Reventada y saciada por atras por el viejo maduro.
Como vio la posición le cansaba, me giro ensartada por su rabo poniéndome boca abajo apoyando mi cara sobre la almohada , amortiguando esta los alaridos de placer que por mi boca salían, mientras el apoyándose sobre mi cuerpo por atrás
Estaba abrazada por atrás con una mano suya bajo mi cuello y la otra sobre mi cintura con sus dedos jugueteando con mi cuerpo con suaves caricias y leves roces sobre mi sexo, subiendo a veces para acariciar con sutileza mis pezones a los que sabía activar y poner duros y tersos como pitones, mientras sentía su aliento por mi nuca y su cada vez más agitada masculina respiración.
Me encantaba ese olor a masculinidad que afloraba por su cuerpo, que a pesar de estar sobre los sesenta años, se mantenía con un aspecto envidiable y no menos ese tercer miembro que colgaba entre sus piernas y que ahora sentía palpitar sobre mis nalgas a las que aprisionaba y marcaba con su dureza y su rigidez.
Me mordisqueaba la nuca y el lóbulo de una de mis orejas, sintiendo por ella entrar el caliente y ardiente aliento que por su boca salía, resudando macho por todos los costales como a más de una mujer nos gusta sentir en un hombre.
Me veía nuevamente recibiendo andanadas de ricas intrusiones de su venoso e imponente rabo, cuando sus dedos entraron con descaro en mi sexo palpando los jugos que en su interior manaban, impregnando estos antes de llevárselos a su boca para chuparlos y resoplar mientras los lamia, llevándolos nuevamente a mi sexo para mojarlos otra vez y ahora ante mi sorpresa acariciar mi abertura trasera a la que introdujo uno de estos con suavidad y delicadeza.
Encogí mi pompis como un acto reflejo, pero la fuerza de sus brazos me tenían presa contra su cuerpo, sintiendo el roce de su frondoso pectoral en mi espalda por la presión que estos ejercían en mí, sintiéndome presa de aquel macho que se disponía a saciarme de buen sexo otra vez.
El dedo que andaba por mi asustadizo agujerito trasero, ya había dilatado este sabiamente un poco más y aunque rezaba no fuese por ahí la perforación que se avecinaba, no tuve más remedio que asumir lo que se me venía encima pues, nada más sacar su experto y lubrificado dedo, posiciono sobre aquella abertura su enorme cabezón al que con un pequeño esfuerzo consiguió meter levemente por aquel ahora contraído y asustado hueco.
Mis suspiros le acompañaron algunas negaciones y peticiones que por ahí no, pero un mordisco aún más fuerte sobre mi cuello, como el del león que muerde el de la leona antes de follarla, me hizo presagiar no iba a desistir en la meta que se había propuesto, y tras un resoplido de macho ibérico, me penetro de una estocada fuerte y seca que me hizo gritar por el susto y sobre todo por la rigidez y tamaño de aquel miembro que parecía romperme toda.
Quedo un segundo parado esperando mi recuperación, para continuar con leves movimientos de cadera haciendo aquello entrara y saliera a su antojo, pasando del susto del momento a un placer difícil de narrar por la rapidez que este había llegado.
Me susurro al oído con su voz masculina “ te gusta por aquí también ehhh” “….veo no es la primera polla que ocupa este agujerito” mientras seguía resoplando y chupando mi nuca como un poseso, acelerando cada vez más aquellas ricas embestidas.
Como vio la posición le cansaba, me giro ensartada por su rabo poniéndome boca abajo apoyando mi cara sobre la almohada , amortiguando esta los alaridos de placer que por mi boca salían, mientras el apoyándose sobre mi cuerpo por atrás me cabalgaba con una fuerza inusitada y unas perforaciones tan profundas que marcaba a fuego sus testículos sobre mis posaderas, mientras una de sus manos hacían de palanca en mi sexo con los dedos dentro de este, para levantar levemente mi cadera y poner penetrarme más profundamente.
Me corrí como una ninfómana que parecía pedir más y más, pues era tanto el placer que recibía que le alentaba a seguir dándome barra con aquel impresionante y venoso rabo que entraba y salía a su antojo con una virulencia que ya movía la cama golpeando esta contra la pared de forma escandalosa.
Era seguro más de un vecino estaba escuchando aquella monta, pues la fuerza de los golpes de la cama y los gritos que por mi boca salían anqué algo amortiguados por la almohada, convirtieron mi alcoba en una bacanal de ruidos, añadiendo los resoplidos de macho que cada vez afloraban más fuertes e intensos, mientras mi cuerpo parecía arrastrarse por la cama con las embestidas diabólicas de aquel semental.
