabes que una madre no puede suplir a una esposa, y lo sigo creyendo.
— Si fueses mi esposa, sería el hombre más afortunado del mundo.
— Pero no lo soy, es imposible. Tampoco te puedo dar hijos por mucho que me llenes de leche.
— Casarnos es imposible pero tú y yo no lo necesitamos para vivir como esposos.
— Estás loco… nadie entendería que dejase a tu padre para irme a vivir contigo. Tú padre no me folla es verdad, pero es lo único que le puedo reprochar…y ahora no me hace falta teniéndote a ti.
— Es nuestro secreto de madre e hijo para el resto del mundo y vivir como matrimonio entre nuestras cuatro paredes. Lo tengo todo de ti y no tengo porque quejarme, solo que te echo de menos algunas noches…sentir tu calor a mi lado, tu olor y follarte a cualquier hora cuando me apetece. Algunos días me despierto a media noche con ganas follar y no tengo a nadie…
Nos besamos apasionadamente y así, abrazados y desnudos tumbamos en la cama, empecé a lamer su cuerpo empezando por su cara, recreándome en sus enormes tetas hasta que llegué a su pubis. Le comí los labios carnosos y su clítoris mientras gemía de placer… su coño es voluptuoso y me encanta encarnizarme.
— Amor mío, decía mi madre entre suspiros. — No hay nadie me haga gozar como tú lo haces…
— Y hace mucho que no disfrutas conmigo… Ella me sorprende con otra pregunta.
—¿Te parezco atractiva? Crees que soy suficiente mujer para hacerte gozar como te mereces. Sin pensarlo le digo que es hermosa, siempre me pareció hermosa. Y me sorprende otra vez
– Anoche te vi mi amor, cómo te follabas a Carmina, me puso un poco celosa pero me encantó como le arremetías como un toro… me sentí orgullosa como madre y estoy orgullosa de nosotros porque nos amamos y nos respetamos dejándonos disfrutar de lo que nos ofrece la vida…ya te puedes imaginar que con tu padre esta situación sería imposible, por eso te amo con locura ¡Te necesito! Sé que te tengo a cualquier hora de cualquier día, eso me reconforta el alma.
Mientras tanto me seguía acariciando pero ahora la pierna. Y le contesto… —Pues yo he visto cómo te masturbabas y no voy a permitir que te falte un buen orgasmo. Se detuvo. —¡¡¡Me viste!!! Aclamó sorprendida, y después de unos segundos me preguntó… —¿Qué te pareció? Me gusto mucho el sexo…
—Estás siempre encantadora… No podía creer lo excitado que estaba mamá ¡Me encantó!
Ella sin pensarlo dirigió su mano a mi cipote, el cual era bastante visible por la buena erección que mantenía desde hacía rato. Al tocarme ella, me recorrió tu terrible escalofrío. Pero yo no dudé, en dirigir mis manos a sus tetas. Ella me masturbaba. Yo acariciaba sus pezones. Lentamente corrí las aureolas con la punta de mis dedos y se le pusieron los pezones erectos… era todo un sueño. Sin pensarlo dirigí mi boca a ellos. Antes de rozarlos con mi boca, ella ya estaba gimiendo. Al tocarlos con mis labios, me abrazó, y se dejó caer sobre la cama. Ahí comenzaría todo. Me acomodé sobre ella. No dejaba de besar sus grandes ubres, morderlos, pellizcarlos… ella ya había buscado mi polla entre ambos cuerpos. Sus palabras eran…
— ¡No pares mi amor, sigue, soy toda tuya…!
Me volvía loco sentir una oleada de perfume de mujer excitada. Fui directamente a su boca. Nos besamos como nunca lo había hecho con alguien. Mientras frotaba mi cipote sobre su vagina húmeda, ella movía sus caderas con las piernas abiertas completamente ofrecida al sacrificio del amor. La miré a los ojos, y dirigí mis manos a su centro de placer, y llegué a sentir su calor con mis dedos, la penetré con mi dedo.
—¿Así lo hacías anoche? O mejor , ella no dejaba de gemir.
La masturbé por unos minutos. Hasta que le saqué mis dedos y los coloqué en su boca. Me los limpió con una buena perra en celo, me encanta cuando se pone PUTA. Y lentamente fui con mi boca, a su centro de pasión. El aroma era penetrante. Pero sin pensarlo, comencé a lamer su vagina sin ningún pudor, aun sabiendo que durante esos diez días habían pasado por ese coño bastantes pollas y vaciado en él litros de esperma. Mi lengua la estaba violando metiéndola lo más profundamente que daba con mi boca cubriendo toda la boca de su chumino. Y no dejaba de gemir al notar cómo me dedicaba a torturar su clítoris, hasta que llegó a un orgasmo, sentí todos sus jugos en mi boca. Rogándome, pide que la penetre…
— ¡Fóllame hijo, fóllate de una vez a tu Puta madre! Me tienes hirviendo el coño.
Sin pensarlo, me pongo sobre ella… se me abre bien de piernas cuando me puse encima de ella y tomó mi verga dura y extremadamente rígida… se la frota intencionalmente sobre su vagina, hasta que ella misma me lo agarra de la base apretándome los huevos y se lo mete brutalmente. Sentí que estaba en las nubes. Ese calor era increíble. Yo no fui para menos y empujé con decisión hacia su interior, y sin nada de delicadeza la adentré con descaro, dio un gemido casi grito. Empecé a bombear lentamente, fui aumentando el ritmo paulatinamente notando el roce de su conducto en mi sensible glande…ella a su vez aumentaba el volumen de sus gemidos al sentirse llena de su retoño. Me apoyaba sobre mis brazos y nos mirábamos fijamente los dos. En su cara se reflejaba el placer que le proporcionaban mis clavadas profundas y majestuosas, era una reina madre en la cama. Yo la acompañaba. Me rodeó con sus piernas, y brazos. Yo seguía con mis empujones queriendo llegar a su útero hundiéndola entera hasta los huevos una y otra vez. Hechizado por la pasión de mi madre, su aroma a hembra en celo, sus caricias clavándome las uñas al sentir mi tranca en lo profundo de su útero, sus besos lascivos enredando su lengua con la mía y sus gemidos me embelesaban…
—¡Te siento muy dentro de mí, cariño! ¡Eres el único macho que sabe sacar lo PUTA que soy!
Me abraza muy fuerte y llega a un hermoso orgasmo apuntillándola bien duro…, noto como su coño aprieta y vuelve a soltar sin dejarla de follarla, notando el roce intenso de sus paredes vaginales frotando mi glande y todo mi falo venoso cada vez más hinchado y duro. Ese roce electrifica mi cuerpo. Su corrida provoca que acelere mis movimientos de penetración, ya son con locura… se siente el golpe de nuestras carnes sudorosas y nuestros jugos. Hice que se pusiera encima de mí como tanto le gusta… ¡Para ella cabalgar una buena verga erecta es lo más! Sin demora cogió mi polla con una mano y con la otra se abrió los labios del coño para que no molestaran al deslizarse sobre mi ariete, encabezado por un glande duro e inflamado… se la introdujo de un golpe, comenzó a cabalgar, sus gritos de placer retumbaban en toda la cabaña y más allá, pero poco importaba porque en aquel lugar follar era lo más habitual. La cama sonaba como si se fuera a romper, sus mamas alborotadas se movían para todos los lados. Se estiraba y me abraza otra vez con mucha fuerza…, percibo que estoy a punto de estallar e incrementos mis arremetidas, más fuertes, más profundas…
— ¡Así hijo mío, fóllame bien duro! ¡Métemela entera, que no quede nada fuera del conejo hambriento de tu madre! Le agarraba de culo con ambas manos, en tanto pegaba fuertes sentones sobre mis pelotas tragándose la tranca completa. — ¡Vamos nene, vacíate dentro de tu madre! Quiero sacarte toda la leche de tus huevos…
Con afanosos ajetreos de culo, elevaba mi culo al compás que la señora se empalaba todo el falo hasta la raíz, lo que no me daba muchas opciones de elegir donde eyacular mi lefa…su olor, su arrebato, su piel sudorosa con esas enormes tetas balanceándose de un lado a otro entre gemidos, no hizo más que avivarme tanto que comencé a derramar todo mi néctar dentro de ella…
— ¡Así cariño, así es como te debes follar a mamá! ¡Quégozo…Dios mío! ¡Qué hermoso eres, nene!
Noto como mi cuerpo se tensa, me recorre una corriente que me embarga desde la polla a la cabeza que se empieza a atolondrar del chute de dopamina, tras la salida del primer chorro de leche que inunda el fondo uterino de mi madre, un segundo aún más notable abre el orificio del glande eyaculando feroz en el cubículo materno, de ahí se concatenan otros cuatro o cinco cada vez menos fortalecidos, hasta que cae rendida sobre mi cuerpo desnudo, me abraza, besa mis labios resecos de la hiperventilación humedeciendo mi boca con su boca y lengua…nos mamamos las lenguas obteniendo la saliva igual que una madre alimenta a su cría en el nido… y finalmente se relaja. Me mira a los ojos y me dice…
—Eressoberbio follando, mi amor. Antes que yo diga algo, me tapa la boca con sus dedos tiernamente. Me pide que no salga de su cuerpo… que me quede porque me quiere sentir un rato más hasta que se baje la hinchazón dentro de su coño…desea sentirla todo el rato. Realmente fue estupendo… Nos habíamos olvidado de todo, y de todos en esos minutos. — Mi vida… ha sido… maravilloso. Y lo mejor es percibir la calidez de tu lefa recién eyaculada dentro mí, dijo recuperando el resuello. — Si mama…lo ha sido
Permanecimos abrazados un buen rato, acariciándonos con ternura. Nuestros ojos reflejaban el amor que nos teníamos el uno al otro. Comienzo levantarme y me siento al costado de la cama. Y ella me acaricia y besa por toda la espalda…
—Este es Mi Hombre, eres el macho que siempre había deseado fuese tu padre, y lo tengo en ti en una versión muy mejorada. No le dije nada, tan sólo nos sonreímos con complicidad.