Dios que polvazo estaba recibiendo y que manera de follar tenia aquel maduro que aunque pareciendo algo violento en la forma de poseerme, lo cierto es que me tenía loca de placer y realmente necesitaba sentir un hombre así de vez en cuando y este me estaba llevando a unos extremos de placer, que mis orgasmos parecían enlazarse uno con otro, mientras el, con una energía fuera de lo común, me castigaba dulcemente con su duro y marcado estilete.
Pareció agotarse en esa postura y sin sacarla, levanto con sus manos mi cadera, para posicionarme más cómoda para él, que de rodillas ahora me sacudía una serie de estocadas, que me hizo doblar la cabeza sobre la cama, mirando entre mis piernas con los ojos medio entornados por tanto placer, como entraba y salía aquel monstruo de mi trasero, excitándome como una loba al ver el balanceo sensual y sexi de aquellas enormes pelotas cada vez que su rabo entraba en mí.
Hubo un momento que lo saco y cogiéndolo con su mano azoto mi asustadizo trasero con leves golpes restregando su cabezón por este, antes de volver a penetrarme fuertemente y continuar con aquella monta tan exquisita, que acabo en una sinfonía de suspiros y fuertes alaridos de macho mientras vomitaba por aquel miembro, virulentas ráfagas de espesa crema que sentía llenar aquel agujerito.
Sentía su pectoral mojado por el sudor del esfuerzo y la pasión que había puesto así como su agitada respiración en mi espalda, pues ahora me abrazaba con fuerza y dulzura, mientras recuperaba aliento.
Quede rendida y fundida sobre la cama cuando desclavo su estaca impregnada esta aun en la punta por pate de esa pastosa nata que me había regalado, quedándose de pies en la cama mirándome con una sonrisa picarona y viendo en situación tan lamentablemente rica me había dejado.
Alargue mi temerosa y temblorosa mano aun por el agotamiento de aquel polvo, para agarrar con pasión el tronco de aquel rabo que ahora colgaba semirrígido pero con todo su largo y gordo esplendor a la vez que le decía, que lo quería para siempre para mis sola, que mis agujeritos estaban a la disposición para recibir tantas visitas como quisiera aquel jugoso intruso hacerme…riendo el picaronamente mientras asentía y me decía que me iba a taladrar tantas veces que al final una iba a tener que rogarle … basta no más….
Recuperada tras una gratificante ducha en compañía de aquel imponente macho, decidí regalarle uno de los mayores placeres que muchos hombre quieren recibir, y no es otro que una jugosa y experta comida de rabo como ellos suelen llamar, pues le dije que me dejara ahora actuar a mi sola y tumbándose sobre la cama le dije no moviera ni un musculo, si bien no me hizo caso, pues el que tenía entre las piernas , crecía y crecía ante los lametones jugosos que recibía en su cabeza, sujeto este por una de mis manos que parecía la de una muñeca abrazando aquel coloso, mientras la otra estrujaba y sobaba ese par de gordas pelotas que reposaban sobre las sabanas.
Me encaba el tacto de sus bolas peludas y el calor que desprendían, pero lo que realmente me volvía loca era lamer aquella seta enorme que palpitaba ante las caricias de mi boca, cubriendo la punta en su totalidad no sin un gran esfuerzo por el tamaño de esta que dilataba la comisura de mis labios como si fuesen a explotar.
Mi mano subía y bajaba por el tronco de aquel monstruo duro y terso y parecía sentir con la otra como aquellos depósitos se iban llenando de fluido que iba a tragar sin miramientos cuando consiguiera hacerlos salir.
Alargo una mano hacia mi conejito y aunque intente que se relajara, me dijo que tranquila que solo quería acariciarme mientras me miraba como degustaba su rabo.
Estuve más de quince minutos jugueteando con aquel rico estoque, cuando las caricias de su mano sobre mi sexo hizo este explotar en un orgasmo que me lanzo desbocada a intentar meterme medio cuerpo de aquel enorme rabo en mi boca, haciéndole explotar y provocándole una sarta de ráfagas de pastosa y cremosas leche de la que apenas podía dar cuenta tragando, pues el espesor cantidad, me dejo anonadada y saciada hasta casi ahogarme.
No esperaba recibir semejante mana y más cuando hacía poco tiempo había dejado otra suculenta cantidad en el interior de mis posaderas, pero aquel maduro, parecía hecho de otra calaña y una no estaba dispuesta de dejar escapar semejante pastel , por lo que iba a poner toda mis artimañas para retener en mi cama a aquel semental.