Mis siguientes palabras fueron… — No me arrepiento de nada, a veces pienso que vivo en una fantasía cuando estoy contigo. Y me dirijo a buscar un beso que nos lleve al infinito.
— ¿Te apetece otro? Aún estoy muy receptiva…desde que estoy aquí me siento muy especial…
— ¿Otro… aun te quedan fuerzas?
— Tengo cincuenta y cinco años pero me siento como si tuviera veinticinco, lo que me sobra es energía cariño.
— De acuerdo, pero antes tendrás que volver a resucitar a mi ariete…
— Eso no será mucho problema… la boquita de mamá es milagrosa.
Ella apresurada hizo lo suyo sumisamente, me sorprendió verla agacharse sin preámbulos, sin decir palabra y engullir mi miembro con su brutal erección, al borde mismo del orgasmo. Agradecí poder palpar nuevamente sus pulposas ubres, recorrer con mis manos su espalda teniendo a mi madre en cuclillas oliendo y besando mi polla ¡Mamándomela como una autentica Puta! Mi pecho, que latía con fuerza otra vez, vio la mano de mamá apoyado en mi corazón sintiendo mis latidos. Sus sentidos femeninos agudizados, captaban todo en un plano dimensional distinto, ralentizada mi respiración aceleraba mis pulsaciones, los roces lujuriosos de la mano de mi madre en mi pecho, mis caricias en su nuca, hombre y cuello hasta sus tetas, las palpitaciones de mi polla inmersos en el calor abrasante de la garganta de mi madre, mis testículos nuevamente inflamados tomados con suavidad por su mano derecha, los suaves sonidos de su voz, gimientes exclamando placer y dándomelo, la pausa corta para terminar de tragar la saliva que llenaba su boca, el comentario que salió de sus labios sobre la cantidad de semen que deseaba producirme en las pelotas que masajeaba magistralmente.
Su lengua presionaba contra el paladar mi sensible glande que se deslizaba hasta su garganta impetuosamente abrazando mi pedazo de carne latiente, la vista de su rostro con sus cejas arqueadas en un gesto de ímpetu me calentaban mucho, la de su boca esforzándose al máximo para poder abarcar la exigente circunferencia de mi diámetro fálico, y la de sus ojos encontrándose con los míos en una nueva pausa respiratoria en la que aprovechaba para digerir la inmensa cantidad de polla y saliva que producía incansable su boca, que más bien parecieran constantes eyaculaciones. Minutos después, me encontraba excitado al máximo, su boca abandonó mi cabezota hinchada y se deslizó lamiendo con lengua y labios todo mi tronco hasta mis testículos, sin aun haber dicho palabra la asió masturbándola a la par que se tragaba uno a uno mis bolas como si fueran caramelos…
—Solo quiero que me prometas que siempre vamos a poder estar juntos.
Una vez puesta mi verga en lo más alto de su supremacía, no soportaba un instante más o mis huevos estallarían de tanta leche que volvía a hervir dentro del escroto…, la necesitaba follar YA. Ella me miraba y comprendía… lo sé, decían sus ojos, lo decían su gestos, lo dijeron sus manos. Sin hacerse esperar se levantó…
— Ven date la vuelta y ponte a cuatro patas que tu hijo te va a follar como se folla a una perra…
Puso su culo a mi disposición completamente subido y respingón con las tetas posando en las sábanas, la agarré por la cintura y de un golpe la invadí, dio un grito, bombeé lentamente, no quería hacerla daño, ella daba gemidos de placer. Una de las puertas del armario era un espejo y los dos nos veíamos reflejados en él mientras follábamos. Sin dejar esa postura la penetré con vigor marcándola como a una hembra de ese calibre se merece, la nalgueaba y la clavaba afondo una y otra vez. Bien sujeta del culo, se la insertaba dejando fuera solo mis duras pelotas. Se agarraba a las sábanas blanqueando los nudillos de la presión de sus dedos por tanto placer. La agarré de los hombros y se la metí duro en su húmeda cueva.
Gimió de placer, atravesándola con mi dotado falo haciendo el resto. Mientras la estaba penetrando y sacudiéndome de gusto, me incliné la así de las tetas. Mi madre me acompañaba con el movimiento de las nalgas. Tras un rato, decidí cambiar de postura y al darle la vuelta volvió a ver aquella polla de su hijo, cayendo de nuevo en la trampa… me la volvió a chupar. Se sorprendió que aguantase tanto, dijo después de un cuarto de hora follándola como a una perra, que no me hubiese corrido ya solo se debía al hecho de la gran descarga en la primera follada y debía de tener los huevos en reserva. Mejor. Después le dije que me esperase. Se tumbó en la mesa y abrió lentamente las piernas dejando entrever su afeitada vagina. Indicó con el dedo que la montase y la follase… allí la volví a penetrar, colocó sus piernas en mis hombros.
Noté que iba cogiendo ritmo el asunto. — ¡¡¡Más, más, más!!! Me decía.
Seguía aguantando y mi madre fue a por mí, se propuso que aquel joven no podía aguantar más a una mujer como ella. Me asió del culo atrayéndome hacia dentro de ella desbocada como una yegua en celo mientras le besaba comiéndome su boca y agarrando de sus nalgas también. Mi madre y yo cada vez estábamos más salvajes y fuertes en las embestidas cuando el orgasmo vino hacia mí. Fue un inmenso placer, me encontraba en otro mundo, en un clímax cuando oí…
— ¡ASÍ NENE, SIEMBRA A TU MADRE DE UNA PUTA VEZ Y PRÉÑAME! ¡HAZME UNA BUENA PANZA!
Le aparté el pelo de su cara, mi lengua y mis labios comenzaron a hacer su trabajo y no tardó en sentir la recompensa de aquel líquido que le atoraba el cérvix. Ella gritó de placer y yo me sentí reconfortado eyaculando una vez más dentro de mi madre, no fue tan copioso pero hubo bastante leche por salir. Como vi que ella no había llegado al orgasmo continué con el bombeo hasta que dio un gemido que me indicó que ya había llegado. Al cabo de un rato allí seguía pegada después de correrme, comprobando como aquel heroico cipote se volvía a hacer pequeño dentro de su coño.
– ¡Has sido maravilloso…me follas espectacular mi vida! , Dijo
— Ha estado muy bien mamá. Aquí solo tú eres la que está estupenda, repliqué yo quitándole hierro al asunto, aunque en realidad había disfrutado como hacía mucho. — Nunca había tenido dos orgasmos tan seguidos
— Pues vete acostumbrando, porque tu madre te los va a proporcionar dobles cada vez…
Pero en ese momento sentimos un ruido, de repente nos encontramos a Carmina en el umbral de la puerta observándonos con una sonrisa cómplice al encontrarnos aún acoplados, sin pudor alguno continuamos en dicha postura en tanto nuestra amiga nos invita pasar un día de playa antes de dejar aquel paraíso del placer. Mi madre miró la hora, se levantó de la cama.
— Voy a hacer el desayuno con Carmina… tú descansa.
— Sí, tengo que recuperar fuerzas para esta noche.
— ¿Esta noche también? Y se fue cantando a la cocina con Carmina.
A partir de ese día, nuestras sesiones de sexo eran casi a diario, y lo mejor era que algunas noches se quedaba a dormir en mi cama, abandonando a su marido. Mi padre aguantaba esas injerencias sin despecho, e incluso hacía la vista gorda sabiendo que su esposa follaba descaradamente con su hijo…, pero manteníamos las apariencias de puertas hacia fuera, lo que nos daba ese beneplácito paterno de vía libre si no se convertía en un escándalo público. Éramos madre e hijo, pero cuando estábamos en casa yacíamos cual joven matrimonio desinhibido…comíamos desnudos, follábamos en cualquier parte de la casa olvidándonos de comprar condones, nos mostrábamos tal como éramos en toda nuestra intimidad sin tapujos ni pudores, e incluso se podría decir que éramos un matrimonio a tres con la incorporación de Carmina algunos días entre semana. Porque cuando mamá no ocupaba mi cama, era yo quién invadía la de Carmina dejando los fines de semana especiales solo para mamá. Por supuesto que las dos maestras de escuela mantenía el secreto muy bien guardado, mi padre nunca destaparía la aventura por vergüenza o porque simplemente se conformaba con que mamá regresara a casa de vez en cuando, aunque durmiesen en una cama de divorciados. El resto de la vida la vivíamos en común. Mi padre tampoco ha tenido un mal gesto de desplante, nos llevábamos bien admitiendo en silencio no ser el macho alfa de la madura y caliente madre que tengo. En cuanto a la conducta cotidiana, era una vida en común tan normal como lo había sido siempre, y en nada se filtraba lo que realmente ocurría. Pronto pasaría el invierno y la primavera para volver a tomarnos unas exuberantes vacaciones en el camping del a mor y la amistad.
FIN